Los amantes caninos de madre e hija

madre e hija comparten un romance secreto con los perros de la casa. (madre e hija zoofilicas)

Hola a todos los lectores y lectoras de esta página como siempre mi nombre no lo diré por que es irrelevante ya que esta es otra más de mis fantasías, pero puedo decirles que soy mexicana de 18 años. Y con mucha imaginación en lo sexual no se si sana o no, pero a veces me asusta las cosas con las que fantaseo por eso no lo podría compartir con mi familia creerían que estoy loca o poseída y por eso uso esta página para dar rienda suelta a mi imaginación sin mucho conflicto. Esta historia bien podría titularse "Madre E Hija Zoofiliacas". ¿Ustedes creen que sean normales mis gustos y fantasías?

Por cierto quiero agradecer al autor MHMR por sus ideas y aportaciones para esta y otras historias

Aquella mañana Luisa se levanto sin ganas de ir a la escuela, el entrenamiento de las porristas del día anterior había sido muy pesado para ella, al levantarse lo primero que vio fue el calendario, y se alegro de que ese día fuera sábado, así que no tendría que ir a la escuela; estaba cansada por el entrenamiento, desanimada por haber reprobado dos exámenes, y triste porque su novio Eric la había dejado para irse a estudiar al extranjero. Así que se sentía devastada física, mental y emocionalmente, aunque en realidad nunca fue muy buena para el estudio, siempre fue buena para los deportes, por algo en el bachillerato había llegado a ser capitana del equipo de porristas al tercer semestre siendo mejor que algunas mas veteranas, pero ahora a sus 19 años y en primer semestre de la universidad, era de nuevo una simple y desconocida novata, por lo que debía esforzarse si quería tener un puesto importante entre las porristas. Como toda su vida había hecho ejercicio Luisa tenía un cuerpo muy bien formado, aunque sus medidas no eran las de una estrella porno, si tenia una figura para parar el trafico, con 90 61 89 resultado de sus ejercicios y dietas, además tenia una estatura promedio, apenas media 1.67 así que como se lo imaginan era una chica común y corriente, pero guapa y en forma.

Luisa Bajo a ayudar a su madre Fabiola a preparar el desayuno como todos los fines de semana, su madre era una hermosa mujer de 37 años, que también era fanática de la salud y del ejercicio, y siempre había tratado de inculcárselo a su familia, aunque no tenía éxito con todos, por lo que su cuerpo era tan escultural como el de su hija, pero con los pechos un poco mas grandes, y claro un poco mas vencidos por la gravedad con 92 62 95 en una estatura de 1.69. Cada sábado y domingo ellas preparaban el desayuno para su padre, y sus dos hermanos; su padre era un hombre bajo y rechoncho, algo pasado de peso, era profesor de historia, y muy aficionado a la 2º Guerra Mundial, razón por la cual llamo a sus perros Benito y Adolfo. El hermano mayor de luisa era un muchacho de 16 algo torpe, con pocos amigos y vivía metido en sus libros, algunas veces parecía que su única amiga era Nagini su serpiente (así es era fanático de Harry Potter). Mientras que su hermano menor era completamente distinto, era mucho más parecido a Luisa y su madre pues era un buen deportista, aunque con la inteligencia de su padre y su hermano, ya que tenía un promedio impecable, a sus 13 años ya era campeón de ajedrez y atletismo, al igual que su padre y su hermano tenia cierta afición por los animales, así que el tenia por mascotas una tarántula y un gran escorpión, que el sabia le daban pavor tanto a su madre como a su hermana por lo que los mantenía en su habitación.

Después de desayunar cada quien se fue a sus ocupaciones, su padre tenía que ir a una junta de maestros, su madre y su hermano menor salieron al supermercado hacer las compras, y su hermano mayor tenia que realizar algunos trabajos de la escuela. Por lo que dejaron a Luisa sola en casa con la compañía de las mascotas de la familia Adolfo y Benito, ya que las otras mascotas estaban normalmente dentro de los cuartos de sus hermanos. Al estar sola Luisa, fue a su cuarto, donde guardaba, los recuerdos de su novio, así como algunos juguetes para proporcionarse placer que mantenía escondidos bajo su cama. Cerró su cuarto y empezó a leer una de las notas donde su novio describía como le gustaba hacerle el amor, al mismo tiempo que empezaba a jugar con un consolador en la entrada de su rajita. Estaba empezando a disfrutar la sensación y su cueva estaba empezando a mojarse, hasta humedecer su linda pantaleta pues ya se había quitado los pantalones y solo llevaba una blusa blanca, sus calzones, y los calcetines también blanco, después de todo iba a estar sola en su casa, así que no usaría el sostén por unas horas. Luisa estaba comenzando a gozar con sus maniobras cuando empezó a sonar el teléfono, un poco aturdida por el placer que estaba sintiendo, con pasos lentos fue a responder el teléfono, y para su sorpresa, era su novio, estuvieron un rato hablando de cómo se extrañaban, pero después de unos minutos, Eric le estaba describiendo a Luisa como le haría el amor, estaban teniendo una buena sesión de sexo telefónico, mientras tanto, Luisa estaba acariciándose los pechos por sobre la playera, mientras con otra mano trataba de acariciar su clítoris, sus propias caricias le estaban haciendo gemir como una pequeña putita, mientras su novio le describía la forma donde la penetraría, duramente hasta hacerla correrse, y tener empapado su apretadito chocho, cuando de repente Luisa termino en un largo y profundo orgasmo, que casi la dejo exhausta, y así cansada, empapada de sus propios jugos y muy satisfecha, termino su llamada con su novio. Luisa, decidió descansar un momento recostada en el sillón de la sala, pero su sorpresa fue enorme al darse cuenta de que en la sala estaban los perros, Adolfo y Benito, un par de enormes perros mestizos, grandes, peludos y negros, parecían una mezcla de mastin napolitano y

schnauzer, aunque su aspecto era totalmente amenazador, su carácter era muy pacifico, incluso bonachón, ambos se acercaron a ella algo confundidos, talvez por verla en ropa interior, o simplemente por la satisfacción que expresaba con su cuerpo, pero seguramente lo que mas les extrañaba a los perros, era el aroma que despedía de su húmeda y recién satisfecha conchita.

Ese olor los puso algo inquietos, pues ambos se acercaron a Luisa, olfateando el aire, tratando de identificar de donde venia el olor que tanto les atraía, terminaron demasiado de cerca de Luisa que trato de alejarlos de ella mientras se sentaba en el sillón de la sala, cada vez que ella los alejaba de su cuerpo, ellos regresaban insistentes, tratando de acercarse lo mas posible a su entrepierna, pues ya habían descubierto que de allí provenía el olor que los estaba volviendo locos. Benito y Adolfo, eran mas fuertes que la joven y pequeña Luisa así que terminaron venciendo sus intentos por mantenerlos alejados de ella, mientras estaba sentada en el sillón de la sala, y acercaron sus hocicos a su conchita cubierta apenas por sus recién empapados calzones, las lenguas de los caninos estaban probando por fin los sabores del coñito de Luisa, ya cansada por los orgasmos de sus novios y los forcejeos con los perros, simplemente se dejo hacer lo que los perros intentaban.

Adolfo y Benito competían uno con el otro por acercarse mas al empapado coñito de Luisa, que estaba empezando a excitarle las caricias de los perros, con su pelo en la parte interior de los muslos y las dos lenguas acariciando su calzón llegando ha poner de nuevo húmeda la rajita de la chica, Luisa, estaba tan excitada por las caricias de los perros, sin pensarlo estaba acariciando las cabezas de los animales para empujarlos y pegarlos mas hasta sus coño, los perros estaban encantados de recibir la mismo tiempo las caricias de Luisa, y ayuda para probar sus jugos vaginales. Cuando mas caliente estaba Luisa, sin darse cuenta se empezó a acariciar los pezones con una mano por debajo de su blusa mientras con la otra seguía acariciando a los enormes dogos., sus pezones estaba tan duros como dos pequeñas ramas, sobre las pequeñas aureolas que también estaban hinchándose de por la excitación. Estando así sometida al placer oral por los perros, Luisa levanto sus piernas y de un rápido movimiento retiro sus calzones dejando expuesta su conchita, con solo una delgada línea de vello, depilado así según su madre por razones de higiene, ya que ella siempre lo llevaba de igual manera. Por su parte los perros al sentir el olor de forma más directa se pusieron a ladrar como locos y a saltar cerca de ella, de hecho Adolfo trato de subirse al sillón con ella, cosa que la paralizó de miedo, pues creyó que la intentaba atacar, del susto Luisa salto del sillón y los perros la siguieron excitados, y ella no pudo de nuevo contra sus fuerzas por los que los perros la tumbaron y sin ningún reparo la trataban de penetrar estando ella tirada boca arriba, ella seguía tratando de luchar con ellos, pero entonces fijo s vista en algo que no había notado, los penes de los perros estaban apunto de reventar, eran los falos mas enormes que había visto en su vida, y no es que hubiera visto muchos, cuando vio el tamaño de esos monstruosos pedazos de carne inmediatamente pensó que eran mucho mas grandes que el de su novio, y casi del tamaños de sus juguetes, aunque tenían la ventaja de estar vivos y no ser de plástico, esa visión hizo que se le hiciera agua la boca (porque el coño ya lo tenia empapado).

Armándose de valor se acerco a los perros que estaban tratando de volver a tirarla, y los acaricio para tranquilizarlos un poco a esto los animales respondieron volteándose para que les sobara la panza, como normalmente los hacen la mayoría de las mascotas, Luisa acaricio las barrigas de los dogos, teniendo uno a cada lado, y poco a poco fue dirigiendo las caricias hasta las firmes vergas de Adolfo y Benito, para sorpresa de Luisa las grandes vergas de los perros crecieron aun mas, llegando a alcanzar mas de 20 centímetros de longitud lo cual no podía creer, pues para su deleite pensaba en que a falta de su novio, podría tener dos amantes, en su propia casa y sin serle infiel a Eric (por lo menos con otros hombres). Luisa no podía decidir con cual de los dos se podría aparear primero, con Adolfo que tenía un pene más largo que el de Benito, o con Benito que tenía un pene más grueso que el Adolfo.

Luisa después de acariciar las barrigas y vergas de los dos animales, y ver como ese par de enormes herramientas caninas brillaba por el translucido líquido que comenzaba a escurrirles, por lo excitada que estaba Luisa le vino a la cabeza la duda, ¿Qué sabor tendrían las vergas de los perros? ¿Sus fluidos serian como los de los hombres? Así que sin tener que pensarlo se llevo a al boca la verga de Adolfo mientras masajeaba con la otra mano la de Benito. Después cambio de verga, chupo la de Benito mientras masajeaba la ya babeada verga de Adolfo, probo ambas vergas hasta dejarlas relucientes de su saliva.

Luisa estaba tan entretenida con sus perros, que no escucho a Fabiola, su madre, cuando llego a casa, había dejado a su hijo menor en la práctica de natación. Fabiola escucho ruidos en la sala y temiendo que fuera algún ladrón se acerco sigilosamente a ver que sucedía, su sorpresa fue mayúscula al ver a su hija inclinada completamente desnuda chupando los falos de esos enormes perros, al principio quedo impactada, pero la sorpresa fue dando paso a la curiosidad y de allí al deseo al ver que su hija se entretenía y disfrutaba mientras les daba placer a los animales. Fabiola no pudo evitar llevar una de sus manos instintivamente a uno de sus pechos y con la otra comenzó a acariciarse por debajo del short que llevaba, se estaba excitando viendo a su hija comiendo se los penes de los perros de su marido. Fabiola se desvistió casi automáticamente, mientras acariciaba su cuerpo. El coño de la madre estaba destilando sus jugos, estaba que ardía por el espectáculo y por sus propias caricias.

Mientras tanto Luisa seguía chupando a los dogos, hacia lo posible por meterse enteros los penes de cada perro, abriendo la garganta para que toda la roja vara de carne canina pudiera entrara hasta el fondo, y así tocar con sus labios la base de los penes de los perros. Fabiola se acerco por detrás de su hija, sin pensar en lo que podría pasar, solo tenia en la cabeza que si su hija podía disfrutar con ese par de enormes machos, también ella podría hacerlo, pues su esposo ya no la satisfacía como antes. Luisa estaba tan ocupada mamando, chupando y manoseando los falos de los perros que no noto que su madre estaba detrás de ella, observándola desnuda. No fue hasta que Adolfo se levanto corriendo y fue hacia su madre que se dio cuenta de que tenían una espectadora desnuda, casi tan caliente y de buena figura como ella.

Al principio Fabiola se asusto al ver al Adolfo correr hacia ella, creyó que la atacaría, pero le sorprendió más que se puso a lamerle la conchita, sentir la lengua del perro en la parte mas intima de su cuerpo fue una sensación extraña, bastante placentera, pero extraña, la lengua del dogo le provoco tanto éxtasis, las piernas le comenzaron a fallar hasta que la fuerza de las lamidas de Adolfo tiro a Fabiola que boca arriba con las piernas bien separadas disfrutaba de la lengua de Adolfo mientras su hija seguía chupando la enorme vara canina de Benito. En esa posición Fabiola podía ver como luisa disfrutaba del sabor del otro dogo, así que de repente le invadió una sensación de curiosidad y envidia, por lo que tomo con gran cuidado el pene de Adolfo y comenzó a chuparlo, el perro de inmediato se coloco con la espalda contra el piso dispuesto a recibir la caricia.

Así se encontraban madre e hija, hija y madre en la sala de su propia casa, inclinadas chupando los penes de los perros que hacia algunas horas aun les parecían terribles monstruos, pero ahora se habían convertido en fascinantes amantes a los ojos de las dos mujeres de la casa.

Pero la diversión aun no empezaba realmente. Parecía que madre e hija estaban tan absortas en su misión que cada una había olvidado la presencia de la otra, hasta que sus miradas se cruzaron, y como si las dos hubieran tenido la misma ida al mismo tiempo gatearon en 4 patas una hacia la otra como jaladas por cuerdas invisibles que las arrastraban hacia la otra. Al encontrarse se besaron sin ningún pudor, pareciera que lo habían estado deseando desde hacia tiempo, estando en esa posición fueron blanco fácil para las lenguas de los excitados dogos y cada uno empezó a lamer el coño de la que le había estando mamando su roja e hinchada verga. Así benito lamía la raja de Luisa mientras Adolfo lo hacia con la de Fabiola.

Ambas mujeres completamente desnudas con sus pechos balanceándose al ritmo de las lamidas de los perros; que con gran fuerza estaban oliendo y lamiendo los agujeros sexuales de Fabiola y Luisa; madre e hija estaban en cuatro patas y besándose en la sala de su propia casa y temblando por el placer orgásmico que les daban los animales. Los perros parecían comprender lo morboso de la situación pues sus penes se hincharon aun mas quedando casi de 30 centímetros de longitud, resplandeciendo de escarlata por la sangre bombeada hasta la cabeza de las vergas caninas. Los perros que estaban saboreando los jugos vaginales de madre e hija, tal vez por el sabor y olor de los jugos y las conchas o simplemente por su naturaleza animal, no importa el porque, lo realmente importante es que intentaron montar a las mujeres.

Ambos animales pusieron sus patas sobre la espalda de la que tenían enfrente, pero las mujeres en un movimiento de protección instintivo sacudieron sus cuerpos para evitar la penetración, lo cual fue un error grave pues las patas de los animales cayeron a sus costados quedando ellas atrapadas debajo de los perros, y con la cabeza baja, rendidas por el temblor de los orgasmos por lo delicado de la situación, lo que hizo que empinaran mas sus culitos redondos y brillantes tanto de sudor como de líquidos vaginales. Esto lo aprovecharon los perros que arqueando los lomos lograron meter las cabezas en las vaginas de las mujeres que a pesar de sus esfuerzos no pudieron zafarse, los perros consiguieron su objetivo, follar a madre e hija, quienes a pesar del miedo inicial estaban encantadas de placer la sentir las enormes pollas de los perros dentro de ellas, los falos caninos les proporcionaban tanto placer en sus entrañas, que sus alientos chocaban dentro de sus bocas, mientras sus lenguas competían en un cachondo beso francés por recorrer la garganta de la otra mientras eran montadas por el par de dogos.

Sin embargo a pesar del placer causado, el dolor no desaparecía por completo pues no estaban acostumbradas a falos de esa envergadura y mucho menos al frenético mete-saca con que los perros les taladraban los úteros a la madre y a la hija. Ambas gemían de dolor y placer, al sentir los penes dentro de sus cuerpos, y los peludos y sedosos cuerpos de los perros sobre sus espaldas las excitaba aun más. Y sin embargo aun faltaba la mejor parte, que ambas desconocían, pues nunca fueron muy apasionados de los animales.

Mientras estaban apunto de desmayarse por la extraña mezcla de placer y dolor sintieron que lago enorme casi del tamaño de una bola de ping pong entraba en sus vaginas, e iba recorriendo sus entrañas poco a poco a pesar de la sensación extraña pudieron percibir como los perros descargaban su viscoso semen en el interior de sus vaginas, lanzando millones de espermatozoides caninos en busca de sus óvulos humanos. Los perros terminaron pronto con el mete saca y jalaban sus miembros para sacar sus penes de las húmedas cuevas de Luisa y Fabiola, quienes sufrían de dolor por el esforzó de los perros de sacar las bolas. Al final los perros desistieron y se voltearon como normalmente lo hacen, quedando Adolfo pegado a Fabiola y Benito a Luisa. Las dos fueron sintiendo como disminuían las bolas de los perros dentro de sus cuerpos, mientras aun estaban en cuatro patas, cual perras. Cuando los perros sintieron que las bolas habían disminuido dieron un tirón muy fuerte y lograron sacar sus penes que aun tenían unas bolas de tamaño considerable y se mantenían firmes, ambos dogos se pusieron a lamer sus penes para limpiarlos un poco alejados de sus hembras de las que estaban saliendo grandes cantidades de espeso liquido blanco de sus vaginas.

Por otro lado Fabiola y Luisa se miraron mutuamente y nuevamente se acercaron una a la otra pero esta ves para hacer un 69, y sin decir una sola palabra la hija comenzó a lamer la concha chorreante de semen de la madre y la madre lamió la rajita de su hija de la que también brotaba semen de perro regalándose a si mismas otro maravilloso orgasmo.

Al final cada una se retiraron juntas al baño de Fabiola para "refrescarse" juntas, y allí acordaron no decir nada a nadie, y seguir disfrutando de sus nuevos amantes y ser cómplices en sus aventuras lesbico-incesto-zoofilicas (o como se diga) ya que así no caían en la infidelidad con sus respectivas parejas pues no se puede ser infiel con un perro, estrechaban los lazos familiares entre ellas, y le perderían el miedo que le tenían a Benito y Adolfo.

Podría continuar, si ustedes quieren

Se que todo lo que conté es totalmente irreal, fantasioso y fantástico, pero como dije en un principio es una de mis fantasías. Pero Quisiera saber si alguien tiene fantasías así O si el relato les gustó aunque fuera tan fantástico O si tienen algún comentario Mi correo es:

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