Los afrodisíacos (La falsa esposa 2)
Ágata acepta convertirse en un objeto sexual, experimentando placeres desconocidos.
Los afrodisíacos. ( LA FALSA ESPOSA 2)
La habitación no tenía ventanas, apenas dos ventiladores de techo reducían un poco el calor, había varias muchachas que comenzaron a ponerme una crema por el cuerpo. Era un aceite con el que me embadurnaron toda la piel. Al ir absorbiéndolo, me entró un calor por dentro que me puso nerviosa.
"Bebe este refresco, te vendrá bien"
Me dieron en un vaso largo, algo que creí era tereré, pero apenas lo probé me di cuenta que era otra cosa, estaba bueno. Pedí otro.
La piel se había secado. Una se acercó con un bote en el que introdujo dos dedos sacando una crema oscura que comenzó a extender sobre los pezones. Fue una reacción inmediata, se irguieron y se pusieron duros, y además parecía como si me los estuvieran acariciando.
Se arrodilló y me abrió las piernas. Me puso el ungüento en los labios de mi sexo.
Aquello, no sabía lo que era, pero te ponía cachonda , estaba ardiente queriendo que me cogieran.
Me sentaron en una silla con un ligero montículo que se me clavaba en mi concha, era un placer. Me pusieron gomina en el pelo, dejándolo como si fuera un muchacho. Me pintaron los labios de un rojo oscuro, y me delinearon cejas, alargándome las pestañas y oscurecieron mis parpados.
Estaba muy caliente cuando me pusieron un espejo delante. Era la imagen del sexo.
Me volvieron a dar el refresco, y retocaron mis pezones y mi labios íntimos .
"Está preciosa, qué suerte tiene que la van a hacer gozar. Ya viene la señora"
Antes de que se abriera la puerta, me pusieron otra crema, esta vez en el clítoris y en el esfínter. Fue como un relámpago. Me agarré un calentón que casi me voy. Mi botón de placer se había puesto duro y dilatado, hasta el punto que destacaba en mi pubis depilado, casi como un pequeño pene. Y atrás me hervía el terrible deseo que me tomaran por la puerta oscura.
Olga llevaba una musculosa blanca, y un panty negro abierto entre los muslos, dejando ver su concha peluda, botas de media caña y en la mano , una fusta.
Me asusté, aunque estaba muy caliente , a mi nunca me han pegado con un fusta , me daba miedo. Me arrepentí de haber aceptado el desafío. Se acercó a mi , y me puso un collar de perro y tirando de la cadena , me llevó a otra habitación. Ésta sólo tenía una pared , el resto eran enormes ventanales abiertos que dejaban pasar un viento fresco desde el río.
"Mira , nena . Ves esa figura, si te portas bien será tuya. Como sabes tiene un gran valor" Era un ángel de madera pintada , de las que hay en algunas misiones jesuíticas.
Cuando lo calculé , me desaparecieron los miedos y decidí gozar con lo que viniera.
Me miró complacida.
" Ponedle un poco más en el botoncito. Tiene que aprender"
La india que me había puesto la crema en el clítoris , se arrodilló ante mi , y puso más , con los nervios algo entró en mi vagina y creí morir de placer. Tal como estaba arrodillada ante mí. Olga le descargó cuatro azotes con la fusta en la espalda.
Y yo todavía mas caliente. Cuando se retiró arrastrándose la muchacha , la patrona se paró ante mi y me ordenó:
"Abre las piernas, puta"
"Si señora"- lo hice.
" No me tienes que llamar señora , me debes llamar Mi Señora"
Me golpeó con la fusta en la entrepierna , suave , no me dolió , pero al tercer fustazo empecé a venirme. No podía evitarlo.
"Eres una cerda caliente. Vamos a ver cómo te portas. Túmbate"
Me tendí en el suelo. Olga dio un vibrador a una de las chicas y le ordenó:
" Quiero que hagas morirse de placer a esta mujer. Es una de las lecciones de tu aprendizaje"
Cuando la muchacha empezó a usar el vibrador en mi concha , entendí por qué aquellas mujeres tenían tan buena aceptación en el mundo. Era una maestra. Me dejé llevar, no sé cuanto tiempo estuve en orgasmo continuado. Tenía los ojos cerrados , concentrada totalmente en mi sexo que me enviaba oleadas de placer.
"¿ Cuántas veces se ha ido?"
" Cinco o seis , mi señora"
" Que se levante , dadle algo de beber"
Me bebí tres vasos del refresco que me suministraban y con voz débil pregunté:
"¿Desea algo mi señora?"
"Cómeme"
Me puse de rodillas entre sus piernas , ella estaba sentada en un sillón de mimbre , y su sexo quedaba fuera del asiento. No me entretuve en preliminares , la imaginé caliente como yo , y me lancé al clítoris entre el vello de su concha.
La lengua se me enredaba en los pelos al buscar su punto de placer.
Me apretó la cabeza contra su vientre.
"Así , me gusta cerda"- noté como se venía.
" Sujetadla." me levanté y una de las criadas me agarró las manos a la espalda.
Parada frente a ella, con las lolas erguidas por la postura , desafiantes.
Me pellizcó los pezones muy fuerte , me dolía mucho, me dieron ganas de chillar , pero me di cuenta que hubiera sido peor. Era un dolor muy fuerte, de mis ojos saltaron lagrimas.
Me los soltó y me llegó un alivio absoluto, un relajo que se paró cuando su dedo entró en contacto con mi clítoris. Lo acarició, duré muy poco, me vine, parada, temblándome las piernas.
"Eres una puta muy caliente. Ahora házmelo lento"
Volví a agacharme ante ella, y esta vez si fui con cuidado, con mimo , recreando todas esas cosas que nos gustan cuando nos comen la concha. No dejé un trozo de carne sin lamer y besar. Al final llegué de nuevo al clítoris, nuestro punto más débil.
"¿Me permite usar los dedos? , mi señora"
"Esmérate, guarra" al tiempo que le volvía atacar en el botón rosado, metí el índice camino del Punto G. Allí estaba, un poco hinchado. Fui combinando lamidas con caricias. La concha era casi un manantial de jugos. Empezó los espasmos del orgasmo , eran fuertes y largos. Al acabar me agarró de los pelos y tiró de ellos levantándome la cabeza. Me besó con furia.
"Eres una buena puta. Me gustas"
" Preparadla para follarla"
Me pusieron a cuatro patas, me volvieron a dar de beber el refresco, y me volvieron a untar con la crema el clítoris y los labios y paredes vaginales. Aquel maldito lubricante me hacía arder de deseo. Miré de reojo. Olga se había puesto un arnés, con una verga enorme. Se arrodilló tras de mí y me la metió.
Estaba deseando tener algo duro dentro de mi sexo. Me llenaba por completo, me había clavado una verga de látex gruesa.
"Muévete"- comenzó a darme azotes con las manos en las nalgas. Yo me movía adelante y atrás con fuerza. Notaba aquella verga enorme dentro de mi, moviéndose como un émbolo. No sé el tiempo que estuvimos , me fui varias veces, no me dejaba descansar. Y de pronto soltó un chorro de leche templado dentro de mi.
Cuando se retiró, ordenó:
"María lámele bien la leche"
María aplicó su lengua lamiendo mi concha llena de líquidos. Me volví a ir.
"Lavarla y maquillarla. En el cuarto tiene lo que debéis ponerla para el almuerzo."
Me llevaron a una bañera donde parada me limpiaron con una esponja. El liquido que había bebido me hizo orinar. Las muchachas se rieron cuando me mojé los pies.
Me peinaron, me dieron aquel aceite, que me ponía a mil, en todo el cuerpo , me maquillaron y otra vez me dieron la crema que hacía arden a mis pezones y a mi sexo.
Me vistieron. Me metieron los pechos en unos aros de metal que los destacaba aun más. Aquellos aros iban unidos con tiras de cuero a un collar que pusieron en mi cuello , cambiando el que tenía.
De la cadena del collar me llevaron a una gran sala, donde me esperaban Gabriel, Adolfo y Olga.
"¿ Te gusta como está tu putita?"
"Está preciosa. ¿ Cómo es que tiene el clítoris así , tan fuera?"
" Mi padre , cuando vino de Alemania , era bioquímico, estudió productos naturales que se usaban desde hace mucho tiempo. Esta hacienda era una misión abandonada y había unos viejos documentos de los jesuitas. Allí estaba la forma de hacerlos. Ágata ha bebido un afrodisíaco muy potente, la tiene caliente todo el tiempo. Y la crema que le hemos puesto es un excitante que nos vuelve locas y locos. Está ansiosa de que la follen."
Yo oía parada, y entendí lo que me pasaba ,de otra forma no era normal que me hubiera venido tantas veces.
Adolfo ordenó, mientras les servían a ellos la comida:
" Dadla algo de comer"
Me trajeron una bandeja con una banana, cuatro fresas y dos higos. Me di cuenta que al comerlos debía dar el espectáculo.
Empecé por las fresas que metí en mi boca como si fueran un glande, seguí con la banana como si fuera una polla y acabé con las brevas como si fueran una concha.
"Ves como está tu putita. Creo que ha llegado la hora que la cojáis como una perra. Gabriel , tú primero que eres su amo"
Me pusieron a cuatro patas , y antes de que él se acercara , me volvieron a untar. Apenas me la metió, y noté sus huevos golpeando mis nalgas, me fui. Y todo el tiempo que siguió cogiéndome estaba en un orgasmo sin parar. Era terrible y delicioso. Cuando soltó el chorro de semen no pude aguantar y me caí al suelo. Tumbado sobre mí, me dio los últimos empujones.
"Es magnífico como está, siempre ha sido caliente pero esto es una joya"
Ví como Adolfo se ponía una funda en su pene duro, que ya era muy grande y gordo, pero que el forro lo convertía en monstruoso. Pese al enorme tamaño, yo estaba deseando que me lo metiera.
Me puse de nuevo a cuatro patas y moví mi culo como si fuera una perra en celo, y desde luego estaba en celo.
Sin arrodillarse me metió en mi concha aquel instrumento y empujó hasta clavármelo muy dentro. Tenía toda mi vagina llena , a lo largo y ser todo a lo ancho, mis paredes se daban de si para poder tener dentro aquello. De nuevo entré en orgasmo. No podía evitarlo.
De pronto noté que me vaciaba saliéndose, se puso delante de mí , se quitó la funda y me metió de un golpe la verga en la boca. Casi vomito, pero enseguida empecé a chupar hasta que me soltó la leche . Lamí los restos de semen de su miembro.
Tirando del collar me pusieron de pie.
Me dieron el refresco afrodisíaco . Una de las muchachas se acercó a mi y me puso dos pinzas doradas unidas con una cadena en los pezones. Sentí un dolor enorme pero al tiempo me excitó. Después se arrodilló y me obligó a abrirme los muslos.
Nunca me había puesto aquello. Eran dos pinzas alargadas una en cada labio íntimo. Estaba tan caliente que no me dolió.
" Ahora , mientras hablan de negocios, moldearé a esta puta"
Olga me sacó del salón. Al andar las pinzas de mi sexo se rozaban aumentando el placer. Me llevó a un cuarto pequeño, había una tina de ducha. Me paró allí y ató mis muñecas con un cordón de seda. Del techo colgaba una argolla , pasó la tira por ella y me dejó con los brazos en alto , colgada, aunque podía apoyar los pies.
Se separó para mirarme. Una sonrisa amplia le brilló en el rostro.
"Ahora empieza de verdad tu educación , perra."
No pude más, había bebido mucho liquido y me oriné.
Se rió y me dejó sola en aquella habitación cerrada y calurosa. Cuando apagó la luz y cerró la puerta quedé en la oscuridad.