Los Abueletes van de Excursión

Carmen estaba aburrida, solamente a su padre se le podía ocurrir poner una tienda allí.

Al salir del comedor, después de tomar el desayuno, Fernando vio que los residentes se arremolinaban alrededor del tablón de anuncios, ya lo miraría luego, no podía ser nada tan urgente como para tener que meterse en medio de todos aquellos.

Cualquier cosa causaba revuelo, la vida en una residencia de ancianos no presentaba muchos alicientes, por eso Fernando y su grupo de amigos más cercanos habían decidido buscar la forma de divertirse por su cuenta.

De momento cogió el periódico y salió al jardín, había que aprovechar el buen tiempo, buscó un banco a la sombra y se puso a leer las noticias del día, siempre era la misma basura, políticos hablando de estupideces y pasando de puntillas por los problemas reales, alguna noticia de escaso interés y fútbol, mucho fútbol que para eso era lunes y la jornada de liga del fin de semana era tema de portada.

Cuando ya había llegado a la conclusión de que el mejor uso que podía darle a ese periódico, era hacerlo tiras para usarlo en el cuarto de baño cuando escasease el papel higiénico, vio acercarse a su amigo Paco.

—   ¿Qué tal las noticias del día?

—   Nada interesante, lo único bueno que gano el Atleti.

—   ¿Y el tablón de anuncios ya lo viste?

—   No, estabais todos alrededor como borregos, ¿Tú lo has mirado?

—   Nos llevan de excursión al campo, el que se quiera apuntar y le deje el médico. Una hora de paseo campestre, comida en un merendero y otra hora de paseo de vuelta.

—   Pues no es mal plan por lo menos salimos de aquí.

—   A apuntarnos entonces. Creo que todos tenemos ganas de salir, solamente me falta hablar con Rogelio, pero se apunta seguro.

Al final se llenó el autobús, estábamos todos deseando salir de la puta residencia, a lo mejor a nuestra edad no podemos echar partidos de fútbol, pero de eso a que no te dejen ni dar una vuelta por el parque hay mucha diferencia. De mi grupo de amigos cercanos nos apuntamos todos, había que aprovechar la oportunidad de salir.

Tardamos un rato en salir de la ciudad, al ser día laborable había bastante tráfico, una vez fuera, el trayecto hasta la sierra fue mucho mejor, todavía nos tocó un buen rato entre carreteras de montaña, el paisaje iba mejorando según pasaban los kilómetros, al mismo ritmo que empeoraban los estómagos de algunos compañeros que se marearon.

Al llegar a nuestro destino parecíamos estar en mitad de ninguna parte, en lo alto de una pequeña loma, con un denso bosque de pinos, de la que salían varios caminos, lo único que se veía en la cercanía era una casa de madera que parecía una especie de tienda.

Mientras se recuperaban los mareados, algunos nos fuimos a echarle una mirada a la tienda.

Carmen estaba aburrida, solamente a su padre se le podía ocurrir poner una tienda allí, que si el turismo rural, que si era una zona muy bonita para hacer rutas, pero la realidad es que por allí no pasaba nadie, unos cuantos excursionistas de fin de semana y algunos que paraban a descansar en mitad de un viaje o cuando alguien se había mareado.

Ella no le encontraba sentido, se pasaba el día rodeada de material de escalada, de equipos de excursionistas y de recuerdos para turistas, todo eso lo único que hacía era acumular polvo, lo que más vendía eran botellas de agua y con esas ventas poco negocio iba a hacer, pero su padre estaba encabezonado, cada mañana le llevaba y ella estaba allí todo el día hasta que su novio pasaba a recogerla a las ocho de la noche.

Por eso se alegró cuando vio entrar un grupo de ancianos, eran los primeros clientes del día, empezaron a dar vueltas mirando por todas partes, alguno le preguntaba alguna cosa, recuerdos para los nietos y cosas así.

Fernando estaba en la tienda, pero no miraba lo mismo que sus compañeros, miraba a la dependienta, era una chica joven, no parecía sobrepasar los veinticinco años, mediana estatura, una cara agradable y bonita sonrisa, las tetas eran más bien pequeñas, pero lo que más llamaba su atención era el culo. Tenía un culo como dos tallas más grande de lo que correspondería a su cintura, el vaquero que llevaba puesto parecía quedarle pequeño, por lo que parecía aún más redondo y apetecible.

Fernando salió de la tienda pensativo, hizo una seña a su cuadrilla y se apartaron del resto, cuando él les llamaba sabían que algo se le pasaba por la cabeza, era su líder natural.

—   ¿Qué os parece la de la tienda?

—   Está bastante jamona, pedazo de culo tiene.

—   Pobrecita, en un sitio tan solitario se tiene que aburrir mucho.

—   No parece que venga mucha gente por aquí, podríamos quedarnos a hacerle compañía.

—   ¿Crees que nos dejarán quedarnos a los cinco aquí solos?

—   Sí porque el autobús ya se ha ido y Paco va a estar muy mareado, como buenos amigos no vamos a dejarle sólo.

—   No sé yo.

—   El encargado de la excursión es Juanito, ya sabéis como es.

Ahí todos se rieron, Juanito era el hijo del dueño de la residencia, era un vago redomado, al que los demás trabajadores aguantaban sólo por ser hijo de quien era, con tal de ahorrarse trabajo seguro les dejaba quedarse.

Y así fue, cuando Paco empezó a quejarse, sus amigos se ofrecieron a quedarse con él hasta que se recuperase, Juanito no hizo intento de llamar a alguien para que viniese a recogerle, les repartió sus bolsas de picnic con los bocadillos y le dio su número de teléfono por si pasaba algo.

A los pocos minutos, sus compañeros de viaje ya se habían perdido de vista y ellos estaban completamente solos. En ese momento les cambió la cara, ya no eran unos ancianos de excursión, eran un grupo de cazadores buscando una presa.

Ya se habían marchado los visitantes y Carmen había vuelto a su aburrimiento habitual, empezó a colocar lo poco que habían desordenado y a limpiar el polvo de alguna estantería, en eso estaba cuando oyó la campanilla de la puerta, al mirar vio que algunos habían vuelto.

—   Hola ¿Puedo ayudarles en algo?

—   Seguro que sí, pero ahora estamos mirando gracias.

—   Para lo que necesiten aquí estoy.

—   Seguro que te vamos a necesitar muy pronto.

Carmen siguió con sus tareas mientras los veía desperdigarse por la tienda, dos se quedaron junto a la puerta, otros dos parecía vagar sin rumbo fijo y uno se quedó mirando los rollos de cuerda para escalar, le hizo gracia ver el interés que ponía, no imaginaba a ese vejete escalando montañas y trepando por cuerdas.

—   Señorita por favor.

—   Dígame.

—   Querría unos trozos de esta cuerda.

—   Como usted quiera.

—   Deme uno de tres metros y cuatro de dos metros.

Carmen miro la cuerda, era como de un centímetro de grosor, cogió las tijeras y fue midiendo y cortando.

—   Listo, ¿Para qué quiere los trozos?

—   Para atar a una potra si se pone rebelde.

—   Pues esta cuerda seguro que no puede romperla.

—   Pronto lo sabré.

La forma en que la miró la hizo ponerse un poco nerviosa, le veía palpar la cuerda como evaluándola, el hombre todavía se veía fuerte, no le había visto apoyarse en el fino bastón de bambú que llevaba. Cuando vio que empezaba a manipular el fragmento más largo de la cuerda le llamó otro de ellos desde el otro extremo de la tienda.

Cuando se acercó estaban dos juntos, con un bastón de senderista cada uno en las manos, se pusieron a preguntar sobre el precio, en ese momento Carmen sintió como le pasaba una cuerda por el cuello, el jodido viejo había hecho un lazo y se lo había pasado por el cuello mientras sus compañeros le tenían entretenida.

Carmen echó las manos al cuello intentando soltar la cuerda, cuando intentó gritar recibió un puñetazo en el estómago que le sacó completamente el aire, mientras Carmen era arrastrada hacia atrás medio ahogada, los que estaban al lado de la puerta pusieron el cartel de cerrado, echaron el pestillo y bajaron la cortinilla de la puerta.

Medio a rastras, medio a empujones la llevaron hasta el mostrador, allí quedó tumbada con las piernas colgando, mientras la cuerda de su cuello no la dejaba escapar.

—   Como tira la puta casi no puedo con ella —Fernando jadeaba por el esfuerzo.

Los otros empezaron a quitarle la ropa, Carmen intentaba defenderse y pataleaba con energía, cuando vieron que no iba a ser tarea fácil, cogieron los bastones de senderismo y le dieron unos cuantos golpes.

—   Quieta zorra o te molemos a palos.

El mensaje quedó claro, a ella no le quedó más remedio que quedarse quieta, las zapatillas, pantalones y bragas salieron rápidamente, la blusa y el sujetador fueron un poco más difíciles de quitar, pero en pocos momentos Carmen estaba totalmente desnuda e indefensa.

A ocho manos empezaron a sobarla, parecía que un monstruoso pulpo se había posesionado de su cuerpo, cada centímetro era acariciado, pellizcado y estrujado, uno de ellos metió la mano entre sus piernas y empezó a masturbarla.

—   Está bastante seca aquí abajo, no se relaja la zorra.

—   Aparta y verás.

El más bajito se arrodilló entre sus piernas, empezó a lamer el interior de los muslos, lamió todo alrededor de su coño, pero sin llegar a tocarlo, cuando le dio el primer lengüetazo directamente Carmen se estremeció, el muy cabrón sabía hacerlo, la saboreaba y alternaba su lengua entre el coño y el clítoris.

—   El secreto está en trabajar bien la pepitilla, esto no lo aguanta ninguna.

Separándole los labios del coño empezó a lamer el clítoris, luego puso los labios encima y sorbió, Carmen sollozó notando como su cuerpo empezaba a traicionarla, se estaba excitando sin poder evitarlo.

—   Ya está bien mojada la putita, ya veréis como disfruta.

—   ¡Quieto tú! — el primero ya se acercaba para metérsela, pero sus propios compañeros le pararon.

—   Joder me estoy dejando la pensión en viagra, tendré que aprovechar.

—   Cabrón si vas el primero nos la desgracias, tú al final.

Carmen se asustó aún más, ¿qué era aquello de desgraciarla?, no pudo pensar más, pronto noto como su coño era ocupado y una polla empezaba a bombear, estaba lubricada y estaba sintiendo placer, eso no podía ser esos hijos de puta no podían hacerla gozar, intentó dejar la mente en blanco mientras ellos se iban turnando para follarla.

Ella se mordía los labios para acallar los gemidos, cerraba los ojos y contraía los músculos, cuando oyó la frase fatídica.

—   Ya me toca.

Entonces comprendió lo que habían dicho antes, la polla que le estaba entrando era enorme, jamás en su vida la habían llenado de esa manera, cuando empezó el movimiento de la follada Carmen comprendió que no iba a poder resistir, ese martilleo continuo le llegaba hasta lo más profundo, abrió la boca en un grito mudo, arqueó la espalda y encogió los dedos de los pies, Carmen se corrió entre gemidos.

—   Dadle la vuelta.

La giraron como un pelele, quedó con las tetas apretadas contra el mostrador y el culo expuesto. Carmen sabía que su culo atraía las miradas, hacía tiempo que ya no tenía complejo con eso, su culo era grande pero firme y bien puesto, en cierta forma estaba orgullosa.

Se lo magrearon a conciencia, cuando acabase el día seguro que le iba a seguir doliendo de tantos apretones y azotes como se llevó, pero lo que no esperaba fueron los tres varazos que recibió con el bastón de bambú, tres nítidas líneas rojas quedaron marcadas cruzando su culo, las notaba arder sobre su piel.

El chorro frío la sorprendió, debían haber cogido un bote de crema hidratante de alguna estantería, estaban echando una generosa cantidad sobre su culo, se la aplicaron cuidadosamente, en un principio le calmó el ardor de los golpes, pero cuando notó que le separaban las nalgas y empezaban a embadurnar su ano sintió volver el miedo.

El miedo se justificó rápidamente, en el momento que sintió la primera polla entrando por su culo, Carmen había recibido ya bastante sexo anal, pero cuando recordó al abuelo pollón, sintió como su estómago se encogía, el traqueteo continuo que recibió según iban pasando todos por su culo iba aflojando sus músculos, pero al final llegó el momento, el monstruo empezó a perforarla, empujaba abriéndose paso, la estiraba, pensó que no iba a poder, pero seguía empujando.

Se quedó quieto, ella lo notaba dentro, pero no se movía, al final empezó el movimiento, la metía y la sacaba y ni la crema que la habían puesto era suficiente, su culo ardía y el jodido abuelo no terminaba, cuando la sacó sintió el aire frío entrarle hasta las entrañas.

La pusieron de rodillas, vio como usaba su blusa para limpiarse la polla que seguía dura.

—   ¿Cómo se llama tu novio zorrita?

—   Nico, Nicolás ¿Qué tiene él que ver ahora?

—   Vas a cogerme la polla en la mano, te vamos a grabar dedicándole la mamada que me vas a hacer a Nicolás y si te niegas o pones mala cara los bastonazos de antes te van a parecer caricias. Ponte a ello puta.

Carmen estaba espantada, pero los tenía a su alrededor con los bastones en la mano, resignada cogió la polla que tenía al lado, no podía abarcarla con los dedos, miró al móvil que la apuntaba.

—   Nico cariño, mira la polla que me voy a comer. — Y se la metió en la boca.

Vio como la grababan sin perder detalle, como abría las mandíbulas todo lo que podía, como intentaba controlar las arcadas, cuando la sacó se corrió en su cara, dejándola perdida.

Fue como una señal, los otros que habían estado pajeándose alrededor de ella se corrieron encima, sentía los chorros caer sobre su cuerpo y se sentía totalmente derrotada.

La ataron sobre el mostrador con el culo en pompa frente a la puerta, todavía le faltaba la última humillación, uno de ellos había salido y volvió con un pequeño ramo de flores silvestres, con todo cuidado procedió a metérselo en el culo, tras alabar el buen gusto artístico de su compañero, le hicieron fotos desde todos los ángulos.

Todavía estuvieron un rato más, cuando escuchó sonar la campanilla de la puerta indicando su marcha, Carmen empezó a llorar.

Ya en el autobús de vuelta, los cinco abueletes comentaban la tarde.

—   No pasará nada por dejarle atada.

—   Le deje la cuerda de la mano derecha floja, en cuanto se dé cuenta en diez minutos se suelta.

—   Que culo tenía, no se me olvida en la vida.

—   Con lo bien que nos lo hizo pasar, no se merece que le pase nada.

—   Beatriz, la de la semana pasada, estaba más maciza, pero este culo no tiene comparación.

Beatriz en ese momento entraba por la puerta de un prestigioso bufete de abogados, tras una corta espera le pasaron a un despacho, la abogada que le atendió fue directa al grano.

—   Por lo que nos dijo por teléfono, quiere denunciar una violación en su trabajo.

—   Sí, cinco residentes abusaron de mí.

—   Entiendo que fueron cinco ancianos.

—   Sí.

—   Te lo voy a explicar claramente, estoy segura que el juicio lo ganamos, ¿Tienen dinero esos ancianos?

—   Que yo sepa no.

—   El juicio va a ser duro, se intentarán presentar peor de lo que están, vendrán con aspecto de abuelitos desvalidos, cada vez que tengan que presentarse ante el juez alguno se pondrá enfermo, van a estirar el proceso todo lo que puedan, e intentarán ponerte como la mala de la historia.

Su abogado te presionará, dirá que les provocaste, que te reíste de ellos, que disfrutaste, cualquier barbaridad que se le ocurra.

Te has puesto roja, no me jodas que te gustó.

—   Al final, fue sólo un momento.

—   No puedes reconocer eso nunca, si se te ocurriera decirlo ya está todo perdido.

—   Lo imagino.

—   Piénsate bien lo que vas a hacer, dinero no vas a sacar, cuando acabe el juicio lo mismo alguno se ha muerto o tiene alzhéimer, poco pueden perder. Una cosa más.

Te recomiendo busques otros abogados, no es que no queramos representarte, pero este despacho es muy caro, va a ser una ruina para ti.

En ese momento la abogada pareció enternecerse, cogió las manos de Beatriz entre las suyas.

—   Cariño es una putada, pero a veces la justicia es muy injusta, te vas a exponer al follón mediático que se va a montar, no vas a sacar ni un euro, a los culpables apenas les pasará nada y tú perderás todo lo que tienes o casi todo, el trabajo seguro, lo que tengas ahorrado …..

Beatriz escuchaba como en trance, sabía que la abogada tenía razón, había muchas asociaciones que decían ayudar a las mujeres, pero a la hora de la verdad mucha ayuda psicológica, pero las facturas no las pagaban. Cuando se despidió su ánimo estaba por los suelos.

Mientras, la abogada hablaba por teléfono.

—   Sí, le puedes decir a Pelayo que su tío parece que se libra de esta, la chica ha comprendido que lo tiene muy difícil, además esto te va a hacer gracia, parece que incluso hubo un momento que lo pasó bien, a lo mejor se le ocurre algo para ayudarla, es una mujer muy atractiva.

ATLAS

Muchas gracias a Morbo, Kitonu, José y NinaSharp por sus comentarios  y opiniones, también a los que me han contactado por Mail, la mayor satisfacción que se tiene es poder comunicarse con los lectores. Prometo contestar a todos tanto por aquí como por mail.