Los 12 escalofrios
Los escalofríos de lavar la ropa Cariño, te veo entretenida lavando ropa. Entro sigilosamente y aun así sientes una corriente de aire que recorre tu espalda. Primer escalofrío.
Buscas a tu lado con que cubrirte, pero mi mano te detiene y te doy un beso en el cuello. Segundo escalofrío.
Coloco mis manos sobre tus hombros. Mis pulgares viajan por tu columna hasta tu cintura. Tercer escalofrío.
Mis manos te abrazan por la cintura y suben buscando tus senos, encontrando tus pezones erectos. Te inclinas, pegando tus glúteos en mi intimidad. Quieres sentir mi intención, mi deseo, quieres comunicarte con mi ardor, sin palabras, sino simplemente con tu roce. Cuarto escalofrío.
Lo sientes, te acomodas, y permites que me mueva, te excita sentirme, marcas el vaivén de nuestros movimientos, mi intimidad se erecta, se endurece . Quinto escalofrío.
Te levanto la falda. Meto mis manos tocándote atrás y adelante. Estas húmeda, estas ardiendo, me hinco y con mis dientes te despojo de tu prenda íntima. Lamo tus intimidades. Aprieto tus glúteos con mis manos, y los masajeo a mi antojo. Sexto escalofrío.
Tus intimidades están al desnudo frente a mi rostro. Bebo tus licores, y pides que te lo mío, que es tuyo. Te volteas y te empinas, tus manos se sostienen de la lavadora. Como buen matador queriendo dar su faena mayor, busco la manera de darte varias estocadas por tus dos lados. Séptimo escalofrío.
Te agarras de la lavadora para no caerte al recibir la primera estocada gimiendo de dolor, de placer y pides más, mas, más, hasta recibir mí estocada final penetrando hasta el fondo de tu intimidad. Grito de triunfo. Te cimbras, te convulsionas hasta llegar a la catarsis de nuestro acto supremo de amor. Octavo escalofrío.
Mi intimidad dentro de ti queda paralizada, sin poder sacarla, sin poder moverme, me tienes atrapado, encadenado. Los dos sudando, tu escurriendo en mis piernas, mi pelo púbico totalmente empapado de ti. Mi intimidad se debilita, pero no la dejas, te mueves, te meneas, siento zafarme de ti pero empujas tu trasero y amarras con tus glúteos mi herramienta de placer, Noveno escalofrío.
Te doy varias estocadas con la punta de mi lanza que quema como hierro ardiente sintiéndolo muy dentro de mis entrañas; hasta que exploto dentro de ti, se escuchan como revientan las burbujas de la espuma de leche que sale de mí ser, llenando tu intimidad de mi elixir de amor, Decimo escalofrío.
Mi espuma escurre entre tus ingles, tus rodillas hasta tus tobillos. Saco con delicadeza mi intimidad y limpio con una tela la espuma que escurre sobre nuestras piernas, y una vez empapada la exprimo sobre tus senos. Tus manos la untan sobre tu cara, tus brazos, tu pecho. Te hincas, con tu lengua limpias mi intimidad y la colocas en tu canalillo. Onceavo escalofrío.
La acurrucas apretándola con tus senos hasta que descargo fuertemente entre tus senos, lanzando chorros que llegan a tu rostro terminando en tu boca. Te levantas y compartes el sabor a mí con un gran beso en mi boca.
Te levantas y te sientas en la lavadora, te abres de piernas y me muestras tu cueva del placer y mis manos abren tus labios vaginales para que mi lengua termine contigo gimiendo de placer hasta que explotas soltando tu néctar el cual bebo sin cesar. Doceavo escalofrío.