Lorena y su mundo III

Gabriel ha entrado de lleno en su vida y Lorena tiene claro para qué.

Me llamo Lorena, tengo más de cuarenta y me gusta lo que se refleja en el espejo, a mí y a Gabriel, un hombre una década más joven al que quiero enseñar mi mundo, ese que estoy construyendo.

La primera vez que Gabriel y yo tuvimos sexo simplemente me dejé llevar.

Quise saber su control, sus tabúes, sus puntos débiles... así es como se hace una buena caza, dejando que te enseñen sus cartas primero. Conocía sus gustos por la cantidad de porno que habíamos comentado. Sabía que no iba a defraudarme y no me equivoqué.

Gabriel es fuerte, guapo, con una risa escandalosa que siempre me contagia, es varonil, embaucador y desprende mucha follabilidad. Es de esos hombres que te empotran con una sola mirada haciendo que tus braguitas se empapen, pero sabía que si daba los pasos correctos, él claudicaría y me ayudaría a ser esa nueva Lorena, la Lorena que se posiciona al otro lado.

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Fue Miguel quien me presentó a Enzo. Lo llamó una tarde de otoño que no paraba de llover y que el guiso de cordero se nos fue de las manos y necesitábamos bocas de refuerzo. Hacía tanto frío que los cristales de las ventanas estaban totalmente empañados por el contraste de la calefacción, tanto que casi no se apreciaba la cortina de lluvia que caía tras el volado del tejado. El timbre sonó repetidas veces a modo desesperado y desde el fondo de la cocina oí como se saludaban entre gritos y abrazos palmeados más fuerte de lo normal.

-Cabrón! Cuánto tiempo! Qué ganas tenía de verte!

-Si si... espero que ese corderito valga la pena, he traído vino para prepararlo.

Y sentí palpitar mis entrañas sabiendo que no había sido casualidad que nos sobrara tanta comida y a que cordero se refería. Pasaron y tras las presentaciones Miguel fue a por algo de ropa seca para el recién llegado. Fui a por una toalla para que pudiese secar el exceso de agua de su pelo y su piel y al regresar lo vi plantado en medio del pasillo en ropa interior. Enzo estaba muy bien hecho y fueron mis pezones sensibles quienes dieron buena cuenta de ello.

Miguel siempre fue generoso conmigo, siempre buscaba mi placer y nunca me dejaba hacer nada que no me convenciera. Durante la cena me observaba intentando descifrarme, intentando buscar mi aprobación. Me lo tomé como un juego y me resultó muy divertido. Las conversaciones iban desde la época de la facultad y sus “méritus-sexualus” a zonas más serias como trabajo o política. No pudimos dar fin a tanta carne aunque el vino se nos hizo poco. De postre serví unos gajos de naranja bañados en chocolate negro fundido y unas hojas de menta... y fue cuando empecé a jugar de verdad. Cogí mi primer pedazo con más chocolate de lo normal y saqué la lengua para dejar que chorreara en ella. Quería que Miguel supiera que estaba de acuerdo. Me relamía sabiendo que la salsa cálida mancharía algo más que mi boca. Pequeñas gotas caían sin cesar y las recogía con el dedo rechupeteándolo y deteniéndome en ello más de lo normal. La suerte estaba de mi lado y quiso que las naranjas estuvieran más jugosas de lo normal lo que hacía el juego aún más interesante.

En la mesa se hizo el silencio y Enzo pasó a mirarme fijamente mientras también devoraba su postre a modo provocador.

-Miguel, no me habías dicho cuál era la especialidad de tu chica.

-No te he contado muchas de sus especialidades. (Mirándome) cariño, límpiate la gota que marca tu pezón... o prefieres que te lo limpie yo??

-Voy _dije sin pensarlo una sola vez.

Llevaba un vestido lencero en un tono rosa empolvado y la fortuna quiso que la mancha coronara mi pequeño y puntiagudo pecho. Al levantarme pude notar que no solo llevaba una mancha significativa en el vestido. Mi brasileña de encaje estaba también manchada y chorreante por mi calentura. Miguel me agarró por la cintura, abrió sus piernas y me atrajo hacia él. Abrió su boca y se metió mi pecho en la boca sin apartar la tela y mientras deslizaba una mano bajo el vestido para comprobar cómo de puta me había puesto esa situación.

-Veo que tienes más manchas _dijo mientras metía dos dedos dentro de mí haciendo que me arqueara y facilitándole el bocado que le dio a mi pezón_ Enzo, no doy a basto, te apetece ayudarme??? Creo que la especialidad de mi chica no es el chocolate sino sus jugos.

Enzo se meció el pelo, retiró la silla y con paso firme llegó hasta nosotros. Levantó mi vestido y restregó su mano por mi coño que no podía dejar de palpitar, la retiró y pegándose a mí para que pudiera verlo lamió la palma de su mano y sus dedos.

-Menudo postre!!! En efecto!! Creo que me hago una idea de sus especialidades.

Enzo se arrodilló detrás de mi, separó mis nalgas y pasó su lengua separando mis labios. Separé mis piernas y puse mi culo en pompa para facilitarle el acceso. Miguel mientras jugueteaba con mis pechos. Bajó los tirantes del vestido dejándolo colgando en mi cintura. Una de sus manos descendió hasta mi entrepierna y pude sentir la lengua de Enzo entrelazándose con los dedos de Miguel mientras entraban y salían de mí y mientras pellizcaban o mordían mi clitoris haciendo que cada poro de mi piel estuviera excitado. Mi cuerpo vibraba. Besé a Miguel metiendo mi lengua acorralándolo. Invadí la totalidad de su boca, saboreé cada rincón mientras agitaba mi trasero para hacer más placentero el sexo que me ofrecían mis chicos. Me separé un poco, me di la vuelta parando de golpe cualquier acción y poniéndome de cuclillas me apoderé de la boca de Enzo para lamerla y hacerme su dueña. La boca de Enzo sabía a sexo, a mi sexo mezclado con el vino y el chocolate. Era un sabor embriagador. Paseé mi lengua por sus labios mientras mis manos se enredaban en su pelo alborotado. Él bajó sus manos y pasó de manera sacrificada el pulgar por mi piel, era casi doloroso pero me ponía más perra aún. Miré a Miguel casi en una súplica y al momento empecé a notar cómo resbalaba su polla haciéndome un masaje en toda mi carne sensible. Cuatro manos, dos lenguas y mi cuerpo que emanaba ganas de placer.

-Miguel por favor!!!_grité en un jadeo.

-Dime pequeña

-Lo necesito!!!

-El qué??? Pídelo!!!

-Necesito que me follen

-Muy bien... Enzo _hizo una pausa_ te gustaría ayudarme a satisfacer a mi chica??

-Lo estoy deseando.

Mi vestido rodó junto a mis braguitas y me quedé en pelotas con los pezones tiesos y los muslos chorreando saliva mezclada con mis flujos hasta manchar mis sandalias de tacón. Caminé lo más firme que pude delante de ellos hasta la sala de estar. Me sentía observada y oía como ellos se despojaban de su ropa por el camino. Mi pelo suelto se mecía al tiempo que contoneaba luciendo el perfecto culo que tenía. Apenas fueron cuatro metros pero los suficientes para mostrar todo el potencial del material que haría las delicias de ellos esa noche.

Ambos se sentaron en el sofá, uno al lado del otro. Yo me arrodillé en medio de ellos y agarré un rabo con cada mano. Enzo la tenía muy gorda y desprendía más calor de lo que yo estaba habituada lo cual me pareció excitante. Miguel... Miguel siempre tenía la polla perfecta. Los miraba al tiempo que los masturbaba y al verlos ya sabía que no era la primera vez que se encontraban en esa situación. Besé con los labios un poco más abiertos de lo normal el capullo de Enzo y noté como se estremeció y creció su erección. Con Miguel fui más generosa, y dejé ver mi lengua en el beso a su miembro. Mis besos se iban alternando a uno y a otro y en cada beso no solo aumentaba la caricia sino la prevención de lo que se estaba convirtiendo en mamadas apoteósicas. Sus pollas se sacudían cada vez más dentro de mi boca o entre mis manos. Con un gesto hice que Miguel y Enzo se sentaran más pegados aún y con las manos uní aquellos rabos majestuosos para lamerlos al tiempo. Pasaba la lengua entre glande y glande, me metía los dos cabezones a la vez, mis labios acariciaban al tiempo y mis babas resbalaban por esos dos sables.

Enzo no podía parar de jadear y maldecirme y Miguel con voz socarrona me decía lo buena zorra que era. Me levanté y me senté a horcajadas sobre Enzo embistiéndome hasta el fondo con un “JODER” que se escapaba de su boca. Migues enrolló mi pelo en su muñeca y tirando de él dejó mi cuello totalmente expuesto. Se acercó y con un hilo de voz me preguntó:

-Preparada??

-Si!! Hazlo!!

Pasó la totalidad de su lengua a modo de lametón por el espacio que dejaba ver y ahí, con la polla de Enzo metida en mí, me ayudó a incorporarme un poco y fue clavándome su rabo en mis entrañas. Con aquellas dos pollas dentro de mi, casi no podía ni respirar, sentía que me partían en dos. Estaba totalmente sentada sobre ellas y mi cuerpo se sostenía entre ellos dos. No negaré que al principio fue extraño, pero el ritmo se fue acompasando hasta coordinarse. Hubo momentos en los que se apreciaba tanta intimidad que juraría que Enzo y Miguel disfrutaban del roce de sus miembros separados únicamente por mi fina piel. Yo no podía parar de pedir más y más. Mis movimientos cada vez eran más acentuados y tenía la necesidad de llegar al orgasmo ya.

-Folladme joder!!! Folladme fuerte!!! Así!!!

Y noté como la boca de Miguel irrumpía en mi cuello mordiendo con ganas al mismo tiempo que me embestía con tanta fuerza que sus huevos llegaban a chocar los los de Enzo. Me abracé fuerte a Enzo y devoré su boca suplicándole que dejara su polla dentro de mí y Miguel al oírme se corrió. Su corrida caía desparramada desde dentro de mí aún con su falo dentro, Enzo seguía embistiéndome y al notar el calor del líquido y ver a Miguel exhausto se dejó ir también bañándome el coño en leche.

Necesita tener mi orgasmo y Miguel lo sabía así que me tumbó sobre el sofá. Se sentó sobre mí con su culo casi en mi cara, separó mis piernas y empezó a frotarme con fuerza mientras le pedía a Enzo que lamiera dentro y fuera de mi. Los huevos de Miguel rebotaban en mi barbilla y el olor a corrida me estaba enardeciendo así que separé las nalgas de mi chico y empecé a lamer. Miguel se puso más bruto y separaba mis labios para pedirle a nuestro invitado que mordiera y chupara más y así, entre estímulos varios, llegué a uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Nunca más se fue de nuestras vidas; de mi vida. Miguel siempre fue generoso conmigo y Enzo un hijo de la gran puta que me enloqueció y creó una gran dependencia en mi. Fue él quien me presentó a mi segundo gran amor, la dulce y tierna Laura.

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Gabriel dominaba la situación o eso le hacía creer yo. Se detenía en los detalles y en los juegos y me resultaba tan tierno que me dejaba llevar. Dejé que me quitara la ropa y le di tiempo para salir de su sorpresa al verme metida en un corsé de cuero negro que realzaba mi figura. Un corsé que se unía a mis medias al muslo por un liguero y dejé que admirara que una mujer puede ir sin bragas.

Se hizo el duro, palmeó fuerte mi nalga izquierda y se detuvo a despojarme de todo para admirar mi desnudez. Nuestra primera vez no pude mostrarle a Gabriel todo lo que se, todo lo que quiero o todo lo que me dispongo a ser porque temía que saliera corriendo. Disfrutó con una buena mamada que a pesar de todo resultaba mediocre para mi. Dejé que me follara duro... o todo lo duro que sabía. No diré que no movía la polla bien porque mentiría, pero verdad es que estaba muy lejos de satisfacer a una mujer como yo. Fingí el orgasmo, ese y algunos más... pero todo cambiaría porque Gabriel no entró en mi mundo sin una razón de ser.

Continuará...