Lorena
Una mujer madura, sola en casa con su marido en un viaje de negocios, muy excitada después de una fiesta juega con su voluptuoso y sensual cuerpo
Salí de la ducha rápidamente al ver la hora que era, las 20:45!! oh mierda!!- exclamé- solo quedaba media hora para que empezara la fiesta en casa de los Acosta y aún estaba en la ducha. Salí de ella rápidamente, como sobresaltada, me envolví el pelo con una toalla, imitaba mucho a un turbante y mi cuerpo con otra de tal manera que la toalla me quedaba como si fuera un vestido palabra de honor sujeto por mis pechos y llegándome a la mitad del muslo. En aquel entonces tenía 38 años, mi marido trabajaba para una gran multinacional y teníamos bastante poder adquisitivo, vivíamos en una casa a las afueras de la ciudad en un barrio de chalets de lujo considerado como un área residencial. Mi marido solía viajar bastante por trabajo y pasaba mucho tiempo sola quizás mas del que me gustaría, yo intentaba mantenerme lo mas ocupada posible, iba al gimnasio, a comprar, incluso le dije a Evelyn, la camarera que teníamos en casa, que no viniera algunos días para encargarme yo misma del mantenimiento del hogar.
Secándome el pelo con la toalla que parecía un turbante llegué al vestidor, era una fiesta en una casa bastante lujosa, la familia Acosta era socia comercial de un importante mandatario asique la ocasión merecía algunas de mis mejores galas. Ya sin la toalla del pelo que coloqué en una de las perchas del vestidor, abrí el cajón de la ropa interior, dudé un instante pero enseguida me decanté por mis medias negras, son muy elegantes, translúcidas de tal forma que dejan ver la piel pero no con nitidez y con un encaje en la parte superior que llega hasta el muslo, eran medias de liguero, asique también saqué mi liguero negro. Me quité la toalla dejando mi cuerpo totalmente desnudo frente al espejo del vestidor, con mis 38 años me cuidaba bastante tenía el pelo rubio, largo y liso en ese momento aún húmedo por la ducha, unos pechos grandes, eran una talla 100 copa D, terminaban en unos pezones medianos algo erectos por la sensación de contacto con la toalla y ligeramente rosáceos a juego con las areolas que daban una nota de color a mi tez tirando a blanquecina. Aprovechando la ducha me había depilado el pubis con una simple cuchilla y mucho cuidado dejando una franja de pelo corto, no me gustaba la sensación de ir completamente depilada, da un aspecto infantil, como de niña pequeña, que en toda una mujer como era yo no quedaba muy bien que digamos. El pelo del pubis era mas oscuro tirando a negro o castaño oscuro, se dibujaba una línea de unos dos dedos de grosor que recorría todo mi monte de venus como un pequeñísimo erizo, mis labios mayores estaban rasurados y solamente quedaba algo de esa franja peluda al inicio del capuchón de mi clítoris. Esa visión de mi vulva con el depilado corto pero dejando ver que soy una mujer hecha y derecha me gustaba y me parecía de lo mas sensual. Me giré para ver mis nalgas, eran redondeadas ligeramente grandes pero con buena forma, como un corazón invertido, con una ligerísima acumulación de celulitis que a todas las mujeres nos trae de cabeza justamente al final, en ese "pliegue" cutáneo infernal del glúteo pero para mis 38, seguía siendo bastante apetecible pensé yo emitiendo una pequeña risilla de satisfacción.
Me senté en la cama, desnuda y empecé a ponerme las medias, el encaje me quedaba en la parte alta de los muslos, dos palmos por encima de las rodillas, a continuación cogí mi liguero y me lo puse con cuidado de no engancharlo y hacer una carrera a mis elegantes medias, lo subí hasta alcanzar una altura exacta entre mi ombligo y mi pubis y lo enganché con las medias. Aún con mi sexo al aire fui de nuevo al cajón de la lencería, mientras caminaba acariciaba mi vulva muy suavemente como queriendo apreciar la diferencia entre la piel descubierta y la parte con el corto y suave vello, aquella sensación me excitó bastante, pero me duró poco ya que volví a mirar el reloj eran las 20:55 y aún seguía medio desnuda!. Cogí un tanga negro de encaje, a juego con mi elegante modelito y me lo puse rápidamente por encima del liguero, era bastante estrecho casi de la medida de mi recién estrenado corte púbico, subía bastante casi hasta las caderas y tenía una finísima tira que dejaba entrever la piel de mi perineo y mi ano, por delante, era ligeramente transparente, hinchado por mis labios mayores debido a su estrechez y dejaba entrever mi sexo de señora.
Para la ocasión, Evelyn me había planchado un vestido de raso negro precioso que tenía reservado para ir a cenar con mi marido, marido que nunca estaba, nunca tenía un rato para su mujer, asique allí estaba aún sin poder estrenarlo, pero esta vez era la ocasión, tenía un escote muy bonito abierto dejando la zona media del pecho al aire asique no podía llevar sujetador con él, me lo puse aun a sabiendas que mis pezones se notaban al ser de raso casi en cualquier perspectiva podían apreciarse erectos y puntiagudos seguro que alegrando la vista a más de uno. El vestido marcaba perfectamente mi figura como si se tratara de un guante y tenía una larga raja que llegaba hasta el encaje de la media. Sin más dilación y por fin a las 21:05 monté en el coche poniendo rumbo a la casa de los Acosta.
Eran las 2:00 y por fin llegué de nuevo a mi casa. La fiesta había sido un auténtico bodrio, charlas empresariales, hipocresía , negocios, todo un clásico del gremio y una noche más me quedaba sola en casa ya que mi marido tenía que dirigirse a Texas para cerrar un importante trato con una petrolera, estaba en Nueva York cerrando otro dichoso trato, yo no paraba de preguntarme cuando iban a dejar de mandarle a cerrar tratos e iba a venir aquí con su mujer que le necesitaba, tenía hambre de él, pero nunca estaba. Subí a mi habitación aún seguía vestida con mis mejores galas aunque los zapatos me incordiaban, me los quité y los guardé en su sitio. Me quité mi vestido con cuidado y me tumbe en la cama boca arriba con mis pechos al aire y mi finísimo tanga, no estaba muy cansada y empecé a recordar que Luis Acosta el hijo mayor de los acosta que no había parado de mirarme en toda la noche, era consciente de que mis pezones se dejaban mostrar a través del fino raso así como mis formas suaves y redondeadas ligeramente voluptuosas. En aquella época Luis Acosta era solo un chaval de 15 años, supongo que una hormona con patas que se excitaba viendo las virtudes de una señora como era yo.
Aquella idea me excitó bastante podría ser su madre- pensé- pero durante toda la noche le estuve lanzando muecas de sonrisa y ligera y muy insinuada complicidad, yo era una mujer fiel y eso lo tenia claro aun sabiendo que mi marido no estaba, pero al ver a aquel chaval excitándose al verme me puso realmente cachonda y mi tanga se había estado mojando durante toda la noche. Con aquel pensamiento y siguiendo tumbada en la cama, deslicé mi mano derecha suavemente por mis pechos, bajé por mi ombligo hasta llegar a mi sexo recubierto por mi tanga negro y volví a apreciar que seguía bastante húmedo, aquella sensación me excitó mas aun haciéndome incluso imaginarme a Luis con su polla de adolescente dura como una piedra al ver mi cuerpo desnudo y emanar de ella su jugo preseminal muerto de excitación al pensar que podría introducir su miembro entre mis piernas.
Cerré los ojos y empecé a acariciarme los pechos, primero cogiéndolos suavemente y apretándolos con la misma suavidad, eran enormes, no podía abarcar uno entero con una sola de mis pequeñas y delicadas manos pero seguía masajeándolos por sectores, cada vez me estaba excitando más y más, mi cuerpo respondía poniendo mis pezones duros, haciéndome sentir un intenso placer al mínimo roce con ellos. Llevé mi mano a mi boca y me introduje el dedo índice muy suavemente con mucha dulzura, como si fuera el pene duro de Luis, lo saque al mismo ritmo y empecé a acariciar mi pezón con él, la humedad del dedo hacia que se deslizara perfectamente haciendo círculos alrededor de mi areola y poniéndolo aun mas duro si cabe, el cual frotaba con movimientos circulares, ascendentes y descendentes. Tenía que lubricar mi dedo continuamente para que la sensación fuera mas placentera y mi saliva era un perfecto lubricante capaz de llevarme al cielo con aquella sensación.
Estaba muy cachonda, ya había entrado en un círculo de placer del que solo podía salir de una manera, cambié de mano para acariciar mis voluptuosos pechos y comencé a bajar por mi tripa y mi ombligo muy suavemente acariciándome con mis dedos allí por donde pasaban, a medida que iba bajando mas y mas iba notando un intenso calor que se hacia latente y casi palpitante en mi pubis, recorrí mi vulva forrada del estrecho y mojado tanga con tres dedos y un movimiento ascendente el cual me provocó un escalofrío de placer. Seguí jugando con mi sexo húmedo y forrado en el negro encaje ya totalmente brillante bañado con mis jugos mas internos mientras con la otra mano seguía acariciando mis pechos, pero quería sentir más asique sortee el fino tanga y deslicé mi mano por debajo de él teniendo un contacto directo con mi sexo empapado. Podía notar como palpitaba y se había hinchado debido a mi terrible excitación. Con el dedo índice muy húmedo cubierto de flujo empecé a acariciar mis labios menores que sobresalían ligeramente ya que mi flor estaba empezando a abrirse mientras emanaba su dulce néctar, subí hasta mi clítoris y empecé a masajearlo aprovechando la humedad del momento. Era una sensación muy placentera hacia movimientos circulares en torno a él rozándolo suavemente. Decidí quitarme el tanga quedándome únicamente con las medias y el liguero y dejando todo lo demás al descubierto.
Con el dedo índice y corazón tiré de mis labios mayores hacia arriba dejando mi clítoris totalmente al aire, estaba duro rosáceo e hinchado deseoso de que aquella corriente de placer siguiera atacándolo una y otra vez y con la otra mano habiendo lubricado el dedo índice previamente comencé a centrarme únicamente en mi clítoris. Aquella sensación era indescriptible como una corriente de puro placer recorriendo todo mi cuerpo. Lo frotaba en movimientos circulares cada vez con una presión más grande. Mi flor estaba totalmente abierta y llena de néctar asique no pude contenerme más y me introduje un dedo en mi vagina que estaba totalmente inundada y ardiendo, no era suficiente y me introduje otro dedo comenzando así a realizar un movimiento rítmico introduciéndolos y sacándolos primero suavemente y cada vez un poquito mas rápido. Dentro de esa sintonía rítmica sacaba mis dedos por completo y empapados en mi jugo ,el mejor lubricante posible, acariciaba de nuevo mi clítoris en círculos esta vez aplicando más presión que antes y con dos dedos en vez de uno.
Me puse de rodillas encima de la cama con el cuerpo perpendicular a la cama y usando la palma de mi mano comencé a restregar mi vulva con ella mientras la mano quedaba fija yo movía mi cuerpo como si estuviera cabalgando el pene erecto de un hombre, quizás por mi cabeza se me pasaba el pene de Luis en tal lujurioso momento. Manteniendo esta postura volví a introducirme dos dedos pero esta vez con la mano fija y de nuevo cabalgando sobre ellos entraban y salían como un pene de mi vagina, estaba empezando a emitir pequeños sonidos provocados por el placer la mayoría eran –mmm. O –ahh- muy dulces y suaves como lo era yo.
Siguiendo de rodillas incliné mi cuerpo hacia delante, ya estaba paralela a la cama con el culo en pompa, me notaba con mi sexo muy abierto, muy libre al aire mostrando una vista desde atrás preciosa, y seguí frotando mi clítoris a la vez que me introducía dos dedos cada ve iba mas rápido y cada vez estaba mas cerca de llegar al clímax, los gemidos eran mas y mas fuertes y mis dedos emitían un sonido al entrar y salir ya rápidamente de mi encharcada vagina. Me frotaba mi clítoris a gran velocidad, notaba como era inminente, el momento llegaba y yo estaba a cuatro patas ya gimiendo de un placer que inundaba todo mi cuerpo, dejé mis dos dedos corazón y anular dentro de mi vagina mientras seguía frotando mi clítoris con la otra mano, el momento se acercaba movía la cadera hacia delante y hacia atrás como poseída por el placer- ohh- -ahh- exclamaba y por fin el éxtasis se derramó sobre mi, una fuerza sobrecogedora inundó todo mi cuerpo haciéndome llegar a lo más alto. Por los dedos que tenia dentro de mi vagina se escurría parte de mi flujo que emanaba a borbotones debido al éxtasis estuve temblando unos 10 segundos en esa postura con todo al aire literalmente y mis dos manos empapadas en mi flujo, fue algo indescriptible como las noches que vendrían una tras otra disfrutando de mi cuerpo ya que mi marido no quería…