LoRenA
Ella simplemente me regaló mi libertad.
LoReNa
Nunca he pensado que llevar una vida con dos mujeres al tiempo sea lo más sano o dicho de otra manera que sea de lo más honesto de este cochino mundo, no, de hecho hoy en día puedo asegurar que es de las situaciones más difíciles de sobrellevar y hago alusión a este ejemplo pues cuando conocí a Lorena ocurrió lo que nunca esperé, si bien yo siempre he actuado bajo mis propias reglas, particularmente en este caso cambiaron algunas, o más bien tuve que modificar inclusive hasta el comportamiento en mi vida diaria, para lograra los objetivos que con ella me planté, cabe hacer mención que nunca de lo que hice fue de mala fe, al contrario, al empezar a conocerla me pareció de gran interés su conducta, su personalidad y porque no decirlo, su belleza la cuál para mi en primer término si representó un reto, ya que en mi vida siempre me ha "tocado" la suerte y con ella habría que comprobarlo.
Hasta antes de conocerla mi vida era digamos que monótona, siempre lo mismo, el trabajo, los amigos, nada que me motivara a hacer algo distinto, confieso que cuando la vi por primera vez sentí que con ella, mi amiga, "la vida" me regalaría algo más que un buen momento, les aseguro que no me equivoqué, con ella pude conocer y conocerme, hacer y deshacer sin ninguna clase de remordimientos, así de simple así de fácil, ella me enseñó que cuando uno quiere algo, sólo tienes que estirar la mano para tomarlo, una de las grandes verdades que con ella viví, fue la de saberme capaz de conseguir todo lo que uno sueña tener, no sólo material, no sólo lo superficial que a veces nos confunde, tener lo que realmente nos haga sentir a gusto, que nos llene, de saber aislarte de esa terrible señora que se llama conciencia, no nos equivoquemos, nada amoral, o bueno para que meternos en ese terreno, si la moral es de cada uno y uno siempre mueve la moral según nos conviene.
Así pues, detrás de ella quedó una enorme estela de satisfacciones, de palabras nuevas, de conceptos distintos, de mucha claridad cuando mira uno hacia enfrente, ella sin saberlo lo hizo, yo sin quererlo lo aprendí, no cabe duda que gracias a ella pude darme valor, así como la inteligencia para saber tomar muchas decisiones, gracias a ella, aunque no sólo a ella, ahora soy otro, ahora soy lo que quiero y lo mejor de todo ahora tengo lo que antes nunca me atreví a pedir, con estas palabras sólo quiero dejar constancia, de que nuestras mujeres juegan un papel muy importante en la vida de todos los hombres, y ella, Lorena lo hizo conmigo, por lo que a través de este papel y esta tinta quiero grabar en el lienzo de mi vida, cuan importante fue para mi al haberla conocido.
El lugar estaba vacío, el enorme ramo de rosas que en su escritorio se encontraba llamó mi atención, movido por la curiosidad me acerqué a mirar la tarjeta del remitente, apenas pude leer unas cuantas líneas cuando fui sorprendido por la dueñas de las flores, disimulando mirar a otro lado la saludé como acostumbraba y para iniciar charla le pregunté que de de quién era tan espectacular regalo, lo miró con desgano y atinó a decir que de un admirador.
Tres días después insistí en conocer el origen del regalo y la identidad del personaje, esta vez fue hubo una respuesta y detalles, cosa que me sorprendió sobremanera, pues nunca imaginé que se atrevería a contarle a un desconocido la historia que traía detrás el ramo de flores.
Después de saber, no sólo lo que yo había preguntado, ella me contó con pelos y señales el estado actual de ella en el terreno sentimental y más aún, el estado anímico en el que se encontraba ahora, sobre todo después del regalo, hasta ahí todo me parecía raro, como que no merecía saber tantas cosas de índole personal , pero debo confesar que en el fondo algo movía mi sucia curiosidad, y siendo honesto habré de decirles que desde luego había un gusto por esa linda cara y toda ella, pues en ese momento era la mujer más guapa del lugar.
Al paso de los días las charlas comenzaron a ser mucho más intensas, incluso a ser de tipo más personal, al igual que yo, también ella iba preguntando mucho más acerca de mí y dejen les comento que yo nunca he tenido problema en hablar de mi vida personal, no escondo nada, no miento, no suelo hacer alharaca de mi o de lo que me ocurre, pero sin cortapisas platico de ello sin sonrojarme. Así pues más allá de las charlas hubo ya, una serie de acontecimientos de los que daré cuenta puntual.
Una tarde, después de haber insistido varias veces en que me aceptara una invitación a comer accedió, hecho que para mí tuvo una relevancia inmensa, era la mujer más linda del lugar, y habría que tomar la alternativa, no todos los días tenía la oportunidad de acceder a una mujer así y mucho menos la ocasión para comenzar algo más que una simple amistad.
La charla comenzó siendo nada extraordinario, palabras más, palabras menos, pero hubo un momento en que éstas se acallaron, sólo miradas, un silencio prolongado se hizo presente, como esperando algo, no lo pensé mucho me acerqué a ella invitándola a hacer lo mismo, comencé ese largo camino que te conduce a dar o recibir un beso, parecía como si el tiempo se hubiera detenido y se hacía eterno ese lapso, la distancia parecía se hubiera hecho kilométrica e inalcanzable, por fin puede percibir su aliento, pude contemplar por primera vez sus ojos a tan cercana distancia, sus labios eran perfectos todo en ella me lo parecía, el recorrido terminó cuando ella desvió su rostro y dejó que el beso se posara en su mejilla, desconcertado la miré como buscando una explicación a la negativa, como reprochándole el que no se hubiera culminado como yo lo había imaginado, sólo obtuve una sarcástica sonrisa por parte de ella y su dedo recorriendo por mi nariz hasta topar con mi boca, pidiendo prolongar el silencio.
El camino de regreso estuvo acompañado por un silencio provocado, sin miradas, como si de dos desconocidos se tratase, por mi mente se repetía la misma imagen, ella sonriéndose y el recorrido de su dedo, tomó mi mano entre la suya y con calma rompió la tregua, ¿pasa algo? Mis ojos recorrieron su cuerpo hasta llegar a sus ojos nada, dije- ese silencio en ti no es normal, insistió, pensé en hacer un reclamo y pedir una explicación por lo que había ocurrido minutos antes, pero preferí no hacerlo, sólo me remitía a agradecerle por lo bien que lo habíamos pasado y por su garata compañía.
Recuerdo bien que sólo ella era quien se percibía iluminada por una tenue luz en medio de la oscuridad que nos acompañaba, mis manos rozaban su espalda y las de ella acariciaban mis cabellos, se definía perfecto la respiración de ambos que era algo agitada, los besos de aquella noche aún los recuerdo, pausados, lentos, húmedos, largos, ni una sola palabra hubo en ese momento, sólo suspiros de placer que anunciaban una larga noche.
En el suelo ya hacían nuestras ropas, nuestros cuerpos entrelazados se abandonaban, caricias suspiros, en la atmósfera se percibía el aroma del deseo, la pasión invadía la habitación, no había espacio para nada más, sólo ella y yo, sólo mi deseo y su entrega, su larga cabellera me acariciaba la cara, su cuerpo sobre el mío pedía ser amado, ser tocado, su piel era presa ya de un deseo contenido por mucho tiempo, mis caricias no se hicieron esperar, posé mis manos por su espalda recorriéndola hasta llegar a sus nalgas, acaricié suavemente esa parte de su cuerpo, al tiempo que mi boca se posaba en uno de sus senos, pasando mi lengua sobre su pezón, haciendo ligeras caricias, succionándolos de vez en cuando, logrando sacarle leves suspiros como aprobando mis caricias, su cuerpo comenzó a tomar un ritmo de vaivén sobre mí, su sexo húmedo pedía ser tocado, la tomé entre mis brazos para posarla en la cama, continué besando sus senos, seguí acariciando sus nalgas, pasando por su sexo mis manos, inicié un recorrido por su vientre, mi lengua no dejaba de moverse al tiempo que pasaba por sus ingles, a cada beso mío correspondía un movimiento por parte de ella, levantaba sus caderas clavando sus uñas en mi espalda, llegado el momento propicio, me tumbé sobre ella entre sus piernas, admirando cada pliegue de ese triángulo aspirando ese suave aroma que delata la excitación, cada pase de mi lengua en su interior provocaba un gemido, cada lengüeteo en su vagina lograba humedecer aún mas su cueva, su clítoris reclamaba ser atendido, hinchado, enrojecido emanando líquidos esperaba el momento, con mucha cautela me acerqué e hice un movimiento de arriba abajo sobre ese botoncito, lo rodé , acaricié cada centímetro de él chupándolo delicadamente, mi lengua jugueteaba entrando y saliendo, mis manos hacían otras tareas, sobaban sus pechos, dibujaban sus piernas, recorrían su nalgas en un alternado juego, no había más, no daba para más, era el momento adecuado su cuerpo y el mío se reclamaban, había culminado el preludio, sus ojos se clavaron en los míos así como yo en ella, rodeando mis caderas con sus piernas me atrajo hacía ella y con una voz suave sólo dijo házmelo, soy tuya.
El sonar del teléfono interrumpió mis pensamientos, atendí la llamada para escuchar su voz, era ella, en el tono se adivinaba mucha calma, tranquilidad, pero sobre todo se percibía que en ella todavía quedaban restos de nuestro idilio, así me lo hizo saber ya que con sus palabras dejó de manifiesto que nuestro encuentro había despertado en ella a la mujer que por mucho tiempo había estado dormida, que los alcances a los que había llegado nunca antes habían habitado en ella, interrumpí su monólogo para dar poso a mis palabras en las que también quería hacerle saber cuáles eran mis pensamientos y desde luego cuáles eran mis emociones por ella, no me lo permitió, con una sola palabra concluyó la llamada, -gracias-.
Qué más podía pedirle en ese momento a la vida, con ella las cosas tomaban un rumbo desconocido pero con miras a concretar algo más que una relación alternativa, al menos eso era lo que yo pensaba, pero la vida siempre me ha tenido reservados otros acontecimientos y con ella no era la excepción.
Había que dar paso al camino que el destino nos tenía designado, había que cumplir con lo establecido por la vida misma, después de varios meses en los que todo en nosotros era regocijo, hubo que dar vuelta a otra página de nuestro libro, había que dar el siguiente paso y que es inevitable en todos los ámbitos de nuestra vidas, así pues la noche era testigo de lo que en esa habitación ocurría, dos cuerpos abandonados al deseo, dos personas contemplándose en la más sola intimidad, presas de la locura más bella del mundo, el amor, para ese momento entre nosotros ya existía una sincronía casi perfecta, el uno del otro sabía perfecto que esperar para atender sin reservas, con la más dulce cautela nos brindábamos placer en una conjugación del tiempo, que no habla de otra cosa más que de saberse compenetrado con el ser al que se tiene enfrente, particularmente con ella a la hora de amarnos había poca palabras, nunca hubo una sugerencia pronunciada, siempre prevaleció entre nosotros el silencio, ese silencio que te grita necesidad, que te pide no hablar para dar paso a lo que entre un hombre y una mujer se deben cuando existe la convergencia de pensamiento y de sentimiento.
Las sábanas fueron fieles testigos de lo que esa noche ocurrió, desde el principio se adivinaba que habría de ser especial y así lo demostramos, a cada beso que nos dábamos se percibía un sabor distinto, las caricias parecían de una textura diferente, su cuerpo destilaba un calor que parecía me quemaba el cuerpo, y el destino no se equivoca, la noche fue diferente y no sólo por la intensidad de nuestros cuerpos al hacer el amor, sino por la conclusión de esa especial velada, aún su sabor permanecía en mi, aún sus besos estaban presentes en mi cuerpo, no recuperaba el aliento por ella robado, cuando sin palabras se levantó, sacó de su bolso un papel, que depositó en mi mano y con palabras suaves me dijo -toma este regalo es para ti-.
Hoy tal vez no se bien si el regalo de esa noche fue para mi, o bien, fue el regalo que ella se merecía, esa noche se regaló lo que tal vez nunca pudo pedirme, aquel regalo me dio la oportunidad de valorarla y de encontrar en su recuerdo todo aquello que no pude ver con claridad en nuestro momento, hoy el regalo de aquella noche se conserva, no sólo en aquel papel, se mantiene en mi mente y se mantendrá hasta que en mi vida pueda encontrar lo que busco y que hasta hoy nadie me ha podido regalar, esa noche ella sólo me regaló mi libertad.