Lonja Juvenil II - de Conociendo a mis vecinos
Continua la saga Conociendo a mis Vecinos. Los comentarios son bien venidos, y si os apetece, no me importa recibir vuestras opiniones, consejos o comentarios por mail.
La luz del día despierta a Aitor, que, en la misma postura que se quedo dormido, con su amigo pegado a su espalda respirando pausadamente en su nuca, disfruta del momento inmóvil. Sentir el calor del otro cuerpo es una sensación gratificante para el, por lo que intenta prolongar el momento todo lo que se pueda. Pasado un buen rato, su compañero de cama empieza a despertar.
- Que bien se esta así – susurra apretándose un poco más a su amigo.
- Me tiene flipado aún lo de Aner – rememora Aitor mientras se da la vuelta mirando a los ojos a su amigo – en serio que, si me dices que adivine a quien te has tirado de la cuadrilla, sería de los últimos en quien pensaría.
- Ya tío – confirma mientras acaricia el pecho de su acompañante – Me sorprendió eso, y el vicio que tiene. Ya te digo que no fue su primer polvo, ni su primera polla por el culo.
- Hueles bien – susurra Aitor mientras se acurruca de nuevo como puede en el cuerpo de su amigo.
Ruido en la casa les recuerda que no están solos. Muy a su pesar, los chicos se van incorporando de la cama. Primero Aitor, que se coloca unas bermudas de algodón que usa en casa y una camiseta, para después ir al baño a vaciar su vejiga y lavarse la cara. Cuando vuelve a la habitación se encuentra a Julen aún desnudo sentado al borde de la cama.
- Mi ropa esta lavando – recuerda – déjame algo, que no creo que a tu madre le apetezca verme en bolas.
- Pilla lo que quieras del armario – le replica su amigo mientras abandona de nuevo la estancia, dirigiéndose a la cocina.
Cuando Aitor entra en la cocina su madre esta planchando. Le da los buenos días acompañados de un beso, y se dispone a preparar el desayuno para ambos.
- Julen ha dormido aquí – comenta a su madre – ayer no quiso ir a casa. No le preguntes, que es un tema delicado.
Los padres de Julen se divorciaron hace un año, y su madre no lo llevo del todo bien.
- Me he imaginado al sacar la ropa de la lavadora – responde la madre mostrando el pantalón de peto que esta planchando – esta mujer no se como va a acabar.
En ese momento aparece el muchacho en la cocina. Se ha puesto una camiseta que le queda algo justa, y unas bermudas de baño de Aitor, que le marcan bastante, pero le van bien.
- ¿Te refieres a mi madre? – aclara el muchacho tras dar los buenos días con un beso en la mejilla a la madre de Aitor – se le esta yendo la pinza.
- No digas eso, por favor – le reprende la señora – no esta pasando un buen momento, y tiene que reordenar su vida.
- Pues la reordena con un novio nuevo cada sábado – responde el muchacho mientras da un bocado a la tostada que le ha preparado su amigo.
- No seas malo – le dice la mujer intentando quitar hierro al tema– tu madre es una buena mujer que lo esta pasando muy mal. Dale tiempo.
Tras asegurarse que Julen se quedara a comer con ellos, abandona la cocina dejando a los chicos desayunar tranquilos.
- ¿Qué hacemos luego? – pregunta Aitor a su amigo.
- ¿Unos piques a la play? – responde el muchacho sin mucho convencimiento.
- ¿Damos una vuelta al monte? – propone Aitor ilusionado – pasamos por tu casa y subimos aquí al lado.
- Si voy a casa sabes que no me dejan salir – afirma Julen compungido – como no me dejes algo tu, olvídate.
- Bien, pero iras algo apretado – le responde divertido mientras señala su prominente bulto.
Desayunados y con la cocina recogida, los muchachos vuelven a la habitación a buscar ropa. Al entrar se encuentran la cama hecha y la habitación recogida. En una silla esta la ropa de Julen planchada.
- ¿Crees que tu madre sabe que dormimos juntos? – susurra el muchacho intrigado al ver las camas recogidas.
- Seguro – afirma Aitor convencido – Lo que no se imagina es que follemos como conejos. Esta convencida que aún tenemos doce años.
- Cuando teníamos doce años ya follabamos – suelta divertido.
- No te pases – replica Aitor mientras revuelve el cajón de la ropa de monte – no empezamos hasta los trece.
- A follar si – comenta recostado en la cama Julen mientras observa a su amigo sacar cosas del cajón – pero antes ya hacíamos cosas.
Aitor le da a elegir a su amigo unos pantalones de tracking verdes y grises o unas mallas de color celeste verdoso. Sin dudarlo, Julen se decide por las mallas, por lo que Aitor resignado se calza la otra prenda. Julen se incorpora de la cama, se quita el bañador y se enfunda las mallas.
Aitor busca en el cajón de la ropa interior, cuando se gira y ve a su amigo como disfruta observándose en el espejo con las mallas.
- Vamos, que gayumbos no necesitas – dice divertido.
- ¡Para que! – responde colocando cuidadoso su paquete.
Tras enfundarse unos forros polares finos y calzarse adecuadamente para el paseo, mochila en mano pasan por la cocina a despedirse de la madre de Aitor.
- Vamos a dar un paseo por el monte – le comenta a su madre mientras mete en la mochila algunos víveres.
- Pasarlo bien – responde revisando que los muchachos van bien pertrechados para la ocasión – y no lleguéis tarde a comer.
Los dos chicos parten alegremente camino a las afueras del pueblo. Tras varios minutos andando llegan a una senda que les saca de la carretera camino a la vegetación que rodea el municipio. Un par de cuestas y después de dejar atrás varios caseríos ya se encuentran en zona virgen y poco frecuentada. Es donde les gusta ir. Julen no duda en quitarse forro polar y camiseta, meterla en la mochila de Aitor, caminando únicamente en mallas, mientras el sol calienta su piel. El resto de gente prefiere las sendas y pistas que llevan a las cimas mas concurridas. A ellos, sin embargo, les gusta adentrarse por las campas, saliendo de senderos, y descubrir nuevos sitios en solitario.
Hace ya unos años que descubrieron una cueva en una zona aislada de difícil acceso, pero con unas vistas increíbles al valle. Allí se dirigen una vez más, sin hablar, ya que no hace falta, van caminando alegres a su destino.
- Esta sonando tú móvil – comenta Aitor señalando la mochila.
- Es Aner – responde Julen tras sacar el terminal y revisar la pantalla – a ver que quiere.
Aitor expectante aprovecha para echar un trago de agua mientras observa a su amigo.
- Hola Aner, ¿Qué tal estas? – habla tras descolgar – ya tío, a mi también me sorprendió. Si, si… no te preocupes… de acuerdo… si quieres, hablamos a la tarde… no se, por ahí… después de comer te mando un mensaje y te confirmo. Venga, de nada… no te preocupes… en serio… de verdad… a nadie… que siiii, ¡a nadie! Adios.
- ¿Qué te dice? – pregunta Aitor a su amigo tras colgar.
- Lo típico de todo hetero al día siguiente – responde este mientras guarda el móvil en el bolsillo de la mochila – que no sabe porque lo hico… que esta arrepentido… que no volverá a pasar… que no cuente nada a nadie… ya sabes, lo típico.
- Pero quiere quedar otra vez, ¿no? – le comenta Aitor mientras inicia de nuevo la marcha.
- Si, quiere quedar para hablar – responde Julen siguiendo los pasos de su amigo – querrá asegurarse que no cuento nada.
Cuando llegan a su destino los muchachos toman sus sitios habituales. Son tantas las visitas al lugar, que ya tienen colocadas unas piedras donde sentarse y poder almorzar observando el paisaje. Tras dar cuenta de las barritas energéticas y frutos secos, Julen se levanta y saca una toalla fina de la mochila, que estira en el suelo.
- ¿Te vas a poner a tomar el sol? – pregunta su amigo curioso.
- ¿Por qué no? – responde el chico mientras se sienta sobre la toalla.
- Pues porque ya estamos en otoño, y no hace calor – le comenta de nuevo su amigo.
- Hace solete, y aquí no corre aire – rebate seguro Julen desprendiéndose de las mallas que cubren su parte inferior – seguro que se esta genial.
Aitor observa como Julen se extiende, una vez más, con el forro polar como improvisada almohada, desnudo al sol, mientras termina los cacahuetes que le quedan en la mano. Viendo que su amigo parece estar muy a gusto, le sigue, desprendiéndose de la ropa, y tumbándose a su lado. La verdad, que se esta muy bien. El leve sol de otoño calienta lo suficiente para que sus cuerpos no echen de menos la ropa. Tras casi media hora de tranquila relajación Julen rompe la paz.
- Qué, ¿echamos el polvete ese que tenemos pendiente desde ayer? – dice mientras manosea suavemente el sexo de su amigo.
- ¿No puedes estar tranquilo sin que se te ponga duro el rabo? – responde Aitor divertido.
- No creo que pueda tocarme el pito después del polvazo de ayer con Aner – le comenta mientras se incorpora para poder sentárse sobre su amigo – pero me quede con muchas ganas por detrás.
Con sus manos comienza a masajear el cuerpo de Aitor. Primero el pecho, pasando por sus pezones. Poco a poco va bajando por su abdomen, hasta comenzar a masajear su entrepierna. Una mano masajea el tallo, tapando y destapando el glande de la polla conocida. La otra mano se encarga de acariciar la bolsa escrotal con paciencia, como sabe que le gusta a su amigo que se deja hacer. Cuando la herramienta de Aitor esta a tope, Julen se incorpora sobre sus rodillas avanzando lo suficiente para colocar el glande en la entrada de su esfínter. Tras una leve presión, la masculinidad de Aitor esta, una vez más, completamente dentro.
- Como mola este sitio para follar – comenta Julen mientras levemente inicia movimientos de sube y baja.
- La verdad es que si – responde Aitor encantado con las atenciones de su amigo – es una gozada hacerlo así, al aire libre.
Mientras los chicos se entretienen en sus tareas, en casa de Aner las cosas no están bien. El chaval esta abrumado por lo que paso la noche anterior con Julen. Achaca al alcohol el morbazo que sintió, al encontrárselo en el sofá, con los pantalones por las rodillas y machacándosela. Solo sabe que no se pudo resistir.
Era consciente que a Julen le molan los tíos, y que probablemente no le iba a rechazar. Tiene fama de promiscuo, y estando allí con todo el calentón, evidente que le seguiría el juego.
Lo que no se podía imaginar era como iban a acabar las cosas. La follada fue brutal. Aún tiene el culo dolorido. Lo ha comprobado de primera mano mientras hacia sus necesidades por la mañana, al intentar limpiarse. Como no ha sido posible, ha decidido meterse en la ducha. El suave masaje del agua tibia en su maltratado ano le ha reconfortado momentáneamente, pero tras la agradable ducha, ha vuelto a la realidad de su situación cada vez que ha tenido que sentarse, bien en el taburete habitual para desayunar, bien en la mesa para comer con la familia, sin poder evitar una mueca en su rostro de molestia al apoyar la zona, hasta el punto de que su madre le ha preguntado varias veces si estaba bien.
Pero lo que más le aturde, le tiene descolocado, es la seguridad de que lo ha disfrutado como un enano, teniendo su masculinidad bastante más dolorida que su maltrecho esfínter.
Los amantes, tras reposar abrazados unos minutos la actividad realizada, y limpiarse con unas toallitas húmedas que guardan en una bolsa con el resto de basura del almuerzo para preservar el paraje, retoman el camino de vuelta.
- ¿De verdad no piensas vestirte? – recrimina Aitor a Julen, observando como su amigo se ha calzado las botas como única prenda, y ha guardado la ropa en la mochila que porta a la espalda.
- Hasta la curva del primer caserío voy a ir así – le responde alegre mientras se adelanta en el camino.
- Estas como una regadera – insiste a su amigo dándole alcance – por cierto, nunca había visto que no te empalmases mientras lo hacemos, ni la polla tan roja.
- Ya te he dicho que lo de ayer fue brutal – comenta mientras manipula su amoratado glande – no veas como debe tener el culo.
- Pero tanto le diste – interroga Aitor sorprendido.
- Buuff – resopla Julen – que si tío. Durante un buen rato, en varias posturas. Y lo peor, es que pedía más. ¿no ves como la tengo? Alargué todo lo que pude. Me corrí dentro de ese culo dos veces, y aún así pedía más. Si llego a saber que estas arriba, te pido ayuda.
Llegados al punto indicado, Julen se desprende de las botas para calzarse las mallas. Cuando se incorpora tras atarse las botas, y mientras se enfunda la ceñida camiseta, un alegre y juguetón niño aparece tras la curva. Al encontrase con los muchachos se queda parado expectante. Tras él, aparece la familia que le acompaña.
- Por un pelo – resopla Aitor tras dejar atrás a la familia.
- Tampoco hubiese sido para tanto – responde Julen mientras termina de ponerse el forro polar – otra cosa hubiese sido que nos pillan follando. Aunque la verdad que estas mallas molan – añade mientras se coloca bien la polla – tampoco es que dejen mucho a la imaginación.
Efectivamente, poco hay que fijarse en las mallas para reconocer la silueta que forman polla y huevos, pero si lo haces, puedes apreciar perfectamente la forma del descapullado glande, y no digamos nada de su trasero. La tela resalta los redondeados glúteos insertándose entre ambos. Julen no puede dejar de pensar que, si separa los cachetes, probablemente se marque la forma del glotón anillo anal de Julen.
Una vez en casa, y tras una rápida ducha, Julen se enfunda la ropa que tan amablemente le ha planchado la madre de Aitor. La combinación de la camiseta de manga larga, blanca, con finas rayas horizontales y el peto vaquero de pitillo oscuro le queda genial, como bien sabe Aitor, que disfruta en silencio observando una vez más cómo se lo enfunda su amigo sin ropa interior.
Ya sentados a la mesa degustan alegremente lo preparado por la madre de Aitor.
- Qué, Julen – comenta ella en un momento distendido – ¿ya tienes alguna novia o amiga por ahí? Con lo guapo que estas, y ese estilo tan personal, las tienes que tener haciendo cola.
- La verdad María – responde el muchacho sin cortarse un pelo, mientras Aitor se queda boquiabierto con su sinceridad – es que a mi me gustan los chicos, y si, los tengo haciendo cola. Pero no se preocupe, que yo solo tengo ojitos para Aitor.
Se hace un silencio tenso en la habitación. Pasados unos segundos que parecen horas, el padre de Aitor estalla en una gran carcajada que rompe la tensión del momento.
- Te esta tomando el pelo, mujer – exclama entre risas el hombre – este chaval siempre ha tenido unos golpes terribles.
Tras acabar de comer y de vuelta a la habitación Aitor le da una colleja a su amigo que cae a la cama.
- ¿Estas loco? – le recrimina – tío, ya te vale. Como se te ocurre.
- Estaba claro que no se lo iban a creer – le replica mientras se acaricia la zona golpeada – y ya va siendo hora de que se enteren, que cualquier día les vas a parecer con el yerno y se van a caer de culo.
En esas el móvil de Julen suena al recibir un mensaje. Tras observar la pantalla no puede evitar una mueca de sorpresa en su rostro.
- Aner quiere que nos reunamos esta tarde en la lonja – le aclara a un expectante Aitor.
- Tendrás que ir solo – intuye el muchacho por la conversación de la mañana.
- De eso nada – replica Julen con seguridad – no quiere follar, y prefiero estar contigo si hay mal rollo. Si quieres te escondes y solo apareces si ves que se va a liar.
El argumento convence a Aitor. A poco de la hora acordada se dirigen a la lonja. Llegan los primeros, ya que la persiana esta echada. Tras abrir y acceder, efectivamente comprueban que allí dentro no hay nadie.
Esperan pacientemente en el salón jugando a la consola. Cuando escuchan ruidos en la puerta de entrada, Aitor, como han acordado, se esconde en uno de los baños, desde donde puede seguir la conversación sin problema.
Aner accede al local tras volver a echar el cierre. No quiere testigos. Julen no puede dejar de fijarse en lo guapo que ha venido Aner. Unos pantalones de bolsillos azul marino los combina con una camiseta blanca bajo una bomber granate, que le encanta. Lo que le lleva a colocarse de manera inconsciente la polla, gesto que no pasa desapercibido para Aner, provocándole un pequeño escalofrió desde lo más intimo de su espina dorsal. Una vez en la sala, se sienta frente a Julen.
- Tío, estoy cagado – arranca el chaval dubitativo.
- Por mi no te apures – le responde Julen con seguridad – tu secreto esta a salvo. No voy contando por ahí con quien me lo monto, como ya sabes.
- No me refiero a eso – replica el chaval entre sollozos – me has roto el culo, tío. Llevo todo el día sin poder sentarme con normalidad, y con la sensación de que si hago un gesto brusco me cago encima.
Julen se revuelve divertido en su asiento. Sabe perfectamente que el culo del chaval esta bien. Dolorido por la caña que le dieron, pero nada que no vuelva a su sitio con el tiempo. Lo sabe por propia experiencia.
- Creo que exageras un poco – intenta tranquilizar a su amigo – seguro que no es para tanto. En cualquier caso eras tú el que pedía más caña.
- En serio Julen – replica – estoy pensando en ir mañana al medico, pero como se enteren mis padres, me matan.
- No creo que haga falta que vayas al medico, deja que le eche un vistazo – le señala para que le enseñe la zona dolorida, mientras se incorpora para alcanzar su mochila – creo que tengo aquí una crema que va bien para estas cosas. A mi al menos me funciona.
Aner, dubitativo no sabe que hacer. Julen espera paciente con el bote de crema en la mano a que el muchacho se decida. Aner, se incorpora al fin, se quita la chaqueta, suelta la cuerda de la cintura del pantalón, para acabar bajándoselos dejando al aire unos bonitos bóxer de tonos turquesa. Poco a poco se va dando la vuelta dejando a Julen una perfecta visión de sus nalgas.
- Quítate eso y recuéstate en el sofá en cuatro – le indica al indeciso chaval, que obedece muy a su pesar.
El acceso a la parte sensible de Aner es bastante bueno en esa posición. Efectivamente tiene el orificio anal muy enrojecido, pero ningún signo de daños mayores. Con sumo cuidado comienza a aplicar la crema en la zona afectada. El leve contacto de los dedos en su esfínter y alrededores provoca en Aner un nuevo escalofrió, más profundo si cabe.
- No lo tienes tan mal – le tranquiliza Julen – no hay indicios de fisuras. Para que la crema sea efectiva de verdad, tengo que aplicar un poco dentro. No te sorprendas cuando meta el dedo.
Dicho y hecho. Con sumo cuidado va metiendo un dedo untado de crema en el orificio del muchacho. Como bien sabe, el culito de Aner no opone resistencia. Julen esta cada vez más convencido que ese chaval no es la primera vez que se traga una polla por ahí, pero desde luego, nunca le habían follado como lo había hecho el, lo que en cierto modo le enorgullece.
- Creo que con esto es suficiente – comenta dándole un pequeño cachete en uno de los glúteos. Si va bien, en unas horas ponemos un poco más.
- Gracias – replica Aner mientras se incorpora y comienza a vestirse – a ver si me alivia.
Una vez vestido vuelve a sentarse frente a Julen.
- Respecto a lo de ayer – comienza a hablar – quiero decirte que me gusto hacerlo contigo, pero no soy gay, o eso creo. Estoy hecho un lio.
- Se que te gusto – responde Julen sarcástico – a pocos he visto disfrutar tanto y pedir tanta caña.
- No te pases tío – finge enfadarse a modo de justificación – estaba mazo borracho.
- No tanto – le recrimina Julen - a ver si ahora va a ser que te obligue o algo.
- Para nada – recula el chico dejándose caer en el respaldo del sofá – reconozco que verte ahí pelándotela me saco de mi. No entiendo que me paso. Y es cierto. Estuvo muy bien.
- Pues que te gustan las pollas – le espeta de nuevo con tono jocoso – no me vas a hacer creer que lo de ayer era tu primer polvo con un tío. Sabes muy bien cómo hacer disfrutar con la lengua, y no veas como te entro de fácil por ese rico culito que tienes. Ahora mismo para untar la crema no he tenido ni que apretar. En seguida has dilatado.
Aner se queda callado observando a su amigo. No sabe si salir corriendo o desahogarse en ese momento contándole su secreto. ¿Podrá fiarse de su discreción? Tras valorarlo unos segundos, sabe que necesita hablarlo por fin con alguien, así que acaba confesando.
- Tienes razón – susurra – no eres el primer tío con el que lo hago. Pero hasta ahora tenía claro que no era gay. Que no me gustaba.
- No entiendo eso muy bien – replica Julen intrigado - ¿me estas diciendo que te follas tíos, pero que no te gusta? De verdad que no lo entiendo. Que pasa, ¿no lo harás por dinero?
La pregunta atraviesa como un cuchillo el pecho de Aner, que sin poder evitarlo se lleva las manos a la cara comenzando a llorar. Julen entiende que ha dado en el clavo. Se acerca a su desconsolado amigo, a quien pasando un brazo por los hombros acurruca en su hombro amigablemente.
- Tranquilo tío, – dice intentando consolar al chaval – seguro que no es tan grave.
Cuando por fin se recompone, entre sollozos se explica.
- Hace año y medio – cuenta entrecortadamente – empecé a hablar con una chica por internet. Era muy maja, nos caímos muy bien. Nos vimos por video, y además era muy guapa. Hablábamos por teléfono casi todos los días. Si no fuese porque estaba en Madrid, hubiese dicho que tenia novia.
- Normal – le reconforta Julen – cualquiera lo hubiese pensado.
- No se muy bien como, – continúa relatando el desconsolado muchacho - pero acabamos haciendo cosas por cam, y lo pasamos bien. Pero de repente rompió conmigo y no supe más de ella. No contestaba a los mensajes, y el teléfono daba desconectado. Un día, al inicio de las vacaciones de verano, me llego un mensaje al móvil de un numero desconocido. Ponía que tenia fotos y videos míos desnudo y masturbándome. Como comprenderás me quede helado. Solo decía eso, así que no hice nada. Días después me llego otro mensaje. Este venia acompañado de una foto en la que aparecía empalmado y decían que, si no hacía lo que ordenasen en el siguiente mensaje, mandarían los videos a todos los contactos de mi móvil, mail y las publicarían en páginas porno para que las viera todo el mundo. Ahí me acojone de verdad. Estuve sin dormir varios días esperando el siguiente mensaje.
En ese momento Aitor no puede aguantar más en su escondite y se presenta en la sala con un vaso de agua que ofrece a Aner. Este al verle solamente puedo ponerse de nuevo a llorar.
- No te preocupes – le dice Julen abrazando de nuevo al chaval – es de confianza. Sabes que somos buenos amigos. No va a contar nada que no quieras, y seguro que tiene buenas ideas para poder salir de esta.
- ¿Lo has oído todo? – solloza el chaval limpiándose las lagrimas.
Aitor asiente ofreciendo el vaso de agua. Aner acepta y tras un par de sorbos lo devuelve.
- Por fin llego el siguiente mensaje – continúa relatando – aparecían una serie de indicaciones. Tenia que ir a la salida del pueblo y allí esperar un Uber. Aquel coche me llevo al centro de la capital. Cuando me baje del coche, llego un nuevo mensaje indicándo donde llamar. Abrieron y subí al piso indicado. La puerta estaba entreabierta, y pase. Era un piso amplio. En el salón esperaba un señor en bata. Me ofreció sentarme en un sofá, y comenzó a hacerme preguntas sobre si era de verdad virgen y cosas así. La verdad que con lo nervioso y lo acojonado que estaba solamente fui capaz de responder moviendo la cabeza, y sinceramente no me enteraba de mucho. Me llego un nuevo mensaje que decía que me portase bien con aquel hombre, e hiciese todo lo que pidiese o me arrepentiría toda la vida. Aquel hombre se abrió la bata mostrando su desnudo cuerpo. Tenía el pene erecto. Se fue acercando y con una mano dirigió mi cabeza para que se la empezara a mamar. Así hice mi primera mamada. No parecido gustarle, así que se apartó y ordeno que me desnudara. Lo hice y cuando estaba así de pie frente al sofá, volvió a acercarse, empujándome para que me sentara. Se arrodillo y comenzó a comerse mí polla. Costó, pero consiguió ponérmela dura. Incorporándose se quitó la bata, pretendía que le follase el culo, pero a mi se me aflojaba, y no fui capaz – concluyo Aner rompiendo de nuevo a llorar.
- Tranquilo – le acurrucaba en su pecho Julen – no ha sido culpa tuya. Te han estado chantajeado.
- Aner, ¿tienes aún los mensajes? – pregunta Aitor intentando aclarase.
- No – solloza el chaval – los he ido borrando nada más leerlos, para que no los viese nadie.
- ¿con cuantos tíos te has tenido que acostar? – pregunta Aitor cuando el chico recupera el aliento.
- No lo se – responde mirando al suelo – me llegaban mensajes cada dos tres semanas a lo largo del verano. Al principio las citas eran con tíos similares al primero. Pasado un tiempo me escribieron que tendría que hacer de pasivo. No supe a que se refería. La siguiente cita, me quedo claro. En un hotel me esperaba un tío de la edad de mi padre, muy masculino. Según me vio se le encendieron los ojos. Me obligo a desnudarme y ponerme a cuatro patas. Lo único que decía era como le gustaba estrenar culitos vírgenes. Me empezó a comer el culo, y lo estuvo haciendo durante un buen rato hasta que poco a poco fui dilatando, primero con dedos y lengua, y después ya con su polla. No fue muy duro, la verdad, lo he pasado peor otras veces, y nada que ver con lo tuyo de ayer – dice levantando por primera vez la vista del suelo, mirando a Julen – pero me dejo reventado. Eso no fue lo que más me dolió. El cabrón, cuando se quedo satisfecho, y tras correrse dentro, no dejo que me levara. Ni siquiera vestirme, y con la ropa hecha una bola en la mano, me echo al pasillo diciendo que sin duda valía lo que había pagado, pero que ahora me largase, que tenia que estar su mujer a punto de llegar.
- Que hijo de puta – le sale de dentro a Julen.
- Allí estaba, – continua el chico – desnudo, aterrado, con el culo chorreando lefa. Oí el ascensor que se paraba en la planta, y como pude, me escondí en el cuarto de limpieza. Con una toalla sucia que había en un carro, me limpié un poco, y cuando recuperé fuerzas, como pude, me vestí. De regreso a casa me sentía muy sucio. Estuve una hora en la ducha, y tire a la basura toda la ropa que llevaba.
Ahora el que abraza a Aner es Aitor. No puede dejar de sentir una fuerte compasión por el muchacho que llora desconsolado en sus brazos.
- Siento mucho lo de ayer, Julen – comenta a su amigo – te vi ahí, y se me fue la hoya… Y me deja llevar.
- Lo siento mucho Aner – dice un preocupado Julen – pensaba que lo estabas disfrutando. Si lo se, ni te toco.
- No es tu culpa – responde Aner mientras se seca las mejillas – como lo ibas a saber. Y es verdad. Lo disfrute, por primera vez, y mucho.
- Tenemos que hacer algo – interrumpe Aitor mientras se levanta – esto no puede seguir pasándo.
- ¿Y que voy ha hacer? – dice Aner expectante – tienen mis videos, se ve que están bien organizados y que tienen influencias y recursos. Desde luego a la policía no voy a ir.
- Tampoco puedes seguir así mucho tiempo – expone Julen.
- Ya, eso es cierto – se resigna Aner – pensaba que cuando ya no pareciese virgen se cansarían, pero no es así. Me siguen utilizando cada vez con peor gente.
- ¿Peor gente? – interroga Aitor sin entender a que se refiere.
- Los últimos han sido gente rara – responde dubitativo – alguno muy viejo, para otro encontré una bolsa con ropa en el coche, que me tuve que poner en el baño del hotel. La ropa era de chica, minifalda de cuero, blusa de rejilla, medias blancas por encima de la rodilla, con unas manoletinas a juego, peluca rubia, con unas braguitas tanga rosas donde me costo meter mis cosas, eso si, todo de mi talla. Que vergüenza pase al pasearme así vestido por el hotel.
El último viaje me llevó a una mala zona, un sitio muy cutre, sucio… y el tío no desentonaba con el lugar.
- Más razón para hacer algo – añade Julen - ¿Qué será lo siguiente? ¿Un degenerado al que le vaya hacerte daño?
Este último comentario hace que el muchacho se hunda un poco más en el sofá.
- Lo he pensado – añade desde su acurrucada posición – creo que no hay muchas salidas para esto.
- Ni se te ocurra hacer una locura – susurra Aitor reconfortando a Aner con un nuevo abrazo – te vamos a ayudar.
Aner, sorprende a Aitor con un cálido y agradecido beso en los labios, que este aguanta dubitativo. Sin mediar palabra, tras separarse, apoya su cabeza en su pecho, quedándo medio adormilado. Aitor mira a Julen sin saber que hacer. Este le responde con un leve movimiento de hombros, y se sienta en el sofá libre a esperar acontecimientos.
- Tengo que volver a casa – se incorpora Aner abandonando el regazo de Aitor.
Tras levantarse del sofá, coloca bien su ropa.
Julen se acerca a su encuentro y le abraza de nuevo por dentro de la bomber abierta.
Aner se deja hacer agradecido apoyando la cabeza sobre el pecho amigo.
Con naturalidad Julen besa los cabellos del muchacho, que con dulzura gira el rostro para alcanzar la boca que le besa suavemente. El beso se alarga hasta que Aner se separa para dirigirse a la puerta del local, y abandonarlo en silencio.
- Lo que le esta pasando es una desgracia – finalmente comenta Julen – pero desde luego besa muy bien, y no me importaría salir con él, si finalmente acepta que es gay.
- No seas cerdo – le recrimina Aitor – tenemos que pensar algo para ayudarle.
- Pues a ver que se nos ocurre – le responde Julen dejándose caer de nuevo en el sofá.
- ¿Y si se lo consultamos a Iker? – propone el muchacho.
- ¿Crees buena idea contar esto a alguien más? – duda Julen.
- A Iker si – responde Aitor – seguro que sabe qué hacer.
- Pues vamos a su casa – acepta finalmente.