Londres, durante la 2ª Guerra Mundial

Extracto de un diario sobre una jovenes que quería aprender que hacer con un hombre. Una prostituta les mostró que hacer consigo mismas.

Este relato se basa en el diario de una adolescente escrito en el año 1940.

La gente trataba de vivir entre los bombardeos y una Londres medio derruida. Algunos colegios abrían. La leche y el periódico seguía llegando a las puertas. Pero la gente estaba afectada por el ambiente y se comportaba de forma errática.

Como el caso de esta joven, Emma, de 15 años. Que junto a su amiga Lucy, de 16, y a Loriane, prima de Lucy, de 18 años.

Nótese que Emma tenia una mente sagaz que recordaba o parece recordar diálogos con cierta precisión.

Jueves, 23 de Septiembre:

Lo hemos hecho. Nos hemos atrevido. Tras haber elegido a la prostituta, una mujer llamada Mary, hemos reunido el valor de dirigirnos a ella.

Estaba de pie, fuera de una casa de Greenwich. Cuando nos hemos quedado paradas ante ella, nos ha mirado con seriedad.

  • ¿Qué queréis?

Ninguna contestó.

  • ¿Se os a comido la lengua el gato?- continuó burlona.

Lucy se decidió.

  • Queremos que nos enseñe.

  • ¿Cóóóómo?. ¡Si sois unas niñas!. Salvo esta- dijo señalando a Loriane- que ya esta a punto.

Loriane se puso tan colorada o más que Lucy, pero fue ella quien intentó aclarárselo.

  • V... vera... con esta guerra... no sabemos si mañana estaremos vivas... queremos...

  • Queremos aprender que hacer con un hombre- continué yo- Queremos estar con un hombre

Nos miró con asombro y se rió con fuerza, llamando la atención de los pocos que pasaban. Loriane volvió a hablar.

  • Le pagaremos. Hemos reunido 150 libras con 17 peniques.

  • Es mucho dinero hoy en dia, pero yo no doy clases. ¡Iros al demonio y buscaos un tío con el que os enseñe a follar, coño!

Hemos salido corriendo y me he caído. Alguien me a ayudado a levantar y a resultado ser la puta. Me a mirado de una manera extraña. No era enfado o lastima. No sabría describirla.

Me he soltado y he vuelto corriendo a casa.

Martes 3 de Octubre:

Me he encontrado con la prostituta. No es la primera vez que la veo cerca de casa. Me daba la impresión que me observa. Iba acompañada de otra mujer, vieja y algo sucia. Debe ser otra puta.

  • ¿Sigue en pie vuestra oferta?

  • Si- respondí tras tragar saliva. Ella sonrió.

  • Ursula, ¿dónde podría dar mis clases?

  • Clases así deben darse con discreción. Estas señoritas no pueden presentarse en los establecimientos que frecuentamos- la vieja rió y Mary la acompañó- Pero tengo una idea. El City of London es el barrio más afectado por las bombas. Había allí un pequeño hotel... Y aparte de algún policía, nadie pasa por la calle.

  • ¿Es seguro ese sitio?

  • Si, mi niña. He recibido clientes allí, ¿eh?- dijo la vieja picándome el ojo.

Hemos concretado día y hora.

Viernes 6 de Octubre:

¡Dios mío!. ¡Estoy en las nubes!. Ha sido maravilloso y aterrador al mismo tiempo. Tengo que confesarme con el padre o´Connell.

O no.

Es tan... No se como describir lo que hemos hecho. Es un pecado tan espantoso que no me atrevo a escribirlo siquiera.

Es un pecado, pero ¿de verdad puede esa maravilla ser pecado?.

He faltado al colegio. No es la primera vez. Padre tardará semanas en saberlo ya que el teléfono sigue cortado y hay prioridades con el correo.

Con mi uniforme del colegio y mi cartera, me he reunido con Lucy, que llevaba un vestido azul y su prima, vestida con un traje gris, rebeca negra y sombrero.

Una vez llegadas al lugar, hemos encontrado el edificio medio derruido. Con seseos, Mary nos llamó y hemos entrado deprisa por un agujero en una pared a un gran salón sin techo. Tras cruzarlo y subir unas escaleras enegrecidas, llegamos a una habitación grande y limpia. Creo que la habían adecentado. Había dos camas y dos jergones en el suelo. Mary abrió una ventana pero pasó la cortina.

  • Bueno, aquí estamos. Fuera la ropa interior

  • ¡¿Quéééééé...?!

  • ¿Cómo dice?

  • Vamos a ver. Queréis que os enseñe, ¿no?. Pues yo no sé explicar esas cosas hablando. Y primero tenéis que conoceros vosotras mismas- y dicho esto, se levantó la falda, enseñándonos los pelos de abajo sin pudor y echándose en la cama.

Nos quedamos dudando hasta que Lucy sé a levantado la falda y se a sacado las bragas.

  • Mejor sacaros también los zapatos, calcetines y medias- añadió la mujer.

Rojas como tomates, imitamos a Lucy. El aire me llegó por abajo. Era una sensación fresca, libre.

  • Las pequeñas en los jergones. Tú, en la otra cama. Levantad la falda y separad los muslos

Lo hicimos y nos observó largo tiempo. Creo que pretendía que nos acostumbrásemos a ello, pero nos daba veguenza. Vi lágrimas en los ojos de Loriane.

Nos hizo acariciarnos los muslos. Luego, con un dedo recorrimos una y otra vez la entrada de nuestro sexo. Nos mirabamos entre nosotras y nos dimos cuenta de que nos pasaba algo. Un sentimiento nuevo y agradable que supuse era lo que nos harían sentir los hombres.

¿Pero cómo es que podíamos sentirlo tocándonos?

Mary nos miró a las que estabamos en el suelo y dijo:

  • Os vais a ensuciar las faldas. Quitároslas y ponedlas en las camas

Lo hicimos ante la mirada desaprobadora de Loraine. Después nos indicó como separarnos los labios de nuestro sexo. El de Mary era de color rojo fuerte y estaba húmedo. Algo de ese líquido, como el rastro baboso de un caracol, cayó en la cama. No me dio asco, como cabía esperar, sino que aumentó mis sensaciones.

Leves gemidos surgieron de nuestras gargantas y nos enseñó a separar los labios con dos dedos y, con un dedo de otra mano, tocarnos en una bolita de carne del tamaño de un botón pequeño en la parte alta del sexo. Siempre mojando el dedo con saliva antes de tocarlo. Nunca en seco.

Lucy y yo soltamos un gritito seguido de una carcajada nerviosa al probarlo.

Entonces, Loraine se levantó y se puso a gritar como una loca.

  • "Esto es un inmoralidad y... y un pecado!. ¡Es asqueroso!. ¡Venga, nos vamos de aquí!

La miramos en silencio.

  • ¡VAMONOS!

  • Yo quiero aprender más- dijo su prima.

  • ¿Estas loca?. Esto es una verguenza. Solo quiere romper nuestra honra

Mary se levantó y sé encaró con ella, que retrocedió.

  • Mucho cuidado con lo que dices, muchacha. Mucho cuidado

Loraine nos miró esperando nuestra decisión. Al ver que no nos movíamos y nerviosa por lo que suceda, cogió su ropa y se marchó.

Según supimos más tarde, ya en la calle un policía la vio y la mandó parar . No queriendo descubrirnos en aquella situación, guardo silencio. El policía la detuvo por pasear en una zona peligrosa.

Dentro, continuamos las lecciones. Ahora la prostituta hablaba con más dulzura.

  • Creo que estaremos más cómodas si nos desnudamos del todo las tres- Accedimos. De nuevo pude ver su extraña mirada al contemplarnos- Ahora, con este dedito- nos enseñó el suyo- vamos a empujar hacia adentro, para meterlo

Aquello lo entendía. Era como la cosa de los hombres. Yo no he visto ninguna, claro, pero he visto fotos de esculturas en los que se ve. Es hermoso.

  • Eso no. Así se nos puede romper la...

  • No lo metáis hasta el fondo, tonta. Solo un poquito

Con mucho cuidado, fuimos introduciéndonoslos. Luego los movimos dentro y fuera. A ambas nos agrado. Yo notaba como una fina capa de sudor cubría mi cuerpo tal como le pasaba a Lucy. Su flequillo se le pegaba a la frente.

Verla así me hizo comprender que estabamos compartiendo algo muy íntimo. Su mirada me mostró que pensábamos igual.

De pronto, la prostituta se levantó enfadada.

  • No, no. Lo estáis haciendo mal. Quitad, dejadme a mí

Y la mujer se agacho ante nosotras. Retiró nuestras manos y, para nuestro asombro, ¡metió sus dedos en nuestra intimidad!.

Nos miramos asombradas ante el grado de perversión de la mujer. Sabia que las putas eran unas degeneradas pero no esperaba tanto.

  • No es la primera vez que hago un servicio a una mujer

Ese explicó porque nos lo hacia sin pudor alguno. Pero mientras hablaba comprendí al fin su extraña mirada. Le gustaban las mujeres.

El caso es que el que fuera otra persona quien me lo hacia era mucho más agradable. Por sus gemidos, Lucy también estaba de acuerdo.

Mary aumentó el ritmo y nosotras abrimos las piernas y arqueábamos la espalda. Comenzamos a quejarnos más fuerte, no lo podíamos evitar. Algo dentro de mí me sofocaba, un calor febril me quemaba, mi respiración era rápida y pesada. Mi mano y la de Lucy se encontraron y nos agarramos.

Lo que nos paso después no puedo describirlo con palabras. Mi interior enloqueció y sentí algo realmente bueno. Nos echamos hacia atrás violentamente y sentí como Lucy temblaba al igual que yo. Gritamos como locas. Poco a poco nos calmamos.

  • Ven, chiquilla- le dijo a Lucy levantándola- que te limpié eso

Yo también tenia mi sexo mojado por un líquido salido de mi interior.

Echó a Lucy en una cama y separando sus piernas, se inclinó ante ella.

Cuando me preguntaba que usaría para limpiarla, no habían toallas ni agua, su acto me hizo poner de pie de un salto.

¡Usó su propia lengua!

Asustada, Lucy trató de apartarla pero la mujer la tenia bien sujeta con los brazos bajo sus piernas que se doblaban para separar con las manos su sexo. Me miró en un gesto suplicante de ayuda pero no pude moverme. En poco tiempo, Lucy gemía y jadeaba como con el dedo. Más tranquila, me di cuenta que nos estaba enseñando otra cosa.

Lucy movía su vientre buscando el contacto de la lengua y agarraba la cabeza de la puta con ansia. Sus gritos aumentaron y, de repente, se quedó en silencio con los ojos cerrados y la boca prieta. Luego suspiró y, temblando, se derrumbó en la cama.

Mary me miró y vino hacia mí. Mi corazón latía desbocado por lo que se avecinaba. Nerviosa, deje que separa mis muslos y acariciara mi intimidad. Entonces me tendió al borde la cama y separándome las piernas me hizo levantar derecha. Sujetándose a ella, puso su izquierda doblada sobre la cama y se acercó de forma que nuestras intimidades quedaron pegadas.

Sin dejar de mirarme, comenzó a moverse. Se frotaba contra mí. Su roce era maravilloso. La imité y me sonrió. Pronto nos movíamos frenéticamente dándonos la una a la otra aquello tan rico. Lucy nos miraba con la boca abierta mientras se vestía. Jamas me había sentido así con nadie. Deseé que me hiciera aquello por siempre. Según Lucy, yo parecía poseída por el demonio y dije obscenidades aprendidas sobre la marcha. Sea como sea, llegué de nuevo al momento sublime y todo a mi alrededor desapareció. Solo estaban su mirada y mi interior explotando como una bomba.

Después, fui recuperando la calma. Mary continuó frotándose contra mí y me ha abochornado que calmara sus ansias con mi cuerpo. Sus bruscos movimientos finales me han zarandeado mientras gritaba como loca y caía sobre mi. Me la quité de encima y me vestí.

  • ¿Y mi dinero?

Le pagamos y salimos corriendo de la habitación. Desde las escaleras la oímos decir:

  • Si necesitáis más lecciones, ya sabéis donde encontrarme, ja, ja, ja...

De camino, Lucy me hizo jurar que jamas contaríamos a nadie lo sucedido.

El diario de Emma continua. Relata que Lucy murió durante un bombardeo, la boda de Loriane con el policía que la detuvo y que las ansias de Emma la hicieron volver a Greenwich y ser la amante de Mary hasta el final de la guerra. La prostituta fue su ancla en un tiempo de muerte y locura.