Lolita y Cachito 2: Ella y su prenda favorita

Lolita, mi mujer, tiene una costumbre fetichista que adoro. Le gusta quedarse como regalo cualquier prenda íntima de nuestras “invitadas” que compartimos. Ahora su particular colección adquirió una de sus mejores piezas: las braguitas de su mejor amiga, Olga.

Lolita, mi mujer, tiene una costumbre fetichista que adoro. Le gusta quedarse como regalo cualquier prenda íntima de nuestras "invitadas" que compartimos. Cualquier ropaje es válido, tanga, braguita, sostenes o incluso medias. Aunque dice que son recuerdos, bien sabemos los dos de su utilidad. Le encanta colocárselas y masturbarse con ellas.

En ocasiones le gusta vestirse completamente con sus piezas de colección. Se coloca un tanga que le traiga buenos recuerdos. Medias que le recuerden algunas piernas donde se agarraba para bucear en su entrepierna. Y acaba colocándose unos sujetadores llamativos. Incluso le encanta colocarse los "especiales", aquellos que no son de su talla. Los de talla menor los adora ya que le gusta desbordarlos con sus tetas en una camisa desabrochada. Se excita tanto que desea ser penetrada sin desvestirse y que la desborde de semen completamente vestida...pero eso ya lo iremos relatando en nuestra serie.

Ahora su particular colección adquirió una de sus mejores piezas: las braguitas de su mejor amiga, Olga.

Ella es una compañera desde la infancia. Es una chica muy menudita, tal vez no llega a 1,55m. Su estilo es bastante "hippie". Pelo corto, rubio y con una cara atractiva. Es excesivamente delgada, casi sin pecho. Por eso, nunca utiliza sujetadores. Durante sus visitas en verano se podía apreciar que no necesitaba de ellos. Su volumen era mínimo coronadas por dos pezones bien acabadas en punta. Sus piernas son encorvadas. Cualquier pensamiento sexual te puede llevar a la idea que no debe tener problemas para introducirse vergas de grandes dimensiones. Sin embargo, Lolita me comentaba de sus problemas sexuales, concretamente para alcanzar el orgasmo. Y eso le provocaba problemas a la hora de decidirse a tener relaciones sexuales.

La noche anterior al aniversario de Lolita, Olga me llamó. Estaba totalmente perdida sobre la clase de regalo que necesitaba mi mujer. Mientras me preguntaba cualquier sugerencia me apareció una duda que ya rondaba hace mucho tiempo y que nunca me atreví a preguntar. Olga y Lolita son muy amigas y supongo que comparten información confidencial de cada una de ellas. Del mismo modo que mi mujer me contaba algunos comentarios de sus problemas sexuales pues tenía la duda de si Lolita le contaba nuestras experiencias sexuales. Aproveché la ocasión para desvelarme y le contesté:

  • A estas horas ya están todas las tiendas cerradas, puedes regalarle tus braguitas!.

Olga dudó unos segundos y me dijo:

  • Bueno pero con dos condiciones.

Me sorprendió incluso que no lo disimulase y me relató las limitaciones:

  • Primero: es un regalo para tu mujer. Debe quedarte claro, ¿me entiendes?

  • Soy todo un caballero y no habrá ni tan siquiera un roce contigo.

  • Como lo has entendido, la segunda premisa es que quiero que sea una sorpresa completa. Me entregaré a Lolita con la habitación oscura...así que nada de luces.

  • Ningún problema, respondí. Pero si quieres mantener el anonimato, mejor que no hables pues te reconocerá la voz.

Así fue como sentamos las bases de su regalo.

Llegó el día del aniversario. Llegué antes a nuestro apartamento para dejar a Olga entrar en nuestra habitación a la espera de la llegada de Lolita. Como de costumbre en sus cumpleaños, ella aprovechaba para ir a la peluquería.

No tardó en llegar pero tan pronto entró se fue directa al vestidor, diciéndome que aguardara su sorpresa. Así fue, al cabo de un rato, Lolita apareció cubierta de una aureola sexual de color rojizo. Sí, como lo oís. Se presentó en nuestro comedor envuelta en un abrigo de color rojo pasión que le tapaba apenas hasta sus caderas. Dejaba al descubierto todo el contorno de sus piernas realzadas por unos zapatos con tacones altos rojos que realzaban su cuerpo. Mi apetito sexual se encendió cuando vi que se había teñido el cabello del mismo color rojo intenso de su vestimenta. Se había decorado hasta el último detalle. Uñas de manos y pies de color rojo, labios pintados de color rojo pasión que llamaban la atención sobre una cara maquillada totalmente blanca. Era toda una fuente de energía roja que empezó a moverse como si de un desfile se tratase por delante de mí.

Al tiempo que me preguntaba si me gustaba se agachó mostrándome su culito al aire para decirme que lo único que tenía era el abrigo rojo que llevaba. Moviéndose sensualmente se abrió los primeros botones y me mostró toda su espalda desnuda. Se fue dando la media vuelta muy despacio y con una sonrisa pícara me mostró todo su torso.

Noté como todo mi cuerpo se electrizaba al contemplar la imagen colorada de Lolita que al desabrocharse el abrigo, se había anclado en su cintura quedando a modo de minifalda. Allí estaba ella semidesnuda de torso para arriba con las únicas tonalidades sensuales que el color rojo ofrece, tapándose sus pechos con sus brazos. Con una postura provocativa dirigió sus manos para acabar de desabrochar el abrigo dejando a la vista sus senos. Sus pezones habían sido pintados del mismo color encarnado y a tenor de su forma acabada en puntas, Lolita estaba gozando.

Apenas pude deleitarme con sus tetas porque el abrigo cayó al suelo al ser desabrochado completamente. Lolita dio un paso lateral para abrirse y poder mostrar su sorpresa que me tenía preparada. La figura era gloriosa. Apoyada sobre unos tacones rojos aparecía ante mí una figura blanca inmaculada de mujer con tonalidades rojas en todo su cuerpo. Empezando por su cabello cobrizo, sus labios rojos pasión, sus pezones rojos marcando toda su aureola y sus uñas de color rojizo. La sorpresa aparecía en su entrepierna donde se había depilado su vulva en forma de corazón y teñida en un color que hacía juego con sus adornos: ese color era rojo, ¡un rojo mágico!.

Al igual que los lectores de esta serie, me sorprendí por su puesta en escena ya que conocemos a Lolita y su predilección por usar ropa intima en sus contactos sexuales. Esta vez lo tenía todo pensado ya que cuando supo queme había deleitado con cada centímetro de su cuerpo maquillado se acercó hacia mí diciéndome:

  • "rómpele el corazón por el día de su aniversario a tu Lolita".

Llegó al sillón donde permanecía sentado, me desabrochó la bragueta y me dejó al aire toda mi verga que desde hacía tiempo permanecía en erección. Sin prevía excitación de su raja, se sentó encima de mí y colocó mi verga en su coñito empezando a moverse para metérsela ella misma. De la mezcla de dolor y placer empezaba a gritar y no dejaba de repetir que no parase y que le partiera su "corazón". Empecé a bombearla lo mas fuerte que me permitía la posición y noté como cada penetración era menos dolorosa que la anterior debido a su flujo causado por su excitación. Lolita no paraba de gritar que le dejara su "corazón completamente roto" a la vez que dirigía sus pezones a mi boca para que le quitara el carmesí rojo.

Con mis manos le agarré por el culo para aumentar la presión de mis penetraciones a la vez que ella me agarraba con sus manos mi cabeza que saboreaban sus pechos con furia.

Así permanecimos hasta que Lolita me preguntó sobre su regalo, fue entonces cuando me acordé de que Olga, aparte de haber escuchado todo nuestro encuentro, estaba esperándola en nuestra habitación. Me ha encantado tu sorpresa pero ahora tengo otra sobre nuestra cama.

La llevé a la puerta de nuestra habitación y le hablé en voz alta para que Olga nos escuchara: "en nuestra cama te espera un "pequeño regalo".

La habitación estaba semi-oscura pero con la suficiente luz para ver cualquier silueta. Consciente que Olga no podría descubrirse hablando, abusé de mis comentarios:

  • Es un regalo para ti, así que trátala como un instrumento para obtener placer. Esta guarra es pequeña y la podrás manejar a tu antojo.

Me excitaba la idea de conocer que pasaba por la cabeza de Olga al escuchar este comentario y al hecho que Lolita no dudara ni un segundo en agarrarla para comenzar con un 69. Ambas se enzarzaron en un nudo lamiéndose sus entrepiernas.

Allí permanecí como si fuera un espectador de una teatro de sombras chinescas al contemplar las dos siluetas de dos mujeres devorándose entre ellas. El cuerpo de Lolita se observaba muy fácilmente. Estaba encima de Olga con su cabeza buceando en la entrepierna de Olga. Se apreciaba sus movimientos de cadera que acompañaban los movimientos de la cabeza de Olga colocada en la pelvis de Lolita. Me coloqué detrás de Lolita y la agarré por sus nalgas para penetrarla con fuerza a la vez que le preguntaba sobre su satisfacción por el regalo. Esperando una respuesta percibí que mis huevos fueron lamidos por una lengua caliente y húmeda. Posiblemente lo achaqué a un despiste pues Olga estaba saboreando el clítoris de Lolita al mismo tiempo que la penetraba. Olga había dejado muy claro sus condiciones del regalo. Mis dudas se desvanecieron cuando noté que una boca pequeña pero caliente jugaba con mi culito. No obstante preferí retirarme y empezar a masturbarme con las figuras que dibujaban en la penumbra los cuerpos de Lolita y Olga.

Era maravilloso podía escuchar como los gemidos de Olga iban en aumento al colocarse sentada en el borde de la cama con las piernas plegadas y completamente abierta. De entre su entrepierna aparecía la sombra de la cabeza de Lolita que se movía para no dejar que se le escapara ni un poquito de ese flujo caliente que debía emanar de la raja de Olga. La figura de Lolita era explicativa al estar en cuclillas y ver como sus enormes tetas se movían libremente por la furia de su boca en la vulva de Olga. En esa visión, Lolita se dirige hacia mi y me empieza a besar hablando en voz alta:

Mi boca sabe a "zorrita", anda cómeme la boca...

El beso era ruidoso pero delicioso. Sus labios estaban sabrosos y su boca húmeda y suave por la fricción de su larga comida de ese coñito de Olga que recién estaba apreciando su sabor. Mientras imaginaba como debía ser esa deliciosa raja que se había ofrecido como regalo, Lolita me agarró por la cintura y me acompaño hasta colocarme enfrente de Olga que permanecía en la misma posición con la cabeza hacía atrás saboreando el placer vivido. Seguí los movimientos de Lolita que se había colocado detrás de mí, muy pegada. Estaba tan cerca que notaba toda su piel sudada y sus pezones durísimos, fruto de su alto estado de excitación. Ambos nos agachamos hasta permanecer enfrente de Olga. Me cogió mis manos y las acompañó a la cintura de Olga, se acercó a mi oreja y dijo:

  • ¿te gustaría metérsela a la zorra? A tu Lolita, sí.

Pensaba en lo que pasaría por la mente de Olga en ese momento. Pero Lolita agarró mi miembro y la dirigió sobre la vulva de Olga. Sin mediar palabra, se pegó lo máximo a mi espalda tanto que notaba todavía como su raja estaba mojada y con sus manos abrazó la espalda de Olga:

  • Pues si no quieres tú, me la voy a follar yo.

Entonces empezó a empujarme y noté como sobre la punta de mi verga notaba un calor húmedo. Sin duda Olga debía apreciar lo mismo en su interior pero no se inmutó. Me dejé llevar por los empujones que realizaba Lolita que continuaba mostrando su calentura:

  • vamos, follátela duro, sin compasión que seguro que a esta zorrita le gusta.

Noté como mi verga se hacía espacio en ese coñito. Olga era pequeña y su vulva era bastante estrecha. Podía apreciar cada centímetro de fricción en su interior, cada vez que mi polla se hacía hueco para alojarse en su coño.

Lolita aceleró el ritmo de sus impulsos acorde con los gritos de Olga. En ese momento, Olga agarró con sus manos mi cabeza para tener un punto de apoyo fijo y sentir mis embestidas. Ella me metió dos dedos en mi boca y suspiraba entre gritos y gemidos. Lolita estaba excitadísima al pensar que ella llevaba el ritmo de las penetraciones y en la escena que había provacado.

  • ¿te gusta estar como un "sandwich" entre dos zorras? Córrete sobre su raja.

El coñito de Olga era de lo más estrechos en que me había alojado. El rozamiento era pleno y mi excitación era sublime al pensar que ni Olga ni yo habíamos pensado en acabar así. Lolita notó estaba a punto de llegar al orgasmo, sacó mi verga de esa vulva y me apretó con su mano con la misma presión que los músculos vaginales de Olga.

  • Vamos, Cachito, acaba tu trabajo. ¡Inunda esa rajita de leche!.

No pasó un segundo y mi primera corrida se depositó en toda la entrepierna de Olga. Lolita seguía con la misma furia su masturbación:

  • Dáselo todo, hasta la última gota que ahora lo voy a disfrutar yo.

Así fue, cuando hube acabado ellas dos se colocaron en el centro de la cama. Por instinto se entrelazaron sus piernas poniendo en contacto fisico sus dos coños. Empezaron a frotarse y a compartir mi semen entre ellas. Era frenético. Sus cinturas se tensaban y su masturbación mutua aumentaba. Yo permanecía cerca de ellas, contemplando en la penumbra ese espectáculo. El cuerpo de Olga se encorvaba más. Sus gemidos habían desaparecido para convertirse en gritos y alaridos. De repente comenzó a hablar:

  • Dios, voy a alcanzar el orgasmo...me vas a correr, Lolita, precisamente tú me vas a correr.

  • Pero si eres Olga, contestó Lolita...

La breve charla rebajó el clímax de Olga. Lolita se deshizo del contacto físico de ella y todo parecía indicar que las palabras pronunciadas por Olga la habían delatado y con ello su regalo. Pero Olga rápidamente alcanzó con sus manos la cabeza de Lolita y se la llevó hacía su vulva.

  • Voy a acabar lo que he empezado. Un regalo no puedes desmerecerlo así.

No hubo respuesta ya que Olga empezó a gritar y su cuerpo dar espasmos por la fricción de la boca de Lolita, fuente de su placer. Los gritos iban en aumento.

  • No tienes bastante con besármelo enriquecido por semen de tu marido, que además tienes que mordérmelo como a mí me gusta cuando te lo conté, balbuceó Olga.

Escuché la risa de Lolita a la vez que me indicaba que le introdujera a Olga mi pulgar por el culo y le diera algunos azotes por su comportamiento.

Me coloqué detrás de ella y empecé pegándole en las nalgas. Olga precipitó su respiración y aumentar su furia a cada azote. Le introduje el pulgar lentamente pero me sorprendió con la facilidad que se introdujo. En ese instante me acordé que Lolita me contaba que últimamente, Olga, por su problema para alcanzar el orgasmo solo se dejaba penetrar analmente.

Así estuvo el cuerpo de Olga hasta agotar sus propias fuerzas. Tiempo que me pareció casi impasible por el espectáculo de ver a Olga con esa forma de correrse. Mostraba que casi se había olvidado de lo que era.

pero Olga, si yo creía que no podías llegar al orgasmo...pero da lo mismo esa pregunta...que estás haciendo aquí?

Olga tan sólo respondió:

Bueno a lo del orgasmo...pues creo que ha dejado ser un problema. Y estoy aquí para regalarte mis braguitas y que la tengas en tu colección...este es mi regalo...

Entonces se dirigió a la mesita para coger sus braguitas que había dejado a conciencia. Solo el movimiento de llevar sus braguitas a su entrepierna dejó un aroma perfumado, dejando entrever que Olga tenía perfectamente todo planificado. Muy sensualmente, fue introduciéndose sus braguitas hábilmente con la ayuda de sus dedos y alojándosela en su interior de la vagina. Se introdujo perfectamente la prenda, a la vez que besaba a Lolita.

  • Si deseas esta pieza para tu colección tendrás que quitármela con tu boca, la misma que me ha dado ese maravilloso orgasmo.

Olga acompaño el movimiento del cuerpo de Lolita para permanecer tumbada en la cama. Olga se sentó literalmente en la cara de Lolita y abrió al máximo sus labios vaginales para que asomara el único trocito de braguita que quedaba fuera.

Se aseguró que Lolita lo tenía entre sus dientes para que con su habilidad bucal se hiciera con la posesión de su pieza de colección. Pero Olga no se lo iba a poner fácil y con sus manos empezó a frotarle el clítoris ferozmente.

Lolita estaba muy excitada y comenzó a sacar poco a poco la braguita del interior del coño, totalmente mojada por el flujo que desprendía. Comenzó a tener problemas ya que la masturbación que le infligía Olga era máxima y los gritos de placer le hacía permanecer con la boca abierta sin posibilidad de sacar completamente la prenda.

Olga cambió la modalidad de masturbación. Con una mano abrió al máximo el coño de Lolita y con la otra mano le daba golpe al clítoris, que estaba a punto de caramelo. Lolita aprovechó para sacar casi todo la braguita y pensando a la vez que a Olga le gusta utilizar el dolor en sus relaciones sexuales.

Lolita estaba al borde del orgasmo, máximo cuando consiguió sacar la prenda y caer en su cara. Alcanzó a oler una mezcla de perfume, flujo y semen que la disparó a correrse gritando de placer y aceptando el regalo que a la postre sería su mejor pieza de colección.