Lolita se llamaba Sara (y 4)

Cuarta y última parte: la discoteca y el hotel.

Raf había engañado muchas veces a su mujer, había sido un mujeriego toda su vida y el hecho de casarse y tener un hijo, por no hablar de su edad, no habían reducido un ápice su lujuria y su deseo de follar con otras mujeres, jovencitas especialmente. ¡Tantas veces había salido por la noche a discotecas, a la caza de jovencitas! Sus suegros vivían en otra ciudad y su mujer iba a visitarlos con frecuencia, quedándose con ellos al menos una noche, aprovechando los fines de semana, y muchas veces se llevaba con ella a su hijo, dejando a Raf solo en casa, con la perfecta excusa de que debía encargarse del negocio. Raf deseaba que llegara la siguiente escapada de su mujer y su hijo a ver a sus padres y abuelos respectivamente, para escaparse él a su vez por la tarde, ligar con alguna jovencita y pasar una noche de sexo y perversiones desenfrenados. Raf descubrió muy pronto que las jovencitas de los ambientes nocturnos de ciertas discotecas están deseando irse con un maduro interesante y con dinero como él, y les gusta tanto el sexo como a él. Raf no era un pervertido, por supuesto, no era ningún degenerado, pero le gustaba practicar con las chicas con las que ligaba todas esas cosas que su mujer no estaba dispuesta a hacer por vergüenza y porque se había criado toda su vida en un ambiente muy conservador, y el sexo con ella, aunque satisfactorio, era demasiado aburrido y monótono para los gustos extremadamente liberales de Raf. Su mujer suponía el amor, el sexo duro prefería buscarlo fuera.

Pero ese sábado por la tarde se sentía muy nervioso. Su mujer no se había ido a ver a sus padres, y tuvo que inventar una cena con sus antiguos compañeros del instituto para poder escaparse de casa; el que dijera que quizá no volviera hasta la mañana siguiente no supuso un problema. Pero no era eso por lo que estaba nervioso. Ni por irse a una discoteca a ligar, eso lo había hecho mil veces. Iba a encontrarse con su sobrina, y desde que le soltó dónde iba a estar ese sábado por la noche, y pícaramente le retó a que fuera él también, estaba en tensión. Lo había disimulado todo lo que pudo hasta que llegó el sábado, pero ya por la tarde, estaba demasiado nervioso y excitado, aunque afortunadamente su mujer se había ido de compras y su hijo estaba con sus amigos.

Se probó un montón de ropa, haciendo docenas de combinaciones, cosa que no había hecho nunca antes cuando salía a ligar. Al final llegó la hora que creyó conveniente para salir, y se fue con unos vaqueros negros, zapatos también negros, y una camisa azul oscuro, bien peinado y con colonia, sabía que ninguna nena se le resistiría. El problema era que no iba a ver a una nena cualquiera, sino a su sobrina, y eso le tenía totalmente descolocado.

Sara había quedado con dos de sus amigas para ir a Vértigo ese sábado por la noche y estaba completamente segura de que su tío también aparecería, lo que pudiera pasar después ya no estaba tan segura, pero por si acaso le dijo a sus padres que esa noche no iría a dormir a casa, que se quedaría a dormir en casa de una de sus amigas, excusa que nunca fallaba y que ya había utilizado muchas veces. Eligió su ropa a conciencia, pues quería que su tío perdiera la cabeza al verla. Se puso unas braguitas negras semitransparentes y un vestido muy corto de verano de tirantes, muy ceñido y ajustado a su cuerpo, sin sujetador, con un escote muy provocativo, y para rematar unas sandalias de tacón muy alto; se pintó tanto las uñas de las manos como las de los pies y los labios, un anillo en uno de los dedos de los pies, una cadenita en el tobillo, algunos adornos más en sus muñecas y dedos, el pelo suelto y su perfume favorito. Sabía que esa noche cualquier hombre la desearía, daría lo que fuera por llevársela a la cama, pero sólo había un hombre al que deseaba seducir.

Raf llegó cerca de las diez de la noche a Vértigo, no sabía si sería pronto o tarde, ni si estaría allí su sobrina, a lo mejor la insinuación de Sara no había sido más que una broma. La discoteca era muy grande, tenía tres plantas, una central con la pista de baile y dos superiores con mucho espacio para silloncitos y mesitas, varias barras, y muchos espacios oscuros e íntimos. A esas horas estaba atestada, decenas de jóvenes y no tan jóvenes se apretaban sudorosos en la pista, y deambulaban por las diferentes plantas y las escaleras, unos cazando, otros desando ser cazados.

Raf había dado varias vueltas por toda la disco sin ver a su sobrina, bebía su segunda copa de la noche, apoyado en una barra, mirando con envidia a las parejas dirigirse a los reservados, y observando a las chicas que pasaban por delante de él, todas buenísimas, provocativas, pidiendo guerra, como a él le gustaban, y más de una le había mirado sonriendo, con toda la intención del mundo, alguna incluso le había guiñado un ojo, pero esa noche, a pesar de todas las tentaciones, Raf sólo quería a una. Y al final la vio. Estaba de espaldas, con otras dos chicas, a un lado de la pista, y tardó un buen rato en reconocerla. Cuando se giró y pudo verla la cara, se dio cuenta de que era su sobrina, una diosa adolescente vestida para parar los corazones y levantar las pollas de todos los machos de ese local. Antes de acercarse a ella la repasó con la mirada, estaba impresionante, un vestidito súper ajustado con un escote por el que asomaban sus pechos redondos y grandes para su edad, se notaba perfectamente que no llevaba sujetador, como la mayoría en la disco, distinguía sus pezones marcándose claramente bajo la tela a pesar de la penumbra del local, su culo, increíble, pidiendo a gritos ser acariciado, y unas braguitas marcándose bajo la tela, sus largas piernas, sus preciosos pies. Raf se acercó a las tres chicas con un gran bulto en los pantalones.

Una de las amigas disimuladamente le dijo a Sara que había un tío mayor que estaba bastante bueno que no la quitaba los ojos de encima. Sara sonrió intuyendo que sería su tío Raf, pero no quiso mirar, y cuando su amiga le dijo que se estaba acercando, un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo.

-¿Sara?

Sara se dio la vuelta y fingió una gran sorpresa por encontrarse con él en ese lugar. Le presentó a sus amigas, que sonrieron pícaras y divertidas cuando les dijo que era un tío suyo, hermano de su padre. Se pusieron los cuatro a hablar por encima de la música, la conversación muy inconexa e intrascendente; Raf estaba incómodo, le cortaba comportarse como acostumbraba al estar su sobrina delante, y ésta no le daba facilidades, como si esto no hubiera sido más que un encuentro fortuito; las dos amigas de Sara eran tan atractivas como ella y vestían igual de provocativas, pero Raf sólo tenía ojos para su sobrina. Por fin, tras un rato del que Raf no sabía muy bien cómo salir, una de sus amigas dijo que había visto a unos chicos que conocían y las dos chicas se fueron. Sara dijo que se quedaría un poco más hablando con su tío.

Por fin estaban solos. Raf ya no quería fingir más, pero antes de que tuviera tiempo de decir nada, Sara le cogió de la mano y preguntándole si quería bailar le arrastró a la pista. Se pusieron a bailar juntos, Sara a veces se pegaba a él, otras se separaba, Raf la cogía de la cintura, de los hombros, intentaba tocarla, ella ahora se dejaba, ahora se apartaba. Jugaba con él, con su lujuria, con su deseo, era ella la que dominaba la situación. De repente se pegaba a él y dejaba que sus manos recorrieran su culo, mirándole con picardía, y en seguida se alejaba bailando. La erección de Raf iba en aumento, casi le dolía, sabía que estaba jugando con él, pero no podía evitarlo, su sobrina adolescente tenía todo el poder y él no era más que un juguete en sus manos. Sara se volvió a pegar a él, un beso suave en los labios. Más toqueteos. Raf iba a explotar de deseo. Un beso más, y su boca se abrió dejando que Raf pudiera explorar su boca con la lengua. Sara se separó y siguió bailando, como si no estuviera pasando nada. Por fin se cansó y le pidió que fueran a tomar algo.

Subieron a la segunda planta con dos copas y se sentaron en un lugar oscuro y apartado. Ya no hubo preámbulos, ni introducciones, ni juegos, Raf la rodeó con un brazo y la empezó a besar el cuello, mientras su mano acariciaba sus muslos. Su boca se fue dirigiendo a sus labios al mismo tiempo que su mano subía por su vestido hacia sus pechos. Sara ya no jugaba y se dejaba hacer, casi no había habido palabras entre ellos, ni mientras bailaban ni después, no eran necesarias, los dos sabían lo que querían y estaban dispuestos a obtenerlo. Raf acariciaba sus pechos por encima del vestido, metió la mano dentro y cogió un pezón entre sus dedos, apartó la boca hasta escucharla gemir y después la besó con deseo, con fuerza. Pero de repente Sara se apartó.

-No quiero que nos vean aquí.- Le pidió un cigarrillo y se pusieron los dos a fumar y a dar sorbos a sus copas. –Llévame a algún sitio.- Se levantaron y salieron de la discoteca, montaron en su coche y Raf se dirigió al hotel que había pensado por si todo salía bien. Sara empezó a acariciarle la entrepierna mientras conducía, sin decir una palabra le abrió el pantalón y le sacó la polla, que estaba dura desde que estuvieron bailando; la acarició con la mano, pajeándola suavemente, recorriendo con los dedos el prepucio, tocando los huevos; Raf gemía y tenía que hacer esfuerzos para concentrarse y conducir por las calles oscuras. Sara entonces se agachó, rozó con los labios la punta de la polla y la chupó, abrió la boca y la tragó. Raf soltó un gemido al notar la boca caliente y la lengua de su sobrina envolviendo su polla, sin querer pisó el acelerador y el coche pasó como una bala mientras le hacían la mamada más morbosa de su vida. Sara empezó lentamente, pero poco a poco fue aumentando el ritmo al mismo tiempo que los gemidos y jadeos de su tío y la velocidad del coche. Raf aferraba con fuerza el volante con las dos manos, los nudillos blancos por la presión, mientras la cabeza de su sobrina subía y bajaba cada vez más rápido, hasta que se corrió en su boca al tiempo que se saltaban un semáforo a más de 170 km por hora.

Sara se había tragado toda la leche que salió de su interior, que fue abundante, y siguió limpiándosela con la lengua y los labios mientras Raf reducía la velocidad. Sara se incorporó y su tío la miró, las comisuras de sus labios aún goteaban semen y con la lengua se la lamía de forma muy sensual. Por fin llegaron al hotel, Raf se guardó la polla en los pantalones como pudo y salieron del coche. Nada más entrar en la habitación se besaron con lujuria, sintiendo Raf el sabor de su propia polla y su semen en la boca de su sobrina.

Sara se dejó quitar el vestido por su tío y se quedó de pie mientras él la contemplaba, los pezones duros por la excitación; se tumbó en la cama acariciándose las tetas y el coño por encima de las bragas semitransparentes, metiendo los dedos por debajo y viendo cómo su tío se desnudaba rápidamente. Se arrodilló entre sus piernas, le quitó las braguitas deslizándolas suavemente por las piernas y acercando la nariz para disfrutar de su olor, se las separó y hundió la cara en su coño. Su lengua empezó a lamerla, arrancándola gemidos y suspiros. Su tío la lamía los labios, metía la lengua dentro, la movía frenética, daba lametazos a su clítoris, y Sara le acariciaba el pelo, se tocaba las tetas, se agarraba de las sábanas; sintió suaves mordiscos en su coño, incluso en su clítoris y explotó en un orgasmo incontrolado. Aun después de correrse su tío siguió lamiéndola, sorbiendo todos los jugos que ella producía, se incorporó y la besó la boca mientras con los dedos seguía masturbándola. Ahora era ella la que saboreaba su coño y sus jugos en la boca de su tío. Le llevó los dedos empapados a la boca y los chupó con deseo. Volvió a bajar hasta sus muslos y la elevó las piernas, repasándolas con la lengua hasta llegar a sus talones, le fue quitando las sandalias mientras avanzaba con la lengua por la planta de sus pies. Sara seguía gimiendo, su tío ahora chupándola los dedos de los pies.

-¡Nunca pensé que sería tan maravilloso, tío, no pares, sigue!

Raf fue subiendo por todo su cuerpo, recorriéndolo con la lengua, su vientre, su ombligo, sus tetas, sus pezones, su cuello, su boca, y casi sin darse cuenta sintió cómo el enorme miembro de su tío entraba en su coño, sin dejar de besarla. Tenía el coño tan mojado que la polla se deslizó casi sin esfuerzo por su interior, llenándola por completo. Sara había follado con muchos chicos de su edad, pero nunca con un hombre como su tío, ni siquiera su actual novio, nunca la habían dado tanto placer, y nunca había sentido una polla tan grande en su interior. Su tío se movía rítmica y lentamente, besándola, mordiéndola los labios, sabía que no pretendía correrse tan pronto, sólo quería matarla de placer. La polla se deslizaba fuera y dentro de su coño, recorriéndolo en toda su envergadura, hasta que con los ojos llorosos de gusto, Sara tuvo un nuevo orgasmo. Pero su tío siguió follándola lentamente un poco más, hasta que se salió, su polla goteando jugos.

-Date la vuelta y ponte a cuatro patas, como una perrita.

Aquellas palabras la excitaron muchísimo y rápidamente se situó como su tío le pedía. Sintió sus labios en sus nalgas, besándoselas, y después su aliento en la raja del culo, después su lengua, recorriendo la raja, hasta por fin detenerse en la entrada de su ano; la separó las nalgas con las manos y pegó la cara para meter la lengua dentro. Sara soltó un gemido ahogado cuando sintió la lengua lamiéndola el ano, era un placer increíble, algo que siempre había soñado que la hicieran. Giró la cabeza y vio que su tío saltaba de la cama y se dirigía al baño, volviendo en seguida con un bote de jabón líquido; se colocó de rodillas detrás de ella, y echándose el jabón en las manos le fue metiendo los dedos en el ano para mojárselo bien y dilatarlo un poco; le metió un dedo, dos, hasta tres, a Sara le dolía un poco, pero aguantó sin problemas; por fin, cogiéndola de las caderas su tío se cogió la polla con una mano y la frotó en su coño, mojándola con su humedad.

-Esto te va a doler un poco al principio, princesa, pero luego sentirás un placer enorme, quiero que aguantes como una buen putita, ¿lo harás, mi perrita?

-¡Sí, tío!, ¡sí!, ¡aguantaré como una perra, te lo prometo!

Sara notó cómo la punta de la polla de su tío se pegaba a la entrada de su ano, y por un momento dudó, pensaba que era imposible que algo tan grande pudiera entrar por su agujero trasero, pero no dijo nada, apretó los dientes y se dispuso a resistir el dolor. La polla fue entrando lentamente, deslizándose poco a poco gracias al jabón. Tras entrar toda la cabeza, Sara se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración, el dolor era como lo había imaginado, horrible, empezó a gemir de dolor pero su tío la tenía firmemente cogida de las caderas y no la dejaba moverse ni un centímetro. Su ano se iba dilatando más y más a medida que la polla entraba en su interior hasta que tuvo dentro por completo el enorme pedazo de carne de su tío. Sara mordía la almohada, empapada de babas y ahogaba sus gritos.

-Tu culo es maravilloso, princesa, ¡es una pasada desvirgártelo!, pero lo peor ya ha pasado, ya verás cómo disfrutas ahora, zorrita, en cuanto empiece a follártelo.

Su tío se había quedado quieto, con la polla toda dentro de su culo, dejando que éste se dilatara y se amoldara a ese cuerpo extraño. Intentó relajarse y sentir el miembro de su tío ensanchando las paredes de su ano, ya no se sentía tan agarrotada y cuando escuchaba a su tío llamarla princesa y a la vez putita y perrita, se dio cuenta de que se excitaba, la excitaba que la insultara. Su tío empezó a sacar la polla, pero antes de sacarla del todo, la volvió a meter, quería que su sobrina sintiera deslizarse por su interior toda la longitud de su polla; el movimiento se fue acelerando, la estaba follando el culo, y Sara empezó a disfrutarlo, como le había prometido su tío.

-¡Me gusta, tío!, ¡me gusta!

-Claro que sí, perrita, porque lo estabas deseando.

-Me gusta cuando me insultas, ¡vamos, dame más!

-¡Sí, puta, te voy a dar bien!- y clavándola los dedos en las caderas la empezó a encular con furia. Sara gemía y gritaba de placer, seguía doliéndole, pero el placer era mucho mayor, e incluso el dolor le gustaba; se movía al ritmo de su tío avanzando el culo para recibir la polla cada vez que entraba, el deseo era tan grande que sus dedos se dirigieron a su coño para masturbarse. Su tío le sacó la polla y Sara gimió desconsolada, pero en seguida la sintió entrando en su coño, sacó los dedos y los chupó con avidez dejándose follar. A Raf le empezaba a resultar difícil aguantarse, pero aún así consiguió que su sobrina se corriera una vez más entre temblores y gritos; inmediatamente sacó la polla de su coño y la volvió a meter en su culo. Ya no podía resistir más, estaba a punto de explotar.

-Sabes que no llevo condón, ¿¡dónde quieres mi leche, zorra?!

Medio histérica de placer, Sara pudo gritar entrecortada -¡En mi culo, tío!, ¡lléname de leche!, ¡vamos, vamos!

Nada más gritar esas palabras su tío se corrió dentro de su ano, llenándola de espeso y tibio semen. La dio varias enculadas violentas hasta que echó el último chorro y la mantuvo un rato más dentro de la calidez de su ano hasta que fue perdiendo poco a poco la erección. Se salió de ella, con la polla sin la dureza de unos momentos antes y goteando semen y se quedó como estaba, sudando, jadeando, de rodillas, con los muslos separados. Sara se dio la vuelta, siguiendo a cuatro patas, con el culo todo irritado y dolorido, y se acercó como una dulce y fiel perrita a la polla de su tío. La acarició con ternura y la chupó para recoger los restos de semen y dejarla muy limpia. Su tío la miraba extasiado, contemplando su cuerpo sudoroso y lujurioso, y su boca hambrienta. Cuando terminó se tumbaron los dos, Sara acurrucada y temblorosa entre los brazos de su tío. Su tío la acariciaba el cuerpo y se besaron.

-Cuando te vi en la fiesta de los abuelos me impresionaste, pero no imaginé que serías así de caliente.

-Puedo ser muy caliente, si doy con el hombre adecuado.

-¿Y yo soy ese hombre?

-Es posible

-¿Crees que… podríamos vernos alguna otra vez?

-¿Lo deseas?

-¡Daría lo que fuera!, pero debemos tener muchísimo cuidado, si se enterara mi hermano, o mi mujer

Sara había jugado con él en la disco, estaban gozado los dos, y sabía que le tenía totalmente en sus redes.

-A mí el riesgo me vuelve loca, me excita, me pone muy cachonda.

Y se echó sobre él para besarle con lujuria, acariciando su polla que volvía a ponerse a tono. Echaron un polvo más esa noche, y muy pronto por la mañana, Raf dejó en casa a su sobrina; ésta se despidió con un beso en los labios, lo que puso muy nervioso a su tío, por miedo de que algún vecino madrugador les viera. Cuando llegó a su casa se acostó junto a su mujer dormida, pero no pudo dormir, estaba demasiado nervioso y excitado por lo que había pasado; no se arrepentía, pero sabía que había cometido incesto con su sobrina, la hija de su hermano, y si se llegaba a saber, las consecuencias serían terribles. Por su lado Sara llegó a su casa escocida pero muy alegre, no siempre disfrutaba de una sesión de sexo como la de esa noche, y en cuanto se acostó se quedó dormida con una sonrisa en los labios y una mano entre los muslos.

(dedicado a Rafvallone-gracias por la idea)