Lola y sus Tacones bajo la lluvia de la Havana
Un Cubano de Miami recoge a una chica en apuros debajo de la lluvia. La lleva a casa de un amigo y la presenta como un regalo, una psicóloga... La chica complaciente se deja hacer.
Me llamo Lola y como siempre me pasan cosas subrealistas. Pero así soy yo. Estaba en la parada del P2. No venia y ya llevábamos más de una hora. Iba vestida con 3 prendas: un vestido minifalda, unos tacones y un hilo. No era apropiado que me fuera caminando bajo la lluvia torrencial pero la impaciencia me llevo por la 5ª avenida. En un momento estaba empapada.
Se paró un gran coche gris de la época de la revolución a mi lado y me invito a subir. Era un hombre grande, corpulento y mayor. Usaba palabras muy convincentes y con mucho respeto me insistío en subir para no tener que mojarme. Le pregunté, ¿y a donde iremos, si se puede saberse?
-Haremos cositas de mayores. Tengo un amigo que vive por aquí cerca y le prometí llevarle una psicóloga como regalo para sus mal de amores. Y cuando te vi sabía que eras psicóloga y le podrías ayudar. Anda sube.
- Si mi amor, da la casualidad que soy psicóloga y le podré ayudar..... subo.
Y nos dirigimos al apartamento de su amigo. Cuando estábamos en el rellano, me dijo: A mi amigo le gusta el chocolate, será mejor que te quites el vestido y te quedes con el hilo y los tacones. Ya verás que sorpresón.
Me desnude, y me sentía bellísima en tacones delante de la puerta del macho que iba a abrir. Se presentó otro tipo mayor y con muy buena presencia. Me saludo y dijo:
- Compadre, esto si que es un regalo de chocolate. Pasa mi niña no pases frio. ¿Quieres una sopa?
Y allí estaba yo en una gran casa moderna en plena Habana, tomando una sopa de pollo riquísima y dos señores que me triplicaban la edad. Fueron muy complacientes conmigo. Me atendieron de 10. El anfitrión me dijo que necesitaba terapia de una buena psicóloga. Y allí estaba yo desnuda con tacones y mi hilo diciéndole que lo mejor sería ir a la cama para empezar la terapia.
Ya en su cuarto, me ordenaba ponerme en todas las posturas posibles.... me acariciaba estando a cuatro patas, enseñándole mi conchita. Me ordenaba masturbarme estando boca arriba... el no paraba de pajearse y llego un momento que me aviso de su corrida y me la puso en mis pequeños pechos. Al momento, entro el otro macho y me dijo:
Mi niña, ¿estás bien? ¿Te a importuno mi amigo?
No, no... está bien. A sido parte de la terapia. todo OK. Ahora te toca a ti. ¿Me acompañas al baño para ducharme?
Y mi macho entro conmigo a la ducha y nos lavábamos mutuamente mientras nos besábamos con pasión. Y menuda tranca se gastaba mi macho. Era grande, gruesa y larga.... sabía que ahora venia lo mejor.
Me llevó a la cama y empezó a comer mi conchita. En un brusco giro me puso encima de él para hacer un 69. Dios, que tremendo aparato rodeándolo por mis dos manos y engullendo lo que podía de su glande. Así estuvimos 10 minutos hasta que me puso a cuatro patas y me penetro despacito. Me lleno todo mi interior con su descomunal miembro y empezó a bombear. Era un orgasmo tras otro y no veía el final.
Me dio la vuelta y siguió bombeando pero esta vez sujetando mis pequeños pechos. Conseguía meter en mi conchita aquel inmenso aparato para disfrute de ambos. Cuando la saco para correrse, los chorros me llegaron hasta la boca. Me lleno todo el pecho, tripa y cuello de su leche caliente. Fue una noche insuperable.
Y siguieron con sus atenciones hacia mí. Me llevaron a casa en su inmenso coche gris y nunca más supe de ellos.... no tenía móvil como ahora, lastima de tecnología en aquellos años. Seguro que hubiera repetido mi terapia de psicología.