Lola y su día de suerte en el concierto de Jazz

Lola es abordada en pleno concierto de Jazz por un Alemán.

Lola entró en el concierto de Jazz de Roberto Fontana. La sala no estaba abarrotada de gente y pudo sentarse en una mesa para pedirse su Ron Habana Club Añejo. Al rato, se acercó a la barra un señor muy alto, alemán como luego supo para pedirse un Gyn Tonnic. Se la quedó mirando y se presento, de forma cortes, para pedirle acompañar en la silla que quedaba vacía para escuchas el Jazz.

Después de la presentación obligatoria, empezaron una conversación interesante sobre el Jazz. Eran grandes amantes de este estilo musical y Lola se dejaba conquistar. La invito a otra copa, y otra, y al final ella acepto la invitación de ir a su casa que estaba allí cerca. Y así era, vivía el alemán a la vuelta de la esquina. Un apartamento moderno, raro en la habana, con un dormitorio y cocina.

Ella se desvistió enseñando sus pequeños pechos y ese culito respingón e invitándole a ducharse con ella. El se desvistió y lucía un aparato largo y fino con un bonito glande que apetecía chupar. Se enjabonaron ambos con besos de pasión entrecruzándose las esponjas de jabón.

Se dirigieron a la cama y lo primero que pidió el alemán bajar la intensidad de la luz, para ponerse delante de su entrepierna y empezar a chupar el exquisito néctar de su conchita. Le metía la lengua hasta dentro y le hacía gemir de placer. en poco tiempo Lola se corrió apretando sus piernas contra la cabeza del Alemán.

Ella se levantó y le hizo recostarse en la cama y le engullo su glande mientras le pajeaba con una mano. que rica esa polla grande y fina. La puso dura como una piedra. Procuraba no bajar sus labios con premura para que no se corriera. Al rato, ella se subío y se empalo a semejante falo. Le entro hasta que los huevos dijeron basta. Empezó a cabalgar y apretar su conchita y cuando al alemán estaba a punto de correrse, ella, se desencajo y se la chupo con delicadez para ponerse a cuatro patas y que fuera el quien la taladrara esa concha,

Le agarraba el culo y se movía como si el mundo se fuera a acabar, la taladraba sin piedad y ella se corría de forma seguida varias veces. En una de esas envestidas, él la sujetó de sus pequeños pechos y clavaba sin remordimientos su falo hasta el fondo. Así estuvo 15 minutos hasta que se corrió en su interior..

Se quedaron dormidos un rato hasta que Lola se despertó, se vistió y se fue sin hacer ruido. Fue la mejor sesión de Jazz que tuvo ese día.