Lola y mi tía (2)
Mi tía es cada vez más puta.
Después de la follada con mi tía y los tres oliendo a leche, jugos del coño de la ex monja y meados, nos relajamos y pregunté a Isabel:
Tita, y siendo tan zorra como eres, porque te hiciste monja?.
Tu no conociste mucho al abuelo, Javier. Pero era un cabronazo redomado, un señor muy recto y muy religioso.
Nos llevaba al cortijo cada vez que era posible. Yo tenia 16 años, había perdido la virginidad con un peón del cortijo, habíamos follado 2 ó 3 veces.
Un día estaba escondida viendo como un semental montaba a una yegua. El encargado de las cuadras la sujetaba mientras un peón hacia de mamporrero, agarraba la polla del caballo para que atinara en el coño de la yegua. Yo cada vez estaba mas caliente, así que me subí la falda y empecé a tocarme el coño. Estaba obsesionada con la tranca del caballo, era inmensa.
Cuando terminó, a mi me resbalaban coño abajo los caldos, estaba tan cachonda que cuando el encargado y el peón me descubrieron, por supuesto no les puse pega ninguna cuando empezaron a magrearme y se sacaron las pollas bien duras y brillantes. Cuando el abuelo entró en el establo y nos vio, la corrida del peón me llenaba la cara y el pollón del encargado me estaba rompiendo el culo para siempre. A ellos los despidió y si no habló con el sargento del cuartelillo para que los encerrara fue para que en el pueblo no se supiera lo que había pasado. A mi me dio una tunda con el cinto que me tuvo en la cama tres días. Cuando me recuperé me mandó directamente al convento. El cabrón buscó uno de clausura sin imaginar que allí me enviciaría aún más.
Y la afición al dolor?
Eso fue en el convento. No mucho después de llegar yo, murió la superiora y la nueva tenía una bonita costumbre. El único hombre que podía visitarnos era un cura, vicioso y depravado como la superiora. Tenía una gran polla, larga y gruesa y una gran afición: encular novicias y monjas jóvenes. Así que cada vez que nos visitaba, la superiora elegía a dos de nosotras y mientras una le comía bien comido el coño, el cura enculaba a la mamadora. La otra novicia mientras zurraba en las tetas con una vara que tenía la superiora a la que le estaba chupando el coño. La sesión terminaba con la que zurraba bebiéndose la corrida directamente del culo de la otra novicia y la monja mayor meándose en la boca de la que le había lavado el coño. Te hacia tragar todo la muy zorra. Con todo las dos novicias terminábamos cachondas perdidas y nos aliviábamos en nuestra celda. Nos follabamos una a la otra y la que le habian machacado las tetas se desquitaba castigando a la otra. Así me aficione al castigo. Por cierto, hablando de dolor, quiero anillarme los pezones para que tireis de ellos cuando me folleis.
Como Lola era esthéticienne quedamos en que le anillaríamos las tetas y la pipa en su casa cuando lo preparamos todo.
Y el abuelo, volviste a hablar con él.?
No lo volví a ver. Hasta el entierro. Me llamaba la zorra del diablo las pocas veces que habló de mi. Murió sin saber que tenía dos putones por hijas.
Como? Dos?.
Si, dos. Tu madre es tan puta o más que yo. Se folló a todo bicho con polla en el cortijo. Solo que tuvo más suerte que yo. Y por lo poco que sé tu padre tenía una gran cornamenta.
Venga ya, no me lo creo.
Te lo creerás Javier, te lo creerás cuando la estemos follando entre los tres.
A los dos días de esta charla, Lola nos avisó que esa tarde sería el anillado de Isabel. Esta la única condición que puso fue que no quería anestesia, que quería sentirlo todo. Lola le contestó:
-No te preocupes zorrón, lo vas a sentir todo. Ya lo creo que lo vas a sentir.
Por la tarde acudimos a su casa. Lola había preparado una silla grande de respaldo recto. Le dijo a mi tia que se desnudara completamente. Isabel rápidamente se quedó en bolas. La muy puta tenía los pezones durísimos y en punta y una sospechosa humedad entre los muslos. La muy zorra estaba cachonda solo de pensar en lo que le esperaba.
-Ponte a cuatro patas putita.- le dijo Lola.
Una vez estuvo en posición, Lola sacó de una bolsa una mordaza de bola. No quiero que los vecinos llamen a la policia.- Me dijo guiñando un ojo.
Una vez amordazada, Lola volvió a hurgar en la bolsa y sacó un consolador negro inmenso. Jamás había visto nada igual. Debía medir unos 28 cm de largo por 7 u 8 de diámetro. Empezó a restregarlo por el culo de Isabel y le preguntó:
-Quieres que te lubrique el culo?
Mi tía negó violentamente con la cabeza.
-Bien, tu lo has querido. Y de un solo golpe incrustó el nabo de goma en el culo de mi tía.
-Uuuuuuufffffhhhhhhh. A la zorra de Isabel se le saltaron las lagrimas.
-Ahora siéntate en la silla. Con mucho cuidado mi tía fue a sentarse, pero Lola de un empujón la hizo caer de golpe en la silla, clavándose aun más el consolador.
-¿No querías dolor?. Pues ahí tienes.
-Vamos a atarla Javier. Le atamos las manos atrás y a la silla y las piernas una a cada pata de la silla. Lola le metió un almohadón en los riñones para dejar su coño accesible y no pudiera echar hacia atrás su culo.
Isabel estaba impresionante. Las tetas ofrecidas con los pezones duros, el coño también ofrecido con la pipa hinchada y brillante. Las lagrimas corriéndole por las mejillas y un brillo de cachondez en los ojos que empezó a poner mi nabo en funcionamiento.
Lola fue otra vez a la bolsa y saco lo que quedaba. Una especie de tenazas, una aguja de hacer punto no muy gruesa, algo parecido a un hornillo, tres argollas y un bote de alcohol con gasas.
Bien, vamos a empezar. Toma.
Y me pasó las tenazas.
-Aquí se regula la presión. Me explicó. Le pillas el pezón con fuerza para que no se escape.
Casi no hubiera hecho falta, porque mi tía tenia los pezones enhiestos, pero regule las tenacillas y agarré el pezón tirando de él. Mi tía gemía con la bola cerrando su boca. Lola encendió el hornillo, calentó la aguja hasta que estuvo al rojo, la limpió con una gasa impregnada en alcohol y empezó a taladrar el pezón de la puta de Isabel. Me di cuenta que lo hacía lentamente y vi su cara de placer cuando lo hacía. Estaba gozando al taladrar la teta de mi tía. Cuando la aguja la traspasó por completo me dijo que agarrara la otra teta y sin sacar la aguja del pezón traspasado comenzó a atravesar el otro.
Cuando los tuvo ambos agujereados sacó la aguja y colocó las argollas cerrándolas. Según me explicó ya no se podrían quitar a no ser que se cortaran.
Isabel seguía babeando y soltando jugos por el coño, ya había formado un pequeño charco en el suelo.
-Espera, se me ha ocurrido algo. Fue hasta la cocina, trasteó en los muebles y se presentó con una vela. La encendió, esperó que fundiera la cera y comenzó a derramarla encima de los pezones y parte de las tetas. La puta empezó a botar y a querer gritar. La sujetamos hasta que la cera se enfrió y se calmó un poco.
Lola le arrancó la cera y aparecieron los pezones rojos como si lo hubieran asados a fuego lento.
-Ahora el coño. Agárrale la pipa.
Me agaché y quise agarrar el clítoris de mi tia pero estaba tan mojado que se resbalaba, así que cogí un gran trozo de pipa y apreté las tenacillas. Comencé a estirarlo y Lola que ya había preparado la aguja empezó a traspasarlo. Cuando la aguja asomó por el otro lado empezó a moverla y a tirar de un lado a otro. Sacó la aguja y colocó la argolla. El coño de mi tía era un lago. Soltaba los caldos a chorros, y había empezado a moquear por la nariz. Que puta y que guarra es.
Mi tía empezó a calmarse aunque le tenis que doler una barbaridad. Lola lo vio y fue hasta un mueble, volvió con una regla i diciendo:
-Quien te ha dicho que hemos acabado zorrón. Dio tres reglazos en cada pezón y otros tres justo en el centro de la pipa de la cerda. Mi tía botó, se corrió como una gorrina y como siempre cuando se relajó empezó a mearse.
No tiene remedio .-dijo Lola.
Yo estaba muy cachondo, con el nabo duro como el hiero. Me fui a por Lola, le subí la faldita, bajé su tanga y me metí su polla en mi boca. Ella me agarró del pelo y empezó a follarme la boca. Cuando ya me la metía hasta el fondo y resbalaba la saliva por todo su nabo me dio la vuelta, apoyé las manos en las tetas de mi tía , me dió algunos lenguetazos en el culo y me empaló hasta los cojones. Me empezó a follar duro mientras tirábamos de las argollas de mi tía. Yo empecé a pajearme y cuando notaba el pollón de Lola engordar, señal de que se iba a correr, me la saco del culo y ambos nos corrimos sobre la cara y las tetas de la guarra de mi tía.
Era un desastre, las lagrimas resecas, los mocos bajando de su nariz, la barbilla y hasta las tetas chorreando sus babas y nuestra leche, y en el suelo el charco de sus caldos y su meado.