Lola la amorosa madre
Cuando una infidelidad le dio alas a Lola, pudo cumplir alguna de sus fantasías; Pol, supo aprovechar lo aprendido en sus primeros escarceos y consiguió acortarse con su madre superando todos los obstáculos, en parte gracias también a unos porros que había obtenido de forma casual.
Me he levantado temprano para ir hasta el pueblo a por unos bollos de canela, algo de fruta para el desayuno y algunas cosas más; ayer hinche las ruedas de la bici y la engrasé, en los próximos días será mi medio de transporte pues me falta más de un año para obtener el permiso de conducir.
Al llegar a la panadería, la patrona me preguntó si pasaríamos toda la temporada mientras su hija sonreía y despachaba a una mujer mayor que nos miraba divertida, le respondí a la madre que entre semana estaríamos solo mamá y yo y que los fines de semana vendría papá porque este año no tomaría vacaciones hasta finales de setiembre y que de momento me tocaba ser el “amo de casa”; mamá se había fracturado un tobillo a media semana pero había insistido en que viniéramos de todos modos.
La mujer mayor salió y poco después marche a la carnicería, al entrar estaba aquella señora que exclamo al verme. — ¡Despáchalo primero que ha de cuidar de su madre que está en cama! Me sorprendió un poco pero la dependienta me puso dos bistecs, cuatro hamburguesas y una docena de huevos además de dos bandejas con seis canelones caseros cada una.
Cargue todo en la mochila y en la frutería que hay a la salida del pueblo compre naranjas kiwis y algunos plátanos, además de tomates lechuga y aceitunas para hacer ensaladas y dos kilos de patatas que siempre van bien. Al llegar a casa mamá se había despertado y al oírme trastear en la cocina me llamó, estaba desesperada y me pidió que la ayudara a ir al baño; el medico no le había dado muletas y le había prohibido apoyar el pie en el suelo ya que la rotura era muy mala y recomendó reposo absoluto; le habían puesto una aparatosa férula en lugar de yeso.
Me quedé esperando junto a la puerta y cuando estuvo le dije de llevarla en brazos a la cocina, pesa menos de cincuenta kilos pero prefirió que la llevara a caballito pues temía que cayéramos los dos y nos lastimáramos, la cargue y troté haciendo el ganso hasta llegar a la cocina, cuando la deposité en el suelo me dio una zurra cariñosa llamándome. ¡Tonto!
Mientras desayunábamos le conté lo que había comprado y le dije que estaba guardado todo en la nevera, a mediodía ya me diría si prefería comer canalones o bistec y una ensalada.
Me dijo que ya veríamos luego, que en ese momento le apetecía tumbarse un rato al sol antes de que apretara; quería tomar color y era mejor comenzar con calma para no quemarse en las horas de más calor. La saque al jardín y la dejé en una tumbona junto a la piscina, abrí una sombrilla y acerque una mesa para dejar lo que necesitara, llené una pequeña piscina de plástico que tenemos para remojarnos cuando el agua de la piscina aún está demasiado fría.
Me pidió que la ayudara a sacarse la camisola que llevaba y quedó con los pechos al aire y me pidió que retirase la braga del bikini; desde que recuerdo siempre ha hecho toples y cuando estamos lejos de conocidos o en nuestra piscina hacemos desnudo integral por eso no me extrañó que lo pidiera pero si la reacción que tuve, o mejor sería decir la forma en que mi organismo reaccionó.
Me sorprendí con una tremenda erección y antes que me viera tan solo se me ocurrió decirle. — ¡Tapate los ojos! Los parpados no son suficientes para protegerlos del sol directo y le puse una toallita de manos sobre ellos y al instante me dijo. — Ponme crema por favor, sabes que me molesta mucho tener las manos pringosas y que siempre me las lavo después de ponerme y poneros a ti y a tu padre, y no creo que tengas problemas con eso, imagino que la crema estará en el neceser pequeño junto con los perfumes y la colonias que aún no he colocado en el baño.
Entré en la casa y traje la crema además de su móvil que dejé a su alcance diciéndole. — ¡Como no tenemos campanilla hazme una perdida cuando me necesites! Acto seguido comencé a ponerle crema por el rostro, el cuello, los hombros y… en los pechos aunque al principio me costó un poco pensé que sería peor para los dos que me hiciera el remolón aunque confiaba en que no apartara la protección y viera como me estaba poniendo.
.- Estaba claro que poco a poco se iba soltando y quizás por fin lograra que se decidiera de una vez por todas a cumplir con esa fantasía que tengo desde hace tanto tiempo.
Llegue al vientre sin demasiados problemas y entonces fue cuando la cosa se complicó, no podía apartar la mirada de su vulva totalmente depilada, y ver sus sonrosados labios vaginales me estaban poniendo a mil y decidí continuar comportándome de la forma que se esperaba, fui pasando la mano con la crema e ignorando los pequeños espasmos que le provocaba; no tenía muy claro si ella también estaba pasando un momento de tanto apuro como yo o solo trataba de aguantar las cosquillas que le hacía de forma involuntaria.
Noté como se alteraba su respiración y su pecho subía y bajaba mucho más que cuando comencé, pasé a las piernas en cuanto pude y fue un alivio al menos para mí aunque ella siguió alterada hasta después incluso de decirle que había terminado y que iba a lavarme dentro y me quedaría leyendo a la sombra un rato; le recordé que me hiciera una llamada perdida si me necesitaba y me encerré en el baño para aliviarme; reconozco que nunca me había pasado nada semejante pero las cosas habían cambiado mucho para mí en los últimos meses.
Desde entonces la miraba más como mujer que como madre y me preguntaba si eso estaría bien, leí algunas cosas en internet, relatos primero, opiniones y estudios después, llegando a la conclusión que independientemente de considerarlo bien o mal existían muchos casos de relación carnal entre parientes de todo tipo, y aunque eso no solo afecta a los directamente implicados y por tanto hay que tratarlo con precaución estaba seguro que eso no era algo que llegara a darse entre nosotros, pero me excitaba verla y pensar el ella como mujer; me quedé tumbado en el sofá un rato sumido en estos pensamientos hasta que sonó mi móvil.
Salí al jardín con el bañador abultado otra vez, había pasado una hora o más desde que me había aliviado pero estaba burro de nuevo; mamá me dijo. — ¿Por qué no bajas a la playa un rato? Seguro que encontraras a algunos de tus amigos de años anteriores y yo estoy bien aquí si me ayudas a sentarme a la sombra; ahora ya calienta mucho el sol para seguir tostándome. Ni siquiera lo consideré, no pensaba dejarla sola y ya bajaría el fin de semana cuando papá la acompañara — ¡No mamá! No me voy, después de ayudarte a sentar en una silla a la sombra me daré un baño en la piscina pero no quiero dejarte sola y además, después te protegeré esa pierna para que no se moje y te daré un baño con agua templada al sol para enfriarte un poco el cuerpo.
La salpique sacudiéndome el pelo mientras soltaba pequeños grititos en medio de risotadas, después me acerque con una regadera llena de agua tibia y le fui rociando el cuerpo, sus pezones se empitonaron y pensé que quizás no fuera por el frio; cuando miré, el capullo me asomaba por la pernera del bañador pero no le di importancia precisamente para que ella tampoco se la diera.
Dejé que se secara y cuando la monté a caballito para entrar en casa otra vez notaba sus hirsutos pezones clavándose en mi espalda y eso me calentó otra vez mucho más que en toda la mañana, realmente estaba resultando un día extraordinario en todos los aspectos. Le acerque lo necesario para que preparara una ensalada porque prefirió comer los bistecs.
Bajé a la bodega a por una botella de vino tinto; papá es aficionado al buen vino y lo compra por cajas; cogí también varias botellas de cava para poner en fresco y aunque normalmente apenas bebo mientras comíamos me serví dos medios vasos y mamá tomo el resto.
Después de tomar un café la llevé a hacer la siesta y también yo me quedé dormido hasta muy avanzada la tarde, al despertarme fui a verla y la encontré despierta y nerviosa, al verme trató de poner buena cara. — Pienso que es mejor que le diga a tu padre que me venga a buscar, te estoy dando mucho trabajo y estoy histérica; esto de no poder hacer nada me está volviendo loca y no quiero tener una crisis de ansiedad.
Para tratar de calmarla le dije. — No es necesario que nos marchemos y además ¿Quién te cuidará en casa? Si prometes no hacerme preguntas puedo ayudarte con lo de la ansiedad. Me miró y asintió sonriendo. — ¡Lo has de prometer! de otro modo no puedo decirte nada.
Con cara de fingida resignación me dijo que me lo prometía pero que la sacara al jardín, quería que le diera algo de aire y ver si se tranquilizaba un poco.
La monté a caballito; ya se había convertido en la mejor forma tanto de transportarla como de ponerme caliente como un mono y después de sentarla me quede mirándola unos instantes. — ¿Cuándo te fumaste un porro por última vez? Arrugó el morro y preguntó. — ¿De qué me hablas? No recuerdo haberte dicho nunca que haya consumido. Le coloque un dedo sobre los labios y le recordé. — Nada de preguntas, lo has prometido, pero insisto; necesito que me digas cuando consumiste por última vez y que notaste entonces.
Con cara divertida me confesó. — Hace unos cuatro años de la última vez, anteriormente fumábamos algunos petardos juntos de vez en cuando pero cuando a tu padre le entro la vena sensata dejó de traer hierba y una compañera del gimnasio me enseñó unos porros que había encontrado en casa que ninguno de sus hijos reconoció como suyos; pensaba tirarlos y me los ofreció cuando le comenté que había fumado algunos tiempo atrás; en cuanto a lo que sentí, como siempre una sensación de paz y tranquilidad, suelo tener muy buen rollo y siempre me han sentado muy bien.
Entré en la casa y aparecí con la pequeña mochila que llevo cuando voy a la playa o a pasar la tarde al campo con mis amigos, vacié su contenido sobre la mesa que acerque para que mamá pudiera verlo con detalle; una cachimba, dos libritos de papel de fumar, varios mecheros, un paquete de Winston, una maquinilla semiautomática de liar, tubos vacíos, tijeras, papel blanco y un tarro de cristal hermético lleno de cogollos de mariguana, mamá me miró con curiosidad y le dije. Sírvete ¿Cómo prefieres hacerlo? — ¡No! Hazlo tú que para eso eres el anfitrión en esta fiesta.
Abrí el tarro y saque lo que imaginé sería suficiente para comenzar, con las tijeras y sobre una hoja de papel lo fui picando ante la atenta mirada de mamá que observaba en silencio sin perder detalle; vacié tres cigarrillos y preparé el primero de los canutos en la maquinilla, primero un poco de tabaco solo, a continuación una mezcla de tabaco y hierba y después otro poco de tabaco, lo prensé lo justo y cerré la maquinilla, desplace la corredera y quedó el primero hecho, repetí la operación hasta tener seis y entonces le ofrecí uno a mamá.
Le acerque un mechero y encendí también uno yo, su curiosidad era mucha y me miraba con intensidad; me consta que le costó mucho aguantarse pero encendió su peta al que daba lentas y profundas caladas, después de la tercera exclamó. — ¡Qué bueno! Lo cierto es que lo necesitaba, recordaba lo mucho que me relaja pero no se me había ocurrido. Gracias.
Estuvimos en silencio hasta terminar ese primer porro que era flojito; solo para ir entrando en calor pues no me gusta pillar el cebollón de golpe; prefiero que vaya subiendo despacio y disfrutarlo.
— Ya sé que te prometí no preguntar, es solo por satisfacer mi curiosidad y no pienso recriminarte nada, pero ¿Me puedes explicar cómo has conseguido todo esto? No es barato y no te damos dinero en exceso ni lo pides, tampoco falta nada en casa. ¿De dónde lo sacas para pagarte este vicio?
Mamá estaba esplendida, oscurecía pero sus ojos brillaban como rubís en la penumbra y se miraba las manos para no intimidarme supongo; yo estaba recordando esa mañana mientras le ponía la crema y me estaba poniendo burro otra vez; mientras preparaba otros dos porros le respondí.
— Poco después de navidades, Liliana, una compañera de clase que tiene casi veinte años me pidió ayuda; marcho con catorce a Colombia para pasar dos con la familia de su padre y retomó los estudios a su regreso; una tarde la vi llorando y le pregunté que le pasaba, me dijo que si no presentaba un trabajo antes de finales del mes próximo tendría problemas, me ofrecí a ayudarle y aceptó.
Fuimos a la cafetería que hay frente al instituto y como sobre el tema que le interesaba había descartado un trabajo para presentar otro mejor, se lo ofrecí con la condición de que lo reescribiera para evitar que el profesor lo identificara y nos sancionaran a los dos, le pasé por e-mail el trabajo en imágenes jpg, de modo que tuvo que escribirlo a mano y después pasarlo a un documento para imprimirlo y poder presentarlo.
Mamá había encendido ese segundo porro y me pidió que le trajera algo para beber. Descorche una botella de cava y la puse en un cubo con hielo; cuando me vio aparecer con las copas y el cava estalló en una sonora risotada; al parecer la hierba le estaba sentando la mar de bien; serví dos copas y después de encender mi porro continué donde lo había dejado.
— Liliana presentó el trabajo poco antes de que expirara el plazo y el profesor quedó contento; me alcanzó cuando marchaba para casa y me estaba dando las gracias besándome en la mejilla cuando apareció su novio que me agarró la capucha de la sudadera gritando. — ¿Qué haces enano? ¿No sabes que esta es mi chica?
Liliana le gritó airada. — ¡Cálmate capullo! Este es el chico que me ha ayudado con el profe de ciencias; tienes que pagarle y así cuando necesite que me ayude lo hará encantado. El tipo me soltó y respiré, los acompañé hasta el coche de él porque ella me llevaba de la mano mientras él la abrazaba y al llegar le preguntó. — ¿Cuántos? A lo que Liliana respondió. — Creo que con diez serán suficientes por esta vez, la siguiente si es que la hay ya veremos.
Lola seguía escuchando con atención mientras pensaba.
.- Este crio es una mina. ¿Cuándo se decidirá por fin? Parece con ganas pero le falta determinación, si no pareciera que tengo el tobillo roto le pediría bailar para al menos notar su paquete contra mi cuerpo, pero no quiero forzarlo y que se asuste o se sienta incómodo.
Me dio un paquetito de papel y cuando fui a mirarlo me dijo ella que lo hiciera en casa o donde me pareciera pero a solas y se marcharon con el coche, al llegar al parque vi que se trataba de cigarros semejantes a estos, y cuando encendí uno me dio el olor y ese fue mi primer porro que además disfruté en solitario; al día siguiente Liliana me dijo muy seria. — Si no quieres los porros tíralos, pero no se los des a nadie o no te lo sacaras de encima y te exigirá que le des más, te lo digo porque conozco el tema muy bien. Le agradecí su consejo y los guardé para ir fumándolos de vez en cuando.
— Al parecer comentó con alguien de su confianza lo del trabajo y sin entrar en detalles te diré que antes de fin de curso he hecho trabajos para otras ocho chicas, seis de las cuales me han pagado a través de Liliana con hierba fresca como la que puedes ver en el tarro, tengo otro igual en casa para cuando se termine esta.
Lola, después de apurar su copa y alargarla para que la rellenara intervino mostrando un gran interés.
— ¿Y las otras dos como te pagaron? Porque sospecho que no lo hiciste gratis, tenías que mantener tu prestigio.
Dudé al principio, pero pensé que quizás fuera una buena manera de entrar en situación y añadí. — Como las otras dos no tenían dinero para pagarme del modo convencional, Liliana acordó con ellas una tarifa adecuada; sugirió que fuéramos a la casa de su novio donde Inés fue la primera y me hizo una mamada antes de darle el trabajo y otras dos después de entregado como resto del pago; con Marta no fue necesario ni hablarlo ya que conocía por Inés las condiciones; posteriormente nos hemos visto más veces sin necesidad de hacerle ningún trabajo a pesar de que Marta sale con un chico muy formal según cuenta entre risas mientras juego con sus pezones.
A Lola, le brillaban los ojos como ascuas cuando encendió el tercero de los porros, hacía más de una hora que habían comenzado a fumar y ya estaba más que eufórica; Pol también se sirvió otra copa de cava y entró en la casa a por otra botella, le apetecía tomar un poco más y estaba claro que esa noche no cenarían, con los porros se le había quitado el hambre y suponía que a su madre también.
Cuando apareció con el cava, Lola le tendió la copa y dio una fuerte calada a su porro que estaba llegando al final, tomó un sorbo y musitó ronroneando como una gata en celo.
— Me apetece bailar. ¿Serás capaz de aguantarme sin que apoye el pie en el suelo? Y desde ahora que somos colegas, preferiría que me llamaras Lola en lugar de mamá al menos cuando estemos solos, suena mejor cuando se comparten cosas tan especiales.
Entré en la casa y puse un Cd con baladas, al salir la ayudé a ponerse en pie y la abracé alzándola lo suficiente para separar sus pies del suelo un palmo, sujetando sus nalgas para que no resbalara; con su cabeza apoyada en la mía sus pezones parecían querer atravesarme la piel, notaba su respiración en mi cuello y mi verga palpitar contra su sexo, me sentía mucho más excitado de lo que he estado nunca y sin pensar busque sus labios.
Besarnos fue el principio de una velada inolvidable, fabricábamos los besos como si fuera lo único que hubiéramos hecho desde el principio de los tiempos y notar nuestros cuerpos tan unidos como si fuera uno solo era la mejor de las recompensas; mis brazos no podían soportar más tiempo ese esfuerzo y la solté en el suelo donde se apoyó con el pie sano, me di la vuelta la cargue a caballito y entramos en la casa, nos acomodamos a oscuras en el sofá donde permanecimos arrullándonos hasta que de madrugada la llevé a su habitación.
Salí sin que me lo impidiera aunque en su mirada vi tanto deseo o más que el mío propio pero no quise forzar la situación y ella tampoco; habíamos roto una gran barrera y pensaba seguir por esa senda a no ser que por la mañana la culpa en alguno de nosotros fuera demasiada.
.- Espero no haberlo asustado, me habría gustado que se quedara pero es mejor que sigamos mañana donde lo hemos dejado hoy; quiero tenerlo como hombre pero no tengo prisa.
Lola, tardó mucho en dormirse recordando los mejores y más excitantes momentos de la jornada, como le puso la crema por la mañana, la visión con los ojos entrecerrados de la extraordinaria erección de Pol y lo sucedido esa tarde noche. Pol también tardó en dormirse y sus pensamientos no eran muy diferentes aunque no quería precipitarse, recordaba las instrucciones que le dio Liliana cuando concertó para él el primer pago por parte de Inés. — No seas impulsivo, deja que el asunto fluya a tu alrededor y se paciente, de ese modo obtendrás mucho más de lo que puedas imaginar.
Resultó ser lo mejor; Inés no necesitó instrucciones para hacerme ver el firmamento; ya me esperaba cuando entré en la casa y me llevó a la habitación que Liliana le indicó que podíamos usar, comenzó a desnudarme rozando mi cuerpo con sus dedos para excitarme como si fuera su única misión en la vida, después hizo un estriptis muy sensual conservando solo un diminuto tanga y comenzó a realizar su magia; dios, fue sensacional la forma en que lamia arriba y abajo, me hizo tumbar en un sofá para que observara como me hacía disfrutar.
Ver como su cabeza se movía mientras una de sus manos aguantaba mi verga y la otra jugaba con mis huevos fue insólito y cuando por fin exploté entre sus labios, se esforzó tanto en evitar que se perdiera nada que lo comprendí; para ella no había sido un sacrificio, más bien un premio del que disfrutó en repetidas ocasiones.
¡Mañana! Mañana será un día decisivo, estoy convencido del resultado favorable, estuve mirando recetas de cocina en internet hasta que me venció el sueño aunque me desperté temprano; sin avisarla marche con la bici al pueblo y compré colitas de rape, sepia, gambones, almejas y mejillones para preparar una caldereta de pescado, según indicaba la receta que escogí precisa una hora para la preparación pero quería demostrarle a Lola. ¡Qué bien sonaba eso! Que era capaz de hacer cuanto me proponía.
Compré también mantequilla y mermelada además de bollos para el desayuno y pan para que no nos faltara, en una tienda de ultramarinos compré queso de cabrales para hacer crema, unas lonchas de cecina cortada muy delgada y unos encurtidos que aunque vinagrosos sé que le encantan; se me ocurrió pasar por la farmacia a por unos preservativos pero descarté la idea para no parecer ansioso, si los necesitáramos porque “Lola” no tomara otro tipo de precauciones ya iría a por ellos; de regreso en casa guarde la compra y antes de despertarla preparé la crema de queso deshaciendo el cabrales con el mismo vino blanco que después emplearía.
Puse los encurtidos en aceite de un grado para quitarles un poco de la fuerza y preparé unas tostadas para untarlas con tomate y acompañar la cecina cuando fuéramos a comerla.
Cuando fui a la habitación ya estaba despierta y en cuanto me vio le cambió la cara, me miró con dulzura y palmeó la cama a su lado, me senté y tiró de mí para besarme y darme después los buenos días. La ayudé a ir al baño y me quedé junto a la puerta esperando que me avisara para salir, la llevé a la cocina y le pregunté si prefería tostadas con mantequilla y mermelada, o bollos de canela recién hechos, se decidió por los bollos y mientras desayunábamos me preguntó que comeríamos a mediodía, cuando le hablé de la “caldereta de pescado y mariscos” se le iluminaron los ojos y no pudo por menos que preguntar.
— ¿Estás seguro que quieres preparar eso? No puedo ayudarte porque no lo he hecho nunca, pero lo comeremos quede como quede; malo seguro que no si evitas poner mucha sal o cualquier otro condimento fuerte. Le aseguré que le gustaría y me pidió que la sacara al jardín, echada en la tumbona la ayudé a desnudarse y me dispuse a ponerle crema pero me interrumpió.
— Supongo que podemos seguir siendo colegas. Ayer me calmó mucho la hierba que me diste. ¿Me invitarías a algún porro para pasar la mañana? Ya sé, pensaras que soy una aprovechada gastando lo que tanto te ha costado conseguir pero es que me sentó tan bien que no quiero que la tristeza y la depre me atrapen.
Entonces recordé; solo había fumado con anterioridad estando con Inés y Marta después de que me hicieran ver el paraíso; las invité a unos porros y como la hierba que me pasaba Liliana directamente como pago por los trabajos que hacía era de primera, quedaron francamente agradecidas a pesar de que el mayor beneficiado consideraba que era yo; esos trabajos me servían para mejorar en los que hacía para mí y me esforzaba más para poder llegar a todo.
No había pensado comerciar con la hierba y siguiendo las indicaciones de Liliana nada de regalarla de forma indiscriminada, solo a aquellas personas que lo considerasen pago por algo o muestra de amistad y en ese momento mi mejor amiga era Lola. — ¡Te apartaré del sol! no quiero que te de un patatús.
Dicho esto acerque una sombrilla que coloque de modo que solo le diera el sol en los muslos y entre en la casa a por la mochila y antes de salir me hice una manola porque estaba súper excitado; al salir coloque lo necesario sobre la mesa y le dije que lo preparase ella; quería ver sus habilidades y se lució, con destreza lió un porro solo con un poco de tabaco junto al filtro y lo demás con apenas unas briznas, lo encendió y dio una profunda calada que retuvo cuanto pudo soltándolo lentamente mientras tarareaba una melodía incomprensible.
Me miraba con los ojos entornados y alargó la mano para que me acercara, me puso el porro entre los labios y aspiré un poco; estaba endemoniadamente fuerte pero parecía no afectarle, siguió aspirando cada vez con más ímpetu y pronto lo liquidó, sus retinas eran minúsculas y se pasaba la lengua por los labios como si tuviera sed, al preguntarle me dijo que le apetecía tomar algo pero solo si yo la acompañaba.
Eran poco más de las diez de la mañana y hasta pasadas las dos no me pondría a guisar, tenía tiempo de tomar algo y que el cebollón se me pasara al menos lo suficiente como para poder preparar la comida. Descorche otra de las botellas de cava y serví dos copas; Lola apuró la suya de un trago y la alargó para que la rellenara, entonces y después de dar otro sorbo musitó. — ¡No quiero ser una aprovechada! Pon unas toallas en el suelo y ayúdame a colocarme en ellas, quiero que tomes el sol junto a mí aunque solo sea en medio cuerpo como hago yo.
Lo hice sin saber muy bien que pretendía, estaba divina y esa imagen hizo que me excitara tanto como la mañana anterior aunque en esta ocasión no intenté disimularlo y cuando tiró de mi bañador para que lo sacara no traté de impedirlo y quedamos muy juntos desnudos y mirando la sombrilla que nos protegía el torso y poco más, se giró hacia mí y comenzamos a besarnos.
Lola estaba mucho más excitada que yo o eso pensé por la forma en que parecía querer comerme, noté su mano acariciándome la verga que rápidamente reacciono; había follado solo en un par de ocasiones y fue con Marta porque según decía; su novio era muy serio y la respetaba tanto que no quería tener sexo antes de irse a vivir juntos o casarse, algo que a mí me iba de perlas para gozarla, y a ella, porque la discreción por mi parte estaba asegurada.
Lola me estaba pajeando y comencé a acariciarle los pechos tal y como hacía con Marta, los jadeos de Lola me estaban poniendo a mil; también ella se estaba recalentando más y más hasta que por fin exclamó. — Cúbreme con tu cuerpo, quiero sentirlo todo en mi pero no quiero moverme demasiado para no fastidiarme el tobillo; si no lo haces tú tendré que hacerlo yo y serás el responsable de mi recaída.
Hice lo que quería y nuestros cuerpos se acoplaron de forma magistral; sus manos entre ambos se afanaban en acariciarme; separé lo suficiente la pelvis para que pudiera guiar mi verga a su cueva, apoyó sus manos en mis cachetes y me hizo aplastarme contra ella aguantándome al fondo mientras susurraba. — Permíteme pagarte como esas chicas de las que me hablaste, quiero hacerlo y si después quieres pararlo lo entenderé aunque sufra por ello.
No respondí, la bese y ahí comenzó la mejor realidad de mi vida; fui moviéndome lentamente porque no quería ser en absoluto brusco ni aparecer como el dominante en esa unión; quería que ese momento no terminara, estar con ella era con lo que tantas veces había fantaseado y estaba pasando, comenzó a jadear y sus ojos se nublaron igual que la vez en que Marta se desvaneció entre mis brazos unos instantes en medio de un tremendo orgasmo y al recuperarse me dijo muy alegre. — ¡Eres el primero! El primero que logra hacerme perder el mundo de vista y me tendrás siempre que quieras.
Me concentré para intentar evitar correrme, y cuando Lola comenzó a suspirar trabajosamente supe que ella también sucumbiría; seguí con mis pausados movimientos mientras ella rodeaba mi cintura con la pierna sana y me apretaba contra si moviendo la cabeza a los lados en el que reconocí como su primer orgasmo; traté de seguir a pesar de que cada vez sus jadeos eran más trabajosos y sus suspiros más y más profundos hasta que su cabeza quedó quieta y la presión de su pierna disminuyó así como la de sus brazos.
Estaba hecho; había conseguido hacerle perder el sentido; solo habían sido unos segundos y tuve que parar porque de otro modo me correría y llegados a este punto pensé que lo mejor era esperar que reaccionara, sus ojos me miraban extrañada y le costó mucho articular las palabras que quería emplear y por fin oí. — ¿Qué me has hecho? Es algo que nunca había experimentado pero quiero más, mucho más, es mucho mejor que todos los porros que he fumado aunque pudiera disfrutarlos juntos. Dicho esto me abrazó con fuerza y sollozando añadió. — ¿Qué pasará ahora? ¿Piensas apartarme; consideras que he abusado de ti?
La besé de la forma más tierna posible y le dije cuando me aparté un poco. — No me siento agredido y ahora solo quiero saber si podemos continuar para que también yo llegue al clímax.
Comenzó a moverse de lado y supe que había llegado tan esperado momento; era mía y lo seria mientras ambos quisiéramos, solo había un impedimento ¡Papá! Pero de eso ya hablaríamos en otro momento; era martes y hasta el viernes no lo esperábamos.
Proseguí con mis embestidas lentas y profundas hasta hacerla llegar a otro orgasmo que sin ser tan escandaloso, sí que fue tanto o más intenso que el anterior, pero en este caso no me racioné y dejándome ir comencé a soltar descargas de semen que inundaron sus entrañas de forma exagerada; había sido una buena idea descargar antes para aguantar más antes de soltar esa segunda eyaculación.
Lola boqueaba con los ojos humedecidos, nos besamos hasta que me dolieron los labios y al intentar apartarme me pidió que permaneciera un poco más y según sus palabras; esa opresión que notaba sobre su cuerpo la hacía sentir viva y eso era lo que necesitaba en ese momento. Por fin me levanté y al preguntarle si quería ir al baño para asearse replicó que deseaba sentir dentro de sí la simiente que había depositado si bien era del todo inofensiva; supuse que tomaba algún tipo de anticonceptivo y simplemente entré en la cocina para preparar la comida.
Enjuague el rape que la pescadera ya había des espinado y troceado mientras en una cazuela de barro se calentaba el aceite para preparar el sofrito; en otra cazuela puse las almejas y mejillones lavados con un poco de agua para que se abrieran mientras pelaba los gambones, las cascaras y cabezas las puse en una sartén con algo de aceite y les di una vuelta para que soltaran su jugo y después de chafar las cabezas para que soltaran toda la sustancia añadí el caldo que había soltado el marisco y un poco de agua, lo dejé cocer todo junto un poco y lo colé dejando el suco en un tarro, limpie con un papel de cocina la sartén que necesitaría poco después.
El aceite de la cazuela ya estaba caliente y puse la cebolla troceada; joder como pican los ojos, la sofreí hasta dejarla bastante hecha, añadí pimiento y zanahoria picado muy menudo para que se notara el sabor pero no los pedazos, salteé un poco la sepia troceada y lavada, en la sartén que había empleado para sofreír las cascaras de los gambones; añadí también ajos y almendras tostadas picadas en un mortero y lo eche todo en la cazuela grande, añadí tomate rallado un poco de azúcar por aquello de la acidez; en un buen chorro de vino blanco diluí dos cucharaditas de pimentón dulce y una de picante, lo repartí por toda la cazuela y dejé que se consumiera durante unos diez minutos meneándolo de vez en cuando.
Añadí el rape y las almejas y mejillones sin cascara, dos minutos después coloque los gambones para adornar y que se terminaran de hacer con el caldo que se fue consumiendo en los tres minutos más que mantuve la cazuela en el fuego. Lo retiré y lo saque a la mesa, mientras reposaba puse los servicios de mesa y unté las rebanadas de pan con tomate, coloque la crema de queso en un bol y metí todo lo que había empleado en la fregadera, oí como Lola me llamaba y salí al jardín.
Su sonrisa lo ilumina todo y me dijo. — ¿Eso que huele tan bien es lo que has preparado? La ayudé a incorporarse y la llevé a caballito al baño, se lavó y después me pidió que la llevara a su habitación, eligió un elegante vestido que se puso sobre la piel desnuda y mirándome exclamo. — Para un banquete de esa categoría no puedo vestirme de cualquier forma. Salimos al comedor y cuando quedó aposentada en su silla esperó a que le sirviera unas rebanadas de pan con tomate con la cecina encima, unté unas tostadas con la crema de cabrales y le acerque la bandeja con los encurtidos, al verlos se relamió como una chiquilla y rompiendo su férrea etiqueta los cogió directamente con los dedos.
Olfateaba la caldereta y ponía caritas como si fuera una criatura, estaba tanto o más entusiasmada que yo; comimos los entrantes regados con un vino de rioja muy seco pero es que todo era fuerte y resultaba de lo más indicado, una vez más había sabido sacarle partido a la información contenida en internet y es que está todo y solo es necesario saber buscar.
Después serví la caldereta; unos pocos pedazos de rape, unas almejas y mejillones y unos trozos de sepia, dejé para el final los gambones que como en la cazuela puse encima de todo, realmente la presentación era espectacular pero me sorprendí al probarlo, estaba tremendo y eso que prefiero la carne al pescado; me quede mirando como Lola saboreaba cada bocadito; lo mordisqueaba ligeramente como si quisiera extraerle todo el sabor; estaba disfrutando y verla me hacía disfrutar a mí, serví vino de aguja; un blanco de Alella fresquito que combinaba muy bien con el pescado como suelen decir y que también encontré en la bodega.
Terminó su primer plato antes de que yo llegara a la mitad y se sirvió otro tanto eligiendo y guardando la misma proporción que guardé yo la primera vez y mirándome preguntó con mucha sinceridad. — ¿Cuándo y dónde aprendiste a hacer esos platos tan exquisitos? Le contesté con igual sinceridad que lo había consultado en internet y que era la primera vez que entraba en una cocina para algo más que preparar un desayuno o hacerme un bocadillo. Divertida añadió. — Pues te ha quedado divino, espero que me cuentes como lo has hecho pero no hoy, prefiero disfrutarlo aunque después pasemos una semana para dejar la cocina en condiciones.
Comí mucho menos que ella que disfrutó hasta la última cucharada, nos quedó suficiente para comer otra vez y me recomendó guardarla en la alacena tapando la cazuela con un paño en lugar de en la nevera y con papel de aluminio o de esos que llaman de film; no lo dejan respirar y podría estropearse, la intención era comerlo al día siguiente.
Preparé café y mientras se hacía puse los platos en el lavavajillas y los demás cacharos en remojo, tuve tiempo de fregar la sartén y el cazo y me propuse lavar la otra cazuela cuando recogiera las tazas del café y acostara a Lola para que hiciera la siesta.
Después de tomar el café insistí en que se acostara a descansar y aceptó a condición de que también yo me acostara para “descansar un poco” junto a ella según sus palabras; recogí la cocina, fregué los cacharros y con el manual de instrucciones puse en marcha el lavavajillas.
Al verme aparecer en su habitación se le iluminaron los ojos que miraban con ternura como me desnudaba, me acosté junto a ella que se abrazó a mí y sin darme tiempo a reaccionar comenzó a besarme; hicimos el amor despacio viviendo intensamente cada instante y desgranando las sensaciones que cada vez eran más y más fuertes, en varias ocasiones conseguí hacer que se viniera pues era tal su entrega que después del primer orgasmo los siguientes aparecieron sin apenas esfuerzo por mi parte.
Sonaban las ocho de la tarde en el campanario del pueblo cuando coincidimos en un tremendo orgasmo que nos dejó sudorosos y derrotados, al rato la llevé al baño y la ayudé a darse una ducha retirando la férula y sujetándola para evitar que apoyara el pie en el suelo; después de secarla la llevé a la cama otra vez y le coloque la férula prestando mucha atención para que la presión fuera la correcta.
Me quedé mirándola y de súbito exclamó. — Quiero que te vayas al pueblo y que no regreses hasta pasada la una de la madrugada, ve a un cine o a un Burger, tomate un granizado en el paseo marítimo o un helado en el parque, pero quiero que encuentres a alguna de tus amistades de otros años y retomes la relación. ¡No discutas! Quiero que lo hagas para sentirme mejor y no pensar que te tengo esclavizado.
Era tan dulce su mirada como firmes sus palabras y pensé que lo mejor era no discutir, le alargue el móvil exigiéndole que me llamara en caso de necesitarme pues de otro modo también yo me sentiría mal; aceptó y me vestí para salir y pasaban de la diez cuando me dio su visto bueno; había recorrido apenas cien metros cuando recordé que no había cogido dinero, di la vuelta y entre en la casa que no había cerrado al marchar y tomé nota mental de hacerlo al salir, no era plan de que se llevara un susto si aparecía alguien.
Oí música y resultaba extraño, me acerque al salón con precaución y ahí estaba Lola, desnuda sin la férula y bailando como una posesa; al verme se quedó inmóvil sorprendida y ruborizada. Me quede en silencio esperando que fuera ella quien aclarara algo y por fin comenzó a hablar en voz baja y tan avergonzada que no dejaba dudas de su sinceridad.
— ¿Te preguntaras que es todo esto? El asunto es complejo, tu padre hace meses que tiene una aventura aunque es un cobarde y no ha sido capaz de hablarme de ello; lo que ha sucedido entre nosotros no tiene nada que ver con esto y habría sucedido de todos modos porque lo he estado deseando desde hace mucho tiempo.
En ese punto se acercó al aparato de música y la paró, se sentó en el sofá y prosiguió mientras yo me servía un cointreau con hielo y le ponía otro a ella; estaba seguro que la noche seria larga y tensa y quizás el embotamiento y sopor que me causa esa bebida me ayudarían sino a aceptar su razonamiento al menos a entender sus motivos.
— Nadie ha visto el informe de mi lesión porque tal lesión no existe, compre en la farmacia la férula para poder venir aquí y que tu padre se sintiera seguro al saber que no podría presentarme en casa y sorprenderlos, me consta que están allí juntos y seguro que encontrará una excusa para no venir el fin de semana. Pensaba encontrar la forma de ir sin que te enteraras aunque eso iba a ser difícil ahora que pasaremos las noches juntos, de ahí mi deseo que trataras de reemprender tu amistad con alguna de las chicas de otros años y que pasaras la noche fuera o llegaras tan tarde que no te acostaras junto a mí.
Sin mostrar ninguna emoción le pregunté. — ¿Ahora qué quieres hacer; piensas que podemos ir juntos? Lo podemos sorprender cuando quieras si es lo que necesitas para sentirte mejor le dije y añadió con prontitud. — ¿Me ayudaras, harás eso por mí? Me senté a su lado y yo mismo me sorprendí por como sonaron mis palabras. — ¡No será solo por ti! Eso lo hare con mucho gusto por los dos, porque imagino que esto nuestro solo ha hecho que comenzar.
No respondió, se vistió y eran poco más de la una de la madrugada cuando aparcamos frente a nuestra casa; había luz en la ventana de la habitación principal y mientras subíamos en el ascensor Lola me besó y después me dijo. — No es necesario que digas nada, solo observa y aprende que cosa no has de hacer nunca cuando tengas una pareja; lo principal es ser honesto y cuando esa mujer se marche para que tratemos nuestros asuntos en familia, contaré algunas cosas que hace tiempo debías conocer.
Entramos en la casa con sigilo y fui detrás de Lola hasta la habitación, se oían risas de mujer y al abrir la puerta de golpe vimos un espectáculo de lo más grotesco, papá totalmente desnudo y atado a los pies de la cama con un consolador enorme asomándole en parte por el culo y una rubia platino vestida solo con unos zapatos de tacón que al girarse resultó ser un travesti; estaba azotándole las nalgas con un vergajo y al vernos paró súbitamente y nos miró desafiante; Lola le dijo sin inmutarse.
— ¡Vístete y marcha! La fiesta se terminó por hoy. La rubia se le encaró y respondió altiva. — ¿Y si no me voy que harás? Sin perder la compostura Lola dijo. — Pol, llama a la policía y di que están agrediendo a tu padre y que vengan deprisa. Con agilidad corrió hacia la mesita y se apoderó de las llaves de las esposas que tenía puestas y se retiró igual de deprisa hasta colocarse detrás de mí que había cogido un paraguas a modo de porra. La rubia soltó el vergajo sobre la cama y se puso el vestido directamente sobre la piel, lo guardó junto con un tanga y algo más en su bolso y lamió la cara de papá antes de salir de la habitación tras decirle. — Ya me llamaras cuando quieras.
Papá seguía en esa posición tan humillante pero ya vi que Lola no pensaba soltarlo por el momento, quería conservar la ventaja y le preguntó. — ¿A esto es a lo que te dedicas ahora? Habría entendido que tuvieras una amante y que con el tiempo hubieras sido valiente para decírmelo, pero ¿Esto? ¡Eres patético! ¿Tan mal lo pasas conmigo? ¡Déjalo! No quiero oír más mentiras. Supongo que querrás libertad para vivir tu sexualidad, también yo la quiero para rehacer mi vida y vamos a pactar ahora los términos de la separación. Papá protestó y le exigió que lo soltara. Pero Lola le respondió.
— Te soltare en algún momento pero de momento escúchame con atención. Tengo preparado un inventario de nuestro capital en común y una buena división totalmente equitativa; si quieres conservar la empresa te la puedes quedar si me cedes el piso, la casa de la playa y el total de la cuenta doméstica, renunciaré a cualquier tipo de pensión tanto para mí como para Pol y tu renunciaras a la patria potestad a menos que él lo desee expresamente en este momento.
Papá estaba avergonzado y alucinando a un tiempo y no tenía animo ni para protestar, estábamos fuera de su campo de visión y puse una mano en la cadera de Lola para que supiera que contaba con todo mi apoyo pero seguí en silencio para que fueran ellos quienes llegaran a un acuerdo; en un último intento de recuperar algo de dignidad papá balbuceo. — Creo que tengo derecho a seguir en contacto con mi hijo, y que me haya visto de esta guisa no quita para que siga siendo su padre. A lo que muy resuelta Lola respondió.
— Eso de la paternidad también es una patraña. Querías tener un hijo a pesar de que ambos teníamos problemas; me extrajeron los óvulos en la clínica donde trabaja mi hermana y al hacer el recuento de los gametos de tu esperma se vio que era de tan baja calidad que me aconsejó emplear semen anónimo y bueno que suministran los voluntarios; uno de los muchos formularios que firmaste era un consentimiento para eso, de modo que si hacemos una prueba de paternidad resultará que no eres el padre biológico.
Totalmente derrotado respondió que aceptaba las condiciones del acuerdo y que podían firmarlo cuando Lola quisiera; ella le soltó las manos y le mostró unos cuantos documentos que firmó sin leer siquiera a pesar de que por lo general solía ser meticuloso. Lola dejó unas copias firmadas por ella y salimos de la casa sin cruzar ni una palabra más; en el coche me mostró los documentos e hizo hincapié en uno en concreto, papá se comprometía a abandonar la vivienda conyugal en el plazo máximo de un mes a contar desde la fecha de la firma del acuerdo. Lola me aclaró entonces que regresaríamos al día siguiente para llevar los documentos al abogado y que él los presentaría para hacer efectivo el divorcio.
Llegábamos a la casa de la playa pasadas las tres de la madrugada y como no podíamos dormir nos fumamos unos petas hasta ver el amanecer, dormimos un rato después de hacer el amor y fuimos a comer a la ciudad; muy cerca de donde tiene el bufet el abogado de Lola, que al ver los documentos le comentó sin ninguna delicadeza. — Ahora ya eres libre. ¿Tengo alguna posibilidad? A lo que Lola respondió. — Procura hacer bien tu trabajo o tendré que cambiar de abogado antes de lo que imaginas.
El tipo se quedó cortado y le dijo que en breve tendría noticias, pero que visto el acuerdo dudaba que hubiera ningún problema para el divorcio ya que era de común acuerdo “por incompatibilidad”. Marchamos a la casa de la playa y unos días después llegó un correo con la noticia de que en quince días debían presentarse en el juzgado para ratificar el convenio y dictar sentencia. Cumplido ese trámite marchamos a Tenerife dos semanas y como madre e hijo compartimos habitación de hotel, lo que solo sabían las camareras es que también compartíamos cama.
Han pasado unos meses y se está terminando el curso, he tenido algunos encuentros tanto con Inés como con Marta y a Lola no le parece mal, también he de decir que cada día hago las cosas un poco mejor, y además de llevar los estudios de forma magistral, cada vez que me lo propongo consigo llevarla a ese punto que tanto le gusta aunque ni ella misma sabe cómo describir más que como reza en algunos libros, “le petit mort”.
El chico de Liliana ha desaparecido; ella cuenta que está en Marruecos tratando directamente con productores de marihuana y que antes de marchar como pensaba estar fuera al menos un año le dio permiso para acostarse con quien quisiera; me pidió que la ayudara para no liarse con alguien que le creara problemas en el futuro cuando regresara su hombre.
Con ella no hacia ningún tipo de intercambio, solo me prestaba la casa para estar con las otras y cada vez que me parecía me presentaba en su casa sin compañía y eso era suficiente para que nos diéramos un buen homenaje. Después de follar como monos me preparaba un té y una trompeta de “puro ketama” que nos fumábamos a medias. A Lola le llevaba alguna de esas delicias que también compartimos después de una buena sesión de sexo.
No sé qué pasara cuando alguno de los dos encontremos a alguien que nos atráigalo suficiente; por el momento vivimos una continua luna de miel con abundante sexo y sin discusiones de ningún tipo.
Agradecería todo tipo de comentarios tanto aquí como en mi correo pobrecain@gmail.com
© PobreCain