Lola

Comenzó por decirme... ‘Soy una amante de los preliminares y sobre todo del buen sexo, siendo de esas que piensa que para que disfrutemos los dos, debemos de dar y recibir por igual, aunque me duela al sentarme’, así es Lola.

Lola

Cuando entré en la empresa, como deseaba aprender, pedí que aparte de realizar mi trabajo, quería aprender la labor que realizaba los demás, puntualizando sobre aquellos técnicos que trabajaban a pie de campo. Y ahí es donde conocí a Alberto, un empleado de la toda la vida en la empresa, persona que me instruiría y me haría ser mejor en lo mío. Esté compañero me llevaba a las instalaciones, viendo el desde un principio que mi presencia no sería un estorbo, pudiendo aprender con él a realizar desde lo más mínimo, como pequeñas reparaciones o el mantenimiento, hasta la puesta a punto de las instalaciones, e incluso dábamos de alta.

Y tras algo más de seis meses conviviendo laboralmente como suele decirse, esté con el tiempo, me invitaba a pasar algún que otro día en su casa. Presentándome a su familia, tanto a su mujer Lola como a su hija Noelia, quedando por presentarme tanto a su hijo mayor, la mujer de este y su nieto, toda la alegría del abuelo. Bueno, puedo deciros que mi compañero obviamente no es de mí edad, ya que Alberto tenía 52 años por aquel tiempo, Lola su mujer 51 años, mientras su hija Noelia estaba a punto de cumplir los 18 años, una familia aparentemente muy unida. Comenzando mi amistad...

Aunque debo os debo confesar que con Lola no las tenía toda conmigo, ya que está no se fiaba nada de mí, no dejándome de decir mi compañero que su mujer pensaba que, yo le llevaría por el mal camino y eso él ya lo hace solito. Por eso si os digo que, al principio me daba la sensación que yo no le caía muy bien, pero poco a poco aquello fue cambiando, quizás los meses transcurrido, o a raíz de las conversaciones que manteníamos. Pues no dejaba de decirme que conmigo se podía hablar de todo, pues su marido es un muro de hormigón, ya que no solo no sabe escuchar, sino que no aguanta una conversación. Sin llegar a bostezar antes de que acabara la frase, cosa que le ponía de los nervios.

Con los meses, comencé acudir a su casa de mi compañero pues Lola su mujer me invitaba, ya sea para desayunar como merendar y de paso poder hablar, pues según ella, el hablar conmigo es una especie de desahogo. Invitaciones que yo a su vez se lo hice saber a mi compañero, pues no deseaba malos entendidos entre nosotros, y el cual, tras saberlo, no solo asentaba con la cabeza, sino que sarcásticamente acababa diciéndome...

  • “Eso es que mi mujer te quiere enganchar para algo, no me extrañaría que, a este paso te vea incluso saliendo con mi hija”.

Y aún me acuerdo, una de estas tardes que nada más llegar a su casa, me recibe Lola (muy arreglada y guapa, por cierto), y me conduce directamente a la salita, donde habíamos quedado para merendar. Y nada más comenzar con una cosa o con la otra, como educación me da por preguntarle cómo le va el día, comenzando ella a contármelo.

Comenzando con los últimos días desde que nos vimos, o va directo al día presente, animándose poco a poco, contándome cosas o anécdotas sin tapujo, como si fuéramos amigos de siempre. E incluso le da por coger el móvil, comenzando a enseñarme fotos suyas, tanto de ahora como de hace años. Fotos de ella estando de viaje, paisajes, lugares, y como si fuera algo casual, enseñarme fotos de ella vestida de una manera o de otra. Acabando por aparecer esta, ya sea en bañador o en bikini, donde comencé a elogiarla y echarle piropos, mirarme y soltarme...

  • “Gracias hijo, al menos puedo decir que a un hombre aun le parezco atractiva”.

Y cosa que le hago saber que, seguro que habla muchos más, y no pareciendo un cabrón ante los pensamientos de mi compañero y marido suyo, acabo por asegurarle que incluso su marido piensa lo mismo. Cosa que Lola, agradece mis palabras como los pensamientos de su marido, acabando esta por decirme que, para su marido ahora ella solo era una compañera.

Dándole por preguntarle por mi compañera, novia o mujer, contándole que tengo mujer, pero que llevábamos unos meses distanciados. Lola se interesó por mi situación, queriendo compararla con la suya, y tras relatarle los hechos que ocurrían entre mi mujer y yo. Haciéndole saber que dormimos en camas separadas, pero no en el mismo dormitorio sino en diferentes, uno en cada punta de la cama. Soltando ella...

  • “Y entonces no hay sexo”.

Y confesarle que aun mantenemos relaciones, pero siempre que ella quiere, y sobre todo buscando su propia satisfacción, pues tras haber alcanzado sus orgasmos, esta se levanta y se marcha. Viendo la cara de extrañeza de Lola, dejando está algún comentario despectivo hacia mi mujer, y animándome a continuar. Y preguntarme Lola...

  • “¿Y ese cambio?”.

Tras hacerle saber que es debido a unas amistades, y que todo fue a raíz de pedirme que, si le dejaba irse un fin de semana con unas amigas, cosa que claro esta no puse impedimento. Pues soy su compañero, amigo y marido y no un carcelero, pero que vino ya algo diferente, comenzando a cambiar a medida que las semanas pasaba. Y que con ello la misma mentalidad, pues de ser una persona abierta a ser ahora un poco hipócrita, recelosa y en referencia al sexo como que le va lo ‘antiguo’. Y cosa que hago, haciéndole saber e incluso el cambio de mentalidad, pues le ha dado por dejar de ir casi desnuda por la casa (braguitas o tangas y camiseta de tiranta), pues no permite que la admire, recriminándome cuando lo hago, llamándome... ‘pervertido’. Y Lola, acabar por decirme...

  • “Pues déjala que haga su vida, siempre y cuando no amargue la tuya”.

Y es cuando me da por preguntarle a Lola, si mantienen relaciones sexuales aún con su marido, y coge ella y en vez de contármelo, coge y aprovecha para criticarlo. No dejando de decirme...

  • “Odio cuando a mis pechos le llaman ‘tetitas’, ya que hace pensar que son pequeños”.

Y en ese momento, lleva ambas manos hacia sus pechos, tomándolos y levantárselos, dándome a entender que se los cogiera, pero por respeto me mantuve quieto. Continuando Lola...

  • “Dime... ¿qué opinas?”.

Acabando por retirar sus manos de sus pechos sonrojada, dándose cuenta de lo que acaba de hacer y decir, pero viendo ella el respeto que le tenía. Continuando...

  • “O cuando comienza a hablar con diminutivos, tratándome como si yo fuese una niña y eso... no solo resulta asqueroso, sino que es lo menos excitante para un momento como ese”.

Y verse desinhibida, comienza a decirme eso de... ‘ya que puedo criticarlo, mira también hay otra cosa que me saca de quicio, pues cuando estamos haciéndolo, no hay nada más que me excite en plena faena que, me digan guarradas y joder... Alberto lo sabe, pero coge y en vez de eso, comienza a decirme... ‘que me quiere’, cosa que doy por sentado, pues, sino que coño hacemos’.

Y continúa desahogándose... ‘Pero para preguntas, aquellas que me suelta cuando me oye gemir o ver cómo reacciona mi cuerpo, ya sea ante un estímulo o ante un orgasmo’. Y le por preguntarme, pero ¡ojo!, preguntas que van desde...

  • “¿Estás bien cariño?, o ¿Te gusta así cielo?, o peor aún... ¿Lo hago bien así?”.

Y me corta todo, pues la verdad es que no hay nada peor en la cama que un inseguro, continuo a veces por esperar a que se calle, y en otras ocasiones, tanto me lo pone a huevo que, me da por responderle...

  • “A ver Alberto coño, ¿no me ves?, dime... Si me oyes gemir y ves cómo reacciona mi cuerpo... ¿qué piensas?, dime... ¿a qué viene tanta preguntita?”.

Y aunque tales preguntas no la veían bien vista en esos momentos, me dio por justificar a mi compañero y marido de Lola, diciéndole...

  • “Lola, Alberto te quiere y desea lo mejor para ti y tú lo sabes, cuando está en esos momentos se preocupa por ti, y sobre todo por tus deseos”.

Cortándome ella, respondiéndome de malos modos...

  • “Vamos a ver José, eso no es justificación, sé que me quiere, pero eso no es bastante, yo quiero más y sobre todo a mí edad y siendo abuela con tan solo 51 años”.

Y sigue...

  • “Dime... en serio tú vez normal que pregunte esas cosas, no crees que, tras treinta y tres años de conocernos, ¡y treinta años de casados me pregunte eso... eeehhh!!”.

Y mirándome con mala leche, suelta...

  • “Mira si fuera otro o tú mismo, eso sería normal pues no sabes lo que deseo, ¡pero él... nooooo!!”.

Continuando hablándome, diciéndome... ‘sabes, una necesita salir de vez en cuando, cosa que no recuerdo ni la última vez que salimos los dos solos. Me gustaría salir sola o con mis amigas, ir de tiendas, comprarme prendas sexy y sugerente que pueda sorprenderlo, pues ‘hijo’ a este ni poniéndome en pelota ‘picada’ se impresiona. No te digo o aseguro que vaya acabar como tú mujer, pues quizás tú le has dado tanto que ahora ella desea más, aunque tenga las ataduras de los cri@s.

Continuando... ‘Alberto... no tiene detalles conmigo como antes’, ni tacto, como cuando comenzamos a jugar como antiguamente, donde acabamos en la cama con toda probabilidad. Y ahí en esos momentos, es cuando hace una de las cosas que más nos molesta, pues es cuando él insiste para que le haga una felación. Y ante pregunta de ignorancia (aun sabiendo que es), soltándole...

  • “¿Qué es eso?”.

Y responderme Lola...

  • “Si hombre... una mamada, ya sabes que quiere que se la chupe”.

Continuando está mujer, sin caer que mi pregunta es más burlona que otra cosa, siguiendo... ‘Pues eso, esos momentos se convierte en una situación bastante violenta’. Pues me gusta hacerlo, además él sabe que disfruto haciéndolo, pero no me gusta que me fuercen, no digo que él me obligue a la fuerza, sino es más verbal. Sabes... ‘me gusta, pero me gusta elegir yo el momento. Odio cuando comenzamos, normalmente empezamos en el sofá, y estamos pasándolo muy bien o al menos eso pienso. Cuando sin venir a cuento, comienza a pedírmelo y no lo deseo, continuando por empezar a empujarme la cabeza hacia abajo, ya sabes para que se la chupes. Y que quiere que te diga, pues que me cabreo bastante y no me queda otra que cortarle en seco’.

Y nada más decirlo, coge Lola y acaba por llorar, no quedándome otra que acercarme y abrazarla, ofreciéndole mi hombro para que pueda desahogarse. No dejando de llorar, dándole por agradecer ese simple gesto no solo de soportarla y escucharla, sino también de apoyarla.

Cosa que le quito ‘hierro’ a la cosa, animándola a que siga desahogándose conmigo, e incluso le hago saber que, no me importa si hago de ‘saco de boxeo’ si es ella. Y saber a qué viene, Lola aparta su rostro de mi hombro, me mira y sin esperarlo me besa, pero no un simple beso en la mejilla de amigos, sino en los labios.

Me quedé estupefacto, siendo ella quien separa sus labios de los suyos, me mira y los vuelve a unir, siendo yo en esta ocasión quien, tras rodearla con mis brazos, continúo besándola con pasión. Y en minutos una de sus manos descendió, alojándola sobre mi miembro, mientras la otra continuaba rodeando mi cuello. Y viendo el rumbo que iba tomando aquello, no me quede atrás, como que también deslice una de mis manos desde su cintura hacia abajo, pero no fue directamente a su entrepierna, sino que comencé a acariciar su muslo, mientras con la otra le acariciaba su cabeza, cuello y espalda... uuummm!!.

No dejaba ella de acariciar mi vientre y entrepierna, mientras yo continuaba acariciando su muslo, siendo ella misma quien tomo mi mano y me la condujo a su entrepierna... uuummm!!. Con cierto temor avance entre sus muslos hasta su coñito, comenzando a tocárselo con suavidad y sin prisa, estremeciéndose ella al sentirlo... aaahhh!!. Nuevamente envalentonado, aparte mi mano derecha de sus cabellos y la lleve a uno de sus pechos, acariciándolo con firmeza y magreándoselos con fuerza, sintiendo su pezón duro a pesar del sujetador... uuuffff!!.

Y en minutos, comenzó ella misma a desabotonar el botón de mi pantalón, bajar la cremallera y tirar de mis prendas inferiores hacia abajo, mientras yo acerque mi boca a su blusa. Comenzando a morder con cuidado su pecho, acabando por tirar de la blusa y del mismo sujetador, sacando su enorme pecho fuera y comenzar a devorarlo con ansias, acabando Lola por soltar un fuerte gemido.

Y mientras sentía como aquella mano que había metido dentro de mi pantalón, mano que trabajaba mi miembro a pesar de escaso espacio que da mi short, estaba disfrutando como un ‘cosaco’. Dándome por tirar de su falda hacia arriba, dejándola religada en su cintura, dirigiendo mi mano nuevamente a su coñito, comenzando a frotar con fuerza y al mismo tiempo suavidad, sobre su clítoris y vulva. Y fue acariciárselo, acabando ella por cerrar sus ojos, y dirigir su otra mano a modo de ayudarme... uuuffff!!.

Ver aquella mujer, no importando la verdad la edad, pues una dama es una dama dando igual edad, constitución o forma de ser. Verla me puse aún más caliente, pues mientras le acariciaba, esta comenzó a introducirse dos de sus dedos de su mano derecha, mientras con la izquierda continuaba masturbándome. Acabando por apartar ambas manos, levantarse darme un morreo, y volverse a agachar, quedando en cuclillas delante de mí, sacar mi miembro del pantalón y sin palabra alguna, inclinarse y metérsela en la boca... aaahhhh!!.

Chupándomela durante un rato, levantarse y sin decir nada más subirse en el sofá, estando ella de pie me vi tentado a comerle el coñito... uuuffff!!. Pero cuando fui a hacerlo, coge Lola y se agacha al tiempo que tomaba mi miembro, dejando sus piernas una a cada lado de mis muslos. Acabando por dejarse caer al mismo tiempo que conduce mi miembro a su coñito, orificio caliente y muy húmedo que por cierto estaba bastante apretado para la edad que tiene... uuummm!!.

Comenzando Lola a moverse, demostrándome lo buena amazona que es aun, pero no tardando en levantarse mucho más de seis u ocho minutos. No dejando de quejarse, diciendo... ‘la edad no perdona hijo’, viendo como tenía las rodillas toda sonrojadas por el roce con la tela del sofá. Acabando por tenderse sobre el sofá, y alzando sus brazos hacia mí, esperando que me colocara encima, como si fuera una ‘invitación’. Obviamente ni pregunté... no deseaba salir ‘escaldado’ como mi compañero Alberto, quedándome calladito y acabe por colocarme encima a cumplir, siendo ella misma quien de nuevo tras coger mi miembro, no solo se restregó mi glande contra sus labios vaginales, sino que se la introdujo... uuummm!!.

Y comenzar a embestirla, comenzando a decirle guarradas como recordé que ella misma me confeso días antes, animándome y acabar por coger sus piernas y alzándolas sobre mis hombros... ooohhh!!. No dejando de gemir, jadear y suspiras entre obscenidades por no mentar también... guarradas, penetrándola a conciencia, sacándola con suavidad y entrado con fuerza... uuummm!!. Aprovechando la postura para introducirla bien profunda, hasta que los temblores y la respiración agitada, me hizo comprender que estaba teniendo un orgasmo... aaahhh!!.

Continúe sin detenerme, observando su rostro de satisfacción, cara cuyos ojos mantenía cerrado y se mordía el mentón inferior, soltando alguna que otra ‘bufonada’, acabando por mirarme y preguntar...

  • “¿No te va a venir?”.

No le contesto, pero si la saco y la hago incorporarse, quedándose ahora sentada como yo antes mientras me la comía, volviendo a colocar sus piernas en mis hombros y envestirla, escuchando no solo el chapoteo sino también el sonido de mi cuerpo chocar contra el suyo. Volviendo a notar su cuerpo temblar, emitiendo los mismos sonidos de placer y disfrute, obteniendo su segundo orgasmo, bastante rápido a mi parecer en relación al anterior, y esta me la hace sacársela.

Y es cuando la veo hacer algo que no esperaba, pues coge y se la vuelve a meter en la boca, chupándomela y succionando cada vez más rápido... ooohhh!!. Dándome por advertirla que me voy a correr, avisándola para no cogerla por sorpresa mi corrida, y tras ver que esta no se aparta, me da por soltar mi corrida. Vaciándome en su boca, ¡sacándosela para que pudiera ver como disfruta de mi leche... uuuffff!!, dejándome rendido. Y tras acabar ahora por fin, ambos semí vestidos sentados en el suelo y recostado sobre el sofá, veo de nuevo su rostro apenarse, observando que le entra esa sensación de culpabilidad, no dejando de decir...

  • “Que he hecho Dios mío... que he hecho”.

Soltándole yo, pues en cierta medida me siento tan culpable como ella, pues me he dejado vencer por la tentación, diciéndole...

  • “Lo siento Lola, pero todo ha sido culpa mía”.

Y ella responderme...

  • “No!... tú no tienes la culpa, tú no me has forzado y menos me has puesto una pistola en la cien, simplemente lo deseaba y he sido yo quien ha dado el paso”.

Y comenzamos a hablar sobre lo ocurrido, confesándome que ha disfrutado, pero que no recuerda la vez que obtuvo dos orgasmos, disculpándose al no haberme dejado venirme dentro. Dice como si eso fuera malo, acabando por sugerirle que la próxima vez me pondría un condón, soltándome Lola...

  • “Y quien te dice que habrá una siguiente vez, además si lo hubiera, si me gustaría que te vinieras dentro, yo no tengo ese problema de quedarme embarazada”.

Tras escucharla doy por sentado que repetiremos, pero dándome por hacer la gracia y recordarle de forma sarcástica, mi pregunta sobre ‘que era una mamada’. Ella ríe y su rostro se le ilumina, viéndola bastante feliz, mientras me llama... ‘mamón’ por haberme quedado con ella. Y es cuando cae, haciéndome saber lo raro es que ni ha llegado su marido Alberto ni que este haya llamado, confesándole entonces a Lola, que le hice saber a su marido Alberto que me invitaste a merendar. Y su rostro cambio, diluyéndose esa sonrisa de su cara y verse ahora molesta, preguntándome...

  • “Porque coño lo has hecho?”.

Y acabarle por decirle... ‘pienso que tú marido debía de saberlo, no   piense que he pecado de ignorante o de inseguro, no deseando que hubiera males entendidos entre nosotros, piensa que yo trabajo con tu marido cada día y no era plan’. Y es cuando Lola me mira de una forma extraña, como si le picara la curiosidad, acabando por preguntarme...

  • “Y que te contesto Alberto”.

Acabando por responderle aquello que me contesto, no solo que asentó la cabeza, sino ese mismo cometario sarcástico en referencia a su mujer, comentario que no fue otro que... ‘Lola, te quiere enganchar para liarte seguro con Noelia’. Y decir esto, y ver de nuevo esa expresión de malestar en su rostro, comenzando a llamar a su marido de todo... menos bonito, mientras yo le advertía a esta que no dijera nada. Y verla de nuevo cambiar su expresión, diciéndome...

  • “Pues mira por donde, creo que Alberto ha tenido una buena idea, no estaría mal que saliera tú con nuestra hija, así de paso te tengo más a mano”.

Y tras vestirnos, arreglando nuestras ropas, me dispuse a recoger las cosas de la merienda, cuando sonó el timbre de la puerta y cuando Lola fue a abrir, encontró a su marido detrás de esta. Nos extrañamos ambos, pero esté se disculpó por haber llamado, excusándose con no encontrar las llaves. Y mientras en su casa, Lola no solo le da un beso en los labios, sino que encima le pregunta donde había estado, pues estaba extrañada ante su tardanza, ya que le estábamos esperando para merendar. Y finalmente me marche, disculpándome por no quedarme mucho más tiempo, haciéndoles ver que estaba cansado, y pedirles que le diera saludo a Noelia de mi parte. Y ahí quedo mi primera vez con Lola, para aquellos que desean saber cómo es está bella dama, puedo deciros que Lola es una mujer de un metro setenta y cuatro centímetros, cuyos cabellos negro azabache le llega hasta la mitad de espalda, ojos de color cafés, un buen cuerpo femenino y bien despachada (una 100 o 110 de pecho, cien por cien natural).

Nuestra conversación continuo semanas después, comenzando nuevos temas y siendo más íntima, no habiendo ya ‘pelos en la lengua’ digamos, aunque tampoco los hubo anteriormente. Como, por ejemplo, digamos las pinceladas que me dejo, diciéndome...

  • “Pues me considero... cariñosa, dulce y complaciente... como as comprobado, soy una mujer muy coqueta, me gusta mucho cuidarme y arreglarme, soy elegante y educada”.

  • “Soy buena conversadora, y a la hora de colaborar o de ayudar mi implicación es total, me gusta pasarlo bien, y soy muy natural y si te gusta estar conmigo”.

Hace una pausa, y sigue muy picarona...

  • “Debo decirte que soy una amante de los preliminares y sobre todo del buen sexo, siendo de esas que piensa que para que disfrutemos los dos, debemos de dar y recibir por igual, aunque me duela al sentarme”.

Pues lindezas como está le dio entre otras por contarme, no solo me dijo palabras tiernas y dulces, no solo se sinceró conmigo y lloro sobre mi hombro. Sino que, además, como según ella decía... ‘en cierta manera me he liberado’, agradeciéndome que le haya ayudado a abrir los ojos. Ahora está metida en planear como puedo yo seducir a su hija, aunque sea solo una excusa para tenerme más cerca, cosa que me sienta mal por su propia hija...

Bueno, antes de dejaros definitivamente, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma.

No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida de una forma tan abierta, poniendo a veces pasión, o dependiendo de las circunstancias y la persona. Pero dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo, así que, aquellos que me leáis esto y no me creías, pienso que ese no es mi problema, sino el tuyo, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y pienso... ‘que un día sin follar es un día menos por vivir’.

Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).