Lola (2)
Coge y me hace acercarme, diciéndome... Te atreverías a sacártela aquí, me gustaría masturbarte con mis pies, no soy fetichista de esto, pero me siento excitada, y quisiera intentar que te corrieras sobre ellos, dime... ¿Te atreves?.
Lola (2)
Tras ese día, no puedo decir que mi amistad con Alberto fuera distinta, no me trataba con frialdad ni me daba de lado, simplemente era igual. Yo mi lado, no dejaba de preguntarle...
- “¿Dónde te has metido toda la tarde?, te estuvimos esperando para merendar, y tú mujer se extrañó”.
Si peque de hipócrita, no os lo voy a negar, y, por otro lado, pensé que menos mal que no llego a aparecer, pues me hubiera cogido montándome a su mujer. Alberto... mi compañero, continuaba llevándome a su casa, donde mi encuentro con su mujer Lola era de lo más normal, mientras que me dio por tontear con su hija Noelia. La cual no me dejaba de decir y recriminar...
- “Mira que eres pendón, si eres casado, como vas a tontear conmigo, además vas a parecer un ‘asaltacunas’”.
Y era todo verdad, aunque también era una excusa, un pretexto como me decía sus padres, cada uno por su lado, mi compañero Alberto me veía como un buen partido para su hija, eso sí, si me llego a divorciar antes, y su mujer Lola, bueno mejor me callo. Y tras haber pasado tres semanas al menos desde nuestra primera cita a solas, estando en la oficina recibo una llamada suya, y en la cual me dice...
- “Necesito quedar otro día para hablar, quiero contarte una serie de cosas de mi marido Alberto, cosas que solo tú como amigo y compañero, me podrás decir”.
Y aunque al principio de la conversación telefónica, intentaba cortarla, no dejando de decirle... ‘no creo que sea buena idea’, está me vuelve a replicar...
- “No te preocupes, ya se lo he dicho a Alberto para que no haya malentendido, le he dicho que quiero quedar para poder hablar contigo”.
Suelta, y acaba...
- “E incluso, le he dicho que, si se quiere, puede quedarse, dejándole claro que debe de estar callado y solo escuchar, pero lógicamente me ha dicho que no”.
Me quedé estupefacto al escucharle decirme eso, pero está acaba, diciendo...
- “Sabía perfectamente que me diría que no, obviamente no es lo suyo, el escuchar no es su punto fuerte. E imagínate, si ha sido él mismo quien ha sugerido el día”.
Y el escuchar aquello, me dejo en blanco, pues no supe que pensar y menos de Alberto, llegando a pensar que quizás supiera que me lie con su mujer, o que quizás sea de esos que quiere que su mujer tenga aventuras. No es tan descabellado, pues hasta yo mismo se lo llegue en algún momento a sugerírselo a mi mujer, eso o incluso un trio, no siendo necesario ser dos hombres y ella. Pero mi mujer, no solo me toma por tonto o loco, o incluso un pervertido, sino que deja caer...
- “Y que pasa, que una mujer no puede vivir sin sexo, o acaso, otra mujer no puede llenar el vacío que deja un hombre en la cama”.
Y tras aceptar la propuesta de Lola, esta me dice...
- “No te preocupes que esta tarde lo hablamos, me ha dicho Alberto que esta noche vienes con tú mujer a cenar a casa”.
Y recuerdo que me dejo de nuevo en blanco, acabando por cortarla e incluso a ir al taller a buscar a mi compañero, acabando esté mismo por recordarme que habíamos quedado las dos parejas. Cosa que ya ni lo recordaba, y a lo largo de la mañana, acabe por llamar a mi mujer no solo para ver cómo estaba o que hacía, sino para recordarle la cena. Está me contesto...
- “Ya me estas controlando, porque si no… para que llamas, sino es para molestarme, seguro...”.
Y a lo último, tras calmarse, decir...
- “Bueno ya veremos, quizás me duela luego la cabeza”.
Y como he dicho al inicio, ese día lo recuerdas bien, no solo por cómo comenzó, sino por las cosas que van surgiendo a lo largo de este. Pues tras salir de trabajar e ir a casa, dispuesto a reconciliarme con mi mujer, llevándole un ramo de flores, un osito e incluso chucherías que son su perdición. Está estaba con una camiseta blanca y unos vaqueros, nada más verme, no me dejo ni hablar, mostrándose arrepentida de cómo me había tratado, excusándose con decirme que un cabreo en el trabajo me lo había comido yo.
Y para aquellos que queráis saber cómo es mi mujer Alicia, puedo deciros que mide el metro setenta y seis centímetros aproximadamente, cuyo peso está actualmente no superando los setenta kilos (talla pantalón, una 42/44). Sus medidas aproximadas son 84/58/91. Digamos que su poco pecho está descompensado (embarazo la causa) por el tamaño de su culo, aunque debo de mentir cuando me pregunta por su figura, haciéndole saber que esa perfecta. Bueno sigo, mujer de cabellos largos y castaños como su color de ojos, piel tostada, labios carnosos, y poco más.
Y mientras Alicia mi mujer hablaba, ¡no pude evitar mirar cómo se le marcaban sus pezones erectos en esa camiseta blanca... uuuffff!!, y creo que la zorra de mi esposa lo había notado. No deja de hablar, agradeciendo incluso los detalles que le he traído, diciéndome de todo, cosas que hacía meses que no me decía. Y es cuando la veo diferente, comenzando a acariciarse sus senos y sonriéndome, cuyos pezones se le marcaban aún más. Dándole por moverse, digamos de una forma muy sensual, caricias aquí y allí, baile que poco a poco se baja su pantalón vaquero, mostrándome esas braguitas de encajes tipo culote (una de esas que no le regalado).
Para esos momentos ni me acordaba la cena con mi compañero y su mujer, cosa que ni me importaba, solo tenía ojos para mi mujer, viendo como la muy cabrona se movía. Como jugaba con esa camiseta de forma sexy, y sobre todo con sus pezones, no digo que mi mujer sea de bandera... cosa que no lo es, y mucho menos que tenga unos pechos divinos, pero a falta de ‘manzanas buenas son peras’. Acabo por quitarse la camiseta y las braguitas, acabando por sentarse frente a mí con sus piernas separadas, mostrándome su coñito depilado y comenzar a hacerse un dedo... uuummm!!. Acabando por pedirme...
- “Sácatela, quiero vértela”.
Y claro está, esas palabras son leyes que hay que cumplir, no solo me la saque, sino que para aligerar me quite el pantalón y calzoncillos. Alzando mi mujer la mano al tiempo que me pedía que me acercara, lo hice y ella misma tras coger mi miembro, me soltó esa primera lindeza...
- “Que pequeña, no la recordaba que fuera así”.
Decir y llevársela a la boca, comenzando a chupar mi glande, descapullándolo con sus labios, mientras me pajea lentamente con una de sus manos, mientras con la otras se hace un dedo... ooohhh!!. Chupa, lame y desliza por sus labios mi glande, mirándome pícaramente y sonriente, sorprendiéndome al introducírsela hasta la mitad, deteniéndose al sentir arcadas. Pensando para mí mismo... ‘no tiene que ser tan pequeña, para que no puedas ni tragártela entera’.
Y hay esta Alicia mi mujer, chupándome la polla y engulléndosela de forma frenética, acariciando mi perineo como otras veces, sacándosela de la boca, escupir sobre mi glande y volvérsela a introducir hasta la misma base a pesar de las náuseas. Volviéndosela a sacar, levantar mi tronco e ir descendiendo con su lengua hasta la base, lamer y babear, volviendo a ascender. Y por como está, estremeciéndose y gemidos ahogado por mi tronco en su boca, doy por sentado que ha tenido un orgasmo gracias al dedo hecho.
Cosa que, tras apartarme, me coge y me hace sentar en el sofá donde minutos antes estaba ella sentada, colocándose encima y tomar mi glande, introduciéndoselo y pegar un gemido... ooohhh!!. Soltándome...
- “Joder... uuuffff!!, no me acordaba que fuera tan gruesa... uuummm!!”.
Y sin llegar a lograr moverme, pues es ella la que está arriba, volverme a decir...
- “Despacio... mmm!!, despacio... Dios!!”.
Y si antes el desprecio que mostro ante su comentario de ‘pequeña’, ahora me hace dudar ante los comentarios al grosor, pues supongo ni uno era eso y lo otro menos tan. Pero bueno sigo. Comenzó Alicia mi mujer a moverse lentamente, controlando sus movimientos, momento que yo no solo busco su boca, cuello, sino sus pechos y pezones. No permitiéndome besarla, pero sí en cambio devorar su cuello y sus pechos, siendo ella misma quien tomándome de mi cabeza, me presiona contra ellos... ooohhh!!. Suplicándome al oído...
- “Córrete cabrón... córrete... aaahhh!!”.
Y tras diez o quince minutos penetrándola, o mejor dicho moviéndose ella como toda buena amazona, acaba por sacársela y darse la vuelta, volviéndosela a introducir, quedando ahora de espalda a mí, posición que tanto le gusta... uuummm!!. No pudiendo aguantar mucho más, y tras notarlo mi mujer, acelera ella misma sus caderas e incluso, siento como los labios vaginales de su coñito aprieta mi tronco... uuummm!!. No pudiendo aguantar mucho más ese ritmo, acabando de esta manera ambos al mismo tiempo, quedándonos desechos, sintiendo mi miembro vaciarse por completo dentro de ella... ooohhh!!. Acabando ella por quedarse dormida, no sin antes llevarla a la cama, donde antes de dejarla e irme a la ducha, escuchar a Alicia decirme...
- “Si no voy a la cena de tu compañero, no te enfadas”.
Obviamente le hago saber que no pasa nada, llegando a pensar que ese momento tan romántico de sexo, no ha sido para otra cosa que para justificarse en no ir. Y tras ducharme y arreglarme, me encaminé hacia la casa de mi compañero, llegando como me habían dicho, no antes de las nueve de la noche, acudí con una botella de vino. Estos me vieron y claro está, preguntaron por mi mujer que tuve que excusar y justificándola, pero en un momento de la conversación, coge Lola y suelta...
- “Joder... ahora lo veo, vienes oliendo a sexo... cabrón, dime... ¿cuántos polvos te ha dejado echarle, como pago a su falta de asistencia?”.
Dice, y acaba preguntando, pero que no contesto, callo y mientras mi amigo y compañero sonríe, su mujer Lola me mira con desaprobación. Y nos dirigimos los tres a la mesa a cenar, cuyo tema de conversación precisamente fue mi mujer y como me sedujo para acabar follando, tema que olvido al resto. Y solo conté lo justo y necesario, dejando lo demás para ellos, viendo en esos momentos que no hay problemas conyugales entre ellos. Y tras finalizar la cena, no me dejaron que fuera a ayudarles a recoger, siendo Alberto quien lo hizo, mientras su mujer me sirvió una copa.
Acabando esta por sentarse frente a mí, levantar su pierna derecha hasta dejar su pie descansar sobre el asiento, postura que pude ver perfectamente su entrepierna, sobre todo esas blancas braguitas... uuummm!!. Lola me hablaba de nuestro día, diciéndome...
- “Dice Alberto que, porque no quedamos el sábado, ya que él se va a ir al futbol con unos amigos, y que, según él... no eres tan ‘forofo’”.
Suelta, mientras mantiene en su mano derecha su vaso con ‘bailey’, mirándola y ver cómo, dirige su mano izquierda hacia su entrepierna, pellizcando la costura de sus braguitas y acabar por echarla a un lado, mostrándome su coñito totalmente depilado, nada que ver como estaba el otro día... uuuffff!!. Aquello que hizo me hizo que mi licor se me fuera por otro lado, dándome un fuerte golpe de tos que acabo por atraer la atención de su marido y compañero mío. Preguntándome...
- “Jose... Jose... que te ocurre, dime... no nos vaya a dar un susto joder”.
Y tras tranquilizarlos, sabiendo bien Lola que me ha producido esta tos repentina, acabo a la hora aquella velada, pues debía de retirarme, ya que debíamos de trabajar al día siguiente. Y para no alargar demasiado, me iré directamente al mismo viernes... vale. Pues eso, llego el fin de semana, preguntándome mi mujer el mismo viernes que me parecería si los cri@s se fueran con los abuelos hasta el domingo, ya que apenas los veía, acabando por decirme que fuera yo mismo a recogerlos por la tarde. La idea no me parecía mala la verdad, no por los planes que tuviéramos nosotros, sino por ellos mismo.
Acabando por decirme mi mujer, que ella se iría del sábado al domingo con su amiga, ya que se iban de compras y a pasar un fin de semana más de chicas. Y viendo que no me quedaba más remedio que resignación, o discutir, acabe por hacerle ver que... ‘vale’. Entrando está en el dormitorio y encerrándose dentro, saliendo a los pocos minutos con tan solo un tanga, notando mis miradas y tras girarse, decirme...
- “No me mires así, deja de mirarme como un perturbado y un pervertido, te he dicho muchas veces que de este cuerpo te olvides, no vas a disfrutarlo a no ser que yo te lo permita”.
Suelta y cuando me fui detrás de ella, cuya intención era el recordarle lo del día anterior, volverla a escuchar decirme...
- “Deja de seguirme, te he dicho me olvides, como sigas así... no vas a disfrutarlo nunca más, y además te prohíbo que me mires... pervertido”.
Y así, comenzaba mi fin de semana, tras vestir y coger algunas cosas para que los cri@s estén con sus abuelos, acabe siendo yo quien los llevara con ellos. Y cuando nos despedimos, ellos de su madre hasta el domingo, y yo con un hasta luego, vino ella de nuevo y decirme...
- “¿Que pasa que no me das un beso antes de irte?”.
Dice al tiempo que dirige su mano a mi entrepierna, agarrando mi miembro y soltarme...
- “Ten cuidado con lo que haces con esto estos días, recuerda que me pertenece, no quisiera coger alguna infección por tu culpa”.
Dice y escucho estupefacto, marchándome tan confundido por sus palabras de antes como los comentarios de ahora, alejándome de la zorra de mi mujer. Y tras dejar a los cri@s con mi suegro, fui a hacérselo saber a mi mujer, viendo que ya me tenía bloqueado por el whatsapp y no me permitía realizar llamada. Miré el reloj y no supe que hacer, acabando por dirigirme a cenar a algún sitio, deambulando por la calle, mirando los contactos del móvil, viendo a quien llamar.
Cuando una voz familiar llamo mi atención, levantar la vista y encontrarme con Lola, pensando que quizás fuera cosa del destino. Y acabe por invitarla a cenar si no tiene planes, cosa que ella misma me hace saber que acepta, finalizando por decirme que Alberto su marido había salido con sus amigos. Cosa que se extrañaba, pues mañana sábado había quedado también con ellos, finalizando por dejar el pensamiento de que quizás tuviera un amante.
La lleve a un restaurante donde pudimos cenar tranquilos, pidiendo ambos una copa de vino blanco a la espera de la comida, comenzando a hablarme. Comenzando a decirme la envidia que tuvo de mi mujer el pasado día, cuando habíamos quedado las dos parejas y que aparecí yo solo, pero acudí con ese olor por no decir fragancia a sexo. Confesándome que ella lleva dos semanas sin sentir una polla dentro de ella, siendo en verdad hace un mes donde disfruto de dos añorados orgasmos. Dice y siento uno de sus pies colocarse entre en mi entrepierna, cuyo pie descalzo magrea mi miembro... uuummm!!.
Continuando Lola con su conversación, contándome que no sabe qué le pasa a su marido Alberto, pues no está así desde nuestro encuentro sino desde hace mucho tiempo. Mira, por ejemplo, me he comprado ropa interior sugerente, y cuando estuvimos solos, me puse a hacerle un baile erótico, acercándome y comprobar que ni se le levanto. Aquello me hizo sentir rechazada la verdad, debo decir la verdad que mi libido nunca antes ha estado tan avivado, y sé que, en una mujer de mi edad, eso es lo que desea y buscan los hombres, aunque luego no me pueden seguir el ritmo. Soltando...
- “Me gusta hablar, y ser escuchada, notando que se me escucha y que mi conversación no aburra. Esa persona sería mi mayor admiración, sé que soy buena conversadora, e incluso a la hora de colaborar o de ayudar, mi implicación es total”.
Pero ante las miradas de algunas personas, quizás por la diferencia de edad, acaba por dejar claro...
- “Y no por esa cuestión a mis cincuenta y dos años, siento en mi cuerpo que quiero más, y no por eso, puedo decir que me siento orgullosa de ser abuela”.
Y ante esas palabras, continúa diciéndome...
- “Sabes, siento que contigo puedo hablar de todo, no me siento cohibida, ni me siento reprochada, ni recriminada, y no lo sé la verdad, pero me gusta esa sensación”.
Dejándola hablar, dejándola que se desahogue como la vez anterior, contándome...
- “Mira, me considero una mujer... cariñosa, dulce y complaciente, como bien as comprobado, soy una mujer muy coqueta, me gusta mucho cuidarme y arreglarme, soy elegante y educada”.
Hace una pausa, y sigue muy picarona...
- “Debo decirte que soy una amante de los preliminares y sobre todo del buen sexo, siendo de esas que piensa que para que disfrutemos los dos, me gusta pasarlo bien y soy muy natural”.
Y acercándose un poco más hacia a mí, haciéndome seña que me acercara también, me dice en voz baja...
- “Te atreverías a sacártela aquí, me gustaría masturbarte con mis pies, no soy fetichista de esto, pero me siento excitada, y quisiera intentar que te corrieras sobre ellos, dime... ¿Te atreves?”.
Y no me hice esperar, ni me percate si nos miraban o no, simplemente como pude, me saque mi miembro fuera que, para esos momentos, estaba como un calentón increíble. Sintiendo acto seguido, como me lo aprisiono entre sus dos pies, comenzando a masturbándome, no muy bien, pero aquello tenía todo su morbo. Y Lola disimulaba hablándome, contándome... ‘Sabes, me considero una mujer muy culta, tengo una carrera universitaria, aunque no te lo creas, obviamente mi labor como ama de casa, madre y mujer, me absorbe todo el tiempo’.
Y mientras esos pies me hacen ver estrellas, está continúa hablándome... ‘Me gusta los idiomas, aunque solo se hablar fuera aparte naturalmente del español... el inglés, francés, italiano y algo del portugués’. Continuando por decirme... ‘me gusta la cocina china, japonesa e italiana. Me encanta los cócteles y me encanta probarlos todos, me gustan las flores y en especial las orquídeas y gladiolos, me gusta como a todo el mundo... viajar’.
Haciendo una pausa con sus pies al acercarse el camarero, ofreciéndonos para terminar tras el postre una copa, cosa que aceptamos, deseando que este se marchara y que Lola continuara con esa delicia que hacía con los pies... uuummm!!. Y continuar está bella y madura mujer, contándome...
“Me gusta hacer locuras, pues a pesar de mi edad, me considero que aún estoy en edad de realizarlas. Pues pienso que además de ser una mujer agradable y con quien puedes mantener una buena conversación”.
“Peo, también soy también una mujer morbosa, juguetona y sobre todo sensual, dispuesta a disfrutar y con ganas de pasarlo bien y pasar un buen rato”.
Continuando con las confesiones, pero en esta ocasión estas son mucho más íntimas, diciéndome...
“Me considero una mujer complaciente, no concibo ni admito el sexo sin besos o ni caricias en los preliminares, me gusta besar y que me besen, y dependiendo de esa primera vez, permitiría el hacerlo sin preservativo”.
“Te como todo... desde la boca, pecho, polla, huevos, y si me animo hasta el culo... vaya que te hago un traje de saliva, pero eso sí, también me gusta que me lo hagas tu a mí”.
Ríe y dice...
- “E incluso un buen 69, y hacer el amor con posturitas, pues a pesar de mi edad, me gusta que me follen de todas las maneras posibles, y si no te follo yo... ja ja ja”.
Acabando muy risueña por decir...
“Y si logras tenerme muy cachonda, como que me encanta que me la metan hasta los huevos y que me embistas hasta que te vayas a correr, sacándola antes y tras quitarte el preservativo”.
“Te permitiré que te corras en mi boca, cara, tetas o donde prefieras, o incluso que me penetres por mi culito, virgen aún, pero pretendió que no por mucho tiempo, ¡vaya... que pretendo quedar contentísima!!”.
Y ante las miradas furtivas de algunas al darse cuenta de los pies de Lola en mi miembro, mirada que me miraba pícaramente sonrientes. Acabar Lola por terminar...
- “Aunque ahora que lo pienso, no me importaría probar los encantos de otras mujeres, o incluso un trío”.
Dejándome ante esto último sorprendió, apartando ella los pies de mi miembro al sonarle el móvil, dándome por guardármelo y tras haber pagado, hacerle entender que nos fuéramos hacia la entrada. Y tras colgar, hacerme saber...
- “Era Alberto mi marido, me estaba preguntando donde y con quien estoy, y no sé porque motivo, le he dicho que estoy contigo y con tú mujer”.
Acabando por decirme...
- “Espero que esto, no te traiga problemas”.
Y decirle a Lola lo malo que me tiene, pues aquel magreo con sus pies sumado al morbo por donde ha sido, como que no sé si podría aguantar hasta mañana sábado. Es ella misma quien me sugiere que le acompañe a los aseos, entrando precisamente en el de caballeros, y aprovechando que no había nadie, acabamos entrando. Entramos en el último que es para minusválido, cerramos la puerta con pestillo, y se sienta sobre la taza del wáter. Sin que le diera tiempo a decir nada, veo a Lola ataviada en sacar mi miembro del interior de mi pantalón, comenzando primero a masturbármela y acabar por llevársela a la boca, comenzando a chupármela... ooohhh!!.
Acabando por sacársela, arrodillarme entre sus piernas, echar a un lado la tela de sus braguitas y comenzar a saborear su coñito, chupando, lamiendo y absorbiendo su vulva, y repetir eso mismo con sus labios vaginales. Ayudándome con hasta dos de mis dedos, metiéndoselo y emular la penetración, dedicándome sobre todo en moverlos en círculos sobre la parte interna de su orificio, notando un bultito y presionar sobre este. Por sus forma de jadear y gemir, di por hecho que debía de ser su punto débil, pues en no más de diez minutos se estremecía y entre convulsiones, obtuvo Lola su primer orgasmo... aaahhh!!. Soltándome Lola...
- “Joder... cabrón, me has cogido estando muy necesitada, venga ahora te toca a ti”.
Dice y me aparta, viendo cómo se levanta y en vez de sentarme, veo como ella misma se coloca contra la pared, subiéndose el vestido hacia arriba y bajándose las bragas hasta medio muslo. Pidiéndome que se la metiera allí mismo, cosa que hice y que le entro con suma facilidad, no deseando que fuera rápido como ella deseaba... uuummm!!. Embistiéndola con fuerza y escuchando el chapoteo de sus fluidos al entrar y salir mi miembro, tomándola por las caderas, disfrutando de esa mujer... uuuffff!!. Llegando a tomarla hasta de sus caderas, mientras Lola me pedía que me viniera dentro de ella, aprovechando para ascender mis manos por sus caderas hasta sus senos... ooohhh!!. Y no poder más y descargar, acabando por correrme dentro de ella como deseaba, sacándosela ella misma y acabar por arrodillarse y metérsela en la boca... uuuffff!!.
Luego toco lo difícil. Salir y comprobar que nadie hubiera, pero no solo en los aseos, sino también fuera, avisándola y salir ella, acabando por entrar en los de las mujeres, pues deseaba limpiarse y de paso orinar. Para acabar por marcharnos, acompañándola a su casa, despidiéndonos hasta mañana sábado, soltándome ella...
- “No vayas a jugar, piensa que mañana me tienes que satisfacer, me tienes que dejar tan dormida como dejas a tu mujer, vale...”.
Y aquí os lo dejare hasta su continuación, aunque os debo decir para aquellos que me lo preguntáis, debo decir que ha día de hoy continuamos viéndonos. Pero ni de coña os voy a pasar fotos de ellas ni email, como muchos me habéis pedido, pensad que es una mujer casada, madre, esposa, abuela y toda una dama.
Y bueno antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma. No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida de una forma libertina y con pasión, dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo.
Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).