Logré que me follara mi cuñado de 18 años (1)
Como lo que empezó siendo un juego de seducción con mi cuñado adolescente, acabó siendo una tórrida relación sexual.
TITULO: LOGRÉ QUE ME FOLLARA MI CUÑADO DE 18 AÑOS.
(1ª PARTE: LA SEDUCCIÓN)
RESUMEN: COMO LO QUE EMPEZÓ SIENDO UN JUEGO DE SEDUCCIÓN CON MI CUÑADO ADOLESCENTE, ACABÓ SIENDO UNA TÓRRIDA RELACIÓN SEXUAL EN LA QUE EXPLORÉ MI LADO FEMENINO.
Soy bisexual, siempre lo he sabido, aunque en el amor siempre mis parejas han sido femeninas (ahora estoy casado), soy un vicioso y en lo puramente físico me inclino por ambos sexos y en el caso de los hombres, siento especial fijación por las pollas. Los que no somos esencialmente gays pienso que lo que nos atrae del otro sexo son las situaciones equívocas y prohibidas, aquellas que nos hacen subir la adrenalina y se puedan acercar a aquello que tantas veces hemos fantaseado y por lo arriesgado no nos atrevemos a realizar.
Voy a la historia: esto sucedió hace unos años (yo tenía 28 años), con mi anterior pareja. Mi relación estaba muy avanzada, vivíamos juntos y los fines de semana y veranos pasábamos varios días con su familia en su casita de veraneo en el campo, que aunque modesta en sus instalaciones (muebles antiguos y demás) , era bastante confortable; con su chimenea en invierno y terraza porchada, sombra de pinos y una pequeña piscina para el verano. Nos gustaba mucho ir, porque nos relajaba del stress del trabajo y era mi suegra quien cocinaba y hacía las tareas.
Allí también coincidíamos con el hermano de mi novia, que a sus 18 años, evidentemente todavía convivía con sus padres, unido al hecho que era el típico inadaptado, con pocos amigos y siempre colgado del ordenador y la videoconsola, muy a su pesar, creo yo, tenía que estar con sus padres en vez de salir por la noche a la discoteca o a los pubs. Tampoco se le conocía ninguna novia ni escarceo con chicas, lo que yo creo que le frustraba un poco y seguramente se mataría a pajas, con lo que, aparte de esto, su experiencia con el sexo era nula y posiblemente no había pasado por etapas que hemos pasado todos: conversaciones curiosas y subidas de tono con otros compañeros, posibles masturbaciones compartidas, primeros escarceos con chicas, etc. En esas circunstancias, se le notaba que su curiosidad por el sexo todavía estaba por explotar y la situación alimentaba mi morbo, iba a jugar un poco sin marcarme ningún objetivo.
Físicamente no era nada del otro mundo, moreno, no demasiado feo, aunque con bastante acne, sobre 180 , cuerpo sin definir, demasiado delgado y andaba un poco encorvado (yo mido 169 y bastante corpulento, ya que he hecho mucho deporte). Sin embargo, ¡ay!, el estar en su casa a menudo me había brindado la oportunidad de poderle ver furtivamente en calzoncillos (después de levantarse bajaba a desayunar de esta guisa, lo que le recriminaban a menudo sus padres) y bajo la tela del slip se adivinaba un bulto más que delicioso que hacía volar mi imaginación.
Por ese camino anduve mis pasos, es decir, si él se mostraba sin ningún pudor, iba a jugar al mismo juego, por supuesto, sorteando la presencia de mi novia y sus padres, aunque si bien él lo hacía de una forma inocente, yo iba a jugar con la ventaja de ser completamente intencionado y mi mayor experiencia. Aprovechando que esos días de fiesta que estábamos en la casita de campo mi novia y sus padres subían a hacer la siesta y nos quedábamos solos, comencé por mostrar con mas descaro mis atributos: me ponía un chándal de color claro que tenia y me quitaba los calzoncillos, de forma que al andar el movimiento era evidente y al sentarme se marcaba evidentemente la longitud de mi polla y también me ponía un viejo bañador de pantalón que lo tenía bastante desbocado y el calzón interior no sostenía nada. Junto a eso, me quitaba la camiseta para resaltar más la pieza inferior y lo que adivinaba bajo la tela (bueno, el hecho de que fuera verano y no hubiera aire acondicionaba también ayudaba).
Todo ello lo acompañaba de estrategias bien calculadas de incitar al voyeurismo de mi cuñado, por ejemplo, cuando me aseguraba que me miraba, hacía movimientos como de tocarme el pelo, el pecho, rascarme la entrepierna, etc y al tocarme, como involuntariamente, la línea del pantalón quedaba muy abajo, casi sobre el tallo de la polla, sobresaliendo por encima el vello púbico. Evidentemente, todo ello incitaba su curiosidad, lanzando miradas mal disimuladas hacia mi paquete, lo que comprobaba yo con gran regocijo. En otras ocasiones, me sentaba frente a él con el pantalón corto haciendo como que leía una revista y alternando movimientos con las piernas asegurándome que por debajo se veía o se adivinaba la punta de mi carajo y en otras ocasiones, simulaba una siesta sobrevenida sobre la tumbona para que él se recatara menos a la hora de mirar pensando que yo dormía, aunque yo lo que hacía era ponerme una camiseta sobre la cara para poder observar sus reacciones a través de la tela. En las ocasiones en que tenía éxito, el espectáculo que ofrecía se mejoraba con una tremenda erección que yo me molestaba en ocultar cuando ya era demasiado escandalosa, sin embargo, el tener la polla morcillona me daba mucho juego para mis intenciones.
Con estos jueguecitos me tuve que aliviar varias veces a su salud, su aparente ingenuidad y su interés por mi exhibicionismo me ponían a cien. Incluso en una ocasión que ya era de noche y los demás habían subido a dormir, mis manipulaciones con mi bañador preferido me llevaron incluso a sacar en un momento dado mi cabeza sonrosada por arriba del bañador, incitado y calentado por sus continuas miradas, lo que duró apenas un segundo y que yo procuré dar a entender que fue un accidente hizo que aumentara su interés y puso en su cara una sonrisa extraña que alternaba con movimientos nerviosos que hacía que se revolviera en su silla. Pasados unos instantes, se levantó y se fue al baño, donde estuvo una media hora, seguro que pajeándose a mi salud. Mi erección fue ya tremenda, por lo que también tuve que aliviarme antes de ir a dormir.
Unos días más tarde, entré en el baño del piso de arriba y me dispuse a mear cuando detrás de mí entró él (llamémosle Lucas) y sacándose la polla del slip y sin darme tiempo a reaccionar se dispuso también a mear donde yo. Por fin tenía a mi vista la polla de mis sueños. Era más grande que la mía, posiblemente salía de una erección reciente, y de ella salía un abundante chorro que hacía mucho mas ruido que el mío. Del nacimiento de tan suculenta herramienta salía no demasiado vello pero destacaba más por el hecho que no tenía nada de pelo en el resto del cuerpo (yo soy bastante velludo). La visión que se me presentaba subió mi calentura (lo hubiera lamido entero allí mismo) y mi polla empezó a aumentar de tamaño (creo que la suya también) y a cortárseme el chorro. La vergüenza del hecho hizo que precipitadamente saliera de allí pero mi erección tardó en desaparecer.
En ocasiones sucesivas, procuraba encontrar el momento en que estuviéramos solos y provocar mi exhibición, tanto al orinar con el aparato en estado de semierección , como al entrar en la ducha (ni decir tiene que dejaba la ducha para quitarme el cloro de la piscina para esos momentos), dejando la puerta deliberadamente abierta y tomando mi tiempo para secarme y vestirme. En contadas ocasiones tuve éxito, solo algunas veces en que el encuentro era casual, no se volvió a repetir tal y como la primera vez. No obstante, la situación en sí ya era bastante excitante, sólo con la expectativa de que oteara dentro y me viera con la picha en la mano o el oír el potente chorro a través de la cortina de la ducha (desde donde era difícil poder echar un vistazo) ya me ponía a mil. En otras ocasiones, al ir a entrar en la piscina se ponía a mear en las jardineras adyacentes (la casa estaba encaramada en la montaña y rodeada de pinos, con lo que estábamos relativamente a salvo de miradas indiscretas desde otras casas) con lo que aun en la distancia podía admirar el objeto de mis deseos.
Los baños en la piscina se convirtieron sin preverlo así en un nuevo mundo de posibilidades, pero el peligro de ser descubierto en una erección indiscreta eran mayores, pues no solíamos estar solos o como mucho, el resto estaban en la terraza contigua, de forma que en cualquier momento podían echar un vistazo. Con ello, la dificultad crecía pero también, paralelamente, el morbo de la situación. ¡Tenía que acercarme más a aquel rabo que me obsesionaba!. Lucas utilizaba un bañador rojo tipo slip que ya le venía pequeño pero que a fuerza de usarlo tenía las gomas desgastadas y seguía usándolo (no sería presentable en una piscina pública, pero estábamos en familia), con lo que cada vez que se tiraba o salía de la piscina se le caía y con una mano tenía que sujetarlo para no perderlo, con lo que me brindaba nuevas ocasiones para disfrutar con la visión del bulto y el vello que despuntaba por arriba. Ni decir tiene que yo también intentaba exhibirme en el borde de la piscina con mi bañador ajustado y con media erección, que con el peso del agua bien se adivinaba cuando lo tenía más cerca.
Parecía que jugaba a mi mismo juego, pero ¡No era suficiente!, con lo que había que buscar oportunidades para el roce: junto con mi novia, hacíamos guerras o carreras subidos a horcajadas sobre las colchonetas, con lo que en ocasiones debían subir dos a una misma colchoneta, normalmente subía con ella, sentados uno detrás del otro, pero me las arreglé para que Lucas subiera a la misma colchoneta que yo, yo delante y él detrás, primero de una forma discreta cuando mi novia estaba (toda la zona del bañador quedaba debajo del agua por el peso) pero luego más descarado cuando estábamos solos: desde lejos no parecía nada raro, pero de esta forma podía sentir la presión de su bulto en mis nalgas y aumentar el roce con el movimiento (fingido, claro, para no perder el equilibrio, etc) , con gran placer por mi parte y bastante discretamente, pues a no ser que me metiera mano directamente, no podía notar mi erección, al darle la espalda. Por su parte, no parecía molestarle, más bien al contrario, por la consistencia que se notaba detrás mía, incluso en más de una ocasión era Lucas quien tomaba la iniciativa de subirse a la única colchoneta que quedaba (la otra se había pinchado).
Otra posibilidad era pasar por debajo de las piernas buceando, con lo que se daba pie a pequeños roces y, sobre todo, subirlo sobre mis hombros (él no podía con mi peso), con lo que la presión de su polla la sentía sobre mi nuca, donde más de una vez noté una consistencia más que notable, supongo que por los restregamientos a que no estaba acostumbrado y que, evidentemente, agradecía inconscientemente, ¡De buena gana le hubiera arrancado el bañador y me hubiera metido en la boca aquél trozo de carne que me presionaba detrás de la cabeza! La situación no podía volverse más peligrosa y más excitante al mismo tiempo, estaba loco de deseo por aquél chaval, soñaba a diario con que me follara después de propinarle una buena ración de saliva sobre su tranca. Debía parar con aquello, ya que en algún momento me iba a poner en evidencia y me iban a descubrir, lo que debía quedarse como una fantasía se había convertido en una obsesión. Debía decidir si dejarlo correr de una vez o no, pero fue el azar quien decidió por mí.
Sus padres viajaban unos días en agosto todos los años y solían llevarse consigo a Lucas, pero en esta ocasión él se negó a ir, con lo que tuvieron una gran discursión, por cuanto no querían dejarle solo, pues en ocasiones anteriores se había juntado con una pandilla de indeseables que consumían droga y le habían sacado el dinero. Además, era bastante perezoso y si nadie estaba pendiente de él se pasaría el dia durmiendo y ni comería ni se asearía, por no hablar que tenía que estudiar para aprobar unas asignaturas en septiembre. Para solucionarlo y que no les amargara el viaje, propusieron a mi novia que se dejara el trabajo esos días para quedarse con su hermano, pero ella estaba poco tiempo en la empresa y no se atrevía a pedir vacaciones, por lo que fue a ella a quién se le ocurrió que fuera yo quién hiciera de baby-sitter, ya que me quedaban algunos días sueltos, no tendría problema en pedirlos: nos trasladaríamos en esos días a la casa de campo y yo llevaría y recogería a mi novia del trabajo. Por supuesto, la idea les pareció estupenda a los padres, no sin antes hacerles prometer que le obligaríamos a que se levantara de la cama pronto, se aseara y dedicara su tiempo al estudio, en fin, que lo tuviéramos controlado. Mi polla dio un respingo ante las múltiples ocasiones que se presentaban, ¡Íbamos a estar solos!, mi imaginación empezó a volar. No obstante, para no forzar las cosas, no iba a lanzarme a tumba abierta, ya que se podría cerrar en banda y dejarme en evidencia ante mi novia. La naturaleza iba a seguir su curso....
La primera tarde en que se fueron sus padres ya decidí empezar con mi seducción, cuando mi novia se fue a dormir, mi exhibición se hizo más agresiva y mis miradas a su paquete más que evidentes, lo que debió de notar, pues estaba más inquieto que de costumbre. En un momento dado, cuando entramos en la casa, hice ademán de cambiarme el pijama de dormir en su presencia y antes de que él pudiera reaccionar ya me había sacado el pantalón, dejando al aire mi morcilla y mis huevos bien a su vista y tomándome mi tiempo para ponerme el otro pantalón, ya que antes me quité la camiseta. Su cara era un poema y puso unos ojos como platos, pero evidentemente no protestó. Yo seguí con naturalidad con mis cosas y él también se cambió de calzón, pero dándome la espalda, con lo que tuve la ocasión de admirar la redondez de sus nalgas, aunque lo que me interesaba estaba balanceándose fuera de mi campo de visión. Quizá al día siguiente cuando estuviéramos solos se cortaría menos.
Al día siguiente, después de llevar a mi novia al trabajo, volví con una erección tremenda ante lo que me esperaba, por lo que antes que Lucas se levantara, debía aliviarme para rebajar mi tensión sexual. Olisqueé el calzón que se quitó la noche anterior, ya que en el hueco donde estuvo su sexo mantenía el olor a macho, con esto y la ayuda de dos de mis dedos que introduje en mi culo para dilatarlo (no era la primera vez que lo ensanchaba, tampoco era ya virgen, en otra ocasión os lo contaré), imaginando que quien me taladraba era él, tuve un buen orgasmo y de paso, evitaría erecciones espontáneas que me pusieran en evidencia en demasía, todo debía llevar su curso. A media mañana decidí que ya era el momento de despertarlo y subí a su habitación. Seguía durmiendo, claro, estaba solo con un slip parcialmente tapado por la sábana, que, al retirarla discretamente ofreció a mi vista un bulto de considerables dimensiones que apenas podía tapar el slip (la tela estaba tan levantada que se podía ver por el lateral), me tomé mi tiempo para disfrutar de su erección mañanera y empecé a despertarlo, ante su protesta. Le preparé el desayuno y le ordené que hiciera unas tareas de no se qué asignatura para aprobarla evitando hacer el examen. Yo seguí con mi seducción: me vestí sólo con un boxer blanco que dibujaba claramente mis atributos a través de la tela y procuraba acercarme a la mesa como interesándome por sus tareas, de forma que mi bulto quedaba prácticamente a dos palmos de su cara. De nuevo se removía en su silla y pegaba unos vistazos a mi paquete que por mucho que quisiera no podía disimularlos, estaba entrando en el juego...
Como descanso le propuse jugar a la videoconsola, con lo que estando sentados en paralelo, yo me podía sentar un poco más adelantado y reclinarme hacia atrás, ofreciéndole la visión de mi entrepierna palpitante a través del poco discreto boxer, mientras controlaba desde atrás sus reacciones. Él seguía disfrutando con el tema, ya que me estaba comiendo con la mirada, alternándola con la pantalla, con lo que no daba pie con bola. Le pedía el mando y al cogerlo le rozaba la pierna o más arriba y descansaba el mando sobre mi bulto, de forma que cuando lo recuperaba, se acercaba peligrosamente a aquello que tanto miraba y que cada vez aumentaba más de tamaño. Con todo, a juzgar por el cojín que usó para taparse, se adivinaba una potente erección que intentó disimular y que yo procuraba mantener: me frotaba el pecho, me reubicaba el paquete cada vez que cambiaba de postura y me levantaba con cualquier excusa para exhibirme, de paso para mostrarle también mis redondas nalgas (lo que, dicho sea de paso me enorgullezco de su forma redonda y carnosa, que todavía resaltaba más por el boxer).
Para cambiar de tercio le propuse que nos diésemos un baño en la piscina por el calor que hacía con lo que me dirigí a sus espaldas para colocarme el bañador, por supuesto con total libertad de desnudarme. Al bajarme el boxer me giré de repente y lo pillé con la mirada dirigida hacia mi desnudez, lo que le avergonzó de forma evidente. Para quitar hierro, hice como que no le di importancia y le recriminé que todavía estaba ahí sin cambiarse, a lo que le alcancé su bañador y con evidente desfachatez me quedé plantado delante hablándole de cosas intrascendentes. Quedó contrariado pero procedió a ponerse el bañador con lo que de nuevo pude admirar de cerca su polla, que, al tener una media erección (le apuntaba a media altura) mostraba un tamaño más que interesante, que resaltaba más aún por su delgadez. Definitivamente, era más grande que la mía y mis ojos iban de su cara mientras mantenía la conversación hacia su tranca (sobre todo aquí, con poco disimulo), lo que pareció gustarle, ya me esbozaba una media sonrisa. Me contuve las ganas de chupársela en ese mismo momento como era mi deseo y nos dirigimos a la piscina.
(HASTA AQUÍ LA PRIMERA PARTE DE MI RELATO, SEGUIRÉ LA SEGUNDA PARTE PRONTO)
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