Logré compartir a mi mujer
Con antiguo amigo follamos a mi mujer y gozó como una putita.
Un verano en que no encontrábamos de vacaciones en mi antigua ciudad, visitamos la exposición pictórica de un amigo de mi colegio, tres años menor que yo, aficionado a la pintura, quien nos acogió con gran alegría, mostrándose encantado con mi esposa, con quien tuvo una inmediata afinidad, por lo cual la conversación nos entretuvo por mucho tiempo, más allá del cierre de la muestra que mi amigo había montado en la casa situada en los altos de la farmacia que administraba.
Entre las pinturas exhibía un desnudo de muy buena factura, ante lo cual se me ocurrió inmediatamente decirle a mi mujer que por podría ver cumplido mi sueño de tener un desnudo suyo. Nuestro amigo se mostró de inmediato dispuesto a pintarla, diciendo que podría hacerlo de alguna fotografía que tuviéramos. Después de un rato de agradable conversación no despedimos muy contentos, con el compromiso de volver a vernos para conversar de la pintura.
Mi esposa, tiene 35 años, es morena clara, 163 centímetros de estatura y pesa 52 kilos, por lo que es bastante menuda. Sin embargo, eso mismo le permite tener un cuerpo de jovencita con un culito pequeño, muy firme y sin una muestra de celulitis y unas tetas que, sin ser feas, ella quiso operarse para agrandarlas y levantarlas, por lo que, a mi entender, es muy atractiva sexualmente y muestra de ello es que en la calle es siempre es muy admirada por hombres de todas las edades.
Nuestra vida sexual es muy rica y siempre nos habíamos mostrado muy abiertos y una de mis fantasías era verla cogiendo con otros hombres, verla terminar ensartada por una buena verga ya que es espectacular haciendo el amor y una sinfonía acabando, lo cual, entre otras cosas acabó por enamorarme de ella, ya que soy tres años menor que ella, es decir tengo 32 años.
La conversación me dejó muy caliente y reavivó mi fantasía, que ya le tenía bien metida en la cabeza y se mostraba siempre dispuesta a aceptarla, pero sin hacer nada por ello dejándome la iniciativa a mi, por lo que maquiné la concreción de mi fantasía, convenciéndola primero para que se hiciera las fotos para la pintura con mi amigo, para lo cual lo llamamos acordándolo para el día siguiente. Esa noche le hice el amor hasta emputecerla, como casi siempre lo hacía, pero esta vez hablándole al oído de lo bien que lo pasaría cogiéndose a mi amigo y posiblemente a mi también.
En la noche siguiente fuimos a ver a nuestro amigo, premunidos de nuestra cámara fotográfica digital y dispuestos a cualquier cosa. Después de una larga conversación y de unos whiskys para distendernos, yo forcé la situación pidiéndoles que pusieran manos a la obra para la fotografía, mientras yo iría a comprar algo para tomar y que a mi regreso quería ver los resultados para escoger la definitiva.
Demorándome a propósito para darles tiempo a entrar en confianza, volví treinta minutos después aproximadamente, encontrando a mi mujer en tanga y sostenedores algo nerviosa pero muy sonriente, y a mi amigo también nervioso y con una erección que no podía ocultar por más que disimulara, ya mi mujercita me guiñó el ojo mostrándomela.
Serví otro whisky, el segundo para mi esposa y el tercero para los hombres, y me dispuse a mirar las fotografías encontrando que había sólo en ropa interior, por lo que les dije que deseaba una con desnudo total y tuvieran confianza para hacerlo ahora que yo había llegado. Mi mujer, después del trago pareció tomar valor y se paró dispuesta a terminar la faena, se sacó el sostenedor y le pedí a nuestro amigo que le tomara varias fotografías ya que para mi la vestimenta más sexi para la mujer es sólo en tanga.
La dirigimos para asumiera distintas poses, algunas bastante eróticas, por lo que mi amigo disfrutaba a más no poder y con la verga arrancándosele de los pantalones. Finalmente me decidí a pedirle que se sacara la tanga para quedar totalmente desnuda, lo que hizo ahora sin remilgos, constatando que tenía su conchita muy mojada.
Continuamos sugiriéndole nuevas poses, tanto ingenuas como eróticas, la temperatura ya estaba por las nubes por lo que pedí a mi amigo que nos hiciera algunas tomas en pareja simulando diversas posiciones sexuales, una simulando lamerme el pene, otra conmigo simulando lamerle el clítoris que lo tenía bastante hinchado y otras simulando penetrarla en la posición tradicional y a lo perrito. Mi amigo ya no disfrutaba sino que sufría tremendamente, por lo que compadeciéndome le rogué que se prestara para una fantasía mía y de mi esposa, que era tener fotografías o videos de ella haciendo el amor con otro hombre.
Accedió con gran ansiedad, aunque cortado por la situación, por lo que tomé la cámara y le pedí a mi esposa que le ayudara a desvestirse, le sacó la camisa y le desabrochó el cinturón, pero el no dejó que terminara la faena ya que la concluyó el mismo urgentemente, dejando a la vista de mi mujer una verga de18 Cms. a lo menos, mucho más grande que la mía que mide 14 centímetros, el promedio de lo normal según creo.
Desde aquí en adelante, yo dirigí las acciones pidiéndoles que asumieran distintas posturas; con él tomándola por los pechos desde atrás y afirmando su pene que ya goteaba en sus nalgas que mostraban los típicos granitos de la piel de gallina y que élla estiraba hacía atrás; otra con él lamiéndole un pezón y después tocándole el clítoris con la punta de la lengua. Imagínense mi calentura, mi pene erecto a más no poder goteaba como llave rota.
Enseguida les pedí cambiar y que fuera mi mujer la que simulara hacerle el amor a mi amigo, para lo cual él se recostó y ella se puso encima a horcajadas, con su conchita casi tocando su pene y empezó a recorrerlo desde el cuello hacía abajo con su lengua hasta su pene, faena que hace de manera espectacular mi mujer, tanto que a veces se satisface sólo con ello, siempre que yo acabe en su boca. Pues, en esta ocasión, al perecer no lo hizo menos bien ya que mi amigo, con los ojos cerrados, gemía y levantaba su pene para lograr que fuera tocado por mi esposa.
Esta me miró con cara de puta, preguntando si podía terminar la faena, a lo que contesté que si. Cogió su pene con sus manos y acarició su cara con el, después lo recorrió a todo lo largo con su lengua y se lo metió hasta la garganta, sorprendiendo a mi amigo que lo ensartó aún más con el movimiento involuntario de su pelvis.
Empezó a hacer lo que más le gusta, hacer acabar a los hombres con su boca, se engolosinó y no quería dejarlo, tuve que intervenir lamiendo su culito y conchita aprovechando que se encontraba a lo perrito, lo que en vez de interrumpirla la hizo dedicarse a chuparlo con más ganas aún. Mi amigo se empezó agitar convulsivamente, con muestras de querer correrse, por lo que ella se prendió con más fuerza a su pene, luego de breves segundos él comenzó a dar alaridos de placer descargando grandes borbotones de semen en la boquita de mi putita, que lo tragaba con gran deleite. Siguió lamiéndoselo suavemente hasta dejarlo limpio y listo para la acción otra vez.
Yo le reclamé a mi esposa que me atendiera también a mi, por lo que cariñosamente me empezó a besar desde el cuello hasta el pene, repitiéndose la misma dosis de semen. Mi amigo, aún con asombro y caliente por su nueva erección sólo miraba, por lo que yo lo animé a intervenir acariciándole el culito que se encontraba a su disposición y totalmente mojado. Este comenzó un frenético y suave masaje de su conchita a lo que mi esposa respondió con meneos y quejidos de placer, por lo que me retiré para observar como se cogían a mi querida mujercita, convertida en una verdadera puta, como siempre lo desee.
Mi amigo, en posición de perrito, le acercó su gran verga a su culito, logrando metérsela suavemente en su conchita que se estiraba al máximo ya que mi esposa la tiene muy estrecha, aunque muy elástica, por lo que logra cogerse distintos tamaños con gran placer para sus amantes. Se la metió durante varios minutos, logrando ruidosos orgasmos de mi mujer, que me miraba con ojos vidriosos de deseo y placer.
Después de un largo rato cogiéndosela desde atrás, cambiaron a la tradicional posición del misionero, la que más hace gozar a mi esposa ya que es cuando le entra más profundamente y puede moverse a todas sus anchas. Finalmente, acabaron juntos con grandes gritos de mi esposa que quedó agotadísima debido a sus frenéticos movimientos de pelvis tratando de gozar siempre más, pero feliz con la experiencia.
Por suerte fue una experiencia gratificante, tanto para mi esposa como para mi, ya que logró que empezáramos a dar rienda suelta a nuestras fantasías sin problemas morales de por medio ni trancas sexuales. Es más, después de esta primera vez, el sexo entre los dos mejoró en un 100%, disfrutamos durante mucho tiempo recordandolo.
Me gustaría escuchar opiniones acerca de este relato, para poder contarles más experiencias que hemos tenido con mi putita particular, en especial de hombres jóvenes que quisieran tener alguna experiencia con ella.