Locuras de mama...
Primera parte de una historia verídica que narra parte de mi pasado. Si bien no estoy orgullosa ni avergonzada de nada de lo que hice en mi vida soy la prueba viva de que la vida real supera la ficción. Si les gusta les seguiré contando.
Toda mi vida me considere una mujer convencional, 37 años, buena familia, clase social media, casada felizmente con Gustavo, arquitecto de 40 años y madre de 2 hermosos hijos, Jazmín de 12 años y mi angelito Elías de 14.
En los últimos años tal vez no hubo suficiente emoción en mi vida. Hace ya varios años que abandone mi trabajo de rr.pp. y organizadora de eventos para centrarme en la tarea mas importante para mi que fue la crianza de mis hijos y mas alla de algunas salidas con amigas a cenar y mis salidas a correr o a yoga no hacia mas que eso en mi vida cotidiana.
Tal vez la tranquilidad de mi hogar y de vida de señora ama de casa se rompió aquel sábado. Yo, Gustavo y Elías desayunábamos temprano Gustavo su café negro y yo y Elias un vaso de yogurt bebible. Mi marido iba a llevar a Elías a jugar al futbol para el club donde entrena en las inferiores desde los 6 años y nada era extraño ni estaba fuera de su lugar. Fue entonces cuando Jazmín bajo apresurada las escaleras para desayunar con nosotros, aparentemente tenia intenciones de ir a ver el partido de su hermano esa mañana. Esa mañana Jazmín solo vestía soquetes de todos colores, fucsia, negros, amarillos y celeste, camiseta musculosa rosada y una bombacha vedenita de niña blanca con diversos motivos de un dibujo animado popular de la época. Muchas veces, ella desde su inocencia de niña, se dejaba ver en ropa interior delante de su padre y su hermano cosa que nunca me pareció mal entendiendo que mi marido no era ningún enfermo pedófilo y la niña lo hace sin ninguna mala intención mas que su inocencia. Entonces fue cuando vi la cara de Elías… nervioso… ojos perdidos mirando a su hermana en ropa interior. Jazmín no tenia gran cuerpo, era delgada en ese entonces de 1,55 , pelo oscuro como lo tenia yo a su edad, anteojos, casi sin curvas… pero parecía que para Elías ver el culito flaco de Jazmín sirviéndose un vaso de leche era el show mas glorioso que hubiese visto en años y no le quitaba sus ojos de encima casi sin importarle que yo o su padre lo note.
Si bien en un principio la situación me pareció bizarra y me sentí mal por lo que vi. Poco a poco fui asimilando que Elías ya tenia 14 años y había entrado en la pubertad y que así como miraba el culito flaco de Jazmín de seguro miraba el culito de sus compañeritas de colegio, sus profesoras, de Claudia la chica que limpiaba en casa y de… su madre… el solo pensarlo me daba escalofríos pero al mismo tiempo me hacia preguntarme mas y mas… seré yo también parte de las fantasías de mi hijo. De repente sentí un tenue calor y humedad en mi entrepierna… debo estar loca pensé… medite sobre el tema… no soy ninguna enferma, tal vez sea solo el deseo de sentirme bella y mirada por un adolescente, tal vez después de tanto estar metida en casa me había olvidado de lo que era ser mirada por hombres sacando a Gustavo mi marido.
Al poco tiempo la pubertad de Elías se hizo notar en toda la casa… o tal vez yo la descubrí y el resto de la casa ya lo sabia. Comencé a notar la gran cantidad de horas que mi hijo pasaba en su cuarto a puertas cerradas, las computadoras de casa con sus historiales nocturnos llenos de contenidos porno como las paginas de Poringa, Petardas y XVideos pero la mayor evidencia y lo que me abrio los ojos fue cuando Claudia pidió hablar conmigo en privado para enseñarme la ropa interior de Elias y mostrarme que tanto sus boxers y hasta sus medias estaban mojadas y oliendo a lefa de hombre. Claudia no tenia inconvenientes en lavar la ropa de mi hijo pero me pidió que hable sobre el tema con el. Me recomendó que hable con mi marido, me hablo de padres que acostumbraban llevar a sus hijos a debutar con prostitutas pero la sola idea de que mi hijo introduzca su pene en una mujer barata llena de enfermedades me aterro. Con la cantidad de enfermedades que existen como el SIDA, HPV y el HERPES la idea de que mi hijo recurra a una profesional del sexo me aterraba aunque sabia que de no hacer nada el iba a terminar recurriendo a un método de ese estilo si seguia tan activo y necesitado. Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, incluso llegue a insinuarle a Claudia que tal vez ella podría hacer algo por el. Claudia es una joven del interior del país , unos 22 años, delgadita y necesitada de dinero pero la insinuación no genero en el rostro de Claudia la reacción esperada y rápidamente cambie de tema.
Por lo pronto hice lo posible por resguardar el recato en casa. Hable con Jazmín para pedirle que tenga mas cuidado por como se mostraba en la casa… la niña lógicamente no entendió nada… pero entendió que tenia que vestirse siempre que saliera fuera de su cuarto.
El punto de quiebre de mi historia fue ese día, ya de siesta con Jazmín durmiendo la siesta después de regresar del colegio, Gustavo en el trabajo y yo en la cocina preparada para ir a mi clase de yoga. Elías llego de su clase de gimnasia como a las 16 hs, normalmente el estaba exento de participar de esas clases por entrenar en un club de futbol de buen nivel pero al parecer había tenido un examen teorico o algo por el estilo que hoy no recuerdo. El calentó su comida en el microondas mientras yo realizaba cuentas de facturas que tenia que pagar en el desayunador de la cocina. Entonces fue cuando utilizando un espejo que tenia frente a mi pude ver a Elías y su mirada fija a mi culo… en ese momento el calor en la entrepierna que sentí en aquel día regreso nuevamente… realmente esta mirando el culo de su mama… se va a hacer la paja esta tarde pensando en mi… en ese momento un morbo que no sabia que existia ni que tenia dentro mio surgió en mi y retire la campera nike que cubría mi cola y deje mi cola al descubierto en mis calzas de yoga o como se dicen en algunos países leggins para el deleite de los ojos de Elías que ya no solo miraba sino que utilizando 2 de sus dedos parecía tocarse la punta de su pene… ufff estoy loca pensé… pero que mojada estoy y aunque la situación duro apenas segundos genero una excitación en mi que Gustavo no había provocado en años.
Mi cabeza empezó a volar, Elias subió a su cuarto a dormir la siesta y seguramente a cascarse y sacarse la leche pensando en su mama… ufff… que loca estoy pensé. Fui a mi auto cargue mi bolso y antes de subirme pase mi mano por mi entrepierna para sentir un tibio calor que provenía de ahí dentro. Debo estar loca, debo ir a yoga, pagar mis impuestos y pensar en otra cosa y continuar con la vida tranquila y normal que llevaba hasta ese momento. Pero aunque eso hubiese sido lo mas fácil y no hubiese traído consecuencias… no hice eso. Regrese a mi casa, cerré la puerta y subí, cada escalón que subía lograba hacerme escuchar con mas y mas fuerza los latidos de mi corazón. Cosquillas en mi panza y nervios de una colegiala a punto de tener su primera vez. Entre al cuarto de Elías, todo estaba en silencio, el olor que tenia era el olor a encierro y lefa que venia teniendo en aquellos días producto de sus practicas onanistas. Camine unos pasos y me puse en su cama, el se percato de mi presencia y me lo advirtió preguntando mama que pasa a lo que rápidamente silencie con un cálido shhhhhh tranquilo bebe… metí mi mano entre sus sabanas, meti mi mano en su ropa interior y a pesar de no encontrarlo en un principio a los manotazos lo encontré. Estaba semi-erecto, suave como piel de bebe y percibí como aquel hermoso nuevo juguete con el que pasaba horas mi hijo divirtiéndose se endurecía en las manos de su madre hasta transformarse en un respetable miembro viril masculino. Era el pene normal de un hombre… unos 14 cms de carne gloriosa y venosa que nada tenia que envidiarle al pene de su progenitor pero que superaba ampliamente en fuerza y rectitud en su erección. Mama que haces… pregunto Elías a lo que nuevamente respondí shhhh… se la jale una vez hacia abajo, mi corazón latía a mil… no mama decía el… dos veces mi jugos empapaban mi ropa interior… tres veces… y sentí como mi hijo explotaba en mis manos y en las sabanas… dos, tres hermosos chorros de leche de mi hijo bañaron mi mano… el me mirada con los ojos abiertos como dos platos, yo miraba aquel espectáculo como quien ve a un pollito romper el cascaron y nacer…
En ese momento advertí que había roto un límite… quédate tranquilo le dije con aires de superada como si supiera bien que lo estaba haciendo en aquel momento y salí de su cuarto corriendo a lavarme las manos al tocador, no satisfecha y avergonzada de lo que había provocado. Algo se había roto y nunca mas volvería a ser igual y ya subida en mi auto solo podía sentir vergüenza y la necesidad de buscar algo que me devuelva la tranquilidad aunque sabia que lo que había sucedido con Elias iba a generar consecuencias.
Si les interesa saber que paso cuando la cosa se puso interesante... comenten.