Locuras de La Seductora y su Amante (02)

Explora junto a la Seductora sus primeros pasos en el terreno del sexo oral...

Leche en mi boca

Después de haber tenido un par de encuentros furtivos, me empecé a dar cuenta de que a José les gustaba que yo tomara la iniciativa a la hora de hacer el amor. Yo me preguntaba con cuántas mujeres lo habría hecho, a cuántas habría besado, cuántas lo habrían tocado y lo habrían hecho exictar. De sólo pensar en esto me temblaba el cuerpo de los celos y la furia, saber que muchas habían estado entre sus brazos gozando y gimiendo, y haciendo que el acabara y disfrutara. Simplemente inaceptable, yo tenía que ganarles, tenía que ser la mejor de todas las que había tenido en su cama, y haría lo imposible para lograrlo, costara lo que costara.

Fue así que empecé a preguntarle que había hecho con sus antiguas novias, al principio a él le sorprendió que yo le hiciera esas preguntas (siempre me había considerado chapada a la antigua y muy recatada, no tenía ni idea de mis otras facultades), me respondía con evasivas, con respuestas cortas y que no decían mucho. Fue un proceso largo y aburrido, yo intentaba averiguar que era lo que no había hecho, que cosas le gustaban más, etc... Hasta que un día lo encontré, el eslabón que lograría hacerlo gozar como ninguna de las otras ilusas lo habría hecho.

Él me contó que en uno de los encuentros que había tenido con una de sus novias una de ellas comenzó a besarlo apasionadamente y empezó a ir para abajo, cada vez más y más abajo, cuando llegó al borde de su pantalón y se dispuso a desprenderlo, él la detuvo y le levanto la cabeza.

-: ¿Cómo? – le dije- Pero si ella iba a.... porqué no la dejaste?

-:Nooo, - me respondió mientras notaba que tenía vergüenza para contarme eso – nunca antes nadie lo había hecho y no quería que ella lo hiciera.

-: ¿Porqué? – le dije mientras mi corazón latía a mil

-: Porque me daba vergüenza que ella me viera así, no sé, no quería.

Gracias tontita, dije para mis adentros, si vos no tuviste el coraje de hacerlo yo sí. Ese día cuando José se fue, me fui a una página de Internet, busqué todo lo relativo al sexo oral, debía saberlo todo, adonde les gusta a ellos, como les gusta, toooodooooo. A medida que iba leyendo toda esa información, me imaginaba como sería hacerlo, me imaginaba ahí agachada como una gatita sumisa, lamiendo y chupando ese pedazo de carne que debía ser tan delicioso, imaginaba la cara de mi novio expresando un enorme placer, pronto sentí como se me mojaba la bombachita, un calor terrible recorriéndome la espalda, otra vez la sensación de agua caliente en mi vientre y algo que me sorprendió hasta a mi, mucha saliva en mi boca. Siii, literalmente se me hacía agua la boca!!!, no podía esperar más tenía que hacerlo lo más pronto posible. Pero de la teoría al hecho hay un largo trecho.

Ubiqué el próximo fin de semana para pasarlo en su casa, su familia me quiere mucho así que se ponen contentos cada vez que voy de visita. Comimos unos sandwiches y entre que sus hermanos se iban uno a ver su novia y el otro con sus amigos, su hermanita estaba jugando y sus padres en una procesión o alguna reunión de la iglesia, nos quedamos solos viendo tele. Me di cuenta que era el momento justo para hacerlo, necesitaba hacerlo.

Mientras él estaba muy concentrado en una película, yo empecé a besarle el cuello, como a él le gusta, despacio debajo del mentón, un poco más húmedo debajo de su oreja, blandiendo la lengua de derecha a izquierda suave y pegajosa, acercándome furtivamente hacía su nuca encontrando el punto exacto donde el empieza a suspirar y quiere retirar el cuello. Hacía poco había descubierto en su cuello un punto débil, de inmenso placer, y cada vez que podía lo atacaba.

Él estaba de remera así que corrí el cuello de la prenda con un par de dedos para deslizar mi lengua más adentro. El comenzaba con su habitual "Basta... después no te quejes cuando yo quiera hacerlo", pero era un juego que siempre jugábamos, una rutina que se había impuesto en nosotros y nos daba inmenso placer. Él se hacía el que se negaba a mis caricias, pero en realidad no hacía nada para impedirlo, simplemente un protocolo, que lo único que lograba era que yo lo besara y lo acariciara más. Me exitaba el modo en el que deseaba ponerse fuera de mi alcance, cuando en realidad se entregaba totalmente.

Lo tiré suavemente sobre el sofá y me coloqué encima para besarlo, él extendió su mano para subir mi pollera, tal vez pensando que quería hacer el amor, pero se la retiré en forma delicada, me fui un poco más abajo y le levanté la remera, apoyé mis labios en su vientre que estaba algo frío y el dio un respingo.

-: ¿Qué estás haciendo? – me dijo entre risas, aunque yo sabía que en realidad lo había puesto nervioso.

-: Nada – le dije con el tono más inocente que puedo llegar a usar- quiero besar tu ombliguito, o no puedo?

-:Si, si, el ombliguito nada más.

-: ¿ Y si voy más abajo?

Primero me miró como si acaba de decir una tontería, luego se relajó me miró sobrándome y me dijo muy seguro de lo que decía:

-:Siiii, claro –me estaba sobrando – seguro que vas a ir más abajo – y luego de relajarse agregó – yo sé que no lo harías.

A mi me irritan terriblemente que me subestimen. "Ah, si?" dije para mis adentros, "pues ahora vas a ver si me animo o no". Audazmente seguí besándolo y llegando al límite donde se iniciaba su pantalón que son de esos que se ajustan, o sea que había que bajarlos para tener a mi alcance lo que andaba buscando. Metí mis dedos como para hacerlo, pero me paralicé, de repente me sobrevino un miedo yo diría congelante. Una cosa era leer y ver penes erectos y lengua en Internet y otra muy distinta era la vida real, sobre todo para una principiante. Seguí besando su cuerpo, tratando de componerme y de que no se diera cuenta. Pero sí que se dio cuenta.

-: Je, je – se rió burlonamente – te dije que no ibas a animarte.

Eso fue lo único que me faltaba para darme los ánimos que necesitaba en ese momento. Lo miré directo a los ojos y le dije:

-:¿Realmente crees que no me voy a animar? – dije por última vez.

-: Claro que no – dijo muy seguro.

-: Ahora vas a ver si no.

Le bajé los pantalones rápido, al igual que su calzoncillo, cerré los ojos y me dije "Muy bien Pamela, ya no hay marcha atrás". Como no veía nada porque tenía los ojos cerrados y me aterrorizaba abrirlos, palpé con mi mano su vientre, sentí como a medida que la bajaba un mata de pelos suaves y largos la rozaban, lo busqué con mis dedos y lo encontré, semi duro durmiendo calladamente entre sus piernas, el rubor se encendió en mis mejillas y mi corazón estaba que explotaba, acerqué mis labios, un olor intenso y ácido llegó hasta mi, mezclándose con mi pelo, mi piel, el olor del sexo desnudo, de la virilidad contenida, primero sólo apoyé mis labios, palpando esa piel que nunca había sido besada antes, sintiendo la rugosidad, el calor concentrado, le dí un pequeño lenguetazo, rápido no muy seguro, tímidamente casi, tan rápido había sucedido que mi novio no había tenido tiempo de arrepentirse.

Estaba recostado con un brazo sobre su cara y mordiéndose los labios, no era la única que sentía vergüenza. Volví a lamerlo, más suave, más intenso. Sentí su sabor en mi boca, agridulce, campestre, diría fresco. Pronto empezó a gustarme, poco a poco me empecé a sentirme cómoda, dueña de la situación, este juego me gustaba mucho. Sentía que mis poros se abrían, poniéndome la "piel de gallina", comencé a recorrer sus costados besando, lamiendo, envolviendo, conociendo y dejándome conocer, degustando, probando, aplicando más fuerza aquí y menos allá, una vez que lo recorrí de punta a cabo, una vez que identifiqué su forma y sabor, abrí un poco los ojos, para mirarlo, para quebrar ese miedo innecesario. Era hermoso, ahora más grande, con su punta arrugada y arrogante, sobresaliendo de ese mar de bellos púbicos, lo tenía entre mis manos, como cuando tienes un pájaro que no quieres que vuele, sin saberlo, aprendiendo en el momento, instintivamente fui bajando mi mano, descubriendo otra piel debajo de la piel. Más rosada, más tersa, húmeda y embriagante.

Con una cabeza que tenía su propia boca, un agujerito apenas imperceptible, deliciosa. La metí en mi boca sin pensar más, descubriendo que cabía perfectamente, como el estuche para un hermoso anillo. La retuve unos instantes ahí, sin saber muy bien que hacer después, un poco turbada por todo lo que iba sucediendo, excitada y audaz. Ese pedazo que me había desvirgado anteriormente estaba siendo desvirgado por mí ahora, un chorro de saliva caliente se me escurría por un costado de mi boca, y mi novio no cabía en sí de placer.

Comencé a intentar hacer un vaivén lo mejor que podía, pero me trababa un poco, hasta que le fui encontrando la vuelta, el ritmo adecuado, empecé a hacer mucho ruiditos, que no sabía que se producían al hacer esto, pero lo encontré muy simpático. Me concentre en hacerlo lo mejor posible, sacándolo hasta la punta y volviendo a meterlo lo más profundo posible, succionando como una bebita hambrienta, una y otra vez, ensalivándolo, besando y apretando con mis labios, buscando el próximo suspiro la próxima exaltación, buscando mi propio orgasmo en el placer del otro, siendo besada sin haber otra boca, delirando y girando sobre su pene, tan rico, tan suave, tan duro y firme. Y así durante unos minutos que revolucionaron nuestras vidas. Demostrándome a mi misma que todo era posible, que podía hacer las cosas más atrevidas y disfrutarlas, gozarlas al máximo.

Sin embargo aún no estaba preparada para tomar su lechita de modo que cuando yo lo creí conveniente me detuve. Me levante y observé a mi novio con cara triunfante, mientras él se recuperaba de la lección que acababa de recibir, lo tapé y me fui al baño, mojé mi pelo y una sonrisa maligna de dibujó en mi rostro.

Cuando volví el estaba a mil, me agarró y no espero ni un segundo para demostrarme como lo había dejado. Me hizo el amor de un modo que me dejo ardiendo la vulva "literalmente", en forma salvaje, arremetiendo como si quisiera partirme en dos. Mi venganza sería tremenda.

Esta vez tocaba en mi casa. Un día como todos nos quedamos hasta tarde charlando en la cocina, mi casa es un tanto particular de modo que desde la ventana de la cocina se puede ver la puerta de mi dormitorio. Mi madre ya se había ido a acostar y me pareció el momento ideal para arrinconar a mi novio contra la mesada. Nos estábamos besando ardientemente, pero él sabía muy bien que no podríamos ir más lejos ya que mi madre cada tanto venía a controlarnos.

-: Por favor – me decía él – no sigamos porque no vamos a poder hacer nada y no quiero irme con las ganas.

-: Claro que podemos hacer algo – le dije yo.

-: ¿Cómo? – me dijo incrédulo.

Inmediatamente baje hasta sus pantalones e intenté abrirlos.

-: Pará un poco – dijo él asustado – tu mamá puede venir en cualquier momento

-: No importa – le dije tranquilamente - mientras yo te lo hago vos mirás por la ventana hacia el cuarto y si ves que viene hacia acá me avisás y yo me levanto y listo.

Él no lo podía creer, pero eso lo hacía más interesante, el placer que podía darle y el propio miedo de que nos descubrieran hacía que se pusiera duro sin que yo ni siquiera lo hubiera tocado.

Me puse de rodillas, mientras él miraba por la ventana, saqué su miembro y comencé a chupar, succionando suavemente al principio, llenándolo de saliva, dejándolo brillante, encontrándome otra vez con el olor ya identificado, la arruga en su base, la cabeza arrogante, el sabor conocido. Haciéndolo esta vez mejor, tragando como una poseída, moviendo la cabeza varias veces, presionando con mis dedos en su base, y al sentirlo ya completamente duro coloqué mis manos en sus caderas y dejé que mi boca lo recibiera sin agarrarlo ya, sostenido por su propia excitación. Levanté la vista para ver su cara, esa mueca de placer ya descubierta, como siempre, pero me encontré conque él estaba absorto en la escena, viendo como se lo mamaba, disfrutando de esa maravillosa vista que le estaba dando, ahí arrodillada como si fuera su esclava y él mi amo.

Y por primera vez sentí que me agarraba del pelo, metiendo sus dedos anta sentirlos clavados en mi cuero cabelludo, suspirando y diciéndome lo bien que lo hacía presionando mi cabeza contra su cuerpo, empezando a mover sus caderas, embistiendo mi boca, echando la cabeza hacía atrás como un potro salvaje, olvidándonos del tiempo, el lugar y lo demás. Solo gozando al unísono como si fuéramos un solo cuerpo, palpitante y atrevido.

Yo estaba a más no poder, mojadísima como nunca en la vida, experimentando cosas que jamás había logrado, cuando de improviso lo sentí acabar. Un chorro de caliente semen invadiendo mi garganta, una vena palpitando debajo de su falo, una presión de sus manos para impedir que me saliera, y la descarga, total y rotunda coronando el momento.

Me lo tragué todo hasta la última gota, sintiéndome satisfecha de haber completado mi trabajo. Me levanté, me serví un baso de agua fresca, alternando el calor ardiente de su leche en mi boca.

Me acerqué, me dio un beso profundo y me susurró:

-: Tu eres "MI" Seductora.

Espero que hayan disfrutado de este relato tanto como yo al escribirlo, dedicado a todos aquellos que pidieron un poco más para el próximo, pero especialmente para el bombonazo de mi novio que cada vez me hace gozar más.

Espero que quieran más relatos, si es así, por favor escríbanme a LaSeductora707@latinmail.com , de todas maneras les anticipo que el próximo es acerca de un encuentro que tuvimos en un lugar muy, pero muy público. Un besote. La Seductora.