Locura

Un chico hace que perdia el sentido mientras sus amigos distraen a mi novio.

Hola, mi nombre es Bea. Os voy a contar lo que me paso este verano, estando con mi novio en la playa.

Mi novio se llama Alberto, es un chico normal, estatura media, algo gordito, pero a mi me gusta, y muy simpático. Yo tampoco soy nada del otro mundo. Una chica morena, de 1’68, ni gordita ni delgada, pero contenta de mi misma.

Estábamos de vacaciones y habíamos decidido pasar un día en la playa. Era un típico día de los que se agradece estar en la playa pero no hacia tanto calor como para desear estar todo el día en el agua. Después de comer, se pusieron cerca de nosotros un grupo de seis chicos, y muy alegres y divertidos. Los miramos, ellos nos miraron, y ahí quedo la cosa. A la media hora, debieron ver nuestra cara de aburrimiento y nos propusieron que nos uniéramos a la partida de cartas que ellos estaban echando. Nos animamos, y fuimos con ellos. Eran muy extrovertidos, bromeaban entre ellos, y nos hacían sentir muy cómodos. Rubén, Alex, Pedro, Chus, Jero y Francisco eran sus nombres. Este ultimo, Francisco, era el que estaba sentado a mi lado. Era muy divertido, muy amable, parecía que nos conocía de toda la vida, en general sus amigos también.

A Francisco nos lo presentaron como el gay del grupo. Una lastima, era moreno, con una sonrisa angelical que desmaya, una mirada oscura y penetrante que te impacta, y no tenia aspecto de gay. Ya se que no tienen que tener nada que los delate, pero los hay que si, y Francisco no era de esos. La tarde se fue animando, y lo estábamos pasando muy bien, tanto Alberto como yo. Cerca de las siete, decidieron quedar para más tarde para salir por ahí, charlar un rato, pasarlo bien, ver la ciudad. Nos invitaron a salir con ellos, y entre un plan nosotros dos solos, sin mucha imaginación para levantar los ánimos, o salir en pandilla como hacia tiempo que no sucedía, optamos por lo segundo.

La noche transcurrió como la tarde, todos animados con todos, hablábamos animadamente, nos divertíamos, y aunque si es cierto que yo hablaba algo mas con Francisco que con el resto, tampoco era nada anormal. Nunca me hicieron sentir la única chica en una manada de machos salvajes, simplemente era una mas del grupo.

Después de haber ido a distintos bares, de haber bebido un poco de todo, los ánimos estaban mas alegres por decirlo de alguna manera. Fuimos a un disco bar, a tomar algo. Los temas de discusión fueron encaminándose a lo de siempre con lo hombres, el fútbol, las tías, y esas cosas que a mi me gustan pero que los debates de hombres en esos asuntos agobian. Francisco vio mi cara de aburrida, y se animo a llevarme a bailar.

Alber, me llevo a tu chica a bailar porque tiene una cara de aburrimiento. – le dijo Francisco a mi novia.

Mi chico me miro - ¿te estas aburriendo?

No, pero me apetece bailar un poco. – y me despedí de el con un beso.

Ya veras como baila nuestro amigo – respondió uno de ellos en voz alta mientras no íbamos para la pista.

Tenían razón, Francisco no bailaba nada mal, era un placer verle moverse. Francisco poco a poco iba acercándose a mí, con la excusa de que no me oía. Cada vez bailábamos mas cerca. Yo, de vez en cuando, miraba a mi novio, pero este seguía entretenido con sus nuevos amigos.

Sabes que eres muy guapa – dijo Francisco.

Si tu lo dices, tu tampoco estas mal. No se que tenéis algunos gay que dais tanto morbo a las chicas – conteste, confiada en la sexualidad que nos separaba.

No te creas todo lo que oigas, ¿de verdad te doy morbo?

¿Qué es lo que no tengo que creer?

El se acerco más a mí, me cogió de la cintura mientras bailábamos, y apoyo su miembro contra mí, mientras decía:

No se si un gay, se pondría así por ti.

¿No eres gay?

No, me gustas, me pones a cien, y quiero pasarlo muy bien contigo.

Esta mi novio ahí.

Ya les he dicho a mis amigos que lo entretengan un ratito. Llevo toda la tarde pensando en ti, y quiero aunque solo sea probar uno de tus besos.

¿estas loco? Que esta mi novio.

Todo esta muy oscuro. El esta entretenido, y no creo que se preocupe de que un gay este demasiado tiempo con su novia.

¿Eres un poco cabrón? – l conteste, pero sin huir de el. Su mirada, su sonrisa, me tenían retenida. Quizá a cualquier otro ya le habría dado una torta, pero a él no.

Solo te pido un beso – me dijo acercándose a mi oreja, con lo que eso me excita.

Que no, que no le puedo hacer eso a mi novio.

Solo es un beso. Vamos hacia aquel rincón para que estés mas tranquila. – dijo mientras me llevaba lentamente y bailando hacia la esquina mas alejada de mi novio, y que se encontraba el pasillo que va a dar a los servicios.

Yo me dejaba llevar, no se porque. Mientras pensaba en que contestarle, cuando me quise dar cuenta ya me tenía en su rincón.

Venga solo déjame probar esos labios, te prometo que luego te dejo en paz

Solo será eso, un beso – conteste sin estar muy segura de lo que iba a hacer pero al mismo tiempo creo que deseándolo tanto como el.

El se fue acercando a mi oreja – Solo eso un beso – me dijo, mientras besaba mi orejita, mi mejilla, se fue acercando a la comisura de mis labios para que al llegar a mi boca, mi lengua ya le esperara con deseo. ¡Que beso! No se lo que duro porque para mi el tiempo se detuvo en ese instante. Pude sentir el deseo de besar a un desconocido, que dulzura transmitía. Sus manos se movían lentamente, buscando trozos de mi piel desnuda. Tenía manos de ángel, era increíble la sensación solo de sentir el roce de sus dedos. Pasos sus manos por mis brazos, acariciando lentamente, por mis hombros, y fue bajando suavemente sus manos para intentar introducirlas por la parte baja de mi blusa. Todo esto mientras nuestro beso continuaba. En ese momento separe mis labios de los suyos, mirándolo fijamente a los ojos.

Solo era eso un beso – me decía pero sus manos no se habían detenido, estaban acariciando mi ombligo, mi barriguita, mi espalda.

Yo lo miraba sin poder decirle nada. El entendió que mi falta de palabras solo se debía al miedo de lo que estaba a punto de hacer, así que decidió atacar. Volvió a acercarse a mis labios, esperando algún gesto de rechazo, de apartarme, de separarme de el, pero no encontró nada de eso, lo que aprovecho para volver a besarme, al tiempo que me empuja hacia los baños, y su manos buscaban cada rincón escondido de mi cuerpo.

Se separo de mi, me cogió de la mano, y me llevo corriendo al lavabo de chicos, algunas chicas que salían del otro servicio, se nos quedaron mirando con cara de vaya dos. Nos metimos en un baño, y allí pudimos dar rienda suelta a nuestra pasión. El desabrocho mi blusa, beso y toco mis pechos con mucha pasión, al tiempo que yo le quitaba su camiseta. Nuestras lenguas no dejaban de moverse conjuntamente, nuestras manos seguían sus objetivos, el me bajo la falda, y metió su mano dentro de mi tanga. Su otra mano cogió la mano y la llevo a su paquete. Tenía una buena poya, algo que pude comprobar al bajarle el pantalón. Yo sentada en la taza del water, le baje los pantalones, los calzoncillos, y saboree su sexo. Era una gran poya mas grande que la de mi novio, pero ene esos momentos yo no pensaba en el. La lamí, relamí, trague todo lo que pude de ella, la saboree, la escupí, la sentí de verdad como mía, el con sus manos en mi cabeza, me hacia sentir que realmente estaba disfrutando. Poco después el me puso después me bajo el tanga, acaricio mi coñito, sintiendo la humedad entre sus dedos, rozaba mi clítoris con sus manos, excitándome como una perra. Acerco su polla a mi coño, y la metió sin darnos cuenta. Se movía muy despacio, casi hasta sacarla, y la volvía a meter dentro de mí. Era increíble, se notaba que era un gran follador. Sus manos seguían recorriendo todo mi cuerpo, sentía su poya, deseaba su poya, y me corrí, deseando sentirla siempre. El al sentirme, empezó lentamente a acelerar el ritmo, las envestidas cada vez eran mayores, haciendo me sentirlo hasta lo mas profundo. Sentí como su poya se hinchaba descargando todo su orgasmo dentro de mí, al tiempo casi yo también me corría por segunda vez. Fue increíble, y también una locura. En ese momento, recordé a mi novio, recordé el preservativo que no se había puesto, recordé el riesgo de embarazo. El vio todo eso en mi cara, y me juro y juro que no tenía ninguna enfermedad, y que no había podido contenerse. Mi reacción fue besarle, volver a sentir sus labios por última vez, asumiendo que la culpa en todo caso fue de los dos.

Salimos de allí, y volvimos con el grupo. Yo me agarre a mi novio por la cintura, y uno de ellos guiñándome un ojo, comento:

A que baila bien el gay - a lo que todos riendo, incluido mi novio.

Yo asentí con la cabeza, mientras la agachaba mirando al suelo. A los diez minutos, Francisco dijo que estaba cansado y que se iba, el resto decidieron hacer lo mismo, y mi novio, y yo nos marchamos también, diciéndome:

  • Que gente mas enrollada, me lo he pasado muy bien.

Sentí un gran remordimiento en mi interior. El tiempo pasó y gracias a Dios no quede embarazada, aunque ya estaba dispuesta a decirle a mi novio que era hijo suyo, al fin y al cabo era el que lo iba a criar, pero por suerte, nada paso. Y todo ha quedado en mi mente como un sueño irrepetible.

Gracias por esa noche Francisco. Escríbeme, bea_roybu@hotmail.com