Locona con plumas

Toman una broma a Mateo los amigos.

LOCONA

CON

PLUMAS

Esta historia no me la contó Mateo, creo que le dio vergüenza que me enterase de lo que le pasó esta vez, pero me descojoné cuando me la relataron y cada vez que me acuerdo me "parto" de risa.

Mateo y Marckus habían salido por Madrid con sus amigos Adrián y David (Nicopico) un sábado por la tarde. Estos son los anfitriones en la capital, los que conocen, sobre todo David que es de la capital, los lugares, los ambientes y donde se alterna.

Han paseado por la Gran Vía un rato, porque aunque es otoño avanzado hace hoy muy buen tiempo. Han tomado unos helados en una gelatería nueva, que han visto abierta, a propuesta del goloso Bollín, a una hora en el que el sol engañaba la época en la que ya están y ahora buscan un lugar donde calientes sentarse cómodamente, porque la tarde está refrescando al ocultarse el sol y acercarse la noche.

Desean poder charlar en un lugar tranquilo y seguir con las bromas, chistes y "piques" que han mantenido toda la tarde Adri y Mat que les ha divertido.

Como en esta ocasión no les han acompañado los peques, Dany y el otro David, pueden entrar en un local más adecuado a sus condiciones y edad (a Marc lo esconden al entrar para que parezca mayor de lo que es). Lo hacen, a propuesta de "Nico", que les informa, en uno de aspecto muy selecto con el sugerente nombre de Hombres,

- Es cafetería normal por las mañanas a la hora de los desayunos, snack y refugio de parejas gays mayores por las tardes y se convierte en un lugar de "ambiente" joven y mezclado, a partir de las ocho de la noche.

El local tiene forma rectangular. Hay un mostrador a la izquierda, según se entra, que cubre parte de ese lado y partir de él, y rodeando toda la pared, hasta la puerta de salida, han construido un asiento corrido, pegado a la misma, suficientemente ancho y cómodo para estar entre sentado y echado, tapizado tanto la parte que hace de asiento, como la de respaldo, con un agradable y caliente paño de terciopelo verde, que se ve acaban de renovar hace muy poco tiempo, pues, según les dijo un camarero, se notaban excesivamente las manchas o "comidas de color", que los ácidos de ciertos jugos producen.

Hay unas mesas bajas que se pueden colocar a voluntad delante de ese asiento verde esmeralda y muchos puff y taburetes enanos, tapizados de cuero del mismo color, que si se necesitan se utilizan individualmente, para formar grupos alrededor de las mesas o como barrera que tapa lo que se puede ver y no se desea, por debajo de las mesas, desde el asiento de enfrente.

La iluminación es la necesaria en estos casos. Casi nula. Después que estás dentro media hora, empiezas a distinguir los bultos, pero cuando entras necesitas tener ojos de gato para orientarte.

No preguntaron si el local tenía cámara oscura por algún sitio, pero unas escaleras, escamoteadas detrás del mostrador, tenían una especial atracción para muchos emparejamientos que, después de estar en el asiento verde un rato abrazados y moviéndose de manera extraña, se deslizaban por ellas sigilosamente.

Se sientan en uno de los ángulos, el que está más próximo al mostrador, casi enfrente de esas escaleras misteriosas y quedan ubicados, Nicopico en el rincón, Mateo a su izquierda y el Bollín a su derecha. Los tres sentados-echados en el asiento fijo tapizado y Adri en un puff, que ha acercado al otro lado de la mesa, frente a Mat.

  • Con mi peso no hago ni siquiera la forma del culo en este trasto, no puedo sentarme a gusto – comenta.

  • ¿Quieres cambiar el sitio? – se ofrece Mateo

  • No, no – contesta rápidamente Adri.

Mateo no nota que todos han mirado hacia el rubio del Entregu, reprochándole su comentario.

Piden unas bebidas sin alcohol y reanudan la charla que habían interrumpido.

Cuando están más enfrascados en su conversación penetra en el establecimiento "algo", que no se sabe si es un chico, porque más parece una fémina, pero estrafalaria, rara, exagerada y difícil de definir, es decir una "locona".

Aunque su ropa ya era suficientemente llamativa para que se la mirase, pantalones rojo púrpura y camisa morada nazareno, ajustadísima, de manera que dos botones estaban sueltos o arrancados y le salían unos pelos entre ellos, de "oso" de la Puerta del Sol, lo que más hacía que atrajera la atención, era una peluca rubia, llamativa, muy mal colocada sobre su cabeza, que le caía, como diría mi abuela, "como a un Cristo dos pistolas" y su excesivo maquillaje, rojo fuerte fosforescente en los labios, y un rosa cretona chillón distribuido por su rostro.

Todo el conjunto parecía como si le hubiese vestido o maquillado un payaso loco.

Su voz era de tal volumen, al saludar a todos los asistentes, que los domingos le podían pagar su entrada en el estadio del Manzanares, entre todos los componentes de una peña de la Glorieta de Bilbao, que se estaba haciendo famosa por sus alaridos, para que gritase durante los partido del Atlético de Madrid

  • ¡¡¡ Atletiiiiii. . . . . !!!

Atravesó todo el local, atrayendo la mirada y parando provisionalmente las manos que "trabajaban" los bajos de los recostados y casi tumbados clientes de los asientos corridos y se acercó directamente al grupo de mis amigos.

  • Hola – saludó a todos los del grupo, pero mirando principalmente a Mat, continuó – ¿Qué hay príncipe? ¿Cómo estás? – y se sentó a su lado lo más pegado posible.

Mateo, cogido desprevenido, solo pudo contestar a media voz, mientras intentaba separarse de aquella cosa rara.

  • Bien – ni siquiera pudo añadir educadamente- ¿Y tú?
  • porque se le puso casi encima, le pasó un brazo por detrás, le atrajo hacia sí y le dio un beso en la boca que le dejó perplejo, cortado y asustado.

  • ¡¡ Mi vida, que guapo eres !! – continuó diciéndole mientras le seguía achuchando de una manera provocativa y descarada.

Antes de que Mateo pudiera protestar y defenderse del acoso que estaba sufriendo, en el que esperaba tener la ayuda de sus amigos, David, Nicopico, saludó al recién llegado.

  • ¿Qué haces por aquí "Paquita"?

  • Nada especial, he salido de "caza". ¡¡ Este me gusta mucho!! – vuelve acercar su cara a Mateo, que la aparta asustado, intentando evitar un nuevo beso.

  • Con este no tienes nada que hacer. Tiene novio, Es este chico – y David señala a Marckus.

  • Eso ya sabes, no me asusta, ¡¡ Lucharé por él !! - replica el de las "plumas", pasándole la mano por el muslo y tocando atrevidamente el "pirindolo" de Mateo, que se encoge lo más que puede en el asiento para evitarlo a la vez que con la mano abierta golpea aquella mano "pecadora" para que la aparte de él.

  • ¿Me lo dejas para pasar un buen un rato? – pregunta a Marc.

  • Si él quiere. . . . – responde sonriendo el "Bollo suizo", que se lo está pasando cojonudamente, al igual que todos los demás, al ver los apuros que pasa su amor, que se eleva en el asiento, se encoge y lucha para que no se le siente encima, como intenta la "loca".

  • ¡¡ Claro que quiere !!, ¿Verdad mi vida?- le vuelve a abrazar e intenta de nuevo darle otro beso, pero Mateo, listo esta vez, vuelve la cabeza para evitarlo, aunque pensando en sus labios, olvida su "pixi", que es cogido en "orsay" y acariciado ostentosamente por la "loca" que lo restrega a mansalva por encima del pantalón.

  • ¡¡ Qué tamaño está adquiriendo!! ¡¡ Debe de saber a gloria !! ¡¡ Me dejas !! - intenta bajar la boca acercándola al sitio "peligroso" .

  • Marc – aparta las manos, que le soban como puede y solo acierta a decir con tono suplicante, intentando seguir la broma, pero notándose que le pide ayuda – Sabes que solo te quiero a ti. . .

  • Eso lo sé amor, pero lo que te pide "La Paquita" es solo un plan y eso, ya sabes que te dejo que lo tengas cuando quieras, me has pedido permiso muchas veces para tenerlo, ahora tienes ocasión. . . . .

¿Me autorizas entonces? – chilla ilusionado, el de la peluca rubia, haciendo aspavientos exagerados y grititos, que son casi alaridos de lujuria, lanzándose de nuevo desmelenado sobre Mat, a quien agarra de todas las partes, le besuquea, le intenta lamer su rostro, presentando una lengua que fuera de su boca parece una pala y haciendo gestos de que le viola allí mismo sobre el asiento, donde se ha puesto de rodillas y hace gestos de estar bajándose la cremallera de la bragueta y signos apresurados de que se la está sacando. . . .

Mi amigo ovetense, asustado, rojo de ira y también un poco acollonado, se defiende como puede del acoso y al final sacando su genio, se levanta y trasteando, pasando por encima de Adri, sale corriendo de donde está sentado, colorado y gesticulante y grita, desde el medio de la estancia, atrayendo las miradas que aún no estaban posadas sobre ellos y parando todas las conversaciones y "maniobras subterráneas" que se desarrollaban en el establecimiento.

  • ¡¡¡ Vámonos de aquí !!!. ¡¡¡ Esta tía me va a terminar jodiendo en el asiento !!!

Después se queda parado al ver la expectación que ha levantado con su grito y más cuando resuenan en el local unas terribles carcajadas, principalmente de sus amigos y seguido de todos los asistentes, que se contagian. El que más se ríe, es la "locona" que se quita la peluca y aparece casi como un chico normal aunque maquillado para la ocasión.

Mateo les mira a todos un rato, sin moverse del sitio, no sabe si continuar chillando, marcharse, llorar de rabia o qué hacer. Todos los amigos se levantan rápidamente de los asientos, se acercan y le abrazan, besándole y riéndose a la vez. Por fin, viendo a todos que le rodean que se ríen, dibuja una sonrisa y se vuelve a sentar con el grupo aunque un poco enfurruñado.

Le explican entonces que la "Paquita", es un amigo que se ha brindado a participar en la broma, y que por favor no se enfade. Solo han querido divertirse un rato.

Mateo, que en el fondo, es de muy buen carácter, va perdiendo el enfado para reírse al final de la broma que le han tomado, pero en un aparte le dice al Bollín.

Traidor, ya verás esta noche.

Marc ha quedado preocupado, no sabe si, para vengarse, le va a follar cinco veces seguidas, o si enfadado, le va "a dar el culo", en la cama.

Eso sí que sería una ruin venganza – se queda pensando.