Loco por mi tia
Iba a recordar las vacaciones con mi tia durante mucho tiempo
LOCO POR MI TIA (ilustrado)
Supongo que todos tenemos recuerdos que nos han dejado una profunda huella y son imborrables en nuestra memoria. A mi me viene siempre a la memoria la experiencia que tuve con mi tía Sara. Por cierto, yo soy Santi y ahora tengo 38 años, han pasado ya veinte años de todo eso y parece que fue ayer
Mi tía se quedo embarazada con 24 años y su novio no quiso saber nada del tema. Tuvo a mi primo Raúl y pasando penurias saco el crío adelante. Nuestras familias han estado muy unidas, arrimábamos el hombro cuando hacia falta y Raúl y yo nos hicimos buenos amigos.
A Raúl solo le llevo dos años, fue con él que eche mis primeras pajas de adolescente mirando revistas de tías en pelotas, ya se sabe que con 15 años y un anuncio de lencería ya estás como una moto.
El verano del 91 se presentaba muy bien para mí, con 18 años se podría decir que era un buen chaval: acababa de terminar COU con bastantes buenas notas, lo que me permitiría estudiar una ingeniería, por las mañanas ayudaba en la frutería que tenían mis padres y después de comer me iba con los amigos a la piscina, al cine o a jugar a futbol. De sexo por ahora no pintaba bien: todavía era virgen y no había pasado de algún toqueteo y caricia, pero la novia que me duro unos meses era una estrecha de campeonato.
Tuve una mala caída en uno de esos partidos de futbol y me fracturé el brazo derecho por 2 sitios, mala pinta tenía ahora el verano. Pero el destino, a veces, es impredecible.
Como no podía ayudar en la tienda de mis padres, mi tía Sara se ofreció a que fuera con ella y Raúl a Salou, donde habían cogido un apartamento al lado del mar el mes de julio. Mi tía pensó que sería una buena influencia para Raúl, se había convertido en un vago que no le daba sino disgustos.
Así que cogí un tren y me plante en Salou a principios de julio a pasar dos semanas en la playa. Como el apartamento no era muy grande dormía con Raúl, en un colchón en el suelo, y para ir a la playa me apañaba con una funda en el brazo roto.
Con mi tía me llevo muy bien y la verdad es que congeniamos mucho, pero las cosas habían cambiado, empezaba a mirar a mi tía de otra manera, antes la veía como mi tía, la madre de Raúl, y ahora empezaba a verla como una mujer, bastante maciza por cierto, bien conservada, con un buen pecho, que se adivinaba duro y turgente, sin quilos de más, pero con las curvas sugerentes. La verdad es que con el bikini negro ajustado que llevaba en la playa, más de uno se giraba a verla y con los días y el moreno que iba ganando estaba impresionante.
Cierto día cogimos el coche para ir a la playa y fuimos a un lugar tranquilo, como iba siendo tarde estábamos casi solos en la playa Me fui a jugar al disco con Raúl y mientras nos lo pasábamos
Sara: ¿chicos os importa que haga topless?, aquí no hay nadie y así no se me verán las marcas del bikini
Yo: por mi no hay problema, esto esta muy vacío.
Raúl: ahí va el disco
Cuando libero sus pechos pude ver que se mantenían majestuosos, nada caídos, menudo par de peras que tenia, con unos pezones rosados. Me quede como un idiota mirándola hasta que el disco de Raúl me dio en toda la cara.
Raúl: ¿pero estas atontado o que?
Yo: lo siento Raúl me he despistado. Si no te importa descansamos un rato.
Me tumbé al lado de Sara a tomar el sol y, de reojo, pude contemplarla más de cerca, ella se giró boca abajo.
Sara: ¿te importa ponerme crema por la espalda?
Yo: por supuesto!!, el sol todavía pega y si no vas con cuidado te quemarás.
Agarre el bote de crema y deje caer un buen chorro en su espalda, empecé a extenderla llegando por los lados hasta la base de sus prominentes tetas, bajé después hasta el final de la espalda, donde se adivinaba el inicio de un culito tentador. Con tanto roce yo estaba con una erección que no podía más, mi polla luchaba por salir del bañador, me fui a pegar un remojón.
Ni con el agua se bajaba la tremenda calentura, así que me fui a lo hondo y me baje el bañador. Sentir mi polla libre bañada por el fresquito del mar fue una bendición. La corriente del mar acariciaba mis hinchados cojones e inevitablemente empecé a hacerme una paja mirando desde lejos a mi tía Sara tomando el sol en topless.
Nunca lo había hecho pero la verdad es que bañarse en pelotas, delante de mi tía con las tetas al aire y haciéndome una buena paja era de lo mejor. No tardé mucho en tener una abundante corrida, para los pececitos, pensé. Tuve que reconocer que los naturistas llevan razón en lo de bañarse en pelotas.
Por la noche hizo un calor impresionante, de esas noches que no corre aire y te fríes de calor. Yo no podía pegar ojo, me quede viendo la tele a solas hasta las tantas de la madrugada. Al irme a dormir pasé por delante del cuarto de mi tía y no pude evitar mirar de reojo.
Como la puerta estaba entreabierta me aventure a sacar la cabeza. Al cabo de unos minutos mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad, la ventana estaba abierta para que entrara algo de fresco y la luna llena iluminaba el cuerpo de mi tía. Estaba dormida encima de la cama, con una camiseta corta de tirantes, la luna y las pequeñas gotas de sudor brillaban en su piel en dorada. Sus pechos se adivinaban firmes y mirando por debajo de la camiseta pude ver un coño depiladito. Estaba divina. Me quede estudiándola no se cuanto rato.
A pesar de la paja de la tarde pude notar como mi pajarito empezaba a despertar, instintivamente me baje el pantaloncillo corto que llevaba y sin pensarlo dos veces me volví a masturbar en su honor. Me estaba convirtiendo en un experto de pajas con la zurda.
Me fui a la cama más tranquilo.
Me pasé el día siguiente esperando a que llegara la noche, y repetí la misma operación: me quede viendo la tele hasta las dos de la madrugada y entonces, sin hacer ruido, pasé por la puerta entreabierta de mi tía y volví a verla.
Que agradable sorpresa, esa noche estaba durmiendo completamente desnuda. Ver el cuerpo abandonado de mi tía, desnudo, me calentó mucho más. Se dibujaban las marcas del bikini, dejando las tetas más blancas que el resto. Yo volví a mi operación y me saqué la polla, empecé a hacerme una buena paja mientras la contemplaba completamente desnuda. Hubiera dado el otro brazo por chuparle los pezones, por acariciar sus buenas tetas, por meterle un dedo en la raja. Mientras iba pensando todo esto seguía con mi operativa manual, dándole zambombazos a mi vigorosa polla.
Después de la corrida me fui a mi cuarto, e imitando a mi tía, me dormí en pelotas al lado de Raúl.
Pensé que aquel verano estaba siendo inmejorable, pero lo que no sabía era que lo realmente bueno, todavía estaba por llegar.
Por supuesto, continuará