Loco por mi hermana Ivonne. 1
Mi hermana Ivonne es mi musa en este despertar adolescente.
Loco por mi hermana Ivonne
Cuando yo contaba con 18 años, como todo chico a esa edad, empezaba a sentir intensamente irrefrenables deseos carnales por el sexo femenino, ya que todas las mujeres me parecían deseables, las jóvenes por ser jóvenes y las más mayores por tener ese atractivo de la experiencia. Me la jalaba continuamente, pensando en todas las chicas que pasaban por mi mente: mi vecina, mis compañeras del colegio, alguna amiga de mi hermana, las artistas de la televisión, en fin que todas me inspiraban.
El caso es que por entonces despertó en mí una gran atracción por mi media hermana Ivonne, que tenía 38 años y estaba buenísima (y sigue estándolo). Todos mis amigos me lo decían, que tenía una hermana que no me la merecía de lo buena que estaba, que tenía un cuerpo de locura. El caso es que, quizá alentado por ellos, me fijé en ella, más como mujer que como hermana y poco a poco me di cuenta de lo que siempre había tenido en casa, tan cerca y tan lejos. Ahora vive con su esposo, pero pasa algunos días en casa cunado su marido está fuera de la ciudad.
Ivonne no es muy alta, con el pelo castaño, largo, casi hasta media espalda, sus ojos son muy bonitos, color verde y gris, sus labios grandes, muy sensuales y con un color rosado que los hace muy deseables, tiene una cara preciosa, sus tetas redondas, duras y muy bien puestas, con los pezones siempre duros y paraditos (su marido se las operó antes de casarse), su culo impresionante, de esos culitos que siempre deseas acariciar y chupar como si de un pastel se tratara, sus piernas preciosas, largas, con unos muslos divinos. En fin, es un bombón. Quizás piensen que exagero, pero no es así, pues muchísima gente lo dice, es de esas chicas que hace voltear la vista en la calle a todos los hombres para mirarla, está como un tren, en serio!
A sus 38 años estaba más que apetecible y gracias a su forma de ser y delicioso cuerpo, siempre pudo permitirse el lujo de cambiar de novio casi cada semana. Además ella sabía cómo estar aún más hermosa, vistiendo con ropa ajustada, vestidos cortos y ceñidos y haciendo esos movimientos que a mí me volvían loco. Sabía como hacer que la voltearan a ver.
Hasta entonces sólo habíamos compartido nuestros juegos infantiles como hermanos, pero ahora no podía evitar sentirme muy atraído sexualmente por ella. No la podía sacar de mi cabeza.
Yo ya había empezado a observar más a Ivonne, pero la primera vez que saltó la chispa en mí y deseé a mi hermana como mujer; en un instinto animal incontrolable, fue una mañana en vacaciones, en uno de esos días que yo me levantaba con una calentura propia de un adolescente. Nada más saltar de la cama, pasé por la cocina y estaba Ivonne, preparando el desayuno. Llevaba un camisón muy cortito y justo cuando yo pasaba por la puerta la encontré agachada frente al refrigerador buscando algo, la vista de sus piernas junto a su postura enseñando su tanguita metida en su precioso culo, me pusieron como un toro, se me puso dura como una piedra. Por un momento sentí el instinto de meterle mano, pero no lo he hice. Espiando, escondido tras la puerta, observé todos sus movimientos, consiguiendo que tuviera una erección mayor de lo habitual, en verdad me ponía a mil. Por primera vez me hice una chaqueta monumental en el baño pensando en mi hermana, sintiendo un gusto mayor que otras veces, al grado que los chorros de leche llegaron a salpicar mi cara.
Así, poco a poco, cada día que pasaba la deseaba más y más, y me atormentaba con la idea de tocarla, besarla y metérsela hasta el fondo. Por un lado yo pensaba que aquello no estaba bien, pero mi pija no pensaba lo mismo.
Otro día Ivonne me había vuelto a poner a tope, se había comprado unos pantalones muy ajustados color blanco y cuando yo estaba en mi cuarto tumbado en la cama oyendo música, entró de repente con esos pantalones que le sentaban de miedo. Se colocó muy cerca de mí y dándose un giro me preguntó:
"¿Qué piensas? , ¿Cómo me quedan?"
Sus sensuales movimientos consiguieron una nueva erección de mi pito. Contesté un poco atontado observando sus muslos apretados bajo esa ceñida prenda y como sus nalgas se mostraba más redondas y paradas:
"Te quedan muy bien"
"¿No se me marcan mucho aquí?"
Me hizo esa pregunta inocentemente señalando su entrepierna. Bueno, yo creía que iba a reventar, mientras mi pene palpitaba de excitación. Su concha se marcaba preciosa, algo abultada y la tela se metía un poco en su rajita, lo que unido al color del pantalón color blanco, parecía estar pintada. Intenté contestar con naturalidad:
"No, la verdad es que te queda muy bien, en serio"
Luego salió de mi cuarto meneando las caderas con movimientos enloquecedores, se volvió hacia mí al llegar a la puerta y me sonrió con malicia. Estaba seguro que había notado mi erección y ella sabía que me ponía cachondo, que me tenía loco y me provocaba aún más sabiéndolo. Nada más cerró la puerta, me saqué la pija y me masturbé otra vez con ganas y es que no me quitaba su imagen de la cabeza.
Otras veces la espiaba cuando estaba en el cuarto solo en tanga y brassiere o cuando se depilaba las piernas o cuando estaba dormida en la cama tapada solo con un corto babydoll, cada día que pasaba me gustaba y excitaba más y más.
Una vez, estaba yo jugando con la computadora que tenía Ivonne en su cuarto, cuando de pronto, entró ella tapada con una toalla recién salida de la regadera. Estaba preciosa con su carita brillante, sus lindos ojos, su pelo mojado y su cuerpo tapado solo con una toalla. Se secaba el pelo con otra toalla y me preguntaba:
"¿Qué haces?".
Yo disimulé y le dije que estaba haciendo un trabajo para clase.
"Me quería vestir..."
"Pero es que tengo que acabar esto..."
Lo cierto es que no tenía que acabar nada, pero disimulé, con la intención de que si tenía la oportunidad de ver como se vestía o mejor dicho se desvestía, esa podía ser una buena oportunidad. Quizás mi jugada saliera mal y fuera a cambiarse al baño. Pero afortunadamente no fue así.
-"Bueno si me prometes no darte la vuelta, te dejo seguir con tu tarea"
Yo creía estar en el cielo, pues colocando la pantalla del ordenador estratégicamente podía verla como se vestía perfectamente, reflejada en la pantalla. No es que la visión fuera perfecta, pero seria lo mejor que habría visto. Como un niño bueno le contesté:
-"Vale, te prometo que no me daré la vuelta"
A continuación de espaldas a mi dejó caer la toalla al suelo, pudiendo mostrarme en el reflejo del ordenador su espléndida figura completamente desnuda, su espalda mojada, su redondo culo y sus piernas... Yo estaba armado de nuevo y pensando en la paja que me iba a cascar después. Luego, después de secarse todo el cuerpo, pude ver cómo se colocaba de perfil, en una imagen aún más maravillosa de su silueta, con sus lindas tetas, su vientre liso, sus muslos... Empezó a darse crema por todo el cuerpo, supongo que body milk o algo así. Qué alucine, ver en el reflejo cómo se untaba la crema por las tetas mientras estas se apretujaban en sus manos, cómo luego se echaba por los muslos, por los brazos, por la cintura... Yo babeaba.
Después se giró otro poco y entonces pude contemplarla de frente, su cara, sus tetas, su ombligo, sus piernas y por supuesto su conchita bien depilada. Tuve que oscurecer la imagen del monitor para observarla mejor y yo pensaba que me moría y mi pija no aguantaba más dentro de mi pantalón. Puso una pierna sobre la cama y empezó a revisarse la entrepierna, supongo que mirando que no hubieras pelitos, de por si estaba bien depilado, y ya lo creo que lo estaba. Siguió así tocándose las ingles y el pubis, yo no sabía si estaba excitada, pero me lo parecía, quizás porque yo estuviera allí, o quizás supiera que yo la estaba observando reflejada en la pantalla y estaba ofreciéndome un bonito show, el caso que no parecía importarle que yo estuviera allí, aunque de espaldas a ella. Después cogió una tanga blanca del cajón, se la ajustó en sus preciosas caderas y a continuación se puso un brassiere blanco casi transparente.
"Ya estoy visible".
Me di la vuelta y aun estaba en ropa interior, me quedé mirándola embobado y ella lo notó y sonrió de nuevo con malicia, luego se puso unos jeans, unas zapatillas altas y una camiseta, se secó el pelo con la secadora de mano, se acercó a mí por la espalda y me dio un beso en la mejilla, impregnándome con su olor a hembra.
"Hasta luego hermanito"
Salió del cuarto con un gracioso meneo de caderas. Yo me levanté, bastante empalmado y cogí la toalla con la que había estado secándose y que aún estaba tirada en el suelo, me la acerqué a la cara y estuve oliéndola, desprendía un aroma riquísimo y allí mismo me masturbé, acabando delicioso encima de la toalla.
continuará...