Loco por el pedazo
Casi en el fin de la vida, se obsesionó con un vividor de verga superlativa,y entre otras cosas lo perdió todo.
"Arráncame la vida de un tirón que mi razón, se fue contigo oblígame a vivir para tu amor pero no me obligues, a decirte adiós ".
Mucho gusto en conocerlo doctor. Yo soy Coco Hernández, el primo de Rosalía. Si ese mismo infeliz que Ud piensa. Ella le habrá dicho que necesito urgente atención siquiátrica, creo que estoy enloqueciendo doctor, pero lo que me me ha pasado a mi, no es común. No se como manejarlo. A mis sesenta y cinco años Déjeme que le cuente, mi vida depende de Ud.
Si está bien, según mi documento del seguro social, con esa foto donde aparezco con el peinado aplastado, los cachetes de la cara colorados y estas orejas de cerdo con las que vine al mundo, tengo en verdad sesenta y ocho años, recién cumplidos, pero déjeme sacarme algunos años, los que más me pesan. Me pesan demasiado vió? Sería como descalzarse al final de la tarde con los pies hinchados.
Soy viejo, pero no quiero que nadie se dé cuenta, para eso me tiño las canas, me doy cama solar para mantener este bronceado caribe, me hago refloxología podal para mejorar el metabolismo que lo tengo lento: el médico chino que me atiende lo llama organismo perezoso de segunda categoría. También me hago acupuntura, baños termales, sauna, ducha finlandesa, masajes linfáticos, gimnasia capilar, baños de parafina, enemas de agua destilada, inyecciones de colágeno, de botox, y de feto de macho cabrío y de vez en cuando alguna liposucción para sacar esa grasa acumulada en tantos años de excesos, alcohol y desdicha . Si no se ría doctor, que así como me ve, maduro, entrado en carnes, medio pelado, con bigotes bicolores, panza que parece de sexto mes de preñación, dientes a crédito (me faltan algunas cuotas todavía) y zapatos dos números chicos que me prestó un vecino para esta ocasión, aún tengo mis atractivos. Y admiradores. Bueno, no tantos, algunos ya se murieron Es la ley de la vida.
Me pegó fuerte el amor esta vez, doctor. Este "chongo" , este muchacho, me pegó fuerte en el corazón. La Rosalía, mi prima, la que Ud conoce, dice que nunca me vió así tan enamorado, tan enganchado, tan caliente por decirlo en palabras vulgares. Ella está preocupada por que todavía lo sueño de noche, lo llamo, lo lloro desconsoladamente, lo lloro de día, le grito que lo amo y que lo amaré toda la vida, le pido que vuelva, que le daré todo lo que quiera. Qué me importa todo lo demás, si no lo tengo a él. Todavía mi corazón se estremece por Rogelio. Si, no se preocupe, las mías son lágrimas de viejo que está convencido que perdió el último tren en la vida y que es imposible que vuelva. No me voy a suicidar. Soy muy cobarde para eso. He llorado tanto, tantas noches, tantos días, que no se de dónde saco tanto líquido, eso que tomo diuréticos por la hipertensión y orino a cada rato .
No me da vergüenza reconocer, Ud ya se habrá dado cuenta, que soy homosexual, un marcha atrás, un comilón, un invertido como decía, hace mucho, la policía cuando nos llevaba presos por actividades "indecorosas" en algún baño público. Ahora nos dicen gays, pero antes, cuando yo era joven y bello como una mañana de primavera, bonito a rabiar, envidiado y deseado por muchos, antes, hace mucho tiempo, cuando el mundo era más inocente y menos globalizado, nos decían putos, tragasables, trolos, maricones, maricas de mierda, la escoria de la sociedad. Mi viejo me dijo, el día que se enteró de mi entre lágrimas de rabia ¿Cómo me hacés esto Coco, mi único hijo varón, el heredero de mi apellido, hacerte puto?, Hubiera preferido tener un hijo ladrón a tener un hijo marica, puto No tenés perdón de Dios
Siempre fui asi de afeminado, asi de marimacho, con mi muñeca quebrada, mis maneras, mis modales, mis gestos y mi voz de pito o de puto. Toda la vida. Intenté muchas veces disimularlo, fingir normalidad, hablar como lo hacen los machos, parecer más varonil, actuar con seriedad y discresión sin tirar ninguna pluma al aire. Caminar como esos machos insospechables con las bolas como pesándoles entre las piernas y el culo musculoso. Pero no engañaba a nadie. Quédese tranquilo doctor que esto, no es contagioso. Uno es, o no es. No se hace, como pensaba mi viejo.
Cuando era mas jóven, creía que Dios se divertía eligiendo entre los hombres, asi a dedo nomás y sin ningún criterio específico, a aquellos "señalados" que amaríamos a otros hombres, que buscaríamos la compañía sexual de otra pija y no de una concha, tipos que nunca se excitarían con un par de tetas, con un culo femenino y piernas torneadas.: A veces pensaba que Dios se reiría a carcajadas de mariquitas como yo, caminando al compás de no se qué música grosera: moviendo el culo gordo y redondo: para mi para vos, para ninguno de los dos. Hombres afeminados convertidos en objeto de burlas, acusaciones, señalados con el dedo, despreciados por la gente "normal", perseguidos, objeto de chantajes y de chistes vulgares: payasos involuntarios que dan risa.
Cuántas veces habré llorado rezando para que de la noche a la mañana me transformara en "normal", para que lo que yo veía como una condena de vivir en soledad y sin amor, fuera sólo una pesadilla que desaparecería al despertar.
A veces creí en algúna divinidad cruel, que no es Dios así con mayúsculas, sino un ser diabólico que al mismo tiempo que consintió al nazismo, permite las riñas de gallos, la ablación del clítoris a las mujeres, la muerte de hambre de niñitos, el cáncer, el SIDA, la guerra, el genocidio y tantos desastres del hombre o de la naturaleza, me había condenado a una vida triste, vivida con culpa, clandestina y sombría. Una vida oscura, sucia, donde el sexo se hacía en baños mal olientes, zaguanes mojados de excrementos. terrrenos baldíos.
Ud me dirá doctor que ahora no es asi: que hay liberación gay, casamiento gay, orgullo gay. Pero cuando yo nací y donde yo vi la luz, nacer o ser homosexual era como nacer deforme, jorobado, maldito, inmoral, pecador, con la marca del diablo ardiendo en el orto, con la pija sospechada de tener formas ridícula, como parte de la condena eterna e inmodificable de sólo amar y desear a otros machos. Crimen nefando y nefasto, perversión, degeneramiento moral, amor que no osa decir su nombre. PUTO. PUTO. PUTO.
Rogelio pasaba en bicicleta todas las tardes de aquel verano: con su melena rubia y larga al viento, con su piel color del pan francés, con su cuerpo fuerte de piernas gruesas, musculosas y marcadas. Yo lo esperaba pasar, disimulado con mi gorra de cuadros y mis anteojos oscuros, fingiendo que cortaba el jardín o lavaba la vereda, escudado en mi bata de entrecasa, escuchando la radio, silbando bajito algún tango. Yo sé que el estaba pendiente de mi mirada. Que la buscaba. Que le gustaba, que yo me quedara mirándolo, pero no lo quería reconocer. Un día me habló, un dia se atrevió a acercarse a mí y mirándome a los ojos decirme que yo le gustaba. Al principio no le creí, pero cuando me llevó adentro de mi casa, cerró la puerta, estacionó la bicicleta en la cocina y me tiró contra la cama, le creí. Parece mentira que después de tantas mentiras , decepciones y engaños, uno este dispuesto a creer en los milagros.
En ese momento el tenía 21 años y yo superaba los sesenta, y me volví loco por su cuerpo, por la perfección de ese físico joven, bello y radiante, por la sexualidad increíble que emanaba de su cuerpo de adonis. Era muy dotado vió? Con una verga enorme y traicionera que me provocaba grandes dolores y enormes placeres al mismo tiempo. Verga gigantesca que el gustaba de ponerla en mi cuerpo con fuerza, ante mis gritos desesperados, ay Dios me matás mi amor decía yo, hay Dios y el seguía bombeando con aquella garcha exageradamente grande hasta que el culo se me abría de par en par como una flor nocturna y el seguía seguía y yo le pedía que parara y que siguiera a la vez, mi amor,y el seguía seguía, hasta que tras una larga agonía de placer y dolor, el me inundaba las entrañas con su leche joven y caliente. No, está bien doctor, lloro de emoción. Porque en mi larga vida de puto de mierda, nadie me había cogido asi: con esa pasión, esa fuerza, esa permanencia, esa entrega, ese desenfreno que yo casi me creía que era amor. Rogelio era todo lo que yo había esperado siempre: un macho que me daba alegrias y placer y que me hacía volver a vivir..
Al principio venía casi todos los días. Yo le preparaba el almuerzo, le hacía comidas ricas, todo lo que a él le gustaba. Recetas de familia que me habían dejado mi madre, mi abuela, platos deliciosos y abundantes siempre regados por buen vino. Me maravillaba cuánto y cómo comía, siempre con mucho apetito, era voraz en la mesa como en la cama, siempre repetía los platos, amaba los postres, era tan goloso .. Y su risa, cómo me gustaban esas carcajadas contagiosas y repetidas, vulgares y groseras que parecían salirle de los huevos como las palabras obscenas que le llenaban la boca cuando tomaba unas copas de más.
Y a la hora de la siesta, nos ibamos a coger a la cama de bronce que heredé de mis finados viejos, y el se dejaba adorar por mi: desnudo y erecto, como una estatua de mármol perfecta : permitía que yo lo besara, en la boca, en el cuello en las orejas, en los hombros siempre sin participar, pasivo como desmayado, y mi lengua recorría lentamente su pecho lampiño, sus tetillas erizadas de pasión, su ombligo , y toda la zona rubia y magnífica de su pubis para terminar lamiendo su pija enorme y sus huevos colgantes. El salía de su largo silencio en ese momento y gritaba con todos sus pulmones "chupala puto"- decía el ,"" chupala hijo de tu puta madre, chupámela "trolo" de mierda, sacame la leche que no aguanto más, si asi puto , asi sacame el afrecho, con esa boca de viejo puto y desdentado que tenés . " Su manera de decirlo era sucia, hiriente, grosera, llena de desprecio, sus palabras ofensivas y humillantes pero a mi igual me calentaba chupar aquella garcha gorda que oradaba mi garganta, que se hundía en mi boca como un cuchillo de carne. Y el seguía insultándome como si yo fuera la última basura del mundo, y a mi no obstante eso me gustaba, me calentaba, me hacía adorarlo con mas devoción, y seguía chupándole la pija desesperadamente, comiéndome sus huevos lampiños, besando aquellas piernas largas y suaves, mientras el me tiraba de los pocos pelos que tengo y me puteaba de arriba abajo, hasta llenarme la boca de su leche, de su elixir joven y tonificante, sobre mis mucosas cansadas y doloridas. Y eso era maná del cielo para mí, la prueba de su amor brutal y descarado. .. El colmo de mi desenfreno , el climax de mi obsesión.
A pesar de todo, el abuso era apenas verbal, y a veces tras coger como animales el se quedaba dormido, con el pelo transpirado contra la frente, los ojos cerrados y las pestañas largas ocultando sus sueños. En esos momentos en que dejaba de ser el macho dominante y depredador , yo lo adoraba, y acariciaba su cabello suave, besaba sus ojos dormidos, adoraba sin tocar la belleza casi angelical de su cuerpo, y si ya se, soy un iluso sin remedio. Un idiota.
Me gustaba regalarle cosas, primero pequeños regalitos que el guardaba como avergonzado, después los regalos se hicieron más importantes, mas frecuentes, mas grandes. Menos voluntarios, y más exigidos. Me pedía marcas caras de ropa, de calzado deportivo, de raquetas, las más exclusivas y costosas, y yo arrancaba de donde podía el dinero para comprarlas: yo vendía o empeñaba jarrones y adornos de mi finada madre, crucifijos y candelabros de mi finada abuela, el juego de cubiertos de plata, la porcelana inglesa, algunos muebles de estilo, hasta los manteles de hilo traídos por mi bisabuela de Italia, como parte de su ajuar. Todo por un beso a regañadientes de su boca con aliento a tabaco y alcohol, o marihuana, todo por una caricia al pasar de sus manos de uñas sin cuidar, todo por una garchada salvaje en cualquier sitio de la casa, porque le daba placer cogerme en el comedor, sobre la mesa, en el balcón entre los malvones, al lado de la cucha del perro en el fondo de la casa, en la escalera que daba a la terraza cubierta de hiedra. Las cogidas se hacían más violentas, más brutales, menos placenteras hasta producirme dolor, desgarros, displaceres momentáneos. Luego me pedía perdón, decía estar muy nervioso y presionado y yo para calmarle los nervios y bajarle la presión que decía sentir, le regalaba dinero, que el ni se molestaba en contar, y menos de agradecer. El beso de despedida era frío como dado con asco, por compromiso..
Es jóven, yo me decía. Y lo perdonaba, yo siempre lo perdonaba doctor. Le perdonaba las trompadas, los puñetazos, las heridas, los pellizcones sádicos, las mordeduras. Todo poe el amor, todo por retenerlo y que no me dejara.
Un día me robó dinero de la cómoda y cuando se lo reclamé dijo que estaba muy avergonzado pero que había perdido dinero jugando al pocker y estaba amenazado por quienes le habían ganado. Unos tipos de armas tomar que no identificó. Volvió a hacerlo un par de veces más, pero como yo tenia mejor guardado el dinero, aprovechaba mi sueño para buscar cuanto rincón de la casa se le ocurría. Yo sospechaba que era para drogarse
Una tarde mientras le chupaba el dedo gordo del pie, me pidió diez mil pesos para pagar el aborto de una noviecita, embarazada de dos meses y menor. Que le era imprescindible porque si no los padres de la chica lo denunciarían por violación o corrupción de menores y que terminaría con los huesos en la cárcel. No me gustó el pedido: yo sabía que el era bisexual y que tenía escapadas con mujeres. Toleraba eso y mucho más, pero aquí era una novia, una relación estable. Pero ante su ruego lo ayudé igual. Le di las últimas joyas que me quedaban, y algo de dinero. Incluso le pagué el taxi que llevaria a la chica de ida y vuelta. Lo agradeció entusiasmado y apenas le dí lo que me pedía se levantó corriendo a bañarse. . Dijo que tenían hora con la comadrona que practicaría el aborto. No lo escuché salir. Me habré quedado dormido.
Cuando me desperté con el sabor de su pie todavía en mi boca, unido a la amargura que la historia me traía, me hice una paja meláncolica y solitaria. Y mi pija despreciada y abandonada, reaccionó con lentitud, mientas mi mano ya sin anillos, recorria una y otra vez la extención del tronco de mi verga arrugada y mi cabecita seca . Lloré. Y no podía dejar de llorar. Solo el viejo reloj de pajarito de la sala interrumpia mi llanto a intervalos regulares.
Cuando me levanté para ducharme, me encontré con la casa semi vacia, faltaban el televisor, el viejo aparato de video, el equipo de audio, mi par de zapatos nuevos sin estrenar y la billetera donde guardaba el dinero de mi jubilación.
Me había pelado. Como un pájaro mojado por la lluvia torrencial alcancé el teléfono y la llamé a Rosalía. Y ella se vino, gorda como es, pesada como es, con sus años a cuestas, a consolarme, a acunarme como a un hijo, a secarme las lágrimas.
Viejo boludo repetía. Te lo buscaste. Viejo idiota. Todo por un pedazo, infeliz. Y yo asentía entre sollozos, porque sabía que había perdido mi última esperanza, mi último sueño, la última oportunidad, y si, estoy loco, doctor, insano, demente, arruinado y sin un centavo pero muerto de amor y deseperado y Ud tiene que ayudarme.
galansoy. Mi primer relato del año 2008 con un saludo cordial a todos los lectores.g.