Loca Lujuria

¿Qué tan lejos es capaz de llegar una mujer cuando está caliente? ¿Qué es capaz de hacer cuando es una adicta al sexo, al porno, y tiene tiempo sin una aventura sexual? Esa noche Skarlet lo descubrirá.

Loca Lujuria

Salí de la tina con el cuerpo chorreando en agua, y pasándome la toalla por los brazos para ir secándome mientras caminaba fuera del cuarto de baño. Una punzada de calentura me alborotaba las mariposas del estómago y las hormigas en mis partes íntimas, al repasar mis planes para esa noche. Al cruzar la puerta de mi habitación vi la hora en el reloj que colgaba de una de mis paredes: eran las 10:30 de la noche.

Rápidamente terminé de secar mi cuerpo, me unté crema hidratante y protectora en mis brazos, piernas, pies y senos, y busqué entre mis cosas la secadora y la plancha para el cabello, para disponerme a peinarme frente al espejo. No tarde mucho en arreglar mi cabello, así que procedí a colocarme perfume en todo mi ser, para luego ponerme un sexy hilo azul a juego con el vestido elegido para la noche (y que procedí a colocarme a continuación): uno bastante corto (tres dedos debajo del límite de mis nalgas con mis piernas) sin tirantes, muy ceñido que dibujaba a la perfección las curvas de mi cintura, y de mis caderas, resaltando mi culo perfectamente moldeado de gimnasio, sin mencionar mis enormes tetas que quedaban realzadas de más por el escote. El vestido era de color azul eléctrico que contrastaba muy bien con mi piel blanca pálida. Procedí a maquillarme rápidamente, de color rojo mis labios que quedaron bastante provocativos, así como unas sombras azules suaves a juego con el color del vestido, y un rímel negro que resaltaba mis ojos y mis largas pestañas. Por último, corrí al closet con el celular en la mano, marcando a la línea de taxis que le presta servicio a la urbanización donde vivo para pedir uno. Una vez me confirmaron que en 15 minutos tendría a un taxi esperándome en la puerta de mi casa, colgué y procedí a ver mi colección de zapatos. Elegí unas sandalias negras de tacón de aguja de pocas tirillas, que dejaban mis pies curvos y bien moldeados bastante visibles al público.

Una vez lista, me mire en el espejo. No me gusta sonar pedante o arrogante, pero sé que soy una mujer que despierta pasiones allá por donde pasa. Los hombres me voltean a ver así vaya vestida toda desaliñada. Mi cuerpo es bastante esbelto, soy delgada, mido 1.73 metros y mis medidas son 105-60-94. Toda mi figura es bastante curva, y es mantenida con rutinas de ejercicios en casa, ya que gracias a un metabolismo privilegiado puedo comer prácticamente cualquier cantidad de cualquier cosa sin temor a engordar, sin embargo, cuido lo que como y me gusta ejercitarme. Y sí, soy toda natural, esos 105 centímetros de pecho son mi mayor orgullo, obra de la madre naturaleza, desafían a la ley de la gravedad y son bastante redonditos y duros. Es común que crean que soy operada, pero no. En fin, que me fijé bien en el espejo y me veía escandalosamente sexy. Esta sería una noche especial.

¿Especial en qué sentido? Pues en el sentido sexual. Iba de cacería a un local nocturno, a buscarme a un buen macho que me diera verga a mas no poder. Tenía bastante tiempo encasillada, por diversos problemas en mi vida, y si bien es cierto que tuve bastante acción sexual, he de admitir que quería algo nuevo. Tengo 34 años, y quería vivir alguna locura como cuando tenía 20 o 22, que me iba a una fiesta y salía acompañada de un hombre (o mujer, soy bisexual) desconocido con quien calmar el fuego uterino. Una noche de sexo casual y salvaje, sin ataduras (más allá de las físicas que me sujetaran a la cama en juegos perversos) ni compromisos.

Lo que no sabía yo era que iba a conseguir una experiencia muy riesgosa, pero sin duda muy excitante, y realmente inolvidable.

Escuché la corneta del taxi, anunciando su llegada al frente de mi casa. Vi el reloj y eran las 11 en punto de la noche. “Vaya…rompí récord arreglándome” pensé para mis adentros mientras tomaba una pequeña carterita azul a juego con el vestido, (donde tenía dinero en efectivo, mis tarjetas y mi cédula, junto a mi celular), tomé también las llaves de mi casa y salí por la puerta.

Al verme salir, el taxista se bajó del carro, para abrirme la puerta trasera del mismo en un gesto de “babosa caballerosidad”. Allí lo reconocí: se trataba de un hombre de unos 40 o 45 años, no muy alto, bastante delgado, aunque se le notaba cierta barriguita cervecera, y con cabello corto salpicado por abundantes canas. No era muy agraciado de rostro. Su nombre es Luis, y trabaja para la ya mencionada línea de taxis. Ellos suelen prestar servicio desde una de las estaciones del metro de mi ciudad, la cual queda bastante cerca de la urbanización en la que vivo. Mas de una vez me ha llevado del metro a mi casa, y más de una vez me ha lanzado piropos de lo más variopintos, sin olvidar las insinuaciones que me ha llegado a hacer con anterioridad. Y pude notar como me devoraba con la mirada a medida que me acercaba a su taxi para montarme.

- Gracias -Le dije mientras abordaba el carro.

- Oh, no mi niña, gracias a usted por deleitarme la noche con semejante belleza -me contestó de forma empalagosa y zalamera, para luego cerrar la puerta y dirigirse a su puesto de chofer. -¿Cuál es su plan esta noche mi bella dama? -me preguntó mientras ponía en marcha el taxi y me veía por el retrovisor.

- Pues… -comencé a decirle. En eso la imagen de mí misma, haciéndole una mamada en el carro a este hombre se me vino a la cabeza. Era una noche loca lo que quería pasar, y pensando en esa imagen me dije a mi misma “¿Por qué no?” . Al fin y al cabo, este tipo me deseaba, y ya era hora de averiguar qué tanto. Además, me daba morbo el hecho de que este hombre, con su aspecto, me echara un buen polvo. -…esperaba que el plan lo decidieras tu corazón… -terminé contestándole.

Su rostro fue todo un poema. Logré verlo por el retrovisor y tenía la boca abierta, sin saber que decir, viéndome a las tetas fijamente por el retrovisor, aunque su mirada ya no solo era de lujuria, sino de cierta confusión.

-¿Dis…disculpe? -fue su respuesta.

-¿Qué? ¿No se te ocurre nada que podamos hacer tu y yo juntos? -le dije.

-Se me ocurren muchas cosas dulzura… -me dijo, aunque con cierto tono de duda. No era para menos, a juzgar por las veces en que me lo eh “vacilado” en el pasado, durante sus infructuosos intentos de entablar algún tipo de conexión conmigo a través de piropos baratos.

-¿Ah sí? ¿Cómo cuáles? A ver…

-Pues…no lo sé, tal vez una cena romántica en algún río en la Guaira viendo el amanecer… -dijo, luego de una pausa. No era nada difícil adivinar que estaba muy descolocado.

-¿De verdad? Qué lindo… -dije, con cierto tono de decepción, que traté de hacerlo bastante obvio a ver si me decía otra cosa.

-¿Por qué no mejor me dices que tienes planeado? Así podría cumplirte tus deseos. -me dijo con tono de zalamería, pero algo nervioso me imagino que por no perder la oportunidad que yo le estaba dejando en bandeja de plata.

-La verdad yo esperaba que me hicieras cumplir los tuyos… -le contesté, en un tono muy de zorra que me quedó tan natural.

-Ah caramba…¿Cómo así?

-¿En serio? te haces el tonto o de verdad lo eres? Porque más clara no puedo ser.. .-le dije, sintiéndome algo frustrada, y dejando que mi tono de voz hiciera notar esa sensación. Incluso pensé para mis adentros en abortar todo el plan. Alguien que no entendiera semejante señal no merecía tenerme.

-En primer lugar, tonta eres tú. -me dijo, volteándose en su asiento para verme a la cara con rostro de enfado . -Claro que sé a qué coño te refieres, con la pinta de perra buscona ya es más que obvio. Pero quiero que me lo digas, se explícita. No creo que seas tan idiota como para no suponer que fantaseo contigo, sé que sabes cómo te veo cada vez que te montas en mi taxi, y te he echado los mil y un perros como para que puedas darlo por sentado. Y en mis fantasías muchas veces te he tenido así. Entonces adelante, mi primer deseo es ese, dime que quieres.

Mi cara debió ser todo un poema, a juzgar por la sonrisa maliciosa que se le dibujo en el rostro a los pocos segundos de haberme contestado eso. Debo admitirlo, me dejo descolocada y si, incluso excitada. Mas de lo que ya lo estaba. La pausa fue larga, no supe que decir.

-¿Entonces? -dijo, sacándome del limbo en que mi mente se hallaba sumida. -¡Habla!

-Yo.. .-logre atisbar, pensando bien mi respuesta. Pude haber contestado muchas cosas, pero sentí que echaría a perder todo si yo salía con algún tipo de insolencia. El aún seguía volteado viéndome a los ojos con mirada desafiante y altiva, a tal nivel que tuve que humillar la mía.

-¿Y bien? ¿Se te olvido hablar? -me dijo apresurando mi respuesta.

-Quiero tener una aventura contigo... -fue lo único que me salió de la boca. De repente no quise parecer tan obvia. De repente me di cuenta que una noche de sexo salvaje y desenfrenado podría ser riesgoso en muchos aspectos. Pero ya había despertado a la bestia, por así decirlo. Tenía ganas de hacer locuras, pero de repente me entraron dudas. Demasiado tarde.

-¿Una aventura...? -ahora el que sonaba frustrado era él. - Coño si, de verdad que la tonta eres tú.

-¿Disculpa? -le contesté en tono de ofendida, gesto que él supo contrarrestar a continuación

-No te hagas la mojigata ni la ofendida. Sabes bien de que hablo. Si no me dices lo que realmente sabes que quieres, entonces dime a donde te llevo, y listo, asunto olvidado.

-Quiero que me des guebo... -le dije. Pude haber dicho que me llevara a la discoteca que tenía en mente desde un principio, pero a pesar de esas dudas presentadas en mi cabeza a última hora, y con el fuego uterino a millón, le solté lo que quería. -Quiero que me cojas como si no hubiera un mañana, que me tomes como te dé la gana...voltéame como una media, hazme tu perra sucia y viciosa .

-Jajajaja -se echó a reír en una carcajada de triunfo mientras se acomodaba en su asiento. -Eso te lo tienes que ganar...bájate del carro y ponte en frente. Quiero que me hagas un striptease a la luz de los faros.

-¿Estás loco? -le dije sorprendida.

-No, la que está loca eres tú, loca por mi guebo. Anda perra hazlo, sabes que lo deseas. -e contesto.

No negaré que la orden me excito muchísimo. Sin embargo, vi por la ventana de la puerta a mi derecha y vi la oscuridad que nos rodeaba. Estábamos en el estacionamiento del parque, toda la zona estaba desierta a esa hora, pero me parecía arriesgado. Sin embargo no quería engañarme a mí misma, buscaba una aventura, una locura en lo sexual. Y ahí estaba, un hombre conocido por mí de vista apenas, me estaba dando una orden. Yo me ofrecí en bandeja de plata a él, me excitaba la idea a montón, así que no tenía derecho a dudar. Y así lo hice, abrí la puerta derecha y me bajé del taxi.

Lo primero que sentí fue la baja temperatura que reinaba en la zona. Hacía el frio suficiente para hacerme temblar bastante. Noté que mis pezones se empitonaron bajo la tela del vestido, tanto que a los pocos segundos comencé a sentir una ligera molestia en ellos. Cerré la puerta y comencé a caminar lentamente con pasos cortos gracias a las sandalias que llevaba, viendo atentamente a mi alrededor. Solo dos o tres postes iluminaban la plaza de forma tenue, lúgubre. A lo largo de la calle otros dos o tres postes iluminaban la vía. Dada la hora, no se veía ni un automóvil circulando, ni una persona caminando. O al menos fue lo que llegué a ver de entre tanta oscuridad.

Llegue al frente del carro, y comenzó a sonar una música, una bachata para ser más específica, proveniente del equipo de sonido del taxi. Volví a ver a mi alrededor, sin ver a nada ni a nadie y luego vi hacia el interior de carro por el parabrisas delantero, aunque lo poco que pude ver fue el rostro del taxista iluminado tenuemente por algunos leds de los equipos electrónicos del tablero del carro. Tenía una sonrisa maliciosa y estaba con su brazo izquierdo apoyado sobre el borde de la ventana, con su mano sirviendo de apoyo a su cabeza, esperando que yo comenzara a moverme.

No lo hice esperar más. Comencé un suave movimiento de mi cuerpo al ritmo de la música, acentuando bastante el contoneo de mis caderas, haciendo que cada curva de mi esbelto cuerpo se notase lo mejor que podía. Fui girando sobre mí misma a medida que avanzaba la canción, para que él pudiera ver bien mi culo, bien carnoso y perfectamente moldeado, moverse sensualmente al ritmo de la música. Dos canciones más tarde yo ya estaba excitada, y comprometida totalmente con mi objetivo de tener una noche loca de sexo, moviéndome ya sin nada que me detuviera. Pero no fue hasta la séptima o decima canción, titulada "Dime que sucedió" de Wisin y Yandel, que lentamente me quite el vestido. llevada totalmente por la excitación.

Con suaves movimientos sensuales dejé que el vestido cayera a mis pies, y luego terminé de salir de el con dos pasos hacia adelante, sin dejar de mover mis caderas en ningún momento. Pude notar que hacía algo con sus manos debajo del volante, pero no pude saber que en ese momento. Sin embargo, lo descubrí un par de canciones más tarde, cuando sensualmente caminé bailoteando hacia la puerta del copiloto para inclinarme por la ventana. Tenía su verga afuera, y la manoseaba lentamente mientras me veía fijamente a las tetas que colgaban libres. Con un gesto me indicó que entrara al carro, cosa que hice sin demora, más porque quería que viera que esa noche yo obedecería sus deseos que por estar desnuda en la calle a plena noche.

Ya sentada en el puesto del copiloto, el me agarró por el cabello de una forma no muy fuerte y me llevo la cabeza entre sus piernas, directamente a su verga la cual recibí directamente en mi boca, abriéndola y sacando mi lengua lo más que pude. Él controló la mamada en todo momento sin soltar mi cabello, dirigiendo el ritmo, en algunos momentos de forma frenética otras más pausadas, mientras oía sus órdenes de cuando quería que se lo chupara duro o suave, además de sus jadeos. No se cuánto tiempo estuve con su verga en mi boca, pero luego de un rato me alzó de más la cabeza, lo suficiente para sacar su verga de mi boca, para luego dirigirme hacia sus bolas, empapadas de sudor y mis babas escurridas. Comencé a lamer con suavidad, alternando esas lamidas con delicados chupetones que le provocaban actos reflejos de placer, a juzgar por los jadeos y suspiros que lograba escuchar. En un momento dado soltó mi cabello, dejándome a mi marcar el ritmo y los movimientos, los cuales continué según lo que había aprendido en estos últimos minutos, alternando entre suavidad y algo de fuerza, entre lamidas y mamadas, durante unos minutos más.

-Deja de lamerme las huevas niña -me dijo, con cierto tono de seriedad y autoridad. Era obvio que ya sabía cuál era su papel y cuál era el mío en esta noche de locura sexual. Me tomó del cabello halándomelo y haciéndome sentar de nuevo en el puesto de copiloto. Yo estaba muy mojada, pero al parecer no le importó que manchara su asiento con mi flujo vaginal. Encendió el carro y nos pusimos en marcha.

Condujo fuera de la urbanización y tomó la autopista directamente hasta el centro de la ciudad, llegando a Plaza Venezuela. Todo caraqueño sabe muy bien que una de las tantas calles de esa zona es llamada "la calle de los hoteles", a lo largo de la cual quedan una gran cantidad de hoteles "mataderos" como solemos decirles los venezolanos, algunos de mala muerte, otros más o menos decentes, pero que no pasan de 1 estrella. Todos se caracterizan por ofrecer habitaciones bastante pequeñas, con una cama, un pequeño baño con una tina y un televisor con algunos canales internacionales (incluidos dos o tres pornográficos que son los que, por lo general, mejor se ven en cuanto a calidad de imagen y de sonido). Mas nada. Algunos ofrecen habitaciones especiales, con alguna que otra "atracción" adicional, como por ejemplo un jacuzzi o una silla de suspensión aérea la cual consiste en una serie de arneses dispuestos en cierta posición y enganchados al techo. Supuse que me llevaría a uno de esos hoteles a echarme el revolcón de mi vida. Lo interesante sería como haría para pasarme desnuda ya que él mismo se había desecho de toda mi ropa, dejándome únicamente los tacones y no precisamente para conservar algo de dignidad, ya que me quedaban bien putas las sandalias. Sin embargo, pronto yo descubriría que él me haría pagar por tantos desplantes de una forma un poco menos…discreta.

Llegamos a la redoma de Plaza Venezuela y dimos la vuelta para subir por la torre de La Previsora hasta llegar a la av. Libertador. Allí también se ubican una serie de hoteles un poco más decentes que los mataderos que mencioné hace un momento, y yo de ilusa me imaginé que el tipo quería demostrar algo de clase conmigo y me llevaría a uno de esos...pero se puso a conducir sin decir ni una palabra a lo largo de la avenida, llegando hasta donde esta terminaba, en la zona de Chacaíto, para devolverse hasta Plaza Venezuela nuevamente. Hizo el mismo recorrido 3 veces sin tardarnos mucho, ya que para la hora si había dos o tres carros circulando por la zona, era mucho. Lo que si vi fue a muchas prostitutas, la mayoría travestis y transexuales, pateando la calle lentamente a la espera de un cliente. Todas iban vestidas de forma extremadamente vulgar y escandalosa. Algunas, era demasiado decir que iban vestidas, ya que se veían prácticamente desnudas, siendo la más remarcable una chica que solamente llevaba unos pequeños pompones de bolita apeluchada en los pezones y un cinturón no muy grueso que tapaba sus genitales delanteros, los cuales al detallar bien, pude apreciar que eran de hombre. Se trataba de una transexual que, para ser sincera, más de una mujer envidiaría su figura casi perfecta, de muñeca, con unas lindas tetas operadas bastante firmes y paradas un poco grandes en proporción al resto de su cuerpo, con un culo que realmente se veía trabajado de gimnasio. Su cintura estaba perfectamente moldeada. Su rostro, más femenino incluso que el mío. Pero su verga colgando delataba perfectamente al espécimen, quien con mirada de cazadora veía el taxi donde yo iba cautiva voluntariamente a un destino incierto impulsada por la más baja y cochina lujuria.

El taxista se detuvo en una esquina, a pocos metros de esa transexual, quién estaba acompañada de otras prostitutas de sexo dudoso, unas 3 según logré ver. - Bájate. -Me ordenó él, tajante. Yo lo vi con ojos como platos, lo que le divirtió bastante según pude adivinar por la carcajada que soltó al ver mi expresión de sorpresa y temor.

-¿Estás loco? -fue lo único que atiné a decir, quedándome muda luego por el miedo.

-No, no lo estoy. -e dijo de forma tranquila, pero con tono de autoridad. -Salte del carro y camina detrás de mí. Quiero que llegues a la otra esquina moviendo ese lindo culo travieso que tienes de la misma forma que lo mueves al caminar cuando te bajas de mi taxi cuando te dejo en tu casa después de salirme con alguna de tus respuestas groseras y prepotentes después de provocarme. -Me terminó de decir para inclinarse sobre mí y abrirme la puerta del copiloto. Sentí el aire frio del exterior golpear mi cuerpo. No sabía bien que hacer se me puso la piel de gallina, iba todo en serio. -¡Coño mueve ese culo, plaste’ mierda! -Me gritó molesto mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad que tan sexymente se metía entre mis tetas para luego darme un fuerte empujón, sacarme del carro y cerrar la puerta ante mí.

Le dio marcha al carro a velocidad lenta, y yo, luego de ver a todos lados nerviosa, le seguí el paso. Podía sentir que la piel de mi rostro y de mi pecho me quemaban de la vergüenza que sentía, así como también sentía como se mezclaba con una fuerte excitación. Al principio troté un poco detrás del carro, pero él bajo el vidrio trasero derecho y me dijo en voz alta que me comportara bien y caminara, de lo contrario, me dejaría allí botada totalmente desnuda y sería peor. Pude haber contestado de mala manera y fingir que me había secuestrado, dejar que se fuera y lo más probable era que las mismas prostis de la zona me ayudarían...pero hice caso y comencé a caminar, contoneando el culo de la misma forma que hago cuando noto que algún imbécil que me cae mal me mira con deseo. Él iba manejando a uno o dos metros por delante de mí. Pude notar los silbidos de las prostis y los insultos que me empezaban a dedicar, ya que estaba en su territorio y esto lo veían como una ofensa. "Hija de puta", "perra inmunda", "cerda de mierda", "maldita gonorrea” fueron las más decentes. Llegué a la siguiente esquina, pensé que él se detendría, pero no, prosiguió el camino y yo detrás de él, aunque no por mucho tiempo, ya que más o menos a mitad de la siguiente cuadra, una botella de vidrio lanzada por alguien estallo al lado de mí, afortunadamente sin yo sufrir ningún daño a pesar de sentir trozos de vidrio estrellarse contra mis piernas al salir disparados. -¡Vente, móntate ya puta, apúrate! -Me gritó el taxista desde el interior del carro, y yo por supuesto le hice caso, trastabillé rápidamente con pasos cortos y me monté de copiloto. El acelero "picando cauchos" y sentí como al carro le impactaron algunas piedras y botellas en la escapada hasta doblar por una esquina y tomar una calle hacia otra de las avenidas aledañas.

-¿Acaso estás loco? -Le reclame algo histérica, pero él me dio una fuerte cachetada.

-Cállate la boca imbécil, más bien dame las gracias por no dejarte allí tirada para que te dieran una buena coñaza por mamagueba . -Me dijo. Me quedé callada con ganas de decirle cualquier cantidad de cosas, pero por alguna razón no lo hice. Tal vez estuviera totalmente dominada por mi rol de sumisa a esta altura. - Es más, -Prosiguió -Lo próximo que te salga de esa cochina jeta va a ser un buen agradecimiento y una profunda y sincera disculpa por las pedradas y botellazos que sufrió mi carro ¿Estamos? Si no, te dejo ahí tirada en esa mierda por pajúa -Me dijo, molesto. Me quedé atónita ante semejantes palabras, pude haberle dicho hasta del mal que se iba a morir, pero de nuevo, silencio. No dije nada. Solo lo veía. Él se detuvo orillándose, y se me quedo viendo. -¿Entonces? No te oigo cantar pajarita . -Me dijo mientras me agarraba la teta izquierda, como si fuera su juguete. Bueno, realmente si lo era, y eso me tenía excitada a pesar de todo.

-Gracias...por ayudarme -le dije, resignada a que ya era mi libido la que hablaba por mí y no mi "yo" racional. - Y perdóname, por todo lo que le paso a tu carro por mi culpa.

-Bueno, eso fue bastante fácil.. .-dijo, creo que un poco desilusionado porque accedí rápidamente a decirle lo que quería. - Pero no estas perdonada. Deberás ganarte mi perdón, y demostrarme tu agradecimiento. ¿serás una buena chica con papi verdad que sí?

- Si papi -Le dije. - Seré la mejor de todas.

- Perfecto perra. -dijo y volvió a tomar el volante no sin antes terminar de pellizcarme el pezón de la teta con la que jugaba haciéndome sentir un dolor algo fuerte pero muy, muy delicioso.

Siguió la marcha y llegamos de nuevo en la torre de la previsora, donde dio la vuelta a la manzana para caer esta vez sí, a la calle de los hoteles. Iba bastante lento y marcó su celular. -¿Hola? Álvaro, maricon, soy yo, ¿qué más? Jajaja pajúo...mira menor, necesito que me hagas una segunda. -Se escuchaba que hablaba con alguien con mucha confianza, típico venezolano de hoy en día hablando como un malandrito. Siempre me han molestado las personas que manejan ese argot a diario, que se expresan de esa forma en su día a día, pudiendo hablar de forma educada, pienso que así muchas cosas de este país podrían cambiar. Sin embargo, eso le daba un "plus" a toda esta locura, estaba a los pies de un marginal esa noche. Estaba siendo reducida a nada por un ser que a mis ojos era un inculto. -Marico cuádrame un beta ahí donde tu trabajas...verga mano no seas rata yo te salve hace dos semanas...coño si va el estacionamiento al menos y me lanzo pa donde la catira, que tengo un tremendo culo aquí que se me puso bombita y no la voy a perdonar esta noche...jajaja dale mano estoy ahí en 5 minutos... -Colgó el teléfono, guardándolo en el bolsillo de su pantalón para luego acelerar un poco hasta llegar casi al final de la calle, debajo de los puentes. Allí entró directamente en el estacionamiento de uno de los hoteles, donde aparco el taxi y lo apagó.

Salió del carro sin mediar palabra y yo me quede dentro sin saber muy bien que hacer. Tenía esa sensación de incertidumbre en el pecho, la cual me hacía arder los pezones ligeramente, y eso mezclado con la calentura que cargaba encima era algo que me tenía la mente totalmente nublada. Vi que entro al hotel y luego de unos minutos salió y se dirigió a mi puerta, tocando el vidrio. Yo abrí la puerta y le pregunté qué quería. -Sal perra. Mueve ese culo que te quiero meter el guebo . -Me ordenó. Yo me quede pensando en el hecho de que seguía totalmente desnuda, quedándome inmóvil unos segundos, los suficientes para que el perdiera la paciencia, me tomara por el cabello y me sacara del carro, cerrando la puerta detrás de mí. Fue tan rápido que por poco no logro tomar mi pequeña cartera para sacarla, ya que seguramente me pedirían la identificación para entrar al hotel. -No te queda otra más que obedecer, mujer imbécil. Y más te vale hacer las cosas apenas te las diga, estoy empezando a ladillarme de ti . -Me dijo para tomarme bruscamente por una de mis muñecas y hacerme seguirlo, pero para mi sorpresa, no adentro del hotel donde estaba el estacionamiento, sino que se dirigía a la salida.

-Espera, ¿adónde me llevas? -Le pregunté, zafándome de su mano.

-Te llevo al único matadero que tiene una habitación libre, furcia. ¿No es eso lo que quieres? ¿Qué te meta el guebo por ese culo un buen rato?

-¿No es este? -Le pregunté.

-No, están todos llenos ahorita. Tengo un contacto en este hotel, y todos se comunican entre ellos. Solo hay uno empezando la calle, el más feo y asqueroso de todos, que tiene un par de cuartos libres. Y para allá vamos.

-Espera....estoy totalmente desnuda -le dije, algo alarmada.

-¿Y? Eso no te importó mucho hace rato en la Libertador...así que te jodes, tengo el guebo bien parado y ya he postergado mucho el cojerte jugando contigo. Vamos para allá, te meto el guebo y adiós.

Dicho esto, volvió a tomarme de la muñeca y me dirigió hacia la salida del estacionamiento del hotel. Mis tetas firmes se bamboleaban ligeramente de un lado a otro mientras caminaba. Al igual que en la avenida Libertador, sentía que la piel me quemaba, a pesar de que hacía frio, por el rubor de la vergüenza, y apenas salíamos del estacionamiento. La calle estaba bastante sola, pero a medida que íbamos avanzando, comencé a escuchar silbidos dedicados a mi desde los edificios, y mientras más avanzábamos hacia el comienzo de la calle, más gente se podía ver transitando, la mayoría, prostitutas pateando la calle, algunas con clientes ya en camino a algún otro hotel buscando habitación. También vi parejas de personas aparentemente normales que iban en busca de algún sitio para disfrutar de una tórrida noche de pasión. Podía notar como todos me veían, algunos con asombro, otros de forma reprobatoria, algunos riendo de forma burlona. Yo ya estoy acostumbrada a ser vista por donde paso, sé que tengo un buen cuerpo. Pero nunca de esta forma, exhibiendo todos mis atributos al desnudo. El taxista no se inmuto en ningún momento de ser visto conmigo, siguió con paso firme hacia el hotel, al cual llegamos en pocos minutos, que se me hicieron eternos.

Nada más entrar, el olor que llego a mi nariz no me agradó mucho. Olía a ambientador barato mezclado con incienso y cigarro. El pasillo de entrada se veía bastante limpio, así como el lobby, bien arreglado y bonito. Detrás de una mesa de madera bastante imponente, estaba la encargada del sitio, y tras de ella varias neveras donde se podían apreciar una gran variedad de bebidas, muchas de ellas alcohólicas. Sobre la gran mesa se veían cajas de condones y potes de aceites lubricantes de distintos aromas y sabores. La cara de la encargada, una chica de unos 20 o 25 años, rubia de ojos verdes, era todo un poema cuando me vio caminar hacia ella totalmente desnuda.

-Hola mi catira bella -la saludo el taxista. -¿Como has estado mi amor?

-Yo bien, guapo -Le contestó la encargada, sin dejar de verme. -¿Y esta quién es?

-Un culito que está desesperado por que me lo coja. -le respondió él con tono burlón.

-Jajaja no me jodas, habla claro, estas perdiendo el toque con las mujeres y fuiste a buscar algo barato por ahí -dijo viéndome de arriba abajo con cierto aire de asco.

- Coño vale, tú sabes bien que yo no necesito pagar por eso, tengo varios culos por ahí dispuestos a abrírseme con una llamada. Este es uno que me cayó del cielo de repente, tiempo ladrándole y ahorita es que cae...la bicha está super loca, eso sí, pero nada, mira estas tetotas -me tomó y me puso delante de él, pasando sus manos por debajo de mis brazos y agarrando ambas tetas por las caras externas para apretujarlas entre ellas y frotarlas de arriba a abajo, para luego deslizar las manos para tomarlas por debajo y hacerlas botar cómicamente. - Super ricas ¿Verdad? Pero espera, mira estas nalgas -dijo, dándome la vuelta y haciéndome inclinarme para mostrarle mi culo. Tomó ambas nalgas de la misma forma que hizo con mis tetas para estrujarlas entre ellas aunque con algo más de dificultad ya que tengo el culo bien ejercitado y bastante firme y respingón. -Coño es que la voy a reventar....

-Aja...-dijo la encargada. -¿Y por qué va desnuda?

-¡Porque es una perra loca! -Contesto él. - Me ha sorprendido muchísimo la verdad, pero lo dicho, las más difíciles son las más fumadas. Esta me hizo un strip tease en un parque, me mamó el guebo en el carro, la puse a caminar desnuda por la Llibertador como puta, y me la traje desde donde Johan hasta acá así desnudita. La bicha esta tostada.

-Coño a mí me sigue oliendo a puta barata....con tremendo cuerpo, si....pero no sé....- Dijo la catira.

-Ah buena vaina pues.. .-Dijo él. - Dile algo tu pues...- Me ordenó.

-Me llamo Skarlet...- Le dije, ya viéndola de frente. -Mira sé qué te parece una locura...Bueno realmente es una locura...pero es....

-Mira mija cállate -me interrumpió ella. -A mí lo que me importa es que me paguen el cuarto...

- Eso no es problema -dijo él -Ella va a pagar todo...

-¿Ella? -Preguntó la catira asombrada.

-¡Si! ¡Ella! -Contestó él. - ¿Me vas a decir ahora que no has visto una mujer pagando?

-No es común, pero si he visto bastante...- Dijo ella -Es solo que esta pareciera que no tiene ni con que pagar...

-Jajaja -Carcajeó el taxista -Esta coño'esumadre es de plata, vieras donde vive y te quedas loca...además esta arrepentida de no aflojarme ese papo antes y me quiere tratar como un rey ¿Verdad que si mi tetoncita boba? -Me preguntó.

-Si señor -Dije de inmediato. Deseaba subir ya a una habitación a que me cojiera ya mismo. Y no era precisamente por hacer que todo termine rápido, sino porque estaba tan excitada por toda la situación, por cómo me humillaba ante la catira, que necesitaba ser cojida en ese momento. -¿Aceptas débito o crédito? -Pregunté sacando de mi bolso la cedula y las tarjetas.

La operación se llevó a cabo sin mayores palabras. Lo que el sí quiso fue que comprara 10 cervezas, cosa a la que por supuesto accedí. La catira me registró en su sistema con mi cedula de identidad, aunque no pidió la de él, cosa que me extrañó. Pero aun así seguí adelante.

-Habitación 530, 5to piso -dijo la catira dándole la llave al taxista . -Agarren el ascensor hasta el piso 4 y de ahí deberán subir por las escaleras hasta el 5to ya que está dañado y no sube más de ahí.

-Lo sé -Dijo él, agarrando las llaves. - No es la primera vez que vengo.

- Recuerda usar condón, por si las dudas -le dijo la catira.

El taxista me hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera, cosa que hice al instante. El ascensor quedaba a pocos pasos del mostrador, en un pequeño pasillo oscuro, cuya pared de fondo tenía un amplio espejo cubriéndola, gracias al cual pude notar que la catira no me quito los ojos de encima en ningún momento, no sé si porque le guste, o porque estaba impresionada. Pero, en fin, el ascensor estaba allí y entramos. El mismo olía a madera vieja y algo de orina, pero le reste importancia. El ascensor hizo muchos ruidos al cerrar la puerta y subirnos al 4to piso, cosa que hizo con algo de lentitud, además. Salimos de allí y comenzamos a caminar, pero esta vez el taxista me hizo el gesto para que yo caminara adelante de él. A pesar de todo el bochorno y los sustos, yo seguía caliente, de hecho, el aire de venganza que había tomado esta situación, por todo lo que yo había provocado en él, me mantenía muy, muy excitada. Así que mientras iba caminando iba contoneando más las caderas, para que mi culo le llamara la atención.

Las habitaciones estaban todas con las puertas cerradas, y en más de una puerta pude escuchar ligeramente gemidos que venían desde adentro, otro aliciente más para mi calentura. Llegamos al final del corredor y comenzamos a subir las escaleras allí ubicadas hasta el 5to piso. Éstas no estaban tan bien iluminadas como el resto del pasillo, un par de viejos bombillos apenas emitían luces tenues. Pude escuchar voces desde lo alto de las escaleras pero ya no me importaba nada que me viera la gente así desnuda por lo que no demoré el paso, las escaleras llegaron a un punto donde debía doblar una esquina y allí los ví, eran un hombre y una transexual, ambos de piel negra. El hombre tenía un aspecto muy al estilo gángster, con cadenas en el cuello y chaqueta de cuero negra, con un rostro de facciones rudas. De cuerpo se podía adivinar que era atlético. La trans, por su parte, no era muy agraciada de cara, tenía cuerpo delgado y sus senos parecían dos pelotas de beisbol sobresaliendo de su pecho, cubiertos apenas por un top deportivo blanco que dejaba un abdomen de cuadros marcados al descubierto. Se notaba que era transexual por las facciones de su cara, sin maquillaje, cuadradas y de expresión cansada. Además que de cuerpo era bastante plana, sin curvas, de piernas delgadas, cubiertas por un leggin que sufría por mantenerse pegado a su cuerpo lo más posible. Además, no disimulaba para nada su bulto en la entrepierna, que dejaba intuir que tenía una verga bastante grande y gruesa.

En ese momento, el taxista me tomó por el cabello, se bajó la bragueta del pantalón y dirigió mi cabeza hacia su verga erecta. No debía ser una gran adivina para saber lo que quería, así que abrí mi boca y engullí el trozo de carne que me tenía bailando el ritmo de su música desde hacía mucho rato ya.

Los dos negros se nos quedaron viendo con una sonrisa pervertida, según pude apreciar entre los movimientos que el taxista me hizo dar para que me agachara de forma tal que el quedara de perfil a ellos, recostado de la pared de la escalera, mientras que yo quedaba de frente, agachada, totalmente expuesta ante ellos. El taxista con sus piernas hizo que abriera más las mías con un par de suaves patadas, para así quedar aún más expuesta ante ellos, quienes podían apreciar perfectamente no solo mis enormes tetas, sino también mi cuquita húmeda, con el clítoris fuera de su escondite. El taxista en todo momento controló la mamada, teniéndome sostenida por el cabello, haciendo que poco a poco fuera más bien una follada a mi cráneo que una mamada en toda regla, aumentando la velocidad a la que movía mi cabeza acompasándola con los movimientos de su pelvis, como si estuviera cojiendose un culo. Espesos y gruesos chorros de babas caían sobre mi teta izquierda y mi pierna izquierda, ya que lo tenía a él ubicado en ese costado, mientras apretaba más y más mi cabello a medida que aumentaba su excitación. Poco a poco su guebo iba llegando más y más profundo en mi boca, y fue cuestión de poco tiempo para comenzar a sentir sus bolas estrellándose contra mi mentón, lo cual significaba que lo tenía totalmente adentro, y así lo sentía, en mi garganta,  desencadenando fuertes arcadas en mí.

En un momento dado saco su verga de mi boca para permitirme respirar, cosa que hice desesperadamente, con lágrimas saliendo de mis ojos, las cuales no fueron impedimento para ver hacia el final de la escalera y apreciar que el negro tenia a la transexual agachada también, mamándole la verga, aunque él la dejaba a ella hacer, a diferencia del taxista que me tenía sometida al ritmo que él quisiera. Pude apreciar también que la trans tenía los leggins por los tobillos, y su enorme miembro semierecto siendo acariciado por ella misma. No me había equivocado en el hecho de que era grande, porque realmente lo era. El otro negro no tenía nada que envidiarle tampoco en cuanto a tamaño. Y mientras el taxista volvía a dirigir mi cabeza en busca de su verga, pude ver un último detalle: la trans tenía una teta afuera sacada por encima del top. Una teta implantada por supuesto, que se veía extremadamente falsa incluso desde mi posición, a juzgar por la forma esférica perfectamente firme que se notaba, lo dicho, como si se hubiera pegado una pelota de beisbol en el pecho.

Nuevamente volví a mi tarea de tragarme el guebo del taxista de un solo golpe hasta mi garganta, lo cual me provocó una arcada bastante fuerte, haciéndome sentir como el reflujo se me subía por la garganta, haciéndome lagrimear más aún. A pesar de, fui capaz de soportarlo y continuar chupando como si no hubiera un mañana, lo que le hacía gemir de placer, tanto que lo sentí temblar un poco, momento en que me separó de nuevo de su verga. Me hizo verlo a la cara, cosa que le causó satisfacción a juzgar por la sonrisa perversa que se dibujó en su rostro. Me soltó ligeramente el cabello dándome cierta libertad, y con los mechones que quedaron en sus manos se limpió las babas chorreantes de su guebo y sus bolas, para acto seguido guardarlos con su mano libre en el pantalón.

-¿Intercambiamos? -preguntó el negro que aún tenía su verga en la boca de la trans negra. El taxista se negó con un gesto de cabeza y comenzó a subir de nuevo las escaleras, pero esta vez halándome del cabello que aún tenía en su mano para ponerme a cuatro patas y hacerme seguirlo como su perrita fiel y obediente.  Pasamos por un lado de ellos y seguimos el camino, con mi amo buscando la habitación, la cual estaba al final del pasillo.

Introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta, entramos tal cual, yo de perrita y él cómo mi amo. Me aventó fuertemente adentro, haciéndome caer en el piso a un lado de la cama para cerrar la puerta detrás de sí. Me incorporé lo más rápido que pude, poniéndome de nuevo a cuatro patas.

-Me supongo que en ese estúpido bolsito tienes maquillaje para retocarte ¿cierto? -Me preguntó.

-Si señor.. .-Le contesté.

-Perfecto. Ve al baño a retocarte. O mejor, báñate completa y maquíllate de nuevo, estás hecha un asco, toda sudada y llena de babas. Y más te vale que te apures imbécil. -Me ordenó.

-Si señor -Contesté y rápidamente fui gateando al baño mientras él se acostaba en la cama, no sin antes prender un pequeño televisor antiguo, en el cual la señal estaba bastante débil. Al acostarse en la cama, sonó como si debajo de la sabana el colchón estuviera envuelto en plástico, cosa que me  pareció extraña a decir verdad.

En fin, entre al baño, cuyas baldosas me dieron asco. Se veían sucias y húmedas, la porcelana de la poceta se veía manchada y no tenía ni tapa ni asiento. El lavamanos se veía también manchado y roto, así como el espejo, en el cual me vi reflejada una vez me puse de nuevo en mis dos piernas. El baño no tenía puerta, aunque estaban las bisagras puestas lo que me daba a intuir que alguna vez hubo una. El baño era bastante pequeño para mi gusto. El espacio de lo que supuse era la ducha no tenía ninguna división con el resto del baño, solo era un cuadrado de cemento pulido como piso, y la regadera…bueno, no tenía regadera, solo un tubo medio oxidado que sobresalía de la pared apuntando al piso en diagonal. -Qué asco de baño -Fue el comentario que se me salió sin querer.

-El cuarto es un asco . -Dijo él, para mi sorpresa, desde el marco de la puerta del baño. -El televisor no sirve, el colchón está forrado con plástico y la sabana huele a tierra, como el resto del cuarto. Ni hay aire acondicionado, pero eso no importa, la noche es fría, abriré la ventana. En fin, un cuarto a tu nivel. Mueve ese culo que te quiero cojer perra . -terminó de decir, para acto seguido ubicarse frente a la poceta, sacarse la verga aún erecta del pantalón, y orinar. Por la erección, erró y orinó por fuera de la poceta pero logró incorporar el chorro directo adentro. Me pareció algo realmente asqueroso de presenciar. No duró mucho orinando, de hecho, con el guebo aun echando las últimas gotas, se dio la vuelta para salir del baño, cayendo esas ultimas gotas de orina en el piso, sin jalar la cadena, dejando el baño impregnado del olor de su orina.

-Me imagino que te bañaras también...- Le mencioné. El volvió a entrar al baño, con su verga aun fuera del pantalón y me dio un lepe bastante fuerte detrás de la cabeza. (Ndr. Un lepe es una fuerte palmada que se da detrás de la cabeza o en la frente)

-Aquí la que se va a bañar eres tú -Me dijo con tono de furia al oído. -Y no se te olvide quien coño manda, trátame con respeto mamagueba.

-E-está bien…- Contesté, asustada......y excitada -Perdón, perdón...

-¿Esta bien qué?

-Señor....Esta bien señor.

-¿Y perdón qué?

-Per-perdón señor...

-Perdón por qué?

-Por...por hablarle feo señor...- el miedo en mi se incrementaba. Así como mi calentura, sorpresivamente para mí.

-No maldita, por ser una puta sucia, inepta, asquerosa, maleducada y malhablada. -Me dijo con saña, para que repitiera.

-Perdón señor por ser una puta sucia, i-inepta, asque...asquerosa y...y....maleducada y...y...

-¡Malhablada!

-¡Malhablada señor!

-¡Pídeme perdón!

-Per-perdón señor

-Pídeme la bendición - Me ordenó. Eso de pedir perdón y la bendición es un acto algo infantil, pero humillante al fin.

-¡Bendición!

-Dios te bendiga perra. ¡Ahora apúrate!

-Si señor -le respondí, viendo al piso.

Salió del pequeño baño y escuche que se tiró en el colchón de nuevo. Rápidamente me puse frente al espejo para ver mi aspecto, y lo que vi, me sorprendió muchísimo. Tenía todo el maquillaje desbaratado, los ojos negros por el rímel corrido, así como caminos de lágrimas negras dibujados por mis pómulos hasta el final de mi cara. El cabello estaba hecho un auténtico desastre. Los labios ya no tenían pintura, más bien quedaban algunos rastros de ella en algunas zonas al borde de mi boca. El resto de mi cuerpo brillaba de sudor a pesar de estar desnuda en una noche fría. El bolso aun colgaba de mi hombro derecho, por lo que me lo quité y me dispuse a entrar en el intento de ducha. Solo había una llave de agua, la cual accioné y comenzó a salir agua muy, muy fría por el tubo, manteniéndose así durante los pocos minutos que duré allí. No había jabón en ningún sitio así que fue solo echarme abundante agua en cada rincón de mi cuerpo. Me desabroché las sandalias para poder lavar bien mis pies, aunque por asco no me apoye descalza en ningún momento en ese baño. Al terminar de remojarme me salí de ahí de nuevo al espejo...y no vi toalla por ninguna parte.

- Señor...disculpe -dije con algo de timidez desde dentro del baño - ¿habrá por ahí alguna toalla para secarme?

-No . -me respondió. -¡Muévela coño! -Me terminó de decir, apurándome.

Saqué de mi bolso un pequeño pañuelo con el cual sequé mi cara y medio logré escurrir el agua de mi cabellera negra. Procedí a maquillarme rápidamente frente al espejo, haciendo énfasis en el rímel y las sombras de los ojos y la pintura de labios. Una vez lista, medio escurrí el agua que aún quedaba por mi cuerpo, especialmente la de las tetas que ya me dolían del frio, y salí del baño.

- Ya era hora nojoda...- exclamo él.

- Perdón por la tardanza señor...- me disculpé intentando agradarle, aunque me salió la voz temblorosa por el frio que entraba por la ventana. Sentí la piel de gallina en todo mi cuerpo.

Él se puso de pie y se paró frente a mí, agarrándome directamente por el cabello húmedo y obligándome a agacharme frente a él. Su verga aún estaba olorosa a orina y sin ningún tipo de miramiento la metió en mi boca. A pesar de estar muy excitada, muy caliente, este acto me causo muchas nauseas, por lo que las arcadas no se hicieron esperar, y eso que aún no me llegaba hasta la garganta como minutos antes en el pasillo. - Mámamelo perra -Dijo - Aquí es donde empieza lo bueno, lo que tu querías . -me dijo, con cierta sorna en su tono de voz.

Comencé a mamárselo a pesar de las arcadas que sentía. Chupé y masajeé con mi lengua desde la punta hasta la mitad y sentí el sabor de su orina, un sabor bastante fuerte, amargo. Me detuve para agarrar aire sin sacarlo de mi boca y noté que, a pesar del asco, mi libido seguía subiendo. Él se impacientó un poco al ver que me detuve, por lo que sujetó mi cabeza con mucha más firmeza, apretando más mi cabello, y comenzó un movimiento de mete y saca con su pelvis. Empezó de forma algo lenta como para tantear el terreno pero poco a poco fue aumentando la intensidad de sus movimientos así como también la sujeción de mi cabeza, pasando a follar mi boca de forma bastante violenta en pocos minutos. A medida que pasaba el tiempo iba metiendo más y más su verga completa hasta el fondo, ayudándose también con sus manos con las que controlaba mi cabeza de forma agresiva haciéndome tragar cada vez más y más su guebo. En un momento dado lo sacó completo de mi boca y pude contemplarlo, totalmente lleno de mis babas chorreantes de forma obscena, con gruesos hilos de ésta conectándolo con mi boca y mi mentón. Logré mover la cabeza ligeramente y pude notar ríos de baba cayendo por mis enormes tetas, con la mayoría perdiéndose por el canal central formado por ambas, las cuales se movían de forma algo agitada por mi respiración desesperada. El taxista reafirmó la posición de mi cabeza con sus manos, y me llevo de nuevo a su verga, metiéndomela hasta el fondo, para volverla a sacar, y repetir nuevamente el movimiento como en las películas porno, atrayéndome hacia él de tal forma que me hizo caer de rodillas.

A la cuarta o quinta sacada, hizo el movimiento de forma bastante brusca, clavándome su verga hasta el fondo, hundiendo mi nariz hasta el fondo de la maraña de pelos de su pubis, con sus bolas presionadas en mi mentón y su glande chocando en las paredes de mi garganta. Esto me provoco muchísimas arcadas y pude sentir como se me subía el reflujo por mi esófago produciéndome una fuerte arcada. Reaccioné intentando alejarlo empujando con mis manos en sus piernas, pero él me sostuvo aún más fuerte por lo que todo intento fue en vano, así que terminé vomitándome con su verga aun adentro.

Él, al notar que de la comisura de mis labios salían violentos chorros de vomito, jalo mi cabeza con violencia sacándome la verga ya toda impregnada de mi emesis, mientras que yo, aun sostenida por el cabello de forma firme por él, entre eructos y también violentas arcadas continuaba botando liquido por mi boca. El me soltó y se alejó un poco de mí, permitiéndome tomar algo de aire al terminar de expulsar todo. Bajé la mirada y vi el desastre, sentí que mi piel me ardía por la vergüenza al ver mis tetas y mis piernas totalmente vomitadas con restos incluso de comida digerida reposando sobre ellas. Ahí estaba yo, de rodillas en medio de un charco de vomito y babas muriéndome de la vergüenza y del asco. El soltó una fuerte carcajada al verme así. -¡Jajajaja que perra tan asquerosa! ¡Mírate! -me dijo, señalando hacia un espejo algo desconchado de cuerpo completo que estaba a un lado de la cama. Pude verme, con todo el rímel corrido de nuevo, la base del maquillaje perdida, con la cara totalmente roja como un tomate al igual que mis ojos rojos y llorosos, mi cuello y mis tetas, jadeando de forma fuerte por la respiración agitada y mis brazos a medio levantar en expresión de asco y desespero. Estaba temblando. Tenía mechones de cabello el cual lucia mojado y totalmente alborotado, pegados a mi cara. Pude notar que, en todo el ajetreo, una de mis sandalias perdió su posición, quedando fijada a mí por la correa del tobillo pero con el resto de mi pie salido por un lado, imagino que inconscientemente pataleé bastante para que se saliera así. Yo tenía, a mi parecer, uno de los aspectos más guarros que había visto en una mujer, digna de una película porno bizarra de sexo rudo. La gente de la productora “Facial Abuse” y hasta el mismísimo Max Hardcore estarían orgullosos.

Él se acercó nuevamente a mí, al ver que ya no estaba vomitando, y me tomó por el cabello de forma fuerte nuevamente, haciéndome poner a cuatro patas sobre el charco de desastre que estaba en el piso. -¡Es-espera! -le dije tartamudeando con voz tan temblorosa como mi cuerpo.

-¡Shhh cállate! -Me dijo - Si crees que me voy a detener por esto estas equivocada puta, ¡yo igual te voy a cojer ese culo! -me terminó de decir. Me quedé callada, a cuatro patas con la espalda arqueada hacia abajo con el culo totalmente ofrecido, como toda una buena puta. Aunque estaba así de forma inconsciente, ya que me daba asco estar en cuatro sobre el vómito...asco y si, excitación. Excitación por estar sometida a semejante trato y que no esté ofreciendo la más mínima resistencia, más bien estoy apoyando todo, colaborando en ser aún más degradada. Una masoca en toda regla.

Él se ubicó detrás de mi sin soltarme el cabello, y con su mano libre hurgó en mi cuca, comprobando lo que ya se esperaba, estaba bastante mojada, y no tanto por la mezcla superficial de babas y vomito que escurrieron hasta ella, sino hacia adentro, con flujo vaginal. Sentí como de repente con su vergota erecta comenzó a entrar en mi humanidad, lentamente, escuché cada respiro profundo que tanto él como yo dábamos provocados por una fuerte excitación, mientras entraba más y más en mí. -aaahhhh -Suspiró él -Si no fuera porque estoy siendo testigo de la clase de basura que eres, hasta diría que no tienes mucho recorrido de lo apretadita que estas...eres una perrita sucia ¿no es así?

-Oohh si...aahhfff sí señor, soy una perrita sucia...aaaahhhh siiiihhh looo soooyyy -Dije entre gemidos y jadeos. Me tenía bien sostenida por el cabello y mantuvo el ritmo lento de la penetración durante unos minutos, como disfrutando de cada metida y sacada, gozando su triunfo sobre mí. Y viéndolo así desde ese punto de vista el saberme totalmente derrotada junto con ese rico vaivén, tuve un fuerte orgasmo que me hizo convulsionar. El me dió una fuerte nalgada cuando bajaron mis espasmos y jadeos, y siguió cojiéndome al mismo ritmo, lento, suave, pero firme. Así estuvo otros minutos, acercándome más y más a otro orgasmo, pero me lo sacó y aprovechando el control total que tenía sobre mi usando mi cabello, me hizo darme la vuelta así mismo, a cuatro patas y gateando sobre el charco asqueroso para metérmelo por la boca, dándome a probar mi propio flujo vaginal ya que su guebo estaba chorreante de él.

Luego de unos cortos instantes de mamarle el guebo, cosa que me dejó controlar bastante a pesar de no darme la libertad de mi cabello, me volvió a hacer voltear, para metérmelo nuevamente en mi cuquita chorreante y deseosa.

Comenzó de nuevo con un lento mete y saca, pero esta vez, igual que hizo con mi boca hacía unos minutos, comenzó a subir la intensidad de la cojida poco a poco, lo que me hizo llegar más rápidamente a mi segundo orgasmo casi tan fuerte y duradero como el anterior. Pude notar de reojo por el espejo su rostro de total satisfacción y orgullo ya que veía que me derretía como mantequilla en el fuego en su verga. Fue cuestión de minutos para sentir sus pesadas bolas bien cargadas de leche estrellándose bruscamente contra mi vulva, al ritmo en que se balanceaban mis tetas con cierta agresividad gracias a la violenta cojida a la que me estaba sometiendo. En un momento dado, con su mano libre se apoyó en la parte alta de mi espalda, haciéndome recostar mi cabeza contra el piso en el charco de vómito y babas, quedándome yo con el culo bien empompado hacia él. Yo estaba tan perdida en mi excitación que el asco me importaba poco ya, solo quería que me usara como le diera la gana, quería que se diera gusto, porque ese trato me encantaba, me ponía caliente, ya llevaba dos orgasmos y estaba bien encaminada hacia un tercero. Con la mano que me sostenía el cabello, paso a apoyarse en mi cabeza, asegurándose que buena parte de mi cara quedara bien impregnada del desastre.

Estuvimos así unos minutos, durante los cuales me había acercado al tercer orgasmo. Pero de pronto se detuvo. Dejó de apoyarse en mi espalda y mi cabeza y tomó mis nalgas con sus manos, las magreó a placer. Yo me mantuve en la misma pose, cara en el piso y culito bien ofrecido, dejándome hacer. Escuche y sentí que escupió entre mis nalgas, y separando la nalga derecha comenzó a untar su saliva en mi agujero anal, ejerciendo presión ligeramente de vez en cuando aunque sin llegar a meter el dedo. No es que sea mi primera vez por el culo ya que siempre que tengo relaciones suelo exigir el sexo anal cuando el hombre no lo pide, pero el hecho de hacerlo por detrás significa más para mí que un simple mete y saca:  simboliza un acto de entrega total, de rendición, de sumisión, de humillación, de derrota, de ser totalmente poseída, conquistada. El sexo anal para mi tiene una carga emocional demasiado fuerte, simboliza todo eso y hasta más. Y eso me excita muchísimo, porque soy masoquista. Y es por ser masoquista que (además) el dolor que siento al recibir verga en mi culo lo disfruto. Pero era más por todas esas emociones de sentirme tan a merced de este taxista cuyo nombre ni siquiera conozco, este taxista con quien fui una desgraciada al provocarlo y luego hacerle desplantes, que me excitaba sobremanera. Ahí me tenía servida, lista para que me hiciera pagar por todas esas situaciones en las que terminé burlándome de él, tomando posesión total de mi culo, mancillándomelo a su antojo.

Y así fue, primero su dedo, con el cual en cierto momento dado empujó lo suficiente para que mi ansioso anito cediera y lo dejara entrar, removiéndolo adentro un poco, haciéndome sentir el preámbulo de su presencia en mis entrañas. Dejé escapar un gemido de dolor mezclado con placer. Él siguió removiendo el dedo adentro, girándolo un poco hacia cada lado, y luego comenzó un mete y saca más o menos suave, haciéndome gemir de pura lujuria. Luego volvió a escupir sin sacarme el dedo, y comenzó a meter otro forzando poco a poco el agujero para que se abriera según sus deseos. A pesar de tener buena experiencia por el culo, soy una chica un tanto estrecha de agujeros así que sentía un dolor algo moderado con este segundo dedo, pero como ya mencione antes: soy una perra masoquista y el dolor lo disfruto.

Ya con los dos dedos adentro de mi culo, continuó el mete y saca con ambos dedos y al cabo de pocos segundos continuó el que me hacía con su verga, acompasando los movimientos de su pelvis con los de su mano, aumentando la intensidad cada vez más. Yo estaba perdida del placer, restregando mi cara en el charco de vomito y babas gracias al movimiento del taxista que hacía estremecer mi cuerpo a su antojo, y más aún cuando con su mano libre me dio unas sonoras nalgadas.

Luego de un buen rato así, me tomó del cabello para alzar mi cara del piso, sacó los dedos de mi culo y los metió en mi boca, follándomela con ellos como si lo hiciera con mi culo por un buen rato, sin dejar de castigar mi cuca con su verga. En algunos momentos dados me sacaba los dedos de la boca llenos de babas y me daba una muy fuerte cachetada para volverme a meter ya no solo los dos dedos que tenía en mi culo, sino todos los de su mano menos el pulgar, aprovechando para atenazar mi mandíbula y hacerme abrirla o cerrarla a su antojo, volver a sacar los dedos y cachetearme, y así, hasta que en lugar de cachetearme pasó a ahorcarme con bastante fuerza, cortándome la respiración durante unos segundos para soltarme, cachetearme y volverme a ahorcar y seguir alternando estos tratos durante otro buen rato, durante el cual tuve dos orgasmos más.

Luego de ese último orgasmo de esa tanda, me sacó su guebo de mi cuca, bastante adolorida ya, y sin soltarme del cabello me llevó a rastras con una fuerza impresionante hasta el baño, estrellándome en el marco de la puerta en el camino. No fue un golpe muy duro el que me llevé, y tampoco le importó mucho al parecer, ya que haló con más fuerza para terminar de meterme en el asqueroso baño. Allí me puso a cuatro patas nuevamente delante de la poceta, y me metió su guebo en el culo esta vez, forzándolo un poco para que entrara. Lo hizo lento, disfrutando el momento, y arrancándome fuertes gemidos de la mezcla de dolor y placer que estaba sintiendo. Me sentía en las nubes ante semejante trato, quería una experiencia sexual loca esa noche y estaba teniéndola multiplicada por un millón.

Una vez con su guebo totalmente hundido en mi culo, sin soltarme el cabello, comenzó un muy agresivo mete y saca, estrellando su pelvis duramente contra mis nalgas, follándome el culo con un odio impresionante, una intensidad más fuerte que la que recibí en mi bollito húmedo. Esto me llevó a un estado de éxtasis total, me dolía horrores, tanto que me hacía gritar y, literalmente, llorar, pero lo estaba disfrutando al máximo, y prueba de ello era la forma en que sentía temblores involuntarios producto de deliciosos corrientazos continuos que sentía en todo mi cuerpo. Él no me soltó durante un buen rato, y repitió nuevamente el trato de meterme la mano en la boca, alternándola con asfixias y cachetadas, sumándole toda clase de insultos, que iban desde "perra barriobajera" hasta "cuca estúpida" o "pedazo de mierda con patas", y hasta escupitajos directos a mi cara.

El momento cumbre llegó cuando, sin bajar ni un poco la intensidad de la cojida, metió mi cabeza en la poceta, hundiendo mi cara en el agua. Intenté reaccionar, pataleé para liberarme, pero él me tenía bien sostenida con una fuerte firmeza. Dejaba mi cara ahí metida en la poceta unos segundos y me la sacaba otros pocos segundos para dejarme tomar algo de aire, cachetearme o escupirme, y volvérmela a hundir nuevamente, sin dejar de castigar mi culo con su guebo duro. Yo hacía lo posible por intentar liberarme pero era inútil, él era bastante fuerte y no me daba ningún tipo de tregua. Dejé de patalear cuando tuve uno de los más brutales orgasmos que he tenido en mi vida, tan fuerte que me oriné ahí en el sitio, mientras convulsionaba, al mismo tiempo que sentía una sensación bastante rara en mis entrañas, como si algo se derramara dentro de mí.

En ese momento él se detuvo. Me soltó el cabello y me sacó la verga del culo, y yo sentía como me palpitaba fuertemente el agujero bien abierto, sintiendo el aire entrando por allí. Me ardía bastante, y por dentro me dolía horrores. pero eso me mantenía muy excitada aún. En lo que mi cuerpo dejo de convulsionar, saqué la cara de la poceta y lo vi parado a un lado de mí, me veía con una sonrisa maliciosa dibujada en su cara. No me había dado cuenta de que estaba ya totalmente desnudo, solo tenía sus zapatos puestos. Estuvimos viéndonos unos minutos, él con ojos de burla, yo con ojos temerosos pero al mismo tiempo agradecidos. Su guebo aun permanecía erecto.

Me tomó por el cuello y haciendo algo de fuerza me hizo ponerme de pie, pero fue en vano, ya que al apoyarme de nuevo en mis piernas, estas me fallaron, sentí un fuerte dolor en las rodillas, pero más que todo en la espalda y en culo, por lo que caí al piso nuevamente intentando apoyarme de una pared en vano. Caí sobre el charco de meado mezclado con mis jugos vaginales.

-¿Qué pasa imbecil? -me preguntó - párate, que como puedes ver aun no termino contigo. -me dijo, señalándome su verga con ambas manos.

- Per...perdona -fue lo que alcancé a decir, intentando moverme para ponerme de pie, pero lo único que hice con estos movimientos fue revolcarme en el desastre.

-COÑO DE TU MADRE MALPARIDA QUE TE PARES TE DIJE -me dijo fuertemente agarrándome por el pelo y volviéndome a poner de pie, pero volví a terminar en el piso sobre el meado . -Que ladilla contigo cerda inútil. Ven acá. -me dijo mientras me agarraba por el pelo y me llevaba de nuevo a rastras hasta afuera del baño, para alzarme con ningún cuidado y tirarme en la cama. Me acomodó de forma que yo quedara boca arriba y me abrió las piernas con brusquedad a todo lo que daban, que era bastante. Hasta me sonaron los huesos de la entrepierna al hacerlo. -Puja cabrona, puja -me ordeno.

-¿Que qué? ¿Que puje? ¿Co-como? -le pregunté sin entender bien lo que quería.

- Que pujes coño, como si fueras a cagar, o mejor dicho, a tener un hijo, porque es obvio que una mierda como tu pare mojones en lugar de cagar maldita inmundicia.

-Pe-pero -intenté decir algo, pero el me dio una fuertísima palmada en la cuca.

-CAGA Y NO ME HAGAS REPETIRTELO MAMAGUEBA . -Me ordenó. Yo temerosa obedecí y empecé a pujar, con miedo a que me saliera mierda de verdad. Podía sentir que algo salía. Él puso la mano en la entrada de mi culo y pude notar en su cara un gesto de burla y malicia nuevamente. Al cabo de unos minutos soltó una carcajada y me mostró su mano. Tenía un líquido espeso y blanquecino en ella. - Eeeeso es becerrita -me dijo - Aqui esta. Buena perra.

-¿Que es eso? -le pregunté.

-Es mi leche, ¿no sentiste cuando me vine en tu culo?

-N-no...

-Jajajaja claro, acabaste al mismo tiempo que yo. Toma -me dijo y llevo su mano a mi cara. -Debes alimentarte bien, guarra -me dijo y metió su mano llena de su leche en mi boca. Yo estaba en un estado extraño donde me hallaba totalmente dócil así que lo recibí en mi boca sin ningún tipo de resistencia, y chupé débilmente el semen de sus dedos, dejándolos limpios.

En ese momento él se montó en la cama con su verga erecta, y de un solo sopetón me la clavo en el culo hasta el fondo, haciéndome tensar todo el cuerpo por el dolor. Sin piedad alguna, me comenzó a cojer con la misma intensidad, me sorprendió que no estuviera cansado. Pasó a agarrarme las tetas con fuerza, a estrujarlas y pellizcar fuertemente mis pezones, y de vez en cuando me escupía en la cara, me cacheteaba y asfixiaba de nuevo sin dejar de bombearme el culo con agresividad. Oleadas de placer producto de todo el dolor y humillación que estaba sintiendo invadían mi cuerpo sin tregua, y fue cuestión de tiempo para que tuviera un muy delicioso orgasmo nuevamente, cosa que el notó.

-Si que estas hecha una puta, seguro te graduaste con honores en ese ramo. -me dijo. Yo no contesté más que con gemidos. -Debes agradecerme todos esos orgasmos zorrita -me dijo, deteniéndose y sacándome el guebo del culo. Se apartó a un lado y se sentó al borde de la cama, con su guebo apuntando al techo. - Ven a pagarme. -me dijo. Yo no me moví, estaba cansada y me dolía el cuerpo, aunque seguía excitadísima. Me pego fuertemente en una pierna -¡¡MUEVETE HIJAEPUTA ES PA’ HOY!! -Me dijo con brusquedad. Yo ahí obedecí, comencé a moverme. El me agarro de un brazo y me jaló fuertemente, haciéndome caer de la cama. Rápidamente me puse de pie como pude, con todo el culo bien adolorido, logrando esta vez sostenerme en mis piernas. - Siéntate aquí puta, y baila . -me ordenó, señalándome su verga erecta.

Obedecí la orden, él estaba sentado con las piernas abiertas y yo me dispuse a sentarme en su verga dándole la espalda. Él con maestría hizo que me dirigiera directamente a su guebo, sobre el cual me senté lentamente ya que me dolía bastante el culo por todo el castigo que había estado recibiendo. Me dio una buena nalgada y como pude, comencé a moverme haciendo sentadillas. Sentía el dolor fuerte en las rodillas y en la espalda, pero estaba empezando a agarrar vuelo con la excitación que volvía a aumentar en mí. Al poco tiempo yo ya estaba meneándome deliciosamente, moviendo mis caderas de forma circular, alternando con un buen twerking. Él entre tanto me agarraba las tetas con furia, me las pellizcaba y manoteaba a placer, también me jalaba el cabello, me cacheteaba con fuerza y me daba fuertes nalgadas espoleándome a moverme más y más rico para él, mientras continuaba con su amplio repertorio de insultos.

En un momento dado me empujó, haciéndome caer al piso. Volteé a verlo y se estaba pajeando bruscamente, se puso de pie y apuntó su verga hacia mí y en un largo suspiro comenzó a correrse con bastante abundancia. Sus chorros de espesa y caliente leche cayeron en mis tetas, mi cara, mi cabello, mi abdomen y alguno más en el piso. Luego se volvió a sentar, su verga se veía semierecta ya. Me incorporé poniéndome a cuatro patas y me dirigí gateando a mamarle el guebo, pero cuando el vio mis intenciones puso un pie con su zapato en mi cara, y me empujó hacia atrás, haciéndome caer boca arriba con las piernas abiertas. - ¿Qué es asquerosa? ¿me lo quieres mamar? ¿después de haber tomado agua directo de la poceta? ¡Asco! - fue lo que me dijo. - Hazte la paja para mí, perra sucia. -Me ordeno, y yo ni corta ni perezosa obedecí abriendo las piernas y dejándole ver con claridad como me frotaba el clítoris con ganas mientras me manoseaba y pellizcaba las tetas con mi otra mano, esparciendo el semen que en ellas había caído como si fuera cremita. No me costó mucho llegar a un brutal orgasmo que me dejó ya muy noqueada, entre dormida y despierta ahí tirada en el piso.

Pude notar como él se puso de pie y se paró a mi lado, y comenzó a mearme en las tetas y en la cara, diciendo algo que no logre entender muy bien ya que yo estaba ida. Luego de orinarme encima se metió en el baño y quede allí, con la mente en blanco. A los pocos minutos sentí que debía pararme para ir a bañarme con él, y eso hice, me puse de pie a duras penas y comencé a caminar de forma graciosa por el dolor que tenía en todo el cuerpo, especialmente en el culo, la cuca, y el abdomen, sin olvidar las piernas que me temblaban con cada paso que daba. Y para mi sorpresa él no estaba en el baño. Confundida volteé a ver la habitación y tampoco estaba. Se había ido y no noté cuando. Al ver por la ventana, ya era de día, sonaban las cornetas de los carros debido al tráfico, ese era prácticamente el centro de la ciudad por lo que era muy concurrido. Había pasado el resto de la noche ahí tirada en el charco de orina de él, y debido al cansancio y la mezcla de sensaciones había sentido que fueron pocos minutos.

Me incorpore lo mejor que pude y me metí a bañar con el agua fría, pero eso no me impidió que me hiciera otro dedo rápido ahí. Una vez terminado salí del baño a buscar la cartera, pero no estaba en ningún lado. Él se la había llevado, con mi cedula, mis tarjetas bancarias, mi dinero en efectivo y mi teléfono. Ya sin nada más que hacer llame a recepción desde el viejo teléfono que se ubicaba en una esquina de la habitación y me atendió un hombre. Le pregunté que como podría hacer una llamada desde la habitación, pero me dijo que no se podía. Le dije que era urgente y me dijo que debía bajar a usar su teléfono, por lo que, pensando rápidamente, tome la sabana y la doble estratégicamente para hacerme un vestido improvisado y busque mis tacones, que para mi sorpresa no estaban tampoco, Él también se los había llevado. En ese momento me imagine la cara de burla de él, sabiendo que me dejaba totalmente sin nada ese día.

Para resumir ya el final de todo esto, salí descalza de la habitación, bajé los dos pisos por las escaleras y pedí el ascensor. Al llegar al lobby vi que el encargado era un hombre viejo quien me vio sorprendido con el vestido improvisado y descalza. El vestido que yo sabía hacer con la sabana dejaba notar muy bien mis curvas y un buen escote, a lo que él se quedó mirando todo el tiempo que allí estuve llamando a Sara, mi hermana menor, para que me ayudara llevándome ropa y zapatos al hotel, junto con algo de dinero, cosa que hizo en poco tiempo el cual me alcanzo para limpiar un poco toda la habitación pidiendo los utensilios de limpieza prestados. Una vez llegada mi hermana me bañé y vestí rápidamente para salir del sitio, con ella preguntándome que me había pasado en ese hotel. Yo le contesté que no fue nada más que una noche de

Loca Lujuria**

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Fin.

Muchísimas gracias por leerme, espero que todo este tiempo de parón creativo no haya afectado las pocas dotes que tengo de escritura y les haya gustado este nuevo relato. No duden en dejarme sus comentarios en el apartado de comentarios de la página, o escríbanme al correo skarletpricet@yahoo.es. Un beso a todos.