Lo Que Sucede Tras El Umbral
Él solo quería algo de apoyo, pero mamá no estaba por la labor.
Saludos, lictores y lectores de TR. Este era el relato que titule A Puerta Cerrada. Como había dicho en la reflexión anterior, esto será livertastico. El curro es como una tía difícil de hoy, no sabes como quitártela de encima jejeje. Ya extrañaba decir eso… es momento de continuar la siguiente línea y no seguir divagando.
Podría haber comenzado suave, pero no pasó mucho tiempo antes de que sus besos se convirtieran en algo más. Había comenzado como un pequeño beso rápido, no el primero pero dulce de todos modos, pero antes de que él lo supiera, su camisa se deslizaba por encima de su cabeza, el sujetador de ella pronto se unió en tándem en el piso, sus pequeñas y delicadas manos guiadas por las de ella, ambas ansiosas de que él comenzara a explorar las sensuales curvas de su cuerpo.
Había sido eufórico, la calidez y la suavidad se extendían bajo las yemas de sus dedos mientras la tocaba y apretaba, necesitando sentirla en su mano, su confianza aumentaba a medida que deseaba más y más, pasando a jugar libremente con sus hermosos senos, para su deleite.
Mientras se besaban, su mano presionando firmemente contra su pecho sintió la mano de ella moverse por la parte delantera de sus pantalones, trazando la línea suave de su figura femenina hasta que llegó a su polla.
Él gimió en el beso, ansioso como había sentido sus dedos cerrarse alrededor de su polla, su mano encontrándola dura y dándole unas pequeñas y rápidas caricias.
Entonces ella rompió el beso, sentándose, Alex la miró, un suave rubor en sus rasgos femeninos cuando sus ojos se encontraron, los de ella buscando un momento antes de hablar, su voz sonaba un poco fría.
"Escuchaste eso?" preguntó ella, pero él negó con la cabeza, no había escuchado nada.
Se mordió el labio, preocupado y un poco decepcionado cuando su mano dejó la tensión de sus pantalones y se puso de pie, dando un paso hacia los cajones sobre los cuales había colocado su teléfono.
"Qué es?" Alex preguntó en voz baja, sus ojos mirándola con preocupación mientras ella tomaba su teléfono, lo desbloqueaba y se desplazaba por su contenido.
"Juro que lo escuché zumbar..." dijo, dudando por unos largos momentos, su mirada pasando de la pantalla a él.
"E-es todo...?" comenzó a decir Alex, pero ella lo interrumpió, apresurándose a recoger su sujetador.
"Son mis padres. Me enviaron un mensaje de texto para avisarme que tienen que regresar, no puedes estar aquí cuando regresen," aclaró ella apresuradamente y, sin ninguna razón para dudar del amor de su vida, él asintió con los ojos muy abiertos mientras se ponía de pie.
Aún vestido, no le llevó prácticamente nada de tiempo prepararse, poniéndose el abrigo sobre sus estrechos hombros y los zapatos en sus pies.
Ella parecía ansiosa por sacarlo de la casa lo antes posible y él no se resistió, encontrándose arrancado del calor de su abrazo casi desnudo al frío vigorizante del aire nocturno en menos de cinco minutos. Lo habían sacado con tanta prisa que cuando se volvió hacia la puerta para despedirse de ella con un beso, sólo se encontró con el movimiento de la pesada puerta que se acercaba y se cerraba con aire de firmeza.
Suspiró y, con la cabeza gacha para protegerse del frío penetrante del aire nocturno, se dirigió a casa caminando por las calles familiares iluminadas sólo por alguna que otra luz de la calle.
Cuando regresó a casa, sintiéndose más que un poco abatido, se había despojado de su abrigo y zapatos, dejando ambos junto a la puerta antes de pasar a la sala de estar, dándole a la habitación y a la cocina adjunta una mirada parca, esperando encontrar a su madre en el sofá.
Una noche solo en casa no era exactamente lo que había estado esperando y estaba muy lejos de donde había estado hace poco tiempo, en el suave y tentador abrazo de su amada novia, a punto de, esperaba, si no perder su virginidad, al menos obtener algo más que un simple beso. Sin embargo, desesperado por hablar con ella, sacó su teléfono inteligente del bolsillo e introdujo el pequeño patrón que usaba para desbloquearlo antes de buscar mensajes.
Alex sonrió un poco, sus labios formaron un arco amplio dibujando una hermosa y pequeña sonrisa cuando ya vio una notificación de ella, y sin saber el giro inesperado, abrió y leyó el mensaje.
“Alex, eres realmente muy dulce y estoy seguro de que conocerás a alguien perfecto para ti en algún momento, pero en realidad la tienes demasiado pequeña para mí. Sabía que eras súper lindo, pero una relación debe ser más que eso, necesito una conexión física y no creo que pueda tener eso contigo. Adiós Alex.”
No había respondido, no había necesitado hacerlo. El pequeño ícono 'visto' que le mostraría el mensaje sería toda la respuesta que ella necesitaría de él para saber que sabía que había terminado.
Se había sentado aturdido durante minutos, el teléfono se atenuó y luego se bloqueó en su mano, completamente sorprendido por lo que había leído. Quería desbloquear su teléfono, volver a leerlo para asegurarse de que no lo había entendido mal, pero sus dedos no se movían.
El teléfono cayó al suelo con estrépito y Alex recogió un cojín, llevándose las rodillas hasta el pecho y colocando el mullido cojín de tela entre la cara y las rodillas, con el pecho subiendo y bajando erráticamente mientras, sin otra forma de reaccionar, empezó a sollozar.
Jenna había estado arriba disfrutando de la paz y la tranquilidad de una casa sin su amado hijo con un lujoso baño caliente, velas perfumadas y más una copa de vino blanco cuando, para su sorpresa, escuchó la puerta.
Sin nadie más en la imagen para ella, solo podría haber sido Alex regresando y, un poco molesta, dejó escapar un pequeño suspiro. A pesar de adorar a su hijo infinitamente, había estado esperando un pequeño descanso de tener que controlarse a sí misma alrededor de él.
Ella había continuado relajándose en el baño, asegurándose a sí misma que no la necesitaría al menos hasta que el agua corriera tibia y se contentara con disfrutar de ese pedacito de paz, pero el inconfundible sonido de su llanto la alcanzó, incluso a través de la puerta del baño y la almohada que ella sabía que sin duda estaba agarrando.
Mordiéndose el labio y con un pequeño gruñido de esfuerzo se levantó de la bañera, con los brazos cansados y pesados por lo que había sido el calor penetrante de las perfumadas aguas, cuyo consuelo ahora dejaba atrás para ser recibida por el aire humeante del baño, agradable, pero no tan agradable como había sido su baño.
Dando un paso con cuidado para no resbalar, se movió para encender la luz del baño, la repentina luz iridiscente impregnando cada rincón y grieta de la habitación sirviendo para barrer los últimos vestigios de la cálida atmósfera relajante que había creado con la luz tenue de las velas.
Captó un contorno general de su figura en el espejo empañado, incapaz de distinguir ningún detalle mientras tomaba una toalla blanca y gruesa, acariciando su piel clara de una manera apresurada, sin ser tan minuciosa como solía ser, queriendo en lugar de eso averiguar qué había molestado a su hijo, aunque tenía una idea bastante buena.
Después de secarse, miró hacia abajo a su cuerpo, girando sus anchas caderas de manera para ver si había gotas de agua relucientes que pudiera haber pasado por alto en sus impresionantes curvas y su polla, pero al no ver ninguna, dejó la toalla, se puso una cómoda bata que se puso sobre los hombros, sintiendo la tela envolverla como un merecido abrazo.
Sus pechos, grandes y turgentes, se sentían incómodos sin el soporte de un sujetador, pero no queriendo pasar por la molestia de encontrar uno y ponérselo, optó por atarse el cordón de la bata un poco más arriba debajo de su busto, empujándolo hacia arriba, presentando unos centímetros de escote. No es que ella estuviera tratando de lucir atractiva, pero con un busto tan impresionante como el de ella, hay pocas cosas que pudiese usar sin mostrar sus dones solo un poquito.
Apagó las velas y terminó su vino y salió del baño, optando por limpiar el desorden más tarde. Se trasladó a las escaleras y con una mano en la barandilla se deslizó silenciosamente escaleras abajo, la alfombra silenciando su acercamiento.
"Alex, cariño?" preguntó a la ligera, escaneando la habitación mientras entraba con sus ojos color avellana, su mirada se posó rápidamente en la pequeña figura acurrucada de su hijo, envuelto en sus propios brazos en el sofá, su teléfono a su lado en el sofá, ignorado.
Ella vaciló, apoyándose en la puerta brevemente e inclinando la cabeza, pero él no respondió a su llegada, ni siquiera reconoció que estaba allí, si es que se había dado cuenta.
Jenna observó la escena y reunió las pistas simples. Se suponía que iba a pasar la noche con su novia, su primera noche juntos y, dado lo nervioso que parecía antes de salir, probablemente la primera vez que iban a pasar muchas cosas. Pero dada su disposición actual...
"Oh cariño..." dijo en voz baja mientras se acercaba, sentándose suavemente en el sofá a su lado y deslizando un brazo alrededor de su delgada cintura.
Le costó un poco persuadirle, pero fue capaz ponerle fin a su posición acurrucada de estar alrededor de su cojín para abrazarla en su lugar, con el brazo sobre su vientre y la cabeza apoyada en la calidez de sus senos.
Ella lo abrazó suavemente, consolándolo con suaves palmadas mientras acariciaba suavemente su largo cabello sedoso, esperando a que se calmara un poco antes de hacer la pregunta que ambos sabían que iba a llegar.
Le tomó un poco de tiempo, pero sus sollozos y temblores se desvanecieron lentamente, solo respirando, entrecortadamente mientras inclinaba la cabeza sobre ella, mirando fijamente a la nada. Bajó la mirada hacia él, con el rostro preocupado, se agachó, un dedo delicado secó una de sus lágrimas, su toque atrajo su atención, sus ojos parecidos a los de una cierva buscando encontrarse con los de ella.
"Qué pasó, amor?" preguntó ella, la pregunta inevitablemente hizo que su labio temblara, su mirada rápidamente se apartó de la de ella una vez más, su mano agarrando la suave tela de su bata.
Abrió la boca para hablar, pero después de un momento la cerró de nuevo, tragando. "E-ella... ella..." gimió suavemente y ella le dio un apretón suave y tranquilizador, "ella rompió conmigo..." finalmente logró decir, aunque su tono extrañamente, parecía un poco a la defensiva.
"Oh, cariño... lo siento," dijo, abrazándolo un poco más fuerte, "sé lo mucho que duele". Lo cual era cierto, ella había tenido su propia parte de rupturas malas en su juventud, antes de Alex. "Pasó algo?"
Él tragó un poco y miró hacia otro lado y ella lo conocía lo suficientemente bien como para leer el torrente de vergüenza en sus rasgos.
"Mmm?" dijo suavemente, empujando un poco su curiosidad.
Él la miró por un momento, observando la suave sonrisa en sus labios carnosos, notando cuán oscuro era su cabello normalmente vibrante de color naranja natural, probablemente todavía húmedo por su baño. Después de un momento suspiró un poco, cediendo, aunque su voz permaneció suave, un poco distante.
"Ella... bueno..." se mordió el labio. "Está bien, así que estábamos... ya sabes... sólo..."
"Perdieron el tiempo?" completó Jenna amablemente y él se sonrojó antes de asentir, casi imperceptiblemente.
"S-sí, pero, yo... ella me dijo que me fuera y lo hice. Entonces ella simplemente... me envió un mensaje de texto y... y ella... eso..."
Su cadena de palabras se apagó y no mostró signos de retomar donde lo dejó. Después de un momento ella se inclinó y recogió su móvil olvidado, presionándolo en sus manos.
"Por qué no me lo muestras?" preguntó ella gentilmente.
Con incertidumbre, dio la vuelta al móvil en sus manos un par de veces hasta que, por fin, cedió, marcó el patrón que desbloqueaba su teléfono y se lo entregó a ella.
Ella lo sostuvo suavemente en su mano, lejos de su rostro para poder echar un vistazo sin tener que revelarle de nuevo lo que había sido el mensaje de texto. Ella conocía en donde buscar y pronto estuvo dentro del mensajero que sabía que él usaba y encontró la conversación más reciente. La abrió y leyó el mensaje, sintiendo que él se acurrucaba un poco más contra ella mientras lo hacía.
"Oh cariño..." dijo en voz baja, su voz consoladora mientras dejaba escapar un pequeño suspiro de falsa decepción dirigido a su ahora ex.
Después de releerlo y, escondiendo una sonrisa, bloqueó el teléfono y lo dejó una vez más, acercándolo un poco más a ella.
“Qué se supone que debo hacer ahora…?” dijo en voz baja, sin formularlo como una pregunta, sino más bien como una declaración de cuán verdaderamente perdida se sentía en el momento.
Hizo una pausa por un momento, imaginando la conversación que probablemente esperaba que se desarrollara, asegurándole que encontraría a alguien, que ella había sido superficial, que él era hermoso, amable y divertido y que cualquier chica tendría suerte de tenerlo. Pero por dentro sabía que eso no era cierto.
"Ríndete..." dijo ella suavemente y él la miró bruscamente, sus cejas se fruncieron un poco y la miró confundido.
"Q-qué?"
Ella se encogió un poco de hombros. "Dije que deberías rendirte".
"En qué, ella?" preguntó con incertidumbre.
Ella asintió un poco, pero continuó, "y más o menos sobre las chicas en general, de alguna manera... quiero decir... oh, Alex, sabía que tendría que tener esta conversación contigo eventualmente pero, realmente no hay mucho más que decir sobre esto."
Se movió para sentarse un poco, lo que ella le permitió, pero mantuvo su brazo ceñido alrededor de su cintura, notando cómo mientras él se sentaba, ella permanecía mirándolo, su cuerpo tan delgado como para ser más bajo que ella.
"Qué... qué charla?" preguntó, preocupación en su voz.
"Quiero decir... lo siento, pero toda mujer natural va a tener la misma reacción que ella... todas". Hizo una pausa, dejando que sus palabras penetraran, sabiendo que a veces decir la verdad era como quitarse una venda. "Nunca vas a ser capaz de satisfacerlas, debes saber eso."
Parecía que lo habían abofeteado y ella realmente no podía culparlo, pero mantuvo la voz firme, su comportamiento gentil. Vio como sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más, el chico sintió una segunda daga en su espalda, esta de una fuente aún menos probable.
"Por qué... por qué estás diciendo esto?" Dijo, con la voz temblorosa, a punto de llorar de nuevo y, según dedujo ella por su lenguaje corporal, muy cerca de dejarla y salir corriendo escaleras arriba.
Ella pensó por un momento… porque tenía que saberlo en algún momento? Porque en este estado, roto y vulnerable, sintió una oportunidad? Ella había estado buscando relajarse y descansar con un baño caliente, pero había visto a su hijo crecer y convertirse en un joven apuesto y deseable y tal vez finalmente era hora de enseñarle eso?
"Porque te amo," sonrió Jenna dulcemente y lo apretó, "y quiero que seas feliz". No es falso, pensó ella.
"Al decir que he fracasado como hombre?" preguntó, su acusación salió con una voz suave y temblorosa.
Hizo una pausa por un segundo, estirando la mano para acariciar un mechón de su cabello naranja casi seco en su lugar, sus rizos naturales se volvieron más evidentes a medida que el peso del agua se desvanecía.
"Alex... pensar eso no es realmente justo".
Tragó un poco y pareció un poco apaciguado por eso, lo que indicó a Jenna que no había entendido exactamente lo que ella había querido decir.
“Quiero decir, nunca tuviste realmente la oportunidad, siempre esperé por tu bien que la pubertad fuera generosa contigo, y fue, solo… no has tenido demasiada suerte con las chicas."
Alex no refutó nada, pero se derrumbaba por momentos. "Oh, dime entonces como debía ser?"
“Cariño, eres tan hermoso! No solo por tu físico sino por quien eres. No sé cómo no ves eso. Sigues comparándote con lo que crees que debería ser un hombre, pero alguna vez te has detenido a verte por quién eres? Eres hermoso, cariño, quiero decir que hubiera matado por tener una piel tan perfecta como la tuya a tu edad, tan suave, con un cuerpo adorable… y pasas la mitad del día haciendo sentadillas…” Jenna se rió un poco, pero él no se rió, simplemente se veía abatido.
“Y qué, ninguna mujer me querrá jamás, tú misma lo habéis dicho! Solo soy un…"
"Oye," le interrumpió su madre, dándole un golpecito en el brazo. "Yo nunca dije eso".
"Tu dijiste que…"
"Dije que nunca podrás complacer a cualquier mujer natural," aclaró.
"Está bien, nunca voy a satisfacer a ninguna mujer, es lo mismo que no me quieran, no?" dijo Alex sonando más que un poco exasperado.
Ella negó con la cabeza. "Alex, no estás escuchando, dije cualquier mujer natural , normal," dijo, enfatizando las palabras.
"Qué quieres decir?" dijo, con las manos cruzadas sobre su regazo.
Ella frunció los labios un poco. "Bueno cariño, sabes sobre mamá y… ya sabes, mi polla?"
"Sí?"
Jenna arqueó las cejas una y otra vez, como lo haría cualquier tio buscando impresionar o atraer la atención y después de un momento, Alex abrió sus ojos exageradamente.
"T-tu… realmente no piensas..." titubeó.
Ella sonrió suavemente e inclinó la cabeza. “Nunca tendrás éxito con cualquiera de esas zorra que pululan por ahí, cariño, pero, como un lindo niño de mami? Cariño, si quisieras, podrías tener mujeres como yo adulando por ti".
Él miró hacia abajo y ella sonrió un poco, insistiendo en el punto: "Imagina que, entrando en una habitación, seas el centro de atención, todos los ojos están puestos en ti, deseándote, todas absolutamente desesperadas por bajarte los pantalones, besarte, sentirte… y llevarte a la cama para follarte..."
Él se sonrojó intensamente con las palabras de su madre, mirándola con incredulidad. "M-mamá!"
Ella se rió y lo miró con una sonrisa maliciosa. “Qué? Puede que sea tu madre, pero todavía tengo sangre caliente, en mi juventud, si un chico como tú hubiese aparecido en mi vida, te habría quitado la ropa y empujado contra la pared más cercana en un santiamén".
Las mejillas de Alex enrojecieron un poco más y ella no pudo evitar admitir que estaba disfrutando la reacción, así que continuó. "No es que no haya pensado en hacerte eso de todos modos, por supuesto".
"N-no seas asqueroso, soy tu hijo..." gimió adorablemente, antes de apartar la mirada avergonzado.
“Estoy siendo honesta, cariño… sabes cuántas veces me he masturbado pensando en ti? Mmm... casi todas las noches…"
Mordiéndose el labio, Alex hizo ademán para ponerse de pie, para irse, demasiado consternado para siquiera mirarla, pero cuando se levantó sintió su mano en su muñeca, apretada como el tornillo de la banca de un parque, tirando de él hacia el sofá con un gemido ahogado. "Déjame ir..."
“Alex, cariño, es por tu propio bien. Ninguna de ellas te va a querer tanto como yo, nunca serás feliz hasta que aceptes la realidad…” presionó ella, sosteniéndolo de la muñeca.
"Soy un hombre!" él protestó, tratando de liberar su delgada muñeca de su agarre y fallando por completo, Jenna no tuvo que hacer ningún tipo de esfuerzo para mantenerlo en su lugar.
"En realidad lo eres? Entonces muéstrame."
"N-no!"
Ella sonrió ante sus adorables y patéticos intentos de liberarse de ella. "Cálmate cariño, mira, qué tal si hacemos un trato?"
Tiró contra ella por unos momentos más antes de hacer un puchero, notando su única ceja levantada y su expresión paciente. Tragó con ansiedad. "Q-qué tipo de trato?"
Ella sonrió. "Hacemos una comparación de tamaño y…"
"No es justo! Sé que eres más grande que..."
Ella lo hizo callar, frunciendo el ceño un poco severamente. "Déjame terminar..." añadió e hizo una pausa, mirándolo por un momento pero él permaneció callado esta vez. "Buen chico, ahora, hacemos una comparación de tamaño y, así podré estar segura de ello, que realmente eres un hombre ahí..."
Abrió la boca para objetar, luego vaciló, tenía siete centímetros y medio cuando estaba duro, eso significaría perder, pero realmente no podía deducir que era lo que buscaba su madre con todo aquello. Mientras seguía perdido en sus pensamientos, ella aguardaba pacientemente.
“Y si te equivocas? Si realmente no… si puedo complacer a una mujer?" preguntó tentativamente.
“Bueno, si ese es el caso, tengo una amiga… una morena, en sus treinta y tantos pero es increíblemente hermosa, me debe algunos favores. Si es como dices, haré que te haga una visita, eh? Hará de ti un verdadero hombre ".
Alex se mordió el labio, mirando hacia abajo por un momento. "Cómo... cómo se llama?"
"Jane," apellido Potts, pensó Jenna.
Él la miró, mordiéndose el labio, tratando de imaginarse a esta Jane en su mente, luego finalmente, asintió lentamente, "E-está bien..."
Ella sonrió. "Buena elección..." ronroneó en voz baja, como si él hubiera tenido algún tipo de elección en el asunto. "Quieres sacarla, o lo puedo hacer yo?"
"Yo... no quiero..." murmuró en voz baja, con los muslos apretados juntos mientras ella miraba, admirando su ternura reservada.
"No me importa lo que quieras, Alex, amor... o me lo muestras, o subimos a mi habitación y yo..."
"Bien, bien!" dijo apresuradamente y ella sonrió, claramente estaba tomando sus amenazas legítimamente ahora que habían llegado tan lejos.
Ella esperó pacientemente, disfrutando del conflicto que jugaba en su rostro con cada pequeño movimiento, sus mejillas brillaban cuando, por segunda vez esa noche, comenzaba a bajarse los pantalones, que cayeron hasta sus tobillos.
Ella se rió suavemente cuando él se expuso, levantando la mano para cubrir su boca, aunque la línea de risa se podía notar alrededor de sus ojos. "Oh, cariño!"
Ambos sabían que ella ganaría, pero, para vergüenza de Alex y alegría de Jenna, no esperaban encontrar su polla, de siete centímetros y medio de largo, tan dura como una piedra como la presentaba.
"Me alegra ver que estás cediendo tu lugar tan fácilmente..." ella sonrió, extendiendo una mano para acariciar su cabello con las yemas de los dedos.
"E-eso no es así..." dijo Alex a la defensiva, la humillación era evidente en su rostro.
“No importa cómo sea,” sonrió, “sabes que tengo razón, no tienes lo que todo hombre y mujer quiere. Pero mamá siempre va estar ahí para ti, lista para amarte sin importar que tan grande o pequeña la tengas".
Apenas tenía argumentos para objetar lo que su madre decía. Jamás había mirado a su mamá de la manera en la que ella le miraba a él.
“Quieres ver la polla de mamá?” preguntó ella con dulzura.
Alex vaciló, luego asintió con la cabeza, sus mejillas sonrojadas, tan tímido para revelarse a ella de una manera tan descarada, reservas que Jenna no tenía. Sonriendo con suficiencia, se echó en el sofá hundiendo su espalda, apartando su bata de baño a un lado, revelando sus pálidos y suaves muslos y, mientras la tela tiraba más hacia atrás, apareció la pálida y suave longitud de su polla.
Ella no miró hacia abajo mientras se revelaba a él, de hecho, mantuvo sus ojos fijos en él, observando su expresión, el ensanchamiento de sus ojos, la separación de sus labios con sorpresa, la forma en que el color desapareció de sus mejillas, su palidez volviéndose más como la de su propia piel clara.
Jenna agarró la base de su polla, apuntándola hacia arriba aunque se inclinó hacia un lado. Su longitud y circunferencia eran impresionantes y podía decir por la expresión de asombro en Alex y el leve rubor en sus mejillas que aunque había estado esperando algo, no había estado esperando todo eso.
"Sé que he ganado y tú también?" Ella sonrió, incapaz de ocultar la presunción de su voz mientras sostenía su polla de nueve pulgadas. "Quieres acariciarla?"
Ella sonrió y extendió la mano para hacer que se sentase a su lado de nuevo, acariciando la parte posterior de su cabeza afectuosamente, aunque él hizo una leve mueca.
"Yo…"
"Mamá te quiere mucho, no hay nada malo en eso. Solo nos tenemos el uno al otro," añadió Jenna.
Él miró hacia otro lado, con las mejillas enrojecidas, mientras pensaba. "Bien..." finalmente dijo.
"Buen chico," susurró, "extiende tu mano, no necesitas mirar si no quieres..." a ella realmente no le importaba si él miraba, solo quería sentirlo.
Después de otro momento de vacilación, estiró su mano hacia ella, la cual ella tomó con avidez, guiándolo hacia su polla. Sus mejillas se volvieron a ruborizar cuando ella envolvió su mano alrededor de su miembro, dejándolo sentir el tamaño y la suavidad entre sus dedos y ella envolvió su mano alrededor de la suya, asegurándose de que él no pudiera apartarla si quería.
“Ahh, ahí vamos…” ronroneó suavemente mientras comenzaba a mover su mano hacia arriba y hacia abajo, masturbándose con su delicada mano pequeña, “eso se siente tan bien… te gusta eso? Te gusta acariciar la polla de mami?" suspiró Jenna con picardía.
Él no respondió, pero sus mejillas se ruborizaron mientras ella continuaba, su mano caliente alrededor de su polla, apretó su mano, obligándolo a agarrar su longitud cada vez más fuerte. Se mordió el labio, levantando una mano para meter algunos mechones sueltos de cabello detrás de una oreja, sus caderas se movían lentamente al ritmo de su mano mientras se endurecía.
Alex tragó, sintiendo el calor que emanaba de su cara y la creciente dureza de la polla bajo sus dedos. Sintió la extraña firmeza de su longitud y supo que estaba completamente dura. Sin embargo, no se detuvo, obviamente ansioso por continuar mientras ella le dejara.
"Te gustaría aprender a complacer a mamá?" ella bromeó y él miró, dejando de pajear su nabo.
"Cómo…?" fue todo lo que dijo.
“En realidad, es muy fácil. Solo tienes que no tener miedo de esto," Jenna comentó y miró hacia su propia polla, dándole algunas caricias.
Alex tragó nervioso, sus ojos parpadearon hacia abajo para mirar la dura y gran polla de su madre. "Yo-yo no le tengo miedo..."
“Oooh. Entonces chúpala un poco…" dijo ella, su voz sensual. Abrió la boca para hablar, pero ella lo cortó, "No, no, nada de murmurar".
Sus dedos, que hasta ahora habían estado acariciando su cabello, se tensaron levemente, ejerciendo una presión para empujarlo hacia abajo, una acción a la que él se resistió, pero no lo suficiente como para detenerla.
“Ya está, sigue, no te va a morder, y es mejor que tú tampoco…” musitó Jenna con un tono de advertencia en su voz, aunque no pensó que sería un problema.
Alex gimió un poco, sus manos se movieron para descansar sobre sus muslos para sostenerse mientras ella lo empujaba hacia abajo, la gruesa longitud venosa de su duro monstruo acercándose a sus labios. "No puedo..."
Ella se mordió el labio, tan cerca ahora que podía sentir el calor de su aliento contra su glande. “Qué tal un beso entonces? Puedes hacer eso, cariño?
Se mordió el labio por un momento, sintiendo la presión de su mano en la parte de atrás de su cabeza instándolo a seguir. "S-sólo un beso?" preguntó, con la voz un poco temblorosa.
"Sólo un beso," prometió su mamá.
Cerrando los ojos, se inclinó y agarró la polla de su madre por la mitad, guiando la punta de su polla hacia sus labios que se acercaban.
Sintió algo caliente, sedoso y esponjoso presionando contra sus labios, los cuales frunció en un beso, pero al hacerlo sintió que sus caderas se movían, el agarre de su mamá apretó y sintió que su cabeza era forzada hacia abajo. Él gimió de sorpresa cuando la punta se abrió paso entre sus labios, su mandíbula se relajó para no morderla accidentalmente mientras ella deslizaba su polla en su nuevo hogar, en su boca.
"Ahhh joder Alex, así, oh, eso se siente tan jodidamente bien..." comentó Jenna, el placer obvio en su rica voz cuando él se encontró, en lugar de un simple y rápido beso, con un bocado de su larga y pálida polla.
Jenna inclinó la cabeza hacia atrás con felicidad y sostuvo su cabeza firmemente en su lugar con las dos manos, confiando en la sumisión de su hijo mientras ella comenzaba a mover su cabeza hacia arriba y hacia abajo, usando sus bonitos labios rosados y su boca caliente y húmeda como si fuera un chocho.
"Chúpala, o tendré que usar tu garganta en su lugar..." le instó, sintiendo sus labios, rodando arriba y abajo de su longitud firmemente, una repentina presión hormigueante cosquilleando la sensible punta de su polla cuando él comenzó chupar.
“Aaaah... sí, lo ves? No es tan malo, aaah, oh mierda… desearía haber sabido antes que eras un buen chupapollas, vamos, más rápido..."
Él obedeció y ella gimió, sus músculos tensos se relajaron para dejarla hacer lo que quería.
Aunque podía sentir un par de lágrimas en sus mejillas, no era por lo que ella lo estaba obligando a hacer, chupar su carnosa polla, sino porque sabía que no había vuelta atrás, ningún respiro de última hora por su masculinidad. Ella podría haberlo estado forzando, pero solo había requerido la más mínima cantidad de esfuerzo, su resistencia había sido simbólica en el mejor de los casos, como si casi lo hubiera querido, o al menos como si hubiera reconocido que era inevitable.
Mientras él se relajaba, ella movió una mano de su cabeza para deslizarla dentro de su bata de baño, apretando uno de sus senos suaves y pesados. Pellizcando el pezón endurecido entre el pulgar y el índice para extraer tanto placer como fuese posible de su cuerpo.
"Juega con mis bolas cariño..."
Él apenas vaciló, una mano moviéndose hacia abajo entre sus muslos, moviéndose debajo de los pesados orbes en su suave saco para levantarlos y acariciarlos, dándoles suaves apretones y haciéndolos rodar entre sus dedos.
"Buen chico..." le felicitó y él sintió una pequeña chispa de placer dentro de él, su polla se contrajo, una sola línea de pre goteando de su polla, no que Jenna se diera cuenta o le importara mucho.
Ella yacía allí, guiando su cabeza mientras él masajeaba sus bolas, Jenna estaba sintiendo un placer que no había sentido en años surgir a través de ella, la emoción de una victoria especial. Había tenido sexo a lo largo de los años, claro, pero cada vez que su hijo mostraba interés en alguna chica, Jenna se involucraba, alejando a las chicas de su precioso hijo, al menos hasta que llegase la indicada. Jenna había reconocido a su ahora ex como la perra superficial que era y sabía que si dejaba que su relación floreciera, descubriese el tamaño de su polla y posteriormente, deshacerse de él sería inevitable. Todo había salido exactamente como lo había planeado, su hijo en sus brazos (o chupando su polla en ese momento), listo para ella.
"Mmm..." gimió en voz baja, moviendo sus caderas al ritmo de los movimientos de arriba y abajo de su cabeza. "Usa tu lengua más, vamos, si quieres mi semen vas a tener que trabajar para conseguirlo..."
Él gimió, la única protesta que parecía ser capaz de hacer, pero en poco tiempo la estaba obedeciendo, su lengua presionando con más fuerza y girando ocasionalmente alrededor de su polla. Él era un principiante, pensó Jenna, no era la mejor mamada que había recibido por mucho, carecía de convicción, habilidad o habilidad para hacer garganta profunda, pero aún así su placer rabiaba, nada de eso importaba, él era su hijo y finalmente, finalmente lo tenía solo para ella… aún si no era correcto o la norma general.
Se mordió el labio, pellizcando y tirando de sus pezones con tanta fuerza que le dolía tanto, sus pezones se estiraron, atrapados entre sus uñas hasta que rebotaron con fuerza palpitante.
"Eso es, bebé, vas a hacer que me corra pronto, quieres eso, sé que quieres, quieres tragar el semen de mamá..." jadeó Jenna en voz baja, sus labios se separaron ligeramente mientras observaba la parte de atrás de su cabeza moverse arriba y abajo por toda la extensión de su cipote.
Lo estaba haciendo, lo odiaba, pero quería que ella se corriera. En la conflictiva vorágine de su mente, Alex trató de razonar que era porque cuanto antes llegaba ella, más pronto terminaba, pero incluso para él mismo eso se sentía como una débil excusa.
Su ritmo se aceleró y se volvió más errático, los movimientos de su cabeza y sus caderas caían fuera de sincronía mientras se acercaban, ocasionalmente presionando demasiado profundo y atrayendo breves arcadas, no es que ella desacelerara cuando lo hizo.
Saliva rodó por su polla hasta sus hinchados huevos, Alex la usó para masajear sus bolas con mayor fuerza y supo que estaba cerca de correrse por sus gemidos más agudos y fuera de control.
Sintió sus bolas tensarse en su mano, pero tan distraído por las sensaciones que impregnaban su boca que no entendió lo que significaba hasta que la primera ráfaga de semen golpeó la parte posterior de su garganta, ella lo abrazó con fuerza con la mano, manteniéndolo abajo mientras ella follaba su boca, jadeando y gimiendo en voz alta, repitiendo la misma instrucción una y otra vez.
"Trágala! Traga toda la leche de mami!"
Hizo lo mejor que pudo, sus labios se aferraron alrededor de su polla cuando su semen se acumuló en su boca, siendo un poco difícil tragarlo todo ya que ella seguía soltando más y más chorros, aunque podía saborearlo perfectamente.
Jenna sintió que una línea de semen espeso se deslizaba por su polla y apretó su cabello dolorosamente fuerte. "Dije todo!" habló más fuerte, aunque su ritmo de cadera desaceleró, lo que le permitió a Alex tragar con más facilidad, su delgada garganta iba procesando todo mientras vaciaba su boca de su contenido, directamente a su estómago.
Ella jadeó fuerte y largamente, se hundió profundamente en el sofá, su mano cayó de su cabeza. Alex se sentó lentamente, sus labios permanecieron apretados para que el semen de su madre no goteara de sus labios y, una vez que se sentó, inclinó la cabeza hacia atrás, encontrando que era mucho más fácil de tragar.
"Mmm... te perdiste un poco..." dijo en referencia a la pequeña cantidad que no pudo tragar, su voz crítica.
"Lo-lo siento..." se disculpó Alex con la voz ronca y ella sonrió un poco.
“Tendré que castigarte…” dijo ella, con voz sensual y él la miró, su rostro enrojecido, sus mejillas húmedas y sus labios hinchados. “Vete a la cama. Te alcanzo en unos minutos..."
Alex miró a su madre, temeroso de preguntar cuál sería su castigo, pero claramente no estaba ansioso por quedarse y enojarla más. De pie y subiéndose los pantalones, salió rápidamente de la habitación y se dirigió a las escaleras.
“Ah, y no olvides cepillarte los dientes primero! Ayudará con el sabor," le recordó en voz alta, sonriendo para sí misma.
Se sonrojó furiosamente mientras subía las escaleras, pero hizo lo que ella sugirió. Miró alrededor del baño mientras se cepillaba los dientes, notando la botella de vino vacía, la ropa en el suelo y las velas perfumadas, pero no se detuvo a limpiar.
Unos minutos más tarde, después de cepillarse los dientes y lavarse la cara, estaba en su habitación, desnudándose para irse a la cama cuando escuchó que la puerta se abría y se le heló la sangre.
Se volvió hacia ella, pero con alivio, descubrió que estaba de pie con su bata de baño puesta, aunque la sonrisa en su hermoso rostro era desconcertante.
Ella quería dar un paso más y consumarlo todo, por supuesto, pero no era tan joven como solía ser y necesitaría al menos un poco de tiempo para recuperarse. Además, estaba segura que a su hijo no le haría gracia la idea, después de todo lo sucedido era mejor darle algo de respiro…
"Ten," dijo sonriendo burlonamente, arrojándole algo que él luchó por atrapar, torpemente pero sosteniéndolo al final.
Miró el objeto, un grueso plug anal negro con algo extraño en la parte inferior, aunque no estaba seguro de qué. Él la miró, inseguro, pero ella le arrojó algo más, una bote azul.
"Lubricante," explicó: “Vas a dormir con eso dentro de ti. Si no lo haces, lo sabré y entonces estarás en un verdadero problema..." indicó Jenna, su “castigo”. Se detuvo por un momento, considerando quedarse un rato y verle luchar por meterse el plug, pero quería sentir la comodidad de su propia cama. "Oh y deja la puerta de tu habitación abierta…” añadió con un guiño, ella se giró y salió de la habitación, dejándolo solo con su nuevo juguete.
Jenna regresó a su habitación, apagó las luces y se quitó la bata que aterrizó en el suelo antes de meterse en la cama y suspirar suavemente. Le tomó un poco de tiempo, como pensó que podría, pero al poco tiempo escuchó los suaves gemidos y jadeos de su hijo, tratando de introducir el plug, sin duda increíblemente bien lubricado en su agujero virgen.
Realmente había sido lo más amable para él, permitirle ir a su propio ritmo mientras dilataba su trasero durante la noche, asegurándose de que estuviera bien preparado para lo que tenía preparado en la mañana.
Le tomó unos veinte minutos, calculó, hasta que, después de un chillido muy característico, se quedó en silencio. Esperó unos minutos más acostada en su cama, escuchando cualquier otro ruido revelador hasta que estuvo segura de que él se había dormido. Ella sonrió juguetonamente y se acercó a su mesita de noche, recogiendo un pequeño objeto de plástico. Después de un momento de vacilación, accionó el interruptor.
Escuchó un gemido agudo de sorpresa desde el otro lado del pasillo seguido de una serie de quejidos y gemidos, le había pillado dormido cuando el plug anal comenzó a vibrar.
Sonriendo, bajó el interruptor y se inclinó hacia abajo, quedándose dormida con los sonidos de su hijo gimiendo y lloriqueando como una perra en celo. Se preguntó si se correría, si se tocaría a sí mismo, pero no le importaba.
Para Alex fueron las mejores y peores dos horas de su vida, hasta que, afortunadamente, se le acabó la batería. Las vibraciones habían derribado barreras y lo habían obligado a correrse tres veces, su pequeña polla estremeciéndose en sus manos, limpiándose con algunas prendas desechadas. Al final, para su humillación, se sintió decepcionado cuando se le acabó la batería y finalmente se le permitió quedarse dormido.
Había dormido boca abajo, descubriendo que era la forma más cómoda de dormir y despertado a la extraña sensación de un tirón agudo y luego un vacío repentino dentro de él, lloriqueó suavemente, poniendo sus brazos debajo de sí mismo para empujarse e incorporarse. Se levantó, sus ojos parpadearon y se abrieron para ver la tenue luz de la mañana que se filtraba a través de las cortinas, pero antes de levantarse, había sentido una suavidad en la espalda.
"Shh..." su madre susurró mientras colocaba su peso sobre él, sus pesados pechos descansando y luego presionando contra su espalda.
"Ma-mamá?" balbuceó suavemente. "Q-qué estás haciendo?"
Ella soltó una pequeña risa suave, besándolo en la parte posterior de la cabeza antes de susurrar. "Quería darte los buenos días, cariño..."
Él había abierto la boca para jadear, pero ella le había hundido la cara en la almohada mientras se deslizaba hacia adelante. Ella había lubricado su polla erecta antes de entrar en su habitación y su culo, estirado y lubricado por el plug anal, no podría haber estado más listo para ella si lo hubiera intentado.
Él se retorció, las manos agarrando las sábanas y los pies pateando sin poder hacer nada mientras ella hundía cada centímetro de su virilidad en su culo virgen en un solo movimiento lento y largo, sus enormes bolas rellenas presionando y eclipsando las suyas más pequeñas.
"Aahh..." gimió ella en voz baja, inmovilizándolo con su cuerpo, sus caderas trabajando en círculos lentos mientras se acostumbraba a tener el esfínter apretado de su hijo apretando la base de su polla, cada centímetro siendo abrazado por su nuevo agujero. "Esto es para lo que estas hecho, cariño, todas las mañanas y todas las noches serás el nuevo juguete de mamá, no te preocupes bebé, te encantará y te odiarás a ti mismo por amarlo... pero eso cambiará..." susurró, mordiéndole el lóbulo de la oreja suavemente, "verás lo bien que estoy y antes de que te des cuenta estarás rogando por conocer a mis amigas..."
Con eso, sin duda, el breve período de aclimatación había terminado, estaba impaciente y desesperada por revivir ese primer empujón en él. Mordiéndose el labio, cerró los ojos y comenzó a follar con él.
Su trasero estaba apretado pero complaciente, capaz de soportar la enorme tranca que ella clavaba en sus entrañas, sus gemidos salían rápidos con su respiración, sus nalgas suaves rebotaban cada vez que ella se estrellaba contra él.
Cada embestida hundía su dura y pequeña polla en las sábanas, la fricción lo complacía, lo ponía más duro incluso cuando se odiaba a sí mismo por ello, como ella había dicho. Ella no era gentil, no estaba haciendo el amor, solo se estaba aliviando con su cuerpo, masturbándose con su juguete más nuevo. Sus cuerpos se habían vuelto resbaladizos, sus pechos se deslizaban sobre su espalda, sus bolas pesadas golpeaban su cuerpo una y otra vez.
La sensación de su enorme polla entrando y saliendo de su esbelto cuerpo, chocando con su punto G una y otra vez, para su placer prohibido que empezaba a aflorar por su madre, ella le había hecho correrse dos veces en el tiempo que le tomó a ella acercarse al clímax deseado, cada vez que su culo se contraía y ordeñaba su polla, Jenna se terminó viniendo con grandes y ahogados gemidos, una sensación que extrañaba en demasía, en tanto su hijo había manchado la sábana, los dedos de sus pies estaban curvados, la almohada mojada de saliva y sudor.
Finalmente ella había terminado dentro de él, bombeando una carga espesa y caliente de su semen en su trasero, marcándolo como su niño especial, Jenna mantuvo su polla dentro de su hijo hasta que perdió dureza y la sacó. Ella se había puesto de pie, dándole un fuerte cachete, lo suficientemente fuerte como para soltar un grito y dejar una huella roja en la tersa suavidad de su nalga mientras sonreía, dejándolo para que se recuperara de su sesión matutina.
Más tarde esa mañana se habían duchado juntos y ella le había hecho chupar la polla. Por la tarde, después del almuerzo, habían visto la televisión juntos, Alex rebotando en su polla agarrando las manos de su madre y su pequeña picha dura balanceándose de arriba para abajo, expulsando hilos interminables de precum al suelo de la sala. Por la noche ella lo llevó a la cama con algunos de sus juguetes para una sesión más larga, una que lo dejó exhausto y lleno de esperma.
Su único consuelo era que sabía que ella no podía mantener ese ritmo, y que dado lo mucho que se había esforzado, probablemente estaría cansada al día siguiente. Pero mientras se habían quedado dormidos en su cama, ella acariciando su cabello, otro plug anal metido en su trasero, lo que lo obligó a mantener su semen profundamente dentro de él, ella le susurró en voz baja que esperaba una visita de la familia mañana...
Sus dos hermanas, para ser específicos.