Lo que pudo ser
Volví a cerrarlos antes de dejar escapar una lágrima y pensé de nuevo Quizá si los abro más lentamente despierte en tus brazos.
“Quizá si los abro más lentamente esta pesadilla termine y despierte en tus brazos como debería ser”. Con exagerada lentitud fui dejando entrar la luz que quemaba mis pupilas, porque una parte de mí realmente creía que podría funcionar, deseaba con todo mi ser que funcionara; pero al abrir mis ojos completamente sólo logré ver la botella de vodka que bebí hasta la madrugada y un montón de papeles rotos en el suelo. No había funcionado, seguía aquí, sin ti, solas yo y mi resaca.
Volví a cerrarlos antes de dejar escapar una lágrima y pensé de nuevo “Quizá si los abro más lentamente despierte en tus brazos”. Lo intente un par de veces más pero nunca funcionaba, por el contrario, cada que los abría por completo resultaba más dolorosa la realidad. Comencé a llorar, justo como anoche y como todas las noches de estas últimas dos semanas; llore hasta que me volví a quedar dormida. Soñé contigo.
Me despertó un horrible ruido agudo que poco después reconocí como mi timbre. “Maldita sea – pensé – quién demonios viene a molestar a esta hora”, no tenía intención alguna de pararme a atender pero al parecer la persona fuera de mi apartamento tampoco tenía intenciones de irse hasta que yo saliera. Tocaban el timbre sin parar y se sentía como un taladro en mi cabeza, con más fuerzas de ir a golpear a quién fuera que estuviera atormentándome de esa manera que de vivir, me levante de la cama y pude observar mi habitación por completo, vaya que estaba echa una mierda; pero no tanto como yo. Volvieron a tocar el timbre y me dispuse a ir a atender cuando sentí como el vómito subía por mi garganta; apenas logré llegar al excusado para sacar todo lo que ayer me había tomado. “Eso nos ganamos por beber vodka barato”.
Me vi en el espejo y en realidad estaba hecha mierda; ojos hinchados, rímel corrido, ojeras, el cabello era un desastre y llevaba la misma ropa que hace dos días; me lave la cara y la boca. Volvió a sonar el timbre. Salí del baño y tome mi celular, eran las 4 de la tarde del domingo. “Maldita sea, me perdí la comida familiar de nuevo”, como sea, no tenía fuerzas ni intenciones de ir, estaba demasiado destruida como para salir de este apartamento en los próximos diez años; aunque tengo que aceptar que me hubiera venido bien una comida casera después de que estas últimas semanas mi dieta diaria se ha basado en papas, alcohol y cigarros. Timbre de nuevo.
- ¡Carajo, ya voy! – grité, o al menos eso intente, no había hablado en las últimas 24 horas, solo había llorado y sollozado, así que estaba algo ronca.
Raspé mi garganta tratando de aclarar mi voz mientras caminaba hacía la entrada, al tiempo que trataba de arreglar un poco el desorden que tengo por cabello. Abrí la puerta sin preguntar quién era, estaba harta de ese timbre y lo único que quería era ahuyentar a gritos a quien sea que estuviera del otro lado para poder regresar a mi interminable sesión de sentir dolor y beber licor; dos cosas que siempre van de la mano.
- ¿¡Qué diablos quiere!? – proteste abriendo la puerta, y luego la vi.
Mi corazón se detuvo de golpe y sentí como la sangre abandonaba mi cuerpo, de todas las personas que pude haber esperado detrás de esa puerta ella ocupaba el último lugar de la lista. Se veía radiante, ese vestido azul y el cabello corto la hacían ver aún más hermosa de lo que recordaba. Me quedaba claro que la ruptura no le afectaba como a mí.
- Hasta que te dignas a abrirme, creo que no hace falta preguntar el porqué de tu tardanza. Te ves fatal. – dijo fríamente.
- Nahomi… ¿Qu…Qué haces aquí? - Pregunte confundida y sin poder mirarle a la cara por la vergüenza de mi aspecto.
No es que no me agradara verla pero no comprendía lo que hacía aquí, en mi apartamento, buscándome. ¿Acaso quería volver conmigo?, no lo creo, y si lo pensaba seguro ya lo había reconsiderado después de verme así.
- Vine a ver cómo estas
- Estoy bien – dije tratando de arreglar mi cabello de nuevo
- No parece
- ¿Quieres pasar? – le pregunte sin pensarlo
No sabía si debía haberle ofrecido entrar, por una parte deseaba saber para qué estaba realmente aquí y quería estar con ella tanto tiempo como fuera posible, pero por otro lado no estaba en condiciones de recibir a nadie y mucho menos a Nahomi.
- Claro
Entro y vi cómo se formaba en su cara una mueca entre miedo y enojo al ver el departamento hecho una porquería; hacía apenas dos semanas se veía como la casa de cualquier catálogo de bienes raíces y ahora era más cercano a un bar de mala muerte. Había botellas de cerveza vacías por toda la sala, cajas de pizza, bolsas de papas, botellas de licor, ceniceros, y un olor a hierba, orines y cigarro que tiene cualquier cantina. Camino hasta el sillón y vi cómo por un segundo dudo en sentarte pero al final lo hizo.
- Así que, ¿has tenido un par de fiestas aquí, eh?
- Eh, sí, bueno, ya sabes, aproveche la oportunidad de mis vacaciones para invitar a unos amigos a pasar el rato, nada especial.
Y lo cierto es que en realidad no había sido nada especial. Cuando Nahomi termino conmigo dos semanas atrás pasé la primera de ellas llorando y embriagándome en mi cuarto; para la segunda semana me sentía ya demasiado sola así que invite a un par de amigos a acompañarme en mi destrucción y básicamente deje mi casa a su disposición, por supuesto ellos no desaprovecharon la ocasión y se habían venido a divertir sin falta durante los últimos tres días. Sin embargo, en lugar de que eso me ayudará solo me hizo sentir más patética, así que, mientras ellos se emborrachaban, drogaban y tenían sexo en la sala de mi apartamento, yo me limitaba a encerrarme en mi cuarto a beber y llorar hasta quedarme dormida.
- Pues me alegra que te la estés pasando bien disfrutando tus vacaciones – Enfatizo muy bien la última palabra, como si no se refiriera sólo a mis vacaciones laborales sino a mis “vacaciones” de ella.
Vi su cara de molestia mientras decía eso, realmente pensaba que me la había pasado bebiendo y festejando, pero porqué ¿mi soltería? Reí, no tenía ni idea.
- Algo así – Dije aun riéndome sarcásticamente
- Sin embargo, creo que deberías de limpiar un poco. Ya sé que ya no vivo aquí pero el departamento parece y huele como cantina.
- Sí, de hecho hoy pensaba ponerme a limpiar.
Quite una caja de pizza del sillón que quedaba frente a ella y me senté, mi estómago rugió al mismo tiempo recordándome que no había comido nada desde hacía dos días. Levante la tapa de la caja con la esperanza de que aún tuviera algunas rebanadas para poder calentarlas cuando Nahomi se fuera pero me desilusione al ver que estaba vacía. Noto esto y me pregunto:
- ¿Acaso te he despertado?
- Eh no, para nada, bueno, ya estaba despierta pero no me había levantado de la cama
- Ya veo, esas fiestas sí que debieron ser buenas
- No tanto – respondía de manera cortante aunque no era eso lo que quería, quería decirle que la extrañaba y que no hacía más que llorar por ella, que habían sido las dos peores semanas de mi vida, pero algo me decía que ella no estaba ahí para reestablecer nuestro noviazgo.
Esta vez había sido diferente a las otras tantas “rupturas” que habíamos tenido en nuestra relación, está vez las palabras sonaron tan reales que sentí cómo en realidad había terminado. No era como en otras ocasiones que decíamos terminar pero ambas sabíamos que volveríamos amándonos aún más; no, esta vez mi corazón se destruyó cuando ella dijo que se había acabado, porque escuche en su voz una determinación que me hizo temblar de miedo, y en tan solo un segundo la veía infinitamente lejos, nuestros cuerpos seguían en la misma habitación pero nuestros corazones estaban en diferentes galaxias.
- ¿Ya comiste? – me pregunto mirando mi mano que aun sostenía arriba la tapa de la caja de pizza.
- Eh, no, te digo que apenas me levantaba – dije mientras soltaba la tapa
- Porque no te metes a bañar, te arreglas y te invito a comer, ¿qué dices?
¿Qué? ¿Ahora me estaba invitando a salir?, ¿a qué había ido realmente? Estoy segura de que no había ido a pedirme que regresara con ella, de ser así me habría regañado en el momento de abrir la puerta y ver el terrible estado en el que se encontraban las que fueran su casa y su novia; porque se sentiría con la seguridad de hacerlo, porque puede, porque se ha ganado el derecho después de 3 años de relación. Por el contrario, se limitaba a hacerme comentarios tontos que no le comprometían a nada.
- No estoy segura de sí es una buena idea
- ¿Por qué no? Solo te llevare a comer, vamos, tu estomago me lo está implorando – había escuchado a mi estómago rugir de hambre, no podía decirle que no la tenía y mucho menos que yo me prepararía algo, yo no cocino.
- Pero tengo que limpiar y adelantar un trabajo – mentí. La verdad es que tan rápido como cruzara la puerta yo volvería a mi cuarto a hacer lo que me salía tan bien. Llorar.
- Pensé que estabas de vacaciones
- Sí, pero, ya sabes, me gusta adelantar cosas para que no se me junten
- Eso es mentira, siempre haces todo a última hora y aun así te queda magnifico – Dijo sonriendo, ¿acaso eso era un cumplido?
- Eh, bueno, trato de cambiar eso
- Mira, si no quieres ir conmigo solo dilo y me voy – dijo mientras tomaba su bolso y se paraba del sillón.
- ¡No! – grité impulsivamente al mismo tiempo que me levantaba de mi asiento, mientras le indicaba con los brazos que volviera a sentarse. – Este bien, iré contigo, sólo me iré a bañar, no tardo.
- No te preocupes – dijo mientras se sentaba de nuevo y dejaba su bolsa en el sillón – no tengo ninguna prisa.
Me pare del sillón y fui a mi habitación, busque mis toallas y me dirigí al baño para darme una ducha caliente que buena falta me hacía. Cuando pasé por la sala ella estaba sentada mirando su celular, no parecía nerviosa ni enojada y mucho menos emocionada, parecía que no le importaba en absoluto lo que pasaba a su alrededor, que había olvidado que hacía tan solo dos semanas las duchas las tomábamos juntas. Ahora estaba ahí, comportándose como si fuera una de esas vendedoras de catálogo, esas que son amables para que les compres pero en fondo les importas un carajo y se deshacen de ti tan pronto obtienen lo que quieren.
El primer chorro de agua fría sobre mi piel fue como realmente despertar, aún dudaba si lo que pasaba en la sala era realidad o solo estaba soñando, pero el agua me hizo ver que esto en verdad estaba sucediendo. Me bañe lenta y profundamente pues en realidad lo necesitaba, aun así cuando termine todavía tenía un ligero olor a alcohol y tabaco. Salí de la ducha con la toalla envolviéndome y cuando cruzaba el pasillo para entrar a mi habitación ella volteo, me miro y por un momento pude ver como la comisura izquierda de su boca se levantó formado una pequeña media sonrisa, se volvió enseguida y continuo entretenida con su celular. Mientras tanto yo me había puesto tan roja que sentía como mis mejillas ardían, “Maldición”, pensé y entre a mi habitación.
Mi cuarto parecía un cuartel militar después de haber sido atacado con misiles, busque la ropa más decente y limpia que tuviera y me vestí, mientras iba de aquí para allá descalza me clave algo en el pie que me hizo gritar.
- ¿Estás bien? ¿Qué te paso? - la escuche preguntar preocupada desde la sala
- Estoy bien, solo me lastime el pie pero no es nada
La verdad es que sí había gritado más de lo necesario, quizá inconscientemente quería llamar su atención, comencé a imaginar que si hubiera gritado aún más quizá ella habría entrado a la habitación y me habría encontrado en ropa interior. Pero eso no sucedió. Revise mi pie, me había clavado el que parecía ser un pequeño vidrio, ¿Por qué había vidrios en mi piso? ¿Qué había roto? Sin más problema lo saque y me termine de arreglar, al final me vi en el espejo, bueno, definitivamente me veía mucho mejor que hacía 30 minutos, pero no me veía ni cerca de lo bien que ella. ¿Sera por eso que me termino? Pero ya habíamos estado tres años juntas y no le importaba, siempre me dijo que le gustaba; pero quizá conoció a alguien más guapa, o guapo, oportunidades nunca le faltaron.
- Listo – dije mientras salía de mi habitación y cerraba rápidamente la puerta para que no le diera un infarto al ver el desorden que había ahí adentro.
- Ahora sí, así sí salgo contigo – dijo al tiempo que esbozaba una gran sonrisa
¿A qué demonios está jugando? No puede venir y decirme eso después de haber terminado conmigo y destruirme por completo. Está jugando conmigo, y estoy segura de que algo quiere, la conozco perfectamente.
- Bueno, vamos entonces
Tenía varios días sin salir del departamento así que los rayos de sol sobre mis ojos me deslumbraron y me cegaron por un momento, ella lo noto y saco unas gafas oscuras de su bolsa. Se acercó demasiado para ponerme los lentes, al punto en que sus pechos rozaron los míos, y después de colocar las gafas en mis orejas bajo sus manos y rodeo mi cuello con ellas; por un momento creí que me besaría, pero me soltó inmediatamente y después solo se volteo y se puso otro par de lentes. Mientras yo estaba ahí conteniendo la respiración y con la piel erizada por su contacto, ella lo noto.
- Así está mejor – dijo muy sonriente, no sabía si se refería a los lentes oscuros o a mi reacción al tenerla tan cerca.