Lo que pudo ser

Carta del culo a su dueño.

Solo soy el desperdicio de aquello que pude ser. Tenía tanta felicidad para darte, tanto para compartir y aquí me tienes: una piltrafa gorda.

Recuerdo que cuando anduve por la vida joven, con mis redondeces lampiñas, te buscaba y te calentaba con mis jugos y dilataciones.

Sin embargo, a mis gritos para que tomes el placer que tenía para ti, los sofocaste con el silencio y el temor.

De vez en cuando alguno de tus dedos me llegó y me estremecí al sentir tu piel suave y tus yemas fuertes sobre mis partes pudendas. Me abría para recibirte pero en ese instante, te retirabas. ¡Cuánto placer desperdiciado!

Y me quedaba en silencio esperando que volvieras, pero no. Tus manos preferían otros lugares, escondites, tal vez, menos sacros.

Te avisaba de aquellos otros hombres a los que me abriría con pasión para tu felicidad mas completa. Leías mis anuncios, captabas mis mensajes, y revoloteabas frente a los machos cual mariposa ardiente. Qué placer las pajas con amigos, los litros de esperma derramados en tardes de colegio, de piletas, de excursiones, en medio del follaje. Cómo me calentaron las vergas de tus amigos cuando eran batidas por tus manos en tardes de interminables masturbaciones mutuas, y como envidiaba a tu pija cuando recibía el calor de las otras manos, de los otros dedos. Yo me preparaba y tu lo sabías y me hacías desear, desear y desear. En fin, sentías mis latidos, mi calor y enardecimiento y desaprovechaste toda esa felicidad que tenía para tu gozo y el de quien tu quieras, pero tu no lo permitiste enfrascado en una normalidad que no te sienta.

Así fue como se dejó perder aquello que pudo ser.

A no dudarlo que soy la fuente primigenia y última de placer, pero algunos –como tu- creen que tengo algo de sagrado. Todo el océano de felicidad que prometían esas pijas (a las que tanto deseaba apretar y absorberlas íntegras para tu delicia extrema) nunca dejaste que llegue a pesar del intenso y ardiente deseo. Todo quedó en anhelo.

De la vida real me queda el sabor de alguna que otra orteada.

Te amo con locura y lo sabes. Así me tratas y te doy todo el deleite que me dejas en el hecho diario. Hasta en ese pequeño detalle, me tienes: acomodo el orificio y te dejo explayarte en toda tu pesada humanidad.

Ya ves, te doy lo único que me permites que te de: el placer diario de una buena defecada. Y yo que pensaba convertirme en reina de las putas satisfaciendo las ardientes voluptuosidades de las erecciones más apasionadas; yo que podía haber sido el más buscado por mis redondeces, la tersura de mi piel, mi estudiado contoneo y por mi innata capacidad para excitar y agotar de placer hasta a la más indiferente de las vergas.

En fin, me desaprovechaste y te malgastaste en esa vida gris normal que te impusiste.

Con amor. Tu culo

paradaparada41@hotmail.com