Lo que pudo ser 12 (Parte 2)
No sabía qué me molestaba más, si el hecho de que estuviera enamorada de mi novia o el cinismo con el que me restregaba en la cara que, por más que yo quisiera, Anna nunca se alejaría de ella porque siempre sería su mejor amiga
El tener a Sandra fue un gran apoyo para mí, poco a poco las pesadillas fueron haciéndose menos frecuentes y comencé a dejar de tener los pensamientos llenos de odio. Para cuando terminaron las vacaciones había mejorado muchísimo. Mi nueva escuela era pequeña pero aun así mucho más grande que la anterior, tenía bien clara cuál sería mi actitud al entrar, no sería grosera pero me mantendría al margen, no quería intimar con nadie ni tratar de hacer nuevos amigos; este año me dedicaría únicamente a terminar la preparatoria para después aprender fotografía. Pero no contaba con una hermosa sorpresa.
Nunca olvidare el primer día que la vi, ese bendito momento en el que alce la cara y me encontré con ella. Fue como ver una estrella resplandeciente en medio de la oscuridad del cielo nocturno que era mi vida, solo una estrella que destellaba como si fueran cientas. Fue como encontrar agua cristalina en medio del desierto. Era hermosa, toda ella me hipnotizaba. No podía dejar de verla, cada movimiento que hacía me erizaba la piel. Y en un segundo, sin pensarlo, alcancé a entender que ella era mi razón para estar ahí; el destino se había encargado de ponerme frente a ella.
Durante días la seguí por los pasillos de la escuela, no le hablaba, no me acercaba, solo la veía desde lejos. Era un poco más alta que yo, delgada pero no demasiado, su cabello era castaño oscuro y largo, siempre lo llevaba suelto; vestía de lo más casual y me parecía la más guapa de todas. Tenía una sonrisa hermosa, de esas que solo ves en los comerciales, radiante.
“¿Me regalas fuego?” con esa pequeña frase comenzó todo, nuestra historia. No pude haber sido más acertada porque eso sería Anna para mí, sería el fuego que calentaría mi alma, que me mantendría viva. Una vez que vi sus ojos color chocolate supe que nunca más podría olvidarlos. Hay personas que cuando llegan a tu vida te dan ganas de vivir, en mi vida esa persona fue Anna.
Las cosas entre nosotras se dieron de manera natural, sin forzar nada, a pesar de que ella tenía novio cuando la conocí algo me decía que estaba destinada para mí solamente, pero más importante aún, que yo no podría amar a nadie que no fuera ella. El tiempo me recompenso por esperar pacientemente a que ella lo notara y así sin más un día nos besamos; y justo en ese momento sentí que ya no quería probar otros labios que no fueran los suyos. Recuerdo cada segundo de ese beso, cada movimiento de nuestros labios, mis manos recorriendo su espalda; porque el primer beso que le das a una persona que amas tiene memoria fotográfica. Son de esos momentos que nunca podrás olvidar.
- ¿Crees que deba contarle? – le pregunto a Sandra
- Creo que es importante, pero tampoco estás obligada a hacerlo, Nahomi
- Es solo que, no quiero que Anna me vea diferente cuando lo sepa
- ¿Por qué tendría que verte diferente?
- Porque así es, sentiría lástima por mí, quizá no lo hará conscientemente, pero pasara, lo sé. La gente siempre lo hace. Se enteran y de pronto es como si me hubiera vuelto de cristal y tuvieran que tratarme con pinzas porque podría romperme. No quiero que Anna me vea de esa forma, como una víctima. No quiero que este conmigo porque sienta que si me deja podría romperme
- Escucha Nahomi, sé que muchas veces te he dicho que lo mejor que se puede hacer con el pasado, una vez que se ha superado, como tú ya lo lograste; es dejarlo atrás y no pensar en él. Desgraciadamente lo que te paso fue algo muy fuerte y tú bien sabes que en cualquier momento, cualquier cosa, puede reabrir esa herida
- Lo sé – dije suspirando
- En ese caso creo que, si realmente te ves a largo plazo con Anna en una relación formal, considero que sería adecuado que ella lo supiera. Aunque duela ese pasado es parte de tu vida, Nahomi
- Sí, entiendo pero, creo que no voy a decírselo, al menos no por ahora
- Está bien, es tú decisión, no puedo obligarte a hacer lo contrario
- Solo quiero ser perfecta para ella, Sandra
- Si de verdad te ama te va a aceptar tal y como eres, Nahomi
Decidí que por el momento no se lo contaría a Anna, pero ese “por el momento” se volvió eterno. A los pocos meses de comenzar a salir formalmente con ella, Sandra dio por terminada mi terapia; estaba, profesionalmente hablando, curada. Pero como en los meses que fue mi terapeuta habíamos formado una relación muy estrecha me dijo que siempre que lo necesitara podría llamarla y hablar con ella, ahora como amigas.
Todo marchaba de maravilla, terminamos la preparatoria y entonces pude comenzar a dedicarme a lo que en verdad me apasionaba, la música y la fotografía. Mi relación con Anna no era perfecta pero nos amábamos y al final del día eso era lo único que importaba; detestaba a su amiga Abril, era más que obvio que estaba enamorada de ella pero qué podía hacer. Deje de pensar en Selene casi por completo, y cuando lo hacía solo esperaba que estuviera bien, que hubiera despertado y que ahora viviera una vida feliz como yo. Mis miedos y mis demonios habían desaparecido casi por completo gracias a Anna, ella había venido a enseñarme a amar de nuevo y a confiar en que no todos quieren hacerme daño.
Al cumplir dos años y medio de relación nos mudamos juntas a un departamento cerca del centro de la ciudad, todo parecía sacado de un sueño. Tiempo después Anna consiguió un excelente trabajo en una prestigiosa firma de arquitectos, yo trabajaba como fotógrafa en un estudio más o menos reconocido. Le tome fotos a varios músicos que apenas iniciaban sus carreras y me hice amiga de muchos de ellos; aunque en ese momento había dejado la música para dedicarme de lleno a la fotografía, moría por volver a formar una banda y comenzar a hacer presentaciones en vivo, quizá hasta grabar un disco.
Recuerdo que ese día llegue tarde a la casa porque había tenido una larga sesión de fotos con una banda, lo único que quería era dormir abrazando a Anna. Pero cuando entré al departamento me encontré con una visita que, aunque era habitual, no dejaba de molestarme. Abril estaba sentada en el sillón y la cabeza de Anna estaba recargada sobre las piernas de ella, veían una película o algo en la televisión. Sentí como me hervía la sangre de ver aquella escena. Sabía que para Anna eso no significaba nada, solo pasaba un buen rato con su mejor amiga; pero Abril, ella sí que disfrutaba tenerla cerca y aprovechaba cada momento para hacerlo, estuviera yo cerca o no. No sabía qué me molestaba más, si el hecho de que estuviera enamorada de mi novia o el cinismo con el que me restregaba en la cara que, por más que yo quisiera, Anna nunca se alejaría de ella porque siempre sería su mejor amiga. Algún defecto tenía que tener Anna, ese defecto se llamaba Abril y justo ahora acariciaba con ternura la cabeza de mi novia.
- Buenas noches – dije en un tono molesto mientras cerraba la puerta con más fuerza de la necesaria
- ¡Mi amor! – grito Anna mientras se paraba y corría a abrazarme – al fin llegaste
Me abrazo con fuerza y pude ver la cara de molestia de Abril. Para recordarle cuál era su lugar bese a Anna con demasiada pasión, un beso largo, baje mis manos por toda su espalda y las coloque en su cintura acercándola más a mí. Anna gimió cuando mordí su labio.
- Amor, espera, Abril está aquí – susurro Anna en mi oído
- Oh, lo siento Abril, olvide que seguías aquí
Abril solo me vio con odio, ese juego de miradas asesinas se había vuelto algo común entre las dos. Yo le respondí con una sonrisa presumida mientras abrazaba a Anna. Abril se había vuelto una molestia con la que me había resignado a convivir, al menos debía aceptar que respetaba mi relación, no por mí, por supuesto, lo hacía por Anna; no hacía cosas fuera de lugar, se limitaba a actuar como le correspondía. Al final en verdad era una excelente amiga, solo le importaba que Anna fuera feliz, y si yo le daba esa felicidad ella lo aceptaba. Si no tuviera sentimientos más profundos por mi novia seguramente hasta podríamos haber sido buenas amigas, pero ese no era el caso y por más tiempo que pasara no lograba evitar sentir celos cada vez que estaban juntas. Nunca le pregunte directamente si estaba enamorada de Anna, no hacía falta hacerlo, yo lo supe desde el primer día que las vi juntas, la forma en que Abril veía a Anna iba más allá de la simple amistad; ella sabía que yo lo sabía y no parecía importarle.
- Te estábamos esperando para cenar – dijo Anna mientras caminaba a la cocina
- ¿Estábamos?
- Sí, Abril va a cenar con nosotras
Ahora la que veía con odio a Abril era yo. Estaba cansada y lo último que quería era pasar la próxima hora escuchando a la señorita perfecta presumir sobre lo lista, guapa y exitosa que era. Ella sonreía triunfante sabiendo que acababa de arruinar mi noche.
- ¿Y cocinaste tú? – pregunte preocupada a Anna sabiendo que era pésima en la cocina
- No – respondió molesta – pedimos comida hacer rato, solo voy a calentarla
- Bueno – dije poco convencida y Anna me lanzo una mirada de enojo
- ¿Quieres que te ayude, linda? – pregunto Abril desde el sillón
- Oh, no, no te preocupes. Tú eres la invitada, bonita
¡Agh! Se me acababa de quitar el hambre. Con toda la descortesía que era posible fui y me encerré en mi habitación. Me tire en la cama decidida a no moverme de ahí hasta que Abril se largara pero por supuesto Anna no me dejaría.
- Nahomi, Nahomi, ábreme – decía mientras golpeaba suavemente mi puerta. No quería que se molestara así que la deje entrar y me volví a tirar en la cama - ¿Tienes que ser tan grosera? – demasiado tarde, ya estaba molesta
- Estoy cansada Anna
- Eso no justifica que seas así con Abril
- Anna, a ella le tiene sin cuidado si yo ceno o no con ustedes, solo quiere estar contigo
- Eso no es verdad, ella fue la que dijo que deberíamos esperarte
- ¿En serio? – pregunte sorprendida
- Sí Nahomi, ella quiere llevarse bien contigo – dijo mientras se sentaba en la orilla de la cama y sobaba suavemente mi espalada
- Oh, no lo creo – dije riéndome
- Nahomi, ya han pasado más de tres años, puedes darle una oportunidad. Te ha demostrado que no es una mala persona
- No digo que sea una mala persona, Anna, solo no congeniamos
- Porque tú no lo intentas
- ¡Porque ella está enamorada de ti! – dije molesta
- ¿Otra vez con eso?
- Sí, Anna, siempre es eso
- Nahomi, si Abril estuviera enamorada de mí no crees que ya hubiera intentado algo después de tooodo este tiempo
- Eh… - yo me preguntaba lo mismo – aún no descubro cuál es su plan
- ¿Plan? Nahomi, te estas volviendo paranoica
- Puede que sí, pero no me equivoco cuando digo que Abril está enamorada de ti
- Bueno, supongamos que tienes razón, ¿qué importa que Abril este enamorada o no de mí si yo solo te amo a ti?
- También la amas a ella – dije triste
- Pero es un amor muy diferente, Nahomi. Abril no me hace sentir lo que tú, ni ella ni nadie
- ¿En serio?
- Por supuesto que sí, Nahomi. Con Abril no hago esto
Se inclinó, tomo mi cara entre sus manos y lentamente se acercó a mí hasta que sus labios se unieron con los míos; nunca me podría cansar de besarla, por más que lo hiciera mi corazón se seguía acelerando cada vez que sucedía. Seguimos fundidas en un beso suave hasta que, por supuesto, Abril nos interrumpió.
- Eh, no quiero molestar pero creo que algo se quema en la cocina, Anna – dijo desde la puerta
- ¡Mierda! – dijo Anna mientras corría a la cocina
- ¿No podías apagarle tú? – le pregunte molesta a Abril mientras me levantaba de la cama
- Soy la invitada, ¿recuerdas? – dijo sonriendo y comenzó a caminar pero la tome del brazo e hice que se detuviera
- Ya ha sido demasiado de este juego, Abril
- No sé de qué me hablas, suéltame
- Quiero que te alejes de Anna
- Estas loca, suenas como una de esas novias psicópatas
- Tú y yo sabemos que estás enamorada de ella
- ¿Y qué? – dijo mientras jalaba su brazo para liberarse
- ¿Cómo que y qué? Ella
- ¡Nahomi! – dijo interrumpiéndome – Anna está contigo, ¿no?
- Sí
- Entonces deja de imaginar cosas, yo no pienso obligarla a nada, no me agradas pero respeto su relación
- Pero tú
- Pero yo nada Nahomi, dime una sola vez que me haya portado de forma inapropiada con ella
- Yo…
- Exacto, ninguna. ¿No será que en realidad no confías lo suficiente en Anna?
- Yo confío en ella
- Pues no parece, sino sabrías que aunque yo y todo el mundo estuviéramos enamorados de ella, Anna no te engañaría – me había dejado sin nada que responder – No te la mereces – dijo mientras salía del cuarto
Las palabras de Abril me habían dejado pensando, era cierto, ella podría ser una presumida, engreída y fastidiosa pero no era una rompe relaciones. Quizá realmente no confiaba plenamente en Anna, ya que lo pensaba nunca le pude contar acerca de mi pasado. Quizá Abril tenía razón y no merecía estar con ella. Anna era demasiado noble e inocente, en cambio yo sabía lo que era odiar a alguien al grado de desear no solo su muerte, sino que sufriera, que implorara piedad. Entonces me di cuenta de la realidad que tanto había estado evitando, me había vuelto incapaz de confiar plenamente en alguien; aunque ese alguien fuera Anna.
- ¿Vienes a cenar? – dijo Anna tomándome de la mano
- Te amo – dije abrazándola y hundiendo la cara en su cuello – nunca dudes que en verdad te amo
- Nahomi – dijo tomando mi cara para verme a los ojos - ¿A qué viene esto? ¿ocurre algo?
- No, bonita. No ocurre nada – le di un beso rápido en los labios – bueno, vamos por esa cena antes de que se enfríe y vuelvas a quemarla
- Oye, solo fue un poco – dijo riendo
- Eres un peligro en la cocina
Cuando nos sentamos en la mesa Abril ya estaba comiendo, lo que me había dicho hacía unos momentos había calado tanto en mí que ya ni me parecía tan desagradable; en realidad era linda, al menos con Anna.
- ¿Y a qué debemos el placer de cenar contigo esta noche, Abril? – pregunte mientras me sentaba
- Bueno, pasado mañana me voy de viaje por tres meses y quería despedirme
- ¿Tres meses? Eso es mucho tiempo
- Viajará por toda Latinoamérica – dijo Anna orgullosa
- Así es
- Vaya, suena maravilloso
- Invite a Anna a ir conmigo pero no acepto
¿Quería llevarse a Anna por tres meses? Al diablo, seguía desagradándome.
- No sería responsable irme por tres meses, Abril, el trabajo que conseguí
- Es maravilloso, una oportunidad única, lo sé
- Es una lástima – dije sarcásticamente pero ambas me ignoraron
- Te voy a extrañar muchísimo – dijo Anna mientras tomaba la mano de Abril
- Y yo a ti, cielo, pero vas a ver que estos tres meses se pasaran volando
- Será muy triste no saber de ti en taaaaanto tiempo – sarcasmo de nuevo, y esta vez más obvio que nada. Las dos voltearon a verme con cara de pocos amigos, no pude evitar sonreír
- Claro que sabremos de ella, hablaremos por teléfono y mensajes, ¿cierto? – dijo Anna
- No realmente
- ¿Por qué no?
- Unas reglas estúpidas que puso Laura para supuestamente disfrutar más la experiencia
- Suena estúpido
- Lo es – dije riendo
- Puedes ahorrarte tus comentarios, Nahomi – dijo Abril molesta
Estaba a punto de responderle con más sarcasmo pero comenzó a sonar mi celular.
- Lo siento – dije mientras me paraba para contestar
- Nahomi, no contestes el celular en la cena
- Lo siento, pero es mi papá
Me dirigí a la sala y conteste
- Bueno, ¿papá?
- ¿Cómo estás, cielo?
- Bien, bien, ¿ocurre algo?
- ¿Qué acaso no puedo llamar a mi hija?
- Sí, es solo que me pareció extraño
- Te extrañamos hija, ¿cuándo vendrás a vernos?
- Pronto papá, iré pronto
- ¿Crees que puedas venir mañana?
- Eh, no lo sé, tendría que revisar mis sesiones
- Es importante hija
- ¿Pasa algo?
- Solo… solo ven, ¿Sí, cielo?
- Está bien, acomodare mi horario e iré mañana
- Perfecto, linda. Por favor, no vayas a faltar
- No, no, mañana los veo, pero ¿pasa algo con mamá o contigo?
- No, linda, estamos muy bien. Solo ven mañana, quieres
- De acuerdo, entonces nos vemos mañana
- Excelente, descansa linda
La llamada de mi padre me había dejado inquieta.
- ¿Todo bien? – pregunto Anna cuando regrese a la mesa
- Sí, era mi papá, quiere que vaya mañana a verlos
- Oh, ¿y eso? ¿sucede algo?
- Eh, no, bueno, no dijo nada realmente
- Pues es mejor que vayas en ese caso
- ¿Vas conmigo?
- Ahhh, lo siento, linda, pero ya había quedado con Abril de ayudarla a preparar sus cosas y eso
- Sí, está bien, yo voy
- ¿Segura no hay problema? – pregunto Abril
- Para nada. Si me disculpan, estoy cansada y me quiero dormir
- Ah, ¿Nahomi? – dijo Anna
- ¿Qué pasa?
- Abril se va a quedar a dormir porque ya es algo tarde y
- Sí, está bien, que se quede
- ¡Oh! Perfecto – dijo sorprendida – entonces ella se queda en mi cuarto y yo duermo contigo ¿está bien?
- Está muy bien – dije besando su frente – te espero en la cama, bonita
- Te amo – me dio un beso rápido
- Buenas noches, Abril
- Ahh… buenas noches, Nahomi – dijo algo confundida
Definitivamente mi actitud había sorprendido a Anna y a Abril, pero en realidad estaba cansada para discutir y preocupada por la extraña necesidad de mi padre de que fuera a verlos. Estaba a punto de cerrar la puerta del cuarto cuando escuche como Abril susurraba “¿Qué le pasa a Nahomi? Se ha portado demasiado bien conmigo”. Tan pronto toque la almohada quede profundamente dormida por lo que no supe a qué hora se había acostado Anna.
- Amor, Anna, despierta – movía suavemente su hombro intentando despertarla
- ¿Qué… qué pasa? – dijo aún medio dormida
- Me voy a casa de mis padres, probablemente llegue algo tarde
- Está bien
- Bien, nos vemos en la noche
Era casi medio día y las dos seguían durmiendo por lo que interprete que se habían acostado tarde, fui a la cocina por un vaso de leche y la botella de vino vacía me lo confirmo, al parecer se la habían pasado bien. Salí del departamento sin hacer mucho ruido y maneje hasta la casa de mis padres, no estaba muy lejos, unos veinte minutos en carro si no había tráfico. Afortunadamente ese día era domingo por lo que llegue muy rápido, tan pronto estacione el carro mi mamá salió por la puerta a abrazarme.
- Mi vida, al fin te veo – decía mientras me abrazaba
- Mamá, tampoco teníamos tanto sin vernos
- Tres semanas, Nahomi, no has venido a verme en tres semanas
- Lo siento, mamá, he estado algo ocupada
- ¿Demasiado ocupada como para no ver a tu madre?
- No, mamá, ya, vamos, no te enojes
En cuanto entré a la casa pude notar el delicioso olor que provenía de la cocina; si algo extrañaba de vivir con mis padres era la comida de mi mamá. Yo era buena cocinando pero no me encantaba hacerlo y Anna… bueno, ella había quemado la comida preparada de anoche. Comimos los tres juntos y después nos sentamos en la sala a platicar, principalmente de mí, de cómo iba mi trabajo y de Anna.
- ¿Y cómo esta Anna, cielo? – pregunto mi papá
- De maravilla, tiene este nuevo trabajo que es muy bueno y está muy feliz
- Qué bueno, me alegro por ella, tiene mucho talento podría llegar a ser una arquitecta prestigiosa si se lo propone
- Por supuesto, es la mejor. Pensé en traerla hoy pero ya tenía un compromiso con una amiga
- Oh, qué lástima, hace tiempo que no la vemos – dijo mi mamá
- Aunque creo que fue mejor que no viniera – dijo mi papá
- Ahh, ¿por qué?
- Solo digo
- Papá, saben que los amo y que me encanta verlos pero, estoy segura de que no me hicieron venir con tanta urgencia solo para comer y hablar de mi trabajo
- En efecto, linda, hay una importante razón por la que te hicimos venir hoy – sonó el timbre – y parece que acaba de llegar
¿Entonces la razón por la que me habían llamado con tanta urgencia era una persona? Mi papá se paró a abrir la puerta y poco después regreso con una chica guapísima del brazo. Alta y con un cuerpo de ensueño, su piel estaba bronceada casi de un color dorado, podría jurar que brillaba. Su cabello era color cobrizo y largo con un fleco que la daba un toque de inocencia. Iba vestida con un vestido negro de tirantes,muy ceñido a su cuerpo de la parte de arriba y suelto de la cintura hacía abajo a juego con unos zapatos bajos del mismo color. Llevaba lentes oscuros por lo que no podía ver sus ojos, pero seguro que eran hermosos. Me quede embobada viéndola por unos segundos, era como si una de las modelos de revista estuviera parada en la sala de mis padres. Ella me sonrío, seguramente noto la manera descarada en la que la había examinado.
- Nahomi – dijo en un tono demasiado dulce
- ¿¡Te conozco!? – pregunte sorprendida, no podría olvidar a una chica como ella, nadie podría
Se acercó y se sentó a un lado de mí en el sillón, se quitó los lentes oscuros y pude ver sus hermosos ojos, eran de un color muy particular: amatista; no son muy comunes pero yo ya había visto unos así. Entonces solo tarde dos segundos para darme cuenta de a quién tenía frente a mí. Mi pulso se comenzó a acelerar.