Lo que podría haber sido mi primera vez (1a parte)
Una historia muy asemejada a la real, salvo porque nada de lo que más me gusta sucedió...
No me lo podía creer. A falta de tan sólo unos días para la vuelta a las clases, me había surgido un viaje con mis amigos a su pueblo, y ya de paso un parque de atracciones. Todo iba a ser genial esos 3 días con ellos, y lejos de mi casa, por lo que no me podía quejar.
El primer día ví un partido de la selección española de baloncesto con todos mis amigos, y después me llevaron a jugar con ellos a la pista de un colegio del lugar. Hay que decir que soy bastante torpe en los deportes, y más todavía cuando los demás jugadores se desenvuelven bien. A pesar de no dar la talla, pasé una buena tarde jugando junto a ellos hasta que anocheció. Tras recuperarnos todos a base de bebidas energéticas y algo de picar nos retiramos a casa, ansiosos por el viaje al parque de atracciones del día siguiente.
El segundo día fue muy divertido. A pesar de que no me van las emociones fuertes, me monté en muchas atracciones y lo pasé genial con todos mis amigos. Noté que había una amiga con la que estaba más tiempo que con los demás, pero apenas le di importancia, y me dediqué a pasarlo bien el resto del día. Al final, acabamos todos exhaustos y llegando de vuelta al pueblo a la 1 de la madrugada, ya que el bus que nos debía recoger había ido a otro parque de atracciones cercano. Me acosté pensando en esa amiga con la que había tenido más afinidad durante el día, pero de nuevo le quité importancia y me fui a dormir tranquilo.
El tercer y último día, fue mucho más relajado. Pasamos prácticamente toda la mañana durmiendo, nos levantamos a la hora de comer, y por la tarde decidimos ir a la piscina. Allí estuve de nuevo más tiempo con la chica del día anterior que con los demás, por lo que noté que podía haber algo entre nosotros. A pesar de que nos dejaron solos en la piscina un buen rato, no ocurrió nada, por lo que decidí esperar a la noche.
Mi mejor amigo tenía que hacer una actuación, por lo que podría estar con el resto de amigos, y especialmente, con ella. Vi un rato la actuación, y ambos nos fuimos solos a tomar algo a un bar cercano. Durante el tiempo que duró la cerveza tampoco pasó nada, pero aún quedaba noche, así que nos fuimos con el resto de amigos a cenar kebab. Tras cenar, poco a poco, nos fuimos despidiendo unos de otros, hasta que al final quedamos 2 amigos, ella y yo. Eran mis últimos momentos con esas personas, y quería aprovecharlos lo mejor posible, así que estuvimos un rato en la plaza del pueblo pasándolo bien y riéndonos, y después, cuando tan sólo quedábamos mi mejor amigo, la chica y yo, sucedió.
Cuando llegó el momento de despedirnos de ella, se lanzó a mí como un rayo desde el confín de los cielos, nos besamos apasionadamente, ignorando por completo a mi mejor amigo, que nos observaba guardando las distancias, atónito ante el espectáculo que estaba presenciando a solas. Tras varios largos besos, desaparecimos dentro de la casa de la chica, y subimos rápido hasta su dormitorio, donde sabíamos que nadie podría molestarnos en ningún momento.
Ya en el dormitorio, ambos nos despojamos de la ropa como alma que lleva el diablo, quedando desnudos por primera vez ante otra persona. Cabe decir que ni ella ni yo somos aptos para ser ni modelos, ni actores porno. Yo soy un chico alto y delgado, con una polla que ronda los 16cm de longitud; mientras que ella es una chica baja y con su tripita, pero no gorda, sus tetas no dan para una cubana pero sí para el deleite de mis ojos, y su coño con la depilación brasileña vuelve loco a cualquiera.
Tras una buena serie de besos en la boca y el cuello, la empujé a la cama de tal manera que cayó boca arriba, por lo que podía contemplar como su cuerpo desnudo era todo para mí. Me lancé como un poseso sobre ella, lamiendo su cuello y rozando mi polla con su coño mientras ella no paraba de gemir levemente. De vez en cuando mordía los lóbulos de sus orejas, y eso la volvía loca. Estuve variando el sitio durante varios minutos, hasta que empecé a bajar de su cuello muy lentamente, haciendo todo el recorrido con mi lengua y dejando un húmedo rastro cada milímetro de su torso que avanzaba.
Cuando llegué a sus tetas y rozaron mi cara, pude sentir como sus pezones estaban tiesos como el diamante, denotando su excitación, la cual también se podía oler un poco en el ambiente, ya que su vagina llevaba un rato mojada, impaciente de esperar que llegara a ella. Comencé a lamer sus pezones, mordiéndolos un poco de vez en cuando, lo suficiente para que le duela un poco, pero no tanto como para no disfrutarlo. Mientras lamía uno de sus pezones, retorcía y pellizcaba un poco el otro a mi antojo, intercambiando de vez en cuando la función de la mano con la boca.
Un rato después, y viendo que ya se había cansado de esa actividad, proseguí mi descenso por su cuerpo, lento pero imparable, directo a su monte de venus. Notaba como ella erguía su cuerpo, pidiendo a gritos que llegase de una vez, pero en ese momento decidí ser un poco malo, y hacerla esperar por intentar que me diera prisa. Justo cuando estaba a unos pocos centímetros del comienzo de su coño, cambié de rumbo hacia su muslo izquierdo. Lamía y besaba todo el interior, aproximándome a su mojada y olorosa vagina, pero sin llegar en ningún momento. A pesar de eso, notaba como cada vez su respiración se aceleraba más, a la vez que su nerviosismo aumentaba. Volví a subir al monte de venus, hice amago de bajar directamente al clítoris, pero en el último centímetro mi lengua volvió a torcerse, esta vez hacia su muslo derecho, sólo que ahora bordeando su coñito, dejando que sintiera mi respiración en la entrada de su húmeda cueva. Me detuve justo cuando tenía mi lengua a la altura de la vagina, y la nariz sobre el clítoris, y sin previo aviso lamí de abajo a arriba ese precioso coño, con lo que la chica enloqueció enormemente.
Tras unos instantes sin actividad alguna por parte de los dos, comencé a hacer círculos con mi lengua en su clítoris, que estaba totalmente hinchado y enrojecido, y un rato después regresé a su vagina, abierta y empapada de sabrosos flujos que pude saborear y saboreé como si de la mayor delicia del mundo se tratase. Mientras me dedicaba a comer su vagina, la chica comenzó a tocarse los pezones suavemente. Viendo que su excitación iba a más, yo subí el ritmo de mi comida, lo que hizo que gimiera un poco más fuerte y prolongado.
Mi polla parecía que iba a reventar en cualquier momento, me ponía mucho ver a una chica totalmente rendida a mí, haciendo de su placer mi delicia. Debido al ritmo frenético de mi lengua en su vagina, la chica cayó rendida tras una espectacular corrida como pocas, en la que me llenó entero de sus flujos al estallar de placer. Diría que se quedó prácticamente dormida, ya que no volvió a decir nada ni a reaccionar en un buen rato…