Lo que pasa en Africa, se queda en Africa.
Me llamo Fernando, 19 años, y fui a tener unas cortas vacaciones a África, con un propósito especifico. Pero todo cambia cuando conozco a tres hombres habitantes del lugar.
El sonido de las olas en la playa me avisaba que era el momento de despertar. Sin siquiera darme cuenta, había dormido allí, a la intemperie, luego de la gran noche que había vivido; varios gramos de marihuana hicieron que mis sentidos fueran más allá del éxtasis, olvidando por completo todo tipo de realidad. Marcel, Pascal, y Renoir eran los tres africanos que se encontraban conmigo, pasando la tranquila noche ya mencionada. Quedamos de juntarnos en Chinrot, un café de medio lujo en el área residencial, zona que solo presenta casas de alta categoría, sin presencia de edificios céntricos. Solo tras pedir un café en una mesa del lugar, aparecieron ellos, los tres africanos con los que solía quedar para gestionar planes de tráfico, accediendo a lugares donde los mayores traficantes distribuían la droga a la que quería acceder.
Mi nombre es Fernando. Vivo en una tranquila zona de una ciudad de Chile, famosa por sus amplias y bellas calles decoradas con árboles y luces. Me gusta mucho mi ciudad. En casa, vivo con mi madre y mi hermano; mi padre, según me conto mi madre, había fallecido unos días antes de que yo naciera. A diferencia de ellas, dos hermosas mujeres blancas y de pelo oscuro, yo era de piel medianamente oscura, de pelo rizado y negro, con los ojos también negros. De cuerpo, ligeramente atlético; me gusta salir con amigos, cuatro veces a la semana, a recorrer grandes distancias en bicicleta, lo que me ayuda constantemente a mantener un buen cuerpo, rematado con mi altura, de 1,78 metros.
Por aquel entonces, acababa de terminar mis estudios básicos, por lo que ya era hora de entrar a la universidad. Pero para eso tenía tiempo aun; por el momento, las vacaciones estaban recién comenzando, y tenía un destino: recorrer África. Las salidas en bicicleta con mis amigos son siempre acompañadas de previos consumos de marihuana natural, lo que me gusta consumir. Y es solo eso, nada de drogas duras, solo marihuana natural; pero África siempre fue un tema de conversación para todos, por lo mencionado. Quería ir, vivir las costumbres africanas, y volver a Chile con posesiones propias de la droga.
Habían pasado algo así como 6 días de empezadas mis vacaciones, y, con el dinero que tenía ahorrado, más el que me dio mi madre, contaba con lo suficiente para ir a recorrer por dos semanas África. Así entonces, en un abrir y cerrar de ojos, estaba agitando los brazos desde el avión, viendo como mis bellas mujeres me despedían; notaba una cara de preocupación en mi madre, y eso es evidente, dado que a mi temprana edad, me embarcaba solo hacia un país desconocido para la mayoría de muchas personas.
En el avión, ya unas horas después, y por mi mayoría de edad, había bebido algunas copas de Piscola (Pisco con Coca-Cola famoso en mi país) y comido algunos snacks. Estaba algo mareado y deambulando en mis pensamientos, logrando quedarme dormido rápidamente. Entre mis sueños, sentía que alguien tocaba mis piernas, mientras yo me encontraba amarrado en un asiento en una habitación oscura; los toqueteos avanzaban y yo no podía resistirme, por mucho que quisiera. Me desperté sobresaltado, y estaba en la tranquilidad del avión, pero el señor que viajaba a mi lado, en el asiento de la pareja, tenía su pierna muy pegada a la mía, y dormía, al parecer, plácidamente. Cuando volví a abrir mis ojos, la azafata del avión nos avisaba que íbamos llegando a África, por lo que me prepare para lo que me esperaba.
Una vez el avión había aterrizado, me baje de él. Era un edificio grande, con presencia de muchos árboles y pastizales, lo que le brindaba aspecto de ciudad rural, al menos en el aeropuerto. Entre y cogí mis maletas, y me dirigí directamente a buscar a la central del edificio, a un traductor que me ayudara a llegar a mi hotel. Viajamos en el taxi y rápidamente llegamos al lugar; entre en él, y la atención fue bastante incomoda, dado que si eran personas que mantenían un buen nivel de respeto, me miraban muy constantemente, supongo que por nuestras diferencias en la tonalidad de piel. Sé que soy de piel oscura, pero nunca tanto como las personas que había allí. Pero bueno, una vez que todo había salido bien, le pague al traductor por sus servicios y llame a mi madre, informándole de mi satisfactoria llegada. Dormi hasta las 2 de la tarde y, al levantarme, fui a comer. Era mucha comida rara, pero muy sabrosa. Y tras terminar, me fui a recorrer las calles de la ciudad, buscando quien pudiera ayudarme a finiquitar mis intenciones.
Como lo mencionaba, las calles de la ciudad estaban bien pobladas de árboles y pasto, dándole un aspecto rustico-poblado. Había muchas diferencias entre las ciudades de mi país, a las ciudades de este, pero claro, es un país de bajo desarrollo y mucha población. Estaba recorriendo las calles; había comprado unas cosas interesantes, y llegue a una plaza, en la que me senté, momento en el que sentí el delicioso aroma de mis propósitos: la marihuana. Volví mi mirada, y un grupo de 3 hombres estaban fumando, un porro cada uno. Me dirigí a ellos, con miedo pero a paso decidido; llegue y recordé que no sabía hablar el idioma, pero ya sabían que iba donde ellos. Solo dije unas palabras y gestos, tratando que entendieran que deseaba comprarles algo de droga. Uno de ellos, se puso de pie y se acercó a mí, observándome detenidamente, y hablo, para mi infinita suerte, inglés, el idioma que más domino luego del español. Conversamos unos minutos a solas, hasta que luego de ganarme su confianza, me llevo con los otros, que también dominaban el inglés. Había encontrado entonces a mis posibles fuentes. Estuvimos sentados, riendo y conociéndonos, y uno de ellos metio su mano en su bolsillo, mostrándome una bolsa blanca que contenía lo que yo esperaba. Me dijo su valor e hicimos el intercambio, y yo, dado que se que hacer en esos casos, no dude en sacar una porción y enrolar un buen porro, el que sume a los que ellos aun consumían. Los compratimos entre los 4, asi como intercambiamos los números de teléfono, para poder comunicarme con ellos. Con respecto a la droga, he de decir que jamas, pero jamas, había probado algo como eso, era realmente espectacular. Me fui al hotel terminada la tarde y me dormi tranquilamente consumiendo otro de ellos.
Al día siguiente, bien temprano, fume en el balcón y me dirigí a tomar desayuno; estaba en eso, cuando mi teléfono sonó. Era Renoir. Le conteste y planeamos juntarnos en un café, Chinrot. Termine mi desayuno, volví a mi habitación a tomar una ducha y vestirme, y, usando el GPS de mi teléfono, descubrí que el lugar no era muy lejano, algo así como 11 cuadras, por lo que aproveche de ir conociendo la ciudad.
Encontré el café, y ellos apenas me vieron, agitaron los brazos con grandes sonrisas; fui donde ellos y los salude amistosamente, pedimos unos cafés con tostadas y comenzamos a conversar. Ahí aproveche de decirles todos mis planes, los que tomaron con mucha naturalidad, diciéndome que ellos me ayudarían con mis propósitos, que habían encontrado en mí una persona amable y amistosa, por lo que no iban a dudar en ayudarme.
A propósito, Renoir, el mayor de todos, era un hombre alto, algo más que yo, de buen cuerpo y piel oscura, como todos. Tenía grandes músculos y el pelo negro y medianamente largo; Marcel y Pascal, eran más bajos que yo, pero de cuerpo muy parecidos a Renoir, además, eran gemelos.
Seguimos charlando, y propuse ir a la playa para fumar. Se levantaron antes de que terminara de hablar y nos fuimos directo al lugar, en una zona residencial muy distinta al resto de la ciudad. Estábamos sentados en la arena, viendo el atardecer, muy drogados, y ya estábamos consumiendo nuevamente. En la playa solo estábamos nosotros, y eso porque era un lugar de preferencia para ellos, para poder consumir tranquilamente; Renoir y Pascal estaban en boxers, y Marcel y yo, en trajes de baño, sin camiseta. Siempre me he considerado heterosexual, pero no pude evitar fijarme varias veces en las montañas que se marcaban bajo los boxers de los dos negros; eran realmente grandes, tanto así que pensé que sus boxers se romperían.
Ya era de noche, y estaba algo preocupado por la hora, pero rápidamente ellos me dieron tranquilidad diciéndome que me irían a dejar al hotel, por lo que decidí quedarme con ellos hasta que tuviéramos que partir. Acabábamos de terminar de consumir, cuando Pascal (ya no podía diferenciarlo bien, por mi estado, solo me ayudaba observar que tenía su gran paquete frente a mí, estando de pie, así sabía que era el) nos dio la idea de ir a bañarnos. Y en cosa de segundos, Marcel y yo nos quitamos los trajes de baño, quedando también en bóxer. Marcel también marcaba un paquete descomunal, creo que los tres eran iguales de grandes. No sabía por momentos en que pensaba, por fijarme tanto en ellos; sentía a veces que mi pene quería despertar, pero yo desechaba esas ideas. Estábamos dentro del agua, sin aguantar la risa por cualquier tontera, y ya bien entrada la noche, nos salimos del agua y nos tiramos en la arena. Si antes marcaban unos penes gigantes, ahora sí que me convencía de lo mismo.
Pasaron cerca de 2 horas de silencio, y sentí olor a marihuana. Me levante y Renoir estaba sentado más atrás de nosotros 3; los gemelos dormían, y yo me levante hacia donde estaba el. Me miro amigablemente y me pregunto si no me molestaba que pasáramos la noche en la playa, a lo que, dándole unas caladas al porro, dije que no había problema. Estaba muy oscuro, y solo la llama del porro al ser fumado, me permitía obtener ligeras visiones de donde estaba. Cuando le di el mismo a Renoir, cayó al suelo, y sin dudarlo dos veces, me agache a cogerlo, y tuve una reacción de susto al ver lo que vi. Él estaba sin ropa, y mientras busca el porro en el suelo solo con el tacto, veía detenidamente, y con dificultad, lo que había delante de mí, un gran pene, envidiable para muchos, de unos 19 cm en estado normal y muy gruesa. Trague con dificultad, sin apartar los ojos de ella, hasta que Renoir alumbro el lugar con un encendedor. Creo que me descubrió viéndola, pero solo hice como que no encontraba el porro, levantándome rápidamente cuando ya lo había encontrado. Trate de olvidar el asunto, recordándome fuertemente todas las mujeres con las que había tenido sexo en mi vida. No soy gay, y no quiero serlo, pero ya no estaba seguro de lo fuerte de esas palabras.
Terminamos de consumir, y volvimos a donde estaban los gemelos hace un momento, pero no los encontramos. Sentimos risas y agua, y fuimos a la playa, allí estaban, bañándose y nadando tranquilos. Cuando salieron, si mi corazón no había perdido sus latidos, ahora de seguro lo hacía. También estaban desnudos, y mientras caminaban hacia mí, sus penes se movían libres, eran tan grandes como el de Renoir, pero algo más delgados.
Se recostaron a nuestros lados, y nos quedamos todos dormidos.
A la mañana siguiente, y con el sonido de grandes olas, me desperté. Ellos estaban durmiendo aun, y tuve mucha mejor visión de lo que tenían entre las piernas. Estuve largo rato observando los tres descomunales penes, y llegue a imaginarme si entrarían en mi boca estando en erección, dado que solo así, en estado normal, lo dudaba.
Fui a comprar algo para desayunar y los desperté. Comimos tranquilos y nos vestimos. Me invitaron a su casa, que quedaba ahí cerca, y amistosamente acepte. Llegamos al lugar, y quede boquiabierto. Una casa muy grande, con dos autos deportivos estacionados fuera de ella; atravesamos el portón grande y llegamos a la estancia principal. La casa era realmente grande y hermosa. Los gemelos fueron a tomar una ducha, mientras que Renoir y yo reíamos charlando en el living, mientras fumábamos con tranquilidad. Pero notaba algo de complicidad en su cara. Tras terminarnos cada uno su porro, y estando nuevamente muy drogados, me pregunto lo que opinaba sobre su pertenencia. Alabe su casa, y todo lo que había en ella, pero riendo me aclaro las cosas, tomando su paquete con sus manos. Me puse muy nervioso y alcance a decirle, con dificultad, que no lo había visto bien. Vaya tonto.
Se puso de pie y se sacó la ropa, dejándome nuevamente a la vista aquel gran enorme pene. Trague saliva muchas veces y dije que jamás había visto otro pene más que el mío, pero que comparándolos, tenía uno muy grande. Se acerco a mí y me puso su mano en un hombro, mientras, parado a mi lado, y yo sentado, me hablaba tranquilamente, apretando mi hombro como un masaje. De reojo veía como su pene pausadamente tomaba mayor tamaño; gruesas gotas de sudor recorrían mi frente, y no sabía cómo salir de ese momento, más aun sintiendo mi propio pene querer romper el traje de baño. Se separó de mí y volvió a sentarse, con su pene erecto y desafiante, con una gota de líquido pre seminal en la punta. Debía medir 22 cm fácil, y solo pensaba en tocarla y muchas cosas mas.
Renoir, sentado al frente mio, se masturbaba lentamente, invitándome a participar con su mirada. Encendi otro porro, y fume varias veces, hasta que era su turno. Me puse de pie y me sente a su lado, dándole el porro, el que recibió con la mano que tenia en su pene. Cuando lo recibió, acaricio toda mi mano, y un sentimiento de excitación recorrio mi espalda. El fumaba con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, y su pene se mantenía enhiesto; solo lo miraba, y me mordia los labios. Creo que ya no aguantaba mas, deseaba probarlo. Movi mi mano y muy lentamente la puse alrededor de su pene, pero sin tocarlo. Y lo vi. Seguia igual, sin ver, y fumando tranquilo. Decidido, cerre mi mano y lo rodee por completo; no la podía cerrar completa. Estaba desorbitado de excitación, y empece a masturbarlo muy lentamente, mientras su mano recorria mi espalda, aumentando la presión cuando esta estaba en mi cuello. Entendia lo que quería, y yo también lo deseaba, asique baje mi cabeza y literalmente me la trague. Chupe y mame todo su pene, por los lados, con la lengua, me lo metia en la boca, y todo eso sin dejar de masturbarlo muy rápidamente; la eyaculación era inminente, pero pensé que el me avisaría. Acariciaba sus grandes testículos y no me la saque en ningún momento de la boca; si bien solo alcanzaba a albergar su glande, hacia mi mayor esfuerzo por chuparla como, literalmente, jamas había hecho en mi vida. Su mano se puso en mi cabeza y, presionando, oleadas de semen inundaron mi boca, las que me pillaron por sorpresa, la misma que hizo que por un acto de inconciencia, tragara para evitar ahogarme. Trague todo el semen que me invadio, y me gusto, ese sabor agridulce y espeso era bastante agradable a mi paladar, y no dude en tragarlo completamente, hasta que los chorros cesaron, permitiéndome terminar la tarea limpiando su pene con mi boca y lengua.
Me recompuse y me sente bien en el sillón, y el me miraba con cara de deseo y excitación. Yo debía tener la misma cara, y nos miramos mutuamente por un par de minutos. Y como si hubiésemos estado conectados, nos besamos, un beso pasional, con lujuria y deseo, que hubiera deseado, no terminara nunca. Pero los ruidos en la cocina avisaban que ya se había acabado nuestro momento de estar solos en el living. Nos dirigimos a ella, y los gemelos preparaban algo de comer, con toallas rodeadas a sus caderas; se veían muy guapos, y ahí fue cuando entendí que mi visión por los hombres cambiaría radicalmente.
Continuara.
Qwertyxx.-