Lo que pasa cuando te olvidas el corpiño V
A mi regreso le conte a mi marido lo sucedido (una parte) y la propuesta que había recibido. Lejos de enojarse acepto la propuesta y me dio via libre para avanzar. Por otro lado mi jefe me sorprende con dos sobres....
La semana arranco como cualquier otra.
El lunes llegue temprano a la oficina decidida a seguir el juego con mi jefe. Fui vestida como lo hacía usualmente, por lo que no había nada que llamara la atención en mi casa ni en la oficina.
Mi jefe no apareció en todo el día, aunque me llamo para preguntarme un par de cosas laborales sin siquiera tocar el tema de lo sucedido en el fin de semana.
En un momento Jimena me manda un mensaje interno diciéndome, “te lo cogiste de nuevo, decime la verdad”. Le pedi que al medio dia fuésemos a almorzar asi charlábamos ya que nunca hay que confiar en la gente de sistemas..
Al medio dia fuimos a comer a un bar que hay a dos cuadras de la oficina. Lo primero que hice fue decirle de todo por haber escrito algo asi en el chat interno, sabiendo que cualquier de la gente de sistema puede tener acceso. Me pidió disculpas pero enseguida volvió al ataque. “dale forra, contame. No viaja nunca a Uruguay y justo viaja cuando vas vos.”. Lo primero que le dije fue que volví el domingo a la mañana, con lo que le confirme la teoría de que habíamos estado juntos allá. Enseguida note como los ojos le empezaban a brillar prestándome atención. Por un momento dude en contarle que previo a garcharme a mi jefe, y previo a enfiestarme con mi jefe y Sergio, me había garchado también a Sergio. Me sentía una puta y era una sensación nueva en mi. Dude en contarle todo pero en el fondo me sentía bien charlando con ella. Era como mi confidente. Con ella puedo charlar cosas que con mis amigas personales no puedo. Mucho menos con mi marido.
Comencé a contarle todo con lujo de detalles, como me garcho Sergio la noche del jueves, como me enfieste con Sergio y mi jefe la noche del viernes, y como empecé a ser “acompañante” de mi jefe la noche del sábado. Jime no lo podía creer. En un momento me interrumpió para preguntarme si era verdad o si la estaba boludeando. Después de escucharme atentamente me remato con una frase. “sos un genia total”.
Esto me dio un poco más de coraje y termine contándole que iba a acompañar a Alfredo al viaje a Alemania a fin de mes, y que iba a empezar a viajar con el más seguido haciendo “horas extras”. Termine confesándole el “arreglo” que había hecho con mi jefe. Creo que realmente la sorprendí. En un momento pensé que me había zarpado porque parecía aturdida, pero para mí tranquilidad volvió a regalarme una frase magistral. “después decime cuanto le vas a cobrar porque con mi novio podemos llegar a estar interesados”. Pero enseguida empezó a reírse así que no sé si me lo dijo en serio o en broma. Preferí quedarme con la duda…
Obviamente volvimos a firmar un “pacto de silencio”, y volvimos a la oficina.
En el camino me dijo algo que me dejo pensando. “Nati, le vas a contar a tu marido? Como lo vas a manejar?”. Hasta ese momento jamás se me había cruzado por la cabeza contarle a mi marido ni lo sucedido ni lo que iba a suceder. Es más, la idea de solo pensarlo me asustaba.
Pero también era cierto que la confianza que tengo con mi marido es enorme, y el no compartirle algo asi podría enojarlo mucho más que lo que ya había hecho. Esa tarde no pude casi trabajar, y por primera vez desde que se la había chupado a mi jefe en el auto comencé a sentir culpa. No culpa por haber sido infiel, sino culpa por el engaño y por querer seguir agrandando la mentira.
Antes de que Jime se fuese le pedí que se quedara ya que quería hablar un poco más con ella, y me ofrecí a llevarla con el auto.
En el auto enseguida empezamos a hablar de cómo podía encarar a mi marido para contarle lo que había pasado y lo que me habían propuesto. Estaba segura de que el solo hecho de contárselo iba a desencadenar una furia tremenda que podía terminar con el matrimonio. No solo le había sido infiel con dos hombres en dos momentos diferentes, sino que también me había acostado con ambos a la vez y había sido la “acompañante” de mi jefe durante un fin de semana. Ni pensar que diría si le llegaba a contar que me había ofrecido plata por acompañarlo en sus viajes. Jime me dio coraje y tome la decisión de hablar con mi marido.
Tenía que encontrar el momento, pero en casa siempre estaba el nene y no había oportunidad.
Esa noche después de cenar, y mientras el nene dormía aproveche para decirle a mi marido de salir a cenar la noche siguiente a lo cual me dijo que le parecía bien ya que hacía tiempo que no nos dedicábamos una noche juntos. Ya había hablado con mi mama y mi hijo iría a la casa de ella a dormir.
Al otro día mi jefe tampoco apareció, aunque volvió a llamarme dos o tres veces siempre para hablar de cosas laborales. Comencé a pensar que todo había quedado en Uruguay, aunque sabía que la vez anterior se había comportado de la misma manera.
Esa tarde llegue a casa temprano, arme el bolso de mi hijo y lo deje en lo de mi mama.
Volví a casa, me bañe, me arregle y mientras me maquillaba me prepare un Fernet ya que necesitaba tomar coraje para poder hablar con mi marido. Me puse un vestido floreado que tengo, bastante escotado y que sé que a mi marido le gusta. Obviamente sin corpiño y con una tanga bien chiquita de las que le gustan a él.
Llego mi marido, se bañó, se cambió y nos fuimos a un restaurant en la zona de San Isidro.
La cena fue de maravillas, charlamos, nos reímos, y nos empezamos a cachondear con cosas de sexo. La verdad es que tenía miedo de decirle lo que le quería decir y arruinar ese momento.
Después de tomarnos una botella de vino tinto entre los dos creí tener el coraje suficiente se lo dije. “Julian, hay algo que te quiero decir y no sé cómo empezar”. La mirada de mi marido se clavó en mis ojos y de pronto un escalofrió me recorrió el cuerpo. “me estoy acostando con Alfredo”. Mi marido conoce a mi jefe ya que alguna que otra vez se cruzaron, por eso lo llama por su nombre. Su mirada seguía fija en mis ojos y ni siquiera pestañaba. En ese momento hubiese preferido que me pegara una trompada o me puteara, pero nada. Ni se inmutaba.
Para romper el silencio seguí, “todo empezó por accidente, yo no lo busque, pero se fue dando y no dormir sin decírtelo”, “yo te amo, y esto fue solo sexo.”. En eso, yo ya estaba lagrimeando, y ahí fue cuando mi marido hablo por primera vez. “Nati, lo sospechaba. Estaba casi seguro de que me estabas cagando, o al menos de que lo estabas buscando. Te pensas que no me doy cuenta?. Vos viste como te vestís para ir a laburar?. Si no queres que te garche tu jefe probablemente queres que te garche otro. Que no te diga nada no quiere decir que no me de cuenta de las cosas. Y te juro que cuando me dijiste que tu jefe estaba en Uruguay me di cuenta de lo que pasaba”. No supe que decir. No sabía cómo continuar con esa conversación. Pero mi marido siguió. “no quiero entrar en lujo de detalles. Aunque me gustaría que me contaras todo prefiero en este caso quedarme con la duda. Pero decime la verdad y absolutamente la verdad. Te gusto?, Te arrepentís?”. Dude un segundo en que responder. La verdad era que me había gustado y mucho, y por ende no me arrepentía para nada. Ya estaba jugada y no quería mentir más. “si, me gusto, lo disfrute y no me arrepiento. Pero eso no cambia en nada lo que siento por vos.” Y seguí más lejos, “viste lo del viaje a Alemania?, Alfredo me quiere de acompañante, me quiere pagar por cada viaje en que lo acompañe”. La mirada de mi marido de pronto cambio la expresión. Notaba una mezcla de enojo con asombro. “que me queres decir?”. – “lo que entendiste Juli, mi jefe quiere que viaje con el como acompañante y me quiere pagar por eso”. La verdad es que mas de una vez habíamos fantaseado con que yo me transformaba en acompañante, o que me garchaba a un compañero de laburo, o a mi jefe, pero siempre fueron fantasías. Esto realmente descoloco a mi marido. Obviamente al ver su reacción lo primero que le dije fue, “igual no le confirme nada, le dije que lo tenía que pensar”. Era mentira, a mi jefe ya le había dicho que viajaba.
Acá es cuando mi marido me deja totalmente descolocada. “y vos que pensas Nati?, lo queres hacer?. Te gusta la idea?. Siempre fantaseamos con estas cosas, pero ahora parece que es cierto. Cuando le tenes que confirmar?”. Ahí entendí de que la idea le estaba gustando. Si bien no tenia en claro de como seguiría o reaccionaria, por lo menos el dialogo seguia abierto. “le tendría que confirmar si viejo esta semana, porque el viaje seria la semana próxima y no se el tema del pasaje si van a poder conseguirme. Vos me dejarías?.”- “Mira Nati, nosotros nos conocemos hace años. Esta charla solo la pueden tener matrimonios como nosotros. Otros ya se hubiese matado o divorciado. La realidad es que plata no necesitamos, pero nunca viene mal. Y en este caso encima a vos la idea te gusta. No digo que no me joda saber que mi mujer esta con otro hombre, pero no es algo nuevo. La única diferencia es que yo no voy a estar presente con en las veces anteriores”. En ese momento quería saltar por arriba de la mesa y darle un beso.
Seguimos charlando y empezamos a fantasear en como seria el viaje. Al principio no quise hablar mucho ya que nunca estuve segura de como iba a reaccionar o si algo podía llegar a molestarle. Mientras el hablaba pensé en contarle de Sergio y de como me había enfiestado con Sergio y mi jefe. Pero enseguida me convencí de que no sería buena idea. Me saque un zapato y por debajo de la mesa empecé a apoyárselo sobre su entrepierna. Mi sorpresa fue grande cuando note que estaba totalmente erecto. Ahí aproveche y empece a hablarle yo. Le pregunte si había algo que le molestara y me dijo que no. “la única condición es que cuando vuelvas del viaje me cuentes todo con lujo de detalles.” Le pregunte si llegado el caso podía acompañarlo en Bs As o a algún otro lugar, porque mi jefe me había dicho algo al respecto. En realidad yo con mi marido siempre hable del viaje a Alemania, pero mi jefe había sido claro cuando me dijo “empezar a viajar” lo que significaba más de un viaje. O lo mismo cuando me dijo de llevarme a algún evento en Bs As. Mi marido me dijo, “podes hacer lo que vos quieras. Te repito, la única condición es que después me cuentes todo. Y otra condición es que tengas cuidado si estas en algún lugar donde alguien te pueda reconocer. Nadie va a entender nuestro juego y van a pensar que nuestro matrimonio está roto”. Las instrucciones eran claras. Podía hacer lo que quisiese siempre y cuando fuese cuidadosa y totalmente honesta con mi marido.
En ese momento mi marido me dice, “Nati, estoy tremendamente excitado. Mostrame una teta”. Me empecé a reír porque no podía creer lo que me estaba pidiendo. Si bien mi pie estaba en su pija, por debajo del mantel nadie podía verme. Pero mostrarle una teta en un restaurant ya era mucho. La verdad es que no me agradaba mucho la idea, pero por otro lado no quería decirle que no al primer pedido de mi marido cuando acababa de decirle que le había sido infiel. Por suerte en el restaurant no había mucha gente al tratarse de un día de semana. Me percaté de que nadie me viera y en un movimiento deje una teta al aire. Mientras mi marido me miraba yo miraba para todos lados tratando de que nadie me viera. A los pocos segundos me tape y creo que nadie me vio. Por suerte…
El juego me gustaba. Es más, en más de una oportunidad lo habíamos hecho. En la playa cuando éramos novios jugábamos a que mientras tomaba sol se me “desacomodara” un poco la bikini así parte de un pezón quedaba al aire. Siempre lo hacíamos cerca de un grupo de chicos porque nos gustaba ver su reacción. Pero hacía tiempo que no hacíamos algo así. La maternidad había terminado con ciertos juegos que hacíamos antes.
Nos subimos al auto y automáticamente empezamos a matarnos. Parecíamos una pareja de adolecentes sin plata para el telo. Nos fuimos para casa y tuvimos el mejor sexo en mucho tiempo. Realmente lo pasamos muy bien. En un momento me empezó a lubricar la cola con el GEL que usamos siempre, y sentí cierta molestia. Se ve que aún me perduraban las secuelas de Sergio y el viernes. De todos modos no dije nada y terminamos teniendo sexo anal como si nada. En un momento me dice, “te gustaría que otro te rompa la colita putita?”. Obviamente le dije que si, aunque era algo que ya había pasado y el no lo sabía. En todo momento me preguntaba cosas similares. “vas a dejar que te acaben en la boca?”, “vas a tragarte toda la leche?”. “cógetelo con ganas y sacale lo que quieras”. Cada cosa que me decía y yo asentía podía notar como se excitaba. En un momento me di cuenta de que estaba por acabar por lo que me corre de manera tal de poder acabar en mis tetas y cara. Nos quedamos acostados un rato en la cama y enseguida me dice. “quiero que me cuentes todo lo que paso el fin de semana, como empezaste a acostarte con tu jefe”. La verdad es que mucho no quería contarle. El solo hecho de haberle contado la mitad ya me hacia sentir mal y ni que hablar el hecho de pensar que podía llegar a decirle algo que lo enojara.
Le conté como fue la primera vez, en diciembre después de la fiesta de fin de año. “Bueno, el hijo de puta no se puede quejar, ahora entiendo porque te quiere tanto”, me dijo.
También le conte del dia que me había olvidado el corpiño. Me dice, “como te gusta calentar a todos turra. Me gusta que seas asi, pero tene cuidado, nunca pases a ser vulgar.” Con lo cual me dejo pensando.
Después le conté que el viernes cuando llego mi jefe a Uruguay me hizo quedarme en su habitación, y le di lujo de detalles de cómo me garcho tanto el viernes, culo incluido, como el sábado. Obvio que en los detalles omití contarle que el jueves me había garchado a Sergio y el viernes a los dos juntos. Me pareció demasiado y que pondría en riesgo el lindo momento que estábamos pasando. Mientras le contaba todo note como se le volvió a parar la pija, por lo que tuvimos una nueva sesión de sexo. Esta vez yo acabe dos veces por lo menos y Juli quedo exhausto.
Al otro día fui a la oficina mucho más relajada. Sentía que había salido de la clandestinidad. Me había sacado un peso de encima. Lo primero que hice fue contarle a Jimena, quien se puso contenta de que todo estuviese bien.
A media mañana llego mi jefe, a quien hacía tres días que no veía. No sentí nervios, si intriga de cual sería su próximo paso. Durante el día no tuvimos ningún tipo de contacto hasta que a las 17:45hs me llama para que vaya a su oficina. En el transcurso de mi oficina a la de el se me vinieron mil cosas a la cabeza. Y estaba decidida a cualquiera de las que se me habían ocurrido. Desde chupársela debajo del escritorio, hasta dejarlo que me cogiera sobre el escritorio. Me pidió que cerrara la puerta y eso hice.
Me senté y nos pusimos a charlar de temas laborales hasta que ya no había nada mas de que hablar. En ese momento me pregunto cómo estaba y como había sido el regreso a casa. Como en los dos casos le dije que bien, aprovecho y disparo la siguiente pregunta. “sigue en pie lo que hablamos en Uruguay”. – Obviamente que le dije que sí, que estaba todo bien y que solo me dijera cuando viajábamos.
En eso saca dos sobres y los pone sobre el escritorio. Me dijo que no los abriera, que los viera cuando estaba sola. La verdad es que me mataba la intriga.
Aprovecho para piropearme y cuando parecía que estaba por proponerme algo le sonó el celular. Con un gesto amable me pidió que lo dejara solo. Acto seguido Salí de su oficina cerrando la puerta detrás mío con ambos sobres en la mano.
Como ya no había nadie en la oficina, ya en mi escritorio procedí abrirlos. En el primer sobre había un ticket aéreo a Berlín con fecha 25/02. En el segundo sobre $6000 pesos en efectivo y una notita que decía, “por Uruguay”.