Lo que nunca jamás sucedió VII: La esclava Aurora
Lo que nunca jamás sucedió. Parte VII: La esclava Aurora // La esclava revela su historia mientras atiende a Darío en un baño muy servicial.
Se recomienda leer los capítulos anteriores para seguir el desarrollo de la trama
LO QUE NUNCA JAMÁS SUCEDIÓ
PARTE
VII
:
LA ESCLAVA AURORA
Me despertó un olor embriagador, dulzón y, al mismo tiempo, exótico. Lo siguiente de lo que fui consciente era del sonido de un grifo que soltaba agua a bastante presión que provenía del baño de la suite que me habían asignado.
-
Pero qué coño… -me acerqué al baño, aún desorientado por la siesta.
Pero había merecido la pena despertarme. Al lado de la enorme bañera que coronaba el cuarto de baño estaba Aurora, arrodillada, con su mano metida dentro del agua para comprobar la temperatura. El olor almizclado provenía de ahí mismo. La bañera estaba prácticamente llena y ella creaba espuma
moviendo rítmicamente su mano al lado del
chorro del
grifo.
-
Señor… -Aurora se giró hacia mí
en el mismo espacio de suelo
, abrió sus piernas y colocó las palmas de sus manos bocarriba sobre sus muslos, agachando la cabeza, en posición de espera -Disculpe a esta esclava, no pretendía despertarle.
-
No… no pasa nada… -mi polla, como podréis adivinar, se endureció al instante. Tenía los pechos ligeramente mojados y nada me apetecía más que agarrar esos pezones y levantarla, apoyarla contra la pared y follármela contra ella -¿Qué es todo esto?
-
Mi Amo pensó que le vendría bien un buen baño y que usted lo disfrutaría, Señor. ¿No le gusta? -pude apreciar un tinte de desilusión en su voz, sin duda
se había
esmerado
por prepararlo mientras dormía.
Para aromatizar la estancia h
abía
puesto, sobre una base de madera,
una barrita de incienso a quemar
,
y me pareció que inspiraba sexo.
Bueno, en esos momentos, todo me inspiraba sexo.
Me estaba volviendo un obseso ¿pero qué me pasaba?
-
Sí, claro, pequeña ninfa… me
gusta mucho
.
-
Gracias, Señor. -Aurora sonrió, tranquilizándose. Estaba seguro de que quería estar a la altura, quizás no tanto por satisfacerme a mí que por satisfacer las expectativas de su Dueño, pero vaya que lo iba a aprovechar mientras pudiera -Creo que el agua está en su punto. He puesto una bomba de burbujas con
bergamota,
que tiene propiedades
relajante
s,
y algo de aceite de baño. Espero que le guste, Señor.
-
Me encanta… -Me fui desprendiendo de la ropa, dejándola en el suelo. Hice caso omiso a mi descomunal erección ya que me apetecía mucho relajar mis músculos, que habían estado en tensión las últimas horas
,
y metí un pie en el agua. Desde luego, estaba en su punto.
Cuando me hube metido entero en la bañera, Aurora cogió una toalla enrollada
y
la puso en el borde para que yo pudiera reposar mi cabeza. Todo mi cuerpo se relajó al instante y me sentía en la gloria. Solté un suspiro de placer. Ella se puso detrás de mí y, tomando una esponja, la iba empapando de agua y la soltaba sobre mi pecho. Me mimaba, cuidadosamente, tal que si fuera una esclava romana, esa vez sí, atendiendo a su Amo. Me volví a empalmar, pero aprendí a ignorarlo. Tan solo me la acariciaba, con aire distraído, mientras dejaba
que
Aurora hiciera su trabajo.
-
¿Me permite, Señor, que masajee sus hombros?
-
Cómo no, esclava… por favor, hazlo. Me vendría muy bien.
-
Gracias, Señor. -La ninfa cogió un botecito, untó aceite en sus manos y empezó a masajear mis hombros con
una sorprendente destreza
.
-
Joder, qué gusto. -Me seguía tocando, mientras ella hacía su magia con sus manos en mis cervicales,
en
el inicio de mi espalda y subía por mi cuello para masajear mi cabeza. Cerré los ojos y me dejé hacer,
absolutamente relajado. Parecía que todo el estrés de los últimos meses, la ruptura… mi familia… mi huida… mi descubrimiento en el porno… el arrepentimiento… la tensión… la proposición de Lucas…
saber que era su
mascota… mi imposibilidad para reaccionar… el descubrimiento de mis Demonios… se marchaba
con el
agua. Se volatilizaba con las manos de Aurora que se ocupaba de mí, de mi bienestar.
-
¿Puedo ofrecerle una fruta, Señor? -Me acercó un pequeño cuenco que contenía algunas frambuesas, fresas, uvas oscuras y frutos secos. Se posó a mi lado, con el cuenco
tomado con ambas manos por la base, ofreciéndomelo
, con su cabeza gacha
.
Serena. Dulce. Sumisa.
Joder. Ya sí, sin duda, me sentía como un
auténtico
rey.
El puto Amo.
-
Gracias, pequeña. -cogí un par de frambuesas y me las metí en la boca. Ella no se movió, ni aun cuando yo alargué mi mano y, en vez de tomar otra fruta, toqué su pecho, jugueteando con su pezón que reaccionó al instante. Exquisito. La miré, con intensidad. -Y dime… ¿siempre has sido una esclava?
-
¿Señor?
-
Que, como
es posible que,
una mujer como tú, acab
e
en esta situación. -Apreté su pezón y cogí su pecho con la mano abierta. Me cupo casi perfecto, y tengo una mano enorme. -Supongo que una no se despierta un buen día para ponerse a bañar a un desconocido en la casa de su Dueño.
-
Por supuesto que no, Señor. -sonrió. Apartó un poco sus brazos, manteniendo el cuenco sobre sus manos, para permitirme mejor acceso a sus pechos, que yo seguía amasando alternativamente. -Nunca pensé que todo esto fuera posible… sí que es cierto que tenía ciertos… deseos, a los que no ponía nombre. Fantasías de que mis parejas me hacían… cosas. -se sonrojó
-
¿Qué cosas?
-
Pues… -se mordió el labio. Se notaba que estaba turbada y que no hablaba a menudo de sus fantasías, pero me encantó verla así, vulnerable. Desnudándose. Contemplé su collar y pude apreciar marcadas en el borde una L&E en un prácticamente imperceptible relieve
. Que remarcaban su condición. La esclava Aurora
. -Que el sexo fuera más duro, me azotaran, me ataran en la cama… me volvía loca cuando alguno de mis novios me acorralaba contra la pared
y follábamos así
, sin dejarme escapar
. No sé, Señor…
-
Ya… -no quise presionarla más, al menos por el momento. Me gustaba la calma que reinaba. -¿Y cuándo descubriste que eres una zorrita que se moja sirviendo y dando placer a su Amo? Según tus propias palabras, claro… -sonreí. Sus pezones estaban increíblemente duros y, con mi otra mano, me masturbaba ya sin ningún reparo.
-
Bueno… mi último novio me introdujo en algunas cosas… le gustaba llevar el control en la cama y en otros temas. A veces me decía que me quitara las bragas en un restaurante. Otras me mandaba mensajes mientras trabajaba y yo tenía que mandarle fotos. Esas órdenes me volvían loca… Me excitaba hasta cuando él era quien me ponía el cinturón de seguridad en el coche, me decía que estaba atada y me tocaba mientras conducía.
-
Te tocaba…
¿
así…? -Metí mi mano entre sus piernas, que las mantenía abiertas como debía, y, como me esperaba, estaba empapada. El cuenco entre sus manos temblaba, pero no me apetecía que dejara de ofrecérmelo. Dejé de tocarme un momento y cogí una uva que me metí en la boca.
-
S… sí… Señor… así.
-
Estás empapada. Sigue contándome. -Le metí un dedo, lo saqué, y jugué con su clítoris, dando círculos a su alrededor como un momento
antes
había hecho con su pezón.
-
Pues… -jadeó- Unos meses después de dejarlo con mi último novio me puse a investigar.
Le puse nombre a mis fantasías… aprendí algo sobre la sumisión, mirando por internet.
Y
,
entonces
,
descubrí el local donde organizaban una fiesta BDSM, así que decidí ir a ver qué significaba todo aquello.
-
¿Tú sola?
-
Sí, Señor… ¿con quién iba a ir? No podía proponérselo a mis amigas. Les daría algo.
-
Entiendo… -froté su clítoris con dos dedos.- ¿Y qué pasó?
-
Pues… como le contó mi Dueño, allí estaban el Amo y la Ama. Supongo que me vieron
muy nerviosa ahí sola, que lo estaba. Todo era nuevo para mí. La gente iba muy arreglada, con corsés y ropa de cuero… algunos desnudos. Hombres con correa…
había
látigos, jaulas, fustas. Bueno, nunca había visto todo eso en vivo y en directo, aunque había leído mucho y visto muchas fotos. Les hice muchas preguntas -gimió cuando mis dos dedos se metieron hasta el fondo de su coño y los metía y sacaba deprisa, creando un chapoteo en ese lago que tenía entre las piernas-. Bebí bastante y eso me dio el valor para probar a jugar con ellos, allí mismo… ya no había mucho público, pero verme allí, con las manos atadas en unas cadenas que salían del techo y unos grilletes
de los
que no podía soltarme, mientras varios pares de ojos me veían…
-
Te puso como una moto… como ahora… -froté su clítoris.
-
S… sí…
ufff
… sí, Señor…
-
Ni se te ocurra correrte, putita. Sigue.
-
Bueno… pues
…
jugamos.
-cada vez le costaba más esfuerzo seguir hablando-
El Amo me azotó con varias cosas y la Ama me desnudó, jugaba conmigo. Me besaba… Bueno, fue muy intenso, Señor. Por… favor… pare o permítame correrme…
-
No, no te lo permito. -Paré y llevé mis dedos a su boca, estaba deseando hacer eso. -Chupa. -ella los lamió despacio, rodeando mis dedos con su lengua, como una auténtica meretriz. Pronto haría eso mismo en mi polla. -Sigue. Puedes dejar eso, no quiero más fruta. Pero quiero que me laves bien.
-
Gracias, Señor… -dejó el frutero a un lado y se masajeó un momento los brazos. Seguramente los tendría entumecidos por mantener la postura tanto rato. Después volvió a coger la esponja y la pasó de nuevo por mi pecho, despacio, con mimo, agachada sobre mí. Yo me masturbaba y, con la otra mano, tocaba sus pechos que colgaban casi entrando en la bañera. Me gustaba mirarla. -Como ya sabe, me invitaron a pasar el fin de semana con ellos… bueno, en realidad me invitaron a pasar la noche, pero la cosa se alargó… El Amo empezó a pedirme cosas que no eran exactamente sexuales, como servirle el desayuno,
no me permitía usar ropa, dormí en el suelo…
-
¿Duermes en el suelo?
-
Sí, Señor, a menudo. Normalmente sobre una alfombra a los pies de la cama del Amo y la Ama. Atan una cadena a mi collar y me permiten una manta para que no pase frío.
Aunque casi siempre el Amo me reclama en la cama, a lo largo de la noche o por la mañana.
Otras veces, si he cometido algún fallo, el Amo tiene una jaula que deja en el salón cuando estoy en su casa y he de dormir allí.
-
Vamos, que te ganas tus buenos castigos. Cualquiera lo diría, pareces una criatura muy dócil…
-
No siempre el Amo me castiga porque haya hecho algo, a veces es solo por su placer y para que no olvide cuál es mi lugar. Pero sí, Señor, a menudo me los merezco.
-
O te los quieres merecer, quizás. -sonreí cuando ella se sonrojó. Había dado en el clavo. Eso me hizo tener aún más ganas de castigarla… solo por mi placer. -¿Estás enamorada de alguno de ellos dos?
-
¿Señor? -Entonces me miró y clavó sus ojos directamente en los míos. Era la primera vez que lo hacía y me gustó ver sus ojos color miel en una mirada sorprendida, sincera
, transparente
.
-
Creo que no tienes permitido mirarme a los ojos, esclava. -Aunque, en verdad, no me importaba, pero era delicioso verla con esa cabeza permanentemente gacha
y sumisa.
-
Le pido perdón, Señor… es que… no esperaba su pregunta.
-
Bajó
la vista
, fijándola
hacia delante, justo
a
mi polla y, al momento, desvió
su mirada, nerviosa
.
Me gustó que se excitara mirando mi polla. Porque estaba
excitada
, de eso no me cabía duda.
-
No creo que los “es que” te libren a menudo de un castigo, ¿me equivoco?
-
No, Señor.
-
Bien. Responde, entonces.
-
No, Señor. No estoy enamorada de ellos. El Amo me está descubriendo muchas partes de mí que pugnaban por salir y que me moría de ganas de explorar. La Ama es una mujer
increíble
, que adoro como una buena amiga. Nunca había sentido deseos de una mujer y lo cierto es que no creo que sea bisexual. Pero todo surgió así, sin más… -se encogió de hombros, como si su explicación fuera de una lógica aplastante-. Pero no soy tonta, Señor… soy consciente de que esta situación tiene fecha de caducidad. Bien porque
yo desearé algo distinto, bien porque ya no podría ocupar el mismo lugar en su hogar. Pero siempre les tendré un cariño infinito… -sonrió- me han ayudado a ser más yo misma que nunca en mi vida. A ser más libre cuanto más les pertenezco.
-
¿Por qué dices que no
podrías
ocupar tu lugar en su hogar?
-
Bueno, Señor… me consta que mi Ama querrá tener un bebé en algún momento y, lógicamente, no hay lugar para una esclava y este tipo de situaciones para criar a un bebé.
-
Desde luego que no… -me hizo feliz saber que mi mejor amigo estaba pensando en tener un hijo. Me imaginé a un pequeño Lucas, un terremoto rubio para dar por culo a su padre y no pude más que compadecerme de mi amigo. O no, la verdad. -Entonces ¿por qué haces esto?
-
Porque lo disfruto, Señor. El Amo ha sacado de mí mi esencia, mis anhelos, mi naturaleza. Es justo y estricto. Cada una de sus normas, de sus órdenes, se clavan en mi piel y en mis sentidos. Todo es emocionante y estoy descubriendo una sexualidad a su lado que jamás imaginé que podía vivir.
-
¿Tiene muchas normas?
-
Infinidad, Señor -sonrió- Y se acuerda de todas y cada una de ellas. Al mínimo descuido, el Señor se saca el cinturón y me recuerda mis fallos. Cada vez que se lleva la mano al cinturón, tiemblo… aunque no haya hecho nada, pero me recuerda a las veces en las que me castiga… generalmente al momento. Pero me encanta el control al que me somete, me hace sentir que siempre soy suya, aun cuando no estoy con él.
-
¿Por ejemplo?
-
Hmmm
… pues… todos los días he de darle los buenos días y las buenas noches. Bueno, ya sabe que tengo prohibido usar ropa interior
cuando estoy con él
… pues generalmente lo hago a diario -me volví a empalmar-
. No puedo correrme o tocarme sin su permiso. Tampoco salir de viaje si él no me lo autoriza. He de informarle sobre mis horarios…
-
Eso es bastante restrictivo. ¿No te resulta duro?
-
Mi adiestramiento fue muy duro, Señor. Soy muy orgullosa y notaba como el Amo iba tomando de mí todo lo que le apetecía. Mis derechos, mi libertad. Me costaba entender sus normas, sus órdenes o sus castigos. A menudo me resistía a aceptarlos y, entonces, me los llevaba doble. Pero a medida que restringía mi libertad, me sentía más libre. No tengo que pensar, salvo en nuevas formas de complacerle, y, generalmente, tengo demasiada responsabilidad
en mi día a día
por lo que me encanta poder liberar esa parte. El Amo no interfiere en mi vida personal, con mi familia, mis amigos o mi trabajo. He de informarle de lo que hago, claro, pero es parte de lo que yo he aceptado. Y, una vez
que
he interiorizado todo lo que me hace sentir, una vez
que
su yugo se ha hecho presente sobre mis sentidos
, poseyéndolos
, no, Señor, no es duro. Es excitante…
-
¿Y tu Ama? ¿No tienes normas de ella?
-
Soy propiedad de mi Dueño, Señor. Mi Ama lo acepta y me usa por expreso deseo del Amo, pero a ella no le gusta llevar su Dominio sobre mí, salvo en la parte más sexual. Soy, sobre todo, su amante. Y su amiga. Es maravillosa y la admiro muchísimo. Me ha ayudado mucho a entender todo lo que sentía y me ayuda también a comprender al Amo, me da ideas para sorprenderle juntas, para complacerle. En ella encuentro mi equilibrio en
la evolución
de mi esclavitud
y todo lo que ello implica
.
-
Ya veo… -me gustó escucharla. La comprendía mejor y pude intuir que, en verdad, era una mujer con carácter. Cirujana torácica me dijo Lucas. Así que tenía un trabajo con un enorme nivel de estrés y responsabilidad. Yo también lo tenía pero no sentía ningún deseo de ser sometido para equilibrar mis facetas, más bien todo lo contrario. Aunque, en verdad, siempre había estado sometido en mi vida: a mi familia, a mis obligaciones, a todo lo que habían decidido por mí.
Tal vez por eso sentía esa necesidad de Dominar que pugnaba dentro de mí. Q
uizás no éramos tan distintos…
y
su historia me ayudó a comprenderme mejor.
-
Esclava, termina de limpiarme, empiezo a tener frío.
-
Sí, Señor…
-
Ven… empieza por aquí. -Saqué mi pene, duro como una roca, por encima del agua y la agarré de
la cabeza con firmeza, para dirigirla a mi polla. Ella abrió los labios y, en el momento justo cuando los sentí mamándola, mi Demonio tomó el control. La empujé hasta el fondo de
su
garganta, tomándola firmemente del pelo, y le hundí la cabeza dentro del agua, amorrada a mi polla. La dejé ahí unos segundos hasta que ella empezó a retorcerse y la dejé respirar
, sin soltarla del pelo
. -¿Qué? ¿No querías atenderme en el baño? Pues haz bien tu trabajo…
-antes de que pudiera responder, le volví a meter la cabeza en el agua, encajándole la polla hasta
el fondo
. Repetí la operación varias veces. Me estaba encantando esa sensación de poder, esa capacidad de hacerla sufrir… algo en ella desataba en mí una parte cruel que hasta yo desconocía… pero cada vez que
sacaba su cabeza del agua y ella empezaba a toser, lloriqueando, me la ponía aún más dura.
Me apiadé de ella, o tal vez es que necesitaba otras atenciones más… interactivas. La solté y me dieron ganas de cruzarle la cara de un bofetón cuando me dedicó una mirada airosa, apenas un instante, antes de coger una toalla para secarse la cara con ella. Bueno, quizás me l
o
merecía. Sonreí,
sintiéndome un cabrón (un cabrón con suerte de tener a esa hembra arrodillada),
y me senté para quitar el tapón de la bañera. Me quedé ahí, esperando a que se vaciara y la miré cuando volvió a arrodillarse
, mientras
calmaba esa rabia que se notaba
por cómo controlaba el ritmo de
su respiración.
-
Chst
, separa las piernas, esclava. No soy tu Amo, pero ahora mismo estás para mí, así que no te olvides de lo que eres. No me va a temblar el pulso. -Separó las piernas y comprobé su humedad. Empapada, claro. -No te cabrees tanto, zorrita… estás chorreando… y por todas partes. -
M
oví
mis dedos dentro de ella
y gimió.- ¿Ves? ¿Te has corrido después del espectáculo que has dado en el salón?
-
No, Señor…
-
Bueno, quizás
,
si te lo ganas, remediaremos eso pronto. -Me puse de pie cuando la bañera quedó vacía y abrí el agua de la ducha para quitar los restos de espuma en mi cuerpo-. Ven, entra aquí conmigo. Ponte de rodillas delante de mí.
-
¿Señor? ¿Qué va a hacer? -No sabía qué le estaba pasando por la cabeza
, su tono parecía incluir cierta sensación de alarma
, pero quizás era mejor
no saberlo, no fuera a ser que
me diera ideas.
-
Bueno, ya está bien de preguntas. No es asunto tuyo lo que vaya a hacer. Es más, lo harás tú. Me vas a limpiar bien, que para eso estás ahí, ¿no? -
respiró,
aliviada
de que no le fuera a pedir lo que fuera que sospechaba, y
se puso de pie, entró en la bañera y se arrodilló delante de mí.
-
Empieza por mis pies, lámelos bien. -
Ufff
… no puedo
explicar
el placer que sentí cuando esa mujer se agachó para lamer mis pies. Una mujer de bandera, sin duda, reducida a lo más bajo pero, de nuevo, cualquiera diría que no era una reina. Su culo se levantaba frente a mí mientras notaba mi lengua mostrándome un respeto que no merecía. Pasó de un pie al otro y repitió la operación. Cuando en ese posó un beso suave, extremadamente dulce, además de sentirme como un Dios, mi polla cobró vida propia.
Subió con sus manos por mis piernas y, cuando llegó a mi polla, la acogió entre sus labios y jugueteó con su lengua a lo largo de ella. El agua seguía cayendo, tibia, sobre nuestros cuerpos y yo me dejé hacer. Su lengua se movía de un modo que jamás antes hubiera sentido sobre mi polla. La iba rodeando mientras se la tragaba, hasta el fondo, mientras, con su mano, acariciaba mis huevos con las uñas. Se retiraba arrastrando sus labios
, presionando con ellos y jugueteando con la lengua. Joder. No quería correrme
tan pronto, ya que quería hacerlo
dentro de ese culo en cuanto saliera de la ducha.
-
Para, puta, he dicho que me limpies, no que me hagas una mamada. Ya sé que te encanta
, pero
tranquila
,
que tendrás polla para rato. Lame mis pelotas. -Sí, había sido yo quien se lo había ordenado, pero casi me corrí cuando su lengua pasó por mis huevos, ahí arrodillada debajo de mí, entre mis piernas. No os puedo describir la imagen que veía yo desde mi posición, porque es imposible. Ni lo que sentía, pero vamos, era algo muy cercano a morirse de gozo. La aparté un momento de
mí
y me di la vuelta, agachándome casi sentado sobre su cara. Ella esperó. -¿Qué? ¿Tú no te lavas el culo cuando te duchas o qué? Vamos, a lo tuyo.
Madre mía qué boca. Qué lengua. Qué gusto. Apretó la cara en mi culo y lamía, rodeándolo, metiendo su lengua dentro y no pude evitar volver a tocarme. Eso estaba siendo muy duro. Duro como tenía yo la polla. Me abrió con sus manos para tener pleno acceso y limpiaba mi culo con mucha habilidad. Pa
s
aba toda su lengua, mientras el agua seguía cayendo.
-
Tócate… quiero que te toques mientras me comes el culo. Pero no tienes permiso para correrte.
Sí, me estaba condenando a mí mismo a una corrida sin remedio. Y tendría que buscar otras maneras de entretenerme con ella hasta empalmarme otra vez. Me había corrido tantas veces esa noche y ese día que quizás ya no me quedara una sola gota, pero no creía que fuera a ser muy difícil que me la volviera a poner así de dura. No sabía de dónde me salía esa capacidad para estar todo el día con la polla como un mástil, pero vamos, no sería yo quien se quejara si
iba a tener a esa esclava
a mi servicio esa noche. Pude notar sus suaves gemidos mientras seguía lamiéndome el culo y yo me pajeaba como un loco. Cuando estaba a punto de correrme, me di la vuelta.
-
Levanta la cara, esclava. -Me corrí en su cara
y
en sus pechos, con un suspiro de placer. Qué bonita estaba llena de mi leche. -Vamos, que nos vamos a arrugar. Enjabóname, rápido y límpiate tú. Luego quiero que me esperes de rodillas al lado de mi cama.
Todavía no he terminado contigo.
¿Termin
ar
? Apenas acababa de empezar.