Lo que nunca jamás sucedió V: Negocios y Placer.

Lo que nunca jamás sucedió. Parte V: Negocios y Placer // Lucas tiene un negocio que proponer "Pero antes de contaros más, necesito concentrarme bien… y no me concentro mejor que usando a mi puta".

Se recomienda leer los capítulos anteriores para seguir el desarrollo de la trama

LO QUE NUNCA JAMÁS SUCEDIÓ

PARTE V: NEGOCIOS Y PLACER

Identifiqué sus jadeos antes de llegar al salón. Cuando entré en la estancia, lo primero que vi fueron los pechos de Aurora botando deliciosamente delante de la cabeza de Arturo, que apenas se asomaba por el respaldo del sofá. Él los chupaba cuando bamboleaban frente a su cara, los mordía y bufaba de gusto.

-       Muy bien, puta… así… qué bien te mueves…

Tomé asiento en el mismo sillón que había ocupado la noche anterior y disfruté del primer plano de aquel cuerpo menudo moviéndose encima de Arturo, que la agarraba con fuerza del culo. Sabía moverse… tenía un ritmo preciso, constante, hecho para el vicio. Para el placer. La hebilla del cinturón de Arturo creaba un constante tintineo de sus pantalones bajados hasta los tobillos.

Esas caderas eran hipnóticas. Se movían hacia delante y atrás, mientras ella se agarraba al respaldo del sofá y le ofrecía sus pechos llenos a ese amante inesperado. O quizás no tan inesperado.

-       ¿Quieres? -Arturo asomó la cabeza sobre el hombro de la esclava, le abrió las nalgas y me ofreció su culo.

-       Gracias, estoy bien… -respondí, con la palma de mi mano hacia arriba, como quien rechaza repetir plato cuando ya estás lleno. No porque no tuviera ganas… nada más lejos de la realidad. Pero estaba disfrutando de verla follar. Estaba disfrutando de la pasión desatada que mostraba cuando se agarraba esas peras con sus manos, clavándose esas uñas rojo carmín, y ofreciéndole a Arturo su pezón para que lo mordiera con ganas. Y ella gemía. Además, no me apetecía compartir follada con Arturo, para algunas cosas tenía ciertos reparos con desconocidos.

-       Tú mismo… no seré yo quien desaproveche a la zorrita.

-       Ni yo tampoco… créeme. La aprovecharé muy bien. Así que, mejor, aprovéchate mientras puedas.

-       ¿Has oído, zorra? -le amasó el culo y se la clavó con fuerza- Has tentado al amigo de tu Dueño… y eso que no es fácil que se apunte a una fiesta.

-       Hay cosas que cambian, Arturo…

Lucas entró entonces, con aire sonriente al ver el ambiente que reinaba en su salón, tal y como a él le gustaba. Lleno de vicio. De perversión. De pecado. Y se le vio satisfecho de verme ahí sentado cómodamente, llevando mi mano a acomodar mi descomunal erección.

-       Bien… veo que estáis los dos aquí. Porque tenemos que hablar de negocios… Hola, putita mía, qué bien te veo… -se acercó al sofá donde Aurora seguía moviéndose sobre Arturo, dándole placer, gimiendo y follándole con maestría. Le amasó un pecho y se llevó la mano a la bragueta -Vamos, chúpamela un poco mientras mi amigo termina contigo…

-       Pues… no sé si te va a dar… para mucho… -el aludido gemía, acoplándose a la esclava que se retorcía sobre su polla -voy a… correrme… de un momento a otro. Qué pedazo… de puta tienes…

-       Claro, ¿qué esperabas? -mi mejor amigo se sacó el pene, duro, sobre el pantalón y Aurora se amorró a él, mucho más que dispuesta a darle placer a su Amo. Le agarró la polla y empezó a chupar. Podía ver cómo su cabeza se movía de un lado a otro engullendo ese rabo con auténtico deleite. Se la tragaba entera sin esfuerzo mientras seguía moviendo sus caderas y apretaba sus pechos en la cara de Arturo. Yo me acariciaba encima del pantalón y varias ideas se iban acumulando en mi mente.

-       Ahhhh… toma, tómala toda, así, exprímeme la polla, puta. -Arturo levantó a la esclava cogiéndola del culo y, con las últimas acometidas, se corrió.

Lucas, sin dejar de sonreír, encantado de la vida, se guardó su polla en el pantalón y se sentó en el sofá. Arturo apartó con cuidado a Aurora de encima de él, dándole un mordisco en el pecho y las gracias por el placer, para desaparecer a tirar el condón usado y a asearse.

-       Refréscate un poco y prepáranos un aperitivo con tres vermús, Aurora, por favor. Tenemos que hablar de cosas serias.

-       Sí, mi Señor. -la esclava desapareció en un instante, presta a cumplir las órdenes.

-       ¿Y Elga? -quise saber yo. No la había visto en toda la mañana.

-       Se ha ido a comprar comida, quiere prepararnos una paella. Le sale espectacular, ya verás. -se besó los dedos índice y pulgar unidos.

-       Pues vamos a comer a las tantas… -miré mi reloj. Las 13:00 horas.

-       ¿Tienes prisa? -Lucas enarcó una ceja, como diciendo si tenía algo mejor que hacer.

-       Ninguna, solo algo de hambre… no he desayunado.

-       Porque eres un imbécil que estaba ahí mirando las musarañas... Sí, la verdad es que Elga pretendía salir antes, pero… qué puedo decir, la entretuve. O, más bien, me obligó a entretenerla. Me provocó en la ducha y no pude hacer más que darle un pequeño escarmiento, follándole el culo y, como la dejé a medias sin correrse, la muy zorra llamó a Aurora para que terminara lo que yo había empezado. Creo que se corrió tres veces antes de quedar satisfecha. -Entonces recordé el grito insistente de Elga que escuché desde la cocina y me reí para mí mismo. -Mi esclava está preparando el aperitivo, así que seguro que puedes saciar tu hambre

-       Sí, estoy seguro de que tu esclava me ayudará a saciar mi apetito… al menos en parte. -sonreí

-       Vaya, vaya… Dariíto. ¿Alguien se está animando a entrar en acción?

-       Sí, puede ser. Alguien me ha hecho recordar viejos tiempos que tenía olvidados.

-       Jajajaja ¡Ese alguien tiene que ser un tío cojonudo!

-       Es un hijo de puta con suerte.

-       Espero que, además de suerte, haya hecho algunas cosas bien. -Lucas sonrió, encantado de conocerse.

-       Bueno, ¿qué es eso de hablar de negocios? -Arturo regresó, repeinado y con los pantalones puestos, para mi alivio, ya que no me apetecía mucho seguir viéndole las pelotas. Se sentó en el mismo sofá donde acababa de follarse a Aurora, relajado y satisfecho.

-       Bien… tengo una propuesta para vosotros.

-       Tú dirás. Si es indecente, sí, me quedo con tu esclava. O con tu mujer. O con las dos.

-       No podrías con las dos ni en tres vidas. Se te comen vivo y me suplicarías de rodillas que me quedara con ellas, te lo aseguro -rio Lucas. -Pero no, no tengo ningún interés en comerciar con mis mujeres que hasta yo tengo moral.

-       Ligera, si me lo permites. -apunté, continuando la broma.

-       Jajajaja sí, ligera, sin duda. Pero con límites.

-       Era una broma. -Arturo parecía avergonzado. O algo parecido.

-       Coño, Arturo, ¡ya lo sabemos! Pero lo de que harían de tu vida un auténtico infierno no era ninguna coña…

-       Sí, lo imagino. Me acabarían haciendo su esclavo. ¡Y no estoy dispuesto a comprobarlo!

Aurora apareció en ese momento, para salvar a Arturo de su apuro. Me hizo gracia imaginar como esa criatura, que era la expresión misma de la obediencia mientras servía un delicioso tentempié sobre la mesa y nos acercaba tres vasos con un vermú oscuro recién preparado, podría esclavizar a Arturo. Aunque ya empezaba a aprender la lección de no dar nada por supuesto y, de pronto, empecé a estar intrigado sobre la verdadera forma de ser de Aurora.

-       Bien… vamos al lío. -Lucas manoseaba un pecho de Aurora quien, bien aprendidas sus lecciones, se había arrodillado a los pies de su Dueño. -Como os he dicho, tengo una propuesta para vosotros… quiero montar un negocio y, en ese negocio, quiero que vosotros seáis mis socios.

-       ¡Coño! ¿Tus socios? ¿Los dos? -A Arturo casi se le cae el trozo de queso al suelo por la sorpresa. Yo aproveché también para llenar el buche, que estaba famélico.

-       Sí, le he dado muchas vueltas esta noche. Ya lo tenía en mente, pero lo tengo más que claro. Y estoy convencido de que haremos un tándem cojonudo.

-       ¿Qué tipo de negocio? -Quise saber, con la boca medio llena. No es que tuviera mucho interés en dejar mi apacible zona de confort ni un trabajo que me daba mucho más de lo que necesitaba para vivir con opulencia, pero ¿qué podía perder escuchando?

-       Me alegra ver que no lo rechazas de antemano, Darío. Quizás después de todo sí que haremos un hombre de ti -se burló Lucas-. Pero antes de contaros más, necesito concentrarme bien… y no me concentro mejor que usando a mi puta. Esclava. -miró a Aurora, serio.- En posición de uso, ahí. Ahora. -Señaló el reposabrazos del sofá.

Antes de que terminara de dar su orden, ella ya se había puesto en pie, como si su voz levantara un resorte en ella que la hiciera moverse, se tumbó sobre el reposabrazos del sofá, con el culo en pompa, abrió completamente sus piernas, ofreciéndole sus orificios, y colocó sus brazos a su espalda, juntando sus antebrazos.

-       Muy bien, pequeña… así me gusta… -Lucas se puso de pie detrás de ella y hurgó en su coño, comprobando su humedad -Me encanta que siempre estés preparada para mí, ¿estás lista para ser usada, esclava? -como única respuesta, ella gimió, retorciéndose de placer. Entonces Lucas, con una sonrisa de suficiencia en su rostro, se dirigió a nosotros -Espero que no os importe… me gusta tenerla en caliente mientras hablo de negocios y es una gozada tenerla en este coñito…

-       Nada, hombre, tú a lo tuyo… -rio Arturo. Pero a mí me iba a costar concentrarme con esa empalmada descomunal. Joder. No sabía lo que iba a contarme Lucas, pero estaba convencido de que tendría que volver a explicármelo después de ser yo quien usara ese coñito.

-       Perfecto… -Mi amigo se llevó la mano a su bragueta y, liberando su polla, agarró los dos brazos juntos de Aurora y empezó a clavársela despacio. Ella movió las caderas y jadeó. -Shhhh… silencio, puta. -Le dio un fuerte azote en el culo. -Esto no es para que tú goces. Eres solo un objeto que me va a ayudar a concentrarme para charlar de temas serios con estos Señores… y las cosas no hablan. Así que no quiero oírte emitir ni un sonido, ¿me has entendido?

-       S… sí… sí… -Aurora hacía un esfuerzo por controlar sus jadeos.

-       ¿¡Sí, qué, esclava?! ¿Se te ha olvidado la educación de repente? ¿Necesitas que mi cinturón te lo recuerde?

-       N… No… No, mi Señor… sí, mi Señor… quiero decir, mi Amo… -Lucas rio ante el balbuceo de Aurora, que no sabía si responder bien a la primera pregunta o responder a la segunda. Arturo también sonreía, encantado, aunque en ese momento era yo quien tenía mejor vista de todo. Me toqué por encima del pantalón.

-       Cállate, anda… -De un solo empujón se la clavó entera y Aurora tuvo que ahogar su grito de placer mordiendo un cojín. Luego, Lucas empezó a moverse despacio, y apenas se escuchaban murmullos quedos, ahogados en el cojín. Sin duda, Aurora estaba haciendo un esfuerzo enorme por no gemir. Pude atisbar, en un momento en el que levantó el rostro para respirar, su cara contraída por el dolor que le provocaba controlar su placer. -Hay que enseñarle su condición… y que ella está aquí para mi placer, no para el suyo… que lo tiene, sin duda, a todas horas… pero cuando a mí me apetece, no cuando ella quiere. -Le dio varias embestidas fuertes, para corroborar sus palabras, y entonces la agarró por las caderas y se movió despacio, en círculos, con su polla clavada en el coño de la esclava. -Ahhh… así sí… ahora da gusto… ya puedo contaros mi idea.

Madre mía. Nunca había tenido una “reunión de negocios” de esa guisa. Pero no tenía queja. Solo mejoraría si pudiera “concentrarme” de igual modo que mi amigo.

-       Bien… quiero montar una empresa de inversión. No os estoy descubriendo el fuego, desde luego, pero creo que ese tipo de trabajo puede ser muy creativo, además de lucrativo, claro. Tenemos que buscar diversas fórmulas para establecer los mejores canales de inversión del mercado primario y secundario, ofreciendo los valores más seguros para nuestros clientes… -seguía moviéndose despacio, entrando y saliendo del cuerpo de su esclava que se mantenía, obediente, en silencio, ahogando su respiración en el asiento del sofá. -Veréis, creo que podemos utilizar bases de datos de redes sociales, anónimos, claro, para detectar las tendencias, las oportunidades. Básicamente, los deseos de la gente… y ponérselo en bandeja a los que tienen la pasta.

-       Suena interesante… -No conseguí entender cómo Arturo había captado una sola palabra de lo que decía Lucas. Pero, al parecer, su autocontrol era envidiable o quizás es que, como acababa de descargar, su polla le daba el respiro que no me daba la mía. Pero vaya, que yo no podía más que ver ese cuerpo abierto para el placer de su Dueño y los quejidos que apenas profería, obligada a permanecer en silencio.

-       Sí, ¿verdad? Con tu olfato para las inversiones, mi lista de contactos y el coco de Darío para los números… haríamos un buen equipo.

-       ¿Eh? -cuando oí mi nombre miré a mi amigo sin entender de qué me estaba hablando. Sí, ninguno de los que ahora me leéis hubierais estado prestando atención con el dolor de huevos que tenía por la necesidad de descargar sobre la cara de dolor y placer de la muchacha que se beneficiaba mi amigo.

-       Jajajaja… el cerebrito no puede pensar. Su polla no le deja, está desesperado por metérsela a Aurorita -Arturo me miraba divertido.

-       Ya veo… así no hay manera de hablar de negocios. -Tiró del pelo de su esclava y ella levantó la cabeza, mostrando sus pechos levantados, ofrecidos. Arturo se relamió ante la imagen, mientras Aurora se mordía el labio para no gemir por las embestidas de su Amo. Le habló muy cerca de su oído pero entonando lo suficiente como para que lo oyéramos todos- ¿Qué te parece? Mi amigo te presta más atención a ti, una esclava, que a lo que le estoy contando. Y puede ser la oportunidad de su vida. Muy mal, eh… -chasqueó la lengua.

-       ¡Pero cómo te voy a escuchar si me va a reventar el pantalón! ¡Eres un cabronazo!

-       ¿Ves? Ni caso me hace… -seguía hablándole a Aurora, como si no fuera él quien estaba provocándome tal sufrimiento. -Me parece que vas a tener que aprender la lección de no distraer a mis invitados cuando no debes… -sonrió, perverso, y se agarró la polla. Se puso delante de su cara. -Chupa. Lubrícala bien, ya sabes… -Aurora abrió la boca y Lucas se la encajó de un golpe, agarró su cabeza y le folló esa boca sin piedad. Se escuchaba el sonido de su garganta tragando ese trozo de carne, aunque yo sólo veía la camisa de Lucas cubriéndole el culo (por suerte) y sus pantalones bajados. Pero ese sonido “aghnf… agnch… aghnf…” era inconfundible. -Muy bien, puta… ahora, ábrete el culo…

-       Mi Señor… -A punto estuvo de protestar, pero ahogó su queja pronunciada en apenas un susurro, mordiéndose el labio, pegando su cara al sofá y, resignada, obedeció, abriéndose los cachetes de sus nalgas, preparada para el siguiente uso.

-       Levanta más ese culo, zorra… -obedeció- así… -Lucas empezó a clavársela en el culo, despacio, pero era demasiado para que Aurora no emitiera ni un solo sonido y empezó a jadear. -¿Qué te he dicho? -Le dio un fuerte azote- Ni un sonido quiero oír, estamos en medio de una reunión. ¿No tienes respeto? -Se encajó de nuevo en su culo y ella volvió a proferir un gritito.

-       Lo… lo siento… mi Señor… me… duele.

-       ¿Y eso es mi problema porque…? -Se clavó nuevamente. Apenas le había metido la punta y unos centímetros más. La esclava ahogó un grito mordiendo el sofá -Bueno… venga… -se compadeció- Arturo, ¿puedes pasarme el bote de lubricante que hay en esa mesita que está detrás de ti? -Lucas señaló a un aparador con un cajón que se encontraba justo a la derecha de él.

-       Cómo no… -Arturo se levantó, sacó el bote de lubricante del cajón que le había indicado Lucas y se lo acercó. Después, en vez de volver a su asiento original, se sentó en el sillón, justo al lado de la cara de la esclava.

Lucas sacó la polla del culo de Aurora, y soltó un buen chorro de lubricante en su culo.

-       ¡Ábrelo más, zorra! -le dio un azote que la impulsó hacia delante. Arturo le acariciaba la cabeza, con aire paternal. Aurora obedeció, se abrió el culo con ambas manos y levantó más su grupa, ofreciéndosela a su Dueño. Lucas le metió dos dedos en el culo, empapados de lubricante. -Así, ¿mejor ahora para que lo soporte la princesita? -Su tono sonaba burlón, mientras movía sus dos dedos dentro del culo de la esclava.

-       Sí… -gimió- Gracias, mi Amo…

-       Lo que hay que hacer… Si hubieras sido mi sierva en plena época medieval no tendríamos tantos miramientos para usar lo que es nuestro, ¿sabes? -Siguió moviendo sus dedos y, cuando su culo estaba bien lubricado, metió esos mismos dedos en su coño. -Joder, puta… estás chorreando… -Aurora cometió el error de gemir cuando Lucas empezó a meter y sacar sus dedos rítmicamente, mientras frotaba su clítoris. Los sacó y le dio tres fuertes azotes. Aurora gritó. Le dio otro más y, entonces, reprimió su grito. -¡Si vuelve a salir un solo sonido de tu boca te la clavo de golpe en ese culo! O, mejor, te meteremos dos pollas en el coño hasta que aprendas a guardar silencio cuando tu Dueño te usa, ¿está claro?

-       S… sí, mi Señor…

-       Y como se te ocurra correrte… como se te pase siquiera por la cabeza la idea de correrte… -Lucas volvió a su invasión en el coño de Aurora, metía sus dedos con fuerza, mientras estimulaba su clítoris. Ella callaba, no sin un esfuerzo increíble, con el rostro contraído. -…si noto siquiera que estás cerca de hacerlo, te pongo el cinturón de castidad y no te lo quito hasta que no se te borren las marcas del cinturón sobre tu culo y, créeme… te lo iba a marcar mucho.

Joder. No sabía cómo era un cinturón de castidad (ni siquiera sabía que todavía existieran esas cosas), pero la idea me había puesto tan cachondo que ya me dio igual que Arturo y Lucas estuvieran presentes. Abrí mi cinturón y desabroché el pantalón para meterme la mano dentro de mis bóxers. Me toqué, despacio, disfrutando de lo que veía. Vale, no estaba participando. Pero lo cierto era que estaba viendo en vivo y en directo cómo mi amigo dominaba a su esclava, que sin duda yo necesitaba aprender. El tono de su voz, inflexible, directo, preciso. Esa manera de llevarla al límite del placer y del dolor. Volviéndola loca. Queriendo más. Deseosa por más. ¿A eso se refería él con follarle la mente?

Mi amigo dejó de torturar a la pobre muchacha, imagino que porque era consciente de que, si seguía por ese camino, ni siquiera ella podría evitar correrse por mucho que él se lo ordenase. Echó un chorro de lubricante en el culo de Aurora y otro en su polla, para metérsela despacio, sin prisa, deslizándose dentro de ese ano que se abría para él. Que le pertenecía. Ella no emitió ni un sonido.

-       Bien… por dónde iba… -Volvió a prestarnos atención a Arturo y a mí, mirándonos alternativamente. Sonreía, ufano, lleno de poder. Agarró las caderas de Aurora y volvió a su movimiento lento, metiéndole y sacándole la polla del culo sin ninguna prisa. -Ah, sí. Que quiero que seáis mis socios. No os pido que dejéis vuestros trabajos… al menos no por ahora. Podemos ir despacio, diseñando el proyecto, los fines de semana o en el tiempo que tengamos libre. Montamos una sociedad, una SL son mil pavos cada uno, os gastáis eso en champange cada mes.

Arturo seguía acariciando la cabeza de Aurora, sus hombros, su espalda. Como si buscara calmarla o calmarse a sí mismo.

-       ¿Y cómo propones que lo hagamos? -dicho esto, se recostó en el asiento, se abrió la hebilla del cinturón, se bajó la bragueta y sacó su polla. Agarró a Aurora del pelo y le levantó con mucha suavidad su cabeza. Con cuidado le quitó el pelo de la cara, que tenía pegado por el sudor que le provocaba su esfuerzo para mantenerse en silencio -Ven, pequeña, chupa… -Sus órdenes eran muy suaves, tiernas incluso, pero no admitían réplica. Joder. Me había vuelto a equivocar al elegir asiento… Aurora, con expresión desencajada relegada a la posición de cosa y muda mientras su Amo seguía follándose su culo, despacio sí, pero sin tregua, se dejó hacer, abriendo la boca. Arturo manejaba su cabeza, acariciándola, pero presionando hacia su polla disfrutando de esa mamada. -Ya, perdona, me estaba ocupando de mis asuntos -levantó la vista cuando Aurora había adquirido el ritmo que él deseaba y miró a Lucas- Lo dicho, ¿cómo propones que lo hagamos? ¿Nos reunimos todos los fines de semana o qué? Que no es que me importe… -le hizo una carantoña a Aurora, llevando todo su pelo hacia atrás, mientras ella seguía mamándola, procurando ahogar los jadeos en su polla, aunque con poco éxito.

-       No, no hace falta. Podemos hacerlo casi todo online. Vamos, que eres bienvenido cuando quieras… pero no hace falta vernos todas las semanas. Podemos ir trabajando por separado, aportaríamos ideas en un brainstorming cuando tengamos algo definido, y le vamos dando forma. -Adquirió un ritmo más rápido aunque, para tranquilidad (o intranquilidad) de Aurora, ignoró deliberadamente los gemidos que ya no podía evitar. Ya que, desde luego, lo de morder para slenciar sus gemidos estaba absolutamente descartado… -¿Tú qué opinas, Darío? Estás muy callado. ¿Te has enterado acaso de algo de lo que he dicho?

-       Sí, sí.. que quieres montar un bar, decías, ¿no? -Aunque me costaba, seguí el hilo de la conversación. Estaba sufriendo con todo aquello, parecía que fuera yo quien me estaba mereciendo una tortura, pero recibía cierto alivio al meneármela por dentro del pantalón.

-       Eres un capullo… -rio Lucas.

-       Pues… la verdad es que no me parece una mala idea. La inversión que debemos hacer es mínima. Sólo necesitamos un ordenador y eso tenemos todos. -No me importaba en absoluto que me vieran masturbándome, al fin y al cabo ellos eran los que se estaban llevando la mejor parte. -Comprar bases de datos tampoco supone una gran inversión, dependiendo del número de leads que necesitemos… Y, bueno, ¿por qué no? Debemos definir bien qué es lo que queremos hacer y cómo… pero apenas tenemos riesgo.

-       Eso es cierto… -Arturo también aumentó el ritmo al que manejaba la cabeza de Aurora, que ya desobedecía abiertamente su prohibición de gemir. Tragaba esa carne mientras soltaba pequeños gritos a cada golpe de cadera de su Amo, que le empujaba la polla hasta el fondo.

-       Vaya, pues… no pensé que sería tan fácil. ¡Parece que tenemos un trato! -le dio una palmada en el trasero a Aurora al ritmo de una fuerte embestida que la hizo gritar- Como estoy tan contento, no te voy a castigar… al menos no ahora… -Y, entonces, empezó una follada brutal tomándola de la cintura. Arturo, por su parte, hizo lo propio y, tomándola del pelo ya sin miramientos, se la encajaba en la boca con la expresión absolutamente ida por el placer. Yo, por mi parte, me tocaba, despacio, sufriendo, sí, pero ya había sacado de mí a los celos absurdos, la culpa, el remordimiento y había aceptado a mis demonios. Sabía que, todos y cada uno de ellos, tendrían su turno. Que yo tendría mi turno para disfrutar de la esclava.

-       Trágalo todo, preciosa… trágalo todo para mí… -Arturo se descargó en su boca pero, aún así, se la dejó metida dentro, al menos hasta que Lucas se retiró del culo de Aurora y empezó a meneársela con fuerza. Ella levantó la cabeza, sabía lo que tenía que hacer. Terminó de limpiar los restos de la leche de Arturo con su lengua y entonces levantó la cabeza, para acoger la polla de su Dueño.

-       Eeeso es… así… muy bien… chupa, chupa ahí… toma la leche de tu Amo. -Agarrando la cabeza de Aurora se la metió hasta la garganta y descargó en el fondo de su boca. Cuando Aurora tragó todo, sacó la lengua y se la limpió, despacio, con adoración.

-       Gracias, mi Señor… -Se relamió, agradeciendo el semen de su Amo. Eso me provocó un espasmo doloroso de mi polla. Esa expresión de abandono, de absoluta veneración, por su polla, por su semen, por su Dominio. Fue demasiado para mí. Era mi turno. De-una-puta-vez.

-       De nada, pequeña… -Lucas acarició la cara de Aurora, quien apretó la mejilla contra su palma, como una gatita. Él sonrió, con ternura. Lleno de orgullo. -No te muevas, eh… -se subió los pantalones y acarició su espalda, como quien acaricia el lomo de un animalito. -Eh, Darío, ¿Quieres un poco?

-       Joder. Sí. Claro que quiero. -Me levanté dispuesto a probar los agujeros de la esclava. Acercándome por fin al paraíso que prometía estar encajado dentro de ella.

-       ¡¡La paella está lista!! -Elga entró en la estancia, se paró en el escalón que separaba el salón de la entrada de la casa. Ni siquiera escuché cuándo volvió de la compra. De hecho, no sabía cuánto tiempo había pasado. Puso los brazos en jarras cuando vio la escena. -¡Vamos! ¡Subíos los pantalones, que se enfría!

Y cualquiera le llevaba la contraria… En ese momento fui yo quien (interiormente) soltó un quejido de evidente frustración.