Lo qué no sabes de mi...

Puede que de día tenga talentos, pero de noche se vuelven mejores..

No podía ver a lo largo del desierto, caminaba y caminaba, la arena entre mis zapatos me fastidiaba y eso me provocaba quitármelos pero los rayos del sol me demostraban que la arena estaba a alta temperatura y si me deshacía de mis zapatos podría tener lesiones en mis pies; sentía la garganta rasposa, necesitaba agua, tenía los labios secos y el calor sólo me hacía pensar la última vez que había bebido agua, tenía ganas de llorar, ¿cómo llegue a esto? Me podía preguntar una y mil veces… no lo sé, podía ver pasar mi vida en mis ojos, ojalá tuviera 5 años, estar en casa y no tener ninguna responsabilidad o al menos no sufrir de esta manera… de un momento a otro mis rodillas cayeron en la arena comprobando ya lo que había pensando, hice un esfuerzo para colocarme de nuevo sobre mis pies adoloridos, al hacerlo mire frente a mi tratando de ver un lugar en donde descansar, sentí un pequeño ardor en mis rodillas y mi vista se centró rápidamente en estas.. Estaba sangrando.

Podía quitarme la camisa, romper trozos de tela y amarrarlas en mis rodillas para detener el sangrado, su consecuencia sería morir quemada por el sol, sino lo hacía podía morir desangrándome lentamente.

Era un dilema terrible…

Opte por cortar con mis dientes la camisa, después de tantas armas no tenía ni una navaja, eso era absurdo, amarré en mis rodillas los cuartos de tela para detener el sangrado, al menos me quedaba un poco de “camisa” y seguir mi lucha por encontrar un lugar donde reposar.

Luego de unas horas.. ya no podía, mis pies y mis ganas de luchar daban fin… de un momento a otro la arena me absorbía como si hubiera un agujero gigante en medio del desierto, no podía sostenerme de nada, ella me tragaba así como cuando un reloj de arena se da vuelta y su contenido cae sin cesar, me hervía la piel, no puedo respirar… pensé “voy a morir”, cerré mis ojos y..

Me desperté del terrible sueño en el que me encontraba, estaba sudorosa y con el corazón latiendo a mil, observe mi alrededor y todo estaba como lo había dejado anoche antes de ir a la cama.

“Pues, todas las noches son agitadas y sueños como este se presentan por mi trabajo nocturno, bueh… al menos no me prostituyo” – podía pensar “Debo ir a trabajar, la misma rutina de todos los días, me aburre” seguía pensando con mala gana y más por el hecho que iba tarde..

6:45 am y no había salido de casa, no hubo tiempo de desayuno, al menos me duche y no olía a sangre, era más que suficiente para salir de aquel recinto donde me quedaba solo para dormir.

Jane: ¿Qué tal vecina? ¿Sus cobijas evitaron que saliera más temprano hoy?

Decía en tono de burla, la señora del apartamento 203, me fastidia cada mañana que salgo y en las noches cuando llego, podría acabar ese fastidio con un ligero movimiento pero no quisiera que los de limpieza se molesten en cargar un cuerpo de 74 kgs o más..

Laura: Bien, lo más bello que pude hacer fue ver su rostro esta mañana y todas como las otras

Jane: no me sonroje señorita jajaja, más bien corra.. que su destino la espera

Laura: Gracias

Después de que la señora de 30 años dijera las palabras mágicas emprendí a mi trabajo, nada serio, salí del edificio donde habitaban algunas personas fastidiosas.

Al atravesar la puerta de salida mis fosas nasales percibieron el olor típico de ciudad con algo más que contaminación -humo de automóviles mezclado con cigarros, drogas y más –… trate de emprender mi viaje al trabajo - la vida monótona es un asco- pero no había ningún taxi  - nada puede mejorar-.

7 am y la vida seguía, -necesito otra opción- pensaba, por lo menos los milagros no existen, ni un automóvil me caerá del cielo -o talves si ? ok esto si es absurdo-

; Buses y taxis ocupados, opté por caminar, igual eran unas 10 calles; el recorrido parecía largo pero tomando un atajo llegaba en unos 20 o 25 min

empezó a caminar por las calles viendo diferentes contextos -vagos, gente rica etc- en medio de mi transcurso se me acerco un niño - como de unos 8 años con ropa sucia y rasgada -

"señorita me puede dar una moneda? "

"lo siento niño no tengo dinero para estarlo regalando" - dije con voz fria – pero antes de que este se marchara triste, me arrodillé, puse una mano en su hombro,  saque de mi mochila una botella de jugo y algunas galletas… “espero que cese tu hambre”, el pequeño niño me lanzó la mirada y sonrisa más tierna, “gracias señorita, usted es muy amable” dijo el niño abriendo las galletas desesperadamente, no dije nada, lo dejé comer..

Volví a emprender mi camino, solo doblaba en la siguiente esquina a la derecha, unos cuantos edificios y llegaba a mi oficina.

el edificio no era muy alto, igual mi oficina quedaba en el piso 8 junto a la oficina de otro compañero que quería hundir mi trabajo, entré y el portero más que saludarme me deseaba un buen día, el asensor seguía lleno de gente con sobrepeso, las escaleras me llamaban, 8 pisos no eran nada... después del mínimo esfuerzo por llegar a la oficina estaba aquel "compañero" deseandome el mal como siempre

-¿qué sucedió hoy? ¿Otra pesadilla? -decía en tono de burla-

-Buenos días, cuídese usted... -entré a mi lugar, me molestaba y no quería molestarme.

El despacho estaba limpio, su silla, su mesa, papeles y algunos cuadros de doctorados y honores; sentarme y esperar clientela, lo que me quedaba era leer…

Fui acariciando su cuello con delicadeza, mis manos se impregnaban con el olor que emanaba de su hermoso cuerpo…Pero nada me causaba más dolor que observar sus ojos, estaban como vacíos, ojos paranoicos, asustadizos, pedían piedad pero luego simplemente se cerraban. Llore viéndola a los ojos, como pidiendo perdón en nombre de la humanidad que la había ultrajado y humillado a ese extremo. Quebré en mil pedazos mi corazón, y le pedí nuevamente perdón…

Siempre he soñado con esos ojos lastimosos…

El golpeteo de la puerta me indicaba que un cliente estaba próximo a mover mi trabajo, hizo que me desconcentrara de mi lectura, el único libro que había llamado mi ATENCIÓN en años.

-Puede pasar!

Seguía el señor, era alto, empresario y ejecutivo, se sentó en el primer asiento al frente de mi escritorio y empezó a hablar con temor.

-Buenos días señorita

-¿Qué necesita señor?

-Quiero pedirle el divorcio a mi esposa, pero usted sabe que no va a ceder.

-¿Qué puedo hacer yo?

-Emmm.. –miraba el señor de aspecto empresario, pero decía las cosas como si se salieran de la pared – Asesínela..

Fin del primer capítulo :3

PD: no, no seguiré el anterior Relato, este sí -