Lo que no debe ser contado II

Continuamos con el culebrón periodístico-futbolístico. No hace falta que reincida pero lo hago, como en las pelis y series; lo que sigue a continuación es completamente ficticio, etc., etc. Por cierto en este hay sexo a diestro y siniestro.

¿Cómo era posible que le echara tanto de menos? Todos los días conectado a internet, para oír su voz desde esa gira que comenzaba a odiar porque le tenía alejado de él más de medio planeta. Le oyó cantar medallas, reírse con sus compañeros. Leía los mails que le enviaba, algunos sumamente eróticos que le excitaban sobremanera. Otros dulces, tan llenos de amor, cariño y complicidad que se sentía el ser humano más afortunado de la Tierra.

Eran las siete de la tarde en Tokio y miraba desde la ventana de su habitación la iluminación de la ciudad. Empezaba a anochecer y la urbe era un caos, lo que como había comprobado ya, era algo habitual. En su mano izquierda reposaba el teléfono móvil, se volvió hacia su compañero de cuarto.

  • Voy a llamar a una persona... – Le informó.
  • ¿Esa que te escribe correos que te hacen sonreír y enrojecer? – Le preguntó su acompañante, Iván asintió. – ¿Quieres que te deje a solas?
  • No, si te pillaran fuera a estas horas podrías tener problemas y no quiero eso pero es que necesito llamar, hace mucho que no nos vemos y...
  • La echas de menos, es normal. – Helguera sonrió de medio lado.
  • Voy a llamar pero ante que nada te voy a contar una cosa. Y serás la primera persona que lo sepa... – Le miró. – Michel la persona con la que voy a hablar no es una mujer, es un hombre... – El defensa madridista miró a Iván fijamente, luego frunció el ceño.
  • ¿Un hombre? La persona que te hace sonreír y sonrojar es un... hombre.
  • Sí...
  • ¿Sales con un hombre?
  • Sí...
  • ¿Eres...
  • Sí, y ya van tres síes. – Hubo un rato de silencio. – Es Antonio Romero...
  • ¡¿Qué?! ¡¿Romero?! – Los ojos de Michel Salgado estaban abierto de par en par, y de su boca solo salió una pregunta. – ¿Desde cuando?
  • Mes y medio.
  • ¿Desde la Eurocopa? Te liaste con él, ¿allí?
  • Allí empezó todo, lo formalizamos después.
  • ¿Y... le... quieres? – Iván frunció el ceño evaluando sus sentimientos, luego sonrió y asintió.
  • Sí, le amo.
  • ¿Y él a ti? – Sonrió de nuevo.
  • Nunca se puede estar totalmente seguro de algo así pero por cómo se comporta conmigo yo diría que sí, que siente algo más que cariño por mi.
  • ¿Así que ahora es tu pareja? – Iván asintió. – Bueno, nunca me cayó mal, creo que hace bien su trabajo.
  • Le he visto trabajar en su casa, y es muy serio, muy responsable con todo lo que hace, ahora te lo puedo asegurar. – Miguel Ángel Salgado sonrió también.
  • Entonces, ¿cuándo salgamos a cenar con nuestras respectivas parejas vendrá él?
  • Me encantaría pero no creo...
  • ¿Y eso?
  • Quizá se sienta incómodo u os haga sentir incómodos a vosotros, por otro lado trabaja por la noche...
  • Y por la mañana, y por la tarde...
  • Sí, y eso es algo que no llevo demasiado bien. – Farfulló el futbolista santanderino. – El caso es que suele terminar muy tarde en la emisora...
  • Ya, eso es cierto... pero de verdad a mi y a mi mujer no nos resultará incómodo que comáis con nosotros.
  • Gracias.
  • Ahora, llámale... que veo que lo estás deseando. Y felicítale por las tres medallas que ha narrado ya, sobretodo por la primera del equipo español que cantó él. – Iván asintió con una sonrisa. Marcó el número de teléfono y esperó en silencio mientras miraba hacia la ciudad. Su sonrisa se ensanchó.
  • Te echo de menos... no sabes cuanto. – Salgado decidió marcharse al baño para darles intimidad.

El día que le vio aparecer en la ciudad deportiva de Las Rozas tras el comienzo de la ligar fue uno de los días más felices de su vida. El reportero no le había dicho que habían adelantado su vuelta a esa fecha y cuando le vio tras las alambradas que circundaban los terrenos de entreno estuvo tentado de dejar la jugada que estaba haciendo a la mitad para ir a su lado, secuestrarlo y llevárselo con él a cualquier lugar donde nadie les encontrase. Pero siempre se le había conocido por ser alguien con mucho autodominio fuera del terreno de juego, en ese momento lo estaba demostrando.

  • Ha vuelto. – Le susurró Michel Salgado al pasar por el lado de Iván. – Preveo una celebración nocturna por todo lo alto.
  • Si no está demasiado cansado, no lo dudes. – Salgado movió la cabeza riendo por lo bajo.

Cuando Iván llegó al piso de Antonio y abrió con la llave que este le había dado, entró sigilosamente y se quedó de piedra viendo lo que tenía ante sus ojos. Su amante estaba de pie en el salón, cubierto tan solo por una pequeña toalla enrollada en la cintura, el pelo lo tenía húmedo y, de vez en cuando, una gota resbalaba por su espalda. Sus ojos siguieron el recorrido del agua, cuando vio que se perdía por debajo de la prenda su cuerpo tembló. Carraspeó un poco para que Toni se diera cuenta de su presencia, el hombre tenía abierto su ordenador portatil y estaba mirando algo con el ceño fruncido. Al oírle desvió la mirada y le sonrió. Iván se acercó a él y sin importarle que su ropa se mojara se pegó a su cuerpo.

  • ¿Por qué no me dijiste que volvías hoy? – Le susurró al oído.
  • Quería sorprendente... ¿lo he logrado?
  • Uhm, uhm... – Murmuró con un asentimiento el futbolista, mientras le mordía ligeramente la parte más baja del cuello.
  • Estás juguetón, ¿eh? Te prometo que la noche será toda tuya y mía pero ahora tengo que contestar este mail, es importante. – Iván se separó.
  • ¿De quién es? ¿De otro de tus muchos amantes? – El tono del rubio defensa era sarcástico, Antonio lo notó y siguió el juego.
  • Sí, se llama Manolo Lama y me paga porque haga trabajitos bucales... – Iván enarcó una ceja sorprendido ante esa respuesta, luego frunció el ceño, Antonio sonrió y añadió rápidamente. – Bueno, soy periodista radiofónico, ¿qué puedo usar mas que la voz? – El otro se echó a reír.
  • De acuerdo, cariño pero no tardes mucho voy a poner en platos la cena que he traído.
  • ¿Has comprado la cena? ¿Me estás invitando a cenar? ¡Qué tierno, amor mío! Debes haberme echado mucho de menos.
  • Esta noche te mostraré la gran verdad que hay en esas palabras.

Tan solo hora y media después en el dormitorio solo se escuchaban gemidos de placer.

  • Quiero que esta noche... ser inolvidable... para los dos. – Dijo Iván al oído de Toni. – Quiero... que lo disfrutes como nunca.
  • Ya es de por sí... inolvidable... gracias... por hacerme sentir tan bien. – Contestó el reportero y se dieron un beso en la boca muy apasionado.
  • Tú solo... déjate llevar y disfrútalo, pequeño. – Dijo Helguera quien volvió a bajar por toda la espalda de Romero llenándola de besos suaves, pero que en el periodista eran como si quemasen su piel.

La cara de Iván quedó a la altura del caliente trasero de Romero y pensó que este era el momento que más había añorado, probar, chupar, morder, besar, lamer, en fin hacer suyo ese par de nalgas que parecían pedir a gritos ser utilizadas.

Puso sus manos en cada cachete y sus labios comenzaron a besar primero uno y, cuando acabó de recorrerla por completo, la otra. No quería dejar ni un milímetro de piel sin probar, cuando acabó de besarlas, con la punta de la lengua recorrió la parte de en medio sin abrirlas, solo por encima, Toni gemía de placer y, de vez en cuando, levantaba aún más su trasero.

Helguera tomó una almohada y la colocó debajo del vientre de su amante, así pudo tener más levantado el culo de Romero. Después con sus manos abrió las nalgas y, por fin, pudo ver por completo el ano de su amado, su excitación creció aún más cuando pudo apreciarlo en su total plenitud: lampiño, rosado, caliente y un poco dilatado.

Sin pensarlo más, pasó su lengua por el culo y pudo sentir su sabor, Toni dejó escapar un pequeño grito de placer, Helguera pasó varias veces la lengua por el ano, recorriéndolo. Continuó disfrutando de ese trasero y poco después comenzó con la punta de su lengua a saborear ese maravilloso y rico orificio, lo recorría una y otra vez metiendo poco a poco su lengua y llenándolo de saliva para dilatarlo. Romero solo gemía y disfrutaba, nadie nunca le había hecho sexo oral en su ano como hasta ese momento y lo estaba gozando, la lengua de Iván continuaba chupando.

  • Ahh... ahh... más... así... ¡qué rico! – Decía el periodista que por momentos se sentía fuera del mundo mientras disfrutaba de la traviesa lengua de Iván.
  • ¡Qué... culito... tan rico! – Exclamó entrecortadamente el futbolista sin dejar de chupar. – ¿Te gusta, mi amor?
  • Me... encanta... siento que... ahh... no te... detengas. – Decía Romero completamente fuera de sí. – así.. así... más... dame más. – Justo en ese momento Helguera se detuvo momentáneamente para tomar aire. Rápidamente siguió recorriendo con su lengua el contorno del culo de Toni, metía su lengua lo más profundo que podía y la sacaba, simulando continuamente una penetración y, Romero, fuera de control, movía su cuerpo levantando su trasero.

La verga del cronista comenzaba a sentir los efectos del juego, lo cual añadido a al roce de su miembro con la almohada y el vientre, le estaban situando en las cercanías del orgasmo.

  • ¡Me... corro... así... así... más... – Decía a punto de eyacular.
  • Sí... pequeño... disfrútalo. – Le contestó Iván siguiendo con su tarea.
  • Así.. así... ahh... ahh... me... vengo.... – Continuaba el informador. - ... méteme... tu polla... ahh... la quiero... sentir dentro... de mí... cuando me... corra... ¡ya!... métela.... ya no aguanto... más.
  • Está... bien. – Iván se incorporó y se acostó sobre Toni acomodando su verga en la entrada de ese culo que segundos antes había estado disfrutando con su lengua. Cuando su prepucio tocó la entrada del esfínter Romero lanzó un fuerte gemido.
  • ¡Ahora... métemela... que me corro!
  • Es toda tuya. – Dijo Helguera al tiempo que dejaba ir su verga por el culo del joven.
  • ¡Ahh... me vengo... así...! – Gritaba Toni.

El reportero se corría mientras sentía que por su culo se deslizaba la verga de Iván, sintiéndose dolorido por el grosor, pero también disfrutándolo. La verga del amor de su vida se deslizaba dentro de él, mientras la suya propia lanzaba chorros y chorros de abundante semen caliente que iban a parar a la almohada. Toni no paraba de convulsionar su cuerpo y de emitir pequeños gritos y gemidos de dolor mezclados con placer.

También Iván estaba disfrutando de la corrida de Toni, su verga notaba como el caliente y estrecho ano de su pequeño la apretaba y era realmente delicioso sentirlo. Cuando Toni dejó de vaciarse quedó completamente exhausto debajo del cuerpo de Helguera, quien continuaba con su miembro dentro de su culo moviéndola suavemente hasta que su amor se recuperó por completo.

  • Ahhh... fue maravilloso... nunca antes había tenido un orgasmo como este. – Dijo Toni.
  • ¿Te gustó, corazón? – Preguntó Iván mientras besaba dulcemente su cuello y parte de su cara.
  • Me encantó, tú si que sabes hacerme gozar. – Le contestó con un suspiro Toni. En ese momento, Iván que continuaba sin correrse comenzó a sacar su verga lentamente y cuando estaba a punto de sacarla la cabeza, el periodista volvió a hablar. – No, no la saques. – Le dijo. – Sigue así, quiero sentirla dentro de mí, rómpeme el culo.
  • ¿Estás seguro? ¿No quieres descansar un poco? – Helguera continuó besando su cuello y parte de su espalda.
  • Lo que quiero es continuar disfrutando contigo. – Dijo Toni moviendo sus caderas haciendo que la verga de Iván recuperara la poca dureza que había perdido.
  • Ok, pero después no te quejes... no hay poder humano que me detenga una vez empiezo. – Dijo Iván y ambos rieron.
  • Eso quiero verlo y sentirlo. – Contestó Romero entre las risas.

Iván comenzó a desplazarse con su verga dentro del dilatado culo, la movió hacia fuera poco a poco y cuando la cabeza tocaba ya los pliegues lampiños del trasero de Toni, nuevamente la volvió a meter hacia el fondo y estuvo así hasta que poco a poco iba incrementando la velocidad.

  • ¡¡Ahhh. Que culo... tan rico.... así... que... maravilla!! – Gemía Iván.
  • Además de... una gran lengua... tienes una poderosa verga. – Dijo Toni apretando fuertemente el culo. - ¡qué rico... así... métemela más adentro!
  • Ahh... que bien la aprietas... así... apriétala más... – Decía Iván disfrutando. – eres maravilloso, pequeño... Te amo... te quiero tanto. – Toni tembló al oír estas palabras, llevó una mano hacia atrás para coger una de las del deportista, sabía que Iván sentía algo por él pero se sorprendió al ser consciente de la profundidad de los sentimientos de Helguera. Supo en este momento que la relación que mantenían iba a ser larga y duradera. Comenzó a mover fuertemente las caderas, apretando su culo mientras que Iván dejaba ir hasta el fondo su verga, gozando de los movimientos de su pequeño y amado Antonio Romero, quien continuamente le sorprendía con la manera en que disfrutaba y hacia disfrutar del sexo.

Durante algunos minutos, se dedicó a meter y sacar por completo su verga con ímpetu haciendo que este lanzara fuertes gemidos de dolor; después la sacó por completo y se levantó de la cama colocándose en una de las orillas, mientras que una de sus manos recorría todo su grosor y su tamaño, para evitar que perdiera toda su dureza. Toni entendió inmediatamente el mensaje y sin decir palabra alguna se fue acercando a la orilla de la cama de espaldas hasta que quedó en la posición de a cuatro patas.

Iván tomó su verga con una mano y la colocó horizontalmente. La otra mano la depositó en la cadera de Romero y, poco a poco lo fue acercando hacia él, hasta que su pene tocó la entrada de ese culo abierto y caliente.

  • Ahh... ahh... – Gimió Toni al sentir la punta de la verga encima de su culo. – ...ya... métemela... pártame el culo... mi amor... déjamela ir toda... completa.
  • Si la quieres sentir ahí te va, gózala, mi pequeño. – Entonces Iván soltando la base de su verga, toma con ambas manos las caderas de Toni y sin más la metió toda hasta el fondo.
  • Ahh... ahh... – Exclamó Romero al sentir el grosor de la verga de Iván.
  • ¿Te he hecho daño, mi amor? – Preguntó Iván intentando sacar su verga.
  • No... no la saques, la quiero... sentir toda. – Dijo Toni pegando aún más sus caderas al vientre de Iván. – sigue... así... no te detengas. – Entonces Helguera empujó fuertemente su falo hasta que su vientre chocó con las nalgas bien abiertas de Toni y comenzó a follarlo sin cesar.

Se aferraba detrás de Romero y le enterraba una y otra vez su potente verga; él también estaba extasiado por los movimientos del periodista, por su culo ahora abierto y caliente, por el placer que le daba la entrega de su cuerpo, ese cuerpo con el cual había estado soñando en las últimas semanas y que ahora se le ofrecía sin ningún pudor.

Cualquier persona que hubiese visto ese escena se hubiera quedado totalmente paralizado, Romero estaba a cuatro patas sobre la cama, sacudiendo la cabeza arriba y abajo, incesantemente. Con los dedos de sus manos cerradas convertidos en puños sobre las sábanas revueltas casi arrancadas del colchón. Sus piernas bien abiertas y su cadera hamacándose frenéticamente hacia delante y hacia atrás sin ningún reparo, gozando, gimiendo, suplicando por más verga dentro de su ano.

  • Ahh... ahh... así... es mara... vi... llo... so... más. – Gemía Toni suplicante. – más... dámela... toda... así... así... no te... detengas... cariño.
  • ¡Qué... ma... ne... ra... de... moverte! – Añadió también Iván sintiendo como su pene era atrapado y exprimido por el culo anhelante de Romero, quien parecía una máquina que no conocía dolor.

Parecía que era una batalla en la cual ninguno de los dos quería ceder, Toni no paraba de moverse pidiendo aún más e Iván no dejaba de sacar y meter su verga, haciendo sus movimientos energéticos cada vez más fuertes, empujando para recorrer con su largo y grueso trozo ardiente todo el interior del ano de Toni, pareciera como si desease que su verga saliera por la boca de su amante.

Sudoroso y preso de una excitación evidente no cesaba de hundirse en él, sus ojos entrecerrados, mordiéndose sus carnosos labios, murmurando cosas ininteligibles, a las que Romero respondía con gemidos y gritos de placer.

En medio del trace en que se encontraba, Toni se percató de que su verga estaba, nuevamente, erecta. Mientras, Iván podía sentir como sus testículos se ibas contrayendo poco a poco y se ponían cada vez más calientes, anunciando una próxima eyaculación.

  • Ahh... ahh... siento... que... me... corro... – Anunció Iván agitando fuertemente su cuerpo, sintiendo como todo el placer que sentía en su verga recorría cada centímetro de su cuerpo.
  • No... aún... no... te... corras... quiero... más... verga. – Decía Toni que no dejaba de moverse, apretando aún más si es que eso era posible, la verga. – dame... ahhh... así... más... de... tu... rica... verga... ahh.
  • No puedo aguantar más... ahí... te... van. – Exclamó Iván quien pareció que dejaba de respirar durante unos segundos mientras sentía como su verga dejaba escapar los primeros chorros de su abundante semen, depositándolos dentro de Toni. – ahh... ahh... son... tuyos... tómalos... mi amor.
  • Ahh... puedo... sentirlos... ahh... esto... es rico... ahh. – Gemía el reportero moviendo suavemente su cadera para que Iván pudiera disfrutar aún más de su corrida, sintiendo como algo caliente invadía su interior.

El cuerpo de Helguera no dejaba de convulsionarse hasta que se vacío por completo, sus músculos se marcaban y sus piernas estaban completamente tensas, su culo apretaba para que su verga pudiera seguir dura y vaciando su expresa leche. Consiguió que no perdiera ni un ápice de su dureza y permaneció erecta dentro de Toni.

Este agotado se dejó caer sobre el colchón e Iván a su lado. Entonces el reportero vio que el pene del jugador seguía duro y como deseaba seguir disfrutando, se acostó poca arriba colocándose más en la orilla de la cama, elevó sus piernas abriéndolas por completo y colocando dos almohadas bajo su espalda izó su cuerpo. Iván se levantó de nuevo y se colocó en medio de las piernas de Toni, se inclinó y observó admirado como el ano del hombre estaba totalmente abierto, rosado y expeliendo poco a poco el semen que segundos antes había depositado en el interior.

Entonces, se agachó completamente y con mucho cuidado pasó suavemente su lengua por los pliegues del ano de Toni, saboreando su propio semen mezclado con el sudor y jugos del cronista, pero eso era algo que no le importaba. Dejó, poco después de chupar, y colocó su todavía erecta verga en la entrada del culo y suavemente comenzó a introducirla, cuidando de no lastimar a Toni.

  • Ahh... ahh... despacito. – Gemía Romero al sentir como el pene se introducía poco a poco, ya que por la fuerte cogida de minutos atrás, había quedado un poco lastimado, pero podía más el placer y el gusto que el dolor.
  • Sí... pequeño... es toda... tuya... disfrútala... así... – Decía Iván, que también sentía unas ligeras molestias en su verga. Entonces, se introdujo totalmente hasta el fondo. Las piernas de Toni estaban completamente abiertas lo que sirvió para que Iván se inclinara sobre el periodista para poder besarle, atrapando entre sus estómagos la verga del propio Toni. Poco después se levantó para disfrutar por completo del caliente y abierto culo.

Tomó con las manos cada una de las piernas de Toni de los tobillos abriéndolas lo más posible para poder entrar y salir libremente de su trasero. En esta posición Toni se podía masturbar libremente y mientras con una mano se acariciaba su pene, que estaba totalmente erecto y duro, con la otra recorría su pecho; se mojaba los labios con la punta de su lengua, disfrutando, gozando y gimiendo.

Iván seguía moviéndose fuertemente, cuando sintió que estaba a punto de correrse nuevamente, Toni también sentía que estaba a punto de eyacular. Empezó a lanzar pequeños chorros de semen sobre su pecho apretando fuertemente su culo, mientras que Iván notó como su verga era nuevamente exprimida y después de lanzar un chorro de semen dentro del culo, sacó su verga y con su mano comenzó a masturbarse para terminar de correrse sobre el pecho de Toni.

Helguera totalmente vencido cayó aún lado de Romero y ambos de perfil pudieron abrazarse y llenarse de besos mientras sus vergas chocaban entre sí. Se acomodaron en la cama para dormir y descansar después del tremendo esfuerzo. Toni apoyó su cabeza sobre el fuerte pecho de Iván y poco a poco Morfeo se fue apoderando de ambos. Helguera oyó una última frase de labios del periodista, algo que le hizo sonreír suavemente.

  • Yo también te amo, yo también te quiero.