Lo que me perdí por mi indecisión

Mi vecina madura y lo que me hizo gozar

Buenas

Empiezo con este primer relato de mis andazas sexuales. Y para ello empiezo con lo que me ocurrió al mudarme de barrio antes de que se llegará a este estado de alarma, del cual por fin parece que vamos saliendo.

Bueno, me describo. Soy un tío gordo, de esos que la mayoría dicen que no sirven para anda en la cama, pero a lo que mi mujer y mis amantes dirían lo contrario. Y encima soy bisexual.

Este relato, empezó un día en el que me encontraba terminando de llevarme las cosas de la casa que había sido mi hogar durante los últimos diez años.

La relación con los vecinos había sido como todas las relaciones que tenemos todoscon los vecinos de un bloque, en momentos tensa pero en otros cordial.

En los días que ibamos sacando las cosas de la casa, con los vecinos que nos íbamos cruzando nos indicaban que nos iban a echar de menos, en especial la vecina de la puerta de enfrente, una madurita de 60 años, que la verdad que desde llegué a vivir allí me había vuelto loco y nunca intenté nada, me indicaba que quien le iba a echar una mano ahora cuando tuviera alguna cosilla que hacer en casa, luego comprendí porque me llamaba tanto a su casa.

Esta vecina, no está mal. 60 años, de 1,65 unos 85 kilos, con su canas, con sus gafas, con un buen par de tetas y un buen culo.

En los últimos días de mudanza, me enconmtraba ya sólo en casa, no estaba nadie de la familia, y me encargaba de las últimas cosas que llevarme y dejar todo como estaba como cuando entramos a vivir.

Ese sábado de febrero, era cuando iba a entregar las llaves al dueño del piso sobre el mediodía y me iría a otro sitio a vivir con la familia. Sobre las 9 apareció mi vecina de enfrente y me preguntó que si quería un café para empezar el día, que era lo menos que podía hacer ese último día que me encontraba allí. La verdad que no me disgustó la idea porque así no tendría que ensuciar nada en la casa y podría esatr con ella, y si se terciaba conseguir alguna cosilla de ella, no soy tan lanzado, soy más bien retraido con el tema del sexo.

Entramos en su casa, me llevo al salón y ya lo tenía todo preparado y puesto en la mesa del salón: el café, la leche, magdalenas, galletas y azúcar.

  • No tenía que haberse molestado Lola.

  • No es ninguna molestia Juan. Es que me da mucha pena que se vaya usted.

Me extrañó ese comentario.

  • Y, ¿eso?

  • Ahora quien va a ayudarme con las cosas de la casa. Yo estoy sola desde hace muchos años y nadie me ha venido a ayudar como lo ah hecho usted.

  • Lola, llevamos diez años viviendo puerta con puerta y, y sigue hablándome de usted como el primer día, no lo haga por favor.

  • Es la educación que me dieron, además tú me llams siempre de usted.

  • Además usted está muy bien y podría buscar a alguien, porque cuantas me ha dicho que nadie se fijaría en usted -me dije es hora de jugármela, haber que pasa- que seguro que hay alguno que la mira con deseo, que no está tan mal, que yo sé que alguno la mira con ojos picarones.

  • ¿Quién se va a fijar en una mujer de 60 años y que lleva viuda más de 15 años?

  • Que si hay alguien que se fija en usted.

  • Si quieres que deje de hablarte de usted, no lo haga usted.

  • Trato hecho, Lola, no le dirá más de usted, pero tú tampoco me dirá de usted.

  • Trato hecho, Juan. Venga desayuna que se te hace tarde y me gustaría aprovechar el tiempo que queda.

Me extrañó de nuevo ese comentario y por eso empecé a maquinar una jugada y ver que pasaba con ella, de todas formas era mi último día allí.

Haciéndome el tonto le cogí la mano que tenía encima de la mesa y le dijé:

  • Lola, que ya verá que va a estar bien, sólo fakta que me diga que venga a evrla de vez en cuando, entonces que van a pensar los vecinos, que tiene usted un amante.

  • ¿Un amante yo? Sino se lo que es varón desde hace 15 años. Ojalá

Ella no quitaba la mano mientras me sonreía.

  • Lola me he dado cuenta que el tiempo que he vivido aquí, nunca ha visitado mi casa. No ha pasado nunca de la puerta de la entrda, al menos cuando he estado yo en casa, no sé si con la familia ha entrado más -empiezo a lanzar el sedal.

  • La verdad que nunca he entrado en su casa Juan.

  • En cambio, yo he entrado hasta el dormitorio de su casa, para todoas las cosas que me ha pedido que le ayudará: las cortinas, las bombillas, la pintuta en el techo, mover muebles, ...

  • La verdad que sí. Aún me acuerdo del día que entro en mi dormitorio para arreglarme la luz y tenía toda la ropa interior encima de la cama, no sabes la vergüenza que pasé por estar eso allí.

  • A mi no me dio vergüenza ver la ropa interior que usaba, aunque esa variedad de tangas, me llamó mucha la atención. Se tienen para mostrarselas a alguien, no me diga que no. ¿Qué seguro que alguien los ha visto?

  • Ya le he dicho que no he tenido contacto con varón desde 15 años, desde que mi marido falleció.

Y todo esto ocurría sin soltarnos las manos y cruzar miradas.

  • Me va a hacer sonrojar, ningún hombre se fijaría en mí, soy muy mayor como ya te he dicho.

  • Lola, aún levantas pasiones. Mire ya hemos termiando de desayunar, dejerme que al menos le recoja las cosas.

  • Tú solo no, los dos.

  • De acuerdo, pero luego al menos dejeme que le enseñe donde he vivido.

  • Trato hecho.

Pensé, que por ahora todo va bien, a ver como termina.

Nos metimos en la cocina y en un momento lavamos todos los vasos y las cosas del desayuno. Le comenté que iba a casa para terminar de recoger mi ropa y que si quería venir a verla.

Me indicó que me adelantará yo, que ahora iba yo que tenía que terminar una cosa. Le comenté que no tardará mucho que le dueño del piso llegaría sobre las 2 a por las llaves. Y me dijo que no tardaría más de cinco minutos. Le indique que tardará un poco más, para darme una ducha.

  • Entre con las llaves que le dejamos y así aprovecho y se las dejó al dueño del piso en la entrada.

  • Perfecto, ahora nos vemos.

Nos despedimos con un beso en la mejila, que si uno de los dos hubiera girado la cabeza un poco, le habría comido la boca al otro.

En el momento que pase a mi casa pensé que no vendría y que se había dado cuenta de que la deseaba. Así que entre, cerre la puerta y me fui al baño a darme una ducha. Al estar solo, entre con mis zapatillas de casa y una bolsa, donde echaría la ropa que llevaba, ya que la que iba a ponerme la tenía encima de la cama.

Me di mi ducha, una buena ducha, sin darme cuenta ni de la hora y solo pensaba en la oportunidad desaprovechada, como tantas veces desaprovecha. Me puse a mil en la ducha al recordar los tangas de la vecina y las ganas que tenía de follarla.

Cual fue mi sorpresa al salir de la ducha, que estaba Lola en el pasillo. La verdad que me meti de  nuevo en el baño, ya que al pensar que estaba solo salí en bolas.

  • Perdón Lola, no sabía que estabas ahí.

  • Perdona tú, por no haberte avisado de que estaba aquí. Pero como me dijiste que pasará con mis llaves, así que lo hice.

  • Pero es que te habrá molestado verme desnudo, y ya sali con una toalla en la cintura y la camiseta que llevaba antes de nuevo puesta.

  • Por mí haberte quedado como estabas, no es nada que no hubiera visto antes.

  • No me digas que te ha gustado lo que has visto -y me fuí acercando a ella.

  • No me ha desagradado.

Segúia en el mismo sitio.

  • Pues si me quitará de nuevo la toalla y la camiseta, ¿que pasaría?

No contesto con palabras, pero si termino ella de acercarse a mí y nos fundimos en un beso.

Mezclamos nuestas salibas, mientras no dejabamos de bsearnos y de tocarnos. A mi se me cayo la toalla, algo que no me importó, porque parecía que mi plan daba su fruto.

Separamos nuestras bocas, y abje a su cuello y empece a besarlo sin parar, recorriéndolo de un lado al otro.

  • Sigue Juan, no pares, lo necesito.

Le dí la vuelta sin dejar de besarla el cuello y le puse mi polla, en su culo, que la verdad estaba muy empalmada.

  • No te retires, la necesito que me la roces.

  • No solo te la voy a rozar, te la voy a meter. Llevo deseando esto desde hace mucho tiempo.

  • ¿Qué me deseas?

  • Sí, Lola, desde el priemr día que llegué, he tenido ganas de follarte. He deseado que cada vez que me has hecho ir a tu casa, me lo propusieras y el día de los tanga por eso me acerque tanto a ti.

  • Así que si es verdad que estabas con gans ese día. Creí que eran imaginaciones mías.

  • Pues ya ves que no.

La dirigí sin dejar de morderle la oreja y besarle el cuello, y no digamos de apretarle las tetas, que para sorpresa mía, vino sin sujetador. En ese momento pensé que no era el único que tenía un plan hoy.

Cuando lleganos al dormitorio, me dijó:

  • Aquí, no, que es el dormitorio donde follas con tu mujer.

  • No sólo he follado con mi mujer en esta cama.

  • ¿Cómo? Vaya con el hombe, yo creía que sólo con ella.

  • Para que veas, no es oro todo lo que reluce.

La tumbe en la cama, le di la vuelta le quite la camiseta con la que había venido y pude ver sus tetas en toda su dimensión, grandes, una 100. baje desde su cuello hasta ellas sin separar la lengua de su cuerpo.

  • Para Juan, que nos van a oir los vecinos.

  • Nunca han dicho nada.

Y me puse a comer tetas como un loco, mientras ella no dejaba de gemir y de apretar con las manos la colcha de la cama.

Con la mano que tenía libre yo, baje a ese tesoro que tenia tapado por unos leggins tipo vaquero. Al meter la mano, comprobé que si traía ropa interior ahí, "¿haber cuál se ha puesto- pensé".

Así que me separe de sus tetas, diciéndole que ahora volvería a ellas, me quite la camiseta, porque la toalla ya la había perdido, y le quite el leggins que llevaba. Mi sorpresa fue al ver que se había puesto un tanga blanco, el que tenía encima el día que los vi.

  • Para venir sin sujetador podrías haber venido sin el tanga, pero mejor asi puedo quitartelo y deleitarme con lo que hay ahí abajo.

  • Síííí, sabía que te gustaría este -dijo Lola sin dejar de estremecerse.

  • Así que ese día los pusiste allí queriendo.

  • Sí, quería sentrime sucia.

  • Ya me estás demostrando lo sucia que eres y como lo tenía reprimido.

  • Recupermeos el tiempo perdido Juan.

Puse mi lengua en su ombligo y de ahí fui bajando a su coño, porque quería meter mi boca ahí dentro y que duchará con sus jugos. A la vez que iba bajando con la lengua, le fuí bajando el tanga, no quería rompérselo como le hacía a mi mujer, sobre todo en la primera sesión, en las siguientes se lo arrancaría sin piedad.

Cuando llegué allí con mi lengua, comprobñe que esta chorreando y que se había lavado bien lavado antes de venir, así que ella venía a por guerra y la encontró.

  • Veo que venías dispuesta.

  • Sí, ya no aguantaba más y este ñultimo día aquí, ¿qué podía perder?

  • Pues los dos pensamos igual.

Metí mi boca y mi lengua en ese coño, y me puse a comer sin parar hasta que me duchará, algo que hizo bastante rápido, Abrí el grifo de los flujos.

  • Sigue, no pares, lo necesito.

Con sus manos metia más mi cabeza, y yo además apretaba desde su culo a mi boca, asi que imaginaros como entraba mi lengua en su agujero y como me estaba poniendo de fluidos. No sé cuanto tiempo estuvimos en esa posición, pero más de veinte minutos seguro, que por mí habría seguido más allí.

  • Sube a la cama Juan, que ahora tengo que comer yo, no solo vas a comer tú, ¿no?

  • Vas a comer, pero estoy a punto de correrme, porque me tienes a mil desde que me has invitado a desayunar.

Me subo a la cama, y ella aprovecha para quedarse desnuda.

  • No me creo que no hays follado desde que enviudaste, ¿Alguien habrá habido?

  • Nadie, sólo mis dedos y un juguetito que tengo.

Ojala lo hubiera traido, asi lo disfrutaríamos los dos, mi vena bisexual siempre está ahí. ese comentario solo pense, no se lo dije, no quería estropear la situación, ya que no todas las mujeres le gustan los hombres bisexuales, lo sépor experiencia.

Se subió a la cama se puso de rodillas, pero me puso su culo al alcance de mi mano, asi que mientras empezaba a chuparme la polla desde arriba a abajo, yo empece a acariciar ese pandero y el que queria follar también.

Subía y bajaba con delicadeza, pasaba la lengua por todo el tronco de la polla y cuando llegaba a la base, se quedaba allí para que sintiera su garganta. Pero cuando ponía la lengua en el capullo lo recorría entero. Estaba tranado mi polla como si llevara años si comer una y quisiera deleitarse.

Mientras ella seguía con su mamada, yo pase de acariciar su culo a meter mis dedos en ese coño que habia dejado lleno de saliba.

Levantó su boca de mi polla y:

  • Sigue, mete más y más dentro.

Y volvió a comer polla.

Y como yo soy un mandado así hice, pero me permiti la libertad de meter un dedo en su culo. Lo cual consigiuó que ella soltara un gemido y que se desplazará hasta poner sus piernas con mi cabeza entre ellas.

Mientras que ella seguía comiéndome la polla yo volvi a comer coño y ademas a meterle algun dedo en él y en su culo.

Quien la sigue la consigue y llegó el momento en que no pudé aguantar más y me corrí en esa boca, la cual cerró para que no se le escapara ni una gota. Y sentí como se la tragaba y seguía chupando para no dejar nada. Y yo minetras con la lengua en su coño y con dos dedos metidos en su culo.

  • Qué rico Juan. La de veces que podríamos haber hecho esto si hubieramos sido claros los dos.

Me separé de su coño y le contesté.

  • La verdad que sí.

Ella aprovecho para separarse de mí y mirarme muy complacida y se echo ami lado, nos abrazamos. No sabía como decirle que siguieramos.

Comprobamos la hora y me dijo que si tenía prisa que podíamos ir a su piso y así dejar este recogido para cuando viniera el dueño a las 2. Le indique me había escrito y que me había dicho que recogerá las llaves mañana, que se las dejará en el buzón, así que Lola tenemos tiempo de sobra.

  • Pero tú no aguantas más. A los hombres os cuesta volver a ponerla dura.

  • No a todos.

Se rió y se quedó pillada al ver que se me volvía a subir.

  • Mejor dejalo y lo hacemos en mi casa. Recoge todas tus cosas y vayamos a mi piso.

  • Pero antes de irme a tu piso, te la voy a meter, que es lo que has venido buscando.

  • He venido buscando a un hombre y me he encontrado con un toro, pero terminarás en mi cama.

Se puso encima de mi de pie y se fue agachando hasta meterse mi polla en su coño, que entre lo lubricado que lo tenía y como estaba de lubricada mi polla, entró a la perfección.

Empezó un mete y saca, digno de una escena porno, ella pidiendo que me corriera y yo que seguía empalmado a mil.

  • Correte Juan en mi coño, lo quiero lleno.

  • Lleno puede que no, pero que tardaré en correrme es en serio, así que preparate a disfrutar de mi polla ahí dentro.

Empezó a correrse, mientras se mordía el labio para evitar gritar de placer y yo mientras con las manos le apretaba las tetas.

Se arqueó hacía atrás, y empecé a notar como tenía un orgasmo de esos que las dejan sin sentido y flojas. Yo la cogí por la cintura para que no se hiciera daño y la notaba floja,

Se puso de nuevo recta, y me dijó:

  • Terminemos en mi casa y en mi cama, sino tú no sales vivo de aquí.

  • Vivo saldré.

  • Hay que recuperar el tiempo perdido.

Se vistió y me dejó las llaves encima de la cama.

  • No tardes, que has encendido el horno y hay que usarlo.

Se fue a su casa, Recogí todo lo que me quedaba en mi maleta y en la bolsa de deporte. Y con todo ello me fui a su casa, dejando todas las llaves en el piso, y quedándome un juego para luego dejarlo en el buzón.

Lo que ocurrió en su piso será una continuación...