Lo que me pasó una vez (1)

Un viaje planeado con mi mujer se tuerce y cambio a la perpetua por otra.

Lo que me paso una vez…. (1)

Empezaré, como todos, diciendo que tengo alrededor de 40 años, mido 1,80 y peso 80 Kgs; soy Director Comercial de una fábrica de muebles lo que me obliga a viajar bastante a menudo.

Llevo casado 20 años (problemas de penalti) y tengo un hijo de 20 que ya hace su vida.

Estoy muy bien con mi mujer (¿enamorado todavía?), pero el cuerpo me pide algo más.

Esta historia comienza hace algún tiempo, la pasada primavera; yo había aprovechado que tenía que viajar a Paris para alargar el viaje y llevarme a mi "perpetua" a pasar un fin de semana romántico en la ciudad de la luz, y tal vez retomar lo que perdíamos día a día.

Tuve tan mala suerte que cuando faltaban un par de semanas para el viaje mi suegra cayó enferma, con lo que mi mujer, que es hija única, tuvo que apechugar. Yo pensé cancelar el fin de semana pero, con esto de los billetes comprados con antelación salía por un pico el anular la vuelta el domingo por la noche y cambiarla por el jueves (cuando yo terminaba de trabajar); mi mujer me animó a que me quedara el finde en Paris, diciéndome que en cualquier caso ella tendría que estar pendiente de su madre; yo accedí aunque pensando que iba a ser un coñazo de week-end.

En esto estábamos cuando en el periódico del domingo (en la página de "chico busca chica", etc.) apareció un anuncio que decía algo tal que así: "casada treintañera busca casado para pasar buenos ratos…", lo que me llamó la atención y decidí contactar.

Resultó ser una mujer de 38 años que estaba un poco hastiada de su matrimonio y que, aunque quería a su marido, quería explorar algo nuevo; quedamos, nos vimos, tomamos una copa, bailamos, nos besamos y nos metimos mano un poco; pero eso fue todo, hasta que se me ocurrió la brillante idea de invitarla a pasar el finde en Paris.

Me dijo que se lo tenía que pensar, y al día siguiente me dio el sí; comentó que su marido la tarde anterior le había dicho que tenía que pasar el fin de semana en Madrid por asuntos de trabajo.

Así que dicho y hecho, cambié los billetes a nombre de mi mujer por otros a nombre de Pilar, que así se llama mi amiga especial, y quedé con ella que nos veríamos en Orly a la hora de la llegada de su avión.

Como un clavo, el viernes sobre las 5:30 estaba en la puerta de llegada del avión de Iberia desde… una ciudad española.

Cuando desembarcó el pasaje me encontré delante de una belleza a la que no conocía. He olvidado deciros que el día que quedé con Pilar me encontré con una chica mona, con buen tipo y simpática, pero nada del otro mundo. La Pilar que desembarcó venía recién salida de la peluquería donde se había dejado sus buenos dineros para hacerse de todo (pelo, uñas, pies, depilación, …).

En cuanto me vio se echó a mis brazos, acercando sus labios entreabiertos a mi boca, lo que yo aproveché para meterle la lengua hasta la campanilla y recorrer luego con ella toda su dentadura; ummmm… sabía de maravilla.

Cuando le dije lo guapa que estaba me contestó al oido: "y eso que no has visto la depilación brasileña que me he hecho".

Le comenté que había reservado para esos días un hotelito muy céntrico, a dos pasos del Arco del Triunfo y de los Campos Eliseos, a lo que ella contestó: "que pena, igual no nos da tiempo a ver nada, porque quiero pasar muuuuucho rato en la cama".

Con estos comentarios de depilaciones y findes horizontales yo estaba ya poniéndome un poco burro (sí, ya lo sé, como si tuviera 15 años…).

Cuando subimos al taxi se apoyó inconscientemente (si, si, ..) en mi hombro y me volvió a dar su boca, a la vez que dejaba caer su mano casi de forma tonta sobre mi paquete, yo di un respingo pero la dejé hacer (soy así de sufrido…), lo que ella aprovechó para poner su abrigo encima de su brazo y bajarme la bragueta, a la vez que hábilmente me sacaba la polla de los boxer, empezando a subir y a bajar su mano, hasta conseguir una erección como hacía años que no tenía. Yo le pedí que parara porque el taxista nos miraba por el retrovisor, pero ella me dijo "no te voy a dejar así", y siguió y siguió, hasta que tuve que pedirle que sacara un cleenex porque le iba a poner perdido el abrigo, dicho y hecho, sacó el cleenex y fue ponérmelo encima del glande y empezar una corrida que ni las de José Tomás.

Mientras tanto habíamos llegado al hotel, con lo que guardé la herramienta en su sitio y salimos, no sin darle una buena propina al taxista. Entramos y nos dieron la habitación, que por supuesto, había pedido con cama de matrimonio king size (es decir enorme); para que no nos faltara de nada había encargado una botella de champán para que estuviera lista al llegar.

Subimos y Pilar recorrió todo con la vista y dijo "va a ser que no veremos nada de Paris", y empezó a desnudarse lentamente para que yo apreciara qué me esperaba.

Se quitó la blusa y apareció un par de pechos estupendos (talla 100 al menos) dentro de un sujetador de encaje blanco que dejaba entrever unos pezones grandes y oscuros, y bastante de punta por cierto. Siguió por las botas altas y la falda, para quedarse con un tanga a juego con el sujetador, que transparentaba la famosa depilación brasileña y el resto de un chochito depilado totalmente; por detrás una tira que entraba directamente entre las nalgas que, si no eran perfectas, casi.

Yo a lo mío, otra vez como un burro… y ella se vino hacia mí y empezó a desnudarme muy lentamente, besando cada zona que dejaba destapada: pecho, hombros, estómago (ó barriguita…), espalda, muslos, … hasta bajarme el boxer y empezar a chupar mi miembro que estaba como una estaca; haciendo comentarios: "me había dejado lo mejor cuando te has corrido en el taxi".

Ya yo en pelotas, me dedique a besar sus tetas por encima del suje, que le quit cuando parecía que me iba a empitonar un Miura (así tenía de tiesos los pezones) , empezando entonces a sobarle los pechos que, aunque un pelín caídos, era una maravilla.

Ya entrado en faena, le quité el tanga, admirando la brasileña y el entorno; no pude menos que darle la vuelta y sobarle el culo apretando con mis manos las nalgas; para luego tumbarla en la cama y empezar a lamerla de arriba abajo. Hasta que lame que te lame, llegué a sus labios (los de abajo se entiende) que rezumaban fluidos vaginales a lo bestia; empecé a comerle el coño, insistiendo en el clítoris hasta que se corrió como una loca (creo que los gemidos y suspiros se oyeron en la recepción), pero a los 2 minutos ya estaba pidiendo más: "follame, métemela hasta el fondo, machacame,…" a lo cual yo respondí clavándole el nabo (23 cms. de largo y 7 cms de circunferencia, que no lo había dicho) hasta donde llegó y empecé a bombear como si fuera lo último que iba a hacer en mi vida, al cabo de unos minutos (no muchos, he de ser sincero) nos corrimos casi juntos (bueno, ella por segunda vez) y nos quedamos un rato abrazados, hasta que me levanté y abrí el champán, del que bebimos un par de copas cada uno.

Como no teníamos ningún plan para esa tarde/noche decidimos quedarnos en la habitación y pedir que nos subieran la cena; mientras venía estuvimos jugando un rao el uno con el otro: que si ven que te muerda un pecho, que si déjame que te chupe un huevo, que si ponte a 4 patas que te voy a dilatar el ano, que si ponte a 4 patas que me voy a meter los dos huevos en la boca… es decir juegos inocentes que nos pusieron a 1000. Tanto es así que cuando llamaron a la puerta (la cena), tuve que esconderme en el baño porque no había nada que ocultara la bandera en alto. Abrió Pilar, enrollada en una toalla de lavabo, con lo que el camarero disfrutó de una vista estupenda de su culo y de su coño, ya que ella insistía en taparse bien las tetas.

Cenamos en pelotas (menos mal que la calefacción funcionaba bien) y seguimos haciendo el tonto… hasta que al final acabamos con más champán y fresas mojadas en chocolate que habíamos pedido de postre (hábil que es uno), acabando de nuevo en la cama rociándonos con champán y mordiendo las fresas allí donde caían… hasta que volvimos a follar como burros, cambiando de posturas y pegándonos una corrida monumental.

Ya llevaba 3 polvos en unas cuantas horas y no sabía como era posible, eso no me pasaba desde los 20 años!!!!.

Después de un rato de besos y abrazos me di cuenta que no habíamos utilizado para nada el pan y la mantequilla, con lo que se me ocurrió que, si mi aparato respondía, podíamos revivir el "Ultimo tango en Paris", aprovechando que estábamos por allí. A pilar no le hacía ninguna gracia, de hecho me dijo que no le había dejado nunca a su marido, pero ante mi insistencia me dijo que probáramos, pero que si le hacía daño me tenía que parar inmediatamente, a lo que yo asentí, como un caballero que soy (si, si…).

Empecé a untarle el ano con mantequilla y a meterle un dedito, cuando le metí dos se quejó, pero añadí una dosis de mantequilla y la cosa fue mejor; yo veía su ano palpitar con mi mete-saca y cuando ya estaba razonablemente dilatado apoyé mi glande en la entrada y empecé a empujar, suavemente, hasta que ella dijo que parara porque le hacia daño; pero yo añadí mantequilla y seguí empujando, ella volvió su cabeza y me dijo: "para cabrón que me partes", pero yo ya estaba a 1100 por hora y no le hice caso; ella se quejó un poco y al momento dijo "no pares, sigue, párteme en dos" (cosas de las mujeres, cambian de opinión en un tris); yo seguí empujando y bombeando, ella volvía la cabeza y cuando me acercaba a besarla me mordía, pidiéndome que siguiera y siguiera; yo seguí bastante rato (no, no se cuanto ya que perdí la noción del tiempo) pero bastante, ya que era el cuarto polvo… Al final se corrió, de tal forma que se dejó caer de bruces sobre la cama y mojo las sábanas de flujos… pero yo no, así que me acomodé en la nueva posición y seguí follandole el culo hasta que me corrí de tal forma que me quedé sin aliento.

Como ya era tarde, decidimos dormir y seguir con la "visita cultural" a París el día siguiente.

CONTINUARÁ. . . .