Lo que mamá no sabe... (fragmento)

Traducción de un fragmento ofrecido libremente por PF. Primeras experiencias de una chica.

Lo que mamá no sabe... (fragmento)


Título original: What Mama Don't Know ...

Autora: Lisa Bishop, (c) 2004, all rights reserved

Traducido por GGG, diciembre de 2004

Para una primera vez no está nada mal, cuando esta 'muchachita' se convierte en mujer.

Todo lo que dijo él sobre Peter eran cosas malas. Desde su forma de vestir, a lo James Dean, hasta la forma en que le colgaba el cigarrillo entre los labios como a un viejo que hubiera estado fumando toda la vida, sabía que Peter Sweeney no era nada con lo que jugar, así lo habría dicho mamá. Yo era un culo virgen en el verano de 1988, una dieciochera con su primer apartamento que pasaba por una de veintiuno y nunca le pedían el carnet. Con aquella madurez, un cuerpo espléndido, una piel preciosa, grandes tetas y curvas deliciosas, mis coqueteos caprichosos y mi afición por Marilyn Monroe me hicieron ganar un concurso de imitadoras de Marilyn en un bar retro local, donde nadie sabía que era menor de edad salvo Peter. A Peter le encantaba sacarme al bar de su papá donde conseguía gratis nuestras bebidas. Durante los primeros meses cada vez que Peter se acercaba lo bastante como para meterme en el saco encontraba una excusa para no ir allí, y luego me arrepentía el resto de la noche. Para mí era una cita divertida pero no estaba segura de querer comprometerme con él de ninguna manera. Había hecho de todo, siempre que no molestara a Peter. Peter me compraba todas las bebidas y cigarrillos que quería.

Un sábado por la mañana, durante mi carrera matinal, alcancé a Peter que volvía de la tienda de la esquina donde acababa de comprar un paquete de cigarrillos. "El café se va a enfriar, entra."

"Pero estoy toda sudada."

"¿Y qué? Tengo ducha."

"Pero es que..."

"Encontraremos algo para ti."

La única cosa que no podía rehusar era una taza de café recién hecho. A Peter le gustaba como a mí, fuerte y recién hecho. Sirvió café mientras yo daba golpecitos a su paquete de cigarrillos recién comprado, luego lo abría y me encendía uno.

"Pareces caliente cuando estás sudada."

"No, nada de eso," me reí, "tengo el pelo hecho un asco," dije pasándome una mano por él, solo para empeorarlo.

"No deberías rechazar un cumplido. Algún día habrá pocos y muy separados."

"¿Qué se supone que quieres decir?"

"Después de que sientas la sed lo entenderás. Siéntate, muchachita, y tómate el café."

Hice lo que pretendía y me terminé el cigarrillo con el café.

Peter nunca retenía un empleo. Había trabajado en el bar de su papá para conseguir fondos, pero llegar hasta el punto de tener un verdadero trabajo estaba por encima de él y sus objetivos prioritarios, el sexo y la cerveza. Otro matado como mi papá era algo que no necesitaba en mi vida. Peter solo valía para jugar con él, no para el sustento.

"Será mejor que me vaya," dije, dejando el tazón 'Bésame soy irlandés' en el fregadero.

"No, ibas a darte una ducha, ¿recuerdas?"

Era mi día libre, y tenía cosas que hacer y no tenía todo el día para los juegos de Peter. Pero aquello cambiaría pronto. Todo lo que tenía que hacer era usar aquel tono conmigo.

"Desnúdate." Era ese, el que dice, quiero decir que significa negocio, y la palabra 'no' no es parte de tu vocabulario por el momento.

"¿Por qué?"

"Necesitas una ducha, y yo necesito ver este cuerpo con el que me torturas."

Una pausa embarazosa jugueteó con el humo de su cigarrillo mientras consideraba mis opciones. Los ojos de Peter no se separaban de los míos; tenía aquella forma de engancharse a mis pupilas con una mirada que no podía quebrar. Me bajé la cremallera de la sudadera, dejando al descubierto mi sostén deportivo. Sonrió aprobatoriamente y echó mano a los cordones de mis pantalones y los desató de un tirón, luego enganchó el dedo en la cintura aflojada de forma que cayeron hasta los tobillos. Mientras su largo dedo me recorría la parte delantera de las bragas entre mi raja, sonreía. Había encontrado la mancha húmeda de mi carrera matutina.

Intenté rápidamente evitar su mano y me agaché para desatarme los zapatos y quitármelos, pero su mano encontró el camino hacia mi trasero. Me recorrió la raja del culo hasta que me puse en pie para retirarme los zapatos de los pies. Peter enganchó los pulgares en la cinturilla de las bragas y me las deslizó por las caderas, dejándomelas en las rodillas, atrapando mis piernas abiertas y en posición. Sus dedos largos y rudos vagaron por mis muslos arriba hasta el delta de mi sexo. Nunca antes había hecho esto con un chico, y de momento estaba decidida a agarrar la ropa y largarme. Pero había algo intrigante respecto a Peter que no me dejaría malgastar esta oportunidad. Antes de que pudiera decidir me estaba bombeando con aquellos dedos largos. Quería librarme de sus nudillos apretados contra las paredes de mis muslos cuando añadió otro. Miré al reloj. Se detuvo y me quitó de la muñeca la prieta correa, luego se lo metió en el bolsillo de su camisa de franela para ponerlo a salvo.

"Esta mañana no tienes ningún otro sitio al que ir que no sea mi cama."

"Pero..."

"He esperado mucho tiempo para reventarte la cereza. No voy a esperar ni un día más, nena."

"Vale, pero estoy asustada."

"No hay de que asustarse, seré delicado contigo." Se levantó y me llevo de la mano al baño. Abrió la ducha y tocó el agua con la mano.

"Entra muchachita."

Hice lo que me decía y me pasó una manopla. Tenía la cara cubierta de jabón cuando sentí una corriente de aire y me di cuenta de que él estaba detrás de mí en la ducha. Sin advertencia previa me cogió la manopla, a continuación me lavó todo el cuerpo. Instantes más tarde sentí unos dedos enjabonados invadiendo mi chochete, luego la raja del culo, mientras un pulgar me acariciaba mi prieto agujerito. Tenía prisa por escapar pero me giró las caderas y me empujó los hombros contra la pared de la ducha, apretando rápidamente su pulgar contra él, mientras me aplastaba los pechos enjabonados.

"Sé buena chica y te daré un trato especial."

Un poco más tarde sacó el pulgar y me aclaró el cuerpo. Antes de que pudiera ni siquiera darme la vuelta para lavarle cerró el agua y me secó con una toalla.

"Métete en la cama. No te tapes. Limítate a tumbarte allí."

Consideré vestirme y largarme antes de que hubiera salido de la ducha, pero mientras me tumbaba en su cama, quería a medias que mi virginidad fuera tomada por el simpático Peter Sweeney mientras el resto de mí luchaba contra mí misma para que esperara a alguien aún mejor. Antes de que pusiera orden en mi mente Peter entró en la habitación todavía húmedo, con una toalla alrededor de la cintura, y en la mano una tira de condones. Bueno, al menos íbamos a tomar medidas al respecto. Se quedó allí mirándome otra vez y pude ver el bulto que asomaba bajo la toalla.

"Date la vuelta y déjame verte la espalda," dijo encendiendo un cigarrillo y dando la primera calada.

Hice lo que me pedía y sentí los dedos de su mano libre en mi culo subiendo y bajando por la raja.

"Está bien, ahora vuelve a ponerte sobre la espalda."

Se quitó la toalla y se acercó a mí. La punta de su erección le tocaba el vientre y parecía un tanto amenazadora para mi prieto chocho al que no le gustaba ni tan siquiera la invasión mensual de un tampón. Peter aplastó el cigarrillo en el cenicero del vestidor y se acercó a mí, colocándome la mano en su polla.

"Esto es una polla, muchachita."

"Sé lo que es."

"Estabas mirándola como si nunca hubieras visto una antes."

"Bueno... como esta no."

Se rió de forma gutural y se subió a la cama entre mis rodillas, levantándomelas de forma que las plantas de los pies descansaran en el colchón, y luego me las separó.

"Primero voy a examinar este coñito."

Su manos juguetearon con los pliegues, acariciaron la piel, y luego los separaron para dejar a la vista mi botoncito. Temblé cuando me lo acarició. Los dedos de Peter se deslizaron en mi túnel, pequeño y húmedo.

"Ahí es dónde va a ir mi polla, dentro de tu prieto chocho de muchachita." Odiaba la forma en que me degradaba llamándome muchachita, y él lo sabía. Era una mujer de dieciocho años, oficialmente una mujer, y no me gustaba que me llamaran muchachita, pero cuando planteé la cuestión, no me volvió a llamar por mi nombre en semanas. Incluso en público me habría llamado muchachita si me quejara de eso. Solo porque él casi me doblara la edad no significaba que pudiera llamarme muchachita, pero Peter pensaba que podía y lo hacía.

Su boca encontró el camino a una teta mientras planeaba por encima de mí. No podía escabullirme de esta, estaba atrapada entre él y aquella polla alta. Peter me distrajo mientras el pulgar y el índice rodeaban mi pezón formando un brote duro. Sentí su pene pinchándome en la raja. Con las piernas separadas y los pies apoyados en la cama esperé su invasión. Estando a la entrada de mi chocho, Peter me agarró las muñecas y avanzó en mi interior, haciéndome gritar. Se detuvo, manteniendo todo el camino recorrido dentro de mí y pateé con los pies sobre la cama, deseando que se saliera de mí, mientras la ardiente invasión de su polla me abrumaba.

"Tranquila nena," dijo, "cálmate, o te haré una retirada con abucheo." El miedo se asomó a mis ojos y se rió con aquel tono gutural en la voz. "¿Vas a ser una muchachita y a gritar aquí en mi cama o vas a ser una mujer y vas a follar conmigo?" preguntó. Se echó atrás, luego apretó a fondo de nuevo en mi chocho, viendo si ofrecía resistencia. No iba a dejar que Peter me ganara y tuviera el derecho de llamarme muchachita para siempre, de modo que me esforcé en relajarme debajo de él mientras se movía con ritmo suave. Su lengua jugueteó con mi boca, luego con mis tetas mientras bombeaba dentro de mí, cada vez más rápido. Las manos de Peter no me soltaban las muñecas. La mezcla de dolor y placer hacía que sintiera un hormigueo en la piel mientras se movía cada vez más aprisa. Cuanto más rápido se movía más me retorcía debajo de él, intentando escapar de su polla bombeante y del constante hormigueo y vértigo. Sus manos me estrujaron las tetas, enganchándose a ellas mientras me follaba salvajemente. Estaba demasiado mareada, como si fuera a desmayarme. Su ritmo era tan rápido y precipitado, no podía calmarme. Cuando no pensaba que pudiera aguantar una segunda vez sentí inflarse el condón como un globo contra las paredes de mi prieto chocho. Desperté con Peter abofeteándome la cara.

"Nena, ¿estás bien? Te has desmayado."

"Sí, estaba tan mareada y con un hormigueo por todas partes."

Peter se rió y encendió un cigarrillo. Ya se había limpiado la polla y se había puesto unos calzones.

"¿Cuánto tiempo he estado sin sentido?"

"Unos minutos. Me imagino que has tenido un orgasmo."

"¿Y es así como es eso?"

"Sí, muchachita, has tenido un orgasmo como la virgen que eras."

Volvió al dormitorio con una manopla y empezó a lavarme el dolorido chochete. Una leve mancha de sangre apareció en el paño y me la mostró.

"Se acabó tu cereza, muchachita. Una vez abajo y se acabó."

"¿Se acabó?"

"Nos ocuparemos de eso esta tarde," dijo, cubriéndome con las sábanas. "Sé una buena chica y duérmete. Volveré en unos minutos. Necesito otra taza de café."

Peter me besó en la frente y me dejó dormir, luego cerró la puerta tras él. Si mi madre supiera que perdí mi virginidad con el simpático Peter Sweeney creo que me encerraría en el dormitorio hasta que cumpliera los cuarenta. Pero bueno, lo que mamá no sabe no le hará daño.