Lo que jamás había pensado y sucedió.

Lo que me pasó por no querer irme con mis padres de vacaciones a la playa.

Esta historia sucedió cuando yo tenía 18

años.

Recuerdo que unos meses antes del verano estuve yendo al gimnasio para aumentar mis músculos. Yo antes había practicado mucho ejercicio; natación, atletismo, baloncesto, fútbol, béisbol, ciclismo, voley... pero hasta ese verano no noté que, de todos esos años haciendo deporte, tenía un cuerpo más que deseable y bien formado.

Medía 1,88 cm y pesaba 80 kg. No parecía un monstruo como muchos parecen, sino más bien un deportista bien definido. Predominaba más mi definición en la parte de arriba que en el tren inferior. Mis bíceps estaban bien marcados y desarrollados, al igual que mis hombros, pechos y abdominales. Mi espalda hacía forma de triángulo invertido y mi trasero era más bien pequeñito y duro como una piedra.

Tal fue mi condición física que el entrenador del gimnasio me propuso presentarme a un campeonato, a nivel regional, de fitness. A mi me hubiera encantando pero mis padres no me dejaron ir. Era justo cuando nos íbamos de vacaciones a la playa, en el mes de agosto. Yo les estuve suplicando y les dije que ya no quería ir con ellos, que me dejaran allí pero nada de nada. Además decían que nos les gustaba ese deporte, que si seguía terminaría convirtiéndome en una bestia y que ya estaba bien como estaba.

Por aquel entonces ya salía yo con mis amigos a dar una vuelta por la tarde. Recuerdo bien que quedábamos a las 19:30 en la esquina de la calle y nos recogíamos a eso de la una o antes. Mis intereses no estaban con mis padres, sino en salir con los amigos e intentar ligar con alguna chica.

Tal fue mi insistencia en quedarme y el empecinamiento de mis padres en que no me quedara que me inventé un juego sucio para que me dejaran ir. En una regañina de estas, me metí en mi cuarto y cerré la puerta con todas mis fuerzas.

Mis padres no se dieron cuenta hasta que no vieron que llevaba demasiado tiempo dentro de mi habitación, por lo que mi madre fue a buscarme. Cuando escuché que los pasos se acercaban a la puerta, me dispuse con la ventana abierta de mi habitación, a caballo en el resquicio, con una pierna por fuera.

Mi madre se asustó rápidamente, - ¿Qué haces hijo?, ¿no ves que te vas a caer? - A lo que yo contesté – Y a mí que me importa... - Mi madre salió corriendo de mi habitación a buscar a mi padre, que en segundos se presentaron allí los dos.

Yo no tenía intención de tirarme, ni mucho menos, pero a mi padre se le pusieron de corbata. – ¿Que ocurre? ¿Por qué estás ahí? – a lo que yo contesté – No quiero ir con vosotros de vacaciones – mi padre reaccionó rápido, - tranquilo hijo, quítate de la ventana y lo hablamos –

  • No me quito hasta que me digas que no voy a ir con vosotros, me da igual el campeonato, pero no quiero ir.

  • Vale, vale, no vengas, tú ganas, pero quítate ya de ahí.

  • ¿Seguro?, ¿Lo dices en serio?

  • Sí, hazme caso, bájate de ahí y lo hablamos tranquilamente en el salón.

  • Vale, pero recordad que esto lo puedo hacer en cualquier momento, y no necesariamente tengo que estar en casa.

  • Vale hijo, tranquilo, hablemos en el salón mejor. Te aseguro que no vendrás.

Seguidamente, me bajé de la ventana y me dispuse a ir al salón. Mi madre estaba llorando y la cara de mi padre no era para menos. Nos sentamos en el salón y pensándolo mucho me dijeron que la única posibilidad que había para quedarme era si me quedaba en casa de mi tía. Que solo no quería que me quedase por si me daba por hacer alguna otra locura. Yo acepté encantado.

Mi tía vivía en un chalet a las afueras y tenía una piscina de miedo en un jardín precioso, lleno de césped y árboles frutales. Además, tenía habitaciones de sobra. Mi tío había muerto hace unos años y tan solo vivía con ella mi prima Gema, de 20 años.

Mis padres se fueron a Málaga, el 2 de agosto, que era sábado y a mi me dejaron en casa de mi tía con maleta y todo, para que no tuviera que ir a mi casa a nada. Mi tía, encantada por tenerme allí, me dejó una habitación al lado de la de mi prima, preparada para el hijo que nunca pudieron tener.

Yo con mi prima no hablaba casi nunca, ella me tenía por un mocoso y pasaba de mí. Además, tenía ya un novio mayor que ella con el que ya llevaba dos años saliendo. Le gustaba vestir con ropa ancha y practicar aerobic. Era muy morena, de pelo liso y corto, por el hombro. Muy guapa si no fuera porque tenía un piercing en la nariz y otro en la lengua. A mí de nunca me había gustado los piercing, pero a ella es de suponer que le gustaban... y mucho.

Los primeros días, me levantaba sobre las diez y tras desayunar me iba un rato al gimnasio hasta la hora de comer. Comíamos pronto, a la 13:30 más o menos. Le dije a mi tía que yo seguía dieta por lo del gimnasio pero me dijo que allí se comía lo que ella ponía o sino pan. Así que, aunque me gustaba más la comida de mi madre, tuve que comer lo que ponía.

Tras comer me echaba la siesta y me levantaba a las cinco para darme un baño en la piscina.

Uno de esos días, mi prima estaba nadando cuando yo me disponía a darme un baño. Me descalcé las chanclas al lado de una silla de plástico blanca y me quité la camiseta. El bañador ya lo tenía puesto.

Mientras nadaba mi prima, me duché un poco por si me llamaba la atención por no hacerlo, pero ella no me prestaba atención. Me disponía a tirarme de cabeza justo cuando mi prima me dijo... - Sssss, ¿qué haces?, no te tires que salpicas, cabezón.- Ella siempre me llamaba cabezón porque decía que era muy cabezota.

Me metí por la escalera y me hice unos largos. Mientras ella nadaba despacio, yo me hacía el chulito nadando a más velocidad y adelantándola. Claro está, sin salpicar. No sé lo que llevaría nadando ella pero a los pocos minutos paró y se quedó de pie en lo menos profundo de la piscina. Yo seguí nadando y mientras daba la vuelta en uno de los largos me fijé con las gafas a través del agua que mi prima tenía unas piernas increíbles. Después no pude contenerme y me fijé más arriba. Su bikini color rosa formaba un triángulo delicioso entre sus piernas y su monte de Venus. Por un momento pasaron por mi cabeza muchas cosas guarras, pero todo iba en la misma dirección, poder darme una buena paja después del baño.

Dos largos más tarde, mi prima se disponía a salir de la piscina. No podía dejar pasar esta ocasión y me detuve en el otro extremo como a descansar para ver como salía de ella. Se sujetó a la escalera con ambas manos y se dispuso a salir. En ese momento yo solo veía un trozo de su espalda bien moldeada por la natación. Poco a poco siguió subiendo y cada vez la espalda se estrechaba más para aproximarse a su trasero. Fue alucinante. Recuerdo ese momento como si fuera a cámara lenta. Su culo bien formado saliendo poco a poco mientras el agua resbalaba sobre él.

Una vez terminó de salir, no pude dejar de mirar su precioso culo y sus piernas. Me la estaba comiendo con la vista e intentaba adivinar lo que habría debajo de la parte inferior de su bikini. En un acto casi reflejo, empecé a empalmarme y eso me llevó a tocar con disimulo mi larga polla por encima del bañador. Ella aún seguía de espaldas y se aproximaba a una tumbona para coger la toalla.

Mientras se secaba de espaldas a mi, empecé a masajear mi polla con la mano metida en el bolsillo. En unos momentos se había secado y se dio la vuelta. Uff, me pilló de improviso y saqué rápidamente mi mano del bolsillo y me dispuse a seguir nadando. Ahora ya no metía la cabeza, pues solo quería disimular pero seguir viéndola. Mientras, mi polla dura surcaba la piscina como si de un timón se tratara.

No podía aguantar más y paré al otro extremo de la piscina. Ella ya se había tumbado boca arriba sobre la tumbona para tomar el sol mirando hacia mí pero no podía verme ya que solo asomaba la cabeza y los brazos por encima del bordillo. Entonces empezó a ponerse crema sobre la cara, después sobre las piernas y por último la tripa y el pecho. Puff, yo no podía dejar de mirar como se tocaba lentamente mientras se untaba la crema. Mi polla iba a explotar de excitación. Se puso unas gafas opacas para no dejar pasar el sol y se dispuso a dormir.

Sabía que no podía verme, así que me aproveché de la situación y me paré a observarla detenidamente mientras me tocaba la polla por el agujero del bolsillo. Fue cuando me di cuenta que tenía unas tetas preciosas, no muy grandes, del tamaño de naranjas pero con una forma que te dejaba perplejo. En el bikini se marcaban los pezones duros, aún helados por el cambio de temperatura. En ese momento solo pensaba en comerme sus naranjas a lo bestia mientras no paraba de masajearme.

Ahora miraba a su ombligo, ummm, tenía una tripita lisa que marcaba muy levemente unos tímidos abdominales. Mirando un poco más abajo observé que se había hecho un tatuaje. Era un hombre pescando sobre un río justamente por encima de la braguita mientras se observaba como el sedal continuaba por debajo del bikini. Seguro que más abajo estaba un pez muy gordo...

Jamás había pensado en mi prima pero en aquel momento estaba demasiado caliente, y es que mi prima estaba muy muy buena. Así que puestos a la calentura decidí masturbarme dentro de la piscina mientras la miraba. Nunca había hecho tal guarrería en la piscina pero ya no podía más, o eyaculaba o la polla me explotaba sola como una bomba.

Continué mirando más abajo, tenía las piernas ligeramente abiertas y pude divisar como su monte de Venus sobresalía levemente sobre el resto. Después fui recto a la entrepierna, seguramente tuviera depilado el coño ya que se le podía ver perfectamente marcada la raja en el bikini. Eso me volvió loco y no pude aguantar más. El corazón empezó a bombear cada vez más a prisa, veía que llegaba, poco a poco, como si la meta estuviera cerca, cada vez más cerca, me iba a correr. Acto seguido, no pude mantener más la mirada y cerré los ojos mientras notaba las sacudidas de mi polla descargando semen en el agua. Ummmm, ummmm, ummmm, una y otra vez, mientras aguantaba mi respiración para no llamar la atención. Poco a poco el ritmo fue bajando y me fui quedando sin fuerzas destrozado en el agua.

Me agarré a la escalera y me quedé allí removiendo debajo de mi bañador para que aquello se disolviera. No me gustaría que saliera flotando nada más espeso que el agua por allí. Me quedé unos diez minutos apoyado en la escalera y, tras cerciorarme de que no había ningún resto extraño, me dispuse a salir del agua.

Mi prima no parecía haberse enterado de nada así que coloqué otra tumbona lejos de ella y me eché un rato. Con el cansancio me debí quedar un rato dormido porque cuando abrí los ojos, mi prima ya no estaba.

Después de cenar no me podía quitar a mi prima de la cabeza. Nunca había pensado en mi prima para masturbarme pero como era lo mejor que había visto en mucho tiempo, decidí volver a masturbarme pensando en ella y en lo que había disfrutado viéndola por la tarde en la piscina. Entré en mi habitación, cerré la puerta y me quité toda la ropa. Preparé unos cuantos pañuelos de papel y me tumbé en la cama boca arriba.

Cerré los ojos y empecé a pensar en lo buena que estaba mi prima y lo que me hubiera gustado verla desnuda. Tardé poco en correrme sobre mi propia tripa, hasta algunas sacudidas me llegaron a la cara, pero fue una corrida buena. Me limpié y rápido me quedé dormido en pelotas.

Por la mañana me levanté empalmado y me volví a masturbar antes de bajar a desayunar. Aquella mañana no me apetecía ir al gimnasio. Solo quería observar a mi prima. Tal vez la pillase en el baño en ropa interior, o saliendo de su habitación. No podía quitármelo de la cabeza.

La rutina de cada día se basaba en espiar a mi prima desde un lugar que ella no pudiera verme para masturbarme mientras la veía y en coger información visual de mi prima para masturbarme imaginándome cada vez cosas más morbosas.

Una de las tardes, después de comer, yo estaba desde mi habitación a la hora de la siesta, mirando por la ventana a la piscina, pues mi prima no dormía siesta en su cuarto sino que le gustaba dormir mientras tomaba el sol.

Cuando me asomé por entre las cortinas con disimulo mi prima estaba tumbada boca abajo, con el bikini metido en la rajita del culo para que se le pusiera morenito. Mi corazón empezó de nuevo a latir. Que culo más redondito, más suavito, más durito, era espectacular. También observé que la parte superior del bikini lo tenía quitado, supongo que para eliminar el corte que dejaba el sol...

No podía aguantar más, pero desde allí no veía nada, estaba demasiado lejos para aprovecharme bien de aquella vista y cascármela, así que decidí buscar un lugar mejor. Bajé para abajo y me asomé por la ventana de la cocina. La vista era mejor pero no terminaba de gustarme pues quería estar aún más cerca.

No era la hora que yo tenía por costumbre bajar a la piscina así que no podía salir así como así. Además, seguro que si se daba cuenta de que yo estaba por allí se taparía.

Pensándolo un momento vi que había un árbol que podía servirme para ocultarme tras de él y así tener buena vista para hacer de las mías. Todo listo, ahora solo faltaba llegar hasta allí sin que ella se diera cuenta. La puerta de la cocina hacía mucho ruido y seguro que me pillaba, así que decidí salir por el garaje, que estaba un poco más lejos y se encontraba más cerca del árbol.

Como si de una película de espionaje se tratara, salí sigiloso por la puerta del garaje y, casi de puntillas y muy lentamente, me fui aproximando hasta el árbol.

Una vez allí me di cuenta que el árbol no tapaba del todo mi cuerpo, pues era más estrecho de lo que yo había calculado. Miré a mi prima y dije, al cuerno, me la casco en un momento y me piro por donde he venido.

Me ahuequé el bañador con una mano y saqué mi polla a fuera con la otra. Me costó un poco de trabajo salvar la goma del bañador pues la tenía ya que no me cabía dentro.

Cuando volví a echar la vista hacía mi prima para mi propósito, ella se había dado la vuelta... oooo señor... que maravilla, no se había puesto la parte de arriba, estaba tomando el sol en topless. Tenía unas tetas preciosas, su tamaño era el que a mi gustaba, sus aureolas eran oscuras y tenía los pezones un poco subidos hacia arriba, como los pitones de los toros.

Con mucho cuidado empecé a masturbarme lentamente, subiendo y bajando mi polla con delicadeza, sintiendo cada movimiento con la máxima intensidad que podía. No quería hacer ruido pues me podía pillar, verme no podía pues tenía puesta esas gafas opacas suyas para tomar el sol.

Entonces se me volvió a ocurrir otra idea, podía acercarme aún más, pues no podía verme y cascármela delante casi de ella sin que se diera cuenta. Eso si que me daba aún más morbo.

Me guarde mi picha en el bañador con dificultad y me acerqué hasta colocarme a unos 5 o 6 metros de ella. Ahora no tenía nada delante entre ella y yo. Sabía que mi tía estaba durmiendo la siesta y que mi prima seguramente también estuviera dormida, así que allí mismo, delante de sus narices, me saqué de nuevo mi polla.

Empecé de nuevo a pajearme muy lentamente y con mucho cuidado de no hacer el más mínimo ruido, mientras miraba las preciosas tetas de mi prima y su entrepierna, pues siempre se le notaba la rajita del coño.

No llevaba ni medio minuto cuando mi prima empezó a moverse y de pronto se quitó las gafas y me vio allí plantado delante de ella con la polla en la mano.

  • ¿Qué estás haciendo so guarro? – Me quedé sin palabras, no sabía que decir. - ¿Te estás masturbando mientras me miras?, eres un cerdo asqueroso, perturbado - mientras se tapaba la parte de arriba con ambos brazos y se disponía a ponerse lo de arriba. – Se lo voy a decir a tu madre, eres un puto cerdo – a lo que yo contesté: - No, por favor, lo siento mucho, es que eres muy guapa y me gustas mucho, no he podido evitarlo. No se lo digas a nadie por favor. -

Mi prima tenía una cara de cabreada que para qué, pero no dejaba de mirarme la polla de reojo. Yo estaba asustadísimo incluso empecé a desinflarme del apuro que estaba pasando. – que pasa, ¿que te haces pajas conmigo o que? – pues sí, contesté. Desde que estoy en tu casa no puedo dejar de pensar en ti, en tu precioso cuerpo y me la tengo que cascar al menos tres veces al día.

Mi prima cambió de expresión y dijo – pobrecito, eso me pasaba a mi cuando no tenía novio, me tenía que masturbar a solas pensando en alguien. ¿Nunca has estado con una chica? – Pues no – contesté – ¿ni si quiera te la han cascado o te han comido la polla? – Tampoco.-

No dejaba de mirarme de arriba abajo y, aunque mi polla ya estaba más arrugada que una pasa, se detenía de vez en cuando a observarla con disimulo. Cuando de repente me suelta: - pues no lo entiendo, tienes un cuerpazo y una buena polla, deberías haber estado con alguna chica ya con tu edad, seguro que las debes de volver locas- pues no, -contesté -, no he estado con ninguna, soy demasiado tímido como para esas cosas.

Mi prima cada vez se paraba más a fijarse en mi polla, - pues tienes una polla bastante grande. Joder, es más grande que la de mi novio – yo no sabía que decir y no dije nada. Cuando me dice: – ¿Me dejas tocarla? – puff, en ese preciso instante el corazón se me volvió a poner a mil y la polla se puso tiesa en menos de dos segundos. –Pues claro - contesté yo,- nada me gustaría más - Lo malo es que aquí nos puede ver mi madre. Ven, vamos a la habitación de la depuradora –

Entramos en la habitación de la depuradora, un cuarto muy pequeño lleno de tubos y motores al que había que bajar por unas escaleras ancladas a la pared. Mientras ella me preguntaba cosas. -¿Cuánto hace que te das pajas? ¿Cuánto hace que te sale lefa? - Yo estaba ya para explotar.

Se sentó encima de un tubo y me dijo – Sácate la polla cabezón – yo ni atinaba, estaba temblando – no estés nervioso que es peor, a ver, yo te ayudo – y con cuidado me bajo el bañador hasta los tobillos. – La verdad es que tienes una polla de cuidado. Un pollón -.

Entonces empezó a tocármela con delicadeza con su mano derecha mientras no dejaba de mirar mi polla. Su mano era suave y sabía lo que estaba haciendo pues la sujetaba de una manera inigualable. Yo no paraba de temblar. Me temblaban las piernas, incluso me estaba poniendo a tiritar. Mi prima intentó calmarme. – Tranquilo – me dijo, - tú deja la mente en blanco y cierra los ojos -

Intenté dejar la mente en blanco pero los ojos no los cerraba ni loco. Entonces me miró a los ojos y me dijo - ¿Me dejas que te la chupe? – ya no podía ni contestar de lo que me temblaba todo, pero hice un gesto con la cabeza asintiendo. Era espectacular, ella allí sentada y yo de pie, con el bañador en los tobillos, con mi polla delante de su cara, agarrándola con su mano derecha y a punto de metérsela en la boca mientras me miraba a los ojos.

En pocos segundos noté como mi polla se humedecía al ponerse en contacto con su boca. Era una sensación que jamás había tenido y dejé de temblar, me quedé quieto, mirando lo que hacía. Empezó muy lentamente a metérsela, saboreando cada chupada con la lengua, era como si me la absorbiese, como si quisiera tragársela.

Ella se subió el bikini y empezó a tocarse las tetas con la mano izquierda. Se las apretaba, se las masajeaba, pellizcaba sus pezones. Saco mi polla de su boca y empezó a darle pequeños lengüetazos muy rápidos en la parte de abajo del capullo, puff, con el piercing me volvía loco. Alternaba las lamidas con chupadas a gran profundidad al tiempo que subía y bajaba con su mano derecha y me bajaba mi pellejo hasta el máximo.

Yo estaba a punto de correrme pero ella debió adivinarlo y paró. – No, no – Dijo – no tan deprisa chaval, yo también quiero correrme contigo – Entonces se ahueco la parte de abajo sobre un lado y empezó a tocarse el clítoris. En ese momento me dí cuenta que estaba en lo cierto. Estaba depilada. Además, tenía otro piercing en el coño. Esta tía era la pera. Me la empezó a chupar otra vez con más intensidad al tiempo que se frotaba los labios del coño, pero cuando iba a correrme de nuevo volvió a parar.

Entonces se quitó la parte de abajo y se quedó desnuda al completo, volvió a sentarse y con rapidez se la volvió a meter de nuevo en la boca, como si estuviera ansiosa por chupármela. Ahora estábamos los dos muy excitados. Yo no podía dejar de mirarla, ahí chupándomela, las tetas se le movían de la intensidad con la que me pajeaba y con la otra mano se frotaba el clítoris, los labios y el piercing. De vez en cuando metía dos de sus dedos en el coño, los volvía a meter y a sacar y de nuevo volvía a su clítoris.

La intensidad aumentó, notaba que me iba a correr y ella lo sabía, quería correrse al mismo tiempo que yo. El cuerpo empezó a dejarse llevar, la adrenalina empezó a recorrer mi cuerpo y el estado de euforia previo a correrme fue fantástico, empecé a moverme y la sujeté por la cabeza con mis manos, ahora no se me iba a escapar.

Empecé a moverme lo más a prisa que podía y ella ahora no paraba de introducir sus dedos en el coño a la misma velocidad que yo la embestía su boca. El momento estaba llegando y pufff, ummm, el primer latigazo de leche hizo que la velocidad disminuyera, el gusto era indescriptible, mi respiración era muy sonora casi me apetecía gritar. Ella con la polla en la boca gemía como podía mientras me respiraba con gran fuerza con la nariz sobre mí. El segundo latigazo de leche noté que fue aún más abundante, tanto que al retroceder salió un poco de su boca y empezó a chorrear por la barbilla, después hubo un tercer, cuarto, quinto... ya no recuerdo cuantos, pero lo que si recuerdo es su mirada mientras los dos nos corriamos al tiempo, con la polla en su boca y lefa goteando por la comisura de sus labios hasta chorrear por la barbilla.

Cuando vio que me había agotado todo mi fluido, sacó sus dedos del coño al tiempo que la polla de su boca. La vista era ejemplar, hasta le había chorreado pechos abajo, era impresionante. Seguidamente, me enseñó en su boca casi repleta, todo el semen que había recibido y se lo tragó al instante. Después empezó a relamerse los labios y a cogerse con los dedos el semen de sus pechos y llevárselos a la boca. - Ummmm, jamás, había probado un semen tan rico – dijo mi prima. - Es mi dieta dije yo con cara de relajación y felicidad.

Después cogió sus dedos llenos de su néctar y me dijo que tenía que probar ahora su jugo. Tenía los dedos llenos de una sustancia blanca, parecida a la mía, pero menos espesa y más pegajosa. Sin decir nada me lo llevé a la boca y chupé aquellos dedos como si fueran una piruleta, primero catándolo con la lengua y después metiéndomelos por completo en la boca. Su sabor era desconocido para mí, pero para nada era desagradable. Tanto fue, que me acordaré de ese olor y sabor durante toda mi vida.

Y aquí llega el final de este relato, luego hubo más tardes y mejores en otros aspectos pero de vosotros depende, si os ha gustado, que siga escribiendo sobre este tema.