Lo que importa de verdad

Esta es la Historia de Tomas

Lo que importa de verdad

Mi nombre es Tomás y nací en el seno de una familia muy pobre en el barrio más pobre y peligroso de la ciudad, mi familia la componemos mi hermano mayor Andrés, Mi madre Maria y mi hermana pequeña Nadia.

Mi padre por desgracia murió al poco de nacer mi hermana, nació con una enfermedad del corazón muy rara y se pasó toda la vida combatiendo en contra de ella, cuando sucumbió yo estaba a punto de cumplir los dos años.

Mi madre trabajó como una burra durante muchos años hasta que Andrés tuvo edad para trabajar y empezó a traer tan bien un sueldo a casa, siempre fuimos felices, no teníamos caprichos, pero teníamos un techo y tres comidas diarias y todo se lo debíamos a nuestra madre, jamás podremos pagarle todos los sacrificios que hizo por nosotros.

Todos los hermanos nos hicimos las pruebas y aparentemente todos estábamos sanos parecía que ninguno había heredado la extraña enfermedad de mi padre. Los años fueron pasando, y al cumplir yo dieciséis años y mi hermana catorce, un día al volver del colegio, mi hermana estaba muy pálida sumamente agotada y decía que todo le daba vueltas.

Al llevarla al hospital mi hermano y yo pensamos que era porque comía muy poco por esa obsesión de no engordar y por las que teníamos unas broncas de aúpa, pero la mirada de nuestra madre nos decía otra cosa.

Yo- ¿Mama que te ocurre?

Mama- Nada hijo.

Andrés- Tomás tiene razón llevas rara toda la tarde, ¿qué nos ocultas?

Mama- Vuestro padre padecía los mismos síntomas y empezó a sufrirlos sobre esta edad, espero equivocarme, pero me parece que vuestra hermana a heredero la misma enfermedad que él.

No hablamos más, Andrés me miro y la preocupación se veía en su mirada como me imagino que se vería en la mía, fueros horas esperando en una sala de estar, no teníamos hambre solo queríamos que un doctor/a nos dijera que Nadia estaba en perfectas condiciones.

Pero no fue así, los peores temores de nuestra madre se hicieron realidad, Nadia había desarrollado la misma enfermedad que nuestro padre, nos dijeron que se quedaría ingresada unos cuantos días en observación.

Los tres subíamos todos los días yeso animaba mucho a nuestra hermanita, yo al tener edad para poder trabajar me puse de pinché de un antiguo amigo de mi padre que se dedicaba a arreglar motores de barcos, no me pagaban mucho, pero todo dinero que entraba en casa era una ayuda.

Muchos de los medicamentos no entraban en la seguridad social y no nos llegaba con lo que ganábamos los tres, hipotecamos la casa y estábamos de deudas hasta las orejas, de esto jamás se enteró Nadia, lo que menos le convenía era preocuparse por problemas que no eran culpa suya.

Además como decía mi hermano Andrés por nuestra princesita lo que hiciera falta, Andrés empezó a frecuentar amistades poco recomendables, pero en su situación no le quedaba otra opción, eran ladrones profesionales y con lo que sacaban en cada golpe era por lo menos lo que nosotros ganábamos en un año de trabajo.

Andrés empezó a traer bastante dinero en casa, cosa que preocupo a nuestra madre, pero nadie hacia preguntas porque estábamos pudiendo pagar la medicación de Nadia y la hipoteca.

A mí se me daban bien dos cosas la mecánica y conducir coches, en una de las ocasiones oí a mi hermano que necesitaban a un conductor y me ofrecí.

Andrés- ¿Tú estás loco o que te pasa?

Yo- ¡Andrés necesitamos el dinero y lo sabes!

Andrés- ¡Con que me arriesgue yo, es suficiente ostias!

Yo- Es por Nadia y para que mama descanse, cada vez está más agotada no puede seguir doblando turnos.

Andrés acepto a regañadientes, no le gustaba para nada la idea, pero sabía que tenía razón y no teníamos más opciones, en el tiempo que pase con esos ladrones aprendía a pelear a usar cuchillos y armas de fuego(aunque las armas de fuego no me gustaban nada), aprendí bastante de informática y aprendí a apreciar el miedo.

El miedo es útil si lo llegas a controlar te mantiene alerta, y eso nos salvó a todos en más de una ocasión hasta que llego la fatídica noche que lo cambio todo.

Esa noche teníamos que robar en una joyería, uno de los hombres experto en informática aseguro que había desactivado todas las alarmas, pero no fue así, esa noche se confió y una de ellas salto, al intentar acceder a la caja fuerte con las mejores joyas, era una alarma silenciosa y para cuando se dio cuenta la policía ya estaba de camino.

Huimos en dos coches, yo conducía uno y el otro lo conducía mi hermano, esa noche llovía muco y mi hermano perdió el control teniendo un accidente donde murieron todos menos el que quedo bastante malherido.

Fue arrestado y condenado a veinticinco años de cárcel, no llego ni a cumplir dos años, en una reyerta carcelaria fue apuñalado hasta la muerte, mi madre entro en una depresión que tardo mucho tiempo en salir.

Mi hermana se culpaba de lo ocurrido, pero le expliqué que Andrés y yo éramos mayorcitos y que cada uno era dueño de sus decisiones, ese hecho me hizo cambiar, me enseño que el dinero fácil no existe y que cuando lo buscas suele acarrear dolorosas deudas.

Empecé a buscar trabajo en diversas empresas y me llamaron en una para trabajar en el mantenimiento de equipo industrial, cuando llegue a la entrevista me esperaban dos personas, Una se llamaba Antonio y la otra Silvia, Silvia era la mujer más bella que había conocido en mi vida, un poco más alta que yo, rubia con una melena hasta los hombros y los ojos verdes como un par de esmeraldas.

Llevaba un traje de ejecutiva gris oscuro con camisa gris más clarito que le quedaba como un guante, pensé madre mía como querrán que me concentre con semejante monumento a mi lado.

Antonio- En este edificio tenemos una caldera que nadie ha sido capaz de reparar, si lo consigues estarás contratado inmediatamente.

Yo- Lo quiero por escrito, ya me la jugaron una vez.

Silvia- Chico listo, aquí tienes el contrato preparado, pero solo si consigues arreglarlo.

Pues nada me puse a ello, me dieron medio día, a la hora de comer vendrían a ver mi trabajo y me invitarían a comer habría conseguido arreglarlo o no, por suerte para mí, ese tipo de calderas antiguas era igual que la que teníamos en el edificio donde vivíamos y me la conocía al dedillo, para al mediodía ronroneaba como un gatito.

Antonio quedó gratamente sorprendido y en Silvia vi un gesto de admiración, pensé que eran cosas mías que esa mujer jamás se fijaría en un don nadie como yo, la comida fue estupenda y cuando vi lo que iba a cobrar, casi me caigo de espaldas con silla y todo, no solo doblaba si no triplicaba el sueldo más alto que hubiera tenido jamás.

Me preguntaron por mi vida y les conté todo, me imaginaba que me habrían investigado y así fue, Antonio alabo mi sinceridad y me comunico que con el sueldo entraba una casa nuevecita para mí y mi familia, no me podía creer toda la suerte que estaba teniendo.

Cuando salí del restaurante iba mirando hacia arriba porque tanta suerte no era normal y de seguro se me caía un piano o algo encima, eso no sucedió y la noticia alegro mucho a mi madre, pero sobre todo a mi hermana, ahora viviría más cerca de sus amigas y podría verlas más.

Mi relación con Silvia siempre fue muy buena, hacíamos una pareja peculiar, ella era la bella y yo sin duda la bestia, ella bestia ropa de las mejores marcas que además le quedaban de muerte y yo pues con mis vaqueros ajados mis camisetas de mis grupos heavys favoritos, unas botas, una camisa encima y sobre todo mi, chupa, si era verano la camisa era fina, pero si era invierno una camisa de cuadros de esas calentitas.

A Silvia le hacía mucha gracia cada vez que le decía que el día que tuviera que jubilar esa chupa por vieja le haría un bonito funeral, esa cazadora había estado conmigo en los peores y los mejores momentos de mi vida.

No sé cuando cambio todo, pero de repente Silvia empezó a mostrar interés en mí, bajaba a las catacumbas como ella cariñosamente les llamaba y empezamos a pasar mucho tiempo juntos, una noche que se me complico el trabajo, bajo con cena que había pedido para llevar y cenamos juntos, fue una velada estupenda, me contó como había sido su vida y pensé que ni en mis mejores sueños se había parecido a lo que ella me contaba.

Esa noche no sé si fue por el calorcito que hacia por la entrada en el verano o por el vino que habíamos ingerido que terminamos besándonos, y una cosa llevo a la otra y me encontraba sentado en el suelo con los pantalones por los tobillos y con una Silvia con el vestido remangado saltando con mi polla metida en su encharcada vagina, ver a esa diosa como botaba sobre mí con ese gesto de profundo placer fue el momento más feliz de mi vida, (lo único que podría superarlo seria que me dijeran que mi hermana se había curado).

Fue un sexo estupendo, pasamos la noche juntos y al día siguiente yo estaba convencido de que todo volvería a la normalidad, que ella subiría al cielo y yo bajaría las catacumbas que todo fue por el valentón del momento, cuando estaba sumergido en mis pensamientos note unos cálidos labios posarse sobre los míos, eran los de Silvia y me quito la tontera de golpe, yo no quería enamorarme, algo dentro de mí me decía que jugábamos en ligas diferentes y que estaba apuntando demasiado alto.

Pero me deje llevar por mi enamoramiento y termine total e irremediablemente enamorado de Silvia, cada vez que me tocaba turno de noche lo pasábamos juntos, no sabía si su padre sabía algo, pero su actitud hacia mí no cambio en absoluto, ya había pasado un año desde que había empezado a trabajar en esa empresa y ocho meses desde que había empezado a salir con Silvia, que le enamoro de mí yo estaba convencido de que fue mi personalidad, según me decía yo le hacía reír y eso poca gente lo conseguía (Fui el rey de los ilusos), ¡yo si estaba enamorado, pero Silvia no!, ahora lo sé, no dudo que me cogió cariño, pero estaba tan ciego que no me daba cuenta de nada.

Nunca me presento a sus amistades y si salíamos se preocupaba mucho en que no coincidiéramos ni por casualidad, también empecé a notar miradas sobre todo de hombres que me indicaban que tarde o temprano Silvia me pondría en mi sitio.

Yo siempre lo achaqué a la envidia de unos tíos mucho más guapos y que estaban mucho mejor que yo(otra vez Iluso profundo).

Mi primera ostia contra la realidad me la llevé una noche que salimos y el destino quiso que coincidiéramos con su mejor amiga y su marido, la cara de asco que pusieron los dos fue para enmarcar, eso no fue más que el principio, las pullistas durante la cena no pararon y en ninguna ocasión Silvia salió para defenderme, así que lo ice yo.

El tío miró a su coche y de forma chulesca me dijo.

Tío- ¿A qué tú no tienes uno, es bonito he?

Yo- Bonito es, y no, no tengo uno porque soy consiente que no me lo puedo permitir, yo todo lo que tengo lo he ganado con el sudor de mi frente y no por unos padres ricos que me compren todos mis caprichos.

Se hizo el silencio y la cara de Silvia lo decía todo, lo iba a pagar caro, pero me daba igual, ese mamarracho y su mujer se merecían un zasca bien dado.

A partir de ese incidente nuestra relación se fue enfriando paulatinamente, yo intentaba todos los acercamientos, pero Silvia cada vez era más fría, lo reconozco lo pase muy mal y tendría que haber cortado, pero maldito corazón se enamora y no mandas sobre él.

Hable con mi madre y mi hermana y me decían que tuviera paciencia que seguro era una mala racha, el estrés del trabajo, cuando mi madre se levantó mi hermana me dejo claro que si esto seguía así cortara.

Nadia- Hermanito mereces ser feliz y no lo eres, si Silvia no es la adecuada, ya la encontraras no merece la pena pasarlo mal, ya hemos sufrido bastante.

Empecé a llorar y me abracé a mi hermana, con todo lo que llevaba encima, tenía fuerzas para darme ánimos, como la quería.

A la mañana siguiente subí al despacho de Silvia para hablar con ella y no estaba, debía haber ido a almorzar con un posible cliente, baje a mi puesto de trabajo con la promesa de que me avisarían cuando llegara, la espera se alargó hasta la tarde.

A media tarde su secretaria me aviso que ya había llegado y que podía subir, me metí en mi pequeño lavabo, me lave las manos y me puse un poco presentable, todo lo presentable que un buzo lleno de grasa permitía claro, cuando pase por el umbral de su despacho me encontré a una Silvia totalmente sonriente y feliz.

Yo- Silvia tenemos que hablar, las cosas no van bien últimamente y me gustaría arreglarlas.

Silvia- Tienes razón, desde la noche en la que cenamos con mis amigos he estado muy arisca y no te lo merecías.

Parecía que estaba receptiva, la parte enamorada de mí se puso a dar saltos, pero la parte racional me decía que esa felicidad no era por mi presencia, como soy imbécil le ice caso a mi parte enamorada.

Silvia- ¿Esta noche tienes turno de noche verdad?

Yo- Si, así es.

Silvia- ¿Qué te parece si llevo la cena como hacíamos al principio?

Yo- me parece estupendo.

Estaba eufórico y la verdad es que no pegue pie con bola en toda la tarde, metí la pata en cosas que un día normal haría con los ojos cerrados, pero era la noche para recuperar a la mujer que amaba y no podía desperdiciarla.

La cena estuvo muy buena, no se a que restaurante pidió la cena, pero tuvo que ser carísima porque no había probado nada tan bueno en toda mi vida, después estuvimos recordando esos primeros momentos de conocernos, como la hacía reír y lo bien que nos lo pasábamos follando en la garita de mantenimiento.

En honor a la verdad es que no podía entender como podíamos hacer el amor ahí, justo cabía una persona y nosotros solíamos hacerlo hay haciendo malabares, fueron buenos tiempos, tal vez después de esta noche nuestra relación volvería a su cauce, pondría todo de mi ser para que eso sucediera.

Silvia se agachó y me empezó a desabrochar el pantalón poquito a poquito, su expresión de cachondez me tenía extasiado, cuando ya tubo mi polla liberada empezó a pasar su lengua desde la base de mi polla hasta la punta, el placer era indescriptible, cuando decidió engullirla a la tercera succión ya me tenía a punto de correrme, pero aguante como un campeón.

La levante y la senté sobre la silla colocando cada pierna apoyada en cada reposa brazos, le baje las bragas que ya desprendían ese inconfundible olor a mujer en celo y me zambullí a saborear el néctar que brotaba del coño de Silvia, no había bebida en el mundo que me hiciera sentir lo mismo que cuando me tragaba todos sus jugos.

Me coloque un preservativo y la penetre en esa misma posición, mi polla entro como un cuchillo caliente dentro de la mantequilla, las penetraciones fueron apasionadas y con cadencia, los suspiros de Silvia pronto se convirtieron en jadeos y terminaron en un gran grito cuando se corrió, después nos quedamos descansando.

Fue una buena noche pareció que volvió la sintonía que teníamos al principio, pero yo no podía quitarme de encima la sensación de que esa noche era una despedida en toda regla.

Llegue a casa contento, pero preocupado a la vez, por suerte mi hermana y mi madre estaban dormidas, me pegue una ducha y me metí a la cama, estaba muy cansado, había sido una jornada agotadora y parecía que las cosas con Silvia se habían arreglado.

Al día siguiente, la actitud de Silvia volvió a la frialdad de las últimas semanas y yo no entendía por qué, pero ya no me iba a comer más la cabeza, si quería algo de mí ya bajaría a decírmelo, baje con una decepción muy profunda.

Pase el día enfrascado en mi trabajo, la caldera se había estropeado otra vez y ahí estaba yo arreglándola cuando una mano me toco el hombre, me dio un susto de la ostia.

Silvia- Siento haberte asustado Tomás.

Yo- No pasa nada Silvia, ¿qué te trae por aquí?

Silvia- Me han invitado a una fiesta para celebrar la nueva adquisición de un cliente y me gustaría que me acompañaras.

Yo- ¿Claro, a que hora te recojo?

Silvia- Yo pasare a recogerte tranquilo, además te he comprado un traje para que te lo pongas es una fiesta de etiqueta.

Me lo dijo con una sonrisa como en los viejos tiempos, cuando termine el trabajo fui a casa a cambiarme, tengo que reconocer que el traje me quedaba perfecto, a la hora o así sonó el timbre, abrió mi hermana era Silvia.

Mi hermana saludó a Silvia de forma fría, pero educada, mi madre salió a saludar y nos fuimos a la fiesta, al llegar enseguida me di cuenta de que yo no pintaba nada allí, pero haría lo que fuera para que Silvia fuera feliz, todo iba bien hasta que me presento el que sería nuevo cliente de la empresa.

Parecía un modelo y por lo menos me sacaba dos cabezas, me miro como si fuera una cucaracha y me dijo.

Cliente- Me esperaba otra cosa, me pareces demasiado vulgar para ser el novio de Silvia.

Lo dijo lo suficientemente alto para que todos lo oyeran, además de intentar aplastarme la mano, el muy iluso no era consciente que en mi trabajo donde más fuerza se adquiría era en los brazos y en las manos.

Yo- Ya veo que se te ha olvidado la educación en el establo al lado del pesebre.

Entonces le estruje la mano haciendo que el gigante se agachara del dolor, más de uno de la fiesta se tapó la boca para que nadie le viera mientras se reía, a mí la situación no me hacía ninguna gracia y menos la contestación de Silvia.

Silvia- ¡Te exijo que te disculpes!

Yo- ¡No!

Silvia- ¡De esta te vas a arrepentir, vas a llorar a mares te lo aseguro!

Durante el resto de la noche no supe más de Silvia, estaba enfadado y decidí volver a mi puesto de trabajo, la fiesta se celebraba en uno de los pisos superiores y al bajar y llegar a las catacumbas empecé a oír sonidos extraños pero muy familiares.

Al llegar a mi garita vi como Silvia estaba a cuatro patas siendo penetrada por el maromo de forma salvaje, no sé si la penetraba por el culo o por el coño, pero por los gritos que daba me inclinaba por lo primero, saque mi móvil saque unas fotos y di por terminada esa relación que tendría que haber acabado mucho antes.

Antes de irme oí como el maromo se corría y después le decía.

Maromo- Con todos los cuernos que le has puesto no sé cómo podía entrar aquí sin chocarse con todas las esquinas.

Silvia no contestó, solo se oían sus risas, yo volví a coger el ascensor y me fui directo a hablar con Antonio, pero antes me pase por uno de los despachos y redacte mi carta de renuncia, al terminar la metí en un sobre y le pedí a Antonio si podíamos hablar en privado.

Antonio- ¿Tú dirás?

Yo- Aquí tienes mi carta de renuncia.

Antonio- ¿Cómo dices?

En ese momento le saque el móvil y le enseñe las fotos que le había sacado a Silvia mientras follaba con otro.

Yo- Como comprenderás, no me quedan ganas de trabajar aquí.

Antonio- Lo entiendo, pero no puedo desprenderme de ti, eres uno de mis mejores trabajadores.

Antonio estuvo pensando y de repente se le alegró la cara.

Antonio- Esta no es mi única empresa, tengo otra más pequeña y le vendría muy bien tu pericia con las máquinas, tienen averías cada dos por tres y el servicio de mantenimiento allí es horroroso.

La verdad que la oferta me parecía muy tentadora, pero como veía que me lo estaba pensando.

Antonio- Te presentaré a la Jefa de aquella empresa, es una mujer más o menos de tu misma edad y muy agradable, la mando llamar y de repente entro una mujer con el pelo negro ojos azules, con un traje de noche negro con generoso escote, llevaba unas gafas que todavía hacia el conjunto más atractivo.

Jefa- Me llamo Sara, me imagino que te habrá puesto al corriente de nuestros problemas, ¿Te interesa la Oferta?

Yo- ¿Cuándo empiezo?

Continuará.

En este capítulo he querido hacer un pequeño homenaje a uno de mis autores favoritos Shadow, a ver si acertáis cuál es el homenaje.