Lo que importa de verdad 5
La historia sigue
Lo que importa de verdad 5
NADIA
Sara me visito todos y cada uno de los días que estuve en el hospital que al final fue más de una semana, la verdad que se portó muy bien conmigo, que diferencia a la actitud de Silvia que ni siquiera pregunto por mí, mejor así no me quería y ya quedo demostrado con hechos.
Lo que más me duele no es la infidelidad, es darme cuenta de que me involucre sentimentalmente con una mujer que había destrozado el corazón a mi hermano y yo estaba tan ciega de lujuria que no me puse ni a pensar en el dolor que eso causaría a mi familia.
Viéndolo en perspectiva me lo tengo merecido, fui tan egoísta que el karma me lo ha devuelto con creces y me ha hecho crecer como persona.
Sara me gusta, pero esta vez quiero estar segura de mis sentimientos, de los suyos creo que no tengo duda, si no le importara no se habría pasado tantas horas a mi lado en este hospital cociéndome la mano y dándome todo el cariño del mundo.
Me gustaría empezar algo con Sara, pero es todavía demasiado pronto y además no creo ser merecedora de su amor, ese privilegio me lo voy a ganar, no solo por ella sino por mí también.
La verdad que lo que más me afecto no fue la infidelidad de Silvia, algo dentro de mí me decía que ya se había cansado de mí y que tarde o temprano se desharía de mí, lo que más me dolió fue comprobar que mi hermano tuvo que sufrir otra traición de esa mujer y lo que es peor de su hermana que parecía que no había roto un plato.
Ayer a la noche la última que tendría que pasar en este hospital la paso Sara y me dijo unas palabras tan bonitas que me emociono y no puedo evitar llorar.
Sara- Nadia, una vez hubo una persona en mi vida que me hizo inmensamente feliz, con ella descubrí el amor, el sexo y la sensación de saberme protegida y muy querida, una enfermedad me la arrebato y ese día yo morí con ella, desde entonces no había vuelto a sentir nada por nadie hasta que te conocí a ti.
Ese día que te vi entrar en la oficina buscando a tu hermano me recordaste tanto a Teresa mi amor perdido que tuve que meterme en un baño a llorar, no lágrimas de tristeza, sino que lágrimas de felicidad porque por primera vez en años algo se había movido dentro de mí y volvía a sentirme viva, sé que estás dormida, pero hubiera dado lo que fuera porque me hubieras escuchado.
Sara se levantó tapándose el rostro y salió al pasillo, lo oí joder que si lo oí, fue lo más bonito que nadie me había dicho en mi vida, esas palabras me ganaron, con esas palabras ya me tenía, como pude estar tan ciega y no darme cuenta de que posiblemente la mujer de mi vida estaba tan cerca de mí.
Cuando salga del hospital la invitaré a cenar para agradecerle todo lo que está haciendo por mí y lo mucho que está ayudando a mi madre y hermano.
SARA
Cada minuto que pasaba al lado de Nadia me sentía cada vez más viva, mis días se habían convertido en grises después de la muerte de Teresa y solo con el contacto de la mano de Nadia el gris se iba convirtiendo en una gama de colores que alegraban mi vida, pedí pasar la última noche necesitaba decirle esas palabras que llevaba dentro desde el primer día que la vi y que por cobardía nunca se la había dicho, esta noche también e ha sido una cobarde y he esperado a que estuviera dormida para decírselas
La verdad es que me gustaría volver a ese sitio al que no he vuelto desde que enterré a Teresa, y volver a hacer el amor cobijado por ese manto de estrellas como aquella primera vez.
Eran sueños entupidos, pero que me hacían la vida más fácil y hacia que surgiera una sonrisa en mi rostro, la noche termino y Tomás pasaría para relevarme, tocaron la puerta y al pasar era él, venía con esa mujer del otro día Inés creo que se llamaba estaba tan nerviosa que no me entere de nada esa noche, me saludaron los dos y salimos de la habitación.
Tomas - ¿Qué tal ha pasado la noche?
Yo- Muy bien, prácticamente ha dormido la noche de tirón.
Tomas- Me alegro mucho, te presento a Inés una vieja amiga, con el follón del otro día no llegue a presentártela.
Yo- Encantada de conocerte Inés.
Inés- Lo mismo digo (con una sonrisa).
Yo- Si no os importa voy a tomar café así me despejo un poco.
Ellos entraron en la habitación y yo me bajé a la cafetería a tomar un café bien cargadito, mientras me lo servían pensé en Inés, era muy guapa rubia un metro setenta y cinco, con una figura envidiable y unos ojos azul marino increíbles.
La verdad es que las rubias no eran mi tipo, pero hacia muy buena pareja con Tomás y parecían tener mucha confianza, después de los palos que se había llevado merecía ser feliz.
Termine de divagar a la vez que me terminaba el café que tengo que admitirlo me sentó muy bien pues me espabilo mucho y me haría falta porque después de pasar por casa ducharme y cambiarme de ropa tenía que pasar por la oficina
Pase por la habitación a despedirme y cuando lo ice de Nadia note algo que no había visto hasta ahora, se puso roja al verme y agacho la mirada como avergonzada, ¿escucharía lo que le dije?, no podía ser estaba dormida.
Sin darle más vueltas me dirigí a la salida del hospital a coger un taxi que me llevara a casa.
TOMAS
Desde que Inés volvió a mi vida la verdad que he sido más feliz y eso lo notan tanto mama como Nadia, la verdad es que siempre m había gustado, pero ella siempre se fijaba en los más macarras y termino saliendo con el peor.
Aquel tío era un bueno para nada, lo único que sabía era exhibir su moto y meterse en líos, engaño a Inés un día si y otro también, fueron sonadas las palizas que recibió por follarse a mujeres casadas.
Nunca me lo dijo, pero estoy seguro de que lo de irse a trabajar al extranjero tuvo mucho que ver con alejarse de semejante personaje, cuando estuviera preparada ya me lo contaría ella.
Esa mañana me tocaba relevar a Sara que había pasado la noche en el hospital con mi hermana, que bien se estaba portando Sara, se veía que quería mucho a mi hermana y me temía que para Sara era mucho más que cariño, ojalá acabaran juntas, sé perfectamente que con Sara mi hermana estaría protegida y sería muy feliz.
Cuando iba a salir de casa sonó el móvil y al contestar era Inés, me pidió que la esperara y así subíamos juntos a ver a mi hermana, así lo ice la espere y cuando la vi salir de su coche estaba guapísima, con su pelo rubio rizado, esos ojos azul marino y ese vestido de gasa blanco que realzaba su figura estaba guapísima, estuve tentado de hacer una locura, pero no era plan, tenía que ir donde mi hermana y cabrear a Inés no era un buen plan.
Yo- Estás guapísima.
Inés- Gracias, adulador.
Yo- Es la verdad.
Inés- Anda móntate en el coche que llegaremos tarde.
Íbamos de camino y la misma pregunta me martilleaba en la cabeza así que no pude aguantar más y se la solté.
Yo- ¿Por qué te fuiste Inés?
Inés se quedó pensativa por un rato, pero me miro de forma resolutiva y me lo dijo.
Inés- Por ti.
Yo- ¿Como que por mí?
Inés- Me enamoré de ti, estaba cansada de las tonterías del cabestro que lo único que me traía eran dolores de cabeza y tú estabas emparejado con Edurne, me surgió el trabajo en Londres y lo acepte, era lo mejor para todos.
Yo- ¿Edurne?, andaba detrás de mí, pero a mí no me gustaba, la chica que me gustaba a mí estaba liada con un gilipollas de manual.
Nos miramos uno al otro y nos empezamos a reír, en aquel entonces estábamos enamorados el uno del otro y por ser unos críos no fuimos capaces de sincerarnos y lo estropeamos todo.
Inés- Nunca es tarde si la dicha es buena y además yo sigo sintiendo algo por ti, yo ya no voy a andarme con rodeos bastante la liamos hace años.
¿Tú sientes algo por mí?
Yo- Si Inés, fue verte y algo se movió dentro de mí, pero después de mis dos últimos fiascos me gustaría ir despacito y con buena letra, ¿te parece bien?
Inés- Me parece estupendo, pero a la primera cena invitarás tú.
Los dos nos echamos a reír, me gustaba como no me iba a gustar, siempre fue mi amor secreto, fui un cobarde y termine perdiendo una mujer de diez por ser imbécil.
Cuando llegamos al hospital le presente a Sara y cuando esta se excusó para ir a tomarse un café la cabrona de Inés me dijo.
Inés- Es muy guapa, seguro que me has echado de menos.
Yo- Sara es lesbiana, oportunidad con ella cero.
Mi hermana estaba rara, no como enferma sino que se comportaba raro y cuando apareció Sara para despedirse su comportamiento raro se acentuó, aquí había pasado algo seguro, decidí no indagar pues ya me enteraría cuando llegara el momento.
NADIA
Por fin me han dado el alta, apremio a mi hermano para que salgamos lo antes posible de ese hospital no sea que se arrepientan y quieran retenerme por más tiempo, además no podía dejar de darle vueltas a las palabras de Sara, algo se ha movido dentro de mí, algo que me impulsa a querer estar con ella a todas horas.
Al llegar a casa me tumbé un poco en mi cuarto hasta que fuera la hora de comer y no podía dejar de pensar en esas bonitas palabras, instintivamente mi mano se metió dentro de mi pijama y braguitas alcanzando mi coño y me empecé a masturbar primero diciendo su nombre, pero al final termine gritándolo a la vez que tenía un orgasmo increíble.
Cuando me recupere me preocupe y me levante abriendo la puerta de mi habitación y comprobando que no me hubiera escuchado nadie, por fortuna estaba sola en el piso de arriba, cerré la puerta y me apoye en ella suspirando de alivio.
Después de comer fui a la empresa donde trabajaba mi hermano y con la excusa de verlo a él haría para ver también a Sara, la verdad es que me la cruce nada más entrar en la empresa y cuando fui a decir que venía a ver a mi hermano de mi boca salió otra cosa.
Yo- He venido a verte a ti.
Sara- Me siento alagada, que te parece si vamos a la sala de descanso y hablamos tranquilamente.
Yo- no quisiera molestarte (maldito canguelo).
Sara- No es molestia mujer (riéndose).
Yo- Quería invitarte a cenar para agradecerte todo lo que has hecho por mí.
Sara- Pues estos días imposibles, estoy muy liada con un proyecto nuevo.
Mi cara de desilusión era para enmarcarla, entonces Sara sonrió y me propuso algo.
Sara- ¿Te gustan las acampadas?
Yo- ¿Claro que me gustan porque?
Sara- El fin de semana te llevaré a un sitio muy especial, que será inolvidable para las dos.
Mi cara se iluminó, acepte y no me puse a dar saltos de alegría porque no era ni el momento ni el lugar.
Yo- Lo estoy deseando, esperaré al fin de semana con impaciencia.
Sara se rio y me dijo que tenía que volver al trabajo, también me dijo que si quería mi hermano estaba en el sótano arreglando la dichosa caldera, baje y ahí estaba mi hermano cagándose en todo insultando a un instrumento metálico que jamás le contestaría a esos insultos.
Yo- Hola hermano, ¿vengo en mal momento?
Tomas- Para verte a ti nunca hay malos momentos, ¿qué te trae por aquí?
Yo- Había venido para invitar a Sara a cenar por lo bien que se había portado, pero me ha dicho que no puede en toda la semana.
Tomas- La verdad es que andan muy liados en la oficina.
Yo- no pasa nada, me ha propuesto una solución mejor que me ha gustado más.
Tomas- ¿Qué solución?
Yo- Me ha invitado a una acampada este fin de semana, ¿qué te parece hermano?
Tomas- Me parece estupendo, pero habla con tu madre primero, ¿vale?
Yo- Si claro luego se lo digo.
Me fui de la empresa de mi hermano directa a mi casa, enganche a mi madre y la lleve al salón para comentarle el plan de Sara,
Yo- Mama, Sara me ha invitado a una acampada este fin de semana, ¿me dejas ir?
Mama- Claro hija, pero anda con mucho cuidado y haz caso a todo lo que te diga Sara ¿estamos?
SARA
El fin de semana llego y me dirigí a recoger a Nadia, iba muy nerviosa, si el sitio no le gustaba sería un fiasco, pero estaba segura de que le gustaría, al llegar a la casa de Nadia ya me estaba esperando junto a su hermano y su madre.
Montamos todos sus bártulos en el coche, llevaba enseres como para pasar allí un año, yo me reí porque no podía con la mochila, pero con la ayuda de Tomás la cargamos en la vaca del coche, una vez de despedirnos de todos iniciamos el viaje.
Nadia no paro de hablar en todo el viaje, pero lo más importante para mí fue que todo el rato tenía esa sonrisa en su rostro, esa sonrisa que poco a poco me estaba contagiando, y no solo eso sino el buen humor y el optimismo.
Le comenté si quería parar para orinar o para comprar algo de comer, pero me dijo que no, me pregunto si quedaba mucho y le dije que media hora, entonces me dijo que del tirón que estaba deseando de llegar a ese sitio que era tan importante para mí.
Por fin llegamos y ver su rostro al admirar el paisaje mereció la pena, estaba maravillada, miraba todo se movía de aquí para allí, empezó a buscar un buen sitio donde poner la tienda de campaña, que energía parecía que no se le agotaba.
Por fin llego la noche. Encendimos una fogata he hicimos la cena, prepare algo que sabía que a ella le gustaba y que no era perjudicial para su enfermedad.
Después de cenar Nadia miraba maravillada todas las estrellas, cuando me senté a su lado estaba llorando.
Yo- ¿Por qué lloras?
Nadia- Porque soy muy feliz aquí a tu lado Sara.
No pude evitarlo me fui acercando poco a poco a ella y nuestros labios se juntaron y entonces empezamos a besarnos con pasión enfebrecida, Nadia se empezó a desnudar y después me desnudo a mí.
Allí estábamos las dos con nuestros cuerpos hechos unos haciendo un 69 que me estaba llevando al olimpo del placer, mire a Nadia y ella estaba como yo, en un momento dado y después de corrernos nos besamos pasándonos los sabores de la una a la otra, Nadia bajo hacia mi coñito y empezó a jugar con mi clítoris proporcionándome un placer indescriptible, cuando hundió sus labios en mi coño no pude evitarlo y me corrí, Nadia levanto la cabeza enseñándome como la había puesto y relamiéndose todos mis jugos.
Después toco mi turno, su sexo sabía a gloria, me habría pasado toda la noche chupando y sorbiendo, pero como todo lo bueno tiene un final y Nadia se corrió entre alaridos, la noche la culminamos haciendo una tijera al cobijo de las estrellas y no pude evitar llorar, pero esta vez las lágrimas que derrame en ese sitio no fueron de pena como la última vez, sino de felicidad.
Volvía a ser feliz, estaba cumpliendo la promesa que le ice a teresa, la promesa que aunque ella no estará yo sería feliz por las dos.
Fue un fin de semana estupendo y fue el inicio de nuestra relación, Nadia no tenía dudas y yo tampoco las tenía así que los nervios de la ida se convirtieron la felicidad en la vuelta.
Nadia me dijo que quería echar un trago antes de volver a casa y acepte.
NADIA
Ha sido el mejor fin de semana de mi vida, Sara ha conseguido que me olvide de mi enfermedad, de la traición de Silvia del tiempo estado en el hospital, solo hemos sido ella y yo, me daba pena que se terminara el fin de semana y por eso le comente lo del trago antes de volver a casa, la lleve a conocer el garito donde solían estar mis hermanos y sus amigos, ese donde aquel indeseable quiso propasarse con Silvia, la verdad que nos tomamos un par de refrescos, yo no podía tomar alcohol y Sara no bebía cuando conducía.
Fue un broche de oro para ese estupendo fin de semana, cuando salimos del bar e íbamos para el coche nos asaltaron dos mujeres y nos empezaron a insultar, Sara y yo pasamos y seguimos a lo nuestro, pero una de ellas se envalentonó y me empujo cayendo yo al suelo.
Sara se interpuso entre ellas y yo increpándoles su actitud cuando una de ellas saco una navaja y se la clavo a Sara, yo me quede paralizada muerta de miedo, entonces una de ella se acercó a mí y me dijo al oído.
Mujer- ¡Saludos de parte de Silvia!
Continuará.