Lo que hace un beso

Cuando el cuerpo es tan sensible, un beso puede desatar miles de sensaciones incotrolables e insospechadas

Es mi primer relato, así que no sean muy duros conmigo. Ya hablando en serio, se aceptan criticas constructivas.

Todo empezó una tarde de abril, estando en MSN apareció Gabriel uno de mis compañeros de la universidad. Mi nombre es Alicia, tengo solo 18 años y es mi primer año de universidad.

Quiero escribir un poco de mi para que entiendan como va la historia. No soy virgen, mi primera vez fue muy bonita, pero un suceso ocurrido un año después arruinó no solo mi vida amorosa si no también mi vida sexual, razón por la cual he tenido que asistir a terapia, ya que ese es un ámbito muy importante para mi.

Físicamente, soy una chica normal, cabello negro que llega hasta mis hombros, y una figura algo rellenita, aunque bien formada. De tez media y ojos café oscuros, mis labios son delgados y mi linda boquita es un corazón. Mis pechos son mi parte favorita, son bastante grandes, actualmente uso copa 40c. Por lo demás tengo lindas facciones y fluctuó entre la niña inocente que no quiebra ni un plato, y la chica sensual cuyo escote deja baboso a quien se cruce.

No soy una santa ( por eso me paso metida en estas paginas, cada vez que tengo un momento de ocio), pero lamentablemente tengo una conciencia algo molesta, la cual curiosamente me está dejando de fastidiar desde que entré a sicología.

Gabriel estaba de cumpleaños y con los de la Universidad le habíamos preparado una fiesta. El día anterior lo encontré en MSN y comenzamos a hablar. El hace poco había terminado con su novia, aunque parecía haberlo superado bastante bien. En cierto momento le pregunté que cosa le gustaría que le regalara, por mi cabeza pasó la idea de que me pidiera un beso ( siempre que conozco a alguien me da mucha curiosidad por saber como besa). Cual fue mi sorpresa cuando me dijo que de regalo quería un beso mío… luego de algunas bromas y de hablar del tema “ racionalmente” acepté la proposición.

De clases fuimos directo a la fiesta, llevábamos mucho tiempo cantando bailando y conversando.

Por el humo del cigarro mi garganta comenzaba a secarse así es que continuamente iba a la cocina y bebía algo de agua.

Fue en uno de esos momentos mientras me servía un vaso de agua que Gabriel entró a la cocina. Se acercó a mi y cuando iba a irme me abrazó y volvió a preguntarme por su regalo. Al estar tan cerca de sus labios, de pronto sentí que mi deseo de besarlo era incluso mayor al que él podía sentir . Inmediatamente mi respiración se aceleró junto con mi corazón, quería ceder al impulso de besarlo sin parar, pero me contuve, le dejaría a él tomar la iniciativa.

No me besó dijo que lo mejor siempre se dejaba para el final. Me comporté como si no me importara, no quería que el se diera cuenta de cuanto lo deseaba en ese preciso instante. Todo mi cuerpo fue recorrido por una ola de calor que estremeció cada poro de mi ser. No conseguía concentrarme en otra cosa que no fuesen sus labios, un suave cosquilleo recorría mi piel cuando recordaba sus leves caricias.

Salimos a dar una vuelta al jardín, reímos y bromeamos como solíamos hacer y volvimos al edificio. Estábamos en el pasillo cuando el me detuvo, diciendo que quería su regalo. Nos acercamos lentamente, con suavidad nuestros labios comenzaron a fundirse. Definitivamente era el mejor beso que me habían dado, era como si químicamente fuésemos totalmente compatibles.

Mis manos se perdían en su pelo y el con delicadeza recorría mi cuerpo, sus labios bajaron por mis mejillas y mi cuello. Tengo una piel muy sensible, por ello no podía evitar dejar escapar pequeños gemidos, mordía mi labio para acallarlos, Incapaz de establecer un limite, clavando mis uñas en su espalda, debido a mi creciente excitación, ni una sola palabra podía salir de mis labios, solo podía expresar mi lujuria mirándolo a los ojos pidiendo más de él.

Solo un beso y yo ya estaba totalmente mojada, múltiples escalofríos recorrían mi piel. En un momento de éxtasis el me tomó en brazos poniéndome contra la pared, automáticamente mis piernas lo rodearon. Su mano derecha recorría mi espalda y la otra se perdía en mis oscura cabellera. Nuestros sexos se frotaban por sobre la ropa, no tardé en sentir claramente su miembro duro y todo por mi causa. La temperatura me subió, cada vez se me dificultaba más respirar, mordí mi labio con excesiva fuerza para evitar dar el gemido que se posó en mi boca cuando estrechándolo contra mi cuerpo llegué a acabar como hace muchísimo tiempo no lo hacía… aunque ignoro si el se dio cuenta.

Fue tanta mi impresión que tuve que detenerlo, muy a mi pesar, teníamos que volver a la fiesta.

No entiendo como dios le da un cuerpo tan sensible a una muchacha que intenta ser tan correcta… por no decir mojigata. Solo me había besado, sin siquiera rozar mis pechos, sin sobrepasarse, solo rozando mi suave piel y me había llevado a sentir un placer que creí no volvería a experimentar.

Al menos ese día no sucedió nada más… pero…. Me daba la impresión que a su lado podría superar mi pasado, aun cuando fuésemos solo amigos. Y no me equivocaba.

Continuará.