Lo que fuiste

A veces, dar demasiado y esperar lo imposible, nos confunde en mundos paralelos, el irreal y el real. Este es un pequeño relato de lo que anhelar algo puede afectar a una presente vida.

A veces, el fanatizar a alguien nos envuelve en una nube imaginaria que nos hace perder los pies de la tierra, esperamos que lo que nosotros deseamos se haga realidad, nos encerramos tanto en ese mundo irreal que nos hace confundirnos al momento de vivir, y eso puede perjudicar nuestro presente y por lo tanto, nuestro futuro.

Creo que todos los que se encontraban sentados en la sala de esperas de la Terminal de Autobuses voltearon sorprendidos cuando llegue deprisa y erróneamente empujaba la puerta en sentido contrario hasta que me detuve frente a ella y logre identificar un poco borroso el letrero que indicaba el lado por el que abría esa enorme puerta de entrada, adentro no me importó las miradas que atraje, me quite mis lentes obscuros y mire el reloj de pared, pasaba un par de minutos después de las cinco de la tarde, por un instante me sentí sola en el enorme lugar, mire a mi alrededor, se encontraban las mismas personas comiendo en ese restaurant que funge como parada de autobuses de una línea en particular, al lado de una mesa estaba ese trovador que cantaba esa canción titulada “la envidia”, tu y yo estábamos comiendo antes de que tomaras tu autobús rumbo a tu Ciudad, y yo mas que hambre, no lograba llenar con los alimentos el vacio de mi estomago por tu próxima partida, tu comías un platillo que pedí especial para ti, mi corazón se devastaba con tu partida, lo sabías, y por momentos me fingiste sentir tristeza y sentimiento de extrañarme, yo creí esa mentira, me rodo una lágrima por mi mejilla, no la sentí hasta que su humedad hizo cosquillas en mis labios, parpadeé para poder limpiar mis ojos, en eso escuche abrirse la puerta principal, era Faby que con una gran sonrisa caminaba hacia mi, rodando su maleta detrás de ella, ¡vaya que era enorme! Me abrazó, por un momento te sentí en ese abrazo de despedida y cerré mis ojos, ya no percibí tu aroma ¿será acaso que solo fue imaginar que estuve contigo aquella tarde?

¡Bienvenida!- le dije mientras nos saludamos de beso

Es muy largo el camino hasta aquí, pero que hermosos paisajes observe en el trayecto – me contesto muy entusiasmada – Definitivamente es lo mejor que pude haber hecho, venirme  a vivir.

Subimos a mi coche para ir a comprar un café helado a un auto servicio cerca, Faby bajo primero, mire el asiento de copiloto donde ella viajaba, algo me hizo recordar tus frágiles y suaves piernas cuando viajábamos, ese era tu lugar, coloque mi mano en el vacío donde la ponía para acariciar tu piel cuando vestías short o falda

¿Ocurre algo?, si quieres te lo traigo -  me dijo Faby mientras se asomaba por la ventana - no esta sucio el asiento, cuando lo compramos en Querétaro ya lo habías visto bien – me aclaró al ver mi mano sobre el asiento

Ya bajo – le respondí algo confundida, es cierto, el coche lo compre mientras la visité el mes pasado, comenzaba a sentirme extraña, pero no iba a arruinar la nueva vida que comenzamos Faby y yo, esto era lo que yo anhelaba, al bajar me esperaba con una sonrisa y yo también le sonreí, ella estaba aquí en este momento, ella se vino a vivir conmigo, todo estaría perfecto, me tomó de la mano y entramos.

Por la noche, mientras ponía en mi rostro mi crema para dormir, Faby estaba recostada viendo televisión, la podía ver por el espejo del tocador, me sonrió y me mando un beso, creo que solo me observaba en mientras hacia mis rituales de limpieza facial, me di la vuelta y me acerque para besarla y devolverle el beso, ella salió del cuarto para cepillarse los dientes, yo me recosté entre las sábanas mientras esperaba que volviera, al entrar al cuarto apagó la luz, le podía ver su silueta con la luz de la luna que entraba por mi ventana, mientras se desvestía percibía el sonido que el roce de su cuerpo con su ropa generaba; y te sentí Marlene, cuando aquella noche te escuche hacer lo mismo y te pedí que te quitaras toda tu ropa, al final de cuentas, si te metías a la cama con pijama me encargaría de quitártela y excitarme mas mientras lo hacías, mi sorpresa fue que sin decirme palabra alguna me complaciste, ese ruido al adentrarte entre las sabanas, tu piel desnuda se acariciaba con las telas, y mi mano buscaba tu cintura entre la cama, sorpresa me llevé cuando estabas a tu cuerpo a mi merced para hacerte mía de labios, de alma y de cuerpo, y como regalo, siempre me dabas el néctar del placer que mis manos y boca te hacían sentir; sentí su cuerpo entrar a la cama y su pecho frotar el mío, sus labios encontraron los míos, respire su aliento, probé su saliva, acaricie su rostro, era tan distinto a lo que una vez mis sentidos vivieron

Te amo chaparrita -  me susurraba mientras iniciábamos el proceso de juegos previos para hacer el amor – no te creí que fuera yo la primera en tu vida, y haberlo comprobado me excita – continuaba mientras yo solo respondía a sus actos, en realidad le tengo mucho cariño, pero no estoy segura de haber tomado la mejor decisión unir mi vida a la suya, tal vez nos hacía falta tiempo, no, miento, tal vez Faby debiste ser tú.  Sus manos me acariciaban con el deseo que anhelaba tus manos lo hicieran, su clítoris buscaba mi punto G y la intensidad de su entrega era de manera como soñé lo hicieras tu, mujer de mi imaginación.

Los primeros cantos de pájaros se comenzaron a escuchar, aun no salía el sol, pero olía a ese fresco que indica que está por clarear la mañana, Faby me abrazó y no paraba de dar a ciertos tiempos besos sobre mi espalda ¿Esa sensación tan hermosa lograbas sentirla cuando yo lo hacía? Tal vez solo eran mis ganas de que algún día me amaras como yo te amaba, como ella me amaba ¿Acaso ella merecía que estuvieras en mi mente mientras yo era su todo? Como el sol iba iluminando mi ventana, mi mente hacía lo mismo.

Mas tarde nos fuimos al rancho, empezaríamos ya a incorporarnos al trabajo de campo, Faby se vino a vivir conmigo porque soñamos vivir lejos del pueblo, escogimos una vida donde solo ella y yo, cobijadas por la naturaleza, fuéramos libres.  Recuerdo un día haberte llevado ahí, platicarte mis sueños de vivir ahí contigo, con mi navaja sobre la corteza del mezquite que está frente a la puerta de la finca dentro de un corazón que dibuje, escribí tu nombre y el mío, no lo recordaba, hasta el momento que Faby admiraba de lejos ese mezquite viejo, suspiro mientras me abrazó y dijo que así de viejo y fuerte ese árbol, así en muchos años mas delante, diría lo mismo de ambas, caminó hacia el mezquite, supuse descubriría ese dibujo, se decepcionaría de mi al haberle mentido que no había amado a otra mujer, abrazando una de sus ramas me hizo la seña que me acercara, definitivamente había visto el corazón, me acerque dudosa, debía enfrentarla y decirle la verdad, me comprendería, al fin de cuentas ella era quien se encontraba a mi lado iniciando una vida juntas ¿Qué sorpresa me lleve? No había ninguna imagen, no había rastro de corazón alguno, Faby levantó mi mentón con una de sus manos y sonriendo me dijo que prometía hacerme feliz, yo sonreí, rodaron de mis ojos dos lágrimas, una por lo que fuiste en mi, solo una visión, y la segunda lágrima, porque no me equivoqué al decidir darle mi vida a Fabiola, porque el amor no se oculta ni lastima, el amor que te di mi mujer imaginaria, es lo que Faby me da ahora. Ella es lo que tu simplemente nunca fuiste.