Lo que escondo en el ático

La vecina de Ivy desapareció misteriosamente y la policía toca su puerta. Dicen que quieren echarle un vistazo al ático, pero no puede permitirlo. Su único consuelo es que son hombres y si hay algo que se le da bien a Ivy, es hacer que se corran en su boca.

Durante mucho tiempo, soñé con la idea de esculpir el rostro más humano que el mundo haya podido ver así que rogué a mamá por un kit de tallado. Practiqué y practiqué hasta que mis manos se acalambraron y se volvieron rojas, pero aun así, continué y nunca pude lograr el acabado que necesitaba.

Pensé que si me esforzaba podría alcanzar mi sueño.

Mamá una vez dijo que el arte se vive en cualquier clase de material que tuviéramos a la mano, así que decidí que no solo tenía que resignarme a moldear plastilina escolar.

Cuando Halloween llegó, rogué a mamá por unas cuantas calabazas, ni siquiera tenía que comprarlas, nada más tenía que pedir al señor Richard, el vecino que mira su escote cada vez que cree que nadie lo está mirando.

Al parecer, mamá es más dura de lo que todos creíamos. Richard le pidió un revolcón a cambio de calabazas y cuando ella no aceptó… bueno, digamos que me lo ofreció a mí, pero el viejo asqueroso nunca será una marca en la cabecera de mi cama. Sus dientes podridos y la barba con olor sospechoso no son buenos incentivos para dejarte follar. Así que tuve que buscar mi propio lienzo en blanco y salió mejor de lo que esperaba, eso si descartas mi estupidez por haberlo dejado demasiado tiempo bajo la ventana mientras ayudaba a mamá con la nueva bebé.

-¡La puta que los parió! –grito entre dientes cuando el cuchillo rompe más de lo debido-. Ahí se fue otro hoyuelo perfecto –digo con resignación mientras coloco el cuchillo a un lado.

Algo que hay que saber sobre el tallado, es que debes saber esbozar de forma delicada con la mayor precisión posible. Un error y todo el trabajo se va por el drenaje.

Mamá no llegará hasta la noche y sé que cuando vea mi trabajo valdrá la pena el esfuerzo. Todo el dinero que hemos gastado en mi arte habrá costado cada centavo de nuestro recortado presupuesto.

-Bien, intentemos con el otro hoyuelo –digo a punto de tomar de nuevo el cuchillo.

El timbre suena de pronto y cierro los ojos por un momento. Luego, me levanto de la pequeña silla y echo un vistazo rápido en el espejo para cuidar que todo esté en su lugar. El timbre suena cada vez más fuerte y tomo aire antes de empezar a bajar las escaleras. ¿Quién podría ser a estas horas?

-Policía, abra la puerta.

Me quedo desconcertada por un minuto. ¿Qué demonios sucede?

Corro más deprisa y abro la puerta con el corazón acelerado.

Encuentro a un policía regordete con profundos ojos grises que me miran con el ceño fruncido. A su lado, se encuentra un joven más o menos de mi edad mirándome con ojos sorprendidos. No puedo evitar mirarlo por debajo de mis pestañas mientras muerdo mi labio inferior con fingida timidez. Sonrío para mis adentros cuando lanza un suspiro y sus ojos brillan con interés.

Algo que siempre he amado aparte del tallado es seducir. Me excita ver el brillo lascivo cada vez que piensan que soy lo suficientemente estúpida como para mostrarles mis pezones o mi nuevo tanga.

Con mi objetivo ganado, miro al otro oficial que podría ser fácilmente mi padre y lo miro con sorpresa e inquietud.

-¿Qué los trae por aquí? –pregunto algo desconcertada.

-¿Señorita Ivy Bean?

A la mierda.

Lanzo un gemido de sorpresa y parpadeo varias veces confundida.

-Sí, soy yo. ¿Qué sucede? –pregunto preocupada.

Ambos policías se miran entre sí y luego el más joven se encoge de hombros. El mayor suspira y luego me mira con ojos cansados.

-Él es el oficial Reed y yo soy el oficial Wood –dice, señalando primero al más joven y luego a sí mismo-. Recibimos una llamada extraña de su vecina hace dos días. Decía que estaba siendo atacada y que necesitaba ayuda. El llanto de un bebé se escuchaba en el fondo, pero se detuvo abruptamente y pensamos que alguien hizo daño a la madre y al niño. ¿Escuchó algo?

-¡Dios santo! ¿Están seguros de que no fue una broma o algo así? –pregunto preocupada.

-¿Entonces no escuchó nada? –pregunta el oficial ignorando mi pregunta anterior.

Lo miro con el ceño fruncido una vez más antes de lanzar un suspiro de cansancio.

-Verá, la señora Winters puede llegar a ser bastante escandalosa.

-¿A qué se refiere? –pregunta el oficial Reed con un brillo de curiosidad en sus ojos.

Miro a ambos lados y luego hago señas para que se acerquen.

-Escuché que no podía llegar a fin de mes y tuvo que empezar a llevar hombres a su casa. Ya saben, hombres con problemas… -digo y señalo mis senos y me muevo de lado a lado para agregar un pequeño bamboleo.

Ambos me miran sorprendidos antes de mirarse escandalizados. Fuerzo un sonrojo y cubro mis pechos a través de la tela.

-Lo siento –murmuro y me refugio detrás de la puerta. Al parecer aún no es el momento de mostrar mi copa 34D.

El oficial Wood carraspea y luego me mira con el ceño fruncido.

-¿A qué se refiere con problemas? -pregunta con curiosidad.

Lanzo un bufido antes de salir desde detrás de la puerta y acercar mi boca a su oreja. Me aseguro de presionar mis grandes senos contra su pecho antes de hablar. Lo veo titubear por un momento, pero coloco mis brazos alrededor de su cuello para mantenerlo fijo en su lugar. El oficial Reed abre sus ojos con sorpresa, pero rápidamente puedo advertir un brillo curioso en sus ojos.

-Dicen que había hombres que chupaban sus tetas y le pagaban por eso –susurro en su oreja-. Sus gritos se escuchaban en mi habitación cada noche. Se podrá imaginar lo que eso puede hacerle a una chica como yo –digo esto último con un gemido ahogado y retrocedo con una sonrisa cómplice.

El oficial Wood me mira con una ceja alzada antes de bajar su mirada a mis senos. Sé que mis pezones están erectos así que no hago nada por ocultarlo. Pasan algunos segundos antes de que desvíe la mirada a su compañero y le haga un gesto con la mano para que se acerque.

-¿Está declarando que la señora Winters era una prostituta les daba de tomar leche a sus clientes? –pregunta el oficial Reed con la boca abierta luego de que Wood susurrara en su oído.

Lanzo un jadeo de sorpresa antes de sentir como mi rostro se sonroja profundamente.

-Yo… escuchaba sus gritos en mi habitación –tartamudeo-. No tienen por qué creerlo. Es más, no lo han escuchado de mí.

Veo como Reed se relame los labios mientras tiene la mirada clavada en mis senos. Estoy segura de que puede contemplar mis pezones erectos a través de la tela. Debería sentirme cohibida, pero, en cambio, presiono mis brazos juntos para añadir un ligero bamboleo. Miro a Wood y lo encuentro intentando disimular la mirada descarada que le lanza a mis senos de vez en cuando.

Les doy una sonrisa inocente y empiezo a abrir la boca, pero advierto como el pequeño Skippy se acerca trotando a mi encuentro. Me tenso por un momento, no obstante decido usarlo a mi favor. Rápidamente, me pongo de rodillas en el piso y empiezo a llamarlo.

No tengo que ver a los oficiales para saber que tienen la mirada clavada en el escote de mi camisa así que aprovecho la oportunidad y, cuando Skippy finalmente llega a mi lado, lo tomo en brazos y lo restriego con fuerza contra mis senos.

Lanzo un pequeño grito de sorpresa y miro a los oficiales desde debajo de mis pestañas mientras meto un mechón rebelde detrás de mi oreja.

-Lo siento, es que Skippy lleva todo el día perdido –miento antes de levantarme apresuradamente, no antes sin admirar la creciente erección en el pantalón de Wood.

-No se preocupe señorita –dice Wood y luego hace un pequeño gesto a su compañero-. ¿Podemos revisar su casa? Solo para descartarla como sospechosa.

-¿Cree que suceda algo grave? –pregunto con un leve temblor en mi voz.

-No podemos descartar nada –dice Reed mientras me da una mirada sombría-. No es la primera vez que recibimos una llamada así.

Asiento con entendimiento y luego les hago un gesto para que entren.

-Revisen todo lo que quieran. Voy a prepararles algo de café –digo antes de caminar hacia la cocina con Skippy en mis brazos.

Cuando entro a la cocina lo dejo en el piso y lo señalo con un dedo.

-Más te vale desaparecer, perro. No me hagas meterte en el horno.

Me doy media vuelta y empiezo a buscar el azúcar en uno de los cajones de arriba. Me cuesta un poco, pero finalmente la alcanzo. Sirvo todo y lo coloco sobre una bandeja antes de caminar a la sala.

Pasan algunos segundos antes de que se reúnan conmigo en la sala.

-¿Qué hay en el piso de arriba? –pregunta Wood con una mirada inquisitiva-. ¿Podemos subir a echar un vistazo?

Mierda.

Sonrío antes de hacer un gesto con mi mano para descartarlo.

-Luego del café los dejaré entrar donde quieran –digo mientras me relamo los labios.

Reed alza una ceja en mi dirección, sin embargo, no dice nada.

-¿Por qué tanto interés? –pregunto con una sonrisa inocente-. Joder, que calor hace –digo distraídamente mientras empiezo a mover el cuello de mi camisa para que entre algo de aire.

-No, ¿por qué? –pregunta Reed con el ceño fruncido-. ¿Tienes algunos cadáveres ahí arriba?

Fuerzo una sonrisa mientras busco una respuesta convincente.

-No seas tonto –digo con una sonrisa tensa mientras voy pasando las tazas-. Solo tengo miedo de que encuentren la tableta de chocolate que escondo bajo la almohada. No quiero que mamá se entere y termine regañándome.

Ambos me miran con curiosidad y no puedo evitar encogerme de hombros.

-Siempre dice que estoy gorda –digo para responder la pregunta silenciosa-. No quiero darle razones para creer que no soy capaz de mantener mi peso.

-Yo considero que está perfecta tal y como está, señorita –dice Reed mientras me recorre de arriba abajo con su mirada-. Pero no entiendo como es capaz de usar esa ropa tan holgada con el calor que está haciendo. Deberías abrirte unos botones antes de que te ahogues.

Wood lo golpea con una mano y lo obliga a disculparse por su descaro. No puedo evitar sonrojarme cuando dice un pequeño «lo siento» antes de seguir devorándome con la mirada.

Me muerdo el labio inferior y aparto mi mirada antes de hablar.

-La verdad es que me estoy muriendo de calor –digo con un leve sonrojo-. ¿Me tomarían como una exhibicionista si me abro unos botones de mi camisa?

Ambos se miran con sorpresa y el joven asiente con rapidez, sin embargo, el otro mira hacia otro lado.

-Es hora de irnos –dice apenado-. Vendremos cuando su madre esté en casa.

Empiezo a abrirme lentamente algunos botones hasta que el espacio entre mis senos se hace visible.

-Pero aún no se han tomado el café –digo con pesar-. ¿No les gusta?

Wood toma rápidamente su taza y se toma su café de un trago antes de colocarla sobre la mesa.

Asiento con una amplia sonrisa en mi rostro antes de inclinarme hacia adelante; ambos me miran con sorpresa cuando tomo ambas tazas y las coloco nuevamente sobre la bandeja. Luego me levanto y finjo no notar que mi camisa se abrió lo suficiente como para dejar visible mis pezones.

-¿Quieren más café? –pregunto inocente-. Mamá me regañaría si dejo que se vayan sin estar satisfechos –digo mientras me muerdo el labio inferior.

-Sí, claro –dice Wood nervioso.

Asiento con vehemencia haciendo que mis pechos reboten un poco. Luego doy media vuelta y camino directo a la cocina sin esconder mi sonrisa. Encuentro a Skippy escarbando en la puerta de la cocina, rogando por salir.

-Te lo has ganado, pequeño –digo antes de abrir la puerta. Lo veo correr fuera con una sonrisa antes de volver a mi trabajo.

Relleno las tazas rápidamente y camino fuera de la cocina con la bandeja entre mis manos. Esta vez voy más lejos y me inclino frente a Reed de tal manera que dejo mis senos a centímetros de su rostro. Lo escucho tragar saliva así que lo tomo como una invitación.  En vez de regresar a mi asiento, decido hacer espacio y sentarme entre los dos. Me acuesto completamente sobre el sofá mientras intercalo mi mirada de uno al otro. Sé que mis senos son completamente visibles, pero quiero ver que tan lejos llegan antes de quebrarse.

Todos lo hacen.

Reed echa un vistazo a mis senos y luego mira directo a mis ojos.

-¿Qué haces cuando estás sola, Ivy? –pregunta con una sonrisa-. Pareces una chica llena de sorpresas.

Decido seguir su juego y asiento.

-Me gusta jugar con mis dedos –lo miro por encima de mis pestañas-. Son algo ásperos y me gusta como se sienten.

-Se sienten… ¿Dónde? –pregunta Wood con curiosidad.

Acepto el reto y me reincorporo lo suficiente como para sentarme sobre mis rodillas. Ante la mirada atenta de los dos empiezo a levantarme la falda con cuidado y levanto mi mano frente a mí para que la miren y luego, para sorpresa de ambos, la meto debajo de mi falda y llego a mi coño. Empiezo a acariciar mis pliegues y sonrío cuando siento la humedad viscosa. Tomo un poco y lo llevo a mi clítoris. Lanzo un gemido ahogado cuando empiezo a hacer círculos lentos.

Miro a Reed con la boca entreabierta en una invitación implícita.

-He usado tanto mis dedos y ya no es lo mismo –tomo su mano más cercana y lo acerco a mí. Se deja llevar hasta que estamos nariz con nariz-. ¿Qué tiene que hacer una chica para que dos desconocidos le coman el coño?

Reed parpadea lentamente antes de caer en cuenta de mis palabras. Lo veo tragar saliva, pero rápidamente se recupera y me da una pícara sonrisa.

-Pensé que nunca lo dirías –susurra contra mis labios.

Grito sorprendida cuando empuja mi pecho con fuerza haciéndome caer de espaldas contra Wood. Nuestros ojos se conectan, sin embargo cierro los míos cuando un gemido de placer sale de mi boca. Se escucha mi tanga siendo rasgada y luego el aliento caliente de Reed sobre mi coño.

-¡Demonios, sí! –grito cuando sus manos abren mis pliegues y empieza a succionar mi clítoris con fuerza.

Empiezo a contorsionarme encima del regazo de Wood, pero sus brazos rápidamente me cogen de los hombros y me mantienen fija mientras su compañero se come mi coño. Empieza a pasar su lengua de arriba abajo por mi coño antes de meter un dedo dentro de mí. Empieza a moverlo rápidamente simulando que me está follando. Las manos en mis hombros bajan directo a mis senos y aprietan fuerte antes de tirar de mis pezones.

Cierro los ojos cuando siento venir un orgasmo, pero los dedos de Reed se detienen y abro los ojos, preparada para maldecirlo. Sonrío con alivio cuando lo veo abriendo su cinturón y luego una polla larga y gruesa aparece frente a mí.

-¿Qué demonios crees que estás haciendo? –pregunta Wood con reprobación en su voz.

Frunzo el ceño antes de mirarlo con hastío.

-Me va a follar, ¿qué parece que está haciendo? –pregunto irritada.

Escucho la risa de Reed y volteo a mirarlo. Está usando su mano para masturbarse perezosamente.

-Ya la escuchaste, Wood. Si esta zorra quiere polla entonces hay que dársela –dice Reed con una sonrisa lasciva-. Desde que abrió la puerta está rogando por una polla, ¿vas a dejar pasar la oportunidad?

Ambos se miran por un momento y yo aprovecho la oportunidad para sentarme con las manos sobre mi regazo.

-Pero mi esposa… -empieza Wood.

-Le estabas apretando las tetas hace un momento, ¿de verdad quieres hablar de tu esposa? –pregunta Reed con una ceja arqueada.

Veo titubear a Wood y aprovecho la oportunidad para levantarme y empezar a desnudarme. Luego voy hasta Reed, me arrodillo frente a él y tomo su polla entre mis manos.

-No pensarán detenerse ahora, ¿o sí? –pregunto con voz ronca-. Me siento tan caliente –susurro mientras empiezo a mover mis manos de arriba abajo-. No pueden irse sin que yo pruebe este pedazo de carne –digo mientras lo miro a través de mis pestañas.

Lo veo suspirar con necesidad antes de que tome mi cabello con ambas manos y empuje mi cabeza directo a su polla. Abro la boca y trago lo más que puedo. Escucho el sonido de un cinturón en el fondo, pero lo ignoro cuando saboreo el líquido preseminal.

-Vamos zorra. Chupa fuerte –dice Reed entre gemidos.

Siento el escozor en mi cabello mientras intenta guiarme, pero lo ignoro y empiezo a mover mi cabeza más rápido mientras succiono con fuerza su glande. Lo combino con mis manos haciendo presión en su tronco y en poco tiempo lo tengo jadeando.

Lanzo un jadeo de sorpresa cuando unas fuertes manos me cogen de la cintura y me pone a gatas sobre el piso. Aun así, no me detengo y sigo chupando la polla de Reed.

Wood entierra su polla hasta la empuñadura en mi coño y suelto un grito de dolor cuando siento mi carne estirarse para acoger su gran tamaño. Mis ojos se humedecen, pero sigo chupando hasta que Reed se deja ir con un gemido gutural. Siento el semen cálido en mi boca y me apresuro a tragar, sin embargo no puedo evitar que se escape por las comisuras de mis labios cuando se retira.

-¡Que rica la tienes, puta! –grita Wood poseído mientras golpea mis nalgas con fuerza.

Arqueo mi cuerpo y grito con fuerza cuando empieza a embestirme con más fuerza. Intento mantenerme de rodillas, sin embargo mi cuerpo cede y caigo sobre el piso. Wood clava sus dedos en mis caderas y mantiene mi culo en pompas mientras sigue follándome como un animal poseído. El placer se arremolina en mi vientre hasta que no puedo más y empiezo a gritar mi orgasmo con fuerza.

Unas cuantas embestidas más y Wood se deja ir dentro de mí. Sonrío cuando siento el cálido semen llenar mi coño.

Tomo aire antes de levantarme y girar sobre mí misma hasta tener a Wood frente a mí. Me mira con los ojos entrecerrados mientras intenta nivelar su respiración. Le guiño un ojo antes de levantarme y me coloco en cuatro encima del sofá. Giro mi rostro hacia Reed y le hago señas para que se acerque.

  • ¿Qué…? –empieza.

-Chupa –digo sobre mi hombro. Espero, pero nada sucede así que miro nuevamente sobre mi hombro y encuentro a Reed mirándome con el ceño fruncido-. ¿Eres sordo o qué? Te dije que chuparas –digo con irritación.

Ambos hombres se miran, pero finalmente Reed se acerca a mi coño. Un estremecimiento me recorre cuando siento su aliento. Parece reticente al principio, pero cuando finalmente entierra su rostro en mi coño y empieza a lamer con energía se esfuerza al máximo.

-¡Sí!

Las fuertes manos de Reed me toman de la cadera y sumerge su lengua profundamente en mi coño. Luego la lleva a mi clítoris y empieza a darle pequeños toques.

-Estás siendo muy blando, Reed –escucho la voz de Wood en el fondo-. Ya sé lo que esta puta necesita.

De pronto la lengua de Reed desaparece y soy arrastrada hasta el borde hasta que mi estómago queda presionado contra el reposabrazos del sofá. Entonces, alguien toma mi cabello y alza mi cabeza.

-¿Qué demonios…? –empiezo a protestar, pero Wood mete su polla dentro de mi boca ahogando mis palabras.

Me mira con un brillo extraño de sus ojos. Decido que no haré nada por él, nos miramos fijamente por un largo momento hasta que siento las manos de Reed clavándose en mis caderas. Un escupitajo y luego está intentando entrar en mi culo.

Abro los ojos sorprendida e intento protestar, sin embargo eso solo hace que Wood entierre su polla más profundo dentro de mi boca.

-Empieza a succionar, perra. Soy el único que puede detener a Reed de que te rompa el culo. ¿No quieres ser buena conmigo? –dice apretando su agarre en mi cabello.

Mis ojos se humedecen cuando siento algunos cabellos desprenderse de mi cabeza, pero aun así no cedo, así que esbozo un intento de sonrisa.

-Reed, rómpele el culo –dice Wood encogiéndose de hombros.

Entonces siento la polla de Reed adentrándose en mi culo lenta, pero insistente. Quiero apretar los dientes y hacer sangrar a Wood, pero, en cambio, empiezo a succionar perezosamente. Lo veo sonreír cuando empiezo a tragar un milímetro más de su polla.

-Tómatelo con calma, Reed –dice Wood y la polla de Reed empieza a retroceder lentamente.

Empiezo a moverme hasta apoyarme en uno de mis codos y tomo la polla de Wood con la otra mano. Empiezo a masturbarlo lentamente antes de sacarlo completamente de mi boca y verlo por debajo de mis pestañas.

-Siempre he querido que me la metan por el culo, pero no sabía a quién pedírselo. Una vez papá intentó hacerlo, pero mamá lo descubrió y lo echó de la casa.

Los ojos de Wood brillan con sorpresa y sonrío para mis adentros. Sabía que había un maldito morboso dentro de él.

-Yo era la princesita de papá. ¿Sabes? –continúo y siento la polla de Reed entrando lentamente en mi culo. Presiono hacia atrás para forzar la entrada. Aprieto los dientes cuando siento una ligera sensación de dolor. Reed debe sentir mi tensión porque de pronto siento unos dedos jugando con mi clítoris. Decido continuar con mi historia-. Todo fue normal hasta que me encontró follando con mi novio en mi habitación. Intenté explicarle, pero no había mucho que decir, ¿no? Tenía la polla enterrada en mi coño mientras yo gritaba que me diera más duro –sonrío con timidez cuando veo el brillo de excitación en los ojos de Wood-. Papá lo echó, me llevó a la ducha, rasgó mi ropa y abrió el grifo. Yo estaba tan caliente… -digo esto último con un gemido necesitado-. ¡Joder, que rico se siente! –gimo cuando Reed empieza a sacar su polla y luego vuelve a entrar con lentitud. Vuelvo a mirar a Wood y le doy una larga lamida a su polla desde el tronco hasta la punta-. Me metí los dedos frente a él –digo con una sonrisa lasciva antes de meter su polla dentro de mi boca.

Cierro los ojos mientras siento las embestidas lentas de Reed. Mi aliento se corta cuando sumerge tres dedos en mi coño y empieza a igualar los movimientos con los de mi culo. Decido que quiero seguir chupando la polla de Wood así que empiezo a hacer círculos en el glande. Siento un tirón en mi cabello y abro los ojos. Las embestidas de Reed se empiezan a volver más rápidas así que empiezo a jadear con la polla de Wood metida en la boca. Mis ojos están nublados de lujuria y me cuesta enfocarme. Intento volver a chupar su polla, pero su agarre en mi cabello me detiene.

-Continúa –dice Wood.

Me siento confusa por un momento cuando Reed saca los dedos de mi coño y empieza a dar pequeños pellizcos en mi clítoris.

-Papá me miró sorprendido, pero aun así, no podía detenerme. Estaba tan perdida en mi placer que terminé acostada sobre el piso de la ducha mientras me metía los dedos con fuerza. La cogida que me había estado dando mi novio me tenía al borde, así que no podía hacer otra cosa que perseguir mi orgasmo como una poseída. No me di cuenta cuando cerró la ducha y se bajó el pantalón. Me cogió por las caderas y me puso a cuatro patas y de un solo golpe enterró su polla en mi coño con tanta fuerza que tuve que gritar –cerré los ojos y pensé por un momento en ese momento; no con papá sino con mi tío en las vacaciones de verano cuando le pedí que me enseñara a pescar-. Fue tan rico, Wood –gimo aún con los ojos cerrados-. Me empezó a taladrar en el piso del baño con tanta fuerza que los gritos resonaban por toda la casa –digo antes de lanzar un grito cuando Reed empieza a acelerar sus embestidas.

De pronto un fuerte golpe impacta en una de mis nalgas y echo una mirada hacia atrás para ver a Reed levantando su mano lo suficiente para volver a impactar con fuerza en el otro lado.

-¡Qué rico! –grito sin poder evitarlo.

Sin esperar permiso, tomo la polla de Wood y la meto hasta el fondo de mi garganta. Siento algunas arcadas, pero el creciente orgasmo que se está formando dentro de mí, me hace superarlas rápidamente. Empiezo a forzar mi cabeza de arriba abajo y los gemidos de Wood empiezan a mezclarse con los jadeos de Reed detrás de mí. Los tres caemos en un ritmo placentero hasta que terminamos explotando casi al mismo tiempo.

Wood es el primero en venirse en mi boca. Intento tragar lo más que puedo, pero el orgasmo me llega de sorpresa y, de un momento a otro, estoy gritando mientras el semen de Wood cae sobre mi rostro. Tres embestidas más y Reed se deja ir con un grito casi animal. Siento el cálido semen llenando mi culo y lanzo un pequeño suspiro de alivio cuando saca su polla lentamente. Busco energías de donde no hay y presiono las manos contra el pecho de Wood hasta que cae de espaldas sobre el sofá y yo sobre él. Me acurruco por unos segundos antes de reincorporarme lo suficiente como para mirarlo a los ojos.

-Gracias –susurro antes de inclinarme lo suficiente como para dejar mi boca a la altura de su oreja-. Papá me dio un orgasmo potente y, cuando intentó meterse en mi culo, mamá llegó y lo echó de la casa –le doy un beso en los labios antes de levantarme e ir con Reed.

Cuando llego a su lado, le tiendo una mano.

-Vamos.

-¿A dónde? –pregunta con la respiración acelerada.

-¿No estarás pensando salir de mi casa con olor a sexo por todos lados? –pregunto ahogando una risa.

Lanza una carcajada antes de coger mi mano y levantarse del piso con un movimiento ágil. Aprovecho la situación y me lanzo sobre él entrelazando mis manos en su cuello. Sin decir nada, uno nuestros labios y lo beso con fuerza. Poco a poco su polla empieza a crecer entre nosotros y decido interrumpir nuestro beso.

Tomo su mano y lo arrastro hasta el sofá. Wood nos mira con una sonrisa perezosa y yo extiendo mi mano libre hacia él.

-No estarás pensando en bañarte con los dos –dice con sorpresa en su voz.

-Eso mismo es lo que estoy pensando –digo con una sonrisa brillante.

-¿Tú estás de acuerdo con esto? –pregunta mirando a Reed. Siento como se encoge de hombros y luego tira de mi mano.

-Vamos, Ivy. Al parecer el viejo tiene límites a la hora de ver como su compañero se enjabona la polla –dice Reed.

No puedo evitar reír ante su comentario y empiezo a caminar.

Lo dirijo hacia el baño en el piso de abajo. Espero que Reed no se dé cuenta, pero no tengo tanta suerte cuando empieza a mirar las fotos de la pared. Le doy un tirón a su mano para que continúe, pero aun así se detiene a mitad de camino con el ceño fruncido.

-No apareces en las fotos –dice con extrañeza.

-Bueno, no siempre puedes ser la hija favorita –digo encogiéndome de hombros-. Veo que estás más preocupado por ver las fotos a que te la chupe bajo el agua, así que dejaré que hagas lo que quieras –digo y sin mirar atrás camino directo a la ducha.

Me meto a la ducha y abro el grifo. Doy un respingo cuando siento el agua fría caer sobre mí, pero aprieto los dientes y espero a que se caliente. Unas manos rodean mi cintura y miro sobre mi hombro para encontrar a Reed detrás de mí.

-Mm, eso se siente bien –digo cuando se pega a mí encajando su polla entre mis nalgas y empieza a masajear mis senos con ambas manos.

Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos con una sonrisa en mis labios. Nos quedamos así por varios segundos hasta que decido llevar mis manos hacia atrás y tomar su polla con fuerza. Empiezo un ritmo lento de arriba abajo mientras él sigue masajeando mis senos.

-Joder, que buena estás –susurra Reed en mi oído antes de mordisquear el lóbulo-. Que lástima que tu vecina no desapareció antes.

Sonrío y abro la boca para responder, pero de pronto la puerta de la ducha se abre y aparece Wood con la cara pálida. Su ceño fruncido me hace mirarlo con los ojos entornados.

-¿Viste un fantasma? –digo con tono mordaz. Me mira fijamente por un momento antes de hacerle una seña a Reed para que salga.

-No ves que estoy en medio de algo –dice Reed y aprieta mis senos entre sus manos para acentuar sus palabras-. Me la voy a follar contra la pared como en las películas así que lo que sea que vayas a decir puede esperar.

-Reed… -empieza Wood. Vuelve a mirarme y su ceño se vuelve aún más profundo.

Con un suspiro, Reed gira mis pezones entre sus dedos antes de morderme el cuello.

-Tendrás que esperar, dulzura –dice en mi oído antes de apartarse y salir de la ducha con la polla dura-. Espero que sea rápido si no quieres que haga que tu mujer me la vuelva a chupar.

Evito sonreír mientras vuelvo a sumergirme bajo el chorro de agua caliente. Al parecer la esposa de Wood es bastante cachonda.

-Espero que sea rápido, no sé si pueda esperar tanto –digo antes de tomar la tableta de jabón y llevarla a mi coño de forma lasciva.

Reed gruñe en mi dirección, pero Wood termina por arrastrarlo fuera de la habitación. Me quedo en silencio esperando escuchar los pasos repiquetear a través del pasillo, pero cuando no llega me doy cuenta de que podrían estar detrás de la puerta.

Con mucho cuidado, abro la puerta corrediza lo suficiente como para pasar mi cuerpo y coloco mi oído contra la puerta. El agua de la ducha me distrae un poco de las voces, pero finalmente logro enfocarme.

-La mujer está loca, tiene cabezas humanas en el ático –murmura Wood con cierta desesperación en su voz-. Tienes que verlo, es tan… grotesco. Hay que arrestar a la perra.

-¿En qué momento fuiste si acabamos de entrar en el baño? -pregunta Reed desconcertado.

-Eso no es importante, imbécil. Pero ya que lo preguntas, llevan como diez minutos ahí adentro.

Abro los ojos con sorpresa y me reprendo a mi misma por mi estupidez.

-Mierda, pero no importa. Tiene unas tetas que merecen mi tiempo –ahogo una risa cuando escucho la réplica de Reed.

-Enfócate. Tiene malditas cabezas en su ático. ¿No me estás escuchando? Pregunta Wood desesperado.

-Si, escucho a un viejo paranoico que no sabe aprovechar a una chica cachonda que estaba esperando que la follaran entre dos. ¿Has pensado que podrían ser esculturas realistas?, ¿cómo sabes que son de verdad? –la voz de Reed suena escéptica y no puedo evitar sonreír con ironía.

Las maravillas de permitir que te lo metan por el culo.

-¿Estás dejándote engatusar por el coño de esa chica? Te estoy diciendo que vi las malditas cabezas –la voz de Wood suena algo exaltada.

-No por un coño, aunque estaba trabajando en eso cuando me interrumpiste. Se la metí por el culo. Eso hace que le dé el beneficio de la duda –dice Reed con sarcasmo latente.

-Eres un maldito, solo piensan con la polla… -empieza a Wood, pero al parecer no parecer se frustra y termina suspirando-. Bien, vamos al maldito ático. Te lo enseñaré y si son «esculturas» como dices, entonces puedes regresar y metérsela por los oídos.

Me muerdo el labio inferior mientras sopeso la idea de si permitir que suban al ático. Puedo manejar a un hombre escandalizado, pero no creo que a dos. No creo que ambos sean capaces de entender que el mundo del tallado amerita ciertos sacrificios… Como el de mi vecina y su bebé.

-¿De verdad piensas que voy a dejar de follarme el culo de Ivy por ir a ver unas cabezas que podrían ser de goma? Olvídalo, hombre.

-Soy tu superior, Reed. No te lo estoy pidiendo, es una orden –dice Wood con los dientes apretados.

Pasan algunos segundos y luego se escucha un suspiro.

-Bien, pero vas a tener que hacer de la vista gorda cuando se la meta a tu esposa en la cocina. La zorra siempre anda haciéndome ojitos como una maldita adolescente.

-Cállate y camina, imbécil –dice Wood y luego se escuchan sus pasos mientras se alejan.

Demonios.

Espero algunos segundos a escuchar los peldaños de la escalera y ahogo una maldición mientras coloco sobre mi cuerpo la bata mullida y empiezo a abrir la puerta lentamente.

Decido no cerrar la puerta y dejar la ducha correr. Empiezo a caminar por el pasillo lo más silencioso que puedo. Es una casa vieja y algunos tablones se han despegado. Empiezo a subir la escalera y me escondo detrás de la pared que cruza hacia el pequeño pasillo que lleva al ático.

Escucho murmullos y luego una puerta chirriante.

-¡Maldición! –el improperio de Reed resuena a través de pasillo y pongo los ojos en blanco-. ¿Qué carajos le hizo a la cabeza de ese bebé? Dime que es un maldito muñeco o voy a vomitar.

Sonrío antes de sentir el peso de la decepción sobre mi pecho. Pensé que tenía alguna posibilidad de que dos extraños me aceptaran, pero al parecer me equivoqué.

Al parecer, es hora de tomar medidas.

-Hay que arrestar a la perra –escucho la voz de Wood.

-Sí claro, aunque podría ser después de que me la vuelva a follar. ¿No podemos esperar un poco más?

-Eres increíble, Reed. Deja de pensar con la polla y vayamos a buscar las esposas antes de que se pregunte por qué tardamos tanto. No creo que sea tan estúpida como parece –dice Wood y con eso empiezan a caminar de regreso por el pasillo.

Cruzo al otro lado y me escondo detrás de la otra pared. Desde aquí, tengo acceso directo hacia la escalera.

Poco a poco se van acercando y, sin mirar hacia mi dirección, empiezan a bajar los escalones. Decido ser rápida y golpeo con mi pie la espalda de Reed.

-¿Qué demonios…? –empieza Wood, pero ya es tarde. El cuerpo de Reed cae sobre él y ambos empiezan a rodar escalera abajo.

Espero a que el sonido termine y decido acercarme hasta ellos. Uso mi pie para mover sus rostros y ninguno da señales de vida.

Bien, no querrán ver lo que les espera.