Lo que bien se hereda no se hurta
Estábamos mis padres y mi hermano disfrutando del calor de hogar y con las visitas de mis abuelos, mi tío y mi prima Grethel se transformó en un bullicioso ambiente familiar, pero todo ello se transformaría en dicha, deseo y pasión; y pude comprobar que el incesto me viene de familia.
Lo que bien se hereda no se hurta
Era el mes de marzo, preparativo para el inicio de clases y casi al final del verano, en un claro ambiente de hogar entre mis padres, mi hermano y yo, que se tornó en un bullicioso ambiente familiar con la visita de mis abuelos, los padres de mi madre, mi tío Fidel, esposo de mi tía Gisella, hermana de mi madre, y mi adorada prima Grethel. Mis abuelos ocuparon una habitación libre y mi tío la otra, en cambio Grethel en mi habitación para compartirlo dado que ya no había otra habitación, lo cual agradó a Gretita, que casi salta de gusto. Ella miraba por mis ojos, vibraba ante mis caricias, halagaba cada cosa que hacía, un enamoramiento total, y me encantaba ser su centro de atención; los recuerdos de nuestras sesiones de amor y sexo me hicieron desearla en ese momento. Entre las conversaciones de los abuelos, mis padres y mi tío, nos retiramos a mi habitación mi prima y yo.
En la habitación, mi prima se despojó de parte de sus ropas, quedando en un pequeño calzoncito que apenas cubría parte de su raja y un pequeño brasier que dejaba ver gran parte de sus medianos pechos. Tomó una revista de lectura ligera y se echó en la cama boca abajo, mientras leía metía sus dedos por entre la delgada tela que cubría su raja para acariciársela ante mis ojos, con una de sus manos frotaba sus nalgas lentamente con la mirada puesta en la revista sabiendo que la miraba desde el costado de la cama, pues acomodaba mi ropa para dormir a su lado. Luego me miró, entreabrió la boca y con la punta de su lengua se remojaba los labios, recorriendo con su lengua sus labios, describiendo círculos y una de sus manos seguía acariciándose sus nalgas redonditas para luego darse ella misma de nalgadas, observando cómo sus nalgas se movían en sentido contrario de los golpecitos de su mano. Sin duda, estaba logrando excitarme y con gran éxito.
En un momento, se bajó de la cama, fue hacia la puerta de la habitación para echar seguro y evitar que alguien pudiera entrar sin permiso al cuarto. Fue hacia mí, con su mano tocó mi coño por encima de mis ropas, besó mis pechos; en ese instante levanté su cara con mi mano, acerqué su cara a la mía, abrí mi boca, ella abrió la suya y nos dimos un excitante beso, donde nuestras lenguas jugueteaban. Ella se adelantó a mí, fue a la cama se quitó el resto de la ropa hasta quedar totalmente desnuda. Estaba frente a mí, al medio de la cama, desnuda, con las piernas abiertas, mostrándome su caliente coño, con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Desnuda me acerqué a ella, tenía los pies sobre la cama, dobladas sus piernas con las rodillas hacia arriba; puse mis manos en sus rodillas, le abrí un poco más sus piernas y empecé besándole desde las rodillas, bajando mi lengua hasta llegar a su coño, que palpitaba deseo. La punta de mi lengua recorría la entrada de su coño desde abajo hasta arriba y llegar al clítoris, donde hurgaba por sus costados, tratando que se pongas más hinchadito de placer, empecé a meter dos dedos de una de mis manos en su coño, meterlos y sacarlos rápidamente, con la otra mano acariciaba sus pechos y con la yema de mis dedos jalaba sus pezones; ella gemía y con sus manos acariciaba mi espalda, apretaba mis pechos y jalaba mis pezones.
Luego me eché en la cama, mi prima se subió en mi, abrí mis piernas para tenerla dentro de mí, ella frotaba vívidamente su coño al mío, teniendo sus piernas casi cerradas dentro de las mías. Con mis manos tomé sus nalgas, trataba de pegarla más a mi cuerpo, ella me ofreció su boca para enredarnos en un beso donde nuestras lenguas jugueteaban fuera de nuestras bocas, mientras se movía de arriba hacia abajo. Puse a mi Gretita boca abajo y sobre ella subí yo; sobre sus nalgas frotaba mi coño, con una de mis manos, metí dos dedos a su coño y la penetraba intensamente, en cada penetración de mis dedos, ella levantaba su culo y se pegaba más a mi coño que frotaba sin detenerme. Nuestras bocas se buscaban y se besaban una y otra vez. Nos pusimos de costado, de modo que nuestras cabezas, descansaban sobre la pierna que estaba tendida sobre la cama, cada una de nosotras levantaba la pierna, doblándola con la rodilla hacia arriba y el pie en la cama, ofreciendo un coño abierto para que nuestras lenguas juguetearan más y más, para que nuestros dedos, entraran una y otra vez por nuestros coños anhelantes de más placer. En un momento que nuestros labios se adueñaban de nuestros coños con besos que succionaban levemente los labios del coño hacia adelante para soltarlos, emitiendo ruiditos placenteros y gemidos de gusto y volverlo a intentar nuevamente, uno de nuestros dedos hurgaba en nuestro ano, metiéndose suave y lentamente para después hacerlo rápidamente dado nuestro orgasmo inminente, al sentir como nuestros cuerpos expresaban temblores ante los gemidos ahogados por la boca llena del coño de nuestra amante.
Nos pusimos ahora frente a afrente de costado en la misma cama, introduciéndome los dedos al coño para ofrecerlos a Gretita y que me los lama, así como hizo con los suyos en mi boca. Luego nos dios un gran beso, probando de nuestras mieles, mientras nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos, nuestras nalgas, nuestras piernas, con los pechos pegados la una a la otra con nuestros pezones que chocaban entre sí. Así saboreando nuestro primer encuentro, quedamos dormidas, ahí mismo.
A la mañana siguiente, nos levantamos pasadas las nueve horas del día, cubrimos nuestros cuerpos desnudos con una toalla, nos encaminamos al baño juntas, unimos nuestros cuerpos y el agua cayó sobre nosotras que en débiles caricias mojaba nuestros cuerpos. Las caricias de nuestros cuerpos, nuestras manos recorriendo nuestros brazos, nuestras manos acariciando nuestros pechos, acariciando nuestros coños que luego complementamos con el jabón, el recorrer de nuestros cuerpos. Era tan excitante poder besarnos con nuestras manos asidas a nuestras nalgas, apretándolas, con nuestros pechos pegados entre sí, mientras nuestras bocas se unían una vez más agradecidas por tan exquisito placer. Así nos dimos pequeño placer mientras disfrutábamos del baño.
Al salir del baño, como estábamos descalzas, sólo la toalla cubría nuestro cuerpo, pudimos notar un silencio en derredor de la casa, escuchando susurros de voces de personas que hablaban en voz baja y ruidos de los platos y utensilios de la cocina. Nos acercamos silenciosamente mi prima y yo, para espiar que estaba sucediendo en la cocina. Al estar allí, pudimos observar a mi abuelo y mi madre, ellos estaban de espaldas a nosotras, él estaba con su mano izquierda debajo de la falda de mi madre, acariciándole el culo y creo que hasta el dedo le estaba metiendo porque de tiempo en tiempo ella saltaba de gusto y expresaba: “ten cuidado, papá, que nos pueden ver las niñas”. Vaya con mi madre, también disfrutaba de los placeres prohibidos, con su padre, mi abuelo, un hombre de 63 años, que aún mantiene vivo su deseo sexual; tal escena despertó mi morbo, mi deseo y ganas de estar allí con ellos. De la misma manera que nos acercamos para espiar, nos salimos de allí y nos fuimos a mi cuarto a terminar de vestirnos para salir un rato.
Ya en la habitación, Grethel no podía evitar su admiración por mi madre y nuestro abuelo. Escena que dio pie para que ella se sincerara un poco conmigo y decirme que estaba casi se gura que su padre se la quería coger:
“Ni te imaginas, Angie, cuando estamos solos, mi padre viene detrás de mí, me da unas abrazadas y pega su verga a mis nalgas, se la siento grande y dura, y me dice que me quiere mucho, que soy su nenita consentida. Otras veces cuando estoy sentada en el mueble de la sala, se sienta a mi lado, pone su mano derecha en mis piernas y su otra mano acaricia por detrás de mi cuello mientras inventa una que otra cosa para hablarme. En cada cosa que hago me da de nalgadas y hasta ha llegado a hacerme masajes en mi cuerpo rozando con sus dedos mis nalgas y mis pechos”.
“Está muy claro primita querida, tu padre te tiene ganas, qué rico, así podrás tener para ti una verga en casa y quien mejor que tu padre que te ama, que nunca permitirá que nada malo te suceda y estará, después que lo hagan, más pendiente de ti, procurando que tus cosas vayan siempre bien. Pero no te olvides de tu Angie, que siempre desea acariciar tu cuerpo y disfrutar contigo hasta llegar al orgasmo”.
En ese instante mis manos empezaban a meterse por entre la toalla hasta llegar a su deseado coño y meter mis dedos entre los labios de ese coño caliente, ella tomó mi mano, la que tenía en su coño y lejos de quitarla de allí me la acariciaba, susurrándome cerca de mi mejilla a mi oído:
- “Tú eres lo que yo más amo, quiero y deseo. Sin importar lo que suceda siempre seré tuya, me has hecho más mujer de lo que era. Somos primas, amigas, amantes, seré tu novia si me lo pides. No quiero separarme nunca de ti”.
La despojé de su toalla, la hice echar en la cama, me quedé desnuda también, con mis dedos en su coño tomé sus pechos en mis labios, con mis labios mordía sus pezones. Ella acariciaba mis cabellos con una mano y con la otra me apretaba los pechos en cada minuto de placer que le brindaba, terminamos haciendo un 69 de aquellos para calentarnos y probar de nuestras mieles que tanto gusto nos daba.
Luego de incontable minutos, salimos de la habitación, al pasar por la cocina observamos a mi madre y mi abuelo separados conversando, seguimos a la sala y encontramos a mi abuela observando la televisión a volumen alto, mi hermano y mi tío habían salido porque no estaban en ningún lado de la casa. Así transcurría nuestro día, entre nosotros, lanzándonos miradas de deseo, conteniendo nuestras más prohibidas pero deliciosas pasiones. El día transcurría y el sueño hacía presa de nosotros en la casa. Mi abuelo decidió leer un rato antes de dormir, los demás nos fuimos a la cama. Aprovechando que mi abuelo estaba sólo en la sala decidí hacer de las mías. Me despojé de mi brasier, me quedé en calzoncito, muy pequeño que sólo me cubría la raja, me puse encima una blusa larga y ancha que me cubría hasta la mitad de mis muslos, con los botones de la parte superior algo desabrochados y me salí hacia la cocina. Como el calor era evidente, un refresco heladito caería bien y fui con dirección a la sala tratando de invitarle a mi abuelo. Me puse frente a él y la jarrita con el refresco en la mesa que está en medio de los muebles; como la mesita es más pequeña que la altura de los muebles, al depositar la jarrita allí tuve que inclinarme de modo que la blusa se holgaba un poco hacia abajo y se me podía ver claramente mis pechos. En ese momento la lectura para mi abuelo pasó a segundo plano, regresé a la cocina para traer unos vasos y servir el refresco. Al estar nuevamente en la salita me tomé mi tiempo en poner los vasos en la mesita y servir despacio, sin prisas, el refresco.
La atención de mi abuelo hacia mí fue muy descarada, no solamente miraba mis pechos sino que cuando estaba inclinada se me subía parte de la blusa y se me veía el inicio de mis nalgas. De rato en rato hablaba del fuerte calor del día y metía una de mis manos dentro de mi blusa para acariciarme los pechos ante su mirada de lujuria. Me levanté luego, le di la espalda y recogí los vasos y la jarrita para que pudiera observar mis nalgas mientras lo hacía, no pude ver su cara pero imagino que tenía una sonrisa de gusto. Luego regresé a la sala y fingí un dolor en las piernas para que me dé un buen masaje, primero lo hizo de espaldas a mí y luego de frente, pude sentir su respiración entrecortada. Halagaba su masaje y le decía que si me quedaba dormida que me dejara dormir unos minutos, que me levantara luego. Fingí dormir un rato para sentir que hacía; él me hablaba, movía mi cabeza para comprobar si dormía, luego sentí que mi blusa se levantaba por la altura de mi coño, sentí que un dedo rozaba tímidamente mi coño por encima de mi calzoncito. Después de muchos minutos, expresando un cansancio desperté. Mi abuelo seguía a mi lado, el masaje había terminado pero tenía en mis muslos sus manos mientras me hablaba. En medio de la conversación, le dije: “Siempre le das masajes a las chicas abuelo”.
El me respondía pícaramente: “sólo a la chicas lindas como tú”. Y para no quedarme atrás le volví a decir: “y siempre se te pone así, cada vez que das masajes”, mientras le decía esto, levanté mi pierna derecha, con mi pie acariciaba su verga por encima de su pantalón. No hizo falta más palabras ni más insinuaciones, tomó con sus dos manos los costados de mi calzoncito y me lo bajó de un tirón, me lo quitó todo, luego introdujo uno de sus dedos dentro de mi coño, un dedos grueso, áspero y de manera tosca como la manera como tocaba mis pechos, tosca y groseramente; una mezcla de dolor y placer. Quise sacar su verga para chupársela y masturbarlo un rato, pero sólo me dejó unos pocos segundos, quería conservar toda su energía según me decía. Es así que después de muchos minutos de estar penetrando mi coño con su dedo, lo hizo ahora apuntando con su verga sostenida por su mano la entrada de mi coño y lo metió rápidamente, sintiendo como esa verga raspaba las paredes de mi coño. Todo el peso de su cuerpo descansaba sobre el mío, sintiendo como su verga entraba y salía de mi coño. Una noche fantástica que remató con nuestra conversación, que lo había visto tocándole el culo a mi madre y, que esta escena logró excitarme y desear sexo en ese momento. A lo cual mi abuelo sonrió diciendo: “eres una niña traviesa, pero aquí hay un hombre para complacerte”. Al final me confesó que esperaba que durmieran todos para hacerle una visita a mi madre y coger como en tiempos que vivían juntos, que hace más de un año que no sentía las caricias de ese cuerpo delicioso. Me confesó que mi madre había aceptado siempre que guardaran la reserva del caso, el secreto de lo prohibido. Prometiendo guardar este nuevo secreto, nos fuimos adormir, cada uno por su lado, él ya no esperaría a mi madre.
A la mañana siguiente, los besos y caricias de Grethel me despertaron deliciosamente. Entre los abrazos y besos que nos dábamos, nuestros cuerpos unidos y desnudos en aquella cama, testigo de nuestros deseos, le dije que quería verla coger con su padre. La idea no le era esquiva a mi primita. Nos inventamos la idea de un falso novio y con esta mentira fuimos hasta el cuarto de mi tío. En el camino le conté a mi hermano lo que pensaba hacer, que nos ayude con nuestros abuelos y nuestra madre que no nos molesten, a lo que él aceptó, no sin antes darle una buena manoseada a mi prima.
En el cuarto con mi tío, le dije que Grethel tenía un pretendiente. Mi prima y yo vestíamos blusas cortas y falditas pequeñas, mi tío estaba en short y polo. Le conté a mi tío que había un chico que gustaba de Gretita, que planeábamos salir este fin de semana, mi tío sólo sonreía, al darme la espalda mi prima, le levanté la faldita y le di una nalgada suave diciendo: “es que mi prima está hermosa, sin duda rompe corazones”. Pudimos notar mi prima y yo, que mi tío tenía la verga dura a juzgar por el bulto que se notaba en el short. Me acerqué a mi tío, le cogí su verga por encima del short, sed la apreté un poquito preguntándole, porque tenía así su verga, quien le gustaba más de las dos, su hija o su sobrina traviesa. Sin más que decir llamé a mi prima hasta la cama, la hice echar en la cama con los pies en el piso de la habitación, me puse delante de ella, le subí la faldita, ante la mirada de gusto del padre, le bajé su calzoncito y empecé a besarle el coño a Gretita. Le abrí las piernas para que mi lengua hurgara más al fondo de ella, cuando ya la nena empezaba a gemir de gusto me salí de ella y le dije a mi tío que le diera unos besitos en el coñito de su hija caliente. Cuando se arrodilló al filo de la cama, mi tío besaba ese coño con ternura, como si fuera una delicada flor, mis manos fueron directo a su verga que se la saqué en el acto y empecé a masajeársela. Me quité la ropa y me subí en la cama, le ofrecí mi coño a mi prima para que su lengua me lo masajee. Mi tío sólo podía verme el culo que se movía de atrás hacia adelante por los movimientos de mi coño en la boca de mi prima. Mientras mi prima disfrutaba de la delicias de mi coño, mi tío se levantó se quitó todo lo que traía puesto apuntó con su verga la entrada del coño de su hijita y de una estocada se la metió, arrancando un ahogado gritito de Gretita y su cuerpo se hizo unos centímetros hacia atrás por la embestida de mi tío en el coño de mi primita. Así estuvimos dándole mucho placer a la nena, hasta que se salió de ella, yo me bajé de encima de mi prima para llevarme a la boca aquel pedazo de verga que había estado dentro del coño de mi prima, mientras lo hacía mis dedos hurgaban el coño de ella y las manos de mi tío acariciaban cuanto podía los pechos de mi prima, más que acariciar se los estrujaba; hasta alcanzar nuestro mayor grado de placer, terminamos echado en la misma cama cansados y satisfechos de tanto placer.
Al salir de la habitación mi prima, me entretuve con mi tío, diciéndole que no diera pie a que los abuelos y mi madre se acerquen al cuarto, porque íbamos a conversar con mi hermano para que la relación con su hija vaya muy bien, y necesitábamos ponernos de acuerdo en algo.
En la habitación, mi prima y yo nos desnudamos completamente. La puerta de la habitación estaba cerrada pero sin seguro. Mi prima estaba sobre mí, con su coño frotando el mío, sus pechos pegados a los míos, con nuestros pezones rozándose y nuestras bocas entreabiertas besándose, con nuestras lenguas juguetonas masajeándolas una a la otra. Y en ese instante, entra mi hermano ante la admiración de Grethel, sujeté con mis manos el cuerpo de mi prima que intentaba salirse de encima de mí. Le dije: “no te fijes en mi hermano, déjalo que mire un poco para que se excite con nosotras”.
Mi hermano se puso detrás de Grethel, mis ojos podían ver claramente los de mi hermano, mientras acariciaba a mi prima y ella frotaba su coño en el mío, intentaba besarla entreabriendo los ojos para ver como mi hermano se desnudaba. De un momento a otro, mi hermano con su cuerpo desnudo, besaba las nalgas de nuestra prima y sus besos subieron por sus caderas hasta llegar a su espalda ante la excitación de ella. Con mis manos en las nalgas de mi prima, tomé la verga de mi hermano y la apunté en la entrada del culo de mi prima. Mi prima sintió la verga, quiso protestar pero en un segundo mi hermano penetró el hermoso culo de mi prima, pude notarlo al ver el rostro de dolor unido a sus gritos. En cada movimiento de mi hermano el coño de mi prima frotaba el mío. Luego de un rato, el culo de mi prima se acostumbró a la verga de mi hermano y reanudamos nuestros besos apasionados y caricias en nuestros pechos. Mi hermano terminó por vaciar toda su leche dentro del culo de la primita. Después de esto le di unas nalgadas a mi hermano y un beso cargado de deseo ante la atenta mirada de nuestra prima.
Cuando nos quedamos a solas, con unas toallitas limpiaba delicadamente, las nalgas de mi prima, mezcladas de semen e hilillos de sangre, no es que fuera virgen por ahí pero no tenía costumbre hacerlo por ahí y mucho menos con hombres. Después de este momento clavó su mirada en mí, como preguntándome porque había permitido todo cuanto había pasado entre su padre y su primo. Fui hasta la puerta de la habitación y esta vez sí eché cerrojo para estar a solas con mi prima. Estábamos mi prima y yo, desnudas en la cama, de costado, mirándonos una a la otra, acariciando sus cabellos, sus mejillas, dándole pequeños besitos en sus labios, secando sus pequeñas lágrimas, expresándole lo mucho que la amaba y deseaba. Es en estos momentos que decido decirle a mi prima si deseaba ser mi novia, para así tenerla más junto a mí. Ella me mira a los ojos, me da la espalda, mis manos rodearon su cuerpo por encima de su cintura, pegué mis pechos a su espalda y quedamos dormidas.
Al despertar en la mañana, abrir los ojos, estaba mi prima mirándome con su mano apoyada en su cabeza y su codo en la cama, sólo esperaba que abriera los ojos para decirme:
- ”Quieres que sea tu novia y dejas que otros me cojan, qué clase de novia quieres que sea para ti”
- “Cálmate mi amor, tú sabes que me gustas mucho”, le decía y continuaba diciendo:
- “Las cosas de ayer se veían venir, pero tú siempre serás mía y nadie tocará tu cuerpo si yo no lo acepto”
La tomé entre mis brazos, la llené de besos y nos envolvimos en la cama disfrutando de las delicias del placer en la naciente mañana. Decidimos que ese día la pasaríamos juntas y solas, a lo que ella aceptó gustosa y feliz.
Mi hermano salió como siempre al transcurrir el día, le pedí a mi tío que llevara a pasear a la abuela que estaba algo aburrida, él me pedía estar a solas con su hija, le dije que poco a poco que ya tendría todo el tiempo para ellos solos. Le dije a mi abuelo que estaría con mi prima en mi habitación, que aprovechara el momento, pero que quería espiarlos mientras lo hacen. En tono fuerte le dije a mi madre y abuelo que estaría con mi prima en mi cuarto, viendo una película y conversando de cosas de chicas. En el cuarto pusimos una película con volumen alto para que puedan escucharnos los que estaban en la sala, mi abuelo aprovechó para convencer a mi madre porque juntos entraron al cuarto de ella. El cuarto de mi madre tiene una ventana que va desde un metro hacia arriba un metro más que daba frente a la cama desde donde podíamos espiar a los amantes, Grethel y yo. No Tardaron en quedar desnudos, mi madre estaba de espaldas a la ventana por si acaso se detenía a observar quienes estábamos cerca. En unos segundos estaba mi abuelo sentado al filo de la cama con las piernas abiertas y arrodillada ante él, estaba mi madre con su boca en la verga del abuelo, dándole un sexo oral corto pero excitante. Luego el abuelo se sentó al medio de la cama, mi madre se subió encima de él para cabalgarlo, con su mano derecha mi madre tomó la vega de mi hermano y se la introdujo en el coño, hasta que la verga de mi abuelo entró toda en el coño de mi madre, pusimos ver mi Gretita y yo, como las bolas de mi abuelo chocaban con las nalgas de mi madre. No quisimos ver más, mi primita y yo estábamos excitadas, pude comprobar que mi madre y mi abuelo se la habían pasado rico así como mi hermano y yo.
Mi prima y yo ahora en nuestro cuarto, excitadas por la escena del abuelo y mi madre, terminamos por desnudarnos y quitarnos toda la ropa, sin prestar atención a la película. Nos subimos en la cama y con las rodillas puestas sobre la cama nos acercamos una a la otra y nos dimos un beso cargado de deseo. Nos pusimos en posición contraria para hacernos un 69, mi coño cerca de la boca de mi prima y el de ella cerca de mi boca. Acercamos nuestras bocas a nuestros coños y succionamos con los labios de la boca los labios del coño y jalamos hacia adelante como lo hicimos otras veces para aumentar el placer, nuestras lengua buscaron y hurgaron en nuestros clítoris, nuestros dedos trataban de meterse en nuestros coños y la hacíamos de manera rápida y precisa. Nos quedamos en tal posición hasta que nuestro orgasmo llegó y pudimos disfrutar de nuestras mieles. Luego de este momento nos pusimos de costado y nos dábamos tremendos besos para sentir el sabor de nuestros coños en la boca, mientras nuestras manos acariciaban nuestros coños y los dedos masajeaban por su parte exterior los labios del coño. Entre besos y caricias le decía lo mucho que disfrutaba de su compañía, más que con nadie. Que el contaría a todos los que conocían de nosotras que era mi novia, mi nena obediente, mi chica complaciente.
En la noche de ese mismo día, estábamos como de costumbre todos en la casa, extrañando nuestros encuentros entre mi hermano y yo y él también extrañaba mucho de mí. En un momento a solas entre mi prima y yo, mi tío se acercó con el pretexto de conversar con Grethel a solas en su cuarto. Este momento sirvió para tomar de la mano a mi primita y decirle a mi tío lo mucho que amaba a esta nena, que era la novia que había soñado para mí, que durante los días que estén de visita ella dormiría conmigo y solamente conmigo, que ya tendrían tiempo de conocerse cuando estén en casa, que iba a estar pendiente que la tratara bien. Llegado el momento, a mi hermano y mi abuelo les confié esta verdad entre Grethel y yo. Mi prima estaba que no cabía de gusto y orgullo por haberla puesto por encima de los demás, llenándome de caricias y besos a escondidas, diciéndome lo mucho que me quería y amaba. Me sentía segura de saber que su amor por mí era intenso y que tendría un amante en casa, qué mejor que su padre, así se lo hice ver y saber que no me sería infiel y que yo haría igual con mi hermano, los discursos de la fidelidad salen sobrando en mí, pero había que darle una alegría a la nena.
Disfrutamos de muchos momentos intensos de pasión y sexo, de saber que por herencia de mis abuelos y madre, disfrutaba de las exquisiteces del placer prohibido.