Lo Normal de Pollas y Coños
Lo Normal de Pollas y de Coños, lo normal entre un amigo y una amiga; que no tienen nada mejor que hacer, una tarde veraniega y calurosa de verano. EL principio de una historia o el fin de una amistad, todo puede pasar; un solo error, un paso demasiado apresurado y todo caerá en un pozo sin fondo.
Lo normal de Pollas y Coños
Darek Defens
Introducción
(Busca mi perfil y sígueme en mis redes, para estar al tanto de mis escritos).
Era una tarde calurosa de verano, de estas en la que no se te apetece hacer nada; ni siquiera pensar, mas aun en hacer algo. Normalmente este tipo de días, los suelo pasar repanchingado en el sofá; con mi mejor amiga Sofí, somos amigos desde niños y parece normalmente un tío más. Siempre va vestida como chico, con un moño o coleta; no se suele arreglar, ni perfumar.
Una tía machorra de toda la vida, pero vamos; que yo lo agradezco en el alma, porque claramente es mi mejor amiga con diferencia.
Estoy en el sofá sin camiseta, con unas calzonas; debajo nada de nada, hay confianza. A mi lado esta Sofí, con una camiseta larga que usa como vestido; primera vez en la vida, no lleva sujetador y esta tirada a mi lado en el sofá. Estamos bebiendo una cerveza, mientras jugamos desganadamente al FIFA; nuestras cabezas están en el mismo cojín, mi pierna derecha esta enlazada a su pierna izquierda.
Algún partido lo gano yo, otro lo gana ella; incluso a veces, empatamos.
— ¿hacemos algo?
Pregunta, al cabo de muchos partidos; con un claro deje de flojera y desgana.
— Ya estamos haciendo algo, ¿o no?
Ella me mira, mira la tele; mira el mando.
— Supongo que si…
Ella suspira y se abanica con la mano, a pesar de que tenemos el ventilador puesto.
— ¡Ahhh! Que calor…
Se queja.
— Si pudiera me quitaba más ropa.
Ella me mira y se ríe.
— Puedes hacerlo, no me voy a asustar; desde luego.
La miro extrañado en inicio, luego me ruborizo.
— No, si tu no haces lo mismo.
Ella se queda callada en inicio y se pone muy seria, seguimos jugando; frunce el ceño un par de veces, me mira de reojo.
— ¿para que quieres que me quite el vestido?
Me ruborizo ante sus palabras, lo pienso un poco antes de contestar.
— No es que quiera que te quites el vestido, que raro me suena esa palabra viniendo de ti.
Ella se carcajea y patea el aire de la risa, se le ven unas braguitas rosas; me fijo de reojo, ella no se da cuenta.
— ¿entonces?
Me mira y pausa el partido.
— Para no estar desnudo yo solo, que entonces si me da vergüenza.
— Creía que no tenías.
— Parece ser que alguna si tengo.
Ella sonríe, lo piensa un poco más.
— Venga desnúdate, luego lo hago yo.
Sonrío ruborizado, ante su comentario.
— Las mujeres primero.
Ella se ríe.
— Tienes más cara…
Niego con la cabeza.
— Lo que soy es un caballero.
Ella vuelve a reírse.
— Si un caballero andante, eres tú.
— Lo soy.
Digo, medio ofendido.
— Anda, ahora si que me entro calor; de tanto reírme.
Ella se empieza a levantar, se nota a la legua que no tiene muchas ganas; se sube el vestido sin pensarlo siquiera, dejando a la vista sus tetas. Mayores de lo que normalmente se ven, con su forma amplia de vestir; son bien bonitas, ella se queda en braguitas y se deja caer sin contemplaciones.
Seguimos jugando, pero empiezo a perder; supongo que mis ojos, están distraídos.
— Uy, que fresquita.
La miro sorprendido, me vuelvo a fijar en ella; ella capta mi visión, se pone colorada.
— No me mires tanto y desnúdate, faltas tu.
— Perdona, tienes razón; me olvide.
Me levanto, bajo las calzonas; ella se ruboriza y se pone como un tomate, se tapa la boca con el mando.
— ¡¿no llevas nada debajo?!
— No… ¿Qué importa?
Ella se queda mirándome, igual de colorada.
La miro también.
Me empiezo a poner duro.
— ¿y ahora que le pasa?
— Perdona, ha sido al mirarte.
— ¿y eso, por qué?
Me ruborizo mientras termino de endurecerme, por sus preguntas.
— Bueno, es lo normal; al ver a una mujer, así con poca ropa.
Trato de explicarle.
— ¿se pone así con todas?
Me siento cohibido hablando de estas cosas con ella y mas estando ella en bragas, mientras yo estoy desnudo.
— No, bueno si; creo que no, solo…
— ¿Solo qué?
Me mira muy atenta a mi respuesta.
— Solo cuando nos gusta lo que vemos.
Ella abre la boca de sorpresa, se vuelve a ruborizar; ambos seguimos jugando, sin intercambiar mas palabras. Ambos nos miramos, pero no pasa nada más; del otro mundo, al menos ese día.
Pero lo que si puedo asegurar, es que ese día cambio nuestra relación; para siempre, ya ni ella ni yo…nos miraríamos igual.