Lo mios es tuyo y lo tuyo es mio - I

Dos amigos drogan e intercambian a sus mujeres.

¿Y cómo lo hacemos?

-Es muy sencillo. Narcotizándolas.

-¿Y cómo?

-Echamos en su bebida Benzodiacepinas en polvo, un medicamento antidepresivo, que en grandes dosis tiene efectos sedantes y llega a dormir a la gente. O si no Ketamina en gotas, un anestésico para animales.

-¿Tú tienes?

-Podría conseguirlo sin muchos problemas.

-Pues lo dejo en tus manos. Avísame cuando lo tengas.

Aquella noche Antonio no pudo dormir hasta bien entrada la madrugada, no paraba de darle vueltas al reto que estaba poniendo en marcha preguntandose si merecía la pena el riesgo. Él y su amigo iban a realizar una fantasía largamente acariciada con sus respectivas mujeres. Hacía tiempo que habían hablado entre ellos del intercambio, pero sabían que sus mujeres lo considerarían como algo digno de divorcio. Por lo cual no habían llegado a tener siquiera la osadía de proponérselo. Pero ambos tenían tantas ganas que ya habían elaborado un plan. Sería durante los 15 días que ambas parejas pasarían juntas en verano.

Las vacaciones estaban saliendo según lo previsto, días de playa, tardes de chiringuitos, noches de paseo marítimo, alguna excursión, algún pueblo cercano con buenos restaurantes, y un apartamento alquilado compartido por ambas parejas. Ellas, lógicamente, no sospechaban nada ¿Quién podría pensar que su marido se confabularía con un amigo para semejante

propósito? Pero así era. Durante el tiempo de espera, ambos habían hablado de las ganas que tenían de hacerlo, e incluso en un par de ocasiones que sus mujeres salieron a dar una vuelta solas por la tarde, ellos se dieron el capricho de enseñarse fotos desnudas de sus mujeres y se respondían a las morbosas preguntas que se iban surjian sobre las intimidades de sus respectivas mujeres.

El momento se acercaba y ellos estaban muy excitados. Decidieron que sería aquella noche, en la discoteca. Cada uno se ocupo de su mujer. Elena fue la primera, en reclamar ir a dormir al apartamento, su marido la acompaño.

Ana cayó después de igual manera. Cuando Hector llego con la somnolienta Elena al apartamento, Antonio ya había dispuesto a su mujer sobre la cama. Ella ya estaba completamente noqueada. Hector tumbo a Elena en su cama y espero a que el narcótico terminara de hacer su efecto. Cuando lo hizo, se levanto y fue en busca de Hector, ambos se miraron y sin decir nada su excitada respiración lo decía todo. Decidieron llevar a Ana a la cama donde estaba Elena. Con ambas mujeres tumbadas en la misma cama de matrimonio, cada uno se fue al lugar donde estaba la pareja de su amigo. Comenzaba la barra libre. La única norma que se habían impuesto era no hacer nada que dejara huellas o sospechosas sensaciones al día siguiente, nada de fotos o traicioneras grabaciones y por supuesto prohibido el preservativo. Aquella noche todo seria natural.

Antonio jugueteo largo tiempo con sus dedos con los labios de la mujer de su amigo mientras se tocaba la polla. Hector se coloco junto a Ana y contemplo como su mujer era sobada y tocada por su amigo. Se excitaba viendo como eran sobeteados los gluteos, sus tetas magreadas, pellizcados y estirados los pezones, disfrutaba viendose convertido en un cornudo consentido y más aún con la excitación de tener a su lado a la mujer de su amigo para hacer lo que quisiera con ella.

Hector comenzó a acariciar la espalda de Ana, a rozar sus caderas tocar su culo, sentir el calor de la entrepierna mientras comenzaba a sobar su polla ritmicamente. Aprovecho para terminar de quitarle la ultima prenda que le faltaba, retiro delicadamente las bragas de ella y mientras lo hacia pudo notar la calidez de su entrepierna y el perfume embriagador que

desprendia.

Mientras, su amigo, se había puesto de pie y parecía que  se había dejado de sobeteos e iba a comenzar la acción. Se acercó a la cara de ella, y entreabriendo con el pulgar de su mano los labios, puso la punta de la polla apoyada en la comisura de los labios y comenzó a empujar, poco a poco se abrió la boca y todo el glande fue engullido por aquella boca cálida y húmeda, un gemido escapo cuando noto la delicia de estar dentro de ella y no pudo evitar empujar y empujar mas, sacaba y metía su polla de la boca mientras veía como se le quedaba completamente abierta cada vez que salida de ella y volvía a entrar. Mientras, Hector, no había perdido el tiempo y había volteado a la mujer de su amigo y la había dejado boca arriba, ligeramente abierta de piernas y lista para sufrir los deseos y perversiones reprimidos tantos años. Las tetas que sin ser grandes eran blancas como la leche ahora quedaban listas para ser disfrutadas y mordidas y en la entrepierna asomaba entre los pocos pelillos el comienzo una cueva que muy pronto iba a ser maltratada.

Se lanzo sobre ella y cual pequeño caracol fue babeando y lamiendo cada centímetro de piel, dejandola humedecida y brillante, lamió su nariz mordió sus labios, chupeteo los pezones casi con malicia, Antonio lo miraba y mas se excitaba y cuando pensaba que se tiraría a comerse el coño de su mujer, Hector se abalanzo sobre la cabeza de Ana y le metió toda su polla

en la boca al igual que estaba haciendo su amigo, nunca se imagino lo deliciosamente brutal que seria sentir esa boca tan diminuta acogiendo todo su ser y esa lengua sonámbula enredandose y babeando saliva sobre sus huevos.

-Mmmm… que boquita tan carnosa tiene tu mujer, que labios joder… estaba

loco por tocarlos- Dijo Antonio.

-Esto es pura crema… que densidad replico Hector con una erección

propia de un mitológico sátiro.

Las dos mujeres eran violadas oralmente por los respectivos, era brutal verlas como las pollas invadían sus bocas y los glandes rellenaban los carrillos apretandolos como si quisieran atravesarlos.

Buen rato pasaron abusando de las bocas, ellas no parecían reaccionar en sentido alguno, estaban totalmente expuestas a los deseos violadores de sus cónyuges.

Antonio salio de la boca de Elena dejando un rastro de baba colgando desde los labios hasta su glande, viendo el espectáculo no pudo mas que lanzarse a comerse aquella boca recién violada y darle un buen morreo. Hector viendo el abuso que sufria su mujer y mientras mantenía su polla en la boca de Ana, arrodillo sus piernas a ambos lados de la cabeza de ella y sujetando con las manos el pelo de ella fue automasturbandose  dandole idas y venidas a la cabeza mientras introducía a mas no poder su pene en los carnosos labios de ella. Su locura aumentaba por momentos y violaba sin cesar con bruscos movimientos aquel rostro, el sonido de flop flop de su polla entrando y saliendo era totalmente demencial y sin poder casi ni evitarlo un proyectil ardiente de semen salió desde lo mas profundo de su ser y reventó en un monumental quejido y en una brutal descarga de lefa en la boca de ella.

-tragatelo zorra, apenas pudo magullar mientras se corría dentro de su ardiente boca, dios cuanto lo había deseado....

Ver como se corría dentro de ella y la llamaba zorra me puso a mil, la polla de Hector parecía no cansarse y no decrecía de tamaño ni tampoco la descarga sobre mi mujer, pero derrepente me sorprendió ver como Hector salía abruptamente de la boca de Ana y se lanzaba a comerle la enrojecida boca, dandole un impresionante morreo con todo su semen dentro de ella, Un perfecto beso blanco. Brutal.

Yo no pude aguantar ese espectáculo y escupiendo entre las tetas de Elena las junte para hacer una perfecta cubana con ellas y follarme mi polla sus tetas, que inmensidad de perfectos pezones y que indescriptible sensación de frotar mi polla entre sus tetas y golpear con la punta de la polla su cara cada vez que salía.  No aguante mas y al notar las primeras gotas de semen salir de mi glande,  me separe de su cuerpo y descargue todo el semen acumulado de semanas de abstinencia sobre el voluptuoso cuerpo de Elena. Los primeros lefazo fuero directamente a su cara dejandola llena de chorretones, los siguientes acabaron en el cuello y en los dos pezados de pezones que encumbraban aquellos pechos. Aun puedo sentir esa descarga eléctrica como salió de mis huevos aquella noche. podían haber marcado a fuego a cualquier presa que le hubiera caído mi descarga.

Tampoco pude evitarlo y me lance a comerme aquellos tiesos pezones y a aquella boca llena de mi lefa. Mordia y lamia con la ansiedad del que quiere retener y conservar aquellas sensaciones dentro de si mismo. Pero aquello solo era el principio y ni Hector ni yo habíamos perdido una sola de nuestras ganas por continuar aquella locura de sexo y perversión. Increíblemente seguíamos  con nuestras pollas tiesas y con la respiración jadeante por el inicio de la aventura.